Probablemente no los identificas

Probablemente no los identificas


Hay cosas que le traen a uno recuerdos muy agradables cuando menos se lo piensa y haber visto casualmente imágenes de artículos desaparecidos ha sido uno de ellos.  Ya hemos abordado el tema de los artículos que ya no se usan, pero que muchos pueden identificar, pero ahora vamos a ver otros que eran comunes hace seis o siete décadas atrás o más y los que no hayan vivido esos tiempos o los hayan conocido en su casa, difícilmente puedan saber cuál era su uso.

Aquellos eran los tiempos en que todos fumaban dondequiera; era corriente ver marcas de carros que ya  solo se pueden ver en museos; predominaban otros sistemas de reproducción de sonido (tan buenos que nada, ni siquiera lo digital ha podido superarlos y están reviviendo); donde la comunicación telefónica nos parece algo propio de la edad de piedra; los juguetes eran primitivos, toscos, y el uso del plástico era muy limitado, solamente algunos producidos en bakelita y predominaban el metal, la madera y el vidrio; las motas peinadas con Wildroot u otra cera para el cabello eran la moda; se acostumbraba ir al cine drive-in y ver la película desde el auto; la cadena de tiendas Woolworth conocida como el ten-cents era muy popular, y muchísimas otras cosas que al verlas tenemos que profundizar en la memoria para reconocerlas o buscar información por otras partes.

Hay otros cosas que desaparecieron como las conocimos pero que se modificaron o revivieron, por lo que no las menciono, como pudiera ser los dulces cubanos, en particular el “mojón de negro” o la africana y el tocadiscos, por mencionar algunos.

Este es otro ejercicio de nostalgia por tiempos ya pasados, sin que se pueda caer en decir que cualquier tiempo pasado fue mejor porque las afirmaciones rotundas no son buenas, pero sin duda que al ver estos objetos, artículos o lo que sea, nos van a aflorar, a la mayoría, sentimientos positivos.

Un amigo, contemporáneo, me comentó que lo que escribo lo va a leer poca gente, probablemente los de nuestra edad y es posible, pero siempre va a haber alguien que comparta estos recuerdos y lo agradezca, mientras otros que están preocupados por saber de su pasado y de lo que no vivieron pero escucharon sobre ello, pero si ello no ocurre, escribo por satisfacción propia, porque me es muy agradable recordar de donde soy, de donde vengo y cuáles son mis raíces y mis vivencias.

Entre los productos presentados aparece un artefacto muy raro, usado por los cobradores de las rutas de guagua y que me recuerda a mi padre, chofer de la COA y a lo eficiente y barato del servicio y lo comparo con Miami, donde la gente solamente toma transporte público en casos como el mío que no tengo unos ingresos que me permitan mantener un carro.  El sistema de Metrobús es puntual y cómodo y solamente se llenan los ómnibus en horarios pico y para eso nunca he visto a nadie de pie (no se si está prohibido).  Si la gente sacara cuentas, las guaguas tendrían una mayor frecuencia y se ahorrarian el pago de seguros, mantenimiento, refacciones, peajes, gasolina y multas.  Y seguramente habría muchos menos accidentes y menos tranques, lo peor de Miami.  Pero parece que en esta ciudad, como pocas, el tener un carro es una absoluta necesidad y no se dan cuenta de que pueden prescindir de él y emplearlo solo en casos de una emergencia, mal tiempo o para pasear.

Calculador: Dispositivo para ayudar al cobrador a dar el vuelto rápidamente y sin equivocarse. Se usaba mucho por los cobradores del servicio de ómnibus. Aclaro que le puse ese nombre porque nunca supe cómo se llamaba.

Cenicero.  Los había de muchos tipos porque se fumaba dondequiera, pero este en particular lo recordamos porque se apretaba hacia abajo y las cenizas y restos se iban hacia el fondo con un movimiento circular.

Planchas de hierro.  Se calentaban en el fogón de carbón y solamente con su peso se planchaba la ropa, pero acababan con el brazo de la planchadora. Recuerdo a mi abuela, a mi madre y a mi tía, fajada con aquellas pesas de hierro planchando la ropa almidonada, que era toda, hasta las sábanas y calzoncillos.  

Batea de zinc con lavadero de madera.  Era el artículo más usado para lavar, lo que se hacía con jabón sólido.  Sin duda era un ejercicio brutal, pero no quedaba otro remedio hasta que aparecieran las lavadoras eléctricas y el detergente en polvo para el que pudiera comprarlas. 

Dispositivo para poder tocar un disco de 45 revoluciones por minuto en un tocadisco.  El área central del disco era más grande que el de fábrica, por lo que este pequeño artículo plástico era imprescindible para poner el disco en el tocadiscos, construidos especialmente para los discos de 78 rpm y los Long Playing de 33 rpm.

Patines de municiones.  Eran uno de los regalos más deseados por los niños. Se los pedían a los Reyes Magos porque había momentos en que eran muy pobres y no podía traerles una bicicleta.

Bolsa para agua caliente o lavados.  Esta bolsa era el terror de mucha gente.  Pudiera ser que se llenara con hielo o con agua caliente para aliviar un dolor o una inflamación, pero cuando le conectaban una manguera con un pitón, entonces la cosa se ponía bien fea.

Abanicos de cartón.  En un país tropical como Cuba había que combatir el calor como fuera, aunque realmente no había tanto calor como ahora y el aire acondicionado era algo muy exclusivo y los ventiladores no eran muy necesarios.  El clima era mucho más fresco que ahora, pero el abanico, principalmente el de cartón, el cual regalaban los comercios donde uno compraba o los políticos en campaña electoral, era la principal solución, pues los abanicos españoles, que se doblaban, eran más bonitos y efectivos, pero más caros.

Cafeteras de tela. Eran lo más usual, casi la única forma de hacer café (y en las casas se hacía café varias veces al día). Era un armazón donde se situaba el café molido y se le echaba el agua caliente mientras abajo estaba situado un jarro esperando que filtrara la infusión por la manga.  Por supuesto que no le sacaban el extracto al café, por lo que también se acostumbrara a echarle agua otra vez a la borra.

Máquina de coser.  En las casas se cosía y se arreglaba la ropa, la costumbre no era la de hoy de comprar la ropa hecha, sobre todo para mujeres y niños, se compraba la tela, los botones, los zippers, el hilo y otros adornos y se cosía en casa, por eso casi todos tenían una máquina de coser, y la mayoría era de la marca Singer.  

Dedales para coser. Eran de uso corriente y servían para no pincharse el dedo con las agujas y empujarlas más fácilmente.

El tocadiscos.  Era un artículo muy popular y había portátiles y manuales como el de la foto y como el que tuve (de la marca Philco) y que no tenía muerte salvo por las agujas, hasta otros sofisticados, de muebles elegantes y automáticos que eran capaces de cambiar automáticamente varios discos.  Mi colección de discos, sobre todo Long Playing, llegó a tener más de 500 y los regalé y vendí porque ya no tenía donde escucharlos y a causa de la moda del cassette y más tarde del CD, pero después comprobé que la calidad del Hi Fidelity no se encuentra en ningún otro dispositivo de sonido.

Pluma fuente y tinta.  Los de mi generación aprendimos a escribir con pluma y tinta, después vino el bolígrafo, el portaminas y el plumón, pero aunque ya no se valora la escritura cursiva, sin duda los que ven nuestra letra se admiran de que todavía conservemos el estilo Palmer.  Y la pluma fuente siempre fue motivo de distinción, desde la modesta Esterbrook hasta la elegante Parker, con punta y tapa de oro y ambas acompañadas de la tinta Quick.  Después vendrían otras marcas de plumas y de tinta, pero la excelencia estaba en la combinación Parker-Quick.

Fechador de goma. En todas partes, oficinas, ventas de boletos, tiendas, estaba presente un fechador de goma. Como es lógico, la digitalización lo convirtió en un artefacto inútil, innecesario.  Igual ocurre con los gomigrafos, sustituidos por sellos secos al relieve.

Enciclopedia.  Solo los lectores compulsivos como yo conservan en su casa (al menos conservaba porque la dejé en Cuba junto a tantas cosas) una enciclopedia.  Esa gran obra que nos abría las puertas de todo el conocimiento, dejó de ser útil cuando aparecieron las enciclopedias digitales, como Encarta, y a su vez esta dio paso a la enciclopedia más grande que jamás haya existido: Wikipedia.

Máquina de escribir. Una Underwood portátil Golden Touch fue el regalo de mi padre por haber terminado el sexto grado. Aprendí mecanografía con un libro que venía acompañado de la máquina y alcancé a escribir a velocidades similares a los del “sargento de carpeta” (los que atendían las denuncias en las estaciones de policía y que escribían a gran velocidad).  Cuando llegaron las computadoras personales, con teclados QWERTY, ya hacía decenios que yo era un experto en la materia.  Pero de veras extraño el sonido del teclado de la máquina de escribir y su retroceso.

Sacapuntas.  Seguramente en la casa teníamos los pequeños sacapuntas que dejaban los restos de madera y de grafito por dondequiera, pero estos que vemos aquí solamente los había, por ser más caros y aptos para un uso mayor, en las oficinas y en las escuelas, empotrados en la pared.

Cinta para máquina de escribir. Este artículo ha pasado a la historia junto con la máquina de escribir y solamente lo tendrán algunas impresoras de matriz de punto, que también le van dejando su espacio a las impresoras láser y a las de inyección de tinta.  Y de la impresora 3D ni hablar.

Guía de direcciones y telefónica.  Este dispositivo, que con algunas variantes algunos emplean aún, también ha sido desplazado por la informatización.

Maleta colegial. Todos usábamos maletas de piel para llevar los libros, lápices, reglas y otros enseres escolares, y hasta la merienda.  Las maletas no eran para nada baratas, pero eran una inversión que duraba varios años, toda la escuela primaria y servía para otros al dejar de usarla.  La vida la ha cambiado por las mochilas, que dejarán sin duda una huella en las espaldas de los escolares y solo sirven para un curso.

Escupidera.  En aquellos tiempos donde no existían los antibióticos, se consideraba higiénico escupir dentro de las escupideras para así no contagiar a otras personas, sobre todo cuando proliferaban enfermedades mortales como la tuberculosis.  El desarrollo fue haciendo desaparecer estos asquerosos artefactos, que es dudosa la utilidad que habrán tenido.

Fosforeras. Los cubanos le decimos fosforeras a los encendedores, porque hacen la misma función que los fósforos. La costumbre de fumar era universal y todo nos compulsaba a ello, la vida social, el sentirse interesante, el pensar que ya uno era un un hombre por hacerlo e imitar a los que en los anuncios, en la televisión y el cine, fumaban sin cesar, pero sus secuelas las estamos sufriendo ahora.  Y los encendedores, eran entonces de gasolina con una piedra para hacer la chispa, los que dieron paso a los de gas y más tarde a los electrónicos.

Batidor de mano. Este artículo le resultará gracioso a algunos, pero así se batió durante mucho tiempo los huevos, las claras y otras mezclas hasta que aparecieron los batidores eléctricos en sus distintas variantes.

Cantina. En su acepción más amplia las cantinas eran almacenes de productos cárnicos y vino, locales donde se venden bebidas alcohólicas (un bar), pero para nosotros la cantina está relacionada con una práctica gastronómica donde había personas que se dedicaban a elaborar alimentos (nunca menos de cuatro platos como prefiere el cubano, o sea, arroz, frijoles, carne, vianda frita y ensalada), según previa solicitud y llevársela a su casa a la hora prefijada en una serie de cuatro o más compartimentos que se transportaban como uno solo y en cada uno de los cuales venía cada componente.  Eso era conocido como “comer de cantina”, la calidad era excelente y el precio muy bajo. En mi casa despreciaban esa práctica y hasta la criticaban, pero la verdad cada vez que podía iba a jugar con mi primo Héctor para ser invitado a “comer de cantina”, que era como acostumbraban.

Reverbero. “Calienta pero no cocina” era una referencia al reverbero, pero en el doble sentido sexual.  El reverbero era un infiernillo de alcohol que se empleaba cuando no había otro combustible para cocinar. En mi casa, como en todas en Cuba, pasamos del carbón al gas o a la electricidad, y el reverbero era un auxiliar algunas veces útil, pero que de ahí no pasaba.

Colador.  Este colador, muy útil en sus tiempos, pasó a mejor vida ante otros diseños y no se encuentra en ningún comercio, a pesar de ser muy versátil, porque ya la gente no quiere ni mover las manos, todo tiene que ser eléctrico.

Depósitos esmaltados.  Creo que donde único se siguen empleando, y para eso por personas mayores, los artículos esmaltados, ya sea cazuelas, jarros, palanganas y otros, es en México.  El esmalte desaparece y se crea una zona donde aparece el orín, por lo que los plásticos, el acero inoxidable, el cobre y el aluminio los han desplazado.  Antes eran muy comunes en Cuba.

Abridores de botellas.  Eran muy comunes y muchas marcas de refrescos y cervezas los promocionaban y la gente los clavaba en las cocinas o patios donde se compartía con familia y amigos.  Ahora raramente se ven y si los encuentras se ve que son muy viejos.  También hay un uso más masivo de la lata y de botellas cuyas tapas se abren fácilmente con las manos.

Bandejas de hielo.  Los refrigeradores modernos, desde hace muchos años, vienen con un dispositivo que sirve agua fría por una parte y por otra cubos de hielo.  Eso ha ido haciendo inoperante las tan usadas bandejas para hielo, que diariamente usábamos, sacando los cubitos accionando una palanca que los separaba de su cubículo.  Después vinieron los plásticos, pero los de aluminio fueron insuperables.

Máquina de moler carne.  Era un artículo imprescindible en cada casa.  Puede que compraras el picadillo ya picado en la carnicería, pero esta máquina servía para moler cualquier cosa y convertirla en un masacote.  La harina de maíz, los vegetales, los sazones, el pan, para todo servía este artículo que ahora ha sido sustituido por las batidoras manuales, los procesadores de alimentos y otros inventos.  Pero cuando en mis tiempos sacaban la maquinita, significaba que la cosa se iba a poner buena.

Permanente Toni. El cabello ondulado estaba de moda, así que todas las mujeres usaban el permanente casero Toni, una alternativa barata en sustitución de ir a la peluquería.

El quinqué.  En todas las casas había un quinqué, una lámpara que funcionaba con una mecha alimentada con luz brillante o kerosene.  Normalmente se empleaba cuando había un fallo en el suministro de electricidad, muy raro en la Cuba de antes de la revolución (producto de una avería, una tormenta o un ciclón) y de uso imprescindible ante los apagones que han caracterizado los últimos sesenta años de la vida del cubano.

¡Hala la cadena!.  Era una frase empleada comúnmente en Cuba como sinónimo de que descargaras el baño y no salió de la nada, sino de los viejos inodoros o toilettes que tenían el depósito de agua muy alto y al halar una larga cadena que tenía en un lateral con un mango de madera se producía una descarga, a través de una tubería gruesa, tan fuerte que si no te apartabas era capaz de tragarte.  ¡Hala la cadena! era un símbolo de que todo se iba y una frase que nos repetía la madre y la abuela cuando íbamos al baño.

Jeringuilla de cristal.  Las jeringuillas de cristal para inyecciones eran aterradoras.  A diferencia de las actuales, desechables, éstas se usaban una y otra vez, hirviéndolas, lo que incluía las agujas, que iban perdiendo el filo y si no se cambiaban provocaban una penetración dolorosa.  El terror a las inyecciones de mucha gente proviene de estas aterradoras jeringuillas y sus despuntadas agujas.

Mercurocromo.  No había herida, rasguño o infección de la piel que no fuera tratada con mercurocromo.  En ninguna casa faltaba este líquido principal de primeros auxilios, pero después se descubrió que por contener pequeñas cantidades de mercurio, se hizo conveniente desechar  su uso por la peligrosidad del uso continuado y fue siendo sustituido por compuestos de yodo, no ese que conocimos en nuestra niñez, sino otro más suave y más efectivo, el Yodo Povidona, que cubre un espectro más amplio para combatir las bacterias y es menos agresivos con la piel, su efecto dura más y no mancha como sus antecesores, el mercurocromo y el yodo.

Elixir Paregórico.  Probablemente no había ningún medicamento más efectivo para los males del estómago, en particular para los dolores, que el elixir paregórico y ese medicamento que en forma de gotas se vendía libremente, después fue mediante receta médica y hoy no existe (tal y como era originalmente), se debe no a que haya dejado de ser efectivo, sino a que contenía opioides.

Ensartador de agujas.  Si en tu casa nadie cosía, es muy difícil que puedas identificar este objeto, que siempre venía acompañado de la compra de un juego de agujas.  Se trata de un ensartador, un elemento que es de gran ayuda para ensartar rápidamente el hilo en cualquier aguja de coser.

Bigornia. Una pieza pesada de hierro imprescindible para los zapateros y que tenía múltiples usos en ese oficio, sobre todo para clavar, en mi casa era un artículo siempre presente porque ese fue un oficio de la familia durante un tiempo.  Es muy difícil de encontrar hoy en día y la mayoría de aquellos a los que se les pregunte de qué se trata no sabrán responder.

Pieza metálica para suela del calzado.  Tiempos atrás todo el calzado era hecho de piel, incluyendo la suela.  Los zapatos, por tanto, tenían una larga duración, a lo que ayudaba el limpiarlos y aplicarles betún sistemáticamente, y lo que más se gastaba era la suela, por lo que el zapato no se botaba, sino que era llevado al zapatero remendón a ponerle “media suela”, para seguir siendo útil, pero había unos dispositivos metálicos en forma de media luna que se ponían en la suela y el tacón y que servían de guarnición para que la suela no se gastara y a su vez anunciaba nuestra llegada por el sonido que producían.

Chancletas de palo. En todas las casas cubanas había y se usaban para bañarse, era una madera en forma de suela con una tira de goma o de cuero, fijada con tachuelas o puntillas.  Se remontan a los tiempos en que los esclavos las usaban en lugar de las alpargatas y son la forma más miserable del calzado.

Monederos plásticos.  En los años cincuenta se hicieron populares estos monederos que se abrían apretándolos por cualquier parte y que en el bolsillo, cuando había mucho menudo, se volvían molestos.

Thermo.  No faltaban en ninguna casa y principalmente guardaban el café que no se había tomado en una colada, pero también agua fría o algo para llevar a un viaje o excursión o a la escuela.

Nao Capitana.  El único refresco (junto con la Naranja Nehi) que costaba diez centavos (los otros costaban cinco) y que era en realidad una leche con chocolate deliciosa que se anunciaba como “un regalo al paladar” y era producida por la fábrica de Chocolate Armada y nombrada en honor a la “Nao Capitana”, la nave principal de la Armada Española.  Los que no vivieron en La Habana de los años cincuenta difícilmente lo reconocerán.  Yo la tomaba el día que quería darme un gusto lujoso durante una función de cine.

Pesa de farmacias.  Estas pesas estaban presentes en todas las farmacias y en algunos otros lugares y costaba un centavo pesarse.  Hoy tienen otro estilo muy diferente, pero las mujeres hacían uso de ellas con la misma preocupación de hoy en día.

Aparato de Flit.  ¡Echale flit! era una expresión para acabar con algo, y se trata de un rociador y el líquido para matar insectos que no fallaba y que ya no existe porque probablemente tendría componentes nocivos para el ser humano como el DDT, y la competencia de otras marcas, pero era tan efectivo para matar mosquitos, que se convirtió en el nombre genérico para cualquier insecticida.

Teléfono Kellogg.  El que lo conoció, difícilmente lo olvida porque era irrompible, los pesados teléfonos negros marca Kellogg, eran los más universales de la telefonía por hilos.

Litros de leche.  La leche se vendía casi siempre en pomos de cristal de un litro de capacidad y los lecheros la dejaban en la puerta de la casa y nadie se los robaba.  Ahora se comercializan en galones plásticos, bolsas plásticas o envases de cartón, pero el litro es inolvidable.

Caja registradora.  La tenían casi todos los comercios, bodegas, farmacias y tiendas y era un armatoste de hierro con gigantescas teclas que hoy nos dan risa, pero en sus tiempos fueron muy efectivas.

Teléfono de la policía.  Situados en determinados lugares eran de uso exclusivo de la policía para cubrir emergencias y otras situaciones y siempre fueron cosas misteriosas para los niños que tratábamos de ver que algún policía los usara, pero nunca lo logramos.

Regla de cálculo.   Hasta que se inventó la calculadora electrónica de bolsillo, la regla de cálculo era la herramienta principal para cálculos matemáticos complejos y su uso se extendió hasta los años ochenta. Su precisión es tal que todavía siguen fabricándose en pequeños lotes para usos muy específicos en actividades industriales, de navegación marítima y aérea y otros.  Yo la usé ampliamente, pero si me ponen una en la mano ahora, no se por donde empezar.

Cine Drive in.  Me acuerdo del Autocine, como se le llamaba en Cuba, del reparto Embil en la Calzada de Vento y del llamado “Novia del Mediodía” en la Autopista a San Antonio de los Baños.  Eran cines donde se entraba con un carro y desde él se veía la película.  Una modalidad que ha pasado a mejor vida, igual que el cine tradicional porque con Netflix y sus similares es imposible competir.

Cámara de rollos.  Las cámaras de fotos con rollos de películas eran universales hasta que aparecieron  las digitales. La película fotográfica es un medio de grabación sensible a la luz usado por una cámara analógica y muestra una imagen mejor y más fácil de proyectar en una pantalla grande.  Pero las digitales le ganan en posibilidades al ser muy grande la cantidad de fotos que podemos tomar, borrarlas si no nos gustan, mejorarlas, trucarlas y otras ventajas, por lo que salvo para actividades profesionales, la cámara de rollo ha cedido casi todo el terreno a lo digital.  Es una comparación similar al Wifi del sonido con el mp3.  Y de verdad extrañamos aquellos tiempos en que había que ponerle un extra a la foto porque eran solamente 24 o 36 fotos las posibles y después esperar la emoción para ver cómo quedaron las fotos reveladas e impresas.

Maquinita de pelar.  La máquina manual de pelar era el terror de los niños, y a veces de los adultos también porque si no estaba debidamente aceitada te halaba los pelos.  Por suerte llegaron las eléctricas y la tortura pasó a la historia, pero muchas generaciones sufrimos debido a ella.

Marcas de carro que desaparecieron.  En mi juventud había una gran cantidad de marcas de carros que ya no existen y que entonces eran muy populares.  Desde el lujoso Packard, el potente Mercury, el Nash Rambler (un pionero en estructura de una sola pieza, aire acondicionado y cinturón de seguridad), el Studebaker (al cual injustamente se le llamaba “estudesgracia”) a pesar de ser un buen carro, el Plymouth (el carro más popular y más vendido de la Chrysler y el que había en mi casa), el Hudson (llegó a ser el tercer más vendido después de la Ford y Chrysler), el Oldsmobile (una de las marcas más antiguas del mundo), el Pontiac (una de las más populares de la General Motors), el DeSoto (otro de la Chrysler) y algunos otros que ahora no recuerdo.  

Guía o Directorio Telefónico.  Mucho tiempo atrás para localizar a cualquier persona, empresa o entidad oficial, lo podíamos encontrar en la Guía Telefónica, un voluminoso ejemplar que se actualizaba anualmente.  Las guías telefónicas dejaron de editarse en papel y aparecieron en formato digital.  Junto con ellas también fueron desapareciendo los teléfonos públicos de pago y los teléfonos móviles y más tarde los smart tv con acceso a Internet, han ido dominando todo el espectro telefónico mundial.

Fogón de carbón. Cuando nací, en mi casa en Bejucal (y creo que en todas las casas) se cocinaba con carbón.  La cocina era sucia, la cocción lenta y trabajosa, siempre estaba presente el tema de las cenizas y el saco de carbón…pero el sabor de la comida era incomparablemente más sabroso que el actual.

Mosquitero. El que diga que no existe el cambio climático es un ignorante.  Todavía cuando me casé en 1969 y cuando nacieron mis hijos en la década de 1970, en cuba se usaba mosquitero en todas las camas para dormir y el ventilador o el aire acondicionado no era necesario.  El clima era mucho más fresco, pero desde hace varias décadas, se hace imposible dormir sin esos aparatos y el mosquitero vuelve a ser un artículo imprescindible, al menos en Cuba, aunque haya más calor.

Wildroot. A lo mejor el nombre no te dice mucho pero si te menciono a “Carlitos Pelolindo” entonces vas a recordar a ese acondicionador para el cabello masculino que fuera tan popular.

Nevera: Era un artículo presente en casi todos los hogares, menos en las casas de los más pudientes y que podían contar con un refrigerador.  Por ello el hielo era un suministro diario que no podía faltar y el hielero alguien que era esperado con muchas ansias.

Estos son algunos ejemplos de artículos que no perdieron su utilidad, pero sí fueron sustituidos por otros  más acordes con los tiempos que vivimos, o simplemente se hicieron innecesarios.

Cada época tiene sus costumbres y los artículos que la identifican, y pese a las diferencias entre cada región o país, todos los actos del hombre son siempre los mismos, la necesidad de comer, beber, reproducirse y entretenerse, con las diferencias que establece la sociedad, según el ambiente que en el orden religioso, moral, social, económico y cultural imperante.

Pero el mundo ha sido, es y siempre será así, en constante movimiento, cambio y transformación, y si han desaparecido países, surgido otros nuevos y el mundo es ahora muy diferente al de hace seis o siete décadas, ¿cómo no van a desaparecer cosas como éstas?, que a pesar de que las veamos como excelentes o útiles, ya no tienen cabido en el mundo actual, porque hay otras más eficientes, aunque no se puede, desgraciadamente, decir lo mismo de las relaciones sociales, que sin duda alguna, y a diferencia de las cosas materiales, han involucionado.

      Compra de telas a los “polacos” en la calle Muralla.

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2 Comentarios

  • Reply
    scarlet anderson
    August 10, 2023 at 12:12 pm

    Hola ,

    Veo su sitio web http://www.carlosbua.com y es increíble. Me pregunto si las opciones de publicidad como publicación de invitados o contenido de anuncios están disponibles en su sitio.

    ¿Cuál es el precio si queremos anunciarnos en su sitio?

    Nota: el artículo no debe tener ninguna marca como patrocinado o publicitario.
    Salud
    scarlet anderson

    • Reply
      carlosbu@
      November 7, 2023 at 9:08 pm

      No tengo idea pero podemos averiguar y la contacto por el correo, no escribo mas porque realmente no obtengo ningun beneficio economico, todo lo contrario, pero tengo material preparado para publicar cada dos o tres dias e igualmente pudiera hacerlo en forma de videos, asi que le tomo la palabra.

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