Cuba y los cubanos: ¿otro imperio de los chivatos?

Cuba y los cubanos: ¿otro imperio de los chivatos?

La historia de los sapos, chivatos y soplones viene desde que se tiene noticias del ser humano en el planeta, probablemente desde la época de las cavernas y surgieron por conveniencia, por envidia o por miedo.

Deben haber existido millones antes que él, pero se puede considerar el primer chivato de la historia, o al menos el más impopular a Judas Iscariote. Para los cristianos mencinarlo es nombrar a la traicionera, pues la historia narra que entregó a Jesús a sus perseguidores a cambio de treinta monedas de plata y desde entonces se diseminó la cultura cristiana diseminada lo representó quemando imágenes suyas o representando su suicidio como justo castigo por su gran pecado.

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En el imperio romano eran bien retribuidos los delatores, aquellos que denunciaban a los que habían cometido un crimen, aquellos que daban información sobre actos sancionables, ya fueran ciertos o falsos, contra cualquier persona a cambio de dinero.

La denominación de delator por tanto se remonta a tiempos muy antiguos, en un imperio en su máximo momento de corrupción bajo el reino de Tiberio y procedían de todas las clases sociales, patricios, hombres libres, esclavos, filósofos y sobre todo hombres de leyes y el objeto de sus ataques estaba dirigido a todos los posibles enemigos del emperador y los que pudieran alterar el modo de vida imperial.

Pero los delatores, como se les llamó en un inicio, estaba sujetos a la venganza en manos de los denunciados, sus parientes o amigos, mientras Tiberio y otros emperadores sucesores no tuvieron escrúpulos en eliminar a aquellos denunciantes que ya no servían para otra cosa y se habían convertido en peligrosos para ellos mismos.

Los delatores tuvieron diferentes tratamientos durante el mando de Nerón, Domiciano y Vespasiano y Trajano, llegando a enfrentar la pena capital en un edicto de Constantino, pero siguieron con sus delaciones hasta finales del siglo IV, habiéndose dedicado en los siglos anteriores a denunciar a los cristianos.

Casi un milenio después Dante Alighieri en su obra cumbre “La Divina Comedia” ubica a los traidores en el último círculo del infierno, considerando a la traición como el peor pecado de todos. Pero muy poco antes Nicolás de Maquiavelo con “El Príncipe”, había definido que la traición era una parte fundamental de la política y quien no estuviera dispuesto a asumirla nada tenía qué hacer en los lugares de poder.

Dos posiciones contrapuestas pero que al final nos daban la razón de que la traición y la delación están entre los más bajos comportamientos del ser humano.

La ficción describió mejor la realidad cuando Homero narra la guerra de Troya y sus numerosas traiciones y delaciones más objetivamente que los textos históricos.

Mientras tanto se producía la conquista de América y qué mejores ejemplos del tema que tratamos que el hecho de que Hernán Cortes aliado a la Malinche, que con su actuar logró que se sellara a través de deslealtades y traiciones el destino del inmenso imperio Azteca. Y algo parecido sucedió con Francisco Pizarro, quien aprovechó que el imperio incaico, en pleno auge de crecimiento, pero sumido en una guerra civil que enfrentaba a dos caudillos Huáscar y Atahualpa después de la muerte de su padre, igualmente a través de traiciones y delaciones logró derrotarlos.

De hecho en ambos casos, la derrota de las grandes huestes autóctonas es el resultado de un cúmulo de factores, pero en ello destaca que mientras que Cortés y Pizarro premiaban a los informantes, el emperador azteca y el inca, castigaban a los que le llevaban malas noticias. El papel de las traiciones y alianzas fue decisivo en los dos grandes triunfos coloniales de España.

Y si vamos a enumerar la pléyade de soplones y traidores de la historia española, estaríamos un buen rato, porque la relación de villanos es nutrida, desde personaje como el conde Don Julián o justicieros como el El Cid, pasando por los enemigos internos como fueron considerados los judíos, moriscos, catalanes, masones y liberales y por supuesto los comunistas. De allí se extendería en esa consideración a los tres grandes nacionalistas: la gallega, la vasca y la catalana, con un contraste extremo entre estos últimos y los españoles. En resumen, el delator y el traidor, son una especie de maldición española.

Y así ha seguido sucediendo en todas las épocas y entonados los países, ejemplos sobran de grandes chivatos:

Benedict Arnold, un soldado independentista norteamericano al mando del fuerte de West Point, rindió la fortaleza a los ingleses a cambio de dinero empleando soplones.

Robert Ford, el mejor amigo y también secuaz del famoso forajido del Oeste norteamericano, Jesse James, un bandolero tan peligroso como carismático fue una especie de Judas pues mató a su amigo por la espalda por dinero y salvar su pellejo.

Ethel y Julius Roseberg pareja que se dice fue la causante de que los planos de la bomba nuclear fueran obtenida por la Unión Soviética, fue denunciada por uno de sus cómplices y fue uno de los hechos que aceleró la Guerra Fría.

Y en épocas recientes, ha habido famosos delatores que, por sus circunstancias, han estremecido los cimientos de entidades importantes o incluso han hecho derrumbarse a gobiernos. Según las partes involucradas, algunas califican el hecho como un acto heroico o valeroso y otros como una traición o un hecho antipatriótico. A la gente por lo regular no les gustan los soplones o chivatos, pero los abusadores o bullyings se aprovechan de estos hechos, como hemos visto recientemente en la política norteamericana a niveles nunca jamás imaginados.

Ejemplos sobran:

Frank Serpico, conocido por la literatura y el cine, en 1973 denunció la corrupción del Departamento de Policía de Nueva York y ello le costó la vida.

Mark Felt, mas conocido como “Deep Throat” o ”Garganta Profunda” dio la información a los periodistas del Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein sobre el escándalo Watergate que hizo que el presidente Nixon tuviera que renunciar a su cargo por la grave corrupción que ello implicaba.

El caso de Joe Valachi en 1963, en Nueva York fue impactante, pues se constituyó en el pionero en revelar información acerca de la existencia de una organización criminal secreta, hasta ese entonces desconocida en norteamérica llamada Cosa Nostra y de la que brindó información suficiente acerca de su estructura orgánica.

Sammy “The Bull” Gravano, uno de los jefes mafiosos de la familia Gambino se convirtió en informante del FBI para obtener una disminución de su sentencia, confesando haber sido parte de 19 asesinatos y cumplió 18 años de prisión porque después de entrar al programa de protección de testigos se dedicó al tráfico de drogas.

Mikel Lejarza alias Lobo o Gorka en la banda terrorista ETA fue un infiltrado de los servicios de inteligencia en la década de los 70, desarticulando desde dentro, la cúpula del grupo y desde entonces es buscado para que pague su traición.

José Canseco Capas, exjugador de béisbol cubano fue muy destacado en las Grandes Ligas de ese deporte. Había huido de Cuba cuando niño y rompió una gran cantidad de récords donde se convirtió en líder histórico. En 2005 admitió que él y otros jugadores habían usado esteroides anabólicos para su rendimiento y afirmó que casi el noventa por ciento de los jugadores de la MLB los empleaban.

Y los delatores más recientes son Bradley Manning y Edward Snowen. El primero era un soldado norteamericano que filtró documentos militares clasificados a la plataforma Wikileaks, un portal que difundió públicamente esta información entre la que se encontraban atrocidades que el ejército estadounidense ejecutó en la Guerra de Irak.

Y el mayor escándalo mundial de nuestros días surge cuando Henrique Valladares, vicepresidente de Odebrecht, se convierte en el principal delator del acuerdo que la constructora brasileña firmó con la Fiscalía para confesar sus actos de corrupción que han tenido alcance a muchísimos países del mundo. Valladares, que había sido uno entre los cientos de ejecutivos implicados que decidieron colaborar y señalar a sus cómplices a cambio de beneficios judiciales, fue hallado muerto.

El escándalo Odebrecht, que parece que no acaba nunca, destapó con la delación, una verdadera caja de pandora.

Los mayores promotores de la delación en la era moderna

El comunismo y la chivateria

Había muchas historias sobre la delación y la vigilancia en los países del campo socialista. Algunos afirmaban que la Securitate de Ceausescu hizo de Rumanía la prisión más grande de toda Europa, ya que sus fuerzas eran con medio millón de chivatos en un país de veinte millones de habitantes, los que estaban sometidos a un sistema de vigilancia permanente por parte de una de las policías políticas más eficaces.

Otros apuntaban a la Alemania Oriental o República Democrática Alemana con su Ministerio de la Seguridad del Estado, conocido como Stasi. Se creó con ello el mito del control total y que contaban con uno de los sistemas de espionaje internacional más eficientes del mundo y que contaba con una red interna capaz de eliminar cualquier forma de disidencia, identificando los opuestos al marxismo abiertamente o a los que su lealtad podía ponerse en duda. Su red de informadores era extensísima y su vigilancia casi impenetrable. Hay una frase que los identificaba: “El KGB es brutal, pero la Stasi es simplemente perfecta”.

La STASI, la KGB o el G-2 de la Alemánia comunista

Pero para saber realmente cómo funcionaba y cuán efectivo era el sistema de delación no había otra forma sino vivir, aunque fuera un corto tiempo, en uno de esos países. Y tuve la oportunidad de estar un mes en la Unión Soviética y comprobarlo por mi mismo.

La Unión Soviética tenía una economía planeada centralmente y una sociedad civil altamente controlada, gobernada bajo los principios marxistas-leninistas establecidos por el Partido Comunista, que eran reforzados por la policía y la policía secreta, conocida como la KGB. El habla y la comunicación estaban controladas totalmente.

Cualquiera que fuera denunciado era enviado al Gulag en Siberia

En los tiempos de Lenin y de Stalin, decir cosas contra el gobierno podría hacer que te arrestaran y te enviarán al exilio sin muchos miramientos, bajo el gobierno de Stalin, el terror estatal llegó a dimensiones paranoicas y fue practicado contra cualquiera. La gente promedio vivía con miedo a todo, los informantes secretos se podían ver en cualquier lado y cualquiera podía ser secuestrado en cualquier momento y enviado a una prisión estatal para trabajar como esclavo en un proyecto del Estado. Comenzando en la década de 1950 y sobre todo después de la muerte de Stalin, tanto las condiciones de vida como sociales mejoraron, aunque los estándares sociales nunca alcanzaron a los de occidente y el miedo como política de estado para saberte controlado y limitado en tus acciones no cambió mucho.

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Me llamó mucho la atención que al registrarme en el hotel, tomaron y retuvieron mi pasaporte y me dieron una tarjeta de identificación del mismo, que sería mi única forma de mostrar quién era.

El Hotel Ural era un hotel no muy viejo por dentro, pero de arquitectura similar a la de Los Rascacielos de Stalin, popularmente conocidos también como las Siete hermanas, que es un conjunto de siete rascacielos construidos en una elaborada combinación de estilo barroco ruso y gótico. El hotel tenía unos diez pisos y cuando se abría uno de los dos raquíticos ascensores para cuatro personas, se lograba el acceso a una especie de pequeña sala desde la que se divisaban los pasillos del hotel, todos en forma de T. En ese lugar había una señora mayor que vendía agua saborizada, te, caramelos y cigarrillos. Pero esa no era su función fundamental, sino era la de constituirse en la espía principal de cada piso, controlando todos los movimientos de los que al hotel tienen acceso, qué habitaciones visitaban y por supuesto reportarlo.

Mi habitación era la última de una esquina a una céntrica calle y por ir yo al frente del grupo de veinte cubanos, era la única que contaba con servicio sanitario y baño propio. El resto debían ir a un baño colectivo existente en cada piso y en el caso de querer bañarse tenían que pagar 30 kopeks por su uso. Eso implicaba que no tenía tranquilidad, todo el mundo iba a hacer sus necesidades y a bañarse a mi habitación, y por supuesto que la persona que nos atendía y que a su vez era el traductor, indagó por qué había tanto movimiento hacia mi habitación. Los rusos no comprenden que los cubanos tienen que bañarse todos los días, pero me alertaron de que solamente podían ir a mi habitación los cubanos. Me imagino cómo sería si en esos tiempos hubieran estado disponibles los circuitos cerrados de televisión.

Me explicó que la identificación o carné de identidad en la antigua URSS era un libro llamado Passport o pasaporte, y eso era de hecho el documento válido para ir de una ciudad a otra y sobre todo que para ir a Moscú, o moverse hacia otras ciudades o repúblicas soviéticas, había que obtener una especie de visado. Extranjeros en su propio país eran los soviéticos y lo pude comprobar con los estrictos controles en mi viaje a Leningrado (San Petersburgo) en tren.

El Gran Hermano de 1984, la obra de Orwell

Como describiera Orwell en su obra “1984”, un país presidido por un poder absoluto que controla hasta los pensamientos y donde el Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo, no puede subsistir, y eso fue lo que ocurrió.

Y por supuesto, la actuación del Stasi y otros servicios represivos del campo socialista, lo aprendieron de la Unión Soviética y su KGB, como lo haría más tarde el G-2 y los CDR en Cuba.

Pero ajeno a eso, en el mundo actual se ha vuelto una práctica corriente y lucrativa, el negocio de la chivateria. En dependencia de la importancia del hecho que denuncies a la policía o la fiscalía, así será la retribución. De ahí que se han hecho populares en el Reino Unido estos versos:

“Un tremendo negocito
es en UK hoy en día
informar a la Policía
si sabes de algún delito.

Contando por lo bajito,
anuncian las oficinas,
que al año, por las esquinas,
se paga a los chivatones
quizá más de seis millones
todo en libras esterlinas.”

La chivateria en Cuba

Hay quien defiende la cultura de la delación, afirmando que denunciar forma parte de una tradición cultural, cuando en realidad se trata de una deslealtad o traición, y el que ejerza esa acción es considerado un soplón, alguien que es capaz de acusar tanto a quien lo merece como a quien no.

Es tan gráfico el papel de la chivateria en el ciclo de la civilización humana, que aunque sea una fábula o haya ocurrido realmente, logró impedir la construcción de la Torre de Babel y mantuvo las diferencias idiomáticas para que los hombres no pudieran entenderse entre ellos.

Siempre el resultado del chisme y la calumnia, frutos de la falta de principios, trae consigo consecuencias negativas.

Algunos hechos de chivateria famosos en nuestra historia son la delación por la división caudillista y regionalista contra Carlos Manuel de Céspedes y su confinamiento en una finca que hizo que fuera denunciado su paradero y el del General Quintín Bandera, alzado contra el gobierno fue denunciado y asesinado en 1906; pasando por las intrigas y chismes alrededor de la conspiración de Lagunas de Varona, una mancha triste en las luchas de los cubanos por su independencia, y que estuvo plagada de falsas denuncias y acusaciones desleales.

Muchos otros hechos de este tipo han estado presente, primero durante la colonia y luego en diversos gobiernos republicanos, pero a pesar de eso esta práctica nunca se había institucionalizado.

Pero su impacto hizo que se asumieron en el lenguaje popular palabras del caló, el de los gitanos españoles, como chiva, que por extensión se convirtió en chivato o chivatón, aunque también tuvo mucho uso el término: “chota”, que se refería tanto al chivato como al policía, y era además el nombre con que se designaba al guataca-chivato que siempre había en un aula y que decía a los maestros todo lo mal hecho. No importaba que después sus compañeros de aula no le hablaran o no lo dejaran jugar a la pelota o al kickingball y si se veian obligados a ello siempre le pasaba algo, o le daban una patada o le tiraban una pelota cuando iba a batear, su “chotería” no quedaba impune. Tal es así que todavía me acuerdo del nombre de un par de ellos, o de sus apellidos, Cao y otro Nuviola.

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Antes de 1959, fundamentalmente durante el gobierno de Batista, le pagaban a los chivatos la suma de 33 pesos con 33 centavos, por lo que la población comenzó a nombrarlos de ese modo: 33/33. Cuando comencé a trabajar en 1957 en la librería y encuadernación de Juan Cebrián en La Habana Vieja, había un muchacho llamado Manolo que poco tiempo después tomó una difícil decisión: ingresó al ejército de Batista en unos momentos tan difíciles de inestabilidad política y social.

Manolo explicaba que inclusive allí iba a ganar menos, en este caso 33.33 pesos, cuando en la librería ganaba noventa, pero que gracias a lo que había decidido iba a cumplir su sueño de hacerse piloto, lo que le habían prometido. Lo que le cumplieron fue que lo mandaron como “casquito” a la Sierra Maestra y allí cayó prisionero de los rebeldes. Más nunca volví a verlo, pero supe que estuvo varios años preso hasta que pudo irse a México gracias a no sé cuales mecanismos. Moraleja: el 33.33 era un número de mala suerte, dos veces la edad en que murió Cristo.

En ese entretanto mi padre y otros más serían denunciadas por uno de sus compañeros del movimiento 26 de julio, cayó preso en la estación de policía del Cerro y fue torturado por Carratalá, liberado meses después y tuvo que asilarse en la Embajada de Brasil en La Habana, tras lo que se fue para sumarse a las fuerzas rebeldes en el Escambray a pesar de que la habían ofrecido irse a Venezuela.

Esteban Ventura Novo tras fugarse con Batista el primero de enero de 1959 y asentarse en Miami, publicó un libro con las listas de chivatos que tenían, tanto él como otros verdugos tales como fueron Conrado y Orlando Carratalá, Orlando Piedra, Mariano Faguet, Irenaldo García Báez y Emilio Laurent, jefes de policía o de cuerpos de investigaciones y contrainteligencia, que dependían en gran medida de los soplones para sus funciones.

Al triunfar la revolución Fidel Castro fusiló a los chivatos que sirvieron a la tiranía de Batista, algunos de los cuales lo hicieron por miedo o para eludir condenas, pero no perdonaron a ninguno. Criticó y castigó con rudeza esta vil acción porque según se argumentó le costó la vida a varios valiosos compañeros revolucionarios. Pero a partir de ese momento recurrió a esa práctica de manera institucional convirtiendo la chivateria en el pilar fundamental del socialismo cubano para mantenerse en el poder.

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Los CDR: la chivatería sube de categoría

El 28 de Septiembre de 1960 Fidel Castro en un discurso anunció la creación de los Comités de Defensa de la Revolución, creando un culto nacional al denunciar a los demás.

No importaba que en los primeros tiempos de la revolución en el poder se supiera que Joaquin Ordoqui y su mujer Edith García Buchaca, viejos líderes del Partido Comunista cubano, el Partido Socialista Popular, habían encubierto a Marcos Rodríguez, el delator del lugar en donde se escondía el líder revolucionario estudiantil Fructuoso Rodríguez junto a sus compañeros del Directorio Revolucionario José Machado, Juan Pedro Carbó Serviá y Joe Westbrook, los que pagaron la denuncia con su vida. Marquitos fue condenado a fusilamiento y Ordoqui a treinta años de prisión, no tras las rejas, sino en una finca con todas las comodidades posibles, como un retiro lujoso, en lo que influenció la que había sido esposa y tenía dos hijos con otro dirigente comunista en alza con Fidel Castro, Carlos Rafael Rodríguez.

Y todavía no había asesoramiento soviético a un alto grado, pero los agentes del G-2 supieron infiltrarse en las organizaciones contrarrevolucionarias y fue así que mi padre fue preso y condenado a veinte años por ayudar a los alzados contra la revolución en el Escambray. Fue víctima de la chivateria no una, sino dos veces.

Comenzó con los CDR un proceso donde aparecieron dos elementos repetitivos e imprescindibles en los regímenes comunistas: la adulación al régimen y la represión extrema a todos los que se opusieran, aunque fuera verbalmente y en privado, al sistema, creando un clima de miedo y donde apareció y se asentó para siempre la doble moral y la hipocresía.

No ha existido en la historia universal un solo dictador totalitario que no le guste que lo adulen. Es como una adicción malévola, como un sugestivo supositorio de aplausos y aclamaciones muy necesarios para sentirse importantes, todopoderosos, omnipotentes y omnipresentes e imponer sus criterios como únicos válidos.

No conozco otros dos ejemplos más gráficos que los dos que he conocido por haber vivido bajo su régimen: Fidel Castro y Donald Trump: ambos narcisistas, ególatras, mentirosos compulsivos y mala gente para resumirlos de alguna forma. Se han rodeado de un ejército de guatacas, serviles eunucos siempre dispuestos a adularlos y complacerlos y reírle todas las payasadas que se les ocurran y todas las estupideces que dicen. Y lo peor, toda la maldad que hacen.

Hay un dicho, sumamente homofóbico y racista, que dice que el negro y el maricón si no la hacen a la entrada la hacen a la salida. Pero este aprendiz de nada que ha ocupado estos últimos cuatro años la Casa Blanca es peor que todo, la ha hecho a la entrada y a la salida, no ha dado un momento de paz a la democracia americana y a los americanos, y así y todo más de setenta millones votaron por él. Pero no debía sorprenderme por dos razones: Una porque ya vi esa película con el apoyo que en Cuba tuvo Fidel Castro y dos porque siempre recuerdo a Einstein cuando dijo que había dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana y de la primera no estaba muy seguro.

Miles de mediocres oportunistas, babosos, falsarios, han pululado, como moscas a la miel, a lo largo de la civilización, alrededor de estos personajes, que se han visto complacidos con ello. Y los que disientan del pensamiento del dictador son defenestrados y atacados con los peores epítetos o nombretes porque no basta con despedirlos de sus cargos, se ensañan con ellos. Se caracterizan por no tener respeto por el libre pensamiento de las personas, que ha sido la peor desgracia de la civilización.

Eso lo he visto en Cuba y ahora en Estados Unidos, donde nunca pensé que la política podía abarcar tanto como en nuestra Isla subdesarrollada. Una marca única se lleva el que será recordado como el peor presidente en la historia americana: tratar de llevar al país más desarrollado del mundo a la categoría de nación bananera. Si esto hubiera ocurrido en una islita como Cuba o en un país latinoamericano, no me extrañaría, pero nadie lo hubiera concebido en la cima de la democracia que es Estados Unidos.

Es por eso que las peores cosas del ser humano son universales y atemporales

Un artículo muy interesante de Ramón Fernández Larrea, que algunos lo recuerdan por aquel inolvidable programa radial “El Programa de Ramón”, que hizo historia en la radio cubana, pero que es un gran escritor y poeta, nos habla de los chivatos, dice Ramón:

“Contrario a lo que se piensa, no todo el mundo puede ser un chivato…

El chivato es un ser especial. No es como Platero, pequeño, peludo, suave, que se diría de algodón. El chivato es más correoso, más muscular, más arenoso y visceral, tiene muchas caras y máscaras, y ese veneno viaja en su interior…
El chivato habita en las sombras, pero le gusta la luz para desviar sospechas. Nace de la envidia, del odio y de una profunda insatisfacción personal, que, unidas a una falsa autovaloración hacen del chivato el puñal que destroza vidas y carreras. Él lo sabe y le gusta, desata su adrenalina sabiendo que hunde al prójimo, pero lo disfraza con un barniz de buenas intenciones. “Lo hice para salvarlo”, dirá, “estoy defendiendo al país”, pensará.

En todas las épocas y países han existido chivatos. Algunos son chivatos oficiales, que trabajan en organismos creados para premiar su vocación de vigilantes y delatores. Son policías. Pero hay países y épocas donde se les estimula y premia; aunque el chivato original, el chivato puro, no quiere premios ni reconocimientos, porque un reconocimiento significa sacarlo de su sombra, y el chivato prefiere viajar en la penumbra. Su premio, en cambio, no viene de la mano de nadie; su premio es ver el resultado de su delación: cómo se quiebra la otra persona, cómo se hunde, cómo arden las cosas que el chivato envidiaba…”

La envidia envió a miles de jóvenes religiosos, homosexuales, artistas o que simplemente vestían a la moda, a campos de concentración de la UMAP.

Yo diría que esta es una definición filosófica del chivato, que sin duda es un oficio humano, pero es el más inhumano de los oficios, uno de los más bajos, miserables y detestables.

Por eso a partir de la creación de los CDR, comenzó el dominio total, el imperio de la chivatería y la traición. El quehacer más importante y reconocido por el régimen fue el de vigilar la vida ajena, controlarlo de forma casi total, hasta lo que comía y con quien se relacionaba, todos vigilaban a todos, como corresponde a un estado represivo donde hay que reprimir al extremo.

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Y todo eso se lograba a muy bajo costo, sobre la base del miedo, de denunciar para que no te denuncien a tí, algunos por el ego de ser reconocidos como excelsos colaboradores y recibir migajas a cambio y otros por el simple hecho de sobrevivir, mantener un buen trabajo y determinados privilegios, que tus hijos no fueran vetados para entrar a la universidad y quien sabe cuales otros motivos, porque la vida de todos estaba concebida para ser controlada por todas partes como parte de una política universal de denuncias.

De una forma u otra, todos fuimos cómplices, aunque silenciosos la mayoría de lo ocurrido, pero tampoco había formas de salirse de ello, porque irse del país era una excepción, por lo que tuvimos que acostumbrarnos a usar una máscara, convirtiendo a Cuba en la meca de la doble moral contemporánea, porque ya en los antiguos países socialistas, incluyendo la URSS, sus ciudadanos habían pasado por lo mismo.

Nunca me olvido de la primera vez que quise visitar a mi hijo en Estados Unidos, ya viviendo en México, cuando acudí a la Embajada Americana a solicitar mi visa, me entrevistó un cubanoamericano, nacido en Estados Unidos, y entre las preguntas que me hizo estaban las de rigor: ¿Ha sido miembro del Partido Comunista, de las Fuerzas Armadas, etcétera y al final una tétrica: de los CDR?.

Mi respuesta no pudo ser más clara: todos los cubanos son por fuerza, desde que cumplen catorce años, miembros de los CDR, ahora de ahí a colaborar y delatar, va un trecho largo. Afortunadamente ya el funcionario habrá escuchado esa misma respuesta en miles de cubanos en similar situación. Y es que la inmensa masa cederista, como se le llama en Cuba, no quisiera nada que ver con esa organización casi fantasma cuya única utilidad es servir de chivata del gobierno.

¿Qué más decir de los CDR?: simplemente un dato, es muy probable que en el poco más de medio siglo de vida bajo el comunismo castrista, el número de delaciones, denuncias y traiciones se cuente en el nivel de los cientos de millones y sea varias veces mayor que si sumamos estos mismos miserables actos durante los cuatro siglos y medio anteriores de existencia de nuestro país, como colonia o república.

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Y en estos tiempos donde impera la tecnología, hay que saber que la prioridad de regímenes represivos como el de La Habana es controlar cada movimiento físico que ejecutes, pero también lo que hagas en el mundo virtual. Estamos como si hubiera cobrado vida el Gran Hermano, ese personaje tenebroso de la obra “1984” de George Orwell, vigilados en todo momento, por lo que hay que ser cuidadoso en lo que se hable por teléfono o se escriba o ahora a dónde se acceda en Internet.

Pero sin duda hay muchas curiosidades acerca de la organización oficial de la chivatería en Cuba aparte de la acción espontánea y casi sin preparación para la vigilancia por parte de los CDR, que solo contaban con una gran dosis de maldad para hacer daño a otros antes de que se lo hicieran a ellos.

Solo cambia la tecnología, la chivatería es la misma

Los Viajes al exterior

Todos sabemos que durante décadas viajar al exterior era un asunto casi exclusivamente estatal en Cuba. Misiones de preparación de inversiones, viajes de estudios técnicos o de especialización, estudiantes y obreros a los países socialistas, misiones militares y algunos casos de personal de la salud o a eventos deportivos.

Todos los participantes contaban con un aval político y un análisis del grado de comprometimiento con el sistema antes de permitírselo y se fue perfeccionado el mecanismo que hacía muy difícil, aunque la vida probó que no imposible, el que la gente se quedara en otros destinos en busca de una vida mejor y dejar atrás la pesadilla del socialismo aun a costa de dejar la familia atrás y los sufrimientos que lleva comenzar desde cero. También buscaban la manera de que los viajeros no cargaran consigo documentos comprometedores y no tuvieran divisas con ellos y no les limitaron el llevar pasaporte porque sería imposible viajar sin ellos.

Así y todo tengo una anécdota, en mi viaje a la URSS, que fue un día después de que el grueso de los integrantes de mi delegación lo hicieran, yo era uno de los pocos cubanos en el vuelo de Aeroflot, que hizo escala en Shannon, Irlanda. La estadía era un poco dilatada y todos fueron a las cafeterías a tomar café, cervezas, sandwiches y comprar souvenirs, pero el único que tuvo que aguantarse las ganas fui yo, porque los rublos que llevaban no servían en otro lugar que no fuera la Unión Soviética.

En el avión había unos tipos raros, que siempre andaban en pareja y no disimulaban para controlarlo todo, así que en el momento de subir nuevamente al avión, se produjo otra demoras y solo dos horas después los personajes se acomodaron y se reanudó el vuelo. Más tarde conocí que un cubano se había quedado en Shannon escondiéndose dentro del baño de las mujeres. El tipo se les escapó a los “segurosos” entre las manos.

El programa televisivo español es una práctica común en Cuba

Un mes después en el viaje de regreso, la escala fue en Gander, Canadá, y ahora el caso fue más grave. No puedo afirmar con exactitud cuántos se quedaron en un lugar de más fácil acceso a Estados Unidos, pero mi mente no ha borrado la imagen de un clima muy frío para los cubanos, dos grados centígrados el dos de julio de 1988, cuando al descender a la pista para ir hacia el edificio del aeropuerto, delante de la puerta estaba una patrulla de la policía con las cuatro puertas abiertas y las luces parpadeando. El vuelo, un Il-86 de Aeroflot, estaba compuesto principalmente por cubanos y un grupo se quedó para lo último, probablemente entre ellos estaban los “quedados”. También había sabuesos a bordo, más uno misterioso que hizo el vuelo en el grupo en que iba y que no tenía nada que ver con lo que fuimos a hacer a la URSS y siempre estaba atento a todo y nos recogió a todos los pasaportes al llegar a Cuba, pero tratar de detener a alguien en el medio de una pista con policías bien visibles y otros tras los ventanales del aeropuerto era casi un imposible.

La explicación es que en todo viaje al exterior había siempre, en dependencia de la cantidad de viajeros, uno o más agentes de la seguridad del estado, más entre los integrantes del grupo que algunos eran chivatos o se les había encomendado esa tarea. En lo que son delegaciones de trabajo, como el caso de los médicos que laboran en el exterior, o en las delegaciones deportivas a eventos, esto se refuerza, para evitar que la gente deserte.

Todo comenzó por el análisis de las fiabilidad de los viajeros y así y todo, si tomamos en cuenta estos elementos, vemos que los que más han tenido posibilidad de viajar, al menos en décadas pasadas, eran los militantes del partido, que hizo que casi todos los que “desertaron” por llamarlo de alguna forma, eran pertenecientes al Partido Comunista, lo que muestra la hipocresía extrema del cubano.

Y a eso hay que sumarle que gran parte del personal de las delegaciones diplomáticas cubanas son agentes de la inteligencia y están altamente entrenados en el espionaje y en la delación de sus compañeros que se aparten aunque sea un milímetro de sus dogmas, aunque todos buscan la manera de cargar con todo lo que puedan en sus viajes a Cuba y hacerse de dinero en divisas por cualquier vía.

De ahí que en las embajadas de Cuba en otros países traten a la gente como desafectos o como delincuentes, les quieren cobrar de más por los servicios como me ocurrió en Argentina. Y hasta los propios cubanos de Miami en algún momento consideraron a todos los balseros y llegados por el puente del Mariel, como delincuentes.

Probablemente se olvidaron de la hipocresía de la que fueron cómplices de alguna forma y ahora en libertad, piensan de otra manera y quieren que actúen como ellos no lo hicieron.

De todas maneras, ello no es más que otra faceta de la más cruel de todas las medidas revolucionarias, las restricciones migratorias que desunieron e hicieron infelices a las familias cubanas.

Joe McCarthy y su compinche Richard Nixon se quedaron cortos como mentirosos con respecto al actual presidente.

Antecedentes de la chivatería en Estados Unidos

Lo ha habido, como en todos los países y en todas las épocas, pero hubo un momento cumbre.

No, no es lo que piensas, apuestas a que me voy a referir a las “fake news”, título creado para las noticias que no le convienen al mayor mentiroso de la historia norteamericana, que no tengo que llamar por su nombre porque todos sabemos quien es, sino que me refiero a uno de más de seis décadas atrás, un oportunista por excelencia que sembró la desconfianza y mediante delaciones, las que alentó, ciertas y muchísimas falsas, protagonizó una de las épocas más negras de la historia americana, el tristemente conocido como MaCartismo.

Este período conocido como “la caza de brujas”, fue producto de los delirios del senador católico McCarthy con el objetivo de perseguir la incursión comunista en Estados Unidos y llevó a la gran nación democrática a bordear el fascismo. Creó un período inquisitorial durante el cual muchos ciudadanos inocentes sufrieron persecución por simples sospechas y muchas veces por mala fe, rencillas personales o envidia por sus triunfos.

Se creó una lista de sospechosos de pasar secretos a la Unión Soviética o ser simpatizantes del comunismo y los mismos eran expulsados de sus trabajos o llevados a la cárcel, algo similar a lo que hacían los comunistas con sus enemigos. Con las sesiones del Comité de Actividades Antiamericanas, McCarthy creó el programa de lealtad de empleados federales para descubrir funcionarios infiltrados y con ello fomentar un clima histérico que favoreció la sospecha, casi totalmente alimentada por difamación y rumores sin fundamento, que hicieron de Estados Unidos un país sumido en grandes tensiones por la Guerra Fría con manifestaciones tales como el bloqueo a Berlín Occidental, la primera bomba atómica soviética y la creación de la OTAN, que hicieron prevalecer el terror en todo el país.

Una lista publicada por el Congreso en 1952 incluía 342 nombres de “antiamericanos”, que debían ser rechazados en cualquier oferta de trabajo ( ¿a qué países se parecerá esta medida?. Y el principal autor de esta regulación y las investigaciones correspondientes fue el ayudante del senador, el también tristemente recordado por ser un probado delincuente, el expresidente Richard Nixon, que renunció antes de ir a la cárcel.

Un mediocre guionista de cine, Martín Berkeley (seguro que pocos lo reconocen) tuvo su momento de fama al denunciar 162 nombres de presuntos infiltra­dos comunistas en la industria cinematográfica, la mayor parte una denuncia falsa y además estaban entre los más reconocidos. Entre ellos estaban figuras como Charles Chaplin, Bertold Brecht, el gran guionista Dalton Trumbo y el famoso novelista Dashiel Hammet.

McCarthy llevó a EEUU a considerar como leprosos a todo aquel que él considerara antinorteamericano, aunque no existieran pruebas de ello.

El ambiente era de que todos eran enemigos, había que priorizar como sobrevivir en refugios o como fuera a un inminente ataque nuclear de los rusos, mientras el desastroso político pedía constituir comités y grupos de vigilancia en todas las ciudades, mientras se negaba el pasaporte y la salida del país a los sospechosos y fueron procesados miles de extranjeros residentes

Se descubrió que Alfred Hiss, un ex funcionario del Departamento de Estado, era un espía soviético y se le dio una cobertura excepcional al caso de los esposos Rosenberg, que fueron injustamente acusados de pasar secretos atómicos a la URSS, condenados a muerte y ejecutados. Más tarde se supo que los secretos enviados a los rusos no eran trascendentes y que todo fue consecuencia de una delación del hermano de Ethel Rosenberg, David Greenglass, quien denunció a su familia para quitarse de encima las acusaciones que pesaban sobre él.

Se descubrieron unos pocos culpables, pero a costa de la difamación y la persecución a muchos inocentes. De McCarthy y Nixon, principales responsables del caos creado, la historia los tiene bien situados entre lo peor y más repugnante de la política mundial.

Pero el hecho en sí, que puso por primera vez en grave riesgo la democracia americana, ahora en el pico de la piragua con uno que quedará ubicado al lado de estos monstruos, nos muestra que ni en Cuba, ni en los Estados Unidos, ni en ningún país del mundo la policía es tan eficiente como tan soplones sus ciudadanos. Ojalá ese fuera el único defecto de los que nos llamamos “seres humanos” u “homo sapiens”, que de sapiens no tenemos mucho.

La chivateria en Miami

Me dijo alguien en mi primera visita a esta ciudad y después me puse a analizarlo con el tiempo:

“Aquí en Miami hay tantos chivatos como en Cuba”.

Lo primero que reflexioné es algo que he visto en tantos libros y filmes, un método que utiliza la policía para obtener del delincuente atrapado lo que necesita para un caso concreto y que se convierte en una moneda de cambio: ”Decir todo lo que sabe para reducirle las causas por delitos o años de condena”.

Y en este mundo donde aparentemente la Guerra Fría pasó a la historia, con respecto a Cuba sigue existiendo, como si no hubiera desaparecido hace tres décadas atrás el campo socialista. De socialista creo que salvo en lo que respecta a su organización (o mejor desorganización) económica y la limitación de las libertades individuales y las represión, no le queda nada de socialista o comunista. Pero la gente que vivió décadas en aquel sistema o hasta nacieron dentro de él y han tenido la oportunidad de emigrar, sobre todo a Miami y dentro de Miami a Hialeah, el ambiente que se respira no es muy diferente al de Cuba, salvo el que hay comida y la gente tiene carro y vive en aire acondicionado.

Escucho a la gente, veo videos y visito Hialeah, como ejemplo del lugar donde más cubanos se concentran, y me doy cuenta de que donde hay una comunidad cubana, hay gente pendiente de que si te pudiste comprar un carro de los más caros, que si hiciste un viaje que no está al alcance de todos, como ir a Europa o a un Crucero de los lujosos, que si vas a cabarets o das demasiadas fiestas multitudinarias en tu casa, analizando también que viajas con mucha frecuencia a Cuba.

Son personas que no se han podido quitar de encima el espíritu “chivatiente” que inoculó en los cubanos la revolución y no nos damos cuenta de que estamos en Estados Unidos, un país libre donde a la gente no le importa cómo vistes ni qué haces porque al final aquí se puede lograr todo lo que uno se proponga siempre y cuando mantenga limpio su estatus crediticio y trabaje honradamente, como hace la mayoría. No es dificil entender a partir de esto, las preferencias políticas de mis pobres coterráneos de Hialeah (sin generalizar), pero ahora entiendo por qué muchos cubanos se asustan cuando le hablan de esta zona de Miami.

Una amiga ya fallecida, Magda, me decía en broma: “pareces un viejo de Hialeah”. Ahora que llevo años viviendo aquí me doy cuenta del por qué.

Pero el meterse en las vida ajenas no radica solamente en el lastre de cuatro viejas chismosas, ahora aparecieron de las nada los famosos influencers de Internet, que han florecido como la verdolaga.

El que haya falsos “influencers” no es el peligro, sino que haya idiotas que los sigan.

La última moda en Miami es la aparición de “repentinos patriotas” en Miami que denuncian todo, que si fulanito fue a Cuba, que si el otro le dio una galleta a su mujer, que si alguien se compró tal cosa, que si hizo tal inversión, que sí viajó a tal lado o se pronunció en contra del presidente de turno y todo ello solo ha logrado hacer de los infelices que todavía viven en Cuba más miserables de lo que eran, todo a través de una profusión de chismes, mentiras y calumnias detrás de las cuales se esconde el único objetivo de sobresalir porque la gente es ávida de escuchar tales estupideces y es morbosa por naturaleza. Si no hubiera tantas mentes obtusas esta gentuza ya hubiera desaparecido.

Lo último es que ahora quieren fundar un Partido, ofendiendo a Martí y tratando de comparar lo que se quiere hacer para vivir de eso y sobresalir escudados detrás de un falso patriotismo que no han demostrado en muchísimos años viviendo en Miami, donde fracasaron en todo y ahora ven en esta modalidad su tabla de salvación, aunque sea momentánea.

Todo ello me parece que no es más que una traspolación de la chivatería cubana al moderno Miami. Estos mal llamados influencers no son otra cosa que una mala influencia, yo los llamaría “bad influencers” que luego de ayudar, profundizan nuestra desgracia.

Cada vez son más los influencers fraudulentos que se creen famosos y venden falsas promesas a los empresarios con sus cuentas llenas de seguidores comprando perfiles que no le pertenecen a alguien real y solo son creados para seguir a cuentas y que estos aumenten el número de seguidores ficticios en la red social. Pero aún si esto no fuera así, su mensaje es dañino y no hay por que seguir lo que nos hace daño.

Son tan falsos que atacan a todos y a todo, incluso a otros que se llaman influencers y hasta a los que de verdad llevan un mensaje transparente y útil. Falsos profetas que surgieron no de la necesidad de unirnos, sino de su propio fracaso en lo que hacían y encontraron esta vía de tupir a las masas mediante la chivatería, el sensacionalismo y la falsedad.

Son gente que se agarra hasta de un clavo ardiendo para lograr sus ambiciones, son ignorantes y oportunistas sin escrúpulos, que han visto que en la sociedad americana una sarta de mentiras y escándalos hizo llegar a un farsante e ignorante llegar a la Casa Blanca. Con un público, por no llamarlos seguidores porque solo siguen humo, completamente intrascendentes en la sociedad y que solo están pendiente de los últimos chismes y mentiras que circulan en Miami y que no son solo marionetas de otras marionetas.

¿Por qué el cubano se empeña en mantener sus miserias cuando pudiera dedicarse a una vida nueva y no a vivir de la mentira y la chivatería?

Aquí, donde debíamos sentirnos más cerca de Cuba, porque lo estamos geográficamente y somos mayoritarios, salen este tipo de voces a alejarnos. Aquí los cubanos han hecho la vida que el castrismo no le permitió en su país. Aquí es donde podemos hallar nuestra identidad y nuestra esperanza y donde se puede triunfar sin depender de la política, donde tenemos que aprender y todavía no hemos aprendido a ser tolerantes, donde seguimos propugnando la intolerancia a pesar de que nuestros nietos y nuestros hijos son y serán norteamericanos y lo que les estamos dando como herencia es lo peor de nosotros. Debemos aprender que nosotros, hijos y nietos de españoles no pudimos ser otra cosa sino cubanos y ellos serán, irremediablemente norteamericanos y solo tendrán a Cuba como una referencia nostálgica de donde vinieron sus padres o abuelos.

Es un triste destino el de los cubanos de nunca ponernos de acuerdo ni permitir que otros piensen de otra manera diferente a nosotros.

A pesar del descalabro, la chivatería no se acaba en Cuba.

http://luistarrega.blogspot.com

Como nuestros ancestros, que decían: esto se cae pronto, le quedan unos meses, nosotros nos agarramos a la esperanza de que la dictadura se acabe en Cuba, pero no es así, el mal está tan enraizado que eso parece ser un imposible, aunque haya un cambio total de gobierno, y ejemplos de sobra hay, como el de Putin en Rusia y en otros países ex soviéticos. Ya no hay un régimen comunista pero la ambición por mantenerse en el poder y otros males de esa era se han instalado pasta siempre.

Y en Cuba la gente se muere de hambre, vive de chupar la teta del exilio, pero si vamos a cualquier mesa de dominó, uno de los cuatro jugadores es un chivato. Ya el entretenimiento preferido del cubano no es la pelota, en picada como todo en Cuba, ni el dominó, ni el baile, él está, y no es fácil de seleccionarlo, entre el robo y la chivatería.

La chivatería la hemos padecido en más de una ocasión durante nuestras vidas y se niega a abandonarnos, aún en el exilio, porque los servicios de inteligencia pueden ser muy efectivos pero si no tienen la colaboración de muchas personas en todas partes y niveles, no lo son tanto.

Ahora en nuestros tiempos, se mantiene la vigilancia al estilo tradicional, escuchando las conversaciones o promoviéndolas, interviniendo para estimular las críticas al régimen y ahora perfeccionando los mecanismos de control en las redes sociales y en Internet, manteniendo su vigencia a pesar del rechazo popular y la desconfianza. Y ello es parte de la pasividad del cubano para protestar o quejarse porque sabe que vive en un estado policial, una versión caribeña de 1984, alimentada además por turbas al estilo de los Camisas Negras fascistas.

Y como en Cuba todo es sancionable y existen delitos que solamente son crímenes en la Isla, como matar a una vaca de tu propiedad, el mundo marginal ha crecido incontrolablemente porque más gente pasa por las universidades carcelarias incorporando sangre nueva al extensísimo ejército de delincuentes en que se ha convertido el país.

Gracias a esa gigantesca cantidad de soplones, casi no hay que hacer investigaciones criminales, porque las denuncias, ciertas o falsas, están repletas de detalles precisos. No importa que los CDR sean una organización en fase terminal, aún sigue siendo una parte importante del aparato represivo y ahora se dedican principalmente a vigilar y denunciar a los disidentes. Y por supuesto al frente tienen a uno de los trompetas mayores, uno de los llamados “cinco héroes”, condenado a cadena perpetua en el imperio por espionaje.

Nos prometieron un sueño y la realidad fue la peor pesadilla, un país donde los chivatos son héroes y todos quieren destruir a los demás para vivir mejor, es una sociedad muerta,

Tal parece que el deporte nacional de Cuba ya no es la pelota, ahora se ha dividido en dos actividades, ambas denigrantes: chivatear y robar.

No importa que la mayoría en Cuba se haya visto imposibilitada de resolver sus problemas con el trabajo, sino se ha visto obligada a vivir de otra manera, del “invento”, una palabra que abarca cualquier cosa, legal o ilegal, lo que se le presente.

Pero los “inventos” se tienen que hacer ante la vista de los que a pesar de que tratan de hacer lo mismo para sobrevivir, pero cuidándose de los demás, que envidian que el invento les haya dado resultado o reciben remesas de familiares en el exterior.

Es la perpetuación de la muerte de la decencia y de la transparencia, algo que nos persigue a los cubanos dondequiera que estemos. Y recuerden que somos de aquellos que descubrimos el éxito del uso de la doble personalidad.

La ofensiva revolucionaria de 1968: el impulso final a la chivatería
http://deivangarciaysusamigos.blogspot.com

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