Neil Armstrong y su legado histórico

Tan lejos como en 1957, cuando era un niño, fue noticia sensacional lo que mucho tiempo antes veíamos en los comics o muñequitos, el comienzo de una era donde existían naves espaciales y objetos que sobrevolaban la tierra y eran sus satélites artificiales. Fue la época en que todos creían ver platillos voladores y se estrenó la icónica película “El día que paralizaron la Tierra”. Los mejores artistas de la televisión protagonizaron en los terrenos en que se construía la Ciudad Deportiva en La Habana, de una simpática farsa auspiciada por una popular cerveza, donde había aterrizado un platillo volador, del cual salieron bailando al ritmo de “Los marcianos llegaron ya” de Enrique Jorrín con su Orquesta América, no sin previo episodio de suspenso con policía y ejército incluido.

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El 4 de octubre de 1957 los soviéticos consiguieron que el primer satélite artificial lograr una órbita terrestre, el Sputnik I que orbitó durante dos meses la Tierra. Los Estados Unidos llegaron cuatro meses tarde, con el Explorer I el 31 de enero de 1958.

Había empezado la carrera espacial, con lo que quedaron atrás los deseos de ser un piloto de la segunda guerra mundial o de aeronaves de propulsión a chorro y romper la barrera del sonido. La nueva ambición ahora era ser astronauta.

Cuando uno vea muñequitos (comics), leía libros o veía películas quería ser un cowboy valiente que luchaba contra los cuatreros del oeste americano, o un piloto de guerra, primero pilotando un rápido Mustang y después un F-86 Sabre o un F84 Thunderjet y hasta nos conformábamos con los famosos “tigres voladores” de la guerra de la china republicana contra Japón, manejado por norteamericanos como John Wayne.

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Pero ya todo eso historia antigua, ahora la ambición de los jóvenes era la astronáutica. Y esa sí era una competencia fuerte, porque la tecnología eran muy limitada y en completo desarrollo, en pañales se podía decir.

La carrera espacial se desarrolló por supuesto, entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, como una especie de emulación para demostrar quién no solo tendría la supremacía, sino quien tenía la mejor tecnología.

La carrera espacial como parte de la Guerra Fría.

En los inicios los soviéticos llevaban mucha ventaja a los estadounidenses, sobre todo por la sorpresa del Sputnik, gracias a lo misterioso y secreto de sus avances, ayudados por los avances en cohetería de los alemanes, de lo que se aprovecharon ambos contendientes. El 12 de abril de 1961 a bordo de la nave Vostok 1 fue lanzado al espacio exterior Yuri Alekséyevich Gagarin siendo el primer ser humano en alcanzarlo y viajar por él.

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Y así se fueron sucediendo cronológicamente, no sin percances y fracasos, éxito tras éxito por ambas partes:

1957, primer animal doméstico en el espacio, la perrita Laika a bordo del Sputnik II.
1958, primer satélite de comunicaciones EEUU.
1959, primera sonda en alcanzar la Luna, Luna 1 de URSS; primera sonda en estrellarse en la Luna, Luna 2 de URRS; Luna 3 primeras fotografías de la cara oculta de la Luna
1960, primer animal doméstico en el espacio que vuelve con vida, Belka y Strelka en Sputnik V.
1960, primeras sondas planetarias a Venus y Marte, de URSS.
1961, primer cosmonauta que entra en órbita, Yuri Gagarin en la Vostok I. John Glenn lo logró en 1962.
1964, primera tripulación que entra en órbita, Voskhod I.
1965, primer paseo espacial, Alexei Leonov en la Voskhod II.
1966, primer alunizaje con éxito, Luna 9; primer satélite lunar Luna 10.
1968, primeros animales en sobrevolar la Luna, unas tortugas soviéticas.

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Sin embargo, todo cambió cuando ocurrieron estos hechos de forma sucesiva:

El 21 de diciembre de 1968, el Apolo 8 consigue la primera órbita a la Luna con tripulación.
El 3 de marzo de 1969, el Apolo 9 prueba con éxito el módulo lunar
El 18 de mayo de 1969, el Apolo 10 prueba con éxito la maniobra de encuentro en órbita lunar (LOR)
Y el 20 de julio de 1969, el Apolo 11 pone al primer hombre en la Luna.

El Programa Apolo fue un programa espacial tripulado desarrollado por Estados Unidos en la década de 1960 en el marco de la carrera espacial con la Unión Soviética durante la Guerra Fría. El proyecto comenzó en julio de 1960, cuando la agencia espacial estadounidense NASA anunció el programa, como continuación de las misiones Mercury, que tendría como objetivo el sobrevuelo tripulado de nuestro satélite para localizar una zona apropiada con vistas a un eventual alunizaje de astronautas, que cumpliría así el viejo sueño del viaje a la Luna por parte del ser humano, como esbozara Julio Verne en su libro “De la Tierra a la Luna”.

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O cuando hace 500 años, Leonardo Da Vinci resolviera un antiguo enigma astronómico: el misterio del brillo de la Tierra. Poco conocido para la mayoría, uno de los mejores trabajos de Leonardo no es un cuadro o un invento, sino algo más relacionado con la astronomía; Da Vinci resolvió el enigma del brillo de la Tierra.
Se puede observar el brillo de la Tierra cuando hay luna creciente en el horizonte al ponerse el Sol. Durante miles de años los humanos se han maravillado de la belleza de este “resplandor ceniciento”, o “la luna vieja en los brazos de la luna nueva”. Pero ¿qué era? Nadie lo sabía hasta el siglo XVI cuando Leonardo resolvió el misterio.

Los planes iniciales se vieron modificados el 25 de mayo de 1961 con el anuncio del presidente John F. Kennedy de enviar y depositar un hombre en la Luna, y traerlo de vuelta a salvo antes de que finalizara la década.

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Después de ello, los Apolo 12, Apolo 14, Apolo 15, Apolo 16, Apolo 17 ponen hombres en la Luna. El Apolo 13 fracasa pero con un frío y escalofriante accionar regresan sus ocupantes sanos y salvos a la Tierra. En 1973, una vez finalizado el programa lunar, tres naves Apolo fueron usadas para enviar tripulaciones a la estación espacial Skylab (misiones SL-2, SL-3 y SL-4) y en 1975 fue lanzada la última nave Apolo, para la misión Apolo-Soyuz.

Estaba claro quien dominaba en esta carrera espacial y quién la dominaría por muchos años.

Mientras tanto, la Unión soviética lanzaría la sonda lunar Luna 15 que fallaría en su intento de alunizar, el dictador español Francisco Franco designa a Juan carlos de Borbón como su sucesor y Rey de España, Elvis Presley vuelve a Las Vegas al recién construído Hotel International, y Nixon visita a Vieta Nam del Sur en guerra, y nosotros en Cuba luchábamos por tratar de conseguir los mejores juguetes para nuestros niños para que celebraran la nueva fecha de los reyes magos o el ahora llamado día de los niños, y a la par se desarrollaba una de las epopeyas más grandes en la historia de la humanidad y los cubanos ni por asomo sabían de ello.

Ya, una década después de acabar con la institucionalidad del país y establecer, poco a poco, sin sentirlo apenas, un régimen totalitario, se habían establecido las medidas para sovietizar a Cuba, y garantizar que solamente se viera, leyera o escuchara lo que era interés al sistema y loas al socialismo. El resto, la realidad, no existía.

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Si vamos a remitirnos a hechos importantes que los cubanos nos perdimos o conocimos falseados por el control férreo de la información, podemos relacionar sucesos mundialmente importantes, como fueron:

-El Programa Apolo, en particular Apolo 11.

-Toda la trayectoria de los Beatles y su impacto en la música mundial.

-La criminal construcción del muro de Berlín.

-La celebración del festival de Woodstock, el mayor festival de rock.

-1967 En Estados Unidos se emite Our World, primera transmisión global de televisión vía satélite, que ven más de 400 millones de personas en 26 países.

-La desastrosa y criminal Revolución Cultural del Proletariado en China por el demente Mao Tse-Tung.

-La matanza de estudiantes en Tlatelolco, México, masacrados por el ejército.

-Matanza de deportistas israelíes en los juegos olímpicos de Munich por terroristas palestinos.

-Asesinato del presidente del gobierno de de España, Luis Carrero Blanco por terroristas de ETA.

-La invasión de las tropas soviéticas en Checoslovaquía, en la Primavera de Praga en Mayo de 1968.

-Y mucho menos la represión y matanza en la plaza de Tiananmen de Pekín.

-Hallazgo de los restos del Titanic por Robert Ballard.

-No conocimos la telefonía celular, ni las computadoras de Microsoft o de Apple, ni la videoconsola Atari, eran objetos de consumo inservibles del mundo capitalista, al igual que la creación de la red de Telecomunicaciones (ARPANET), de la que derivará después Internet.

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Y nos enteramos de la catástrofe nuclear de Chernóbil (1986) a medias porque para la Unión Soviética aquello era un descrédito inmenso, e igual ocurrió con la Caída del muro de Berlín (1989) que provocó después la desaparición de la URSS y el campo socialista sin disparar un tiro.

Por supuesto que yo no estaba ajeno a esta proeza, ni a muchos de estos hechos, pues era asiduo oyente de La Voz de las Américas, que había que escuchar pacientemente en onda corta, pues todas las otras frecuencias estaban bloqueadas o interrumpidas para que no se oyera otro criterio que no fuera el del gobierno cubano. Y me di cuenta que no era el único, ni mis amigos, pues muchos años antes en la universidad, alguien habló de un tal Mauricio, y alguien a su vez dijo bajito: “Mauricio Goldchain”, uno de sus más conocidos locutores.

Los medios de comunicación de aquella época transmitieron vía satélite y muchos por primera vez en su historia, en vivo el despegue y alunizaje del Apolo 11. Pero las mejores descripciones nos llegaron por la VOA, que conducía Enrique González Regueira desde Washington, con Andrés Moreno y Mauricio Goldchain, Ramón Levi en el Control de la Misión, en Houston, y José Pérez del Río en el Centro Espacial Kennedy, en la Florida.

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Así que creo que fui de los pocos en Cuba que seguimos paso a paso la epopeya y disfruté de ese logro, no del capitalismo o del imperialismo o de un sistema político, sino de un logro de la humanidad. Mejor no podía definirse ese hecho como lo hizo el propio Neil Armstrong cuando dijo “Un pequeño paso para el hombre pero un gran salto para la humanidad”.

Pero para el régimen cubano, lamebotas, adulón y cómplice de quien lo mantenía, la URSS, aquello era algo que había que ocultar o negar o calumniar, porque no lo habían hecho ellos, como cuando el Sputnik, Laika y Gagarin, que si contaron con divulgación hasta la saciedad.

Surgió después, cuando ya no se podía ocultar más el hecho, un nuevo zarpazo de la guerra fría al enarbolarse la teoría de que todo había sido una farsa.

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La National Geographic Society ha hecho un análisis de las ocho críticas más comunes a la llegada del hombre a la luna. Es decir, analizó profundamente los hechos relacionados con el alunizaje y los argumentos de los que niegan este hecho.

¿Por qué se mueve la bandera? ¿Quién hacía las fotos? ¿Dónde están los restos? Esas luces extrañas… Huellas claras. Todas estas interrogantes tuvieron respuesta por un grupo de científicos de calibre que ratificaron que el hombre llegó a la luna y regresó y que lo demás era pura especulación y conspiración.

Recuerdo que cuando escuchaba la narración radial (cómo sería los que tuvieron la suerte de verla por televisión) me sentía hechizado por el vacío paisaje lunar, con su inmensidad, tratando de meterme en la piel de cada uno de esos hombres enfundados en sus complejos trajes de supervivencia, en sus cabezas encasquetadas por complejas escafandras, experimentando junto a ellos el contacto con el suelo lunar y contemplando la negrura del cielo como el acercamiento máximo al misterio y la eternidad. Me imagino verlos avanzando en cámara lenta por efecto de la gravedad, recogiendo muestras de rocas en sus bolsos.

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Y sin embargo la mísera moral de la política nos quería quitar esa única e irrepetible imagen y emoción. No se puede aceptar que cuatro mil millones de personas fueron engañados con la proyección de un cuento inventado por algunos políticos al mando de una de las dos grandes potencias en pugna.

Como decía Mark Twain, “Todo hombre es como la luna, con una cara oscura que nadie enseña.” Los políticos mostraron en ese momento su cara más oscura.

Ya en Cuba nos habían evaporado juntos a Santa Claus y a los Reyes Magos, ante lo que no pudimos hacer nada, salvo tratar de conservar y transmitir a nuestros hijos una tradición inocente y que colma de ilusión a los niños, pero que sabíamos que por el efecto social estaba condenada a fenecer.
Pero con respecto a Apolo existe una diferencia, y es de que la Luna existe, brilla para todos y es la musa de poetas y enamorados desde tiempos inmemoriales, inspiración para libros y canciones. Me gustaría ver el primer alunizaje como una hazaña, donde se hubieran mostrado las más altas expresiones de la inteligencia humana: la sed de aventura, la tecnología y la poesía. Para algunos fue así, para otros sólo un objetivo político más.

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Como surgió el héroe.

Muchísimo antes de esta maravillosa hazaña, Neil hizo numerosos experimentos como piloto de prueba y no fue sino después que se convirtió en astronauta.

El amor de Armstrong por la aviación comenzó cuando tenía seis años de edad y faltaba a clases los domingos para ir a volar con su padre. Armstrong devoró libros y revistas de aviación, construyó modelos de aeronaves y eventualmente obtuvo su licencia de piloto privado a los 16 años, incluso antes de aprender a conducir un auto. En 1947 inició su entrenamiento formal, en la Universidad Purdue, en Indiana.

Neil comenzó a trabajar en la Base Edwards de la Fuerza Aérea en 1955, en un momento interesante para la aviación. Justo un mes después de que empezara la universidad, el piloto de la Fuerza Aérea Estadounidense Chuck Yeager rompió la barrera del sonido con la aeronave Bell X-1.

Las naves de la que se enamoró en su infancia estaba siendo remplazadas por otros diseños que usaban cohetes como sistema de propulsión, y no había nuevos récords que romper, por lo que en algún momento pensó que había llegado tarde a ese mundo. Pero de hecho, fue todo lo contrario, llegó en el momento justo.

La llegada de los aviones de propulsión a reacción dio lugar a una nueva era en la que los aviadores tenían que ser tanto pilotos como ingenieros para poner a prueba naves experimentales en tiempo real.

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Con un título en su mano y tres años de experiencia volando jets en la guerra de Corea, Armstrong llegó a la Estación de Vuelos de Alta Velocidad de la NACA en la Base de la Fuerza Aérea Edwards en el citado 1955.
Allí se sumó a otros cuatro pilotos que volaban desde bombarderos hasta cohetes experimentales y simuladores futurísticos. Estos aviones que hacían viajes a la estratósfera no tenían dispositivos como alerones y timón, sino que usaban controles de reacción, pequeños chorros de gas comprimido que llevaban a la nave en la orientación deseada, y este era el tipo de vuelo que Neil aprendió.

El X-15 era un vehículo que buscaba responder a las preguntas sobre cómo un hombre podía volar a una velocidad cinco veces superior a la del sonido, a altitudes tan elevadas que aterrizar sería como regresar de un viaje al espacio después de orbitar la Tierra.

Después del X-15 le correspondió volar el llamado Dyna-Soar, un planeador triangular lanzado al espacio con un cohete Titán y que debía dar la vuelta a la Tierra, encender sus motores e iniciar su caída atravesando la atmósfera y después aterrizar como un avión normal. Si lo vemos bien, veremos su parecido con el después majestuoso transbordador espacial norteamericano que tuvo varias versiones y misiones. Sobre esta aeronave, Neil propuso modificaciones que fueron aceptadas y practicadas como válidas,

Después con otro piloto de prueba, Milt Thompson, diseñaron y construyeron un vehículo de prueba llamado Parasev que tenía un novedoso sistema de aterrizaje para evitar los vuelos espaciales y sus amarizajes peligrosos. Aunque se demostró que era efectivo nunca se implementó.

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Y llegó 1962, cuando la NASA anunció que seleccionaría a un segundo grupo de astronautas. La NASA había recibido 253 postulaciones y una semana más tarde, Armstrong fue agregado a la lista y después de una serie de duras pruebas médicas y psicológicas, fue seleccionado.

Los astronautas decidían entre ellos quiénes iban a efectuar varias de las misiones. Así fue como se supo que Armstrong sería el primer hombre en la Luna. Era algo organizado desde hacía años.

Estaba muy bien entrenado y tenía una gran habilidad para tomar decisiones en fracciones de segundos. Cuando el Apolo XI llegó al punto de sobrevolar la superficie lunar, Neil Armstrong tuvo 20 segundos para decidir si continuaba o abortaba la misión. Cuando tocó alunizar, habían pasado años simulando cómo sería. Cuando ocurrió en la realidad, fue como otro ensayo. Sus misiones anteriores le dieron aún más experiencia para la tarea.

Se había dado por sentado que si Armstrong o Aldrin se rompían un tobillo o resultaban lesionados en la superficie lunar, el astronauta sano no podría ayudarlo a regresar a la nave, porque había que subir una larga escalera. En ese caso hubiera tenido que morir en la Luna.

De los detalles técnicos y complejidad del vuelo no voy a hablar, se ha escrito mucho y con mucha precisión y detalle. He querido mejor rendir humilde tributo a aquellos hombres, la parte más importante de todo proyecto, que hicieron posible esta hazaña, quizás la más grande de todos los tiempos de existencia de la humanidad.

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Neil Armstrong, el hombre que nos representó en la Luna fue no sólo un astronauta estadounidense y el primer ser humano que pisó la Luna, también era ingeniero aeroespacial, piloto militar, piloto de pruebas y profesor universitario, máster en ciencias de ingeniería aeroespacial por la Universidad del Sur de California y a lo largo de su vida además fue nombrado Doctor honoris causa por varias universidades.

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Junto a Aldrin y Collins, Armstrong fue galardonado con la Medalla Presidencial de la Libertad por el presidente Richard Nixon. En 1978, el entonces presidente Jimmy Carter le hizo entrega de la Medalla de Honor Espacial del Congreso y en 2009 los tres tripulantes del Apolo 11 recibieron la Medalla de Oro del Congreso de los Estados Unidos. Neil Armstrong recibió muchos otros honores y galardones, como la Medalla Presidencial de la Libertad, el Trofeo Memorial Robert H. Goddard, el Premio Sylvanus Thayer, el Trofeo Collier de la Asociación Nacional de Aeronáutica o la Medalla de Oro del Congreso de los Estados Unidos. El astronauta también forma parte del Paseo de Honor Aeroespacial, del Salón de la Fama de la Aviación Nacional y del Salón de la Fama de los Astronautas de Estados Unidos. Armstrong y otros once compañeros implicados en la misión del Apolo 11 recibieron en 1999 la Medalla de Oro Langley que otorga el Instituto Smithsoniano.

En su lugar de nacimiento, Wapakoneta, Ohio, existe el Museo del Aire y el Espacio Armstrong y el aeropuerto de New Knoxville (Ohio), que es el lugar en el que tomó sus primeras clases de vuelo, y que se nombra en honor al astronauta.

Michael Collins, left, and Neil Armstrong stand with President Barack Obama on the 40th anniversary of the Apollo 11 moon landing, in the Oval Office at The White House in Washington Monday, July 20, 2009.(AP Photo/Alex Brandon)

Michael Collins, left, and Neil Armstrong stand with President Barack Obama on the 40th anniversary of the Apollo 11 moon landing, in the Oval Office at The White House in Washington Monday, July 20, 2009.(AP Photo/Alex Brandon)

Neil Armstrong falleció el 25 de agosto de 2012 en Cincinnati, Ohio, a los 82 años, debido a complicaciones de un bypás coronario. Con el se fue, pero queda entre nosotros, entre toda la humanidad, una leyenda incomparable.

El influjo de la Luna sobre el hombre es histórico y sobre todo es poderoso y mágico: mueve las mareas y también movió las expectativas que la Humanidad en general y EEUU en particular tenían sobre Neil Armstrong. El satélite, sin embargo, no logró cambiar al primer Homo sapiens que pisó su suelo. Para Neil Armstrong, la misión del Apolo 11 fue una más en su larga cadena de desafíos. No asumió ninguna carga de popularidad porque era un hombre sencillo, humilde y tímido, fue un héroe a su pesar y que pensaba que sólo cumplió con su deber. Así son los grandes hombres.

Yo que vivía orgulloso de que mi hijo nacería en ese propio año (nació el 5 de diciembre), en que la luna fue visitada por seres humanos, soñé con que algún día podría ver una revista, un libro, un video donde pudiera contemplar las fotos de Aldrin, Collins y Armstrong, y ver como descendían del Apolo 11 y escuchar sus palabras: ” Houston, aquí Base Tranquilidad. Eagle acaba de alunizar”.

Aquel 20 de julio de 1969, fue el día que los norteamericanos conquistaron la luna. El mundo entero lo vio, menos los cubanos de la Isla. Otra raya más para el tigre.

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