Tina Morejón, la reina de los bandidos cubanos

Tina Morejón, la reina de los bandidos cubanos

“Decidle al señor alcalde
decidle al corregidor
que yo por Luis Candelas
me estoy muriendo de amor,
decidle que es un canalla
decidle que es un ladrón
y que dejo que me robe
con gusto mi corazón”

Luis Candelas fue un madrileño del siglo XIX famoso por su carrera como bandolero en la cual no existieron hechos de sangre y que ha pasado a la historia a través de coplas, películas y hasta por un famoso restaurante de Madrid llamado Las Cuevas de Luis Candelas.

Y el haber visto un viejo video de Angela Molina cantando las Coplas de Luis Candelas, que me llevó a ver igual interpretación por Carmen Sevilla, Paquita Rico y hasta por Amaya Uranga, esa pléyade de buenas cantantes de entre las que dejo afuera, por irrepetibles a Lola Flores, Rocío Jurado, Rocío Dúrcal e Isabel Pantoja, me llevó al tema de los bandidos españoles, que han quedado como leyendas. Y ello me hizo recordar a dos escritores que abordaron similares hechos, pero en Cuba.

Álvaro de la Iglesia Santos fue un escritor cubano nacido en Galicia que es considerado un maestro de la crítica, por haber abordado a profundidad la cultura de la Isla, sobre todo en su vena costumbrista. Se puede considerar, junto a Eladio Secades, como los que mejor reflejaron la forma de ser del cubano, y entre sus escritos está un tema atrayente: el bandolerismo cubano.

A partir de leer algo prácticamente increíble, una noticia de crónica roja en Cuba, un tema tabú completamente desaparecido de la prensa de la Isla desde 1959, donde la Cuba actual es un lugar donde no ocurre nada que no sean los logros del gobierno, me puse a pensar en la trascendencia del hecho aparecido en los medios..

Dos noticias casi increíbles:

En Remedios, un campesino que a menudo hace el viaje desde su casa hasta la playa de Jinaguayabo a vender sus mercancías, al regresar fue asaltado por dos enmascarados que le robaron el producto de su venta, que calcula en unos dos mil pesos, pues no contaba el dinero hasta llegar a su casa.

Mientras tanto en otro camino rural de Remedios, la llamada Trocha de Echenique, dos jóvenes que viajaban en una carreta estilo volanta como las de la colonia, iban medio bebidos haciendo ostentación de su parafernalia de cadenas, anillos y relojes, fueron dejados desnudos y perdieron todas sus pertenencias a manos de similar pareja de enmascarados.

Estos hechos ocurrieron entre dos ciudades importantes del centro del país, Caibarién y Remedios, por lo que aparentemente, la prensa se vio obligada a dar la noticia al haberse producido en esa zona, donde la cercanía de los cayos y la bonanza que el turismo ha traído a la zona, ha hecho surgir de forma escandalosa este tipo de delitos.

El miedo a ser asaltado, común en muchos barrios habaneros, sobre todo con el arrebato de carteras y cadenas, también se ha extendido a las zonas rurales.

Estas dos noticias, más algunas otras sueltas, sobre todo publicadas en medios locales, no podía menos que traer a mi memoria la larga historia del bandolerismo en Cuba y con ello a dos nombres: Manuel García y Tina Morejón.

Manuel García

En mi niñez resonaba en mis oídos una copla que me cantaba mi abuela muy a menudo y con las que muchas veces me dormía:

“Y dice Manuel García
Que si no le dan centenes
Que descarrila los trenes
Y mata la policía…”

Entonces no sabía quién había sido Manuel García, un bandido tan popular que fue bautizado como “El Rey de los Campos de Cuba”, porque campeaba por sus respetos, hacía lo que prometía, y su audacia llegó a niveles increíbles.

Manuel García y Ponce de León pertenece a esa dinastía de bandoleros cubanos que al estilo de los salteadores españoles pintorescos que con la personalidad de Robin Hood, robaban a los pudientes y repartían los bienes entre los más necesitados, con una mezcla de temperamento feroz y bondadoso, generoso y valiente, un caballero andante como los de las novelas de hidalgos, y que se convirtió primero en una leyenda ubicándolo entre los más famosos cabecillas de todos los tiempos en Cuba y de ahí pasó a ser un revolucionario luchador por la independencia de su patria.

Nacido en 1850 en Alacranes, Matanzas, una curiosidad lo acompañó desde sus inicios: se cuenta que el día en que lo bautizaron, en la fiesta correspondiente, dos invitados, embriagados, se cayeron a machetazos y uno de ellos cayó gravemente herido y fue acostado en una cama, manchando las sábanas que cubrían al niño, por lo que se consideraba una desgracia que marcaría un camino de sangre al recién bautizado.

No aprendió a leer hasta los diez años y se aficionó al juego y a las peleas de gallos y su primer robo fue para apostar, con su cómplice, un negro mucho mayor que él, que en un juego de cartas fue atacado por los que estaban perdiendo, pero fue herido y abrazando a Manuel se despidió de él, dejándo al muchacho manchado de sangre. Así continuó y se convirtió en un vago que a la vez era un buen jinete y al negarse una muchacha en una fiesta a bailar con un personaje político, la abofeteó, y Manuel salió en su defensa, por lo que fue preso.

Manuel García visto por Carlos Enríquez

Al salir de la cárcel se casó y mantuvo una conducta correcta. Su madre, cansada de los abusos de su marido, se fue a vivir con un rico hacendado, el cual tuvo la mala suerte de que Manuel fuera a visitar a su progenitora en los momentos en que éste le propinaba una paliza, ante lo cual reaccionó y dejó al hacendado hecho un guiñapo. En este caso también los jueces le dieron la razón al poderoso, por lo que el joven fue puesto nuevamente entre rejas.

En presidio conoció a varios asaltantes, los que le transmitieron sus experiencias delincuenciales y al salir en libertad se asoció a Carlos García, un famoso asaltante de caminos, pero pronto se dio cuenta de que era capaz de organizar su propia cuadrilla, lo que hizo siempre cubriéndose bajo un manto de buen trabajador y persona tranquila que no quería buscarse problemas por sus antecedentes.

Pero el destino escrito en sangre en las sábanas durante su bautizo, le siguieron jugando una mala pasada. Tenía relaciones en secreto con una joven de Quivicán, cuya casa cogió candela y Manuel salvó de las llamas a la joven y a su familia, pero el padre de la misma lo acusó de ser el culpable del incendio, lo cual trajo una discusión que terminó con el patriarca herido gravemente y Manuel nuevamente en la cárcel, de la que no demoró mucho en salir gracias a los oficios de un abogado tramposo, al que terminó debiéndole una gran cantidad de dinero por ello. Consiguió una parte y para obtener el resto robó una yunta de bueyes, pero perseguido por una pareja de guardias, mató a uno de ellos, lo que lo obligó a convertirse en un fugitivo.

En lo adelante su historia es de continuas hazañas e increíbles hechos delictivos, hasta que decide sumarse a las huestes independentistas, viajando a Cayo Hueso a reunirse con los separatistas cubanos y al regresar a Cuba, su fama de bandido se transforma en la de cabecilla mambí, uno con el que no podían los mejores generales españoles. Sus numerosos seguidores proclaman que además era un hombre de grandes virtudes, porque no jugaba, no bebía alcohol, era respetuoso con las mujeres y exigía que los miembros de sus huestes tuvieran una conducta ejemplar, no solamente a través de sus órdenes, sino que como él, se vistieran bien, hablaran decentemente y sobre todo que se burlaran de la Guardia Civil, como muestra suprema del desprecio hacia las autoridades coloniales.

¡Viva Cuba libre! — ¡Viva Manuel García!
¡Viva el Rey de los Campos de Cuba!

Eran probablemente los gritos que más se escuchaban en la zona occidental del país.

Lo más acertado es que Manuel García protagonizó la edad de oro del bandolerismo cubano. Sus secuestros para obtener rescate se sucedían uno tras otro, todos exitosos y con impunidad total y sus recaudaciones eran destinadas a la causa de la independencia, mientras que en su persecución había un ejército bien equipado y con todos los recursos y que no podían con alguien que había sido calificado y satanizado por la prensa, de un vulgar bandido, y aparte de su inteligencia, sus victorias se debían en buena parte a sus infinitos seguidores, confidentes y encubridores, casi todos humildes campesinos, que lo respetaban como a un líder nato.

Manuel García era considerado entre los emigrados cubanos en Estados Unidos como un patriota que comenzó, por los avatares de la vida, siendo un bandolero y después se dedicó a la causa de la independencia, por la que ofrendó su vida siendo ya un un Comandante del Ejército Libertador cuando fue traicionado y asesinado en el pueblo de Ceiba Mocha en Matanzas.

Por paradojas del destino, Manuel García murió el 24 de febrero de 1895, cuando iba al frente de sus hombres a reunirse con los patriotas matanceros que ese mismo día, el comienzo de la Guerra de Independencia, se habían alzado en armas.

Pero mucho antes de que naciera Manuel Garcia, una mujer bandolera hizo historia y de ella nos habló Álvaro de la Iglesia, uno de los más importantes estudiosos de las costumbres
cubanas.

Tina Morejón, la reina de los bandidos de Cuba

Santo Domingo en la antigua provincia de Las Villas comenzó como una pequeña y pobre colonia llamada Nueva Bohemia, la actual Santo Domingo, donde se trabajaba exitosamente la agricultura y en particular se daba el mejor tabaco de la zona. En ese lugar tranquilo, aparecieron por los entonces espesos montes de maderas preciosas cercanos al lugar, un despunte de bandolerismo como nunca antes se había visto. En toda la zona, entre las dos costas, eran pocas las fincas de terratenientes que no hubieran sido víctima de los bandidos, los que se llevaban el ganado, asaltaban y robaban o secuestraban a cambio de un rescate, por lo que era rara la noche en que no hubiera un hecho criminal, mientras que los autores se evaporaban y las autoridades no encontraban a nadie. Eran los tiempos en que el bandolerismo tomó auge en las provincias de La Habana, Matanzas y Las Villas.

Los bandoleros estaban rodeados de aventuras e historias que mezclaban la verdad y la leyenda, por una parte daban pavor y por otra eran admirados por la población, porque en cierto modo era una forma de luchar contra el abuso del gobierno colonial.

Pero nuestra historia comienza con un próspero campesino conocido por Don Silverio, que por su fortuna tambien tenia propiedades en Cienfuegos y que vivia en el campo, donde tenía varias amantes en las cercanías, vio que una noche se aparecieron seis facinerosos, que el creia ladrones de gallinas o puercos, al frente de los cuales iba una mujer vestida masculinamente con aspecto de marimacho con revólver y puñal al cinto, la que con un mando energico le exigio dinero. Pero Silverio, el citado campesino, invitó a la mujer a que tomara café, algo sagrado en Cuba y que no se puede rechazar.

Los bandidos iban con antifaces cubriendo casi toda su cara y bajaron del para exigir lo pedido, mientras Silverio se encandiló con la mujer, la que le recriminó el por qué la miraba tan fijamente y si la conocía. – Quisiera conocerte, -respondió el hacendado, a lo que le contestó la bandolera: -pues buscame por esos montes, que allí estoy.

Silverio le dijo que le señalara un sitio que al día siguiente le entregaría personalmente y con gusto el dinero pedido. La jefa de los bandidos le citó para un lugar pero le advirtió que fuera solo, de lo contrario su vida correría peligro.

Se trataba nada menos que de Tina Morejón, y si Manuel Garcia fue el rey de los campos de Cuba, esta villareña lo igualó en fama, pero varias décadas antes.

Al día siguiente, impactado por la personalidad de la jefa bandida, Silverio se encaminó rumbo al lugar acordado con las onzas de oro exigidas. Pero al viajar pocas leguas y mucho antes del lugar de la cita, un esclavo salió del monte y le pidió le siguiera, llegado a una hacienda, donde le esperaba una hermosa mujer vestida al estilo de las campesinas cubanas, de la que pudo ver que era muy hermosa, mucho más de lo que había visto la noche anterior.

La mujer, que se identificó como Tina Morejón, se negó a tomar el dinero, pero Silverio la convenció de que lo repartiera entre su banda. Silverio se hizo su amante y nunca la traicionó, pero las autoridades, con tropas llenas de malhechores, y como ocurre casi siempre gracias a delatores, fueron tras Silverio y lograron capturar a Tina, en momentos en que ya el amor del hacendado estaba en vías de regenerarla y hacerla salir de ese estilo de vida.

Parece que una indiscreción de Silverio, al que un amigo le confiesa su felicidad y su romance clandestino, llega a oídos de las autoridades españolas, las que ordenan vigilar discretamente al hacendado para dar con el paradero de la más buscada bandida de la región.

Tina fue llevada encadenada a La Habana y el fiscal le pidió la pena capital, mientras que don Silverio trató de comprar su libertad, pero sin éxito. Movió Silverio mucho dinero y todas sus influencias para evitar su ajusticiamiento y hasta su fuga, pero solo logró que en lugar de ser ejecutada, fuera deportada a Cádiz y cumplir la condena de lavar la ropa del ejército de por vida.

Y queda en el terreno de la leyenda el que Don Silverio llegara a España antes que la deportada y allí logró comprar las libertad de Tina y se fugaron juntos y otros aseguran que en una fuga de película, ya en el mar Mediterráneo, Tina se lanzó al mar desde el vapor que la llevaba al destierro, para aparecer años después como jefa de una banda de forajidos en la isla de Córcega. Pero la verdadera leyenda, esa que hizo que se hablara de ella, ya la había tejido en Cuba.

Lo que sí se puede asegurar, como cuenta Álvaro de la Iglesia, en sus “Tradiciones Cubanas” y ubica los acontecimientos a principios de los 1820, que Tina llegó a ampliar no solo su zona de acción geográfica, sino también su temeridad y valentía, lo que la llevó a que fuera conocida como “La Reina de los Bandidos” en Cuba.

Lo cierto es que Doña Leonor Morejón, una mujer de buena posición social con una extensa hacienda en la costa al este de la bahía de Matanzas, era conocida popularmente como Tina Morejón y comenzó a ser perseguida al acusársele de ser jefa de una banda que dio muerte a un rico hacendado villaclareño, Francisco Arencibia. Tina fue famosa por sus apasionados romances con varios personajes. Tina estuvo casada con su primo hermano José Emeterio Morejón, capitán de las huestes españolas y sospechoso de chantajear a autores de crímenes.

Se dice que Tina tuvo relaciones con José Joaquín Clavel, un asesino catalán, que junto con Tina crearon toda una pantalla de ser abolicionistas, por lo que se dice que fueron detenidos y ajusticiados.

Una curiosidad es que el teniente Pedro González Abreu fue el encargado de la instrucción de este caso y su condena. Pedro tuvo tres hijas y una de ellas suprimiría su apellido paterno y sería conocida como la gran patriota y filantropica Marta Abreu.

Y la historia más aceptada es que tras su aventura con Clavel, Tina fue condenada en 1843 a cumplir prisión en el destierro, en Ceuta y regresó a Cuba donde murió en Guamutas en 1858 a los 56 años de edad.

La génesis del bandolerismo en Cuba.

No es extraño que en Cuba surgiera el bandolerismo como un fenómeno inherente a nuestra idiosincrasia. Si revisamos la historia de Cuba veremos que los actos violentos son casi una tradición que va desde los crueles actos de la conquista, las luchas por la abolición de la esclavitud, las luchas independentistas y anexionistas, la ocupación por parte de los ingleses y los norteamericanos, las guerras entre cubanos por motivos raciales o de filiación política que abundaron en nuestra efímera era republicana, los golpes de estado, el gansterismo imperante en la sociedad durante los gobiernos de Grau y de Prío, y tras la revolución se podría enumerar cientos de hechos que van desde el terrorismo, pasando por los fusilamientos y fuerte represión a los enemigos del régimen comunista, hasta la peligrosa confrontación que tuvo al mundo al borde de la guerra nuclear, a lo que siguió un período de “batallas” contra cualquier cosa: el analfabetismo, la eseseñanza, las zafras y la zafra de los Diez Millones de Toneladas de Azúcar y así sucesivamente hasta llegar a la “batalla de ideas” y otras campañas estúpidas siempre a la sombra del “patria o muerte o socialismo o muerte”, incluida la participación de cubanos en guerras en otros territorios del mundo en los que no teníamos nada que hacer.

La historia de Cuba ha tenido momentos muy importantes en su etapa colonial, que incidieron directamente en el surgimiento del bandidismo, de los que hay que destacar algunos.

Desde los primeros años de la conquista, la intensiva explotación minera en busca de oro y plata que hicieron desaparecer la población indígena y surgiera como principal fuente de riqueza la ganadería, por lo que la carne salada y las pieles eran el producto más importante, lo que atrajo a corsarios y piratas ingleses, franceses y holandeses, los primeros bandidos que devastaron, saquearon e incendiaron pueblos y ciudades y dieron origen a medidas de protección en la Isla.

Para evitar estos ataques, la corona española organizó el sistema de flotas para proteger el comercio con punto de escala obligatoria en La Habana, en cuyo puerto se vio una febril construcción de fortalezas. Henry Morgan, Francis Drake y Jacques de Sores y otros piratas, se vieron limitados en sus ataques y como otros corsarios y filibusteros que ya lo hacían, aumentaron el contrabando en el resto del país, lo que fue paulatinamente combatido y dio pie a que fueran construidas fortalezas en las ciudades más importantes, como Matanzas, Cienfuegos y Santiago de Cuba.

Paralelamente fueron surgiendo otras importantes industrias, la producción de caña de azúcar y el cultivo y elaboración del tabaco, ocurrió la toma de La Habana por los ingleses que demostró los grandes potenciales económicas y comerciales de la Isla y la necesidad de potenciar y flexibilizar el comercio, a lo que se sumó más tarde, a partir de la afluencia de franceses procedentes de Haití, la producción cafetalera.

Se suprimió el Estanco del Tabaco y se organizó la propiedad agraria, lo que ocurrió junto con el gran crecimiento del trabajo de esclavos africanos, creándose una sociedad rica pero altamente polarizada con grandes propietarios y el control total del comercio por los españoles por una parte y por otra los esclavos y una gran cantidad de campesinos blancos, peninsulares y criollos, creándose inestabilidad social y por ende rebeldía, hasta llegar a los movimientos independentistas y de anexión a los Estados Unidos.

Es en esos tiempos en que surgen en diversas partes del país, pero con más fuerza en la región central del país, el bandolerismo.

Es de destacar que el gobierno colonial en Cuba era intransigente y con poderes ilimitados, desde el Capitán General hasta los alcaldes, los que actuaban abusivamente, con encarcelamiento, ejecuciones, deportaciones y confiscaciones de forma irracional y muchas veces injusta. La impunidad de la administración era total y no existían mecanismos jurídicos ni judiciales, lo que hicieron que apareciera una respuesta en forma de venganza, lo que también era alimentado por la posibilidad de delinquir y esconderse en los sitios apartados, montes y montañas, y en los que se agruparon no sólo los que fueron víctimas de atropellos, sino también desertores del ejército, esclavos cimarrones y hasta marinos.

Fue así que surgieron cuadrillas de bandoleros que también estaban estimulados por la desigualdad económica extrema y el sistema de vida que favorecía solamente a los más ricos.
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Y la deportación política fue una de las formas preferidas de la represión de las autoridades coloniales, siendo una curiosidad de ella, que las mayoría fueron hombres blancos (peninsulares o criollos) y a los negros los enviaban a presidios dentro de Cuba, casi siempre a trabajos forzados. Además a los blancos se les confiscaron sus propiedades y esta incapacidad económica, y el alejamiento de la Isla los hacía vulnerables.

También hay que decir que en la aparición del bandolerismo en Cuba, influyó de forma notable las leyendas sobre el gran movimiento del bandidaje en España, alrededor del cual se hicieron famosos los nombres de varios personajes.

Desde los tiempos de Maricastaña

Ya no se menciona, pero en mi niñez a menudo escuchábamos la frase: “eso fue en los tiempos de Maricastaña” y se refería a una revuelta popular en el siglo XIV contra el Obispo de Lugo, un señor feudal de Galicia, donde murió el mayordomo del Obispo y Maria Castaña y sus dos hijos fueron acusados de ello, por lo que tuvieron que donar sus bienes a la Iglesia, siempre buscando mecanismos para enriquecerse aún más. Esta desigualdad social extrema se mantuvo hasta el siglo XIX, cuando aparecen, como consecuencia de ello, los primeros bandidos organizados.

Dos de cada diez sabían leer, una de cada cien mujeres era letrada, todos eran víctimas de abusos y atropellos de las autoridades y de los burgueses, nobles y clérigos, por lo que surgieron personas envilecidas por la mala vida, que se hicieron diestros jinetes, hábiles organizadores de asaltos, secuestros y robos, que hallaron en ello la únicas forma viable de venganza y de retribución a los pobres de parte de aquello que les quitaron e hicieron su vida miserable, por lo que fueron envueltos en un halo de romanticismo, como héroes populares.

El control de Francia sobre España también impulsó a que se forjaran múltiples grupos de bandoleros dedicados al asalto del transporte de mercancías y al contrabando. Eran en su mayoría salteadores de caminos que actuaban con mucha crueldad que en muchos casos eran para robar al rico y dárselo a los pobres, y que sobrevivían gracias al apoyo popular y a las condiciones geográficas de comarcas aisladas y con orografía complicada que los ayudaba a ocultarse.

Pero se puede concluir que al igual que ocurriría en Cuba, el bandolerismo surge como una respuesta social a una sociedad injusta que lleva a extremos la opresión y crea un gran descontento social.

Es así que en distintas épocas aparecen nombres como Luis Candelas, Diego Corrientes, El Tempranillo, los Siete Niños de Écija, José María Hinojosa Cobacho, “el Tragabuches”, “Pasos Largos”, “el Bizco de El Borge”, José Ulloa, Joaquín Camargo Gómez, “El Pernales”, Juan José Mingolla Gallardo y muchos otros. Destacaron en Cataluña, uno de los lugares de mayor bandolerismo bandidos como Serrallonga, Joan Serra y Perot Rocaginarda; en Galicia Xoan Quinto, Pardal, Riotorto y otros. Casi todos eran campesinos sin tierra desheredados de todo, que se vieron en la necesidad de asociarse con otros de su misma condición para emplear la violencia como forma única de subsistencia contra el hambre y las necesidades en una sociedad agraria estancada y altamente reprimida.

Eran los tiempos en los que la riquísima Iglesia Católica lanzó un falso sistema asistencial dando en monasterios y conventos a los necesitados la llamada “Sopa Boba” como subsistencia diaria.

Hay que recordar que la “Sopa Boba” era un guiso resultante de mezclar todas las sobras de las comidas de los conventos que se repartían a los pobres como forma de caridad para alimentarlos. El nombre se extendió a una bazofia hecha a base de agua y restos de comidas sin nutrientes que se les daba a los presos en las cárceles o huérfanos en un internado, cuarteles militares y hasta campos de concentración. Una comida gratuita que a pesar de ser de mal gusto y poco alimenticia hacía posible que la gente no muriera de inanición.

La “Sopa Boba” podrá haber salvado a algunos, pero a muchos les impulsó a salir de la miseria a como diera lugar, como estos personajes que vamos a nombrar.

Luis Candelas

Fue el más famoso de los bandoleros y cuya popularidad llega hasta nuestros días por muchas razones, su personalidad y su buen porte. Era pacífico y nunca cometió un crimen de sangre, fue considerado un romántico al estilo de Don Juan, pues vivía a costa de mujeres ricas que lo mantenían, lo que le costó un buen tiempo en la cárcel. Era muy hábil y usaba numerosos, más bien incontables disfraces para robar y estafar y nunca empleando la violencia.

Se hacía pasar, como el personaje de ficción que conoceríamos despues como Arsenio Lupin, por el caballero Luis de Cobos, uno de sus personajes más exitosos, que gracias a su cultura y facilidad de verbo, le permitía el acceso a fiestas en palacios y tertulias de gente de clase alta.

Se hizo amigo de Salustiano de Olózaga, más tarde alcalde de Madrid y gobernador de esa provincia, presidente del Consejo de Ministro y embajador de España en Francia, a través del cual se hizo masón y lo ayudó a introducirse en las altas esferas.

Luis Candelas se convirtió en un héroe popular y todos, inclusive agentes de la guardia civil lo ayudaban, de lo que da fe una copla:

“Con la puerta abierta
y toda la noche en vela,
a ver si me roba
Luis Candelas”.

Al final por una delación, fue capturado, acusado de más de cuarenta robos, juzgado y ejecutado por garrote vil a pesar de no haber derramado una sola gota de sangre.

Curro Jiménez

Otro legendario llevado al cine y a la televisión fue Curro Jiménez, el barquero de Cantillana.

Francisco Antonio Jiménez Ledesma, natural del pueblo de Cantillana, era hijo del barquero que transportaba a los mercaderes y mercancías desde Cantillana a Sevilla por el río Guadalquivir.

El alcalde del pueblo destituyó a su padre como barquero para favorecer a otros y, tras la muerte de éste, le negó el trabajo a Curro, por lo que orquestó una venganza contra el gobernante, yéndose a la Sierra, donde creó un grupo de bandoleros bajo su mando, cuya primera fechoría fue incendiar la hacienda del alcalde.

De ahí continuó sus andanzas por toda la sierra de Sevilla atacando a la mayoría de los pueblos de la comarca, siendo sus únicos objetivos los alcaldes y los mercaderes ricos.

Se crearon grupos paramilitares para acabar con él, pero fue una delación de un comerciante que se enteró de su paradero que la recién creada entonces Guardia Civil le dio muerte en 1849, cuando solo tenía 29 años de edad.

Diego Corriente

“Diego Corriente
el ladrón de Andalucía,
el que robaba a los ricos
y a los pobres socorría”

…dice una canción popular andaluza.

Fue conocido como “El Bandido Generoso” e igual que con Luis Candelas, no se le conoció ningún delito de sangre. Desarrolló sus fechorías en el siglo XVII, por lo que probablemente sea el primer bandido generoso, con una vida corta pero plena de aventuras y romances que lo hacen un personaje popular por su bondad, su cercanía a la gente del campo y cuyos abusos le hicieron convertirse en jefe de una banda con el objetivo de favorecer a los más humildes.

Sus numerosos delitos con total impunidad y la burla hacia las autoridades, hizo que fuera finalmente capturado, arrastrado, vejado, ahorcado y hasta descuartizado, siendo expuestos sus restos en los caminos y la cabeza dentro de una jaula.

Juan Caballero “El Lero”.

A pesar de ser un bandido muy temido y respetado, era muy caballeroso. Daba la mano a las señoras de las diligencias que asaltaba para que no se accidentaran y se pudieran sentar a la sombra, no usaba palabras groseras sino respetuosas. Fue tal el éxito de las partidas de atracadores que el rey Fernando VII mandó a un General a pactar el indulto de todas las bandas, primero sobre la base de la traición, a la que se negó El Lero, diciendo que a todos o a ninguno, obteniéndose finalmente el perdón total.

Reinsertado a la vida civil halló la muerte producto de un flemón a los 81 años de edad y fue probablemente el único caudillo de bandoleros que no murió en la horca o en unos caminos.

El Tempranillo

“El Rey mandará en España, pero en la sierra mando yo”, decía José María Hinojosa, “El Tempranillo”.

Se cuenta que un día el famoso bandido “El Lero”, se encontró con un campesino medio muerto de hambre sobre un burro esquelético, al que le preguntó que si iba para un carnaval, a lo que José María le respondió que gracias a ese burro no se había muerto de hambre, pues no tenía otra forma de vida al ser un campesino miserable, por lo que El Lero le dio una bolsa con una gran cantidad de dinero para que se comprara una mula joven.

Se hizo famoso en toda Sierra Morena compartiendo protagonismo con “El Lero” al cual nombraba afectuosamente compadre y con el que se repartía los lugares para operar en las serranías andaluzas, pero sobre todo se destacó por realizar asaltos sin emplear crueldad ni abusos.

Había comenzado su vida ilegal cuando era casi un niño por haber matado a un hombre, se dice que en venganza por la muerte de su padre o la violación de su madre ya viuda y otros que ello ocurrió durante un duelo a navajas por haber ofendido a una novia que tenía, María de la Fuensanta, una gitana de Monte Alto, y fue retado por el pretendiente oficial, un gitano celoso, alque José María mató de un solo golpe, por lo que la gitana lo bautizó diciéndole: “Anda, que Tempranillo has empezao…

Por ese hecho es que se va a los montes de las serranías de Ronda donde malvive hasta que se dedicó al contrabando y formó parte de los Siete niños de Écija, se le conocía como “el bandido bueno”, ya que era capaz de repartir más dinero a sus compañeros que a él mismo y si un pueblo estaba en situación precaria, él daba grandes dineros a cambio de refugio. Tras el indulto del rey, se dedicó a perseguir a bandoleros que no se acogieron a la misma y en las cercanías de Málaga un antiguo compañero le disparó y le dio muerte, con solo 28 años.

“Soy jefe de bandoleros
y al frente de mi partida
nada mi pecho intimida,
nada me puede arredrar”

…dice una copla popular dedicada a José María Hinojosa “El Tempranillo”.

Y así muchos otros, que harían esta historia muy larga.

Pepa a Loba

Algunos equivocadamente, dicen que Tina se inspiró para sus andanzas en “Pepa a Loba”, la que aparecería muchos años después en España.

Pepa a Loba fue una figura mítica gallega de finales del siglo XIX cuya leyenda todavía está vigente.

Se dice que dirigía su propia banda integrada por mujeres que se dedicaban a asaltar en los caminos, a los potentados y a los curas. También se comenta que hubo más de una Pepa a Loba, porque otras mujeres dedicadas al bandolerismo adoptarían el mismo nombre de la primera, debido a que las referencias a ella en toda Galicia son muy numerosas.

La historia más aceptada nos habla de una niña que queda huérfana a los 12 años y era llamada Pepa a Pastora, pastoreando el rebaño de ovejas de su tía por los montes. Un día tuvo que enfrentarse junto con su perro a un feroz lobo al que dio muerte, por lo que en lo adelante fue conocida como Pepa a Loba, mientras que otros aluden a que el sobrenombre le viene de la Serra da Loba, la serranía por donde anduvo pastando.

La gran intelectual gallega Concepción Arenal profundiza en la historia con investigaciones en la cárcel de la Coruña, haciendo referencia a su existencia real y a que fue acusada falsamente de asesinar a su tío y tras salir de presidio mata al que le tendió la trampa para inculparla y allí comienza su leyenda.

Después se publica una novela sobre la vida de Pepa a Loba que refiere que nació en Pontevedra sobre los años de 1830 (cuando ya Tina Morejón campeaba por sus respetos) y que se convirtió en una especie de vengadora que mataba a cualquiera que cometiera un asalto, robo o crimen en toda Galicia.

Era dueña de una posada en el camino entre Mondoñedo y Ferrol, donde daba alojamiento y comida y a la par se desempeñaba como bandolera. Tras su embarazo se dedicó a su familia y tras morir su marido volvió a las andadas.

Pepa a Loba se convirtió, haya una o más de ellas, la teoría más aceptada, en la representación del tipo de bandido generoso, que algunos comparan con la Reina Lupa o Hada de los Lobos de la mitología gallega.

Otros escritores de renombre como Emilia Pardo Bazán y Ramón María del Valle-Inclán abordaron el tema del bandolerismo en Galicia y alimentaron las leyendas de Pepa, de tal forma que aún hoy en día esta figura es revivida de forma literaria y su nombre aparece en diversas bebidas como marcas de vino, albariño, ginebra, vermut, cerveza, cremas y licores, aguardientes y en comestibles como zamburiñas en salsa de vieira, paté de centollo, paté de carne, ventresca de bonito, sardinas en aceite de oliva, mejillones en escabeche y otros productos gourmet.

Pero es imposible que haya sido inspiración para Tina por su no coincidencia en el tiempo.

El bandido siboney

Se dice que uno de los primeros bandidos que se hicieron famosos fue el llamado “el bandido siboney”, porque era un hombre no muy joven pero de mucha movilidad y provisto de flechas a la usanza de los indios, que apareció casi con los inicios del siglo XIX en la zona villaclareña y actuaba hasta Puerto Príncipe (Camagüey) y que andaba sin camisa y sin sombrero, por lo que se convirtió en leyenda y se decía que era mitad hombre y mitad demonio y que asesinaba a mujeres indefensas y a niños. Lo cierto es que el Indio tenía que recorrer grandes distancias, siendo conocido en Camagüey como “el Indio Martín” y que llegó hasta Santiago de Cuba, siempre a pie y con lanza y arco y flechas, por lo que se cree que hubo más de un bandido.

También se habló de que eran yucatecos que se habían dedicado al bandidismo o simplemente se trataba de cimarrones asumiendo ese rol de indígenas. Lo cierto es que las autoridades crearon cuerpos especiales para darle caza por sus numerosos crímenes y lograron darle muerte en 1803, a partir de lo cual ya no se escuchó más de ese caso.

La sublevación de los vegueros en Santiago de las Vegas

Los bandoleros canarios

Todo parece indicar que Tina estuvo influenciada por los canarios, principales habitantes de la zona central del país, muchos de los cuales eran hombres sin tierras que llevaban una vida miserable sin oportunidades para salir de ella.

Los canarios, llamados “isleños” en Cuba, llegaron a nuestro país en busca de evitar la crisis existente en su lugar de origen, sin muchas tierras para cultivar, así que buscaban un territorio donde asentarse y cultivar y donde pudieran ser propietarios de sus haciendas. Los gobernantes coloniales buscaban incrementar los habitantes blancos en Cuba, así que eran bien recibidos, pero muchos esclavistas fueron contrarios a la idea por la competencia que constituían..

Por ello trataron de llevarlos a casi una condición de mano de obra esclava, endeudados con el patrón del barco que los trajo a Cuba, sin darles tierra ni posibilidades de comprarla, los llevaron a una condición no muy diferente que la que dejaron atrás, por lo que se convirtieron en un foco de rebeldía, primero como bandidos para subsistir y algo que se vería más tarde con su masiva incorporación al ejército Mambí.

También hubo una cierta influencia con los llamados “negros curros”, tema del que ya hemos abordado su existencia y eliminación.

Resumen del bandidaje en Cuba

Algunos como Manuel García, han pasado a ser, de vulgares delincuentes a convertirse en patriotas, pero no todos fueron así. Es por ello que durante más de un siglo, los medios de difusión, compulsados ahora por el cúmulo de información de los medios digitales, han llevado a la mínima expresión los vínculos normales entre todos los miembros de la sociedad, donde los padres, los maestros y otras personas que se lo ganaran, eran muy respetados; el principio de autoridad se ha resquebrajado y ya casi nadie tiene el respaldo moral para ser respetado y obedecido a conciencia.

Pensé que este era un problema de Cuba y su maldita revolución, pero no, en México y ahora en Estados Unidos, veo que que los jóvenes y hasta los niños son groseros, confianzudos, maleducados, mal hablados, descorteses y eso es así porque los gobernantes no dan ejemplo, alimentando todo lo que sea contrario a la civilización.

Ellos no pueden ser catalogados como bandidos, aunque no se preocupan mucho porque puedan ser detenidos por tenencia o consumo de drogas, falta de respeto a las autoridades o delitos menores, mientras que los gobernantes, a todos los niveles tienen el único objetivo de enriquecerse, cometer actos de corrupción o aliarse con el crimen organizado, por ello sin duda alguna, aquellos bandoleros que hemos mencionado, en su mayoría, a pesar de que muchos eran analfabetos, tenían en cambio esos valores que ya casi no existen. Eran héroes que delinquían ante el abuso del poder colonial, casi como única forma de sobrevivir.

Un bandolero cubano, José Plasencia, lo dejó muy claro cuando dijo”

“El hombre debe llevar consigo el honor de hombre hasta la muerte”

Ceiba Mocha, donde gracias a una traición, fue asesinado Manuel García

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