TABACO CUBANO.
Es muy conocida en Cuba la cuarteta del poeta Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé, nacido en la oriental provincia de Las Tunas que dice:
Con un cocuyo en la mano
y un gran tabaco en la boca
un indio desde una roca
contempla el cielo cubano.
EL ENSUEÑO DEL INDIO DE ZAIDA RODRIGUEZ, DONDE EL HUMO DEL TABACO ES UNA MUJER.
Y no menos famosa es la poesía de Federico García Lorca, “Son de negros en Cuba” cuyo fragmento expresa:
…“Iré a Santiago
con la rubia cabeza de Fonseca.
Iré a Santiago.
Y con la rosa de Romeo y Julieta
iré a Santiago.
Mar de papel y plata de monedas
iré a Santiago.
¡Oh Cuba! ¡Oh ritmo de semillas secas!”…
Ambas nos introducen a la importancia del tabaco en la formación de la nacionalidad cubana.
Aunque Cuba se identificaba con azúcar, tabaco y ron, solamente quedan como rubros importantes de la economía y de fama de la calidad de sus productos, el ron y el tabaco, y este último como máxima expresión de calidad. Del azúcar mejor ni hablar, eso es historia pasada a pesar de que había un dicho que aseguraba que “sin azúcar no hay país”. Ahora que no hay azúcar ¿qué es lo queda?
Los aborígenes cubanos consumían el tabaco mucho antes de que llegara el almirante genovés Cristóbal Colón.
Los estudios y evidencias, demuestran que nuestros indígenas lo usaban como medicamento, narcótico, afrodisíaco, para rituales y celebraciones religiosas. Lo fumaban, aspiraban por la nariz, lo untaban sobre el cuerpo, lo usaban en gotas en los ojos y en enemas, y hasta lo bebían en brebajes.
Cuando Colón regresó a Europa en 1492 después de descubrir Cuba, sus carabelas que no tenían chimeneas, volvieron echando humo al viejo continente. El navegante vio allí en los indios cubanos al hombre fumar por primera vez. Desde ahí el hábito saltó al otro mundo. De modo que de la industria tabacalera no sólo es la primera de América, sino que comenzó en Cuba.
INICIOS DEL USO DE TABACO EN ESPAÑA.
Rodrigo de Jerez fue uno de los marineros que llegó a las Américas con Colón y regresó a la vieja Europa con el hábito de fumar. La inquisición, después de alegar que sólo el diablo podía conceder a un hombre el poder de sacar humo por la boca, le sancionó acusado de brujería, a siete años de prisión. De hecho, la primera modalidad de consumo de tabaco en Europa fue el rapé, tabaco seco que sobre todo las damas llevaban sujetas a la muñeca en una bolsita de cuero. Se creía que oler el tabaco quitaba la migraña, por eso se le llamó Aroma de la Reina. Luego, en algún punto, los europeos comenzaron a fumar tabacos —o habanos— como tal, y después apareció el cigarrillo. Hay que destacar las palabras “cohiba” y “tabaco” las utiliza Colón en su diario. Se cree que “cohiba” es la palabra taína que designaba al rollo de hojas secas que fumaban, el primer nombre del cigarro. Y “tabaco” era el nombre del tubo en forma de “Y” con el que los indios aspiraban tabaco en polvo, aunque hoy es la palabra que se usa en Cuba para designar a un puro o habano.
No obstante el gusto por el tabaco se impuso y éste se convirtió en industria y pese a que los estudiosos tienen claro que dicha planta tiene su origen en la zona andina entre Perú y Ecuador, el tabaco cubano alcanzó rapidamente el calificativo de “el mejor del mundo”. Y apareció el término habano para conceptualizar todos los puros, donde el 100% del producto es cultivado y manufacturado en Cuba tras múltiples y severos controles tanto a nivel de de cultivo como de secado y torcido.
Se dice que la calidad del habano radica en la unión de cuatro factores: el clima; el suelo; la sabiduría de los campesinos y torcedores cubanos; y las variedades del tipo de tabaco negro cubano. Las denominaciones de origen no son por gusto, razón de más la dan el tabaco y el ron cubanos.
A pesar de los intentos ya hechos de alcanzar la calidad de un auténtico habano en otras regiones del planeta a partir de una semilla de origen cubano, nunca se llega a la calidad del tabaco hecho en Cuba. La combinación de factores climáticos con las características del territorio cubano hacen del habano un producto auténtico de Cuba, certificado por el sello que adorna las cajas de las diferentes marcas cubanas.
El tabaco en todas sus proyecciones cruza diametralmente por la historia de Cuba. Así lo demostró de manera magistral Fernando Ortiz en su obra “El Contrapunteo Cubano del Azúcar y el Tabaco”, en el que paralelamente a la verde hoja, la dulce hija de la caña es definida como otra protagonista crucial de la esencia de La Isla.
Lectores de tabaquería.
Después que España fomentó en Cuba la siembra y cosecha del tabaco, convertido en el siglo XVIII en un gran negocio, el número de vegueros y de tabaquerías para exportar los puros terminados crecieron notablemente. Desde principios del XIX las fábricas comenzaron a adquirir fama y prestigio. A mediados de esa centuria surgieron muchas de ellas, así como diversas marcas y se desarrollaron la cosecha agrícola y la industria manufacturera. En las factorías cubanas nacieron los tabaqueros, que permanecían largas horas sentados en sus puestos, manejando con la chaveta –un instrumento para cortar–, torciendo las hojas, elaborando las vitolas o dándole fina terminación a cada puro. Entonces surgió la idea de romper el silencio que acompañaba estas labores con la voz de un lector.
Aseguran que fue en 1864, en el taller de Viñas de Bejucal, cuando surgió la figura del lector de tabaquería, un singular personaje que ha llegado hasta hoy, convertido en una de las más hermosas tradiciones de la cultura cubana. La lectura de tabaquería se estableció como elemento esencial en las fábricas cubanas, y sus practicantes adquirieron habilidades diversas, no solo en la neutra lectura de la prensa, sino en la dramatizada de las novelas, a tal punto que se ha convertido en una especialidad que exige buena voz, entonación precisa, cambios de matices de acuerdo con situaciones y personajes, y hasta una buena dosis de imaginación, pues algunos han tenido que inventarle el final a una novela a la que le faltaban las últimas páginas. Según Cabrera Infante, autor de Puro humo, “antes del advenimiento de los sistemas de amplificación lo que se buscaba en el lector era su fortaleza vocal. Si su voz podía llegar hasta el final de la sala, el puesto era suyo”. Y a una buena lectura, chavetas como aplausos. A una mala, chavetas como chiflidos.
Muchos lectores de tabaquería fueron después excelentes locutores radiales, profesión que surge, no en los inicios de la radio como industria sino en la introducción del lector de tabaquería. Que mejor prueba que Leopoldo Fernández el inolvidable Trespatines o Pototo.
Sin olvidar el papel del lector de tabaquería en los discursos patrióticos de José Martí, que fueron leídos también en voz alta en las tabaquerías de Tampa y Cayo Hueso a los obreros que vivían exiliados en esas dos ciudades norteamericanas. Los tabaqueros cubanos y sus tradiciones llegaron por miles a Tampa, primeramente, en 1886, vía Cayo Hueso. Esa industria tabaquera transformó dramáticamente el entonces pueblito de Tampa en un creciente centro industrial, en un centro de avanzada habanero en la Florida. Los emigrantes cubanos devinieron en la mayoría de la población de Tampa en la década de los noventa del Siglo XIX.
Litografías.
Otro aspecto a destacar es el de las litografías asociadas al tabaco. En 1840 existía un buen número de talleres litográficos, pero de entre ellas destacaban dos: la Imprenta Litográfica de la Real Sociedad Patriótica de La Habana, y La Litografía Española o Litografía del Gobierno. Solo con estos dos talleres pioneros, la Industria Litográfica cubana tenía ya una capacidad técnica suficiente para dar soporte a la pujante Industria Tabaquera que ya la requería.
A mediados del siglo XIX Cuba cuenta con eminentes artistas gráficos (grabadores y litógrafos) y una pujante Industria Tabaquera, que había descubierto las ventajas de incluir bellas impresiones litográficas de gran colorido y magníficos relieves dorados con el fin de lograr una protección contra imitaciones y fraudes además de una buena presentación para sus apreciadas labores, tanto en envases como en la propia vitola o anillo que identifica los habanos.
Esta innovación daría sus frutos a partir de mediados de la década de 1840 con la producción de las espléndidas obras de arte en forma de habilitaciones de las cajas de tabacos Partagas, Romeo y Julieta, La Corona, Por Larrañaga, H.Upmann, Cabañas y Carvajal , El Águila de Oro de Gustavo Bock, La Escepción de José Gener y Batet, José Luis Piedra, Flor de Cuba, Fonseca y otros tantos.
En las litografías de Fonseca y Romeo y Julieta tuvo inspiración García Lorca para el poema mencionado.
LITOGRAFIA DE LAS CAJAS DE TABACO DE FONSECA Y ROMEO Y JULIETA.
El Estanco del Tabaco.
Al iniciarse el siglo XVIII muere Carlos II rey de España sin dejar herederos que ocuparan el trono. Felipe V nieto del rey de Francia ocupa el trono y se desata la Guerra de Sucesión (1702-1713), entre sus partidarios y los que apoyaban a Carlos de Austria que tenía la simpatía de Inglaterra. Finalmente queda establecido como rey que define una política centralizadora en lo administrativo y lo comercial que en el caso de Cuba se vio reflejada en que el gobierno local, que dejó de estar a cargo de un concejo elegido por los vecinos, como en los primeros tiempos de la colonización.
El carácter monopolizador fue fortalecido en lo económico con el decreto del Estanco del Tabaco, medida que buscaba beneficiar a la corona con el monopolio de la compra de la hoja y que provocó la rebelión de sus cosecheros en tres oportunidades.
La primera mitad del siglo XVIII transcurre desde el punto de vista económico teniendo como ejes fundamentales el desarrollo del cultivo de la hoja del tabaco que será rápidamente objeto de medidas monopolizadores por parte de la corona, debido al alto precio que llegó alcanzar el mismo en el mercado europeo y el avance de la industria azucarera cuyas ventas continuaron en aumento, es por esta razón que denominamos este tipo de economía como economía agrícola comercial.
TOMA DE LA HABANA POR LOS INGLESES. MUCHOS SE LAMENTAN: ¿POR QUE SE FUERON?
En el contexto de la Guerra de los Siete Años se produjo el ataque inglés a la Habana y posterior toma de la ciudad.
La dominación inglesa duró 11 meses y sólo se hizo efectiva en la región occidental de la isla, pero tuvo indudablemente efectos positivos desde el punto de vista económico, sobre todo en el hecho de que los habitantes de la zona ocupada, pudieran disfrutar de un régimen comercial más flexible que el español.
España al regresar al control de toda la isla tras la retirada inglesa implementó cambios que fueron el resultado no tanto de la dominación inglesa como del apogeo en la península de una concepción política que estaba destinada a reformar o modernizar las relaciones mercantiles, por lo que se produjo la supresión de monopolios comerciales y la disminución de impuestos lo que posibilitó que la economía de Cuba evolucionara al suprimirse el monopolio comercial, autorizándose el comercio con varios puertos españoles y la apertura de nuevos puertos cubanos así como se concedió la posibilidad de comerciar con otras colonias españolas en América y con países europeos, en este caso sujetos a pagos de impuestos.Estas medidas beneficiaron particularmente a comerciantes y hacendados y en particular a la comercializacion del habano.
En el siglo XIX ya el tabaco, como el azúcar, se habían fusionado con la historia de Cuba, pero las características del mercado y el gusto de los fumadores, hicieron que el habano, distinguido ya por su procedencia, comenzara a clasificarse a partir de la zona de la cosecha. Así surgieron prestigiosas marcas como Partagás, H Upmann, La Corona, Por Larrañaga, El Fígaro, y otras, hasta que en 1966 se crea Cohíba, actualmente la marca líder de Cuba.
Cohíba no sólo es el nombre de mayor prestigio en el mundo del tabaco, es también una marca comercial que mueve influencias políticas, trafica poder y maneja millones de dólares. Se vende a precios astronómicos y se consume en cada rincón de este planeta. El Rolls-Royce de los tabacos es una burbuja de oro donde encuentra placer un selecto grupo de personas que sólo tienen en común dinero y poder.
El fumador mas famoso de puros en la historia dicen fue Sigmund Freud,que fumaba como 20 puros al dia, es mas, no hay ninguna foto en lo cual no este con un puro en la mano o en los labio, parece que el psicoanálisis en él mismo no tenía ningún efecto.
Otro empedernido fumador de puros fue Mark Twain,quin dijo una vez algo asi como “yo no fumo mucho ,solo un puro a la vez” y también: “dejar de fumar es lo más fácil, yo mismo he dejado de fumar como 150 veces”.
TABAQUERIAS EN CUBA FINALES DEL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL XX.
John Fitzgerald Kennedy fumaba H. Upmann Petit Coronas, Arnold Schwarzenegger prefiere los Montecristo, Churchill una de las vitolas tradicionales de la marca Romeo y Julieta lleva el nombre del político británico, En realidad, no hay ninguna vitola llamada Churchill sino Julieta No. 2, que fue creada por la Fábrica Romeo y Julieta en honor de Winston Churchill para su visita a Cuba. David Caruso, de CSI Miami, disfruta en especial de Vegas Robaina. Para John Travolta el puro significa la seguridad del hogar. Sus padres y su hermana fumaban puros y esa afición estaba vinculada a los acontecimientos más importantes de la familia. No se considera un conocedor del puro; fuma unos 5 cigarros a la semana, prefiriendo Montecristo, Dunhill y Davidoff. Los degusta al final del día, en la terraza de su mansión, con café expres.
WINSTON CHURCHILL, ROBERT DE NIRO, JACK NICHOLSON Y NICOLAS CAGE: FUMADORES EMPEDERNIDOS DE HABANOS.
Tom Selleck es un gran aficionado al puro y prefiere los Habanos y las vitolas grandes: el Doble Coronas de Hoyo de Monterrey y Doble Coronas Punch. A Dani DeVito Le gusta fumar un habano todos los días, pero si está trabajando fuma más y realmente, su afición nació de la mano de Arnold Schwarzenegger durante el rodaje de Los Gemelos (1987). Prefiere los Habanos: empezó con Romeo y Julieta, luego cambió a Partagás Serie D nº 4, más tarde a Diplomáticos y ahora prefiere Bolivar. Se consideraba que un hombre que sabía de placeres, era Al Capone, el que fumaba Romeo y Julieta Belicosos. Alfred Hitchcock fumaba en todas sus películas y le gustaba el Diplomático No. 2. al igual que al actor irlandés Pierce Brosnan, quien interpretó con éxito al Agente 007, en varias película se la serie ‘James Bond’, fumaba ese mismo habano. Orson Welles fumaba Punch Doble Coronas y Steven Seagal o Sylvester Stallone era dos grandes aficionados a los cigarros puros cubanos como el ‘Romeo y Julieta Wide. Robert de Niro, uno de los grandes de Hollywood, con una impresionante lista de éxitos, gusta de fumar habanos y se exhibe con ellos en sus filmes a la más mínima oportunidad con gran estima a los puros cubanos ‘Cohiba Coronas Especiales.
Jean Reno, el actor francés de origen español, es un grandísimo actor pero además es un reconocido fumador se dice que su marca predilecta es Montecristo, vitolas de gran tamaño. Gerard Depardieu, Jeremy Irons, Robert Duvall, Jack Nicholson, Steven Spielberg, Matt Dillon, Naomi Campbell, Will Smith, Jack Nicolson, Demi Moore, Bruce Willis, Clint Eastwood, Mel Gibson, Nicholas Cage, Johnny Depp y otros también son famosos fumadores de puros cubanos.
Durante toda su historia las hojas utilizadas para elaborar a mano el mejor puro del mundo, han sido celosamente escogidas, y el mercadeo especifica que provienen de las cinco mejores vegas de la región de Vuelta Abajo, Pinar del Río.
Las inclemencias del tiempo, las dificultades económicas de Cuba con la falta de fertilizantes, de liquidez financiera y otra serie de factores, hizo decaer la producción tabacalera cubana. Y por mucho empeño que se pusiera no se podían cumplir los compromisos ni la demanda de un mercado que exigía mayor cantidad y calidad de este producto líder.
VEGAS EN VUELTABAJO. EL MEJOR TABACO DEL MUNDO.
“El país del tabaco” compró clandestinamente selecciones de hojas en Nicaragua y pequeñas cantidades a Ecuador, países donde se sabe que las plantaciones tabacaleras pasan por un estricto control de calidad con estándares internacionales. Las hojas casi contrabandeadas se usaron para manufacturar el tabaco que se vendió, y el que se regaló a mandatarios influyentes. Increíble que “El mejor habano del mundo” haya sido sin denominación de origen. En Santo Domingo se falsifica tabaco cubano de marcas reconocidas, sobre todo para el mercado norteamericano ávido de un habano cubano. Algunos medios internacionales afirman que casi “siete millones de puros falsos de Cuba circulan por el mundo”.
Por tanto el habano o tabaco como lo llamamos los cubanos era un consumo muy popular, que iba en un espectro tan amplio como del campesino más pobre hasta el millonario. Se ha quedado como símbolo de la más auténtica cubanía llevar en el bolsillo superior izquierdo de la guayabera un tabaco, dos, y hasta tres.
Por tanto el hábito de fumar ha sido algo que el pueblo cubano, tradicional y eminentemente fumador, hacía a sus anchas. Como la conocida canción: “Fumar es un placer, genial, sensual…” El pueblo cubano es un pueblo eminentemente fumador. Pero al margen de ese tango, Eliseo Grenet nos regaló el tema hermoso que es “Tabaco Verde”, de la que se han hecho varias versiones, pero ninguna como la de Ramón Veloz. También se graba “Se te cayó el tabaco”, por Beny Moré y su orquesta y la orquesta América registra el Cha cha chá del Tabaquero, pero no se por qué no ha habido mayor producción musical cubana referida al tema del tabaco.
ALEXANDER JOVENCITO FUMANDOSE UN TABACON, Y OTO QUE NUNCA HA SIDO FUMADOR ECHO HUMO PARA CELEBRAR SU CONDICION DE PADRINO DE BODA.
Por supuesto que mundialmente también todo el mundo fumaba, en las películas hombres y mujeres, ya fuera en una oficina, en un restaurante, en un evento deportivo o en la guerra, todos fumaban. Hasta los cantantes fumaban a la vez que cantaban, el ejemplo más famoso fue Frank Sinatra que cantaba, con esa voz que nunca perdió, y tomaba whiskey mientras cantaba.
Por eso que los jóvenes para sentirnos “hombres” rápidamente adquiríamos ese vicio. Como a los 12 años ya trabajaba pues podía costearme el vicio, aunque lo hacía a espaldas de mi familia. Compraba dos centavos de cigarrillos, por los que me daban tres cigarros y los guardaba debajo de la almohada. Y por supuesto que me los fumaba en la calle, hasta que me descubrieron.
Entonces las cajas de cigarros normalmente traían 16 cigarros y costaban diez centavos, después comenzaron a comercializarse las cajas en diseños más atractivos y prácticos y contenían veinte cigarros. Comencé a fumar robándoles los cigarros a mi primo, que fumaba uno de los más fuertes: Bock especial con papel de arroz, una verdadera “tranca” o “rompepecho” como se le dice en Cuba a los cigarros más fuertes.
SUPER ROYAL MI CIGARRO PREFERIDO.
A diferencia del tabaco, habano o puro, los cigarrillos eran fumados en Cuba por igual por hombres que por mujeres. Se vendían allí antes de 1959 lo mismo cigarrillos nacionales que importados. Éstos últimos, mayormente provenían de las cigarreras norteamericanas, que por lo general mercadeaban más cigarros de picadura rubia, llamada popularmente en Cuba “suaves”, y todos eran identificados de manera globalizadora como los cigarros americanos. Los cigarrillos llamados “fuertes” de picadura negra sin duda eran los más populares. Los rubios tenían una clientela femenina más amplia o de aquellos como a mí que encontraba el cigarro rubio muy dulce, aunque los fumadores de cigarro negro o fuerte dicen que el dulce es el cigarro rubio. Cuestión de gustos.
Pero me decidí por fumar Competidora Gaditana Superfinos, mucho más suaves, con los que anduve unos cuantos meses hasta que me dió un catarro fuerte, por lo que dejé de fumar. Cuando volví a hacerlo, me supo muy dulce el cigarro y no me gustó. Así que probé con un cigarro norteamericano, Chesterfield, que sí se acomodó a mi gusto, pero un solo cigarro costaba dos centavos y la cajetilla cuarenta, así que busqué otra variante con un cigarro rubio cubano. Probé varios, Royal, Super Royal, Visant, Club y otros y el mejor sin duda fue el Super Royal, y valía solamente 15 centavos la cajetilla de veinte.
Esporádicamente en las fiestas me daba el lujo de comprar una cajetilla de Salem o Kool, cigarros americanos mentolados, pero valían por tres cajas de los que fumaba.
RONALD REAGAN EN SU EPOCA DE ACTOR ERA EL GRAN ANUNCIANTE DEL CHESTERFIELD.
También me hice aficionado a fumar tabacos o habanos, pero unos especiales mandados a hacer a un tabaquero, de los que había muchos en La Habana, los hacían a tu gusto en tamaño y sabor, eran pequeños y un poco gruesos, pero bien suaves y aromáticos y no salían muy caros, pero como nunca aprendí a fumar tabaco, fumo todo como un cigarro, acabándolo rápidamente, no mantuve ese hábito, aunque reconozco que es mucho más sano que el cigarro.
Después llega la revolución y comienza la agonía para los fumadores.
La fabricación y consumo de cigarrillos, como toda y cada unas de las esferas de la vida del país, cambió dramáticamente. Probablemente la más genuina y antigua de todas las industrias cubanas fue puesta patas arriba de la noche a la mañana y su hermosa tradición despersonalizada y borrada del mapa socio-emocional ciudadano. De hecho, pudiéramos decir que la industria y sobre todo el mercado de los cigarrillos desapareció, si lo comparamos con una actividad semejante en cualquier otro país. Todas las productoras de cigarrillos y sus casas matrices puramente tabacaleras, fueron “intervenidas” por el estado.
Inicialmente las marcas originales fueron mantenidas hasta a mediados de los años 60 y después fueron eliminadas para dar paso a una serie de nombres nuevos como Populares, Aromas, Dorados, Ligeros, Vegueros… aunque se mantuvieron las marcas originales como Partagás, Romeo y Julieta, Gener, Trinidad y H.Upmman para los tabacos.
MARCAS DE CIGARRO CUBANAS. MUCHAS YA NO EXISTEN.
El más popular de todos era precisamente el Populares, de picadura negra o fuerte. Se vendía uno más sofisticado con filtro, llamado justamente Populares con Filtro. En Cuba era al revés del mundo: la mayoría de los cigarrillos cubanos carecían de filtro. De hecho, el filtro no era muy apreciado por los fumadores isleños. A menudo a un fumador que no tenía más remedio que fumarse un Populares con filtro, se le veía arrancándole esa porción al cigarrillo. Existía otro negro, el Vegueros, un poco más fuerte, más largo y acaso ligeramente más ancho.
Los fumadores cubanos se dividían pues en dos grupos: los que fumaban cigarrillos negros, y los que fumaban cigarrillos rubios. Era muy común escuchar a un fumador preguntarle al otro: y tú, ¿qué fumas… suave o fuerte?
En aquellos momentos, todavía los cigarrillos cubanos de venta a la población común tenían cierto nivel de calidad. Las “cajetillas” como se le llamaba comúnmente al paquete, tenían doble envoltura con el interior de papel de aluminnio para hermetizar el aroma y evitar el paso de la humedad. Pero pronto, paulatinamente comenzaron una carrera hacia la decadencia de la calidad que llegó a su cúspide ya para los años 80. El cigarrillo cubano involucionó. A finales de los años 70 se comenzaron a producir cigarros de calidad que de alguna forma se exportaban o enviaban a personal cubano en el extranjero sobre todo en Angola, recuerdo los cigarros rubios “Ciervo” de mucha calidad, una especie de imitación al Camel, pero aquello desapareció con la misma rapidez con que surgió.
Cuba ha sido el único país del mundo donde algo tan lucrativo como el vicio en cualquiera de sus manifestaciones, o bien fue cancelado o racionado. No recuerdo exactamente las cuotas de cigarrillos, pero en los últimos años eran solamente cinco cajetillas mensuales y solo para mayores de los que tenían 14 años cuando se instauró el racionamiento, por lo que estaban muy por debajo de lo que un fumador normal consume diariamente. Yo personalmente siempre fumé alrededor de una cajetilla diaria y en algunos momentos casi dos.
La campaña de Los 10 Millones de Toneladas de Azúcar dejó en una profunda crisis económica al país, e inmersa en las carencias más agudas, a las que no escaparon los cigarrillos. Y en ese panorama de escasez, los cigarrillos protagonizaron una de las más grandes crisis de abastecimiento. Las cuotas semanales de la cartilla de racionamiento, conocidos comúnmente como cigarros “de la bodega”, se habían vuelto más magras y espaciadas. Fue en esa época que proliferaron las máquinas caseras para hacer cigarros.
Según la inventiva de cada quién, estas “maquinitas de cigarros” eran más o menos elaboradas. Un amigo me regaló una. La que conocí era el modelo más simple, que requería más manipulación. Consistía en un cajuela en dos secciones sobre la que se asentaba una banda de lona. Tanto el ancho de la cajuela como el de la citada banda representaban el largo del cigarrillo. La picadura del cigarrillo se almacenaba en una de las dos secciones de la cajuela, sobre la cual también se hallaba una abrazadera en forma de U en la que se colocaba al volumen de tripa del cigarrillo y el papel que lo envolvería, previamente cortado. El cigarrillo se liaba enrollando la lona con el auxilio de un pequeño rodillo de manera.
A veces se conseguía en el mercado negro el papel para cigarros u otro semejante. Pero cuando no, mucha gente comenzó a hacer los cigarrillos con papel Biblia muy apreciado por su breve grosor, y también el de la revista Carta de España, impresa en ese tipo de papel. Los cubanos bromistas decían que fumar un cigarrillo envuelto en uno o en otro papel, proveía al fumador de una gran fe, o lo españolizaba.
No había tiendas que vendiera picadura aunque se conseguía en el mercado negro. Las cigarrerías desaparecieron casi en el mismo 1959, lo mismo que otras tiendas minoristas de diversa índole. Los fumadores de pipa comenzaron a sufrir inmediatamente tras la llegada de la Revolución.
La picadura con que se hacían los cigarrillos caseros en Cuba en 1970 se adelantaron a la tan hoy en boga acción del reciclaje: era picadura de las colillas.
El fumador atesoraba las colillas desmenuzaba con sus dedos las colillas una a una para acumular picadura para fabricar un cigarro nuevo, pero con contenidos altamente contaminados.
Estos cigarrillos hechos en casa eran llamados “tupamaros”, una alusión hasta hoy inexplicada a los integrantes del movimiento guerrillero Tupac Amaru, que Cuba respaldaba.
Por supuesto que también tuve mi pipa, que era de la forma de la cabeza de un pájaro y hasta pico tenía, y sorprendentemente algunas veces conseguí picadura buena, una vez hasta inglesa, propia para pipas.
Naturalmente, la escasez generó negras manifestaciones. Una, el contrabando, de hecho casi inexistente porque en realidad no había fuentes ni material suficiente desde donde ejercerlo. Pero conllevó a un precio estratosférico. En aquella época, una cajetilla de cigarrillos podía costar hasta 5 pesos cubanos, y una rueda, lo que en llamamos cartón de 10 cajas, hasta 50 pesos, todo un capital, cuando el salario medio era algo más de 100 pesos mensuales.
La segunda cosa que generó la escasez fue que el paquete de cigarrillos se convirtiera en moneda de cambio. La lata de leche condensada y los jabones también tuvieron ese rol. Una cajetilla de cigarros podía ser obtenida en trueque contra un artículo cualquiera, como comida u objetos de de higiene personal. Una cajetilla de cigarros podría ser también el instrumento para el pago de un servicio.
En agosto de 1972 los fumadores volvieron a respirar esperanzados: se anunció la venta ¡por primera vez! de cigarros “por la libre”, es decir sin estar sujetos al racionamiento, desde su severa regulación a principios de la Revolución. Las cajetilla de cigarros “liberados” costaría $1.60, un incremento de más del mil porciento por sobre el precio de 15 centavos del paquete por la libreta.
El precio era alto para una población asalariada por el estado cuyo sueldo promedio mensual era de 120 pesos. Aunque fumadores compulsivos consumirían más de una cajetilla al día, en el average de una diaria, un fumador invertiría $48.00 pesos mensualmente en fumar, casi la tercera parte de lo que ganaba.
En realidad el precio de $1.60 era el emblemático porque correspondía a los cigarros fuertes, el sabor predilecto de la mayoría de los fumadores cubanos, pero era un precio en el centro. Los llamados cigarros suaves como el Aroma, el Dorado que yo fumaba, costaban algunos centavos menos, $1.40 o $1.20… En la cúspide estaban los cigarrillos Vegueros, también fuertes, que alcanzaban los $2.00 ó $2.40, porque aparte de que eran de picadura negra, eran más grandes.
Con tal de diferenciar los cigarrillos “normados” de los de venta libre, la solución fue el cambio de color del envase. Los cigarrillos Populares de la cuota permanecieron con la cajetilla rosada, mientras que a los otros se les asignó el color azul.
EL VALLE DE VIÑALES, APARTE DE SUS BELLEZAS NATURALES PRODUCE EL MEJOR TABACO.
En 1981, las cajetillas de cigarrillos por la libre fueron rediseñadas. La cajetilla de Populares “normada” siguió llamándose así, pero la de venta libre acortó su nombre a Popular, que en definitiva es como la mayoría de la gente le llamaba (“dame un Popular ahí, mi socio…”). El hecho también se manifestó en las otras marcas. La mayoría de los cigarrillos cubanos llevaban nombre en plural (Populares; Aromas; Dorados, Ligeros, Vegueros…), y ahora casi todos pasaron al singular con Popular; Aroma; Dorado, Ligero, Veguero…
Pero para los años 80 los cigarrillos cubanos habían mermado penosamente su calidad. Además de que los cigarrillos revolucionarios carecían de mentol u otros sabores, la picadura, se había vuelto pura piltrafa nicotínica. No quemaba bien, venía llena de palos, sabía mal y olía peor. Posiblemente era la picadura de descarte con la que por entonces se rellenaban los cigarrillos cubanos. Los fumadores sufrían terriblemente porque los cigarrillos se pagaban constantemente. Luego vino algo más insospechado: la inconsistencia de la picadura dentro del envoltorio de papel. El relleno de picadura tenía “lagunas” o vacíos que hacían que el cigarrillo quemara disparejo o que se quemara muy rápido y, en el peor de los casos si uno ponía el cigarrillo verticalmente, la picadura podía derramarse toda al piso dejando al fumador desconcertado, con un cilindro de papel vacío entre los dedos.
El papel también tenía mal sabor, quemaba disparejo y a veces ni quemaba. Y la cajetilla con envoltorio de aluminio era cosa del recuerdo, de modo que los cigarrillos empaquetados en una sola cubierta de papel , cuando llegaba al fumador ya había perdido todo su aroma, se había humedecido y hasta tenía bichos que taladraban su cuerpo, haciéndolo infumablea.
Fue entonces que surgió la moda de conseguir cristales de menta, ponerlos en un frasco y junto con los cigarros, para que éstoa absorbieran algún aroma.
Finalmente, durante la profunda crisis económica cubana que comenzó a finales de los 80 el llamado “Período Especial”, el panorama de desolación nicotínica de 1970 revivió como la pesadilla que vuelve al fumador cubano, sólo que esta vez mucho más agudamente. Retornaron la maquinillas caseras de liar cigarrillos, y floreció la idea de las colillas empatadas o pegadas con goma de carpintero además muy dañina.
Quizás como una respuesta o compensación al tan mal vivir de esos años, los cubanos para consolarse se abrazaron más y más a su histórico hábito de fumar, a pesar de la propaganda lo sentenciaba ya como pernicioso. Y a este panorama de los 90 se sumaba una agravante, cuando se estableció las cuotas racionadas de cigarrillos se hizo hasta los consumidores que en ese momento tenían 14 años (los que habían nacido en 1956). En 1991, en pleno período especial, los fumadores nacidos en y después de 1957, que no tenían acceso a la cuota ‘de la libreta’, tenían mas de 30 años y constituían ya una gneración fumadora adulta cuya única alternativa era comprarlos “en la calle”, y ahora no podía hacerlo. Esto quiere decir que había más gente desesperada en pos de un cigarrillo que en 1970.
Una cajetilla de cigarrillos ascendió al precio de 20 ó 30 pesos en el mercado negro Se estabilizó malamente la producción de cigarrillos y las cajetillas por la libre se vendieron a 7.60 pesos cada una, un precio por encima de lo que el retiro de los jubilados y de personas de la tercera edad posibilitaba, por lo que se convirtión alguna forma en un medio de vida de los jubilados el vender su cuota de cigarros a precios menores de los oficiales, hasta que fue suprimida la cuota normada.
Despues vendría la liberalización de las divisas y por tanto nuevos artículos con la calidad de siempre, pero a pagar en moneda convertible, en la que no le retribuyen el trabajo que uno hace, por lo que también fumarse un buen cigarro como H.Upman o Popular o la gama de los Hollywood para los fumadores de cigarro suave, también se mantuvo prohibitiva para la mayoría de la población. Casi nadie puede pagar 1.20 CUC, más que el salario de un día de alguien con muy buen salario, por una caja de cigarros. Y hablar de fumarse un tabaco, esa es otra historia, no está al alcance de ningún cubano salvo el campesino que lo produce.
CIGARROS CUBANOS QUE SE VENDEN EN DIVISAS, HOLLYWOOD CON TABACO RUBIO Y POPULAR Y OTROS CON TABACO NEGRO.
Todo el mundo esta consciente de que el cigarro es altamente dañino, pero el fumar es algo consustancial al cubano.
La propaganda entonces se hizo polvo y nadie quería recordar cosas tales como:
Tabacos H. Upman: “Ah! De Mi Padre Lo Aprendí.
Una Tonga De Gusto Con Partagas
Trinidad Y Hermanos: “Pruebe Y Compare”
Regalías El Cuño: “Satisfacen”
Eso, ni se pregunta, Regalías con filtro, mejores de punta a punta, filtro perfecto por una punta, mejor tabaco por la otra punta
Edén con tabaco tostado, cambia cambia cambia, cambia para Edén.
Cigarros Gener: Gener con filtro, que maravilla, a diez centavos la cajetilla
Pero como resumen, en el país que posee “el mejor tabaco del mundo”, sus pobladores fuman lo peor y nada de habanos, aunque lo he disfrutado mucho, ahora que se lo dañino que es, no me llevaría a mis labios uno solo si volviera a vivir.
FOSFORERAS RONSON.
Las fosforeras como epílogo.
No debo dejar de hablar de un tema que también ha sido crítico a través del tiempo, no el cigarro o tabaco en sí, sino cómo encenderlo. El uso del cerillo llamado en Cuba fósforo era extenso y al alcance de todos, muchos fumadores empleaban la llamada “fosforera”, encendedor o mechero, que entonces era de piedra que producía la chispa y se alimentaba de gasolina, preferiblemente una especial o gasolina blanca, aunque funcionaba con cualquiera. Tuve la suerte de hacerme de una de marca Ronson, entonces la mejor (después esta marca se uniría con la Zippo) porque un marinero se la había regalado a un tío mío el cual no fumaba, así que tuve una fosforera que prendía aunque soplara un ciclón, y no fallaba. Me duró muchísimos años, hasta que dejaron de existir las mechas y las piedras, así que fue a parar a una gaveta.
Tuve que asumir entonces el encendido con fósforos, pero éstos no eran los de antes, unas veces prendían, otras perdían la cabeza y la más peligrosa era que soltaban la cabeza y cuidado, lo mismo podían quemarle la camisa que un ojo. También aparecían y se desaparecían los fósforos. Pero así hubo que subsistir. Muchos años más tarde aparecieron en Cuba, después que ya eran comunes en el resto del mundo, las fosforeras de gas y después las de gas con encendido electrónico que no requerían piedra. Eso conllevó a la aparición de un oficio exclusivo de Cuba y que mucha gente no cree que exista: el rellenador de fosforeras, una curiosidad más que aportamos al mundo.
RELLENADOR DE FOSFORERAS.
Pero este tema tiene muchas aristas y no se acaba, también hay que hablar que durante muchos años, y desde hace varios siglos, una estatua de un indio tallada en madera delante de las tiendas de puros existía en casi cada tienda de tabaco o habanos en Estados Unidos, para avisar a los transeúntes del contenido de la tienda. Variando desde figuritas pequeñas a retratos de tamaño real, la estatua generalmente retrata a un nativo americano con un tocado de plumas, cargando un bulto de tabacos en una mano.En Cuba no era muy común, pero sí conocí varias tiendas especializadas en tabacos y cigarros adonde iban muchos turistas norteamericanos y que tenían al indio afuera ofreciendo su mercancía. Debe ser para que se sintieran como en casa.
6 Comentarios
trabajar desde casa
June 20, 2014 at 10:11 pmBuen post, como siempre es un placer leerte, gracias.
Lisandra
April 15, 2017 at 5:43 pmHola, interesante articulo, le agradecería si pudiera comentar acerca de las marcas de habano “Joya de San Luis, Carucho, Gioconda, Gispert y CA y la Escepcion de Jose Gener, son antiguas pero no he encontrado referencia a las mismas en las redes, tengo imágenes de sus vitolas. Gracias y Saludos
carlosbu@
April 15, 2017 at 8:56 pmGracias por su atencion, tengo información sobre lo que me pide, en breve publicare un artículo nuevo e incluire el tema, muchas gracias.
Đặc sản của Cuba là gì? Ngoài “Cam ngon, Xoài ngọt vàng Nông trại”??? | Xì Gà Cuba
July 3, 2020 at 3:52 am[…] Nguồn: http://carlosbua.com/tabaco-cubano/ […]
Ruffus
January 5, 2021 at 12:24 pmMis amigos me han dicho que fumar en pipa es más saludable. Me estoy planteando comprarme una pipa en esta web que tiene buenos comentarios. ¿La conocéis?
https://pipasdefumar.eu/
carlosbu@
January 15, 2021 at 8:56 pmHubo un tiempo en que fumé en pipa, pero realmente no le hallé mucho placer porque aquello apestaba y eso que trataba de mantenerla limpia, pero sinceramente no me gustó, es posible que haya sido por falta de costumbre o conocimientos porque supongo que yo no puedo compararme con Sherlock u otros grandes fumadores de pipa, pero personalmente no lo recomiendo, además antes había distintos tipos de tabaco para pipa que no se si existan todavia, supongo que si, todo está en asesorarte bien con alguien que lo haya hecho bien hecho, gracias por tu comentario