Las drogas y el elixir paregórico
“ Era una cocainómana consuetudinaria
que le entregó su alma a la voluptuosidad
para vivir gozando una vida imaginaria
y no sufrir viviendo una vida de verdad.
La conocí una noche de lúbricos placeres
en una burda infecta de un trágico arrabal.
Ella era la elegida entre todas las mujeres
sensuales y lascivas, sensuales y lascivas del Dios del bacanal
No quiero más cocaína
No me quiero envenenar
Yo quiero vivir, Celina,
sufriendo la vida real.
No quiero coca,
que me sofoco
a mi la coca, mamá,
me pone loco.
Que es gozar un sufrimiento
el sufrimiento es el goce,
mientras más grande es el goce,
mayor será el sufrimiento
No quiero coca,
que me sofoco
a mi la coca, mamá,
me pone loco.”
Como muchas de sus obras, mezcla de humor y poesía bajo la sombra del son, Miguel Matamoros toca en este tema el problema de la adicción a las drogas y la prostitucion.
Hay que analizar que en esos años, un siglo atrás, ese tipo de narcóticos solo estarían al alcance de las clases pudientes y por extensión a las prostitutas que los servían.
Con el lenguaje típico de esos tiempos, entre lo letrado y lo popular, lleno de frases y palabras rebuscadas como:
…una noche de lúbricos placeres
en una burda infecta de un trágico arrabal…
Y otras muestras como las de “Juramento”:
“Si es surtidor de místicos pesares, y hace al hombre arrastrar largas cadenas,
yo te juro arrastrarlas por los mares, infinitos y negros de mis venas,…”
O en “El Paralítico”:
“Veinte años, en mi término, me encontraba paralítico,
y me dijo un hombre místico, que me extirpara el Trigémino…”
Y en “Olvido”:
“Por doquiera que mires, verás lobregueces,
Y si buscas amor hallarás soledad.
Porque todo el que olvida, recoge esquiveces.
Por doquiera que siembre,
por doquiera que siembre, la flor de amistad..”
Otro ejemplo destacado es “La Cleptómana” de Agustín Acosta:
“Era una cleptómana
de bellas fruslerías
robaba por un goce
de estética emoción…”
O ese clásico de Jorge Anckermann, “La flor del Yumurí”:
“Flor de Yucayo, la bella,
al nacer me ha copiado
Yumurí en su cristal…
…Ven y verás como el río
con sus aguas solloza
las quejas del siboney…”
Y también de Graciano Gómez, Flor de Pantano:
“…Cuando la hallé en el hondo precipicio
del repugnante lodazal humano
la vi tan inconsciente de su oficio
que con mística unción besé sus manos.
Y pensar que hay quien vive junto al vicio
como vive una flor junto a un pantano.”
Ah y la letra de las dos últimas son de Gustavo Sánchez Galarraga, ese que manejaba las palabras con tanta facilidad para escribir textos para grandes autores de la trova tradicional y el teatro lírico cubano, solo hay que decir que fue el letrista de zarzuelas como “El Batey”, “Rosa de la China” y “Maria la O”. Fue un gran colaborador de Jorge Anckermann y Ernesto Lecuona y por supuesto una pieza fundamental en ese himno de los cubanos que es “Cecilia Valdés”.
Y no puede faltar en esta corta mención, esa maravilla de Marcelino Guerra, conocido por “Rapindey” y Bienvenido Julián Gutiérrez, el clásico cuya autoría todos se quieren atribuir, “Convergencia”:
“Aurora de rosa en amanecer…
nota melosa que gimió el violín
novelesco insomnio do vivió el amor…
así eres tú mujer…
Principio y fin de la ilusión…”
Esta ha sido una evocación que me ha puesto los pelos de punta, pero realmente no es ese el tema de este artículo, sino otro relacionado con el elixir paregórico y otras drogas que se obtenían libremente en las boticas cubanas de antes de la revolución.
El Elixir Paregórico
Si alguien tenía un malestar estomacal y no se lo habia curado el Alka Seltzer, la leche de Magnesia Phillips o el bicarbonato con limón, entonces había que recurrir al remedio que no fallaba nunca: el elixir paregórico.
Como todas las cosas, para descubrir si algo es bueno o no, lo tienes que hacer por ti mismo, y eso descubrió la gente en el Elixir Paregórico, un nombre curioso porque “paregórico” es una sustancia que tiene efectos calmantes y “elixir” se puede considerar en este caso como un medicamento o remedio mágico y su origen se remonta a los tiempos en los que los alquimistas querían fabricar oro a partir de un “elixir” o sustancia esencial.
El elixir paregórico se usa para aliviar las diarreas, ya que funciona disminuyendo los movimientos digestivos (del estómago e intestinos), es un antiespasmódico que no solo se tomaba cuando había diarrea, sino también ante un dolor de estómago o cualquier malestar estomacal, para lo cual era un remedio muy efectivo. Pero si queríamos tener un estómago a prueba de balas, entonces para ello estaban los “bacilos búlgaros”.
Los Lactobacilos búlgaros, nombre común para denominar las colonias de las bacterias “Lactobacillus bulgaricus”,responsables de la fermentación de la leche, eran conocidos desde ocho o nueve mil años atrás en lo que es hoy Bulgaria y se empleaban para fermentar la leche y obtener yogur y queso, siendo los primeros alimentos probióticos conocidos.
Todavía en los años cincuenta no se conocía en Cuba, y si se conocía era de forma muy limitada, el yogur, pero el consumo de bacilos búlgaros si era muy común y todos sabíamos que aquellos tubitos de cristal con una pequeña cantidad de líquido en su interior, eran capaces de reconstruir las flora intestinal y de blindarla contra cualquier tipo de enfermedad, protege contra el exceso de acidez, controla diarreas, colitis y estreñimiento y contienen proteínas, vitaminas y minerales.
Entre los bacilos búlgaros y unas gotas de elixir paregórico, lográbamos tener un estómago de hierro. Y adicionalmente una o dos veces al año nos daban una sesión de Palmacristi, un brebaje muy difícil, casi imposible de tomar, para que tuviéramos el intestino limpio.
Si alguien estaba malo del estómago, se le daba leche de magnesia, alka-seltzer, sal de uva y otros medicamentos, pero sin duda lo más efectivo es el elixir paregórico
Por supuesto que nadie sabía que el elixir paregórico era un opioide, que sus componentes eran tintura de opio, una medicina de patente conocida por su acción antidiarreica, antitusiva y analgésica que contiene un cuatro por ciento de tintura de opio y también ácido benzoico y aceite de anís, que es su olor característico. Pero todos lo consumían por su efectos y no porque fuera un derivado del opio. Pero a pesar de que puede ser adictivo, era un medicamento que era vendido indiscriminadamente en todas las boticas cubanas, sin uso para nada controlado.
El Yogur cubano
Como dije, hasta finales de la década de 1950 el yogur en Cuba era un desconocido.
El yogurt lo vine a conocer en el año 1957 porque me lo recomendaron en una cafetería de La Habana Vieja, en Chacón y Aguiar, a donde iba a menudo a comer unas deliciosas empanadas de carne. Su nombre era Yogurt Balkan, venía en un envase perga, un recipiente de papel impermeable parafinado para líquidos que existía antes de la era del plástico y que me pareció una cosa deliciosa, hasta que supe su origen y propiedades y entonces me gustó más todavía. El yogur se fabricaba sobre la base del lactobacillus acidophilus bulgaricus y todo el que lo probaba, aunque era mucho más caro que la leche, les gustaba.
Más tarde con la revolución se masificó un yogur líquido, ofertado en un envase plástico que después tuvo mil usos, en la cocina para guardar cosas, como florero, como macetero y hasta los niños le encontraron diferentes usos como juguete.
También se vendía en recipientes de cristal de a litro, pero el verdaderamente popular era el plástico, aunque había un yogur espeso, como una cuajada que era el yo prefería. Cuando disfruto un yogur griego Oikos, me acuerdo de aquel.
El yogur pasó a ser de un derivado de la leche consumido de forma muy escasa y solamente en la capital, a un alimento universal, inclusive para aquellos intolerantes a la lactosa. Décadas más tarde, con las crisis que nunca han faltado durante el proceso revolucionario (y mira que hablan de las crisis cíclicas del capitalismo, de las cuales uno no se da cuenta), se acudió a la producción de yogur de soya, que aunque es una importante fuente de nutrientes, por su sabor a la gente no le gusta aunque sea de mil sabores y si lo consume es porque no hay otro.
La Coca Cola
Hay que recordar que la Coca Cola contenía cocaína hasta el año 1903 porque fue inventada como una medicina y no como refresco por un boticario de Georgia y que la recomendaba para aliviar dolores menstruales, espasmos estomacales y cólicos y era elaborada a partir de hojas de coca. Los dolores en esos tiempos se aliviaban con belladona y elixir paregórico.
Pamberton, su inventor, vendió la fórmula de la Coca Cola en 1910 a una refresquera por 500 dólares, una suma inmensa entonces pero que resulta ridícula ahora viendo en lo que se ha convertido su empresa.
En Cuba vivimos medio siglo sin Coca Cola y no pasó nada, pero la gente sí sintió cuando limitaron la venta del elixir paregórico por receta médica, no porque se hubieran hecho adictos a ella, sino porque era el mejor remedio para el estómago disponible y era muy barato.
La última vez que me recetaron elixir paregórico en Cuba hubo que obtener más firmas, certificaciones y números de identificaciones de médicos, jefes de policlínico y del paciente que los necesarios para muchos otros trámites en un país donde impera la burocracia.
Y ahora el elixir paregórico que se puede comprar en Miami, en particular los latinos que son sus mayores consumidores, no contiene nada de tintura de opio, sino papayina y aceite de anís y se anuncia como una fuente de antioxidantes y nutrientes como caroteno, flavonoides y vitamina C, algo para nada parecido al que conocimos. No obstante se dice que hay estudios en varios países que demuestran que tomarlo durante diez días, por cuatro veces al día, ha tenido efectos deseables para el estómago y ninguno tóxico y me refiero al elixir paregórico contemporáneo que es un líquido alcohólico concentrado como extracto de papaver y con efectos somníferos.
Cuando la cocaína se vendía en las farmacias
Sin lugar a dudas puedo decir que el consumo de drogas en Cuba en los años cincuenta no era ningún problema. La cocaína y otras drogas fuertes, eran de consumo exclusivo de los ricos y de lo único que uno podía escuchar en algún momento y que constituye un suceso era de la mariguana.
La marihuana se consumía en círculos de “la farándula”, siempre muy a escondidas, y en el “Canal del Cerro” al son de los tambores de un toque de santo y una calle bien concurrida, se traficaba con mariguana.
Yo me crié en la calle Suzarte y Salvador en el barrio del Cerro y desde el patio de mi casa, con un inmenso muro de cuatro metros, se podía ver el sitio llamado “el Canal”, donde se decía que la gente sembraba mariguana, algo que no puedo afirmar a pesar de que miles de veces pasé por allí. Pero si es cierto que el lugar se veía como un lugar cotidiano para conseguir la droga y se comentaba que artistas famosos como Oto Sirgo, Orlando Contreras y Benny Moré iban allí a abastecerse de la “hierba”, pero yo personalmente nunca los vi. Y pasaba a diario por ese lugar para ir a mi escuela y a veces me aventuraba hasta allí a jugar pelota o a las bolas.
Y a pesar de la fama de la canción “La Cocainómana” solamente se hablaba de la mariguana y se pronunciaban despreciativamente de alguien diciendo: fulano, ¡ese es un mariguanero!.
No dudo que en cabarets o night clubs o en barrios de prostitución pululaban ese tipo de drogas más fuertes o quizás otras, pero no se podía decir que el consumo de drogas fuera realmente un problema social, lo que si era el alcoholismo, porque en Cuba se tomaba muchísimo, pero todo de buena calidad y hasta los más pobres bebían rones o coñacs considerados de segunda, como el Peralta o el PatiCruzao, muy superiores a las mejores bebidas que existen en Cuba actualmente.
Y había una adicción que mataba mucha más gente que los dos vicios mencionados anteriormente, pero que por su bajo costo y porque eran sinónimo de distinción, todo el mundo era adicto a él, sin saber que se estaban matando lentamente, me refiero a fumar. Todos fumaban de todo inmisericordemente en todos los lugares y momentos.
Pero el caso del elixir paregórico no fue el exclusivo de una droga que se vendiera libremente en las farmacias o boticas. Algunos llaman a esa época “tiempos ingenuos”:, pero es que realmente detrás de ello no había nada más allá que la intención de aliviar una dolencia y no de consumir una droga como vicio.
Hubo un tiempo en el que los médicos y farmacéuticos promocionaban el consumo de tabaco y de remedios que contenían heroína, cocaína, opio o cannabis, la mayor parte disponibles en boticas y sin receta médica, como remedio a muchos males.
Hay que recordar que la palabra “drug” representa en inglés tanto a una droga o narcótico como a un medicamento, medicina o fármaco, de ahí que “droguería” es una farmacia o establecimiento donde se venden y fabrican medicamentos y por ende “droga” no se consideraba necesariamente algo nocivo para la salud, sino todo lo contrario.
Desde hace miles de años existe una amplia farmacopea que incluye elementos sin ningún valor terapéutico y otros que aún se emplean. Babilonios, egipcios, chinos, griegos, árabes y romanos, fueron desarrollando e incorporando medicamentos, principalmente a partir de plantas, como el aceite de ricino, la belladona, elementos minerales como el hierro y otros hasta que los grandes médicos griegos, encabezados por Hipócrates resumieron las drogas más eficaces de todas las civilizaciones antiguas y transmitieron su sabiduría al Imperio Romano, donde se uniforman las recetas y se crea la primera botica.
Después llegaron los químicos árabes que se destacaron por la fabricación de remedios que han llegado hasta nuestros días. Durante siglos los farmacéuticos y los médicos se identificaban en una sola persona y más tarde se separaron pero los médicos tenían confianza en lo que preparaba el farmacéutico.
Y tras abrirse China al mundo, comenzó su influencia en todas partes y una de las más notables es la medicina china y su incomparable farmacia, principalmente homeopática. Esta farmacia, concebida para la comunidad china, siempre ha sido muy popular entre nosotros y ha influido fuertemente en nuestros hábitos curativos, como es el caso de la “pomadita china” que consideramos como algo maravilloso que cura cualquier cosa.
El opio
El opio es un término muy ligado a la historia de la Farmacia y de la Medicina. El opio, término que procede del griego “ópion”, que significa jugo, que no es otra cosa que el látex desecado de la cápsula de adormidera Papaver somniferum album, planta herbácea procedente del Oriente medio que contiene la droga narcótica y analgésica llamada morfina y otros alcaloides.
El uso del opio como uso farmacéutico se remonta a Mesopotamia, la civilización surgida entre dos ríos en los valles del Tigris y el Éufrates. Asiria, Babilonia y Caldea, de donde pasó a Grecia y Roma.
En la Edad Media, con el regreso de los cruzados de Oriente próximo, el opio vuelve a adquirir relevancia como remedio terapéutico. Durante el siglo XV, los conquistadores y navegantes españoles y portugueses fueron en busca de las Indias en busca de especias, pero también del opio. Y fue Paracelso el que llevó a un estadío superior el empleo del opio en Europa creando el láudano, una mezcla de opio con alcohol o vino.
Fueron muchos los personajes importantes que se habituaron a consumir regularmente el láudano: Goethe, Goya, Lord Byron, Keats, Walter Scott, Edgar Alan Poe, Catalina de Rusia, Pedro el Grande, Maria Teresa de Austria, Luis XV, y otros miembros de las casas reales de Inglaterra, Suecia y Dinamarca.
Pero más tarde se comprobó la toxicidad y la dependencia física que se creaban con el consumo de opio.
Y hablando de los chinos nos vienen a la memoria muchas cosas: sus lavanderías o trenes de lavado, sus puestos de frutas y verduras, sus magníficos helados, sus fondas y restaurantes, sus huertos impecables y los llamados fumaderos de opio, que se hicieron muy comunes en muchas partes del mundo, inclusive en el barrio Chino de La Habana.
Esos chinos, aparentemente circunspectos y tranquilos, desarrollaron estos fumaderos, concebidos inicialmente solo para chinos, pero se hizo habitual que fueran a ellos fumadores de cualquier nacionalidad y de cualquier nivel social. Suministraban una parafernalia de opio para fumar la droga a partir de largas pipas sobre las lámparas de aceite que calentaban la droga hasta que se vaporizaba para poder aspirarla.
Tanta influencia llegó a tener el opio, que fue la causa de las llamadas Guerras del Opio entre China e Inglaterra por los intereses comerciales del contrabando británico de opio en China y la India.
Las farmacias y las drogas de hoy
Al triunfo de la revolución y varios años después podía decirse que Cuba era un país casi completamente libre del consumo de drogas. Pero en estos momentos su efecto es devastador. El tráfico de drogas asociado a la violencia y la adicción, ha ido creciendo exponencialmente durante el siglo XXI, tanto en Cuba como en el mundo.
Drogarse está de moda, ya sea con el que entonces consideramos más terrible y que ahora es el menos grave, la mariguana, legalizada en muchos países y estados norteamericanos es un ejemplo de algo que se ha repetido hasta la saciedad y que la gente no entiende: prohíbe algo que será lo que la gente busque precisamente por estar prohibido.
En Cuba durante varias décadas se emplearon psicofármacos a modo de drogas gracias a que su control no es tan rígido como debería. Por eso se convirtió en moda el consumo de Diazepam, Nitrazepam, Carbamazepina, el Parkisonil, Nulip, Metilfenidato, Fenobarbital, Ketamina y otras que eran consumidas con ron, aguardiente, cerveza o lo que apareciera en sustitución de las drogas convencionales.
Recordemos que al final de la década de los ochenta, inmediatamente antes del escándalo de la Causa No. 1 que destapó la conexión de Cuba con el narcotráfico internacional, la capital cubana se vio estremecida por una ola de asaltos a farmacias. En esos robos se repetía el mismo patrón, saquear las existencias de psicotrópicos como el Parkisonil o antidepresivos como el Metilfenidato y la Dexedrina.
Hubo una gran represión y fueron presos cientos de jóvenes principalmente. Los “hijos de papá”, de los que había muchos, fueron liberados y casi sacados de inmediato del país, y acomodados en su nuevo destino y el resto fueron a cumplir condenas por tenencia y distribución de drogas.
Y con la crisis mundial con el consumo de las anfetaminas, que en algún momento los estudiantes consumían para no dormirse y prepararse para un examen, sobre todo la Efedrina que se conseguía más fácilmente y otros como algunos descongestivos nasales y que supongo que ahora están en una lista negra para controlarlos adecuadamente, algo que en Cuba resulta un imposible, porque en Cuba lo único que se controla es la disidencia, también se ha vuelto crítica la situación.
Estos neurotóxicos fueron extensamente empleados por los pilotos japoneses, sobre todo los kamikazes, durante la Segunda Guerra Mundial. Y su crisis comenzó justamente por su venta indiscriminada.
Paralelamente se produjo, con la llegada de turismo extranjero al país, un aumento del cultivo de mariguana principalmente en las provincias orientales y se crearon vías para introducir drogas fuertes desde el extranjero, sobre todo para dar respuesta a la demanda del turismo.
Mientras tanto, como ha ocurrido con todo lo que no le convenga, el gobierno encubrió este problema y lo hizo parecer como un fenómeno asociado a la sociedad capitalista, aunque todos los que visitamos los antiguos países socialistas, vimos que en ellos entre la juventud proliferaba este mal como una de las formas de protestar contra un régimen no afín a sus intereses, como pude ver en particular en la entonces llamada Leningrado, ahora nuevamente San Petersburgo, donde abundaban grupos de jóvenes drogándose.
Se especula que el gobierno colocó a agentes suyos para orientar el consumo de estupefacientes hacia la gente de mayor poder adquisitivo y principalmente los artistas más reconocidos, para de esa forma tenerlos controlados. De paso emplearon su mejor arma, los chivatos para infiltrarse en ese mundo o reclutaron a los capturados convirtiéndolos en informantes.
Pero desde antes, Cuba se había caracterizado por ser visto un país libre de drogas, hasta el día en que todo se supo, cuando fue descubierta como un gobierno corrupto a sus mas altos niveles y con fuertes lazos con el narcotráfico.
La Causa No. 1
Uno de los momentos en que se descubrió lo que el régimen estaba ocultando fue la Causa No. 1
Ahí se vio, como algo imposible de seguir escondiendo por el escándalo internacional que existía alrededor de ello, que Cuba fue un punto natural de circulación de drogas en el Caribe, gracias a las relaciones de los Hermanos La Guardia y sus negocios con Pablo Escobar.
En 1989 el General Arnaldo Ochoa fue acusado de estar vinculado con varios oficiales del Ministerio del Interior, encabezados por los hermanos La Guardia para realizar operaciones de narcotráfico con el Cartel de Medellín de Colombia. Ochoa y trece implicados fueron convictos de contactar con narcotraficantes, traficar seis toneladas de cocaína, diamantes y marfil, utilizar el espacio aéreo, marítimo y terrestre cubano para esas actividades, lo que se considera alta traición. Ochoa y Los hermanos Antonio y Patricio de la Guardia fueron los principales organizadores de la red probándose que en el aeropuerto de Varadero Matanzas, aterrizaban las avionetas cargadas de droga desde Colombia y Panamá y de allí salían hacia Estados Unidos gracias a su cercanía. Estamos hablando del viejo aeropuerto de Varadero, el único existente en los años ochenta, uno con muy poco tráfico.
También se despachaba la droga por mar en lanchas rápidas por militares cubanos al mando de Ochoa y los hermanos La Guardia y todas las operaciones bajo instrucciones de Raul Castro.
Al igual que habian hecho en 1959 con la ola de fusilamientos al asumir el poder el gobierno revolucionario y donde los fusilados fueron registrados en el los libros de entierro del Cementerio de Colón no como muerte por fusilamiento o asesinato, sino como resultantes de homicidio o hemorragia interna, el fusilamiento del General Arnaldo Ochoa el 13 de julio de 1989 fue consignado como muerte por anemia aguda. El alto oficial Tony de la Guardia, y los chivos expiatorios menores Amado Padron y Jorge Martínez acompañaron al general en ese destino y los verdaderos culpables siguieron en el poder, uno hasta su tan esperada muerte mientras que el otro, su hermano, continúa destruyendo al país.
Todos los implicados habían sido héroes toda su vida y a partir de un día fueron catalogados de delincuentes y ello nos sirvió no solo para darnos cuenta de que los Castro han actuado siempre como unos mafiosos que no respetan ni valoran siquiera a los que siguen sus órdenes y sus ideas. Todos recordamos ese como uno de los hechos más bochornosos y traicioneros de la llena de desvergüenzas y muy triste historia de la revolución cubana.
Los borrachos y las boticas
Las boticas han cambiado mucho desde mis tiempos juveniles ahora. No voy a hablar del resto del mundo porque en las farmacias se vende casi de todo, hasta alimentos, cerveza y vinos, juguetes, lo impensable, y entonces solo se vendían medicamentos y lo más novedoso era la botica de la esquina de mi casa, en Salvador y Suzarte, cuyo boticario, Benito Perales, complació a su mujer, que después sería famosa tanto en Cuba como en Miami, Mirta de Perales, poniéndole un local frente a la farmacia donde tenía su peluquería y delante un puesto de frozen, una novedad entonces y que costaba diez centavos cuando en el establecimiento contiguo, un puesto de chinos, ofertaban unos helados exquisitos a solo cinco centavos y de diferentes sabores todos naturales.
Pero había algunos que iban a las boticas para curar los males resultantes de una borrachera y que no se les quitaban por los medios tradicionales. Como vivía casi enfrente a una vi muchos casos de este tipo, porque los muchachos siempre nos enterábamos y nos llamábamos unos a otros cuando había un borracho en el barrio, porque era mas entretenido que los muñequitos de la televisión.
Algunos remedios caseros de esos tiempos eran los siguientes:
- Tomarse otro trago para compensar. El cuerpo demora alrededor de una hora para procesar cada bebida, así que si vuelves a tomar alcohol el único efecto que tiene es aumentar el malestar.
- Comer algo fuerte. Lo acostumbrado era tomar sopa bien sustanciosa, aunque lo recomendable científicamente es no comer alimentos grasosos ni pesados y en su lugar tomar mucha agua, pero nadie hace eso.
- Una ducha fría. Esto hace que el borracho se sienta más despierto y alerta, pero no hace nada respecto al alcohol en el cuerpo y además puede causar un shock si la dosis alcohólica es muy alta y también está el peligro de resbalar y caerse.
- Tomarse un café bien fuerte sin azúcar. Es otro mito, eso lo inventó alguien a quien le gusta el café en esa forma. El café no relaja ni reduce el nivel de alcohol en sangre, sino que te estimula aún más.
- Forzar el vómito. Solamente es válido en los momentos siguientes a haber tomado un trago, ya después el alcohol está siendo procesado o está en la sangre, así que lo que contribuye es a deshidratar a la persona.
Yo creo que el farmacéutico podría probablemente darle estos consejos, venderle unos alka-seltzer y mandarlo a reposar, aunque también el borracho posiblemente no le hiciera ningún caso y recurriera a los que tradicionalmente conocía.
Mientras tanto, al margen de la situación actual de desabastecimiento de medicamentos en Cuba, ya no es posible o muy difícil conseguir elixir paregórico, otras pastillas para de alguna forma drogarse o hasta los medicamentos más elementales, porque todo ello forma parte de una política institucional y gubernamental de lucha contra las drogas.
Muy a menudo hablan en la prensa cubana acerca de su exitoso combate contra las drogas, la incautación de alijos de droga procedente del exterior o detectadas en los aeropuertos, pero no dicen nada del intenso tráfico de droga interno, del cultivo de mariguana y de la gran participación en ello de los emigrantes procedentes de otras provincias y que ilegal e inmoralmente se consideran ilegales por las autoridades, con una política estilo soviética que no les permite radicarse legalmente en la capital, por lo que se ven obligados a vivir no solamente en condiciones muy difíciles, en barrios marginales insalubres, sino que tienen que buscar medios para sustentarse al no poder trabajar por no tener documentos para ello, por lo que se dedican a traficar mariguana desde su lugar de origen y distribuirla, casi como única solución.
En la práctica, la mariguana nunca ha faltado. Mientras que en los años ochenta un cigarro de mariguana costaba diez pesos, ahora cuesta cuatro o cinco veces más, dependiendo de su calidad, porque si es colombiana o mexicana aumenta su precio. En todos los barrios hay vendedores de mariguana y los compradores ya no son los frikis o hippies, sino cualquiera sobre todo los que han probado las anfetaminas y quieren algo diferente, pero no tienen poder adquisitivo para darse el lujo de consumir el polvo u otras drogas.
Por eso casi en silencio se anuncia en la radio y la televisión, la existencia de líneas de ayuda y clínicas de desintoxicación y se alerta del peligro del uso de drogas.
Un artículo donde entrevistan a varios habitantes de Santa Elena, una ciudadela miserable en Santiago de Cuba, muestra cómo varias personas expresan que allí es más fácil encontrar alguien que venda un cigarro de mariguana que un pomo de agua natural.
Farmacopea guajira
Y ya que hablamos de las boticas, no hay que olvidar que la gente que era de origen campesino, y muchos de lo que no lo eran, no creían en otra cosa que no fuera la farmacopea guajira, esos eran los remedios que realmente curaban, lo otro era para cobrarles el dinero que no tenían.
Todo guajiro conocía las plantas que tenía a su alrededor y se servía de ellas inteligentemente porque era parte de lo que sus padres le habían transmitido.
Entre las más empleadas estaban la piña de ratón para combatir los parásitos intestinales; las raíces de la palma real y la de la cañabrava se empleaban como diuréticos y como antidiabéticos; el jarabe de güira era el remedio por excelencia contra los catarros, en particular la güira cimarrona mezclada con miel de abejas, que también era laxante; las semillas de calabaza también eran muy efectivas contra los parásitos más comunes, los ascaris lumbricoide; el cocimiento de helecho macho era el remedio contra la lombriz solitaria o tenia; para el asma lo mejor que había era la baba de la corteza de guásima, que también era antihistamínica y alivia inmediatamente la intoxicación por guao; el té de yagruma igualmente alivia el asma; el culantro el dolor de estómago; contra la diarrea lo mejor era cocimientos de hojas de guayaba; y el mangle rojo y la sábila eran lo más efectivo para detener hemorragias.
Ya la higuereta, el mastuerzo y el cundiamor lo procesaban muchas boticas en todas partes y todos conocían los efectos beneficiosos de la manzanilla, el eucalipto, el berro, el tamarindo, la verdolaga, la salvia, la escoba amarga, la vicaria blanca, la yerbabuena, la frutabomba, en fin, una lista interminable.
Algunos promovieron la creación de una industria farmacéutica cubana empleando las propiedades de estas y otras plantas, pero las grandes droguerías hicieron lo imposible para que ello no progresara, ya que estas se volvieran una competencia indeseable porque iban a ser más baratas que sus patentes.
Por eso, el elixir paregórico, el que vendían en la botica de la esquina sin preguntar nada, ese ya nadie lo usa, solo lo añoramos la gente como yo que no puede dejar de pensar que esos tiempos, a pesar de los pesares, eran mucho mejor que los actuales.
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