MUPY

 

MUPY

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha
muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien
tanto quería.)
Miguel Hernández, ELEGIA A RAMÓN SIJÉ

Este hermoso poema de Miguel Hernández fue lo primero que me vino a la mente cuando se me murió como del rayo la perrita que más años ha vivido con nosotros, Mupy. Tenía más de 18 años y medio y con ella se nos va un pedazo de nuestra vida, de tantas cosas que compartió con nosotros.

Un dia a mediado de la década de los 90, cuando en el patio de la casa acostumbraba a limpiar los pescados que se ofertaban por la libreta de abastecimientos, casi siempre jureles, nuestro perro Rocky despachaba rápidamente la cabeza, la cola y el lomo, asi como la piel. En el patio de al lado, donde vivía un arquitecto profesor universitario, Macías,que pasaba buen tiempo en la provincia de Cienfuegos, donde tenía su familia, vi por primera vez a una perra bien hermosa, de raza que no puedo identificar, pero bien peludita y de hermoso pelaje predominatemente rojizo. La misma me insistía en que le permitiera cruzar la cerca y disfrutar del festín. Así fue y aquello se fue haciendo hábito hasta que nos dimos cuenta que la perrita estaba preñada, por lo que la dejamos en nuestra casa, la misma tuvo una bonita camada y ahi apareció su dueña, no recuerdo si amiga de Macías o de la hija de este, reclamando la perra porque tenía hecho un “trabajo”, de brujería asumo y no nos dio otro remedio que entregársela. Los perritos fueron regalados y nos quedamos con una preciosa perrita negra a la que llamamos Malú. Por supuesto que el nombre era famoso en Cuba en esos momentos por la transmisión de una conocida novela brasileña “Una mujer llamada Malú”, interpretada por esa gran artista que es Regina Duarte que despues nos daría otras actuaciones inolvidables en “Vale todo” y “Roque Santeiro”.

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De “Vale Todo”, los cubanos copiamos la palabra “paladar” y se la pusieron a los restaurantes privados. Ya había ocurrido algo similar con el folletín mexicano “Gotita de Gente”, que popularizó el uso de “merolico”. Pero el serial “Una mujer llamada Malú”, provocó que se le llamara Malú a muchas niñas, perras, gatas, jicoteas y hasta cotorras. Se convirtió en un nombre muy popular, pero para nosotros nuestra perra era Malucita.

Paso el tiempo y Malucita fue asediada por un perro poodle que logro brincar la cerca de nuestro jardín. Ese perro era completamente blanco y Malú completamente negra. De ahi salieron unos hermosos perritos. Malú me insistió cuando sintió que le llegaba la hora del parto. Se fue hacia el patio, contiguo a una cerca abrió un claro y ahi esperó. Yo la acariciaba y comenzaron a salir los perritos. En cuanto vi a una perrita negra con una gran mancha blanca en la cara que parecía un pirata, me dije que esa era la nuestra y la llamamos Mupy. Eso fue en 1997 y nos dio alegría desde que llegó a nuestras vidas. No se de donde salió el nombre. Los mupis o moopis son soportes publicitarios ubicados en las calles más concurridas de las ciudades, pero de ahí no salió.

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MALU Y MUPY

Mupy siempre se caracterizó por ser alegre, obediente y sobre todo por no tener la mala maña de casi todos los perros, ser extremadamente voraces. Mupy disfrutaba la comida, comía lentamente y dejaba el plato completamente limpio. Quizás por eso su madre, Malú, muchas veces se comía lo suyo y después lo que le quedaba a Mupy, metiéndole el pie, como decimos los cubanos.

Cuando llegó Lía, traviesa a más no poder, Mupy enseñó sus armas, más de una vez la atacó cuando se cansaba de tanto trajín. Y de su madre heredó el don de la cacería: arañas peludas, ratones y hasta un jubito o un pájaro fueron sus víctimas. Siempre fue distraida. Una vez alguien llegó a la casa, se abrió la puerta de la cerca y pasó a la casa la visita. Finita decía, hay una perrita en la acera que se parece cantidad a Mupy. Pues era Mupy que salió a saludar y se quedó afuera.

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MUPY Y LIA

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MUPY Y FRIDA.

Mupy era el tipo de perrita que la podías dejar durmiendo en su camita, irte y cuando regresabas era que se levantaba a saludarte. Cuando decidimos irnos a vivir a México, la vió una veterinaria y dijo que a pesar de su edad, tenía entonces 15 años, estaba completamente sana. Para aclimatarse a los huacales donde harían el viaje en avión, ella se metía y se acostaba a dormir sin problemas. A Lía había que meterla a la fuerza y hasta que no abrían no paraba de llorar. Mupy ni se quejaba. Muchas personas siempre decían que queríam quedarse con Mupy, nuestra vecina Iditis, nuestros amigos Oto y Silvia, mi hermano Roberto y ya en México era la preferida de nuestro amigo y compadre Oswaldo.

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MUPY VIEJITA.

Los años no pasan en vano y a pesar de habernos preocupado más de ella y proporcionarles todas las atenciones necesarias para que viviera una buena vejez, todo tiene su fin. Hace unos pocos meses empezó a tener falta de pelo en el lomo y a veces dejaba de comer, hasta que hace unos pocos días entró en una fase terminal de su enfermedad.

No es que la lloremos como se hace normalmente con las mascotas, que uno llega a querer como a personas, es que Mupy fue para nosotros la más fiel, obediente y querida y por eso, la lloramos y no la olvidaremos. Los que hemos tenido la suerte de compartir la vida con un perro sabemos lo difícil y doloroso que es darles el último adiós a nuestra mascota. Tal vez haya personas que no entiendan que se llore por un perro pero cuando ese animal ha compartido casi 19 años de vida con tu familia es un miembro más y la despedida es muy, muy triste.

Querida Mupy siempre vivirás en nuestros recuerdos.

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