MIS PERROS.

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LIA

MIS PERROS.

“Sucede que cada vez que pierdo un perro, se lleva un pedazo de mi corazón con él. Y cada perro que entra en mi vida me regala un trozo del suyo. Si logro vivir lo suficiente, todas las partes de mi corazón serán de perro y llegaré a ser tan generoso y bueno como lo son ellos”.

No se quién lo escribió, pero es una de las imágenes más hermosas que he podido leer.

Un perro no tiene ningún uso para los carros de lujo, casas grandes o ropa de diseñador. Un tazón con agua estará bien para él. A un perro no le importa si eres rico o pobre, educado o ignorante, inteligente o tonto. Dale tu corazón y el te dará el suyo.
¿De cuántas personas puedes decir eso? ¿Cuántas personas te hacen sentir raro, puro y especial? ¿Cuántas personas te hacen sentir extraordinario?

Siempre he sentido una especial atracción por los animales y en particular por los perros. Me encantaba que me llevaran al zoológico cuando niño para echarle comida a los animalitos y a su vez me daba mucha pena que estuvieran entre rejas.

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LA JAURIA, SOLO FALTA LULU QUE TODAVIA NO ESTABA CON NOSOTROS.

A mi madre le gustaban los gatos, que quizás de todo el reino animal, junto con las serpientes, son para mi los más repulsivos. El gato yo aseguro que no quiere a nadie, que muerde la mano que le da de comer, así me hizo el gato preferido de mi madre, Oco, un barsino con cara de malo que me enganchó con sus garras la mano y me produjo una herida de consideración y sólo por darle comida. Así que me convertí en la pesadilla de Oco, lo cogía desprevenido, cosa difícil con los gatos, y le abría la boca y le echaba sal, o vinagre o vino seco, o lo metía debajo del chorro del agua. Cuando Oco me veía ponía pies en polvorosa.

Resulta que me hago novio de Finita y en su casa había nada más y nada menos que trece gatos. No es que fueran gatos de la casa propiamente, sino que mi suegra les daba comida y ahí concurrían a la hora precisa. Por suerte a Finita tampoco le gustan los gatos, así que cuando quedó en estado de nuestro primer hijo vimos la oportunidad para deshacernos de ellos.

Pero siempre me atraía la forma de ser de los perros y no había sato en la calle que no llamara o tocara. Recuerdo que cuando niño, jugábamos en la calle a la pelota el llamado juego de las “cuatro esquinas”, porque no había espacio cercano para jugar un partido de pelota de verdad. Pues una vez viene un muchachito corriendo diciendo que un perro quería morderlo. Todos corrieron despavoridos y yo me quedé en mi base, llegó el perro y lo que quería era jugar y al ver a los niños corriendo pensó que era un juego.

Mucha gente asegura que la frase “mientras más conozco a los hombres más quiero a mi perro”, es de la autoría del poeta Lord Byron, escritor inglés que en su tiempo fue paradigma de lo libertino y amoral, motivo por el cual Lord Byron nunca encajó en la sociedad que le tocó vivir, la misma que se volvió contra él, sobre todo a partir de los rumores sobre sus relaciones incestuosas con su hermanastra Augusta, por lo que terminó por abandonar el Reino Unido en 1816, para no regresar jamás y convertirse en un poeta errante por toda Europa.

La controversial frase “Mientras más conozco a los hombres más quiero a mi perro”, aparece en el curso de uno de sus poemas, pero Lord Byron jamás tuvo un perro, de hecho, otra frase suya lo caracteriza plenamente como un antisocial nato: Para muchas personas, esta sentencia de índole comparativa con los perros es un rotundo insulto al género humano como un todo, por lo cual es rechazada virulentamente, ya que la expresión proclama que la especie humana literalmente vale menos que un perro en términos de lealtad, credibilidad y confianza.

Yo creo que el que rechaza esa frase lo único que hace es reafirmar su vigencia, porque peor no ha podido ser el comportamiento del hombre a través de la historia de la humanidad. Es el único que mata por el placer morboso de hacerlo y ha acabado con la naturaleza y ha estado a punto y continúa haciendo todo lo posible con acabar con su propia especie.

Mil años antes, la frase la esgrimió el rey Carlomagno, que tuvo 123 perros. En tanto que el filósofo griego Diógenes, nacido en el año 412 antes de nuestro era, solía usarla con frecuencia, solitario, andrajoso y pobre, siempre acompañado de un can flaco y realengo, viviendo ambos en un barril, en el colmo de la indigencia.

Este sabio humildísimo no legó a la posteridad ningún escrito; la fuente más completa de la que se dispone acerca de su vida es la extensa sección que su tocayo Diógenes Laercio le dedicó, indicando su desapego por lo material, y quien proclama que la frase “Mientras más conozco a los hombres más quiero a mi perro” nació de su talento, es su genuino y verdadero autor,

Como ejemplo de fidelidad también Homero cuenta en la Ilíada la historia de “Argos”, el perro de Ulises, que entristecido por la partida de su amo, lo esperó, lo reconoció a su retorno y muere de alegría, claro podemos suponer que Ulises faltó 20 años de su tierra y el perro el llegar a esa edad ya era todo un mérito porque sabemos que no viven más de unos 15 años, es probable que su envejecido corazón no soportó la emoción de volver a ver a su amo.

Y es que un perro es la única cosa sobre la tierra que te ama más a ti que a sí mismo y ¿sabes que hacen ellos cuando tu no estás?
!Esperan tu regreso! Es por todo ello que tú no tienes un perro, ¡Él te tiene a tí!

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EJEMPLO DE ESPERA. LIA Y MUPY AL ABORDAR EL AVION HACIA MEXICO.

Se cree que el lobo gris es el antepasado más inmediato del perro. Las pruebas arqueológicas demuestran que el perro ha estado en convivencia cercana con los humanos desde hace al menos 9000 años, pero posiblemente desde hace 14 000 años. Hay aproximadamente 800 razas (más que de cualquier otro animal) que varían significativamente en tamaño, fisonomía y temperamento, presentando una gran variedad de colores y de tipos de pelo según la raza de perro.

El perro posee un oído y olfato muy desarrollados, siendo este último su principal órgano sensorial. En las razas pequeñas puede alcanzar una longevidad de cerca de 20 años, con atención esmerada por parte del propietario, de otra forma su vida en promedio es alrededor de los 15 años.

Tienen una gran relación con los humanos, para quien son animales de compañía, animales de guardia, perros de trabajo, perros de caza, perros de aguas, galgos de carrera, perros guía, perros pastores o perros boyeros. En 2001, se estimaba que había 400 millones de perros en el mundo.
La domesticación del perro empezó más por la adaptación espontánea de éste al acercarse a vivir junto al hombre que por la voluntad humana. Esto se debe a que vivir junto al hombre siempre fue ventajoso para los canes. Un perro viviendo en una comunidad humana, aún en la antigüedad, podía alimentarse con menos esfuerzo que uno salvaje, podía vivir en mejores condiciones disfrutando del afecto y cuidado humano.

Los perros han acompañado al hombre en su proceso a la civilización; su presencia está probada en todas las culturas del mundo
Los perros son apreciados por su inteligencia. La inteligencia canina se refiere a la habilidad de un perro de procesar la información que recibe a través de sus sentidos para aprender, adaptarse y resolver problemas.

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CARLI Y ALEX DESDE BIEN CHIQUITOS AMABAN A LOS PERROS.

En adaptabilidad y comportamiento, se dice que los perros, como animales de compañía, superan a la mayoría. Su adaptabilidad e inteligencia han ayudado al hombre en diversos ámbitos sociales, culturales y recreativos, como en su uso terapéutico en hospitales, como guías de personas ciegas, como apoyo policial, y en complicados rescates de personas.

La compañía de cualquier mascota evoca siempre ternura, compañía y amistad, cualidades que se intensifican cuando la soledad busca filtrarse en la vida de las personas; es en estos momentos cuando la mascota adquiere un papel más importante, al sentirlo parte de la familia y, aun más, como un amigo.

Un perro bien socializado aprende a estar tranquilo y receptivo a la hora de hacer frente a los extraños, los niños, otras mascotas y situaciones no previstas. Muchas personas desconocen las ventajas que conlleva tener un perro. A pesar de los sacrificios que debes hacer por él, los dueños de perros saben que cuando se tiene un perro siempre se sale ganando. No solo es un compañero agradable y divertido, sino un catalizador de buena energía, salud y felicidad. Ah y los dueños de perros son más saludables.

Que yo recuerde desde que mis hijos eran pequeños siempre he tenido en mi casa al menos un perro. Vamos a hablar de ellos.

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CARLITOS CON BLANQUITA.

Blanquita

Blanquita era una perrita que nos encontramos en la calle, en los alrededores del Minimax; Carlitos y Alexander todavia estaban chiquitos pero disfrutaron mucho de sus juegos y su compañía, además de que tuvo un parto y querían quedarse con toda la cría. Pudimos regalarlos todos y siempre sabíamos de Polo, un macho que le dimos a mi cuñado Ñico para que cuidara un almacén que administraba. No sabíamos que edad tenía y murió.

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DIANA

Diana.

Una perra excepcional, siempre la recordamos como alguien que puso mucha felicidad en nuestras vidas, y admiración también. Su padre era un pastor alemán y su madre una pointer, sus rasgos eran totalmente de un pastor, pero tenía algunos atributos del pointer: patas largas, gran velocidad para correr, increíble habilidad para saltar sin esfuerzo notables alturas. Era extremadamente inteligente y obediente.
Sorprendía por su habilidad para recoger cosas y traerlas a donde se le dijera. Una de sus habilidades era, al sentir que en la casa del vecino caía de la mata un mango, Diana ejecutada un brinco espectacular, cogía gentilmente el mango con la boca y regresaba a nuestro patio. Allí tomaba el mango con las dos patas delanteras y comenzaba a pelarlo, después se lo comía íntegramente y dejaba una semilla completamente limpia. Tal es así que en nuestro patio nació más de una planta de mangos producto de ese accionar. La mejor de ellas la trasplanté y hoy es una tremenda mata.

Tenía una vitalidad para las caminatas tremenda, hasta sangre se sacaba de las patas evitando que uno la aguantara fuertemente con la correa.
Era una perra que le encantaba el agua. Abríamos la manguera y la dejábamos echar el agua a lo más alto, y Diana saltaba para morder el chorro. También teníamos una pequeña piscina inflable donde nos refrescábamos en verano, ella estaba pacientemente al lado de la piscina y una vez que hubiéramos terminado se metía a jugar dentro del agua.

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LA PISCINA QUE LE GUSTABA A DIANA.

Recuerdo a los gemelos de mi amigo Jaime, entonces de unos 10 años de edad, que eran bien malditos y les gustaba tomar unas mandarinas del árbol y comenzar a sacarlos hollejos y enseñárselos a Diana y no dárselos. Se reían viendo a Diana como se le caía la baba esperando la mandarina, hasta que finalmente se la daban.
Nunca sabremos la verdad de quien fue pero la fuerte sospecha y casi la certeza está. Un maldito nos la envenenó cuando tendría unos cinco años y nos dejó con una enorme tristeza.

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ROCKY CON MI SUEGRO AL FONDO, SE PASABA EL DIA CON EL.

Rocky.

Una amiga que vivía en una finca en Wajay nos ofreció un cachorrito y allá fuimos a buscarlo. Macho y de color canela, le pusimos Rocky. Era un perro igualmente obediente y tranquilo y le tocó la desgracia de vivir en los peores años para un cubano, los del período especial. Así que Rocky el pobre, por mucho que uno quisiera pasaba buena hambre.
Pero como todo lo malo en la vida se acaba (siempre dura más que lo bueno, pero se acaba) casi frente a nuestra casa construyeron una escuela especial para niños inválidos o con problemas motores y a una señora, pantrista de la escuela, le hizo gracia Rocky, que se metía con todo el que pasaba.

Pues la señora que trabajaba un día sí y otro no, cuando terminaba de trabajar le traía a Rocky un cubo con leche y todas las sobras de la comida. Rocky casi se convirtió en un puerquito, pero al menos no pasaba hambre.
Se enfermó ya viejito y nos dejó pero no lo olvidamos.

Enano.

Enano era un perro feo, prieto y bien chiquito, de los que les dicen ratoneros, no era muy obediente y no pasó mucho tiempo con nosotros. Se escapó de la casa detrás de alguna perra y no lo vimos más. Yo lo encontré ya descompuesto en la carretera donde aparentemente lo atropelló un auto, pero no le dije nada a los muchachos.

La mamá de Malú.

La voy a llamar así porque nunca supimos como se llamaba. En el patio de la casa del vecino apareció una perra bien bonita con hermoso pelaje rojizo. Yo iba al patio a limpiar los pescados que vendían por la libreta y las cabezas y la cola se las daba a Rocky. Pues la perrita desesperada por comer también, así que la traje para la casa y le dí comida y después no quería irse, así que se quedó con nosotros. La perrita estaba embarazada y un buen día la dueña de la perra nos pidió que se la devolviéramos después que pariera, pues estaba ofrendada a no se que santo o como parte de no se que tipo de brujería.

Bueno el caso es que aquello no nos importaba, la perrita vivía en la casa y parió varios cachorros, entre ellos una negra azabache muy linda que nos quedamos con ella y le pusimos Malú. El resto de la camada pudimos regalarla.
Después se la llevaron porque ya había cumplido su cometido.

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MALU

Malú.

Malú era como dije una perrita bien negra y peluda con ojos incisivos y con bastante mal carácter con los desconocidos, con los de la casa era un pan y no un pan de la bodega, sino un pan de panadería bien hecho.
Tenía una habilidad para la caza tremenda, una vez atacó y mató a un pájaro prieto que la tenía cansada y vinieron varios pájaros a atacarla y nada, tuvieron que irse.
Malú también fue la primera perra borracha que conocí. Yo tenía una afición por hacer vinos caseros y constantemente estaba en producción. Comencé haciendo uno de arroz tipo sake y me quedó buenísimo, así que me embullé y sucesivamente hice vinos de frutabomba, guayaba, naranja, mandarina, uva, piña, y chícharo.

Normalmente un botellón me rendía entre 18 y 19 botellas, y después que los sacaba con mucha paciencia, con una manguerita y llenaba cada botella, las dejaba en un espacio que había detrás del bar que teníamos en la terraza, todas debidamente encorchadas y las iba enfriando en la medida que la queríamos tomar.
Pues un día me doy cuenta que hay una botella caída y un poco de vino en el piso. Muy poco le quedaba a la botella, lo que me extrañó, pero ví salir de debajo del bar a Malú que daba tres pasos y se le caía la cabeza al piso, una y otra vez. El resto, casi toda la botella, se la había tomado ella.

Estando con Finita en Argentina con Alexander, Carlitos nos dijo por teléfono que había muerto Malú. Ese día lloramos todos.

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MUPY

Mupy.

A Malú en un descuido la enganchó un perro poodle callejero y quedó preñada. Cuando estuvo en el momento de parir no hacia otra cosa que buscarme. Se fue para el patio y abrió un hueco junto a la cerca y ahi se quedó. Parió varios cachorros y cuando salió o yo diría saqué porque ella me lo permitía, a una perrita negra con una especie de antifaz blanco y negro en la cabeza y el cuello, dije, ésta es nuestra.

Esa era Mupy. Mupy es una perrita clásica porque le hace honor al dicho “el caso del perro”. A Mupy la puedes dejar una semana en una gaveta que cuando regreses ahí está, le da lo mismo cualquier cosa, es imperturbable. Quizás por eso acaba de cumplir 17 años y a pesar de que está bien gorda y tiene cataratas que le impiden ver bien, el examen médico que pasó cuando vinimos de Cuba para México, hace poco más de un año, fue catalogada por la veterinaria como de excelente salud a pesar de su edad.
Ahí sigue, alegrándonos la vida, a mucha gente es la perrita que más les gusta, recuerdo a María Luisa, una vecina nuestra que falleció, que era su preferida. Igual ocurre con Osvaldo el mejor amigo mexicano que tenemos.
Se ha vuelto una comelona tremenda pero muchas veces lo justifico porque no ve bien, pero masticar si mastica y muy bien.

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LIA.

Lía.

Cuando Lía llegó a nuestra casa, apenas de un mes, ya Mupy tenía nueve años y Malú unos diez u once.
A Lía la fue a comprar Carlitos con su amigo José Manuel, ya fallecido, a La Habana del Este. Es una perra con pedigree, aunque eso a nosotros no nos ha interesado mucho, no la queremos para exhibirla sino para quererla y que nos quiera. Es de raza pointer o también llamado braco alemán de pelo corto. Es blanca con manchas color hígado y no hemos visto muchas iguales ni en Cuba ni en México. Solo una vez vi un macho de esa raza pero de color blanco y negro y después me encontré con un joven paseando su perra, igualita a Lía y estaba buscando un macho para reproducirla. En México no he visto ninguna.

Lía tenía el tamaño de un puño y solo quería dormirse con el calor de uno. Así que se pasaba el día cargada, aunque sí aprendió como todas, a hacer sus necesidades en la yerba y a aguantar el tiempo que fuera necesario.
Por lástima la pusimos a dormir con nosotros y esa lástima que se convirtió en costumbre, llega hasta el día de hoy, donde tiene 8 años y pesa más de 20 kilogramos, pero se acomoda en los pies de uno y no se mueve en toda la noche. No sabe dormir en otra parte.

Cuando pequeña quería jugar con Malú y con Mupy, pero ambas le tiraban a la pequeñita Lía entonces unas buenas mordidas para que no fastidiara tanto, pero como ella era el juego hecho perra, aquello no le importaba.

No creo que haya dependencia más grande de un perro hacia una persona que la que tiene Lía de mí. Sería bueno llamarla la perra siguiente, porque me sigue a todas partes a donde vaya. Me iba para el trabajo y no se movía de la puerta hasta que regresaba, a esa hora orinaba, comía, tomaba agua y hacía de todo, aparte de sus expresiones de contentura.
Por su celo ante una persona que tocaba a la puerta provocó la caída de Finita con consecuencias graves ya que le fracturó la cadera y hubo que ponerle una prótesis total, pero sabemos que fue un accidente.

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LIA RECIEN OPERADA

Lía es extrema en obediencia, y en cobardía ante los truenos o simplemente cuando está cargada la atmósfera y va a llover y en apetito ni se diga.
Siempre comió muy bien y de todo, por su tamaño a diferencia de los otros perros que tuvimos que siempre comieron comida de la que hacíamos para nosotros, Lía se alimentó a base de mucho boniato todos los días con su correspondiente leche, huevo y huesos, pero cantidades incomensurables de boniato, que compraba por sacos.

La operamos para esterilizarla, hasta el veterinario, bien experto nos dijo que el tenía una perra también y que tenía miedo de operarla por temor a que le pasara algo. Por suerte todo salió bien y la única consecuencia es que quedó con un apetito voraz.

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EL BONIATO, LA COMIDA PREFERIDA DE LIA.

Como es propio de su raza, Lía se alboroza cuando le van a poner el collar y la correa, eso quiere decir que va a caminar y es incansable en eso. Las caminatas con nuestra vecina Iditis eran de más de diez kilómetros y conmigo camina alrededor de cinco cada vez que la saco. No se mete con nadie y le hace caso omiso a los ladridos de otros perros.

Cuando vinimos para México hubo que traerlas en un huacal y éste va dentro del avión en un compartimiento presurizado pero en un lugar donde uno no la ve. Así que primero fue la adaptación a la jaula que nunca se dió. Mupy ella sola se metía dentro de la jaula a dormir y Lía solo hacía llorar para que la sacaran. Las arropé bien por si hacía frío y les puse una manta en el suelo. Cuando llegaron ni manta ni ropita y todo sucio de orine y heces, pero contentas porque me veían nuevamente. Supongo que habrán pasado, sobre todo Lía un mal rato.

Es una suerte tener una perra como Lía porque uno se siente importante, querido. Lía es capaz de decir más con el movimiento de su rabo que muchas personas hablando durante horas.

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TEKILA

Tekila.

Ya sabía por fotos de cómo era Tekila. Cuando la ví en el aeropuerto de Ciudad de México, me dí cuenta de que era más inquieta de lo que me imaginaba, no paró en todo el viaje de pasar de un lado a otro. Además todavía no llegaba al año y tenía todavía dentición de leche, por lo que arriba tenía cuatro colmillos, dos a cada lado, uno de leche y otro permanente, prácticamente iguales.

Tekila es una perra diferente. Bueno es una perra mexicana, no de Chihuahua sino de Celaya, ciudad cercana a Irapuato donde vivimos. Es una chihuahua de la denominación “cabeza de manzana” que son de las más pequeñas. Es una miniatura al lado de Mupy y al lado de Lía es del tamaño de su cabeza. Pero se lleva bien con todas y juega como corresponde a una perrita de 2 años. Cuando llegamos a México solamente tenía un año y por tanto casi una cachorrita, pero pienso que no ha cambiado mucho en su forma de ser, todo es juego, todo es que la chiqueen, la carguen y se duerme en los brazos, la barriga o las piernas de uno.

Tekila es el celo personificado, todos los perros son celosos pero lo de esta perrita no tiene nombre. Por supuesto que ella siempre va a estar en los brazos de alguien, nunca en el suelo y cuando se acerca otra perra, si está a su alcance, como en el caso de Lía que es grande, le va a morder las orejas.

Tekila es además buena competidora. Si le das cualquier cosa de comer a otra perra y ésta no la agarra rápidamente, ahí aparecerá Tekila a gran velocidad y huirá con la presa en la boca.

No importa que no lo haya visto nunca a usted, Tekila se le ofrecerá como la mejor amiga para que la cargue y acaricie. Eso nos hizo pasar un buen susto. Nos habíamos mudado para un barrio periférico de la ciudad bien tranquilo llamado Campestre Las Flores. Pues en la segunda noche de nuestra estancia allí Tekila se perdió. Allá nosotros buscándola y llamándola con linternas, yo hasta me metí en una maleza con el pavor que producen nuestras mayores fobias, en mi caso las serpientes, pero Tekila no aparecía.
Hasta que nos encontramos con un policía que cuidaba el reparto y nos dijo que había entregado la perrita a su dueña que era nuestra vecina. Allá fuimos con la vecina y el policía y nos dimos cuenta enseguida de que ella la tenía y la cosa terminó mal.

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FINITA CON LA MAS CONSENTIDA.

Con mucha tristeza invitamos al policía a nuestra casa y le agradecimos su ayuda y le ofrecimos café y todos con la certeza de que la vecina (la taquera le decíamos porque tenía un puesto de venta de tacos) tenía secuestrada a la perrita. Pues sobre la una de la mañana cuando el policía se retiraba a continuar su ronda, vi como Tekila se acercaba a nosotros y venía desde la dirección de la casa de la taquera. El policía la reconoció de inmediato, con una diferencia, le faltaba el collar que tenía, el cual tenía cuentas de oro, con el que se quedó la dichosa taquera.

Pero no fue el único susto con Tekila, una vez se volvió a perder y no aparecía y ya desesperados, también habíamos buscado en el parque y en los matorrales cercanos, apareció Tekila durmiendo dentro de un closed.

Por supuesto que Tekila también duerme con nosotros, igual no se mueve en toda la noche y lo hace entre las dos almohadas.
Siempre tuve a los chihuahuas como perros de pocas pulgas y lo comprobé una vez que fuimos a una tienda veterinaria y vimos que vendían un grupo de cachorritos, pues había como cuatro o cinco arrinconados y en la otra esquina comiendo, estaba una chihuahua, mucho más pequeña que los otros y cuidado, no había quien se acercara a la comida porque ella estaba comiendo.

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FRIDA
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MUPY Y FRIDA.

Frida.

Una noche bien fría nos percatamos que debajo del carro había un perro acostado, lo llamé pero no respondió. Al día siguiente me dí cuenta que era una perrita que le faltaba la pata trasera derecha. Pasaron dos o tres días y aquella perrita no comía ni tomaba agua, parece que estaba muriéndose, pero milagrosamente al cuarto día se levanta, mas bien se arrastra y toma agua y come de mi mano.

Así se salvó de lo que le pasó (¿un carro la atropelló, un machetazo o un cohete?), lo cierto es que le dábamos comida y agua y cuando llovía la dejábamos entrar. Pilar le puso el nombre de Frida y un día de mucho frío la dejamos entrar y cobijarse junto con Mupy. De ahí en adelante salía con las otras perras a hacer sus necesidades y era la primera que regresaba, como un bólido entraba para que no la dejaran afuera.

Así Frida se convirtió en la cuarta perra de la jauría. Frida es una perra multirracial diría yo que de poodle y schnauzer, porque tiene de los dos. Aparentemente en donde vivía la acostumbraron a hacer sus necesidades en la yerba y comer de la mano. Frida, a diferencia de casi todos los perros es selectiva para comer y lo que come lo hace con mucha gentileza y muy despacio. Es por eso que no ataca la comida con avidez, sino que la deja ahí, la contempla y después lentamente se la come.

En ese tiempo de contemplación, otras perras quieren arrebatarle la comida y ahi sale todo el carácter de Frida a relucir, gruñe como un monstruo y se faja si la atacan. Comenzamos a llamarla “motor”, porque el ruido que emitía parecía un motor acelerado de un carro.

Igualmente Frida ha creado una dependencia de mi tremenda, haciendo gala de la mayor virtud, el agradecimiento. En Don Quijote de la Mancha, dice el hidalgo caballero: “Entre los pecados mayores que los hombres cometen, aunque algunos dicen que es la soberbia, yo digo que es el desagradecimiento”. El agradecimiento se agradece.
Esa es Frida, la segunda perra siguiente.

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LULU

Lulú.

Un día estábamos estacionados esperando a Pilar y vemos como un ómnibus casi aplasta a una perrita pequeña, ésta estaba en shock y temblaba como una hoja. Me bajé del carro, la cargué y me la llevé a varias cuadras, donde hubiera menos tráfico. Cuando regreso al carro me encuentro que la perrita estaba detrás de mí. Nos dió lástima y cargamos con ellas, convirtiéndose en la quinta.

Lulú (nombre de prostituta francesa) la llamó Pilar, la bautizadora de la casa, y allá la pusimos en el patio, pues tenía unas diarreas incontenibles (no se si la echaron por esta causa o eso era producto de tomar agua sucia y comidas corrompidas en la calle), la cuestión es que la curamos y vimos que era una perra muy jovencita, sobre todo por sus dientes, aunque en diez meses que llevamos con ella no ha crecido mucho más.

Lulú es el eterno juego con todas las perras y con nosotros, pero sobre todo con Tekila, se pasan horas jugando.
Parece que a Lulú últimamente se le ha pegado el “motor”, sobre todo cuando se le acercan a lo que come, aunque es por poco tiempo pues es bien comelona.
Esperamos cerrar con Lulú la matrícula de admisión a la jauría.

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YOKO

Yoko.

Yoko es la perra Shar Pei que Alexander y Ana tenían en Argentina. El Shar Pei tiene muchas arrugas, pero a medida que maduran, estas arrugas desaparecen, ya que “crecen en su piel”. Los Shar Pei en 1978 fueron nombrados como la raza de perro más rara del mundo por la revista Time y el Libro Guinness de los Récords Mundiales. Pero para mí no tenía nada de rara, era como todos los perros, cariñosa y obediente.

El Shar Pei se destaca por su temperamento sereno y equilibrado. Era bien revoltosa de cachorro, era bien mordedora con cosas de madera. A pesar de que dicen que muestra una ligera indiferencia ante los extraños, desde que llegamos a Argentina Yoko se iba a dormir debajo de nuestra cama y nos seguía a todas partes.

Yoko solo comía comida para perros y nosotros le dábamos secretamente por debajo de la mesa, buenos pedazos de carne y cuando sentía (creo que todos los perros tienen ese sentido para oír desde bien lejos) el ruido del papel aluminio o papel celofán en el que vienen envueltos los bombones o caramelos, venía corriendo por lo suyo.

Pero Yoko era lo que llamamos en Cuba “chivatona”. Finita, convalesciente de dos operaciones de cadera, no debía fumar, pero el vicio la vencía, así que nos íbamos para lo más profundo del patio, que era bien grande, y detrás de unas matas de limones fumaba y enterraba con el bastón las colillas del cigarro. Pues Yoko se entretenía en sacarlas de la tierra y llevarlas hasta el patio para que todo el mundo viera su hazaña.

Dicen que el Shar Pei es un animal independiente y de un solo amo. Por eso cuando Alexander se fue a los Estados Unidos Yoko no fue la misma.

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HONEY

Honey.

Como su nombre lo indica es una perrita americana, es un Boston Terrier y la última que ha llegado a la familia y la adquirieron Alexander y Ana en Miami. Todavía es un pequeño cachorro y no ha dado mucho que hablar, pero seguro que cuando Finita y yo la entrenemos a nuestra forma, al margen de que ella va a una escuela donde enseñan muchas normas de conducta a los perros pequeños, se va a sentir todavía mas a gusto.

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PASEADOR DE PERROS EN ARGENTINA, LOS CUIDA MIENTRAS SUS DUEÑOS TRABAJAN.

Perro malo.
“El Encantador de Perros” César Millán pasó la mayor parte de su infancia en la granja donde trabajaba su abuelo en Mazatlán. En uno de sus libros, César Millán declara que en cada perro que ve, el espíritu de su abuelo está presente. El interés más fuerte de César Millán es la rehabilitación de perros agresivos y siente un cariño especial por lo que él llama “razas poderosas”, como Pitbull, Rottweiler, Dóberman y Pastor alemán. Por eso tiene razón cuando dice:

En los 70’s culpaban a los Dobermans; En los 80’s culpaban a los Pastores Alemanes; En los 90’s culpaban a los Rottweilers. Ahora culpan a los Pitbull. ¿Cuándo culparán a los seres humanos?

Pero sí hay perros malos, bueno yo al menos puedo decir que conocí uno, aunque más bien creo que era un perro loco. Alexander trabajaba en la International School of Havana, en calle 18 y 5ta avenida en Miramar. Allí iba a buscarlo después de las 6 de la tarde, cuando terminaba de trabajar y un día me llamó la atención de un grupo de vietnamitas que le caían a patadas a un perro flaco que se acercaba a la embajada que estaba justo enfrente de la escuela y al que llamaban “verdugo”. Pensé que a los vietnamitas no les gustaban los perros, si hasta se los comen, pensé.

Nos dió pena y lo recogimos, cuando llegó a la casa no se entendía ni con Malú ni con Mupy, se orinaba dondequiera y formaba un buen reguero con la comida, no hacía caso para nada, así que después de unos cuantos días decidimos salir de él. Lo llevamos a un reparto que queda después del pueblo de Wajay, él mismo se bajó del carro y corrió tras otro perro y ni miró hacia atrás. Era la excepción de la regla y lo que hizo fue confirmaela una vez más.  Chucho era un perro atípico, desobediente y despegado de los seres humanos.

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RINTI, UN CASO PARECIDO A HACHIKO PERO EN CUBA

En el cine y la literatura el hombre se ha encargado de darle al perro el lugar que merece, tal es así que en la película Marlie y yo, un diálogo es: Si pudiera hacer algo para que te quedaras conmigo para siempre, lo haría. Tu vales mas que muchas personas.

Y quién no se conmovió con la historia de Hachiko, un perro japonés de raza akita, recordado por su lealtad a su amo, el profesor Eisaburo Ueno. El perro lo acompañaba a la estación para despedirse allí todos los días cuando su dueño iba al trabajo, y al final del día volvía a la estación a recibirlo. Esta rutina, que pasó a formar parte de la vida de ambos, no fue inadvertida ni por las personas que transitaban por el lugar ni por los dueños de los comercios de los alrededores.

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HACHIKO.

Esta rutina continuó sin interrupciones hasta el 21 de mayo de 1925, cuando el profesor Ueno sufrió un paro cardiaco mientras daba sus clases en la Universidad de Tokio, y murió. Esa tarde Hachiko corrió a la estación a esperar la llegada del tren de su amo, y no volvió esa noche a su casa. Se quedó a vivir en el mismo sitio frente a la estación durante los siguientes 9 años de su vida. Conforme transcurría el tiempo, Hachiko comenzó a llamar la atención de propios y extraños en la estación; mucha gente que solía acudir con frecuencia a la estación habían sido testigos de cómo Hachiko acompañaba cada día al profesor Ueno antes de su muerte. Fueron estas mismas personas las que cuidaron y alimentaron a Hachi durante ese largo período.

La devoción que Hachiko sentía hacia su amo fallecido conmovió a los que lo rodeaban, quienes lo apodaron el perro fiel.
En abril de 1934, una estatua de bronce fue erigida en su honor en la estación Shibuya, y el propio Hachiko estuvo presente el día que se inauguró.

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His Master’s Voice

His Master’s Voice (La voz de su amo), es una famosa marca de la industria musical y, durante años, el nombre de una compañía discográfica del Reino Unido. El nombre fue acuñado en 1899 como el título de un cuadro del perro Nipper escuchando un gramófono de cuerda.
Su famosa imagen corporativa proviene de una pintura del artista inglés Francis Barraud titulado His Master’s Voice. Fue adquirido al artista en 1899 por la recién formada Gramophone and Typewriter Company. El perro, una variante del perro perdiguero llamado Nipper, había pertenecido originariamente al hermano de Barraud, Mark. Cuando Mark Barraud murió, Francis heredó la posesión de Nipper, junto a un fonógrafo de cilindro y algunas grabaciones de la voz de Mark. Francis apreció el peculiar interés que el perro tenía por la voz de su difunto amo emanando del gramófono, y concibió la idea de inmortalizar la escena sobre el lienzo.

A petición del inventor del gramófono, Emile Berliner, los derechos norteamericanos del cuadro pasaron a ser propiedad de la Victor Talking Machine Company. Victor utilizó la imagen de forma más agresiva que su compañero británico, y desde 1902 todos los discos de Victor llevaban sobreimpresa el dibujo del perro y el gramófono de Barraud.Esta imagen continuó siendo utilizada como marca por Victor en los EE. UU., Canadá y América Latina, y más tarde por la sucesora de Victor, RCA.

Una muestra palpable de la importancia que para los perros tiene hasta su voz.

Siempre Mark Twain, puso el dedo en la llaga una vez más, como cuando dijo:
Si recoges un perro hambriento de la calle y lo haces próspero, no te morderá; esa es la principal diferencia entre un perro y un hombre.

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PICHI, UN PERRO CALLEJERO SIMPATICO Y CARIÑOSO QUE ESTUVIMOS A PUNTO DE ADOPTAR PERO COMO YA NOS IBAMOS DE CUBA LO ADOPTO UNA FAMILIA AMIGA.

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