La triste suerte de los jubilados en Cuba

La triste suerte de los jubilados en Cuba

“Hola a un mundo nuevo
Ya has pagado tus deudas,
ya cumpliste tu tiempo,
Dedicando incontables horas

Ahora, estás listo para el retiro.
Eso no significa que tu vida termina,
De hecho, está a punto de comenzar,
Grandes momentos te están esperando,

horarios, relojes, y reglas corporativas,
ya no tienen cabida en tu nueva vida.
Las aventuras abundan como estrellas brillando.
Hay todo un mundo de divertidos descubrimientos
que vienen sin fechas de vencimiento.

Cuando te sientas con ganas de viajar,
Estás libre para empacar y volar.
Ahora, quien manda eres tu, y
Los planes de jubilación dependen de ti.”

Sally Painter

Hay una frase que se empleaba mucho por los comentaristas deportivos, sobre todo en la pelota, cuando se formaba un desorden o protesta masiva, lo que era llamado la “cámara húngara”, lo que tuvo su origen en encuentros violentos en los que prima el desorden y la confusión y que tuvieron lugar entre los miembros de la Cámara de Diputados de ese país en más de una ocasión y no de un altercado en un juego de fútbol como dicen algunos.

Pues de eso me recordé, porque ya después de la revolución nunca volví a escuchar la frase, probablemente porque Hungría era un país socialista, esos hermanos del CAME que nos mantenían y por tanto no podían ser molestados ni con el pétalo de una rosa, cuando fui a la Dirección Municipal de Trabajo a principios de 2011 a recoger mi chequera de jubilado.

Allí había simultáneamente dos o tres tánganas comenzadas por personas inconformes con los montos de su jubilación y las protestas fueron subiendo de tono. Pero yo, desde décadas atrás, me había asegurado de que eso no me ocurriera y pudiera sentirme satisfecho con la recompensa de toda una vida de trabajo. Así que agarré mi chequera y me fui rápidamente, aún pensando que aquello era una pequeña victoria.

Durante muchos años estuve pensando cómo sería mi jubilación, por lo que a partir de mis capacidades busqué y pude insertarme en trabajos de buena remuneración, de manera que ello me ayudara a tener una vejez tranquila o más segura que el cubano promedio.

Los últimos años de trabajo alcancé un salario promedio de 1500 pesos mensuales, que entonces representaba tres veces lo que ganaba un médico, gracias a legislaciones especiales que me vinculaban al pago especial en la realización de programas de radio y televisión y el cimiento digital en que estaban soportadas, que era mi trabajo. Ello hizo que me pudiera jubilar con 1278 pesos, una jubilación que cuando la cobraba en las ventanillas de un banco, causaba admiración, porque la media de lo que recibían los jubilados era inferior a trescientos pesos.

Pero la vida es lo que ocurre mientras uno está ocupado haciendo otros planes, según definió magistralmente John Lennon y esa conquista fue efímera, porque decidimos irnos a vivir con nuestros hijos.

Me fui de Cuba hace diez años y el esfuerzo de toda mi vida, la jubilación, se evaporó como el humo, creo que esto es algo que solamente ocurre en nuestro país porque al final la jubilación no es un regalo ni un privilegio, sino algo que me merezco porque aporté durante decenios para acumularlo y tener derecho a disfrutarlo. Muchos norteamericanos se van a vivir a otros países, como México, donde su exigua jubilación, para Estados Unidos, les rinde muchísimo y les permite vivir holgadamente en otros lugares y no por ello pierden el derecho a disfrutarla, porque lo trabajaron.

Pero como decía mi amigo Oliva, Cuba es como el planeta Marte, donde todo lo absurdo puede ocurrir y ocurre.

Todos los jubilados, casi sin excepción, poniendo aparte a los que reciben sistemáticamente ayuda de familiares en el exterior, tienen que vivir del invento, de lo que jamás pensaron, para poder sufragar sus necesidades más básicas, entre ellas la comida. Un lujo es algo impensable y una rotura de un equipo electrodoméstico es toda una tragedia porque no tienen forma de resolverlo. La calidad de vida de muchos ancianos se ha visto afectada por la subida de los precios en el sector estatal y la ausencia de productos que antes se comercializaban en las tiendas recaudadoras de divisa. Y no me refiero al momento crítico que se vive en Cuba, sino a dos decenios atrás o más.

El que se va a jubilar en Cuba tiene que pensarlo mucho

No era ninguna casualidad que los conocidos que se jubilaban, en su mayoría, tenían que buscar un medio de vida que les completara la ridícula jubilación que recibian y con la que era imposible afrontar los gastos mínimos para sobrevivir. Muchos se dedicaban a vender maní, de los cuales algunos se dedicaban a tostar y envasar para vender a peso el cucurucho. Otros hacían raspaduras u otro tipo de dulces como coquitos acaramelados, o lo que fuera factible según la disponibilidad de materias primas. Otros se levantaban bien temprano para hacer cola en el quiosco de periódicos y acaparar unos cuantos ejemplares para revenderlos a peso, mientras otros se ubicaban convenientemente para cuidar los baños de restaurantes, ofreciendo papel y jabón a cambio de una propina, y algunos se adueñaron de una calle o parte de ella para ofrecerse a cuidar el carro parqueado para evitar un robo, que al final si ocurría, ellos no podian responder ni lo hacían.

Surgió o más bien se inventó el servicio de mensajero, en tiempos cuando el abastecimiento era mucho mejor que ahora y que representaba ir varias veces al día a la bodega o a otros establecimientos, para llevar los mandados a las casas. Algunos se especializaron en cargar y rellenar las balitas de gas, cuyo abastecimiento normado normalmente se encuentra en lugares alejados, por lo que era un trabajo, aparte de mas peligroso, de mucho mayor esfuerzo que no todos podían realizar.

Y los más pobrecitos quedaron para vender cigarros sueltos o por cajas, jabitas de nailon, jabón o lo que apareciera, o para hacer colas donde fuera necesario a cambio de un pago, sobre todo cuando aparecía la papa vendida por la libre o en lugares de trámites del registro civil u otros, colas en las embajadas, para entrar a un banco o lo que fuera que les reportara cualquier suma, por ridícula que les pareciera, pero que era un alivia a su inmensa necesidad.

Estados Unidos: el paraíso de los jubilados cubanos.

Sin pensarlo siquiera, yo he sido uno de los jubilados cubanos que ha encontrado un paraíso en Estados Unidos. Mis historias con emigrar de Cuba ya las he narrado varias veces en este blog y sobre todo la disyuntiva que se me presentó en 1980 de irme con mi mujer y mis hijos por el Mariel con mi padre, pero el costo familiar por la situación en ese momento con la salud de mis suegros hizo que determináramos el quedarnos, renunciando así a un sueño que probablemente no se repetiría.

Otras posibilidades tuve de quedarme en otros países, pero estaba claro que mi familia no la dejaba atrás, por muchas consideraciones que hubiera , y que era el pensar de mucha gente, de que estando fuera de Cuba los iban a ayudar económicamente y más tarde a emigrar. Nunca estuve dispuesto a pagar ese precio, así que todo lo que quedó fue esperar a que mis hijos tomaran su determinación de si querían vivir en un país como Cuba o ser libres en todo sentido. Yo sabía la respuesta pero les correspondía a ellos esa decisión. Además ya había vivido la experiencia de mi amigo Jaime que se quedó en Canadá en 1989, su familia se desintegró y volvió a ver a sus hijos más de veinte años después, cuando ya casi era un desconocido para ellos, solamente el que mandaba dinero. Eso no podía ocurrirme a mí.

Como he narrado, mi hijo menor Alexander se fue a vivir a Argentina en 2003 y dos años después a Estados Unidos y mi hijo mayor Carlos, fue a México en 2010. Así y todo sabíamos que iban a comenzar una nueva vida y llevar con ellos a vivir y mantener a sus padres era una distracción importante en lo que les esperaba, por lo que nunca presionamos con ese tema, es más, ni lo pensamos.

Por supuesto que teníamos esperanzas de viajar de visita a ambos países para saber cómo vivían y volver a verlos, pero ellos tomaron la decisión por nosotros, así fue que fuimos a vivir un tiempo a México y después a Estados Unidos.

Por supuesto que México, país al que queremos mucho, y al que nos unen muchos lazos afectivos, no solo por mi hijo, sino por mi nuera Pilar y su familia, pero no tiene una política de protección a las personas de la tercera edad y su sistema de salud es mucho más deficiente que el de Cuba entonces. Eso principalmente, a lo que se le sumó un elemento más importante, la aparición de nuestro primer nieto en Miami, nos hizo decidirnos ir a vivir a Estados Unidos.

Y en ese país encontramos mucho más de lo que pensábamos.

Mientras los norteamericanos al jubilarse buscan un país donde el costo de la vida sea menor, los cubanos jubilados tienen en Estados Unidos, a pesar de considerarse por sus ingresos, que su vida está por debajo del umbral de la pobreza, lo que jamás tuvieron en su país, por muy encumbrada que fuera su posición en la Isla.

Muchos cubanos jubilados vienen a Estados Unidos principalmente para estar con su familia y no quedarse solos, pero se encuentran con una realidad: la familia aquí ya no es lo que era en Cuba, sino básicamente la constituida por los padres y los hijos menores. El resto debe buscar su ubicación aparte. No es que sean desatendidos, pero no es lo que acostumbramos. Los nietos van a visitar a los abuelos pero no comparten su vida completamente como es habitual en Cuba.

Eso para nosotros en particular y para muchos, es una dura realidad y no quiero pensar en aquellos en que la pareja pierde uno de sus miembros. Es más duro aún.

A pesar de todas estas cosas diferentes a nuestro estilo de vida y al que hay que acostumbrarse, están presentes los beneficios que le permiten a los cubanos de la tercera edad pagarse una renta, recibir una ayuda para alimentos, disponer de transporte público y telefonía celular gratis y contar con los servicios de salud desde lo más simple hasta los de mayor gravedad sin pagar nada, incluyendo todo lo relacionado: medicinas, atención dental y de la vista. A nada de eso se puede aspirar en Cuba, por lo que viene a ser una especie de compensación por la mala vida que tuvimos en nuestro país, además de tener a nuestros hijos relativamente cerca y la posibilidad de viajar a ver a los que están en otros países.

Llegar a viejo en Cuba y en Estados Unidos.

La gente de mi generación trabajó toda la vida pensando que al final tendrían su recompensa con una existencia tranquila y segura, al margen de los vaivenes políticos de nuestra islita.

Mientras tanto los americanos no piensan mucho en la jubilación, sino en cómo crear una economía sólida que les permita al fin de la vida no solo contar con un retiro decente, sino también con propiedades, cuentas de ahorro y otros valores que sirvan como un respaldo importante. Así es que llegan a la edad de retiro con al menos una casa y un carro, una cuenta en el banco y una prestación de seguridad social que les permite vivir. Como vimos, algunos prefieren mudarse a un lugar donde la vida sea más barata, sin tener en cuenta que cosas como la medicina no respaldan el natural deterioro de las personas de mayor edad. Pero al final son libres de determinar lo que quieran hacer.

Tal es el caso de México, donde en particular conocimos que hay importantes colonias de norteamericanos en varios sitios. Se calcula que en México viven un millón de extranjeros de ellos, de los que cuentan con más de sesenta años de edad, más de la mitad son norteamericanos y se ubican principalmente en San Miguel de Allende en Guanajuato o
Ajijic, Jalisco, junto al lago de Chapala, Cancún y Playa del Carmen en Quintana Roo, en Mérida, Yucatán y otros en Baja California Sur como Los Cabos, La Paz y Ensenada.

En Cuba no hay opciones, con la edad se pierde la autonomía económica, se crea una mayor dependencia y necesidades de cuidado, por lo que los que piensan de forma más “moderna”, desvalorizan a las personas por su edad, sobre todo por la pérdida de valores de la sociedad cubana.

En particular las mujeres, que durante gran parte de su vida conciliaron sus obligaciones laborales con la atención a la familia, en algunos casos abandonando o interrumpiendo el trabajo para hacerse cargo de los padres, esposos o hijos, cuando llegan a la vejez, siguen siendo los principales elementos en la atención de otros, por lo que son las más sacrificadas y muchas veces las menos valoradas. Como género, la mujer vive más que el hombre, pero no tiene mejor calidad de vida.

Cuba: un país envejecido

Según datos de la ONU, en el año 2018, por vez primera en la historia, mundialmente las personas de más de 65 años, son mayor cantidad que los niños menores de cinco años, lo cual muestra que la población mundial está envejeciendo.

Pero en el caso de Cuba el tema es mucho más grave, ya que nuestro país, al ritmo que va, donde en estos momentos es el país más envejecido de Latinoamérica, se estima que en 2050 será el segundo país más envejecido del mundo, con un tercio de la población con más de 60 años

También hay otro elemento muy gráfico, y es que en Cuba casi el 65 por ciento de las personas mayores dejaron de trabajar antes de cumplir con los requisitos para recibir prestaciones de la seguridad social, siendo mayoría las mujeres que se vieron obligadas a ello por la necesidad de cuidar a hijos, padres o esposos. De ahí que las mujeres cuenten con menos ingresos monetarios, ya que muchas no están ya en el mercado laboral ni tienen ninguna jubilación.

En Cuba, la mayoría de las personas mayores salen del empleo antes de cumplir con los requisitos para acceder a los beneficios de la seguridad social (64,5 %) y esto constituye una práctica más frecuente entre mujeres. Por su parte, existe un porcentaje significativo del total, lo que se compensa por el hecho de que la ayuda de familiares en el exterior están destinados principalmente a mujeres.

Los ideólogos de la revolución cubana dicen que la población ha envejecido no porque las condiciones de vida sean tan duras que la gente prefiere tener hijos o porque los jóvenes tienen una sola meta en su vida, irse del país, sino porque gracias al sistema socialista la esperanza de vida del cubano ha aumentado hasta 76,5 años y ello se ha conseguido en un lapso menor que lo que demoraron los países europeos (como si en esos países no hubiera existido una guerra tan devastadora y los conflictos posteriores que deterioraron éstos indicadores sensiblemente),

Si algo han aprendido los dirigentes cubanos del antiguo campo socialista, es no solo a mentir descaradamente, sino a encontrarle explicación a su favor a absolutamente todo.

No country for old men

“No es país para viejos” es una película fuerte, como casi todas las de los hermanos Coen, también podía haberse llamado “no es un lugar para los débiles” o ” no es un lugar para los jubilados” y todas esas interpretaciones me llevan a pensar que en lugar de haberla ubicado en Texas, perfectamente podía haberse tratado no con su argumento de la apropiación de dinero ajeno y la persecución para recuperarlo, sino que podía situarse en Cuba, confrontando a dos jubilados que pretenden vender maní en la misma parada de la guagua, o ser los parqueadores o mas bien cuidadores del mismo pedazo de calle del que se apropiaron para malcriar el robo o saqueo de los carros estacionados y por ello les den unas monedas. y los conflictos derivados de esa lucha por la supervivencia de los viejos en la Isla.

Definitivamente Cuba no es un país para viejos, de hecho no es siquiera para jóvenes y por eso ellos se largan, pero a los viejos, en su inmensa mayoría, no les queda ni siquiera ese recurso.

Solo les queda volver a repasar lo que ya saben, que sus ingresos no les alcanzan para cubrir sus necesidades básicas ni siquiera en un porciento mínimo, por lo que las privaciones, carencias y miserias que lo amenazan, tienen que ser resueltas ya no saben cómo.

Porque llegar a viejo en Cuba es la última carta de la baraja, lo más indeseado, la alternativa que nadie quiere.

El cuento de la vejez digna en Cuba.

Siempre se dijo por las autoridades gubernamentales que una buena siembra representaba una buena cosecha, pero la triste verdad es que esa no era sino otra frase de las tantas que nos han bombardeado desde siempre y que pierde su sentido en Cuba.

Si algo tiene la vejez en Cuba es que es cualquier cosa menos digna y que no se recoge nada aunque uno haya hecho la mejor siembra.

Si las personas que trabajan, ya sea para el Estado, o ahora en forma privada, tienen una lucha tremenda para subsistir, qué podía esperarse que sucediera con los ancianos, dependientes mayormente de un monto de seguridad social, sino que cayeran por debajo de la línea de la mayor pobreza, que con las medidas económicas que cada dia van introduciendo para mantener la vitalidad del sistema socialista, o sea, que el régimen pueda mantenerse en el poder, cada día afecta más a los que tienen menos.

Varios especialistas en economía concluyen que la masa de personas en pobreza incluye al 51 por ciento de los habitantes del país, incluyendo casi la mitad de la fuerza de trabajo estatal, los pensionados y los que viven de la asistencia social, es decir 5,7 millones de personas.

Y no son solamente los ingresos, sino la calidad de vida.

La vivienda y otros problemas sociales

Los problemas de la vivienda pueden resultar muy frustrantes para la gente joven que quiere crear una familia y tener hijos, pero sin duda a quien más afecta es a las personas mayores, que además de tener problemas con su privacidad, su comodidad y el espacio, están afectadas, sin poderlo solucionar, por el deficiente estado de los inmuebles, problemas con el suministro de agua y el saneamiento, el suministro de electricidad y el uso de combustibles para cocinar.

Como es lógico, las personas mayores no se sienten motivadas, ni pueden en su mayoría, dedicarse a mejorar sus condiciones materiales de vida, a lo que se suma que su participación en actividades de entretenimiento y esparcimiento son casi nulas y sin vínculos con otras personas y grupos sociales, lo que se agrava por el elemento que mencionamos del rechazo a los viejos por la pérdida de valores que siempre existieron y que rendían respeto y veneración hacia los más viejos, fueran o no de la familia.

Además los viejos deben ocuparse ellos mismos de resolver sus problemas, por lo que son altamente vulnerables y están obligados a resolver problemas que a los jóvenes les cuesta trabajo como son los derivados de la falta de alimento, de transporte y de medicinas, largas colas e insatisfacción con casi todo.

Si a eso le sumamos la carencia de un sistema efectivo de atención al adulto mayor, que solo tiene algunos visos y no llega al alcance de muchos, pues de veras los viejos, en muchos casos, están sufriendo una especie de muerte en vida. Y no se trata, como todo en Cuba, de una carencia total de recursos, sino de destinar los recursos a aquellos que más lo necesitan. Para otras cosas, como actividades políticas, viajes de dirigentes y mantener a la nueva clase con un nivel de vida holgado, siempre aparecen los recursos, más los que se han robado y atesoran en el exterior los grandes personeros del gobierno.

Para los viejos, que no sean del clan gobernante, solo hay una definición: ya vivieron bastante, que los parta un rayo, menos a Radul Castro, que a ese le han comprado 16 elevadores personales para ubicarlos en sus distintas mansiones en toda la Isla. Para eso se hizo una revolución del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, para eliminar a los explotadores, que fueron erradicados y ahora hay una nueva clase peor que la anterior.

Si las personas que trabajan, ya sea para el Estado, o ahora en forma privada, tienen una lucha tremenda para subsistir, qué podía esperarse que sucediera con los ancianos, dependientes mayormente de un monto de seguridad social, sino que cayeran por debajo de la línea de la mayor pobreza, que con las medidas económicas que cada dia van introduciendo para mantener la vitalidad del sistema socialista, cada día afectan más a los que tienen menos.

No es que en todos los países del mundo los jubilados vivan cómodamente, pero al menos mi experiencia como jubilado cubano en Cuba, comparado con mi condición de beneficiario de la seguridad social en Estados Unidos, no tiene la más mínima comparación. Puede haber un millon de problemas y defectos en este país, pero aquí se respeta la dignidad humana.

No se crean mucho la historia de los “homeless” o vagabundos, ellos viven así porque así lo prefieren, no se acogen a los beneficios de los desempleados porque no quieren trabajar y muchos son enfermos mentales o viciosos, desajustados sociales o delincuentes que no tienen cabida en la sociedad. El umbral de la llamada “pobreza” en Estados Unidos es un escalón muchísimo más elevado que el nivel de vida de los profesionales en Cuba.

Pobreza es otra cosa, es la que vi en Argentina, en México y sobre todo en Cuba, porque además de la miseria está acompañada de la falta de esperanza. Los que justifican el por qué de la revolución, nos muestran fotos de la pobreza extrema que existía; entonces era un porciento de la población, ahora es casi la totalidad.

Por eso puedo afirmar que afortunadamente estoy entre ese grupo de cubanos que estamos viviendo la última etapa de la vida en Estados Unidos, un país para viejos, para jóvenes y para cualquiera que tenga deseos de una existencia mejor…y en libertad.

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