Lugares y hechos interesantes de Cuba II
El parque de la Fraternidad.
A un costado del Capitolio de La Habana, existe un parque con una historia singular.
El 24 de febrero de 1928, con motivo de la celebración de la Sexta Conferencia Panamericana, celebrada ese año, se produjo un hecho interesante y hermoso: con tierra traída de sitios históricos de las veintiuna repúblicas de América Latina, se sembró y abonó la Ceiba del Parque de la Fraternidad Americana, representación del símbolo de la hermandad entre las naciones del continente en Cuba.
El Árbol de la Fraternidad, con el aporte de tierras de los territorios sagrados de sus patrias, se creó como un símbolo que fortaleciera esa hermandad a través de la llamada “Ceiba de América”.
Allí fue mezclada la tierra de la casa natal de George Washington, la tierra de Plaza de Mayo en Buenos Aires, los campos de Maipú en Chile, la casa del Libertador en Venezuela y del lugar de Panamá donde Bolívar celebró el Congreso Panamericano y muchas otras del resto de los países.
Por supuesto que Cuba aportó tierra de La Demajagua, cuna de nuestra independencia por parte del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes.
Esta Ceiba fue trasplantada desde el barrio del Cerro, donde fue sembrada el 20 de mayo de 1902, cuando Cuba celebró su independencia y ocupa el centro o parcela mayor del llamado gracias a ella, Parque de la Fraternidad, resguardada por una hermosa y monumental reja y por bloques de mármol de Isla de Pinos, los que resguardan a su vez el acta de la ceremonia.
Desgraciadamente América Latina nunca ha llegado a ser lo que se pretendía a pesar de haberse mezclado las tierras de sus lugares sagrados. Pero es un hermoso lugar que no valoramos suficientemente, por el grado de deterioro que tiene toda La Habana.
Boceto del trabajo de herrería y el diseño de la entrada al cementerio, los cuales nunca lograron concretarse.
Cementerios de La Habana. El Cementerio de los Ingleses
Cuando se habla de cementerios habaneros solamente nos viene a la mente uno, sólo uno, el hermoso y conocido Cristóbal Colón, pero lo cierto es que la ciudad contó y cuenta con una enorme cantidad de últimas moradas, las que vale la pena conocer.
El Cerro tuvo su pequeño cementerio, edificado en la que actualmente conocemos como calle Sarabia y el primer sepultado en aquellos predios fue un esclavo lucumí, Apolonio. Pero eran terrenos cenagosos y los cadáveres emergían ante cualquier inundación.
En la confluencia de las avenidas de Boyeros y Puentes Grandes existió otro cementerio,del cual se conservan algunos muros. En 1832 surgió el Cementerio de los Ingleses ( como era conocido popularmente), se construyó en el camino hacia la Chorrera, emplazado sobre un antiguo pudridero de los Uveros, actualmente río Almendares, entre la costa y las calles H, 5ta y acera este de la calle G, en el Vedado.
En el Paseo de Carlos III, entre la calzada de Infanta y el camino que llevaba a la ermita de Monserrate y al parque de La Requena, se instaló el Cementerio de los Molinos, el que funcionó muy poco tiempo. En Atarés, en la falda izquierda del castillo del mismo nombre, también se erigió un cementerio en abril de 1850, fungiendo como tal hasta el año 1868.
Y también hubo unos cuantos más, como el de Casa Blanca, Jesús del Monte, en la Víbora, tuvo su exiguo camposanto, al fondo de la iglesia,el Hebreo, el Macabeo y el Sefardí, edificados en Guanabacoa en el siglo XX y por supuesto están los que han perdurado en el tiempo: el Bautista y el Chino.
En el Vedado radicó el primer recinto oficial conocido para depositar los restos de los no católicos en la antigua villa de San Cristóbal de La Habana, específicamente entre las actuales calles 11 y 15, y B y E, el llamado Cementerio de los Americanos, de los Ingleses o de los Protestantes, adquirió fama de sitio maldito, debido a la aparición esporádica de cadáveres despedazados por animales carroñeros.
El propietario de los terrenos de la necrópolis, Antonio de Frías debido a los cuentos de horror decidió vender parte de las tierras para oficializar el lugar como cementerio. En esos momentos era un lugar ideal para ello, pues tenía edificaciones aisladas y estaba fuera de los límites del centro urbano. Desde su fundación en 1809, el cementerio tuvo un reglamento propio, del que fue responsable el capitán general de la Isla.
Hay que recordar que a partir de la revolución haitiana, aumentó el número de extranjeros, así como por los decretos del intendente Alejandro Ramírez, de fomentar la inmigración de colonos blancos a Cuba, fueran o no católicos, entre los que hubo muchos comerciantes norteamericanos.
El descuido del lugar y el desorden con los cadáveres constituyó quejas de los que vivían cerca, pues no había conocimiento de las características de los nichos ni de cómo eran los enterramientos. Todo ello llevó a que el cementerio fuera cerrado en la segunda mitad del siglo XIX.
Quizás había pasado por allí en más de una ocasión y no le había prestado mucha atención, pero cuando me mudé cerca de ese lugar, pude constatar que más que un cementerio, se me asemejaba mucho a un cementerio pero completamente abandonado y descuidado.
En tiempos de su fundación en 1877 el entorno no era ni remotamente parecido a lo que es hoy en día el Nuevo Vedado.
El Cementerio San Juan Bautista, que es el Cementerio Bautista de La Habana, es un oasis funerario de una comunidad de cristianos protestantes, que ahora está rodeado de casas modernas, inventadas o modificadas junto a sus muros y en los alrededores hay varios edificios altos, y cuenta con vegetación frondosa, mostrando un ambiente de parque sin regulaciones.
Este es un cementerio pobre, carente de valores arquitectónicos, como los que poseen casi todos los cementerios habaneros y que está dominado por el abandono y la destrucción de la mayoría de los sepulcros, lo que muestra que pertenecen a fechas muy antiguas o a familias que desaparecieron completamente o se marcharon de Cuba. Allí sólo prosperan los grandes árboles, como muestra de que hasta con morir, el hombre crea nueva vida.
Hasta me pregunté si eso sería algo completamente olvidado, justo en medio de la ciudad, y no puedo responder si todavía allí se producen ceremonias fúnebres.
Entre las Calles San Juan Bautista y 37, en el área residencial La Dionisia, Nuevo Vedado, un barrio marginal que no ha progresado mucho, el Cementerio Bautista de La Habana fenece en el olvido.
El Cementerio Chino
En mis caminatas con mi perra Lía, un braco alemán de pelo corto o Pointer Alemán, perros que son audaces, cariñosos, entrenables, inteligentes y bulliciosos, pude constatar, en decenas de veces, que cuando caminando por la Avenida 26 en Nuevo Vedado, me acercaba al muro del cementerio Chino, Lía, siempre halando como una locomotora, quería dar marcha atrás o cruzar la calle, evitando acercarse al Cementerio.
Puede ser olor a muerto (aunque a los perros les gustan los malos olores), temor ante alguien (no siempre iba a estar la misma persona allí) o quién sabe qué. Yo, como he expresado anteriormente, no creo ni en la vida después de muerto, ni en espíritus ni en nada que no sea material, pero realmente no encuentro una explicación a la actitud de Lía. Y no fue casualidad de una, o varias, sino de todas las ocasiones en que por allí pasaba. ¿Tendrá algún secreto el Cementerio Chino para evitar su entrada allí y profanación de las tumbas o quitarles las ofrendas a los muertos?
Lo que sí es válido es que todo aquel que visita La Habana quiere conocer la necrópolis Cristóbal Colón, colosal obra de elevado valor histórico y artístico, que casi borra de la memoria colectiva la existencia del Cementerio Chino, ubicado muy cerca del renombrado camposanto habanero.
Los chinos comenzaron sus gestiones para tener un espacio donde sepultar a sus súbditos en 1882 a través del cónsul Lin Liang Yuan, su representante en la Isla, los que solicitaron autorización a las autoridades españolas para construirlo, sin embargo éstas se negaron aduciendo que ya tenían un espacio en de Colón para tales efectos, aislado, con puertas independientes, destinado no sólo a ellos, sino a todos los no católicos. Necesitaron once años para que se atendieran sus ruegos, el 20 de mayo de 1893 iniciaron la construcción de uno propio, después de vencer la resistencia de la iglesia católica.
Éste se emplazó en la finca Las Torres, en un espacio de nueve mil metros cuadrados, reparto Aldecoa, propiedad de Federico Kholy, a una cuadra de la necrópolis Cristóbal Colón. En la puerta, en su parte superior, reza una inscripción ante la que los curiosos suelen detenerse. SAN YU CHUN WA ( Cementerio General Chino); no es ningún enigma o conjuro como puedan suponer los que hagan un alto ante el pórtico principal y alcen su mirada.
Hay que recordar la gran influencia e importancia de la cultura de esa nación en la isla, donde la gastronomía, la medicina tradicional y las artes marciales, entre muchos otros elementos que componen la sociedad, son aspectos claves de la cultura de la mayor de las Antillas y constituye el tercer componente de importancia en la identidad nacional cubana.
En este lugar de reposo eterno, descansan chinos destacados en las gestas por la liberación de la isla caribeña, maestros, médicos y artistas y aunque alrededor de más de seis mil chinos integraron las filas del Ejército Libertador en la lucha contra la metrópoli española, sólo se conservan en ese lugar los restos del centenario mambí Juan Chao Sen y del teniente coronel José Bu Tack.
Desde el punto de vista arquitectónico, según sus investigaciones, predomina la caligrafía china que es el recurso expresivo de más fuerza, acompañado de grullas, leones, dragones, techos de teja, a dos aguas y por supuesto el arbolado como señalando la armonía con la naturaleza, todo propio de la filosofía china y del ritual funerario vinculado a la familia y al espíritu,
En el primer aniversario de la desaparición física, los seres queridos queman incienso, encienden velas y colocan ofrendas de los alimentos que le gustaban al fallecido sobre un altar. El respeto hacia los muertos implica practicar siete períodos de luto, de siete días cada uno.
Actualmente el cementerio chino sólo admite a ciudadanos de esa nación asiática, cónyuge y sus descendientes hasta la segunda generación. Una inhumación en el Cementerio Chino no es tan simple como en el resto, es una expresión filosófica china, con curiosos rituales que cumplen los deseos del fallecido y los deseos de que su espíritu tenga buena salud, para lo que nada mejor que sembrar las plantas escogidas en el lugar donde reposen sus restos.
Una mujer arregla una ofrenda durante las celebraciones del Festival de Qingming en el Cementerio Chino de La Habana, Cuba, el 2 de abril de 2017. El Festival de Qingming, también conocido como Día de Limpieza de Tumbas, celebrado en China, es el equivalente al Día de los Muertos en otros países.
Esta necrópolis está dividida en cuatro cuadros regulares que representan el cielo, la tierra, el mundo de los vivos y el de los muertos. En su interior alternan capillas, obeliscos y fosas excavadas en la tierra. Y todo se rige por un principio asiático de gran valor: “El valor estético reposa en la armonía del conjunto y en la representación de la belleza humana, que admite lo simple y lo imperfecto, para inducirnos a la meditación y al recuerdo”.
Ya no podré averiguar el por qué Lía no quiere cruzar frente al cementerio, pero quizás sea por la alta espiritualidad que los chinos dejan y hacen que persista en su camposanto.
Pero aparte de Lía, que siempre está a mi lado, y cuando no estoy esperándome en la puerta, cada vez que hablen del Cementerio Chino me voy a acordar de Carlos Varela y su bella canción “Callejón sin luz”.
“Justo detrás del Cementerio Chino
en el viejo callejón sin luz
detrás de la bandera
en el balcón de los vecinos
te me desnudabas tu.
Yo no era más que un duende sin abrigo
tu buda tu rabino y tu gurú
y justo en el oscuro cementerio
descubrí la vida encima de una cruz
hicimos el amor, sudamos el misterio
en el viejo callejón sin luz.
La vida es como un remolino
de polvo y hojas se hace la ilusión
los sueños envejecen como el vino
y el olor de una canción.
Justo en el borde del camino
en vez de aquella silla estabas tu
debajo de tu falda yo era el asesino
de aquel callejón sin luz.
Hoy te busqué en el Cementerio Chino
por el viejo callejón sin luz
y aún sigue la bandera en el balcón
de los vecinos
solo que ya no estás tú.
Mi amor fue un remolino
que daba vueltas cuando el viento eras tu
y ahora mi vida y mi destino
no son más que un callejón sin luz.”
Todo un regalo de música y poesía que no hay forma de acortar su letra.
Leocadia y el Hermano José, la segunda tumba más visitada
En el Cementerio de Colón de La Habana, dos tumbas enigmáticas son las más visitadas: la primera, la de Amelia Goyri conocida por “La Milagrosa” y la segunda, la del Hermano José. A esta última varios devotos concurren cada 19 marzo, fecha en la que se le conmemora con un toque de violín. Pero durante todo el año, varios fieles visitan la tumba de Leocadia Pérez Herrera en la Necrópolis de Colón, Cuba, para venerar al Hermano José.
Se cuenta que Leocadia Pérez Herrera y el Hermano José, el espíritu centenario del esclavo que invocaba en sus consultas, no responden a cultos o ceremonias religiosas afrocubanos, sino a su condición de espiritista y no de santera.
Leocadia había nacido en Güines el 9 de diciembre de 1893 pero vivió y desarrolló la parte más importante de su quehacer en el municipio capitalino de Arroyo Naranjo en la década de 1950. Se cuenta que recibía visitas de personalidades como Ignacio Jacinto Villa Fernández (Bola de Nieve), y el senador Heriberto Madrigal. Se dice que Fulgencio Batista solicitó sus servicios, pero ella rechazó las condiciones que le impuso; sin embargo, a su mujer, Marta Fernández, sí la consultó en ocasiones, y que muchas personas la veneraban, sobre todo de escasos recursos a quienes ayudaba sin recibir retribuciones.
Muchos son los mitos que rodean a Leocadia, la insensatez y el fanatismo religioso, la imaginación y la confianza en sus vaticinios moldearon las creencias en torno a su vida. Uno de los más sonados fue el retrato del Hermano José o Tá José, cuando el espíritu esclavo se le apareció a un pintor ciego y éste pudo dibujarlo con el pincel.
Como ocurre siempre con el imaginario popular, el cuadro se expuso durante el funeral de Leocadia y fue enterrado con ella. Los presentes afirmaron que la pintura se fue borrando y al momento de introducirla en el ataúd el rostro del esclavo estaba completamente borroso.
Pero la religiosidad hace que la gente se crea el cuento de la Virgen María y tantos otros, puede perfectamente dar por cierto esta historia. Y tanto es así que esta es la tumba más visitada después de la de La Milagrosa. Inclusive más de medio siglo después de su muerte y en un país donde todas las manifestaciones religiosas estuvieron prohibidas y perseguidas por décadas.
Winston Churchill en Cuba, corresponsal de Guerra y Primer Ministro.
La figura de Winston Churchill, sin duda de magnitud en la historia mundial, pero de su relación con Cuba, salvo su afición a los tabacos cubanos o habanos, que hasta lo honran con uno con su nombre, no se conoce mucho.
En 1895, Winston estuvo 18 días en Cuba y participó como observador en la Guerra de Independencia, y como curiosidad, celebró su cumpleaños número 21 bajo fuego mambí.
El investigador canadiense Hal Keplak, en su libro Churchill comes of age: Cuba 1895 narra:
“En Cuba se inició como corresponsal de guerra, analista, político, estratega y enlace con un ejército extranjero, todo por primera vez, fue donde comenzó a manifestar cualidades que lo caracterizarían toda su vida”.
Entonces recién graduado en la escuela militar Sandhurst, obtuvo los permisos necesarios para unirse como observador al ejército español. Encontrándose en el campamento Iguara, en Sancti Spíritus, más de 4 000 mambises liderados por el Generalísimo Máximo Gómez atacaron esa instalación el 30 de noviembre de 1895, precisamente el día en que Winston alcanzaba la mayoría de edad.
Esta es una anécdota que se repite, pero a la que pongo en duda, pues históricamente lo real fue que el 13 de diciembre de 1895, tropas de Máximo Gómez y Antonio Maceo en una acción que duró unas horas y que es considerada por los especialistas militares como la acción de guerra más importante librada por las tropas mambisas en el actual territorio de Sancti Spíritus se le conoce como “El combate o batalla de Iguará”.
Lo que sí es cierto es que el jefe de las tropas ibéricas lo recomendó para la Medalla de la Cruz Roja española, lo que fue condenado en la prensa norteamericana e inglesa por su condición de soldado británico.
Y parece que el destacado líder británico conoció y disfrutó por primera vez en Cuba de una siesta, que luego lo ayudaría como primer ministro en las largas y complicadas horas de su mandato durante la Segunda Guerra Mundial.
Tras perder la reelección como primer ministro, llegó a Cuba en 1946, esta vez acompañado de su esposa e hija y se hospedó en el Hotel Nacional por una semana.
Esta visita sin duda tiene mucha tela por donde cortar. Llegó repitiendo para los habaneros el signo de la victoria, gesto que lo acompañó a lo largo de la Guerra, donde se hizo famosa su imagen bonachona e implacable simultáneamente, y siempre con un habano en la mano o la boca. Le gustaba fumar de forma insaciable.
Churchill no era hombre que respetaba horarios ni formalidades y se regía sólo por lo que le deparaba la jornada, levantándose a las cinco de la mañana y desde ese instante, ponía en jaque a todo el hotel. Era un incansable jugador de cartas y comía, bebía y fumaba sin restricciones de ninguna clase. En esa época, además se aficionó al ron cubano, lo que cuenta detalladamente en sus memorias.
Cuando Churchill pidió que lo pasearan por la ciudad en un automóvil descapotado y no se disponía de semejante vehículo, el entonces propietario de la fábrica Partagás le ofreció el suyo y le sirvió gustoso de chofer. Una de las vitolas tradicionales de la marca Romeo y Julieta lleva el nombre del político británico y Pinar del Río, la más occidental de las provincias cubanas y donde se cosecha el mejor tabaco negro del mundo, distinguió a Churchill con el título de Hijo Predilecto.
Luego de un almuerzo con el presidente Grau, el anfitrión invitó a Churchill a salir a la Terraza Norte, de donde el visitante pudo saludar a un numeroso grupo de habaneros que lo aguardaban en la calle como gesto de agradecimiento por su visita y por la admiració que le tenían. Entonces Churchill dijo: “Me siento muy complacido en esta hermosa Isla de Cuba donde he sido tan bien acogido…”. Y prosiguió, en español: “Aprovecho la oportunidad para decir: ¡Viva la Perla de las Antillas!”.
“Cuba es una isla encantadora”, escribió Churchill en Mi primera juventud, y como buen halcón británico, no ocultó sudecepción porque sus antepasados dejaran escapar de sus manos “tan deliciosa presa”. Muchos cubanos también se arrepienten de que la hayan dejado escapar.
Quizás si ello hubiera ocurrido Cuba sería ahora un símil de Australia o Nueva Zelanda, ojalá que no una Jamaica o Ghana.
La Toma de La Habana y de Guantánamo por los ingleses.
La breve historia de cómo los cubanos no llegamos a ser ingleses es conocida por todo el mundo. La toma de La Habana por los ingleses en 1762, fue uno de los acontecimientos más importantes de la segunda mitad del siglo XVIII para Cuba, la región del Caribe y el Hemisferio Occidental.
La toma de La Habana fue una consecuencia de la Guerra de los siete años, entre Inglaterra y Francia, a la que entra España por los pactos de familia entre los tronos ibéricos y franceses. Desde el siglo XVII los ingleses deseaban apoderarse de Cuba, pues era un excelente punto estratégico para la navegación y el control militar del Hemisferio Occidental. La presencia de la escuadra inglesa frente a La Habana el 6 de junio sorprendió a las autoridades españolas, a pesar de que en el puerto había anclados catorce buques de guerra que venían a representar una quinta parte de las fuerzas navales de España.
La acción de guerra, que representó la mayor movilización militar y naval de toda la historia americana hasta el siglo XIX, se inicia el 7 de junio hasta que la fortaleza quedó dominada, el 30 de julio de 1762.El 11 de agosto comenzó el ataque a la ciudad y al día siguiente se firmó el acta de capitulación, donde la feroz lucha dejó cinco mil muertos por la parte británica y tres mil setecientos por la española.
Durante los once meses que duró la ocupación británica, se aumentó la entrada de esclavos desde las colonias inglesas, lo cual favoreció la actividad agrícola, y se permitió también un libre y activo comercio, por lo que se puede evaluar la ocupación inglesa como el momento en que se inició la verdadera prosperidad de La Habana.
La resistencia de los habaneros fue notable, ya que a los soldados de ocupación les ofrecían platanitos maduros después de darles leche de vaca, en la existente creencia de que los podrían envenenar, pero si le preguntan a los habaneros de más de dos siglos después, la respuesta será que muchos se lamentan amargamente de no hablar inglés, de no ser súbditos de su Majestad la reina Isabel II de no ser prósperos y de no ser libres, todo ello a consecuencia, aseguran, de lo que consideran la tremenda estupidez por parte de los británicos que cambiaron a bella ciudad de La Habana por los insalubres pantanos de la Florida. Y menos mal, si no los cubanos no tendríamos para dónde ir y sentirnos como en casa.
Esta historia es archiconocida, pero hay otra que de la que no se habla mucho. Veintiún años antes de tomar La Habana, tropas británicas invadieron la Isla por el Oriente del país en 1741.
La primera invasión de una potencia extranjera a nuestro país, después de la colonización española, se produjo en 1741, cuando tropas inglesas desembarcaron en la Bahía de Guantánamo,. El 19 de julio de ese año fondeó en la profunda bahía una flota británica comandada por el almirante Edward Vernon, compuesta por nueve navíos, nueve fragatas, 40 buques de transporte y 3 400 hombres, incluido un regimiento norteamericano.
El objetivo de la armada era tomar militarmente la ciudad de Santiago de Cuba por tierra, ya que se hacía muy difícil por mar debido a sus fortificaciones, y una vez logrado este objetivo, desde allí ocupar toda la Isla.
Los ingleses se atrincheraron en los hatos de la zona, y las poblaciones de Canabacoa y Tiguabos, y crearon cerca de la costa un asentamiento militar, al que llamaron Cumberland, levantando un un poblado en lo que hoy es Caimanera, y varias fortificaciones.
Vernon estimó que no habría gran dificultad para la marcha rápida de los soldados sobre Santiago de Cuba y que esperaba sólo una ligera resistencia de las fuerzas españolas. Pero no fue así, los pobladores de la región y tropas de Santiago los atacaron y obligaron a encerrarse en sus trincheras.
Tras cuatro meses de combate, las muertes se multiplicaron también por enfermedades, en el orden de más de la mitad de sus efectivos, por lo que en noviembre de 1741, Vernon decidió retirarse.
Quiere decir, que en un mismo siglo, los cubanos perdimos dos veces la oportunidad de hacernos súbditos ingleses.
Tumba vertical en Alfaro, la Rioja.
Una tumba vertical, también en el Cementerio de Colón
No vamos a persar que tenemos la exclusiva. La exclusiva está en la historia del personaje que la ocupa.
En la localidad de Alfaro, La Rioja, España, existe una tumba singular.
La historia cuenta que José era de familia acaudalada y por tanto el amor que tenía a su amada, una sirvienta de la familia Sáenz de Heredia), era un amor imposible. La muchacha murió joven y él, no pudiendo aguantar la pena de su pérdida, también murió al poco tiempo. Antes de morir, el amante dejó escrito que debían enterrarlo mirando hacia donde yacía la mujer de sus sueños, o sea el panteón de la familia Primo de Rivera y Sáenz de Heredia. Por ello lo pusieron de pie, ya que echado no podía cumplirse la última voluntad de un muerto.
Tumba vertical en San Pedro, Córdoba.
La extraña tumba vertical de Pampayasta Sud.
En Pampayasta Sud, Córdoba, Argentina, existe una tumba en la que Concepción, la esposa de Floro Oyarzábal, el que yace en esta particular sepultura, le dedica un sentido escrito declarando su amor “hasta el fin de sus días”. En esa misma placa puede observarse que la fecha de fallecimiento de Floro fue el 14 de agosto de 1881.
Más al norte, en San Pedro, en la propia provincia de Córdoba, existen varias tumbas verticales, las que sobresalen entre el resto de las demás sepulturas, desafiantes con su extraña arquitectura, preservando su secreto de siglos, y los motivos como de su construcción.
Se piensa que se trataría de inmigrantes árabes, cuyos cadáveres fueron enterrados verticalmente, siguiendo antiquísimas costumbres de sus pueblos de origen quizá como parte de creencias del islamismo. Allí tampoco aparecen explicaciones definitivas sobre la razón de las llamativas tumbas verticales y es significativo que el cementerio es anterior a la fundación de San Pedro, fundado en 1864.
Tumba de Elabely en Palmira.
Las extensas y bellísimas ruinas de la antigua ciudad caravanera de Palmira, en Siria, que no se si ha sido destruida por los bestias del mal llamado Estado Islámico, contaban con otra curiosidad. Una tumba vertical.
Durante los siglos de abandono Palmira albergó a comunidades de beduinos que se cobijaron en sus ruinas. Emplazada en el corazón del desierto sirio se la describe, a menudo, como la novia del desierto. Rodeada de un oasis y un gran palmeral hizo que fuese el paso ideal para las caravanas que se movían entre Mesopotamia y el Mediterráneo, siendo el lugar donde se negociaba el comercio de la seda.
Entre tantas reliquias, una más de las más famosas y mejor conservadas es Tumba Vertical de Elahbel, construída en el año 103 por orden de Saki Maani Makimo Elabely en la cual se encuentran los restos de la noble familia Elabel.
Tumba de Casimiro, en el Cementerio de Colón.
En Cuba no nos quedamos atrás con Casimiro.
Eugenio Casimiro Rodríguez,dijo de sí mismo que un hombre había caído de pie en la tierra, debía llegar de pie al infierno. Así que su panteón fue concebido para que fuese enterrado de pie, en forma vertical.
La única tumba en forma vertical del Cementerio Cristóbal Colón, de La Habana, pertenece a Eugenio Casimiro Rodríguez, quien la mandó a construir, hace 63 años para seguir teniendo muerto toda la suerte que en vida lo mantuvo de pie.
El panteón donde fueron enterrados Casimiro y su familia, es una capilla cerrada, en el que están colocadas el resto de las sepulturas de forma horizontal, a excepción de la suya, que es una concavidad perpendicular adosada a la pared, donde permanece desde 1958.
Este hombre decidió ser enterrado de tan peculiar modo, ya que a pesar de ser matón a sueldo, ni la justicia ni la muerte pudieron con él, pues logró esquivar siempre las más disímiles condenas y llegó a ocupar altos cargos en la República, acompañados de la vasta fortuna que amasó.
Casimiro era el clásico guapo, natural de San José de las Lajas, vivía el futuro que le deparaban las próximas horas. Sin embargo, su agitada existencia como sicario devino un destino inesperado al canjear una segura pena de muerte por un fortuito amor que lo salvaría del infortunio y le concedería un escaño en el Partido Conservador durante tres períodos consecutivos, por lo que se consideraba un hombre con suerte.
El mismo se autodenominó en vida como “el más guapo de todos los cubanos”, fue agente del orden público en su pueblo natal y amparado por un currículum buenísimo fue transferido a Cienfuegos, donde sería el jefe de la policía.
Casimiro se fue corrompiendo hasta convertirse en un eficaz asesino a sueldo.y en la primera mitad del siglo XX cubano, el crimen por encargo era un negocio muy lucrativo que además estaba respaldado por su cargo, el guapo más notorio de San José de las Lajas se convirtió en el “guardaespaldas” predilecto de los intereses de la élite cienfueguera hasta que, en 1918, se le acusó de haber asesinado al alcalde y fue condenado a muerte.
La sentencia fue conmutada por una cadena perpetua en el Castillo del Príncipe de La Habana. Un día, barriendo la penitenciaría conoció a María Teresa Zayas, la hija del presidente de la República Alfredo Zayas. rufián conocía de antemano esta información o si todo fue una casualidad del destino. Esta relación hizo que ella lograra el indulto y la aprobación de su padre para su matrimonio.
Fue entonces que el habilidoso delincuente inició una carrera política por el Partido Conservador donde obtuvo un escaño en la Cámara de Representantes durante tres períodos legislativos, lo que le dió impunidad para vincularse a varios homicidios y ajustes de cuenta. Fue entonces que emprendió la construcción de un sepulcro digno de sus crímenes, donde se perpetuara en piedra su legado para toda la eternidad.
Un día su mujer encontró a Casimiro en su cama con otra mujer, por lo que la hija del presidente se desplomó en el suelo víctima de un infarto. Poco tiempo después, el 1 de julio de 1958 falleció de muerte natural y se le dio sepultura en el nicho vertical que él mismo mandó a construir. Casimiro se fue a su tumba vertical. Y se llevó con él su pistola y un billete de cien pesos en el bolsillo.
Por supuesto que hay otras tumbas verticales en el mundo, pero dudo que alguno de sus ocupantes tengan una historia tan movida como la del cubano.
La barra del Sloppy Joe´s
A pesar de haber trabajado relativamente cerca y pasar por ese lugar muchas veces, nunca entré al Sloppy Joe`s. Era un adolescente con responsabilidades de adulto, pero no podía pasar por tal, así que antes que me dijeran algo prefería no arriesgarme. Además aquello siempre estaba lleno completo, sobre todo de turistas americanos.
Pero eso no evitó que pudiera admirar la magnífica barra y valorar lo que habría costado, sobre todo por sus dimensiones.
Después mi suegro, vendedor de la Canada Dry, y que surtió durante muchos años ese bar, como otros de la Habana Vieja, también me comentaba la vida del lugar y sobre todo la barra. A todos le llamaba la atención.
La barra de caoba negra del Sloppy Joe´s Bar, tenía 18 metros de largo, la más grande de Cuba y América Latina en las décadas de 1920 y 1930 del siglo pasado y se ha tornado todo un misterio para aquellos que se empeñan en rastrear su actual paradero. Ni los testimonios gráficos, que son numerosos, ni la profusa tradición oral sobre el sitio, no han permitido conocer el origen del famoso mostrador de caoba negra.
Al largo de la barra de 18 metros habría que añadirle 50 centímetros de ancho y que contaba con reposapiés de bronce de 18 centímetros de altura y 30 banquetas, aunque fotos de la época indican que cabía casi el doble de consumidores.
El expediente histórico del Sloppy Joe´s conservado en los archivos del edificio de Proyectos de Arquitectura y Urbanismo, perteneciente a la Oficina del Historiador, confirma que el bar contaba con 20 mesas y era popular por su gran barra de caoba negra, la más larga del hemisferio, con el adicional atractivo de estar hecha de una sola pieza, o sea, de un tronco único. Sin embargo, no muestra ninguna información sobre los artesanos que la trabajaron.
Contrastando con el nombre del lugar (sloppy, que significa descuidado en inglés), se dice que la barra de madera preciosa siempre estaba tan brillante que se podía ver desde la calle.
En las paredes del Sloppy Joe´s están expuestas fotografías de grandes personalidades de la época consumiendo en la auténtica barra de caoba negra. Entre ellos, Frank Sinatra, Clark Gable, Spencer Tracy, Don Ameche, Gary Cooper, John Wayne, Babe Ruth, Errol Flynn, Ernest Hemingway, Tyrone Powers, César Romero, John Barrymore y los intelectuales cubanos Alejo Carpentier, Enrique Labrador Ruiz, Eliseo Diego y Cintio Vitier.
Uno de su clientes habituales, Ernest Hemingway, es quien sugiere a Joe Russell el nombre de este bar para el suyo de Cayo Hueso, en 1933. Ya he contado en un artículo de mi vista a Cayo Hueso, donde el Sloppy de ese lugar se quiere considerar como el original.
José Abeal, un gallego que llegó a Cuba en el año 1904 trabajó como camarero y a los tres años se fue a correr mejor suerte en Nueva Orleans, donde estuvo seis años hasta que se trasladó a Miami para ganarse la vida como cantinero y regresó a la capital cubana en 1918. Por la experiencia adquirida no demoró en conseguir empleo, donde ahorró dinero suficiente para comprar un viejo bodegón en la calle Ánimas, a una cuadra del Parque Central y a pocos pasos del Hotel Plaza.
A partir de la Ley Seca en Estados Unidos unos americanos que conocían a Abeal de cuando vivía en Miami, lo visitaron en su bodegón, un tanto destartalado y bastante sucio, y le sugirieron que convirtiera el lugar en un bar para viajeros norteamericanos, ya que él hablaba correctamente el inglés. Cambió su nombre por el de “Joe”, y le agregó la palabra “sloppy”, por el aspecto del lugar. Con los años llegaría a convertirse en uno de los más famosos bares de Cuba, muy frecuentado por cuanto turista norteamericano pusiera sus pies en la capital cubana.
En 1965 clausuran el Sloppy, aparentemente por inseguridad, pero era por haber languidecido como todo lo que fue nacionalizado, el mostrador fue fragmentado. Una de sus piezas se encuentra en el Museo del Ron. Ese tercio de la barra original, en este caso una pieza de 6.57 metros, fue acoplada a otra de madera no preciosa.
En abril de 2013, la empresa Habaguanex reabrió el lugar, tras finalizar el proceso inversionista que restauró el emblemático bar, ubicado en la esquina de las calles Ánimas y Zulueta. El famoso mostrador fue sustituido por una réplica, así como las banquetas, mesas y estanterías aledañas
Sin duda el Sloppy Joe es uno de los mejores bares del mundo.
¿Pero a cuál nos referimos?, ¿Al de La Habana o al de Key West? Y es que existen dos “Sloppys” famosos desde los años 30 del pasado siglo, situados en ciudades bañadas por el mar Caribe, con diferentes dueños, con orígenes y fama asociados a personajes relevantes, tienen el mismo nombre, ambos están situados en una isla, sus propietarios se llamaban Joe y José, están en esquinas céntricas de las ciudades y Hemingway rondó por ambos.
Son muchas coincidencias, pero todos saben que el Sloppy Joe´s original es el de La Habana. Inclusive en el de Key West se hace la historia del nombre y la intervención de Hemingway.
Otra muestra más de toda la destrucción o involución de lo que nos han querido presentar con el nombre de revolución.
El Cementerio Tomás Acea, de Cienfuegos
Cienfuegos siempre fue de mis lugares preferidos en Cuba. Una ciudad junto al mar, con clima saludable y benigno, con una vista magnífica de la bahía desde cualquier parte, con arquitectura afrancesada, calles limpias y gente amable.
Así fue desde que pasamos nuestra luna de miel en el Hotel Jagua en enero de 1969, visita que repetimos muchas veces todos los años, después con nuestros hijos, mientras se pudo.
Y un lugar que siempre nos llamaba la atención por lo solemne, majestuoso y bello fue el cementerio Tomás Acea. Nada más lejos de nuestras vacaciones, de la playa, los restaurantes y los diversos entretenimientos de la ciudad y sus atractivos turísticos, pero un lugar que impone sin duda alguna.
Si vamos a hablar de joyas arquitectónicas fúnebres, Cuba podría ocupar un lugar significativo, por la combinación de arte e historia que es posible percibir en cementerios como el de Colón y el de Santa Ifigenia, donde miles de visitantes acuden cada año para visitar el lugar, admirar su arquitectura y en cierta forma conocer la historia de importantes personalidades que conservan sus restos allí o simplemente de curiosidades como personajes míticos, panteones que homenajean a alguien y otras cosas que vale la pena conocer.
Y sin duda uno de los camposantos donde de forma más impresionante se combinan el arte y la belleza en Cuba es precisamente el Tomás Acea, situado en las afueras de Cienfuegos y que constituye el único cementerio jardín existente en nuestro país.
Nicolás Acea de los Ríos, uno de los acaudalados benefactores de Cienfuegos, luego de la muerte de su joven hijo a causa de la tuberculosis, dotó a Cienfuegos de obras benéficas como el colegio San Lorenzo, el asilo para ancianos Nicolás Acea, donde hoy se encuentra el Hospital Pediátrico de Cienfuegos, y este cementerio, que lleva el nombre de su hijo.
Réplica del Partenón en la entrada al Cementerio Tomás Acea, Cienfuegos
La entrada del cementerio es sencillamente impresionante, la que se destaca desde el exterior por la impresionante fachada de su edificio central, que es expresión elocuente de la arquitectura del período republicano en la Isla.
A pesar de haber sido construido para los pobres, hay todo un derroche de esculturas monumentales hechas con mármol de Carrara, de alta calidad, traído desde Italia.
Los ingenieros Pablo Donato Carbonell y Luis Felipe Ross, se inspiraron en las ideas más modernas de la época sobre la construcción de camposantos, que dio como resultado un hermoso cementerio-jardín donde las bóvedas, mausoleos y tumbas se integran armoniosamente en el paisaje.
El cementerio está dividido en parcelas unificadas a través de avenidas interiores con diversas especies de árboles que dan el nombre a cada una de ellas: Los Pinos, Los Tamarindos, Los Cipreses, y otros.
Hay que destacar el obelisco que está dedicado a Juan Luis Lorenzo De Clouet, fundador de la antigua Villa Fernandina de Jagua en 1819, cuando al frente de un grupo de colonos franceses se asentó en la Península de Majagua y le dieron este nombre a la villa, hoy una de las ciudades más lindas de Cuba, en honor al Rey de España, Fernando VII.
El primer aviador cubano: Parlá
El 2 de enero de 1912 Parlá se convierte en el primer cubano en volar en un aeroplano, cuando el piloto americano Charles F. Walshen lo montó en su avión sobre La Habana. En 1911 viaja a la escuela Curtiss en Hammondsport para aprender a volar. En marzo de 1912 vuela por primera vez sobre Miami, donde en abril obtiene la licencia de piloto al graduarse en la Curtiss School of Aviation de Miami, Florida, siendo de esta manera el primer piloto cubano graduado.
Y poco tiempo después, el 19 de mayo de 1913 realiza la hazaña que lo inmortaliza, al cruzar el estrecho de la Florida volando de Cayo Hueso a Mariel, en un avión sin brújula. El aviador Domingo Rosillo competía con Parlá y llegó primero, pero prefirió volar acompañado por buques. Parlá voló solo en este vuelo, junto con la bandera que José Martí llevaba por la Florida cuando recaudaba dinero para la revolución. El vuelo fue de 160 kilómetros, con duración de dos horas y 55 minutos, y recibe cinco mil dólares, una fortuna en esos tiempos, como premio por el segundo lugar.
Cuando en 1913 se crea el Cuerpo de Aviación del Ejército de Cuba, Agustín Parlá es nombrado Capitán, como “Padre de la Aviación de Cuba” y su avión es adquirido como el segundo aparato militar del país.
Continuando sus hazañas, el 24 de septiembre de 1916 en Buffalo, NY, el vuela sobre las cataratas del Niágara, ganando una competencia internacional. El conocido compositor cubano Antonio M. Romeu compuso la canción “Parlá sobre el Niágara”.
En 1918 durante la Primera Guerra Mundial, el Jefe del Ejército cubano, envió a Parla a la factoría Curtiss en Búfalo, New York para estudiar el uso del hidroavión, previendo adiestrar a los oficiales cubanos cuya participación se pudiera requerir en los combates de Europa.
Pero en 1918 renuncia a su puesto de aviador del Ejército y poco después inaugura junto a Johnny Green en primer vuelo comercial de Cuba, efectuando el primer vuelo comercial a Estados Unidos con el “Sunshine”, primer avión propiedad del Estado Cubano.
En octubre de 1919 se constituye la primera empresa de aviación cubana, la Compañía Aérea de Cuba (C.A.C), por el empresario cubano, Anibal J.de Mesa, el que designa a Agustín Parlá como Gerente General, pero renunció no mucho después.
El primer vuelo nocturno cubano lo hace el 7 de mayo de 1920 cuando vuela sobre la Habana de noche. Representa a Cuba en las competiciones aéreas de Miami en 1935 en 1936 Parlá es Inspector General de los aeropuertos de Cuba, inaugurando nuevos aeropuertos como el de Santa Fe en isla de Pinos el 24 de febrero de 1940.
Un busto dedicado a Parlá fue inaugurado en el aeropuerto Key West International el 4 de julio de 1957, conmemorando el primer vuelo Cayo Hueso Cuba. Parlá nació y se crió en Cayo Hueso hasta que después de la guerra de independencia la familia exiliada en ese lugar, retornó a La Habana.
Su nombre hoy es preservado en Cuba, y en USA en el Smithsonian Institute como uno de los “Early Birds” (anticipados o pioneros), además del Museo San Carlos, Cayo Hueso.
El callejón del Templete o la calle Enna.
La Habana Vieja, Patrimonio Cultural de la Humanidad, tiene un caudal interminable de cosas interesantes que descubrir. Y no podía ser menos en una ciudad que va a cumplir medio siglo de existencia y que acumula tanta historia, como pocas en América.
Hoy vamos a analizar tres curiosos lugares de la parte más antigua de esta capital.
El primero de esos sitios es una pequeñísima calle, que muchos se atreven a afirmar que bien pudiera aparecer en el libro de record Guiness. Sus dimensiones son unos veinte metros de largo por unos tres de ancho y está situada inmediatamente detrás del Templete, el monumento que señala el sitio donde fue fundada la Villa de San Cristóbal de La Habana en 1519.
Una de sus aceras está ocupada precisamente por la parte trasera de este histórico lugar, mientras que en la otra se levanta un vetusto edificio colonial con sus balcones enrejados.
A esta mínima calle originalmente se le nombraba de El Boquete de la Ceiba, pero desde 1851, se le nombra Enna, cuando durante el primer gobierno del Capitán General, José Gutiérrez de la Concha, éste la hizo nombrar así en honor del General, Segundo Cabo, Manuel Enna, quien muriera en agosto de 1851 a consecuencia de las heridas recibidas en la acción del Cafetal de Frías, Pinar del Río, combatiendo a los hombres que vinieron en la segunda expedición anexionista capitaneada por el general español Narciso López.
Sobre los nombres de las calles de La Habana hay que decir que unos develan claridad: Lamparilla, Sol y Luz. Varios invocan a la Santa Iglesia Católica: Campanario, Obispo, Padre Varela; las hay con nombres de santos en el municipio Cerro: Santa Teresa, San Salvador, Santo Tomás, San Elías, San Quintín, San Gabriel, Santa Ana, y otras. Con nombre de frutas existen dos: Aguacate y Tamarindo. La flora y la fauna, están identificadad en las vías Águila, Pajarito, Magnolia y Clavel. La mitología no se salva en esta denominación con: Dragones y Neptuno.
Sin embargo a esta calle tan singular le dieron el nombre del Segundo Cabo de la Isla de Cuba, el segundo al mando del Capitán General o vicegobernador español. Manuel de Enna y Sas, el que vimos murió en combate contra los que pretendían la independencia de la isla.
La imaginación popular es la que se ha encargado de bautizarla, y de forma justa, principalmente como Callejón del Templete y esta callejuela es testigo del andar de miles de turistas que quieren conocer la calle más corta de La Habana Vieja.
Es difícil, a pesar de ser tan pequeña que la calle cubana pueda romper algún récord. El libro Guinness de los récords del mundo ha nominado una calle en la población escocesa de Caithness como la más corta del mundo.La calle no llega ni a los dos metros y fue construida en el año 1883. Únicamente consta de un número que alberga el restaurante Mackays Hotel.
Para decirlo en cubano: nos pasamos, y el cubano, recuerden a Máximo Gómez, o se pasa o no llega.
Y muy cerca, en la Plaza de la Catedral existen otras dos curiosidades:
La primera es el buzón de correos más viejo de la Isla y que aparece empotrado en la fachada de piedra de cantería de la casona de los Marqueses de Arcos, en plena Plaza de la Catedral de La Habana. Su forma es la representación de la máscara griega de la tragedia y la hendidura de la boca, en amargo rictus, servía para depositar el correo.
A un costado hay una tarja ubicada en una esquina del llamado Callejón del Chorro, una de las pintorescas callejuelas que rodean la memorable Plaza de la Catedral de esta capital.
Esta tarja cuenta con una inscripción en español antiguo dividida por una cruz o espada en la que puede leerse: “Esta agua la trajo el maestro de campo Juan de Tejeda, año 1592”, señalando el sitio hasta donde se extendió la Zanja Real, el primer acueducto que tuvo La Habana, de ahí también el nombre de Callejón del Chorro con que fue bautizada la callejuela.
La Zanja Real fue el primer acueducto construido en Cuba para suministrar agua a La Habana. Se nutría del río Almendares mediante un canal excavado en el suelo a través de un sinuoso recorrido de casi 13 kilómetros y fue la única fuente de abasto de agua de La Habana hasta la construcción del Canal de Vento, edificado entre 1859 y 1897, aún en funcionamiento y considerado una maravilla de la ingeniería del siglo XIX, y nombrado actualmente de Albear, en honor a su proyectista y constructor, el ingeniero Francisco de Albear y Lara.
El Café Colón, de ahí en lo adelante los senderos toman distintos caminos
Durante casi un siglo el café Colón, un importante cruce de ferrocarril a la entrada de Arroyo Naranjo, ha sido punto de referencia en el camino hacia el Sur. Situado en línea del ferrocarril y su cruce sobre la Calzada de Diez de Octubre, un kilómetro más allá, en La Palma, el sendero se bifurca: hacia la izquierda, la Calzada de Managua y hacia la derecha, la de Bejucal. Dos caminos que se pierde en la memoria como vías de salida de la ciudad.
El café, junto a la línea férrea, donde dejaba y tomaba pasajeros el tren, tenía enfrente la Cremería Santa Beatriz, una moderna planta pasteurizadora de leche y le seguían viviendas con patios traseros, frutales y jardines, como indicando el término de la ciudad donde una casa pegaba contra otra y avisaba el comienzo del entorno campestre, el cual se extendía hasta el Crucero de La Palma, con su famosa fábrica de hielo.
En algunos repartos, cercanos como en Los Pinos, abundaban los bungalows tipo americano, ocupados por familias de la clase media baja, principalmente de profesionales.
En otros, como en Víbora Park, El Sevillano y Capri, la mayoría de las casas eran más modernas, construidas en los años 50. El ambiente general era el de una zona campestre aledaña a la ciudad, por lo cual se disfrutaba de aire fresco y puro y de mucho verdor, sin perder las comodidades urbanas. Se vivía, por lo general, a puertas abiertas y la vida social se desarrollaba en torno a las fiestas familiares (bautizos, bodas, cumpleaños) y las actividades sabatinas y dominicales en los templos de diferentes denominaciones religiosas o fraternales.
El Café Colón gozaba de una vida extraordinaria las 24 horas del día. Con el “desarrollo” que trajo la revolución, su principal fuente de negocios, los trenes, fueron feneciendo hasta casi desaparecer. Hoy en un día es, la última vez que lo ví, un puesto donde hacen vida borrachos y vagabundos y donde lo único que se vende es cigarros y ron.
Recuerdo un lugar parecido cuando niño, “El Café de Raúl” uno de las más famosos de la capital y localizado en la avenida 51 de Marianao. Como era un sitio de intercambio de ómnibus, donde cuando niño me llevaban a la playa ahí se tomaba la ruta 50 hasta Jaimanitas, un viaje que se me hacía interminable pero ameno, pues pasábamos por todas las avenidas, que por suerte hoy mantienen, un follaje exuberante y árboles que dan a las calles una sombra permanente. Y como era un sitio de mucha afluencia de público, había queques, raspaduras, guayaba en barras, mermelada o casquitos, turrón de maní, boniato, tamarindo en pulpa azucarado, queso blanco, cremitas de leche, coquitos blancos o prietos (mojón de blanco o de negro) y acaramelados, miel de abeja y caramelos de varios tipos, galletas, en fin…
El Café Colón, el Café Raúl y miles de otros lugares semejantes, quedaron solo en la memoria.
¡Me imagino la calidad de los cafés con leche y los batidos en el Café Colón con Santa Beatriz justo al frente.!
Pico Turquino
Llegar a la cima del pico Turquino, o Pico Real del Turquino, el más alto de la isla con 1.974 metros, es un raro privilegio.
Pocos se animan a esta caminata fuera de ruta y los guías son obligatorios para emprender esta dura excursión de dos a tres días por los empinados bosques de la sierra Maestra, que sirven a la vez de clase de historia, sendero natural y espectacular lugar de observación de aves y del fantástico paisaje.
El Parque Nacional Turquino es un territorio montañoso del Oriente cubano integrado por más de 17 picos con una altura superior a los mil 300 metros sobre el nivel del mar, por lo que es considerado la región de Cuba más empinada, la llamada Sierra Maestra. Allí se encuentran las montañas más altas del país, es decir, los Picos: Real con 1974 m, el Cuba con 1 872 metros y el Suecia con 1734 metros.
Por la carretera costera, la que separa el mar de las montañas casi exclusivamente por una estrecha faja de tierra, tiene una curiosidad, en esta zona se encuentra hundido el crucero español Cristóbal Colón, que fue hundido en 1898 a solo 30 metros de la costa próxima a La Mula. Es el pecio más grande del país, un vestigio de la guerra entre Cuba, Estados Unidos y España, y no requiere de mucha inversión para verlo.
De los cruceros acorazados que constituían el comando del Almirante Cervera, sin duda alguna, el mejor era el Cristóbal Colón. Con una eslora de cien metros; manga de 18.71 metros y un desplazamiento de 6.840 toneladas, un casco es de acero de doble fondo y dividido en 45 compartimentos estancos era un buque formidable, que reunía, dentro de su mediano tonelaje, las grandes cualidades ofensivas del acorazado moderno y las dotes estratégicas del crucero.
Los americanos no tenían ningún crucero comparable al Colón, según confiesan los propios marinos norteamericanos. No hubiera sido esa su suerte si hubiera estado triupulado por marinos bien entrenados y buenos artilleros.
Una cosa muy curios del Pico Turquino, y excepcional, es que ha sido el único lugar de Cuba donde se ha registrado oficialmente una nevada en febrero de 1900. La zona, en la época de la conquista española estaba dominada por un cacique taíno llamado Tarquino o Turquino, nombre que proviene de las palabras aborígenes turey y quino, que designan al cielo y a una cosa o persona importante o elevada. Por ello se infiere que Turquino quiere decir “Montaña del Cielo” o “Elevación del Cielo”.
A principios de la revolución se convocaron a organizar las Brigadas Juveniles de Trabajo Revolucionarias con el fin de rescatar a jóvenes desvinculados del estudio o el trabajo.
La prueba de fuego era subir cinco veces el Pico Turquino y después de acuerdo con la actitud y el nivel escolar alcanzado, continuaban sus estudios en diferentes carreras o se integraban a las escuelas militares. La preparación era que se establecieran en campamentos ubicados en esa geografía, donde vivían en condiciones de campaña, recibían preparación cultural, política y militar, y ayudaban en la repoblación forestal, en la construcción de viviendas, escuelas y cualquier otras tareas.
Después de tres meses de riguroso entrenamiento, unos 2 300 muchachos se graduaron. Arnaldo Tamayo Méndez, primer cosmonauta latinoamericano, fue uno de aquellos muchachos. Parece que no fue suficiente para él los 1974 metros del Turquino y fue por más.
Para un cubano llegar a la cima del Turquino es espectacular, qué podré decir ahora que vivo casi a la misma altura de ese pico y muchas veces me encuentro a alturas muy superiores, como en México D.F. a 2300 metros sobre el nivel del mar o más. El cubano es de pequeñas alturas, al lado del mar y con mucho oxígeno, ahí es donde estamos en nuestro elemento.
La Capilla Sixtina del arte rupestre cubano
Las cuevas de Punta del Este, ubicadas al Sureste de Isla de la Juventud, a las que nuestro sabio Fernando Ortiz les da el nombre de Capilla Sixtina se encuentra ubicadas en el extremo sur oriental de la Isla de la Juventud. Llegar a este lugar desde Nueva Gerona por la única vía de comunicación terrestre, distan unos 60 kilómetros aproximados.
Llegando al límite de La Ciénaga de Lanier se recorre un camino de terraplén hasta Cayo Piedra, y antes de seguir hacia el sur, que nos llevaría al poblado de Cocodrilo (antiguo Jacksonville) continuamos hasta el extremo este de la Puntilla y seguimos hasta Punta de Seboruco, un acantilado que penetra tierra adentro con 33 kilómetros cuadrados de extensión. Allí encontramos un sistema cavernario de cuatro cuevas, que están muy cercanas a la playa. Las pictografías allí halladas representan la tercera parte de las encontradas en toda Cuba.
Se cuenta que fue descubierta por Freeman P. Lane, quien se refugió allí tras un naufragio, y la describió luego a Charles Berchon, de la Sociedad Geográfica de París, quien incluyó pormenores en su libro A través de Cuba, de 1910., donde aparte de alabar las medidas sanitarias, sobre todo previsoras para erradicar la fiebre amarilla y reducir notablemente la tuberculosis, destacaba estas cuevas como un hallazgo importante.
No es hasta 1922 que se logran las primeras informaciones de interés arqueológico, con la visita que efectuara a la cueva el científico cubano Fernando Ortiz, quien aseguró se trataba del descubrimiento de los restos de un templo precolombino.
Más de 230 pictogramas se encuentran dibujados en las cinco cuevas de Punta del Este, en un espacio cavernario de más de veinte metros de ancho por otros tantos de profundidad. Por su magnitud, estas imponentes pinturas murales inscritas en las paredes y los techos de estas cuevas hizo que fueran llamadas “La Capilla Sixtina del Arte Rupestre”.
Lo destacado es que a diferencia de otras pinturas rupestres, estos dibujos son lineales, abstractos y geométricos, predominando los trazos curvilíneos y se puede observar que la posición de los mismos es totalmente simbólica y los colores escogidos son el negro y el rojo. Según la prueba de carbono-14, la antigüedad de los mismos data de 850 años Después de Nuestra Era, aunque es posible que sean aún más antiguos.
Una interpretación científica nos indica que aluden a la sucesión de los días y las noches, con 28 círculos concéntricos, sobresaliendo una flecha rojo, lo que atañe al mes lunar.
Otro fenómeno interesante es que en la cueva de mayor importancia entra un rayo de sol que sigue una ruta astral e ilumina diferentes sectores del mural. En el equinoccio de primavera, el 21 de marzo, el rayo de sol da directamente sobre una piedra redonda que está justamente en el centro de la caverna.
En el Hotel Colony, no muy lejos de las Cuevas de Punta del Este, 1974.
En otro lugar se observa una claraboya, que permite, desde el interior de la cueva, distinguir el tránsito del planeta Júpiter y de la Luna. A su vez hay un dibujo de lo que parece ser una serpiente con anteojos. Otro símbolo que parece ser astronómico es el de la Cruz, cuyas aspas aproximan los puntos cardinales.
En el gran motivo central vemos 13 círculos negros que indicarían los 13 meses lunares. Y dos núcleos de 4 círculos, uno de color rojo, representando la órbita solar con sus equinoccios y solsticios, el otro de color negro, su equivalente para las fases de la órbita lunar.
Estuve relativamente cerca, en el Hotel Colony en la Ensenada de la Siguanea, a unos 40 o 50 kilómetros, con comunicaciones defectuosas, pero en esos tiempos era casi un imposible ir a ese lugar y no se si me hubieran permitido entrar.
Se dice que a partir de 1967 se declaró Monumento Nacional y se comenzó una labor de rescate y conservación, las que habían sido mutiladas por gente que hicieron de ellas su hogar, saqueando objetos precolombinos y dañando los pictogramas.
Este es un lugar en donde, sin duda, queda mucho por descubrir y que constituye un legado patrimonial para las futuras generaciones. No ses si con el desastre nacional que tenemos eso importe para algo.
La ciudad nuclear abandonada de Cuba
La Central Electronuclear de Juraguá en Cienfuegos no es otra cosa que una ruina que permanece en pie como reliquia muda de la Guerra Fría. Las instalaciones de lo que debió ser una planta nuclear en la costa sur de Cuba, nunca fueron terminadas.
Comenzada a construir en 1983, debía resolver el 15% de las necesidades energéticas de Cuba con su primer reactor, pero la caída de la Unión Soviética fue también el fin de un sistema repudiado e inviable como es el comunismo, aunque Cuba no ha podido librarse de esa maldición.
En el año 2000, ambos gobiernos desistieron de la construcción del faraónico proyecto cuando la construcción de la primera unidad estaba terminada en un 97% en su estructura, mientras que un 40% de los equipos del reactor estaban ya instalados. Pero se trataba de un tipo de reactor VVER-440, que no es otro que el que provocó la catástrofe de Chernobyl, a lo que se sumaba la deficiente construcción civil del edificio de la planta.
Analizando lo expuesto, llegamos a la conclusión de que lo mejor que pudo pasar es que Juraguá pasara para la historia como un monumento a la ineficiencia comunista y como uno más de los innumerables fallidos proyectos delirantes de Fidel Castro.
El diseño preveía una planta nuclear con dos reactores en Juraguá, al oeste de la bahía de Cienfuegos, en la costa sur de Cuba. En una época de apagones sin fin, se daría solución a los problemas energéticos, se eliminaría o reduciría la dependencia de las importaciones de petróleo y se crearían miles de empleos.
Hotel Jagua, Cienfuegos 1969: uno de nuestros lugares preferidos de siempre.
Para asegurar su construcción, instalación y posterior explotación, se construyó una ciudad a 10 kilómetros de la planta, destinada a trabajadores de la construcción, científicos, ingenieros, técnicos y personal de apoyo y administración. La ciudad, fue bautizada como Ciudad Nuclear e inaugurada oficialmente el 13 de octubre de 1982.
El 2 de septiembre de 1992 quedó paralizada temporalmente la construcción de la mayor obra industrial que se haría en Cuba en el siglo XX. Pero la Ciudad Nuclear no murió en ese momento, con la crisis habitacional en Cuba, aunque la ciudad es un desastre de casas a medio construir y torres de hormigón sin terminar, unos pocos cientos de cubanos, y un puñado de rusos, todavía lo llaman hogar.
Incluso después de la construcción fue abandonada y cuatrocientos obreros rusos se fueron, muchos cubanos se quedaron. Algunos de los rusos se quedaron, también, aprovechando el cambio de régimen y la crianza de sus familias en el grupo de edificios terminados que corren por las avenidas centrales de la Ciudad Nuclear.
La Ciudad Nuclear no es totalmente una ciudad fantasma.
Subsiste un mercado en el centro bastante activo, tienen una escuela primaria, una farmacia, un parque infantil y una clínica, pero como no hay fuentes de empleo hay una gran pobreza y es prácticamente inaccesible salir por tierra de Juraguá. Algunos habitantes de esta ciudad trabajan en Cienfuegos, una ciudad portuaria, a unos 40 kilómetros de distancia, comunicada por una carretera destruida.
La mejor vía de comunicación es a través de una lancha que hace viajes entre la zona portuaria de Cienfuegos y una ensenada de pescadores que se encuentra al lado del Castillo de Jagua, del que tengo tantos y tan buenos recuerdos.
No hay esperanza, la gente allí lo que hace es sobrevivir. Unos pescan, otros crían sus animales para consumo, o trabajando albergados en otras provincias y regresando cuando les den pases.
Yo, como he comentado disfruté muchísimo con mi familia en distintos lugares de Cienfuegos. Inclusive por mi trabajo en el Ministerio de la Industria Básica, tuve mucha relación con la ciudad, sobre todo con la refinería, la empresa de fertilizantes, la termoeléctrica y otras. Lo que era entonces la inversión de la planta de Juraguá, por ser tan importante, era atendida por un viceministro y personal especializado.
Los residentes de Ciudad Nuclear se enfrentan a una elección: Retirarse a las ciudades cercanas como Cienfuegos, Santa Clara, o La Habana, o simplemente pueden esperar y esperar tiempos mejores. Pero mientras tanto la Ciudad Nuclear , con su población envejeciendo y casas en deterioro, se cae a pedazos, como el espíritu de los que allí viven.
Central Hershey, un paraíso cubano destruído y olvidado
Cuando uno escucha el nombre Hershey, enseguida lo asocia a es de las compañías de chocolate más antiguas y el mayor fabricante en Estados Unidos, además de un ícono en la cultura estadounidense por su famosa barra de chocolate. Yo personalmente lo asocio a los Kisses y a las barras de chocolate (Peters en Cuba) que me comía sobre todo cuando iba a mi cine preferido; el Edison.
Por supuesto que todo el mundo en Cuba conocía a Hershey, y sobre todo a su central en Santa Cruz del Norte.
Con el inicio de la Primera Guerra Mundial, el azúcar de remolacha que Milton S. Hershey utilizaba en su fábrica de chocolate comenzó a escasear, así que el magnate viajó a Cuba,
de la que se enamoró a primera vista, y decidió comprar plantaciones y producir su propia azúcar.
Después de meses recorriendo los campos y observando la zafra cubana, escogió el lugar y compró un pequeño molino de azúcar en el centro de San Juan Bautista. En ese caserío había casas bastante cómodas con estilo americano. Hershey mandó a construir un centro médico totalmente equipado, una escuela pública gratuita para los hijos de sus trabajadores, una farmacia, un supermercado, carnicería con frigoríficos, parque de diversiones para niños, un club social deportivo con varias instalaciones, entre las que se incluían un campo de béisbol .
Dotó a la comunidad con una planta eléctrica, alcantarillado y agua potable. Y paralelamente a ello Hershey construyó una línea de ferrocarril con sus estaciones, para que sirviera de transporte a los trabajadores que vivían en poblaciones alejadas.
Hershey repitió en Cuba sus métodos laborales prácticos que le habían dado gran éxito en Pennsylvania. Sabía que si sus trabajadores se sentían cómodos tendrían un mayor rendimiento. Aparte de un pago semanal, les ofreció estabilidad, se acabaron los pagos y los despidos al final de la zafra azucarera.
Los métodos de Hershey contrastaba fuertemente con la mayoría de empresarios extranjeros que explotaban los recursos de la isla y sobre todo a sus trabajadores. Por ello este empresario fue condecorado muchas veces, incluyendo la presea más alta que Cuba concedía entonces: la Gran Cruz a la Orden Nacional.
Hershey llegó a poseer en Cuba más de sesenta mil hectáreas de tierra, cinco fábricas azucareras, una planta de aceite, cuatro centrales eléctricas y 251 kilómetros de líneas férreas, entre ella una vía muy utilizada entre Matanzas y La Habana, que todavía existe.
Algo que muchos no conocen, si no son de la zona, es un lugar bellísimo, en una hondonada a menos de un kilómetros del poblado, dentro de las alturas Habana-Matanzas y donde hace meandros el río Santa Cruz, y de cuya agua se nutría el central, es los Jardines de Hershey.
Hershey creó allí en 1930 un sitio recreativo y de descanso para los trabajadores, el cual se mantiene y funciona hasta el día de hoy, y que cuenta con un restaurante con comida criolla, bar, sitios de baile, un parque recreativo infantil y un área de baño con su ranchón. Allí celebramos un encuentro del Festival de la Radio Cubana y realmente el lugar es precioso, aunque denota, como todo lo de propiedad estatal, ese toque mágico que le da la pertenencia a alguien.
Resumiendo, esta historia se me hizo muy parecida a la “utopía” que quiso crear Henry Ford en Brasil, Fordlandia, una población establecida a orilla del río Tapajós, afluente del Amazonas, ideada para establecer más de veinte mil hectáreas de cultivo de planta de caucho, que rompería el monopolio británico y holandés, originado por las plantaciones en el sudeste asiático.
Hoy, Fordlandia es una ciudad abandonada que descansa perdida en el corazón del Amazonas, frecuentada tan sólo por unos pocos granjeros y algún turista ocasional.
Desgraciadamente el Central Hershey ha corrido similar suerte.
Por suerte en 1912 Milton Hershey y su esposa cancelaron a última hora los pasajes que debía llevarlos de Inglaterra a Nueva York en el Titanic. Si no hubiera sido así, no estuviéramos hablando de este tema.
Río Ariguanabo; la Quintica y la Cueva del sumidero.
Cada vez que escuchaba, desde niño, hablar de San Antonio de los Baños, me venían a la mente tres cosas.
La primera era el río Govea, un hilo de agua que desemboca en la Laguna Ariguanabo y que también incluye el embalse “Aguas Claras” de la vertiente sur, pero para los bejucaleños es un río. Como nací en Bejucal y todavía tengo familia allá debo destacar tres cosas de mi pueblo aunque se conozcan o las haya dicho anteriormente o las dos cosas: el actual municipio ocupa un área de 120 kilómetros cuadrados de superficie, siendo el de menor extensión pero es el de mayor densidad poblacional de la Provincia de Mayabeque; fue la primera villa a la que llegó el primer ferrocarril que se construyó en América, y en toda Iberoamérica y fue famoso por la llamada “Loma del Padre Testé”, cuya cima aloja la “Ciudad de los Niños”. Y se me queda una importantísima, así que serían cuatro: Los Pinos Nuevos de Bejucal, el mejor pan y dulces de Cuba.
Después conocí cosas nuevas de San Antonio de los Baños, como son:
La Laguna de Ariguanabo, que fue considerada antiguamente la mayor laguna de Cuba, y que tenía ocho kilómetros de largo de este a oeste y 25 kilómetros en su parte más ancha.Sus aguas se encontraban a 60 metros sobre el nivel del mar. Su desagüe era en el río San Antonio de los Baños o Ariguanabo pero la extracción de aguas subterráneas hizo bajar considerablemente el nivel hidrostático de la zona donde está la laguna, después se comenzó a extraer de su fondo junto con otros materiales arcillosos, lo que motivó una mayor filtración de las aguas, hasta su desaparición.
La Textilera Ariguanabo. En medio de la Laguna de Ariguanabo emerge un curioso islote llamado El Cayo de la Rosa. En él se localiza la Textilera de Ariguanabo, que perteneció a la familia Hedges, originaria de Long Island. Al igual que Hershey con su central y otras propiedades, en manos de los Hedges la Textilera de Ariguanabo fue un proyecto civil y cultural integrativo. Incluía un avanzado programa de seguridad social, campaña por el prestigio del empleo, construcción de un estadio de béisbol, casa de socorros, aeropuerto, estación de bomberos, guarderías infantiles y el financiamiento de varias publicaciones para dar cobertura a los eventos locales y nacionales. Introdujeron turnos rotativos de seis horas y un excelente sistema de créditos, vacaciones y retiros.
Los pueblos de Ceiba, San Antonio, Caimito, Corralillo y Bauta a los que se suma Santa Fe y Jaimanitas, Bauta conforman una suerte de vanguardia cultural pop-rock que no se ha entendido muy bien con la solemnidad castrista. Quizás en ello influya mucho la Textilera, con la que se hacía toda la ropa de mezclilla en Cuba. Y con calidad de primera.
La Base Aérea San Antonio de los Baños. Fue inaugurada en septiembre de 1942, mediante la firma de un convenio militar entre el gobierno de Cuba y el de Estados Unidos debido a que durante el verano de 1942 empezaron a operar en el Golfo de México y el Caribe submarinos alemanes que atacaban los convoyes de barcos que trasladaban azúcar de Cuba hacia Estados Unidos y alimentos para las tropas aliadas, por eso se construyeron las bases aéreas norteamericanas de San Antonio de los Baños y San Julián en Pinar del Río.
Desde el punto de vista económico propició una fuente de empleo en la etapa constructiva; especialmente en la vida social, gran cantidad de mano de obra, fundamentalmente por otra parte los comercios tuvieron un alza en sus operaciones, se arreglaron algunas calles y carreteras. Y los desagradecidos ven solamente que apareció el juego y la prostitución, como si nunca antes hubieran existido.
Todo ello hizo que San Antonio de los Baños se convirtiera en un pueblo próspero. A ello contribuyó también la construcción de una autopista que la acercó considerablemente en tiempo a la Ciudad de La Habana.
Si no hubiera sido por lo anterior, San Antonio sería conocida solamente por sus plantaciones de tabaco. El Río Ariguanabo, que nace a once kilómetros al norte de la ciudad, a partir de ojos de agua y manantiales de la Laguna de Ariguanabo, la corta en dos y la recorre de norte a sur. Y su nombre se debe a que en la antigüedad eran famosos los sitios a la orilla del río, en aquel entonces con más caudal y un agua cristalina que se prestaban para la natación, la pesca y el baño.
En San Antonio podemos ver uno de los caprichos de la naturaleza, y es cómo un río completo desaparece al ser tragado por la tierra en un una furnia o sumidero. El río desaparece, siendo tragado por una cueva subterránea, para salir a la superficie nuevamente alrededor de 20 kilómetros al sur, en la zona de la playa Cajío, al sur de Güira de Melena.
En un lugar intermedio de este recorrido en las Cuevas de Eustaquio y Homobono, se puede ver el río corriendo por debajo de la tierra hacia el mar.
El Sumidero o la Cueva del Sumidero es un sitio conocido por todos los del lugar y de obligada visita para todos los que pasan por la villa, ya que es uno de los símbolos de la población, inscrito en su escudo y es un accidente natural único en Cuba.
Actualmente en el borde del canal existe una pintura mural creada por artistas plásticos locales. En una esquina se puede leer la siguiente inscripción:”El rio se lleva las almendras hasta el último rincón, hasta donde se guarda tímido bajo el corazón de las piedras”.
Se dice que desde tiempos remotos cuando se comenzó a poblar el lugar, existía justo encima de la entrada de la cueva una ceiba y una palma real. Tiempo después la Palma fue destruida por un rayo y la Ceiba dañada cayó sobre la entrada de la cueva.La Ceiba que existe hoy en día fue resembrada en el año 1877 con grandes fiestas populares, pero la palma no se restauró ya que era considerada por los españoles como símbolo de cubanía e independencia.
Ante cosas curiosas como esta, existen leyendas sobre varias personas que a lo largo de los años han sida tragadas por la cueva en ciclones, inundaciones y crecidas del río.
Y también en San Antonio no es recomendable dejar de visitar a la famosa Quintica, un área de baño y lugar de recreación aprovechando un lugar en que el rio Ariguanabo hace unos lindos meandros al entrar al pueblo y que posee una gran belleza natural.
En la orilla opuesta al que se accede mediante un puente, existe un lugar con naturaleza virgen y exuberante donde explorar. Como todo en Cuba, las instalaciones están deterioradas y el río no está limpio, pero las condiciones naturales y el encanto del lugar se mantienen.
“Yo soy de donde hay un río
de la punta hay una loma,
de familia con aroma
a tierra tabaco y frío;
soy de un paraje con brío
donde mi infancia surtí,
y cuando después partí
a la ciudad y la trampa
me fui sabiendo que en Tampa
mi abuelo habló con Martí”
En esta conocida y hermosa canción de Silvio Rodríguez, “Décimas a mi abuelo”, el poeta, natural de San Antonio de los Baños, nos damos cuenta que fue escrita en otros tiempos donde el río era un río con aguas claras y no un depósito de basura con aguas semi estancadas y llenas de malangueta, como desgraciadamente es ahora.
En cualquier momento hay que cambiar la canción por: “yo soy de donde hubo un río…”
No hay Comentarios