Las Victrolas

Las Victrolas

Los lectores de estas memorias habrán comprobado de que soy un nostálgico de Cuba, pero sobre todo de aquella Habana de los años cincuenta donde comencé a trabajar, donde estudié y donde conocí las bellezas, encantos y tristezas de mi ciudad, de ahí que en mis libros la aborde repetidamente de una forma u otra.

Y es por eso que no puedo dejar de referirme a un tema que toqué someramente cuando hablé de la música cubana, no del reguetón u otras aberraciones contemporáneas, sino de la música cubana verdadera, la que reinó en las primeras décadas del siglo XX y que puso a nuestro país en un lugar muy alto mundialmente gracias a ritmos como el son, el bolero, la guaracha, el mambo y el cha cha chá. Y en su difusión tuvo un papel muy importante el dispositivo mecánico accionado por monedas que nos permitía escuchar nuestros números favoritos.

La victrola fue un símbolo de la cultura popular sin precedentes y que no puede separarse de lo que fue La Habana que recuerdo. A veces me daba pena continuar mi camino y no pararme a escuchar una melodía que sonaba en la victrola, pero sabía que en la próxima esquina había otra con alguna otra melodía de mi preferencia.

La victrola la encontrábamos en todas partes, en bodegas o tiendas de abarrotes, en bares, restaurantes, fondas y hasta en prostíbulos. Los usuarios de las victrolas eran uno de los más importantes determinantes de los indicadores de las preferencias musicales para la industria disquera y había muchos que repetían, según su preferencia o su estado de ánimo, hasta el cansancio su número musical preferido.

Vicentico Valdés, Orlando Contreras, Ñico Membiela, Blanca Rosa Gil, Daniel Santos, Benny Moré, Orlando Vallejo, Rolando Laserie, Tito Gómez, Alberto Beltrán, Celio González, Celia Cruz, Fernando Alvarez, Roberto Faz, José Tejedor, la Orquesta Aragón y muchos otros dominaron el espectro acústico musical de la Habana durante las décadas de 1940 a 1960 y nos rodeaban en todas las esquinas con sus melodías.

La música de victrolas reflejaba sobre todo tragedias amorosas como traiciones, desengaños, amores imposibles, infidelidades, crímenes pasionales y en otros pocos casos éxitos amorosos, y en la mayoría de las situaciones la mujer era la perjura, la impura, la traicionera que aún asi seguía siendo amada.

Las Victor’s Talking Machines, o sea, las victrolas, se adueñó del paisaje habanero (y seguramente de muchas otras ciudades, sobre todo latinoamericanas), logrando que dondequiera se escuchara a los intérpretes que más habían pegado en la radio y otros que se hicieron populares por este medio. Se calcula que a finales de la década de 1950, solamente en La Habana había más de diez mil victrolas funcionando a todo tren y a toda hora, aunque otras fuentes duplican esa cantidad. Lo cierto es que era impresionante la cantidad de lugares donde existían victrolas.

Victrola, Vitrola, Vellonera, Rocola, Jukebox, Sinfonola, Gramola. El origen de la palabra Victrola

Los primeros fonógrafos comercializados en Cuba fueron de la compañía RCA Víctor, la Victor Talking Machine Company que en 1929 pasó a llamarse RCA Victor (Radio Corporation of America). Para identificar esta marca fue tomado como logo un perro de raza Fox-Terrier cuyo modelo fue Nipper, el perro del pintor Francis Barrau, el que falleció pero grabó en vida un disco que al ser reproducido en el fonógrafo, Nipper se acercaba atentamente a la bocina escuchando atentamente la voz de su desaparecido dueño, por lo que se escogió como eslogan “His master’s voice” (la voz de su amo).

Uno de sus modelos de fonógrafo se denominaba Victrola y por asociación se extendió a las máquinas tragamonedas que reproducían música mediante discos en bares, restaurantes, cafeterías y bodegas, con independencia de su fabricante y marca.

Se afirma que lo correcto para designar estos aparatos es Vitrola, mientras que en otros países como Venezuela se denomina Rockola o Rocola, derivada de la marca Rock-ola; en Estados Unidos se les llama Jukebox (tocadiscos tragamonedas, un poco confuso porque Juke es un establecimiento al borde de la carretera, una cafetería que también tiene estos aparatos reproductores de música); en España se conoce como Gramola, mientras que en Puerto Rico y República Dominicana se les llama Vellonera y su nombre viene del vellón, que es como se le llama a la moneda de cinco centavos de dólar en Puerto Rico y su nombre correcto Vitrola, es empleado en Colombia.

Al surgir en 1925 el fonógrafo de motor eléctrico para tocar discos, patentado por la RCA Victor, surgió toda una cultura asociada a esta máquina, capaz de tocar música según la canción seleccionada dentro de la colección disponible en el aparato y que se activaba al introducirse monedas, por lo regular entre cinco (una reproducción) y veinticinco centavos(cinco números musicales o el mismo repetido cinco veces). Y todos consideraban que ese era un dinero bien empleado.

Como en Cuba se denomina peseta indistintamente a la moneda cubana de veinte centavos o a la norteamericana de veinticinco, a una persona que habla mucho se le dice que “le echaron una peseta” aludiendo a los cuatro o cinco discos que toca una victrola cuando le echan esa moneda.

Y no crean que no se formaban broncas por culpa de las Victrolas, a veces un borracho o despechado, o simplemente un melancólico o alguien deprimido, repetía hasta la saciedad un número musical y por ello alguien se molestaba y a veces ello daba lugar a un enfrentamiento, pero por lo regular todos disfrutaban la música que había pagado otro y casi toda gustaba.

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La Habana de entonces, su vida nocturna y las victrolas

En La Habana de los años cincuenta había cerca de 400 cines, cifra con la que no contaban ni París ni New York. El América, Radiocentro, Fausto, Payret, Rodi, Atlantic, Riviera, Mónaco o el Teatro Blanquita (actual teatro Karl Marx) eran los más conocidos, éste último con más de 6 mil 600 butacas. El Radiocentro era de los pocos en el mundo que exhibía Cinerama y los estrenos se realizaban a la par que en Estados Unidos.

Expertos en la vida cultural habanera, afirman que en 1958 existían casi mil 200 bares o locales nocturnos musicales; 250 clubes sociales con actividad musical; 50 orquestas que habitualmente tocaban en salones para bailar; 100 tiendas de venta de discos de grabaciones musicales y 150 comercios donde se podían adquirir instrumentos musicales, grabaciones en diferentes formateos y partituras. Aparte de los grandes cabarés, como el Tropicana, Montmartre, Sans Souci, El Salón Rojo del Capri, el Copa Room del Habana Riviera. El Sugar Bar del Habana Hilton y el Parisién del Hotel Nacional, también había muchos clubes famosos como el Sherezade, el Pico Blanco del Hotel St John`s, Imágenes y El Gato Tuerto estaban entre los más visitados.

También había otros de gran aceptación, como el Palermo Club, Alloy, Pennsylvania, Sierra, La Campana, Night and Day, Las Vegas, Panchín, Rumba Palace, Bolero Bar, Topeka, La Rue 19, Habana-Madrid Night Club, Habana 1900, La Red y el Alí Bar. Sin mencionar los emblemáticos y reconocidos internacionalmente El Floridita y el Sloppy Joe’s que aunque no tenían música contaban con alguna que otra actuación de tríos o dúos.

El Alí Bar, un poco alejado del centro de La Habana, tenía una característica; en él actuaba Benny Moré, uno de los más grandes artistas de la música cubana y universal, acompañado por artistas de la talla de Fernando Álvarez, Celeste Mendoza, Orlando Vallejo, y otros de renombre. No importaba que el Benny con su acostumbrada informalidad un día no se apareciera por allí o lo hiciera tarde, la gente igualmente iba con la esperanza de verlo actuar y cantar y si no, se conformaban con esas otras grandes figuras.

En los jardines de las cervecerías La Polar y La Tropical, en la barriada de Puentes Grandes, eran habituales sesiones bailables de varias horas de duración. En los Centros Gallego, Asturiano, Deportivo La Estrella o en el Club Candado y muchos otros se realizaban funciones musicales privadas para sus socios.

Mientras tanto, la industria discográfica cubana era muy poderosa. Discuba, Gema, Kubaney, Meca, Montilla, Neptuno, Panart, Puchito, y otras como RCA-Víctor, Sonotone y Velvet grababan principalmente con los artistas cubanos. Algunos lo hacían también en disqueras de Nueva York, como la Sonora Matancera, Celia Cruz o Vicentico Valdés.

Publicaciones como Bohemia, Carteles, Confidencial y Show, reflejaban toda la actualidad artística y musical desarrollada en tiempos pre-revolucionarios; informaciones que también eran cubridas por los 58 periódicos diarios o las 126 revistas de información general semanalmente editadas. Debe recordarse también la numerosa prensa cubana en idioma inglés.

En fin, La Habana era un multifacético abanico de lugares de entretenimiento y diversión, con una amplia difusión y que movía impresionantes cantidades de dinero, y no hemos hablado de los casinos, salones de juego y de la vida licenciosa, que también se nutrían de ello.

Es por ello que las victrolas fueron esenciales para la difusión de nuevos ritmos y artistas, convirtiéndose en un recurso básico para el desarrollo de la industria discográfica nacional. En 1956 se dice que había más de 10 mil victrolas en toda la isla (otras fuentes estiman hasta el doble) instaladas en bares, bodegones, cafeterías, comercios y locales habilitados en todas las grandes zonas urbanas y hasta en los grandes centros azucareros y las pequeñas comunidades rurales. Y hasta una celebración en un lugar muy remoto, veía aparecer una victrola como símbolo de entretenimiento supremo, acompañada de una planta eléctrica portátil.

En las vitrolas situadas junto a night clubs y bares, el bolero era la música más escuchada. Al menos donde yo vivía y en los barrios que frecuentaba, puedo asegurar que había al menos una victrola en cada esquina, con sus excepciones.

Por cierto, siempre oía decir a todos en mi casa: “victrola” y como expliqué después escuché y leí: “vitrola”. Mientras que los especialistas afirman que se trata de un error, porque la palabra procedía de la R.C.A. Víctor, en el pequeño Larousse ilustrado el nombre correcto aparece como “Vitrola”.

Y no tenia que ser en un bar, en las bodegas de barrio había victrolas y en el extremo del mostrador, casi siempre con una barra de caoba, vendian las cervezas, ron o bebidas preparadas y jugaban cubilete, para que en el otro extremo de la bodega se seguían vendiendo los mandados. Y la victrola, siempre pegada a la barra donde se situaban los bebedores, no dejaba de sonar.

Resumiendo, la música cubana en los años 50 estaba en la cumbre, sin que se dejase de disfrutar de la buena música internacional, tanto norteamericana, argentina, española, mexicana y venezolana y por qué no, también italiana y francesa.

Eran muy exitosas las disqueras, la radio con una amplia y muy aceptada programación musical al igual que la televisión, numerosos cabarets y clubes donde había música en vivo y por encima de todo ello estaba la reina de la música entonces : la victrola, la que aparecía en todas partes y que tocaba incesantemente a los ídolos de la victrola, aquello no paraba, parecía imparable.

El catálogo

Las victrolas siempre tenían lo más pegado, los éxitos que más se escuchaban y otros números que nunca cambiaban, o lo hacían a largo plazo, porque siempre eran demandados. Pero entonces la capacidad de las victrola era pobre, la mayoría podían almacenar alrededor de cien discos, que implicaba doscientas canciones disponibles, lo que obligaba a mantener un sistema que periódicamente mantuviera actualizada la música disponible.

Y ahí era donde los aficionados a la música, que contaban con un tocadiscos como yo, teníamos disponible una oferta de discos a muy buen precio. En la Plaza del Vapor y en una tienda semiclandestina en la calle Nueva del Pilar y Belascoaín, los que se hacían de los discos retirados de las victrolas y que habían sido tocados quién sabe cuántas miles de veces, por lo que eran vendidos a precios de ganga, no recuerdo ahora cuánto, pero sí tengo muy fresco en la memoria que un disco de 45 rpm nuevo costaba $1.35, cuando el dólar y peso cubano estaban a la par, había números, sobre todo nuevos y de música americana que no tenían mucha salida y se vendían a entre 35 y 50 centavos, por tanto los de las victrolas debían que estar por debajo de ese precio, probablemente entre diez y veinticinco.

Como una curiosidad, y que refleja el poco conocimiento o la poca luz de los vendedores de estos discos, recuerdo haber comprado un disco que más de sesenta años después, sigue siendo un clásico navideño: Jingle Bell Rock por Bobby Helms, que por ser subvalorado entonces, lo compré por 35 centavos.

Como yo compraba mucho, asiduamente todos los sábados iba a la Librería La Biblioteca que estaba al fondo del edificio de la Gran Logia Masónica en Belascoaín y Jesus Peregrino, donde ofertaban libros, revistas y discos de uso, comparo ahora que un long playing de 33 rpm, con alrededor de doce canciones, se vendía en $0.99 y uno de 45 rpm en 25 centavos y los de 78 rpm en mucho menos, por lo que seguramente en ese rango estaban los desechados de las victrolas.

Es decir, las victrolas cumplian un doble objetivo para algunos como yo, escuchar la música que reproducían en cualquier esquina y después obtener casi regalado el disco de la música que a uno le gustara, algunos con mucha calidad y otros con alguna distorsión, dependiendo de la cantidad de veces de haber sido reproducido y sobre todo de la disquera, porque no era lo mismo un disco de la RCA Victor, la Capitol, la Decca o la Seeco que otro de factura de menos calidad.

Gracias a las victrolas tuve acceso a mucha música de mi preferencia para escucharla a mi gusto sin tener que desembolsar monedas.

Las cuatro grandes: Wurlitzer, Seeburg, AMI y Rock-Ola

Las victrolas revolucionaron la industria musical de diferentes formas. Con su invención, la gente pudo disfrutar de la música en restaurantes y bares, mientras que los artistas encontraron una nueva forma de que el público conociera su obra sin necesidad de comprar sus grabaciones y que además propiciaron su adquisición y el desarrollo de la industria musical.

Desde fecha muy temprana con la creación de fonógrafo, cuando la Pacific Phonograph Co, creó el primer fonógrafo accionado por monedas y lo instaló en 1899 en un local en San Francisco, haciendo más de cuatro mil dólares en el primer año de explotación (alrededor de 120 mil dólares actuales, una suma inmensa entonces), ello inspiró a muchos emprendedores a desarrollar este negocio, el cual gracias a la tecnología, representó una empresa de gran importancia, apoyado también por la aparición de la radiodifusión y sirvió de paliativo durante la Gran Depresión, convirtiéndose en un medio barato de diversión.

Recuerdo que en Aystarán y General Suárez, donde años después, tras el triunfo revolucionario pusieron una librería, estaba la Compañía Distribuidora Internacional de Música S.A. que tenía la exclusiva para la distribución de los fonógrafos automáticos comerciales Wurlitzer, un monopolio en Cuba y que le dejó muchísimas ganancias. La Rudolph Wurlitzer Company comenzó importando instrumentos musicales desde Alemania y después fabricando pianos hasta que entró en el mercado de los jukebox o victrolas, lo que dejó en la década de 1960, no sin haber tenido mucho éxito en este campo.

La Seeburg fue sin duda una de las más populares y se asocia a la marca más conocida y reconocida tecnológicamente en la vida de los jóvenes norteamericanos durante las décadas de 1930 a 1970. La J.P. Seeburg Piano Co. También se dedicó a fabricar pianos y fue pionera en muchos sentidos en equipos de reproducción musical automática operados por monedas y uno de los primeros en instalar la multi selección con la introducción del Audiophone en 1928 con hasta seis selecciones musicales. En Cuba tuvo muchísima presencia, sobre todo por su atractivo estilo.

La Rockola es una variación del nombre de la máquina de discos Rock-Ola, patentada por David Cullen Rockola y no tiene nada que ver con el Rock and Roll. Su inventor se dedicó a inventar máquinas accionadas por monedas y al introducir su máquina fue un gran competidor de Wurlitzer con la que se vio envuelta en reclamaciones legales, y hasta creó un jukebox pequeño que podía colgarse en la pared. En Cuba tuvo poca participación porque el mercado ya estaba dominado.

En los momentos en que Wurlitzer era el número uno, con grandes plantas, mucho capital y una fuerte red de distribuidores, seguido de Seeburg, que construía equipos de la máxima calidad; Rockola como tercero y bien posesionado en el mercado pero sin llegar a los anteriores, parecía poco probable que un nuevo competidor surgiera, sin embargo John W. Haddock creó la AMI (Automatic Musical Instruments), surgida con poco capital y muchas deudas, con sólo setenta empleados, fue capaz de crear impresionantes productos, entre ellos AMI fue el creador del primer sistemas que reproducía las dos caras de un disco

AMI estaba en una situación económica tan difícil que solamente vendía al contado, nada de crédito, pero la calidad de sus productos y sobre todo su apariencia le hizo acreedora de una gran aceptación y una fuerte cadena de distribuidores y a partir de exportar y licenciar su fabricación en otros países, logró posesionarse durante unos años como el principal productor de vitrolas.

Tras pasar la fiebre de la victrola construida en una caja de madera con tubos de colores destellantes, metal y diseños acordes con el Art-Deco, incluyendo burbujas, el diseño modernista de la AMI era del gusto de todos.

La victrola: un símbolo cultural histórico

En 2017 se declaró al día anterior a Thanksgiving, o Día de Acción de Gracias, que sería el cuarto miércoles de Noviembre, como el Día Nacional del Jukebox o el Día Nacional de la Victrola, Rockola, Vellonera, o como quieran llamarla.

En la pista musical de nuestras vidas, la Victrola no puede pasarse por alto, ha tenido una rica participación en nuestra historia personal y nos ha traído la música de una manera muy personal, por lo que recordar nuestros encuentros con familiares amigos en el dia anterior a Thanksgiving con la familia o amigos con la victrola y su música de fondo, la convierte en un hito cultural histórico, no solo en Estados Unidos. Puede que en otros países no celebremos Thanksgiving, pero vale la pena reconocer el papel jugado por la Victrola en nuestra vida.

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La victrola no ha muerto

En las décadas de 1970 y 1980 el casete de audio fue el medio preferido de reproducción musical, incluyendo al Walkman que representó una experiencia musical privada disponible en cualquier parte que estuviéramos. En los noventa apareció el Disco compacto o CD, que mejoró el formato musical, lo que hizo que los jukebox fueran feneciendo poco a poco.

Pero con la aparición de formatos digitales, la música tuvo un cambio muy importante. Los reproductores mp3 sustituyeron a los CD, las bibliotecas de música digital sustituyeron a las colecciones de discos de vinil, casetes y CD’s y los dispositivos actuales reproducen música como si fueran jukeboxes de capacidad casi ilimitada.

Pero los fabricantes de jukebox aprovecharon esta oportunidad, además le incluyeron pantallas táctiles y el acceso a bibliotecas de música online, reviviendo a las Victrolas.

La victrola está muy lejos de ser olvidada, la imagen de un jukebox prevalece en los accesos virtuales a la música.

Enamorados, solteros y casados, jóvenes y no tan jóvenes. preferían escuchar boleros compartiendo una bebida en un lugar acogedor e íntimo y el mejor acompañante era la música de una victrola.

Y estaban los borrachos que preferían ahogar sus penas de amor oyendo boleros…
Por uno u otro motivo, gran parte de cubanos y mexicanos ha escuchado o bailado un bolero, quizás con una victrola.

Nada, que el cuartico está igualito, la victrola parece tener vida ilimitada, aunque supongo que con el avance de la tecnología, nada de lo que existe hoy será eterno.

La Victrola moderna

Vimos que este aparato perdió y recuperó parcialmente su vigencia a causa de los numerosos medios de reproducción digital, sobre todo individual que nos permiten que no tengamos que escuchar la música que le gusta a otros, sino la que particularmente nos guste, pero las Victrolas se mantienen para fiestas o determinados lugares de bailes o celebraciones o para empleo familiar.

En particular gustan muchos las que imitan la estética de las antiguas victrolas, ahora con nuevos e impresionantes modalidades de luces y ahora con la posibilidad de reproducción de miles y hasta decenas de miles de números musicales, y los hay para todos los gustos, tanto los que cuentan con conexión a estaciones de radio de Frecuencia Modulada, reproducción de CD de audio, Bluetooth para seleccionar desde el smartphone o una tablet lo deseado, hacer streaming de música, reproducir discos de vinilo como eran los originales o el mas versátil, acceder a la música almacenada en un disco duro, teniendo en cuenta que es posible reproducir archivos de audio comprimido o sin comprimir de diferentes formatos yendo desde el de mejor calidad como es el FLAC (Free Lossless Audio Codec) , pasado por AIFF (Audio Interchange File Format), AAC (Advanced Audio Encoding), WAV (Windows Media Audio), entre otros muchos y por supuesto el más popular, el mp3, (MPEG-1 Audio Layer 3) que aunque no brinda la máxima calidad, reduce el tamaño del archivo hasta en un noventa por ciento pues elimina todo el sonido que no es audible por el oido humano y se enfoca en los datos reales, y que es compatible con todos los dispositivos. También ellos cuentan con controles remotos y posibilidades de grabar.

En México conocí de mucha gente que tenía victrolas o rocolas como le dicen en México para su disfrute en encuentros familiares y de verdad era impresionante la facilidad con que se encuentran la discografia completa de artistas, la organización por géneros musicales y la fidelidad de la reproducción y todo ello basado en una computadora interna con sistema operativo Windows cuya única función es la reproducción de música.. Hasta hay negocios que se dedican a la atención del hardware y la actualización de la música y también ofrecen servicios de alquiler de victrolas para celebraciones y eventos. Y mientras más “vintage” o antigua sea su apariencia, mejor.

No todos tienen acceso a costosos medios de reproducción musical y esta es una forma de contar con música para una fiesta.

Al final la Victrola representa la nostalgia de una época musical y por ello no ha muerto, aunque su papel en la era digital está principalmente encaminado a reproducir música basura, como el reguetón. Pero los más jóvenes seguramente van a discrepar de este criterio.

Siempre tenemos la posibilidad de introducirle la buena música, esa que no pasa de moda porque lo bueno no pasa, por eso no ha muerto la Victrola.

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