Se sacó la lotería sin billetes

Se sacó la lotería sin billetes

La lotería es algo de lo que muy a menudo se hablaba durante mi niñez y juventud. Un tío jugaba desesperadamente todos los sábados por la tarde iba a mi casa a escuchar por la televisión el sorteo, donde veía y escuchaba con mucha atención los niños huérfanos de la casa de beneficencia cantar:

97855 ¡Cien pesos!

14002 ¡Cien pesos!

41842 ¡Cien pesos!

00207 ¡Cien pesos!

hasta que llegaba el momento más esperado:

11724 ¡Premiado en Cien Mil pesos!

11724 ¡Premiado en Cien Mil pesos!

11724 ¡Premiado en Cien Mil pesos!

Después de escuchar tres veces el premio gordo, mi tío, como siempre, se iba rezongando y maldiciendo porque no se había sacado nada y había perdido los cincuenta centavos de los dos boletos que había comprado.

La posibilidad de hacerse rico invirtiendo una pequeña cantidad de dinero atrae a todos, pero las probabilidades de obtener ese premio son tan remotas que más vale la pena guardar ese dinero y probablemente con el paso de los años habremos acumulado una pequeña fortuna de forma real y no dependiendo del azar.

Yo personalmente, seguí los consejos de mi padre y jamás me gasté un centavo en juegos de azar, así de que a pesar de que conocía a muchos billeteros (así se le llamaban a los vendedores de billetes de lotería) nunca les compré ninguno. Es más, trabajé directamente con el zar de las billeterías habaneras, Adolfo Cacheiro. Probablemente no había nadie en La Habana que no conociera sus billeterías El Gato Negro, la que revendía billetes a los vendedores callejeros en grandes cantidades, y en las que compraba muchísima gente porque allí habían vendido muchos números premiados. Su gran venta le permitió expandir sus negocios, un próspero restaurante llamado Café Europa ubicado en Obispo y Aguiar, lugar muy céntrico, cercano a las oficinas de la Western Union, y a los más fuertes bancos de la Cuba de entonces, el Banco de los Colonos, The Royal Bank of Canada, First National Bank of Boston, Banco Hispano Cubano, Trust Company of Cuba, Banco Godoy Sayán, Banco Gelats, The First National City Bank of New York, Chase Manhattan Bank, Bank of Nova Scotia,; compañías de Seguro como Siboney, Interamericana de Seguros, La Cubana, La Mercantil, Richmond Insurance Co., Sociedad Panamericana de Seguros, Trust Insurance Agency, Galban Lobo Trading Co. S.A.; y muchas otras oficinas como la Western Union, el Ten Cents de Obispo y muchísimos otros negocios que hacían que fuera muy exitoso.

También se hizo propietario de grandes extensiones de tierra y en particular de uno de singular belleza natural: las llamadas Escaleras de Jaruco, con una cueva natural de excepcional belleza turística, Las Cuevas del Cura y después decide junto con el hijo del dueño de la Librería Juan Cebrián donde yo trabajaba, emprender el reto de crear una nueva librería en la calle donde más librerías había, Obispo y a la que llamó El Gato de Papel y que fue todo un éxito y que estaba al lado de uno de sus puntos de venta de billetes de lotería.

Después llegó la revolución y primero reformaron la Renta de la Lotería Nacional, convirtiéndola en el Instituto Nacional de Ahorro y Viviendas, que iba a resolver el problema de la vivienda en Cuba. Ese fue el primero de los tantos proyectos fallidos de Fidel Castro, aunque resolvió algunos problemas pero no en la medida que se necesitaba.

No obstante, si valoramos lo construido por el INAV, dirigido por Pastorita Nuñez una guerrillera de mucho carácter, lo que se construyó fue de lo mejor que se ha hecho durante los sesenta años de gobierno revolucionario. Hasta ahí y porque todavía quedaban los efluvios de un sistema que funcionaba: el capitalismo.

Historia de la Lotería

Como todo lo que tiene que ver con el dinero, se le atribuye a los judíos la invención de un mecanismo que permití hacerse rico con un golpe de fortuna y esto viene afirmado así en vrios libros de la Biblia, donde el destino del pueblo elegido (los judíos) queda en manos de una lotería, la cual se consideraba una suerte en la que la intervención de Dios era decisiva.

Pero fue en Roma (siempre Roma y cuando no Grecia) que se dice que existía una lotería que repartía premios y trofeos durante las fiestas Saturnales. Las Saturnales eran las más importantes fiestas romanas que se celebraban a finales de cadas año en honor a Saturno, Dios de la agricultura y comenzaban con un sacrificio en el Templo de Saturno, seguido por banquetes y festejos desenfrenados durante una semana donde se relajaban todas las normas sociales. El papa Julio I hizo que las Saturnalias coincidieran con el nacimiento de Jesús de Nazaret para acabar con la tradición y que ellas pasaran a ser asimiladas como la fiesta cristiana de la Navidad y de Año Nuevo, aprovechando que el solsticio de invierno ocurría en esas fechas.

La lotería de las Saturnales después se extendió a casi todas las esferas de la vida, las que fueron decididas por juegos de azar y hasta una lotería del amor hubo y el azar decidía la vida de las personas, con el futuro dependiendo de la buena o mala suerte.

Estos juegos de azar fueron derivando en rifas, donde los comerciantes venecianos salían de lotes de mercancías lentas por rifas por un precio muy bajo. La lotería moderna, que comenzó siendo un juego. Deriva del francés “loto”. Parece que fue introducida en Francia en 1525 por los soldados de Francisco I provenientes de Italia.

Estos soldados, la habrían conocido en Italia, donde se atribuye el invento del loto a un tal Benedetto Gentile, que se inspiró para crearlo en una costumbre seguida por el consejo municipal de la ciudad de Génova para renovar los cargos públicos.

Como se vio que era una forma fácil de recaudar importantes sumas de dinero, la lotería se difundió y expandió por varios países, primero en Europa, y posteriormente en las colonias de América.

La lotería estatal surgiría en España en diciembre de 1763 cuando en la capital española se realizó el primer sorteo de la llamada Real Lotería de Madrid y sus Reinos, creada por Carlos III, que introducía el nuevo juego imitando el de la Corte de Roma y otros países. Fernando VII, se apercibe de la conveniencia de utilizarla como una gran fuente de recaudación de recursos al darse cuenta del éxito de la lotería instituida por las Cortes de Cádiz en 1811, la cual era una lotería en el sentido moderno del término.

La Loteria cubana

Con la Real Orden de 27 de enero de 1812 las autoridades coloniales establecieron en Cuba la institución de la Lotería Nacional, bajo los mismos principios de funcionamiento de los de la Madre Patria.

Al terminar el dominio español, los interventores norteamericanos prohibieron la Lotería Nacional, la cual señalaron como fuente de vicios y corrupción colonial, pero en 1903, tras establecerse la República de Cuba, un grupo de senadores elaboraron un proyecto con el objetivo de restablecer la institución. El proyecto se discutió entonces en la Cámara de Representantes y luego de largo debate fue aprobado el 5 de enero de 1905.

No obstante estar aprobado el proyecto por el poder legislativo, el presidente de la República, Tomás Estrada Palma lo devolvió al Congreso un día después y se negó a aprobarlo. Tras la caída de Estrada Palma y la corrupta administración del interventor Charles Magoon, llegó al poder el general José Miguel Gómez (llamado Tiburón, el que llevó la corrupción a niveles nunca antes vistos por lo que se le llamó “Tiburón se baña pero salpica”), quien restableció la Lotería Nacional mediante Ley del 7 de julio de 1909.

Así pasó medio siglo donde la Lotería fue un mecanismo donde probablemente habría corrupción, pero donde la gente contaba algo con qué soñar. El bombo era el artefacto que podía traer suerte a alguna familia.

Muchos hablan del llamado “bombo”, sin saber que a la lotería de visas norteamericana la comparan con las máquinas que de forma aleatoria elegían los números premiados en el sorteo de la Lotería Nacional haciendo girar unas bolitas con los números y las cifras correspondientes con las que serían premiados. Los niños de la beneficencia extraían del bombo una bolita con el número y después otra con la cifra de dinero correspondiente.

Estas transmisiones por radio y televisión buscaban que el evento fuera considerado transparente y honrado, sin trucos, aunque hay muchas teorías que yo personalmente dudo porque eran niños los encargados de seleccionar las bolitas premiadas, aunque la maraña es intrínseca al ser humano, por lo que no la descarto totalmente y asumo que la mayor corrupción estaba en el empleo de lo recaudado.

Una estadística de 1957 asegura que lo que invertían los cubanos todos los años en billetes de lotería, juegos de la charada y otras variantes de la bolita ascendía a entre noventa y cien millones de pesos, mil millones de dólares a los precios actuales. Una cifra verdaderamente gigantesca.

En 1968, con la destructiva Ofensiva Revolucionaria y tras 156 años de existencia, desapareció la lotería y se declararon ilegales todos los juegos. Pero la gente siguió jugando,

La bolita y otros juegos

La lotería se acabó, pero la avidez del cubano por el juego no.

Y qué mejor sustituto que aquel difundido por los emigrados chinos que identificaban a los números con animales, objetos o situaciones: la charada, la bolita o la china. En Cuba la “bolita” representa mucho más que un juego de azar o una adivinanza basada en los números o en los astros, es casi una institución nacional, ya sea legal, las autoridades se hagan de la vista gorda o la prohiban totalmente como hizo la dictadura castrista.

Los sorteos de Castillo o de Colón, continuaron como si nada. ¿Qué habrán tirado? continuaron preguntando las amas de casa y los adictos al juego. Y se seguía jugando “al prohibido” como a las barajas, al siló, al póker, al billar o al dominó. Hasta hoy los cubanos siguen jugando la charada cubana en los números que se jugaban en las loterías de Venezuela, y luego, con las loterías de Miami con la ayuda del internet. Los sueños o las cosas que nos pasen seguramente van a cambiar nuestra vida y por eso vale la pena jugar al número que identifica la señal que nos dieron.

La gente no se saca nada, o se saca muchísimo menos de lo que había derrochado jugando, pero siguen esperanzados con una fortuna que nunca va a llegar.

Y si no, también tenías la esperanza de sacarte una Villa Jabón Candado o una casa del periódico el País o hasta tener buena suerte en las rifas clandestinas o las apuestas deportivas o de otro tipo. Las loterías, las apuestas o todo lo que tenga que ver con el azar no es la solución a los problemas económicos o deseos. Pensar en ello es como vivir en Disneylandia o en el país de Oz y no con los pies en la tierra.

Pero gracias a esta forma de pensar mucha gente no murió de hambre, como el billetero y su familia.

El billetero

“El que puede hacer, hace, el que no, vende billetes”, era un dicho popular de la Cuba republicana.

El billetero era un humilde vendedor que recorría las calles portando un gran cartón donde exhibía los billetes de la lotería que vendía al precio de 25 centavos y cuya ganancia personal le alcanzaba escasamente para sobrevivir.

Era uno de los ocupantes de los peldaños más bajos en la escala de la pobreza, igualado con los vendedores de periódicos, de maní o de tamales y solo por encima de los mendigos. Eran miles de hombres, incluyendo niños, que se dedicaban a este triste oficio donde podían vender la fortuna de otros mientras ellos vivian precariamente.

Se podían ver por cualquier parte del país pregonando los números que iban a salir premiados.

Los billetes eran de papel grueso, impresos con determinadas medidas de seguridad, marcas y contraseñas, igual que el papel moneda para evitar su falsificación y tenían el número que representaban en caracteres grandes y estampado en seco el escudo nacional y el valor, así como la fecha y el número del sorteo al que pertenecía. El billete entero, que contaba con cien unidades de veinticinco centavos cada uno, costaba veinticinco pesos, lo que representaba casi un salario, por lo que el premio gordo difícilmente se lo podía ganar alguien que no fuera rico.

Pero al final muchos vivieron gracias a este pobre recurso al igual que otros oficios de muy poca remuneración que ya mencioné.

Particularmente conocía uno que siempre estaba ubicado en un costado de la librería “La Moderna Poesía”, por donde tenías que pasar diariamente. Era un hombre ya mayor al que le faltaban las piernas y los brazos y así y todo obtenía su sustento vendiendo billetes.

Y de todos los pregoneros, eran los mejores, eran los decanos del pregón.

El manisero, el billetero y el pirulero

La maldición de la Lotería

Hay quien dice que la lotería, su sucesor la bolita y otros juegos de azar son una especie de maldición para los cubanos en los que históricamente han intervenido todas las clases sociales, analfabetos y letrados, blancos o negros, ricos y pobres, todos igualmente interesados en que la suerte les sonría y no tener que trabajar más nunca para vivir fastuosamente y hacer realidad todos sus anhelos y caprichos.

Realmente eso es no valorar realmente lo más importante y hacernos esclavos de los sueños. No es que se pierdan o se renuncie a las ambiciones, pero es mejor tratar de ser feliz con lo que tenemos, luchar por una vida mejor y disfrutar aquello con lo que contamos, que no siempre son las cosas materiales.

La gente no valora debidamente un refrán que pasó de moda pero no de vigencia: “de enero a enero el dinero es del banquero” y sigue jugando, acudiendo a supersticiones como guardar el billete en un lugar especial, acompañarlo de amuletos hasta el momento del sorteo, mantenerse fiel a un número preferido, ver a un adivino o brujo, interpretar los sueños y asociarlos a números, ingresar a la tienda donde se va a comprar el boleto con el pie derecho o el izquierdo si el dia es par o impar, frotar el boleto en el vientre de una embarazada o en la cabeza de un calvo, rezarle a San Cono y otros rituales inútiles.

Y este quehacer no es privativo de los cubanos, dondequiera que he ido he visto la misma avidez por buscar ganarse la lotería o cuantos inventos y variaciones similares existen en prácticamente todos los países y donde pude comprobar, sobre todo en los tres que más he conocido: Argentina, México y Estados Unidos, que mucha gente está en las nubes esperando el maná del cielo viviendo esa quimera. No importa que las posibilidades sean mínimas, imperceptibles, casi inexistentes, la gente sigue comprando boletos de lotería, raspaditos o lo que sea, el problema es no perder la ilusión de que algún día la vida le cambiará.

Pero está el dicho que da título a este artículo:”sacarse la lotería sin billetes”.

Ello presupone que tengas un premio sin haber arriesgado nada y hay unos cuantos ejemplos.

Artistas mediocres que le cayeron bien a un empresario y son llevados a los primeros lugares de la preferencia y obtenido grandes fortunas creadas no en base a su talento sino a una campaña de mercadeo. Los hombres o mujeres que se casan con personas que cuentan con una gran fortuna y lo hacen sin que medie el amor por su parte.

Y hay unos cuantos cubanos que se han sacado la lotería sin billetes.

El comunismo acabó con nuestro país, lo llevó a ser uno de los más atrasados del planeta, con la mayor emigración respecto a su población en el mundo, sin haber existido una guerra en él e hizo desaparecer los valores históricos y la esperanza de tener una vida mejor. Algunos se sacaron la lotería sin billetes por tener familiares en otros países que les permitieron abandonar este desastre.

Otros tuvieron mucha suerte y se ganaron la llamada “lotería de visas” del gobierno norteamericano. Esos cubanos se ganaron la lotería sin billetes, no tuvieron que arriesgar nada y obtuvieron lo más preciado: la libertad y la posibilidad de labrarse su propio futuro.

¡Esa es una verdadera lotería sin billetes!

Pero la lotería es mucho más que eso porque vivir es el gran premio de la lotería, la experiencia es la acumulación de las loterías que nos hemos ganado y que no hemos cobrado, y para muchos la mejor lotería es el agradecimiento, el respeto o el aplauso, que valen mucho más que el dinero, porque el dinero no compra ningún sentimiento sincero. Al final ganar la lotería no significa nada y la gente pobre que ha ganado la lotería no son ricos, son pobres que ganaron la lotería.

Tambien te puede interesar

2 Comentarios

  • Reply
    Shirley
    June 19, 2022 at 4:16 pm

    Muchas felicidades en el dia de los padres. 🥳🥳🥳

    • Reply
      carlosbu@
      June 26, 2022 at 6:50 pm

      muchas gracias, y gracias por seguir estas memorias

    Deja un comentario