Los cubanos y los cruceros

Los cubanos y los cruceros

Yo soy de una generación que jugaba a los escondidos cuando oscurecía; que iba y regresaba caminando al colegio; que hacía las tareas de la escuela sin ayuda de nadie y rápido para poder irme a jugar en la calle, que la mayor parte de su tiempo libre la pasaba en las calle jugando a la pelota o a las bolas con sus amigos; que leía y coleccionaba muñequitos (comics) o álbumes de postalitas y disfrutaba con las postales de los peloteros; que recogía celosamente las botellas de refresco para venderlas al bodeguero y con ello comprarse galletas, caramelos o chocolates; que con muchos ahorros lograba comprar discos de vinil de 45 revoluciones por minuto para escucharlos en el tocadiscos portátil que tenía; que recortaba y pegaba fotos o reportajes de periódicos y revistas en un álbum hecho con hojas en blanco; que pasaba el tiempo de lluvia entretenido en juegos de mesa, en particular el parchís y el monopolio; que tras llegar la Television y mi familia poder adquirir un receptor, me acostaba a medianoche después de escuchar el himno nacional; que disfrutaba grandemente como los viajes a la playa, al malecón o a un picnic en cualquier lugar adecuado para ello; que nos esforzábamos por sacar buenas notas en la escuela y que teníamos un estilo de vida basado en el respeto a los mayores y la obediencia de las reglas y normas de convivencia y la conformidad con lo que nos podía brindar nuestra familia, en resumen una generacion que dependía y respetaba por encima de todo a sus padres para lo que fuera y que recordamos como un tiempo que fue seguramente de los mejores de nuestra vida.

Años después, volviendo a lo que teníamos, en particular en Cuba, nos conformamos con vivir en la casa de los suegros y alli formar una nueva familia y tratamos de criarla, al margen del cambio de la sociedad, con los valores que nos enseñaron y nos formaron.

La sociedad actual es muy diferente, ahora los valores y los deseos son otros, tener la ropa y calzado en cantidades exageradas y que no necesitamos, el acceso a dispositivos digitales que son extraordinariamente valiosos cuando se emplean adecuadamente y embrutecedores y hasta peligrosos para los que no aprovechan sus posibilidades.

Muy pocas de las cosas que mencioné como remembranzas muy añoradas de mi niñez y juventud, se mantienen, o casi ninguna, pero dentro de este medio tan cambiado en el que vivimos, nos permite hacer comparaciones de lo que fue el ayer y la realidad actual y sacar conclusiones.

Pero este artículo va en particular a un tema con el que ni siquiera soñamos en nuestros años infantiles o juveniles. En ese entonces nadie esperaba hacer un viaje internacional en avión o un viaje largo por mar, porque estos estaban al alcance de muy pocos, y solo teníamos referencia de las grandes vicisitudes de nuestros abuelos cuando dejaron España y vinieron a comenzar una nueva vida en una tierra muy diferente a la que conocían.

Los cruceros

Cuando éramos jóvenes escuchar hablar de cruceros lo asociábamos con dos tipos de transporte marítimo:

Los buques trasatlánticos que tomaron nuestros abuelos para “hacer las Américas”, hacinados, soportando peste e insalubridad y viviendo durate un mes o más con los pocos alimentos que pudieron llevar, como el caso de la abuela de mi esposa, Celestina y llamada “titina” por mis hijos y que desde su aldea en Lugo vino a ver el mar por primera vez cuando viajó a encontrarse con su hermana en Cuba en un viaje tipico de los emigrantes españoles, lleno de miedo, carencias y sufrimientos, mientras otros se contagiaban de tifus u otras enfermedades y tenían que guardar cuarentena en el barco y después en la tristemente recordada Triscornia. Y esa era la media de Los viajeros del “Marqués de Comillas”, el “Valbanera”, el “Morro Castle” y otros buques muy conocidos en esa época y que llevaron a Cuba a cientos de miles de emigrantes españoles.

Entonces los barcos no tenian calefacción, ni aire acondicionado, ni cabinas individuales con baño y ducha, salvo los escasos alojamientos destinados a los pasajeros de primera clase, ni medios de comunicación para evitar tormentas y hacer los viajes más seguros, ni estabilizadores para amortiguar los efectos de la mar gruesa y los vientos, ni grandes comedores bien abastecidos y al alcance de la mayoría de los pasajeros. Aquellos eran viajes comparativamente tan heroicos como los de Colón con la única certeza de que llegar al destino tenía muchas más probabilidades.

Por otro lado estaban los fastuosos trasatlanticos como los de la Cunard line: el “Queen Mary”, el “Queen Elizabeth”,el “Aquitania”, el “Lusitania” o el “Carpathia”; los de la White Line con el “Titanic”, el “Britannic” y el “Olympic”, que se hicieron famosos por sus sonados naufragios y su participación en guerras.

En los años cincuenta eran frecuente noticia los viajes de trasatánticos como el “Queen Mary”, el “Normandie”, el “Ile de France” y el “United States”, y otros que se hicieron famosos por chocar entre ellos: el “Stockholm” y el “Andrea Doria”. Y todos ellos tenían un común denominador al igual que los viajes trasatlánticos por avión: eran exclusivos para gente rica.

Y también estaba presente el concepto de “crucero”, refiriéndose no a un buque de pasajeros, sino a un buque de guerra, los que suelen ser los de mayor tamaño aparte de los portaviones. Cruceros famosos han sido el Crucero “Aurora” en la Rusia Zarista y relacionado con la Revolución de Octubre; el británico crucero “Hood”, hundido en batalla con el acorazado alemán “Bismarck”; el Crucero acorazado “Maine”, que estalló en la bahía de La Habana y que dió lugar a la guerra Hispano-americana, el crucero “Vizcaya”, el buque más grande de la armada española, hundido en la bahía de Santiago de Cuba; el crucero “Reina Mercedes”, hundido por su tripulación para impedir el acceso a la bahia de Santiago de Cuba y muchos otros famosos por los hechos en que se vieron envueltos.

El desarrollo tecnológico y el auge del turismo.

Los viajes por mar, como ocurrió con la aviación, se hicieron, gracias a los avances tecnológicos, más seguros y accessibles. Ello trajo consigo la disponibilidad de mayores capacidades, con más comodidades y seguridad en los viajes, permitiendo que el turismo se desarrollara como nunca antes. Con los años y el desarrollo de las tecnologías de producción y las digitalización, surgió una nueva industria o concepto de viaje: los cruceros recreativos como los conocemos hoy en día.

Los cubanos, que hemos vivido durante decenios sometidos a la prohibición de hacer turismo internacional, y después durante algún tiempo también nacionalmente, vimos como el auge de los viajes por avión para conocer otros países y lugares atractivos y en particular los viajes en crucero, una modalidad masiva donde se participaba en una especie de hotel todo incluido flotante que tocaba diferentes puertos, eran lo más atractivo para nosotros. Pero aquello lo veiamos como un imposible, un sueño imposible de alcanzar para los que vivíamos en la Isla, y nos daba gusto ver como los que habían optado por abandonarla, empleaban ese tipo de viaje turístico de forma reiterada y comentaban lo bien que la pasaban y que estaban al alcance de todos.

Después vimos a partir de la apertura al turismo internacional, como una firma italiana comenzó a hacer escalas en La Habana, y más tarde, con el efímero descongelamiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, algunas navieras comenzaron a visitar Cuba, lo que hizo nacer una economía relacionada con la llegada de visitantes, ya fueran cubanoamericanos o de otros países, hasta que como ocurre con la historia de la revolución, lo que un día se abrió, volvió a cerrarse.

Pero el hecho lo que más logró fue aumentar nuestros deseos de montarnos en un crucero, por pequeño o de corta duración que fuera, lo vimos como la máxima aspiración de un cubano. Pero para ello no queda otro remedio que convertirte en ciudadano de otro país, los cubanos tienen vetado este disfrute.

En el mundo actual, os cruceros están considerados como una de las principales fuentes de turismo mundial, lo que va siempre creciendo, y las principales compañías navieras invierten cada vez más en barcos más grandes, en modalidades más lujosas y exclusivas y todas ellas acompañados de más comodidad y mejores ofertas. Y hasta están los que ofrecen viajes de meses o años de duración, para lo cual no faltan clientes.

Son cientos las navieras que cuentan con miles de cruceros con miles de destinos para todos los bolsillos. Estan las temporadas de descuentos y promociones, así que una vez que tuve mi pasaporte americano, lo primero que hice fue buscar no un viaje en un crucero, sino dos.

La democratizacion y globalizacion de los cruceros hizo que sus viajes dejaran de ser elitistas (sin dejar de existir variantes para las élites que pueden pagarlo) y con mi viejo anhelo de abordar un crucero, logré dos increíbles gangas.

El primero fue un viaje de 14 días por el Caribe con escala en múltiples islas y regreso a la Florida en el Emerald Princess y el segundo un viaje de dos semanas a Europa, con escalas en España y finalizando en Roma. Ambas costaron menos de quinientos dolares por personas. Saquen la cuenta y veran que solo eso cuesta un viaje avión.

Y el más lucrativo de todos es el que sale de la Florida y termina en Europa, los llamados “repositioning cruise”, viajes de reposicionamiento que hacen los cruceros para hacer el verano en Europa y después en el otoño regresan al Caribe para hacer el invierno en lugares más cálidos. Esas son las mejores gangas de los cruceros y yo pude aprovecharlas.

¡Qué triste sino el de los cubanos, que cosas tan sencillas como esta no están a su alcance!. Bueno es parte de la falta de libertades de todo tipo que existen en nuestro pequeño y cada vez más desgraciado país.

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