Otros personajes cubanos. Segunda entrega
Siempre he tenido una predilección especial por la historia, estudié una carrera de Ingeniería, pero siempre me ha quedado por dentro una especie de fascinación, obsesión o para decirlo en cubano, una majomía, palabra que usaba mucho mi abuela andaluza, porque para saber quiénes somos hace falta saber de dónde venimos.
Entre los españoles y los pobladores originales del nuevo mundo, nunca existió una extensa comunicación social, ya que el colonizador no llegaba a América con el objetivo de comunicarse o conversar, sino para imponer sus costumbres, extender los dominios de la corona y extraer riquezas, para lo que contaba con dos cosas: el idioma y la religión implantada a sangre y fuego.
Pero como Cuba es un ajiaco, se fundieron con el castellano, voces propias de los aborígenes y de los esclavos africanos y majomía es una de ellas, pero mi abuela, tan castiza, creo que era más cubana por ese lado que los mismos criollos.
Pero lo importante es que la historia, como tal, solamente la pueden narrar fielmente aquellos que la vivieron y éstos siempre la van a narrar a su conveniencia, así que vamos a asomarnos a algunas historias de otros personajes cubanos de los que no hemos hablado, ya los más descollantes, los más genuinos y verídicos los hemos visto en otros capítulos de estas memorias, como son El Caballero de París, el Médico Chino, Olga la tamalera, La Marquesa, Malanga, Bigote e´gato, los burros de Bainoa y Mayabe, El Gallo de Morón, Mamá Inés, Papa Montero, Clavelito, Yarini y otros de gran relevancia, que ha he abordado en historias anteriores.
Esta es de alguna forma una continuación de otros dos artículos publicados sobre el tema y que no creo que terminen aquí. Vamos a conocer o profundizar en otros menos conocidos pero no menos interesantes, de los cuales todos han sido personajes reales.
El tarzán cubano.
En la década de 1940, cuando estaban en su apogeo las películas de Tarzán, alcanzó gran celebridad en Cuba un personaje particularmente excéntrico llamado Ángel de la Torre que se internó en el bosque de La Habana para vivir al aire libre y de forma completamente natural.
En su afán de ganar fama aparte de irse a vivir allí, hizo un clavado espectacular desde el puente del río Almendares que cruza la calle 23 en el Vedado, pero por supuesto buscó previamente que su hazaña tuviera bastantes testigos, entre ellos muchos periodistas. Si su objetivo hubiera sido otro se hubiera ido a vivir a la Sierra de los Órganos en Pinar del Río, a la Sierra Maestra o a la Ciénaga de Zapata. En cambio escogió un lugar que era entonces bastante céntrico y muy visitado.
Otra locura que hizo, fue que una noche, burló a las autoridades, tomó un bote y tras remar río abajo se dirigió a La Habana bordeando el litoral para, finalmente, desembarcar frente al Castillo de La Punta escasamente vestido con un taparrabos. La policía lo persiguió, pero al mejor estilo tarzanesco, los evadió y no pudieron alcanzarlo,corriendo a todo dar el Malecón y en casi completamente desnudo fue a refugiarse en el local de una radioemisora que existía en el Paseo del Prado.
Cuando vio la cosa más tranquila de nuevo burló a la policía, se embarcó en su bote y volvió a su refugio del bosque de La Habana. Tras esta incursión piratesca en la villa de San Cristóbal la prensa comenzó a ponderar sus hazañas y creció la leyenda del Tarzán cubano, pero las autoridades, ocupadas en cosas más importantes, hay que recordar que estamos en los años 40, donde el gansterismo predominaba en Cuba, tampoco le hicieron mucho caso al que consideraban era un loco inofensivo que sólo buscaba llamar la atención. Algo parecido pasó en nuestros días con el electo presidente trump y miren los problemas que esta desidia electoral ha traído para toda la humanidad. Pero a diferencia del magnate, el Tarzán cubano era una persona noble.
Este desprecio o subestimación, lo estimuló a realizar retos más sonados, y decidió realizar lo que nadie se había atrevido a hacer antes: remar solo en una canoa desde la desembocadura del río Almendares hasta Varadero.
Su anuncio hecho a todo trapo hizo sonreír a los marineros y prácticos del litoral norte que pronosticaron que en el tronco en que viajaba no lograría vencer los rompientes de Jaruco ni la punta de Seboruco en Matanzas con sus imponentes terrazas y mucho menos, lograría traspasar la imponente boca de la profunda bahía de Matanzas. Los más pesimistas pronosticaron, incluso, que el cansancio físico lo rendiría y que la corriente lo arrastraría o iría a dar con sus huesos contra el diente de perro o, peor aún, desaparecería mar afuera por la acción de las corrientes, la misma que muchos años después aprovecharían decenas de miles de balseros en busca de un futuro para llegar a Miami, y creían que ese sería su fin y nunca más se sabría de él.
Pero en julio de 1946 en medio de una gran expectación y alentado por los admiradores con que ya contaba se hizo a la mar Ángel de la Torre y, contra todos los males augurios y presagios logró llegar hasta Varadero donde fue recibido con entusiasmo. Su llegada al balneario coincidió con las regatas nacionales para remos, las que presenció como invitado de honor; recibiendo, además, de los deportistas participantes las más cerrada ovación en reconocimiento a su hazaña.
Poco después el comodoro del Habana Yacht Club, Rafael Posso le haría entrega de una medalla de oro en nombre de la Federación Náutica de Cuba por haber sido… ríanse sin pena… el primer cubano de la historia en remar 90 millas. Son muchísimos miles los que lo lograron y muchos otros que perecieron en la aventura, y a ninguno le dieron una medalla., aunque en esta ocasión el móvil no era hacerse famoso, sino ser libres.
Chita, Tarzanito, Tarzán (el Johnny Weismuller que lo hizo famoso) y Juana. Te llevo de rama en rama como Tarzán lleva a Juana, decía un dicho de la época.
En nuestros tiempos aparece un moderno Tarzán, Michael Peter Fomenko, de 84 años, hijo de una princesa rusa, se aisló de la sociedad moderna hace 60 años y sobrevivió matando cocodrilos y jabalíes con sus propias manos en el desierto y las selvas de Australia.
A la edad de 24 años se fue a zonas salvajes del norte de Australia para vivir en medio de la naturaleza y poco después se informó que el Tarzán australiano se salvó de morir de desnutrición gracias a la ayuda que recibió de los indígenas locales.
Vestido sólo con un taparrabos fue perseguido por la policía en 1964 y arrestado y más tarde fue declarado demente. Lo encerraron en una serie de instituciones psiquiátricas, y tras su liberación, regresó inmediatamente a la naturaleza y vivió entre los aborígenes hasta 2012, terminando sus días en un hogar para ancianos.
El tarzán que conocemos, personaje imaginario de Edgar Rice Burroughs, cuyos libros devoré cuando muchacho, era lampiño o no sabemos con qué se afeitaba, se comunicaba con los animales y era un justiciero invencible; en cambio, las pocas o únicas fotos que se han podido obtener del Tarzán cubano lo muestran como un barbudo, a la usanza de la moda actual, donde predomina el no pelarse, ni afeitarse y creo que ni bañarse tampoco y no fue en ningún modo ni justiciero ni hablaba con los monos. Pero sin duda fue un personaje interesante del cual no sabemos su fin. Sin duda el hombre-mono de los libros y los cómics, inspiró a mucha gente a vivir una vida más sana lejos de la civilización y acercarse a los animales, mucho más nobles que el hombre por muy salvajes que sean.
Los caballitos originales de la Policía cubana.
Los caballitos.
Cuando era niño, mi tía tenía un novio que era policía de la motorizada. Me llamaba la atención que a la moto, entonces las soberbias Harley Davidson que no por gusto tienen registrado su sonido, las nombraran caballitos. Me preguntaba entonces: ¿Por qué los cubanos les dicen caballitos a los policías de la motorizada?.Alguien una vez me rectificó y me dijo que no era “caballitos” sino “caballistas”. Supongo que se asocie, por la fuerza de la tradición, con los policías a caballo, que por cierto, al menos en algunas ciudades de Estados Unidos no han desaparecido totalmente y son impresionantes los caballos que montan. Caballitos se le llamaba también en Cuba a parques de diversiones de poca monta, pero no es el caso.
A principios del siglo XX a la policía de tráfico montada de La Habana, los habaneros jocosamente llamaban “caballitos”. Ellos serían lo que legarían su apodo a sus sucesores del cuerpo; los cuales dejarían en paz a los nobles brutos gracias a los avances tecnológicos, cambiado las cuatro patas por las dos ruedas.
Y me impactó muchísimo que el novio muriera en una persecusión en los alrededores de la Quinta de Dependientes. Ya no pude ni montarme más a dar una vuelta a la manzana ni escuchar el agradable sonido de la Harley.
Sin duda me gusta mucho ver los desfiles de los motoristas, en Cuba deben quedar muy pocas Harley-Davidson, en México la cantidad que he observado es limitada, pero en Estados Unidos, en todos los lugares donde anduve, estaban las Harley como un símbolo de una cultura, cuya muestra se daba los sábados o domingos, cuando decenas de amigos paseaban sus motores por varias zonas de las ciudades, o simplemente con un hecho impactante: cuando ví salir de una oficina, al terminar la jornada laboral, a un señor en traje y cuello y corbata, que se quitó él mismo, lo guardó en la cajuela y de ella sacó una gorra y un jacket de motorista y salió, admirado por muchos, en su Harley-Davidson.
Un famoso del pueblo de Aguacate
Este lanzador cubano de mediados del siglo XX fue muy famoso en su época. Lanzó con las novenas del Deportivo de Aguacate, que luego se llamara Deportivo Rosario.
Su nombre era Navaja González, uno de los mejores jugadores amateurs que han pasado por los torneos nacionales. A lo mejor mucha gente que no sea de esos lares, lo recuerda, pero el nombre nos dice algo y algo muy cercano.
Bernardo González, deportista cubano. También conocido como Navaja, destacado pelotero y estelar pitcher de los Equipos Habana, Constructores y Metropolitanos. Con el Número 2 vistió el traje Azul de los Industriales, a partir de 1971. Poseedor de una de las mejores curvas jamás vista en las Series Nacionales, creo que solamente le ganaba en esto el inmortal Santiago “Changa” Mederos o Manolito Hurtado.
Bernardo “Navaja” González (hijo) el de los Industriales y exiliado en Miami.
Integró Equipos Cuba al Mundial Juvenil Maracaibo Venezuela, equipo Cuba de Mayores en Nicaragua 1972 donde se proclamó campeón mundial, la 1ra Serie del Caribe en Puerto Rico, allí también juega los primeros Juegos Universitarios Centroamericanos y del Caribe y el tope amistoso Cuba – Japón en Japón, entre otros. En 1978 se retira del Béisbol activo, dejando récords de: 31 ganados, 21 perdidos (los equipos de entonces eran muy parejos) y un impresionante promedio de carreras limpias de 2.04 por juego de 9 entradas.
De la curva de Navaja se acuerda todo el mundo, sobre todo aquellos grandes bateadores que fueron mareados por sus lanzamientos en curva.
Las informaciones oficiales no reconocen que el ex-pitcher del equipo nacional, campeón del Mundial de Mayores de 1972, lleva años de exiliado en Miami. Pero eso no es un caso único ni en la pelota, ni en nada en Cuba.
María Teresa Mora un récord en ajedrez que no se rompe.
El récord de María Teresa Mora en campeonatos nacionales de ajedrez continúa siendo inexpugnable, a pesar de que en ese deporte, como en todos, ha imperado el machismo en forma superlativa.
Esta habanera ganó el Primer Torneo Escolar de Ajedrez de Cuba en 1914, con sólo doce años de edad, y al año siguiente conquistó el Campeonato Intercolegial de La Habana, lo que le valió para hacerse un nombre en la prensa nacional.
En 1917 el periodista especializado en ajedrez, Jesús González Bayolo, publicó en el American Chess Bulletin su trabajo bajo el título: “En La Habana hay otro prodigio.” y continúa “…no contenta con haber dado a José Raúl Capablanca al mundo, La Habana llama su atención a otro prodigio del ajedrez en la persona de la niña María Teresa Mora…”
María Teresa era poseedora de una inteligencia prodigiosa y a ello sumó la preparación recibida de la mano de José Raúl Capablanca, la única persona a quien éste le concedió el privilegio de ser su alumna. Se enfrentaron en tres ocasiones, con resultados favorables para la discípula de dos partidas ganadas y una tabla, estadística impresionante para un campeón mundial en plenitud de formas.
En 1921 y aparte de sus éxitos ajedrecísticos, María Teresa tocaba brillantemente el violín y la mandolina y ofreció un concierto a sus seguidores. Solicitó su admisión en el Torneo de Londres de 1922 como parte de la nómina oficial de jugadores, que fue donde derrotó al gran Capablanca en 2 ocasiones e hizo una tabla en partidas de simultáneas.
Ese año obtuvo la cuarta plaza en el Torneo del Centro Gallego Capitalino y en 1919 triunfó en la Copa Bohemia del Club de Ajedrez Habanero, donde participaron la gran mayoría de los mejores jugadores masculinos de entonces.
En 1922 ganó el Campeonato Nacional de Cuba, por aquel entonces llamada Copa Dewar y donde a excepción de ella, todos los participantes eran hombres, por lo que se calificó el hecho como “un hito en la historia del ajedrez cubano”, y añadió que en 1938 conquistó el primer título femenino de su carrera. años del fallecimiento de María Teresa Mora Iturralde, única mujer ganadora del Campeonato Nacional de Ajedrez, primera Maestra Internacional de Iberoamérica y vencedora invicta, durante más de dos décadas, del título femenino cubano.
Participó en dos campeonatos mundiales: en 1939 obtuvo el séptimo puesto, mientras que en 1950 obtuvo el décimo lugar y derrotó en una de sus partidas a la entonces campeona mundial Elizabetha Bikova. En ese año le fue otorgado por el presidente de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), la categoría de Maestra Internacional por su brillante trayectoria y se convirtió en la primera mujer latinoamericana con tal distinción.
El título femenino lo mantuvo hasta su retiro en 1960 ya que ninguna cubana pudo derrotarla en sus 22 años de campeona.
María Teresa Mora Iturralde falleció el 3 de octubre de 1980 y cada año se celebra en la capital un evento que lleva su nombre, y cuyo objetivo es promover la práctica del juego ciencia en la nación, especialmente en la juventud.
El Pelú de Mayajigua, un personaje que vivió durante más de 30 años en los montes espirituanos.
Mayajigua es un punto de la geografía cubana, al norte de la central provincia de Sancti Spíritus, pleno de historia, leyendas de indios y esclavos, de poetas, guateques y parrandas, surcado por varios ríos, riachuelos y manantiales de aguas medicinales.
En esta zona se ubica la villa San José del Lago, uno de los centros turísticos de aguas termales minero-medicinales más visitados del país. Fueron los negros esclavos sus descubridores, animados por sus tradiciones africanas de buscar cura de la naturaleza, buscando sanación de sus pieles llagadas y adoloridas por el castigo del mayoral en las aguas.
Muy cerca se encuentra una de las zonas naturales protegidas dentro de Cuba que es el Parque Nacional Caguanes, sobre la costa atlántica, y donde el paisaje costero se caracteriza por las cuevas, arcos y nichos que abren al mar. Se cuentan un total de 79 cuevas en la zona.
Durante la Guerra de Independencia de Cuba, en el poblado de Abras Grandes tuvo lugar un intenso combate entre cubanos y españoles, donde quedó gravemente herido el joven insurrecto negro Enrique Jesús Rodríguez Pérez. Ante la posibilidad de ser apresado por las tropas enemigas, huyó hacia los montes de Mayajigua. Decide esconderse en el monte donde logra sanar sus heridas y mantenerse gracias a los beneficios de la naturaleza.
Permanece escondido curando de sus lesiones, y sobrevive alimentándose de frutas y hierbas. Al sentirse mejor, comienza a cazar, y en una de sus cacerías, cae en una hondonada del terreno y se fractura gravemente una pierna. Arrastrándose, llegó hasta su refugio, se entablilló la pierna lo mejor que pudo, y permaneció inmóvil. Como no tenía otra opción, poco a poco va ingiriendo sus zapatos, la vaina de cuero de su machete, y sobrevive a la deshidratación tomando su orina. Durante tres años sufre fuertes dolores, y se desplaza de rodillas de un lado a otro.
Enrique Rodríguez Pérez, como se llamó aquel señor, hizo suyo el ambiente hostil que le rodeaba, emprende la construcción de una choza de yagua y pencas de palma, siembra viandas, y teje su ropa con fibra de maguey y otras plantas, y llegó a tener 17 asentamientos entre cuevas y bohíos, además de un almacén para guardar miel y manteca en recipientes de güira seca. Comienza a salar sus alimentos sustituyendo la sal con trocitos de yagua verde.
Cocina conservando las brasas de fuego encendidas dentro de huecos que abría en la tierra los que cubría con hojas secas y ceniza. Estaba asentado cerca del río Jatibonico del Norte que lo surtía de alimento y agua. Para no perderse en el tiempo y con admirable genialidad elabora un almanaque que constaba de pedacitos de ñame insertados por un hilo.
Acompañado por un perro jíbaro, se va transformado en una leyenda. Toma las cuevas para evadir a los españoles, coloca trampas y otros ardides aprendidos en la manigua. Fue descubierto de forma casual por dos mujeres, las que llegaron al poblado afirmando que habían visto un monstruo.
All aumentar las habladurías sobre “el solitario hombre peludo”. Un campesino de la zona se propone calmar los rumores sobre el: “monstruo peludo”, y decide acercarse al “Pelú”. El lugareño era mulato y eso contaba a su favor. Enrique desconfiaba de los blancos creyéndolos españoles, ya que pensaba que la guerra aún continuaba.
Por tres años el campesino le coloca comidas y mensajes en distintos lugares, y entabla amistad con el ermitaño. Al fin lo convence de dejar el monte, y el 4 de junio de 1910, Enrique junto a su amigo y ante el asombro de los habitantes aparece en Mayajigua, peludo, sucio, maloliente, y vestido con tejido de fibras vegetales.
Al margen de burlas y acoso hacia el aturdido y desubicado ex soldado, existen algunas familias que lo acogieron en sus hogares. Lo bañaron, lo vistieron y calzaron y se dice que el Pelú se desmayó al tomarse una sopa caliente.
Se propaga velozmente el rumor de la aparición del “Pelú de Mayajigua” el que es reconocido plenamente por las autoridades como: Enrique de Jesús Rodríguez Pérez, combatiente del Ejército Libertador y llega la noticia a oídos de un hermano del “Pelú” que vivía en Remedios, que lo lleva a vivir con él. Acostumbrado a una existencia colmada de aventuras, Enrique se deprimió en su nueva vida y al primer descuido de sus parientes volvió a internarse en la manigua donde seguramente vivió feliz por el resto de sus días, ya que no se supo más de él.
A pesar de sus limitaciones, la creatividad de nuestro Robinson Crusoe fue excepcional,
Otro Pelú, en este caso el de las ruinas de Baracoa y su maldición
Baracoa, la primera ciudad que los españoles fundaron en Cuba, tiene ya más de medio siglo. Y es uno de los lugares más singulares de la isla por su exuberante naturaleza y su riqueza histórica Fundada como villa el 15 de agosto de 1511 por Diego Velázquez ‘El Adelantado’, la huella española pervive en las fortalezas de Matachín, la Punta o el Castillo, levantadas para defender la ciudad de corsarios y piratas y que hoy acogen un museo, un restaurante y un hotel.
Baracoa está plagada de aguas, por doquier que se mire se verán caudalosos ríos, arroyos, cañadas, las características típicas de la región y el complejo relieve orográfico le facilita poseer la mayor red hidrográfica de Cuba hasta el punto de alcanzar una densidad de hasta 8 kilómetros de cauce por cada km² de su superficie, la cuenca del río Toa es la más importante del país, así mismo existen las cuencas del río Duaba, Miel y Yumurí. El elevado valor paisajístico, la limpieza y transparencias de sus aguas y la biodiversidad de su fauna hacen de los ríos de Baracoa una interesante atracción turística tanto para el visitante extranjero como para el nativo
Baracoa fue la primera capital y el primer obispado de la Isla, pero el acceso a la ciudad siempre ha sido una aventura inclusive hoy en que ya se puede recurrir a una vía muy peculiar que serpentea entre las montañas y que lleva el nombre de Viaducto de la Farola. Pero durante siglos el único acceso fue por mar, lo que conspiró contra su desarrollo.
Pero vamos a abordar el tema del pelú y su maldición.
El personaje se llamaba Vicente Rodríguez, era natural de Poza, provincia de la Coruña, Galicia,donde nació en 1857 y vino a Cuba como la mayoría de los españoles en busca de una vida mejor. En Santiago de Cuba se desempeñó como comerciante exitoso y tenía fama de persona de mucha inteligencia.
Pero un día dicen que tuvo una revelación y se convierte en misionero, da todas sus pertenencias a los pobres que bendijeron su determinación y se dedica a evangelizar. Aunque parecía un loco, tenía una barba de pelo rizos sin peinar, llevaba los pantalones remangados, era de piernas gordas y andaba descalzo, era un hombre muy tranquilo y no ofendía a nadie, hubo personas que le tenían miedo, otros le ofrecían comida y le brindaban café y si había un altar de Cruz o un velorio, él se ponía por los alrededores y rezaba.
Llegó a Baracoa en 1893, momento en que fue tratado con delicadeza, y volvió en 1896, cuando le cortaron el pelo, lo maltrataron, le apedrearon, y hasta el ayuntamiento de Sabana, en el poblado de Maisí, se decidió a expulsarlo de la ciudad.
Es en ese momento que nace la maldición del Pelú. Se cuenta que estando en el muelle, momentos antes de abordar el barco que lo llevaría al destierro en España, dijo: “en Baracoa se harán muchos buenos planes, se generarán muchas buenas ideas, pero todas se desmoronarán, nada se le cumplirá”.
Han pasado mas de 100 años desde su aparición en esta región y El Misterioso o El Pelú ha quedado en la memoria popular, su vaticinio es una verdadera realidad, todavía remueve el sentimiento de culpabilidad en la memoria colectiva baracoense, la creencia en que la villa está condenada y el mejor ejemplo es que la maldición se saca a relucir nuevamente ante la devastación dejada por el huracán Matthew, que a pesar de que no causó víctimas, ha sido uno de los más destructivos en la historia de Cuba.
El Velorio de Pachencho, donde el muerto revive.
En el pueblo de Santiago de las Vegas, perteneciente al municipio Boyeros en Ciudad de La Habana, y tierra de grandes tradiciones patrióticas e historia relacionada con el tabaco, se celebra cada año, el 5 de febrero una festividad bastante rara.
Los antecedentes de esta celebración se remontan a la década de 1930 del pasado siglo, cuando se consolida la conga como celebración popular dentro de los carnavales santiagueros. El llamado “entierro de los carnavales” es el principio de dicha tradición arraigada con el tiempo, porque esos festejos no pudieron llegar nunca a opacar las fastuosas y populares Charangas de Bejucal, pueblo colindante.
En 1984 se decide comenzar a celebrar el Velorio. El cual consiste en el velatorio de un santiaguero y la peregrinación del cortejo fúnebre al cementerio, y el escogido, o sea, Pelencho, viaja en una verdadera caja de muerto y es enterrado en una fosa. Entonces la viuda le ofrece un baile de despedida y el muerto revive. También es posible que la amante se dispute al difunto con la esposa, lo que aporta más veracidad. Para rematar se le ofrece ron al muerto el que se levanta a bailar para regocijo de todos.
El festejo comienza en el teatro principal de la localidad, pero ésta crece y sale a las calles convertida en conga de multitudes. Pachencho se ha convertido en un personaje célebre de la tradición local.
El colorado, mi casi vecino
Yo tendría unos once o doce años. Había nacido y me había criado en el Cerro, barriada que para aquel entonces, mediados de la década de los años 50, ya había perdido el lustre que tuviera en los años de la colonia y los primeros del siglo XX donde era territorio de personas pudientes, convirtiéndose entonces en una zona industrial, habitada en su gran mayoría por humildes trabajadores.
Justo casi frente a donde vivía, en la calle Suzarte, a dos cuadras de la calzada de Palatino y de lo que fuera antaño la famosa cervecería y parque de recreo Tivoli, compartía juegos con otros niños que vivían en la misma calle, entre ellos Edmundo, llamado “Mundito”, porque a su padre, de igual nombre le decían “Mundo”. Mundo era nada más y nada menos, como pude conocer más tarde, sobrino del famoso gángster conocido por “El colorado”, que muchas veces iba a ver a su madre a ese lugar.
Orlando León Lemus era su nombre y se dice que fue revolucionario durante la década de 1930 pero vió que eran más rentables las actividades gangsteriles. Comenzó siendo paradigma de una cultura de honor, hombría y violencia asociada a la lucha por la justicia social, que caracterizó a los revolucionarios de la época. La historia del gangsterismo en Cuba es larga y compleja, muchos de los que combatieron al dictador Gerardo Machado, y posteriormente a Batista en su primer gobierno, se constituyeron posteriormente en grupos de acción con la idea original de combatir la corrupción y defender la democracia que habían ganado con la constitución de 1940.
Pronto los principios se olvidaron y se desataron sangrientas luchas internas entre los distintos grupos. El presidente en ese entonces, Ramón Grau San Martín, le encargaró a los dirigentes de esos grupos funciones de dirección en distintos cuerpos policiales, lo que trajo atentados frustrados, asesinatos a sangre fría en plena calle, y otros actos violentos cuyo caso más dramático fue la llamada masacre de Orfila, cuando la policía, con la ayuda de los pistoleros del Colorado, asaltaron una casa en el reparto del mismo nombre, donde murió acribillado a mansalva, después de haberse rendido, el dirigente de uno de esos grupos, algunos de sus acompañantes y una mujer embarazada que remataron ya herida en el suelo. Toda una masacre gracias a la estupidez de un presidente afeminado.
Tal parecía como si el Gordo y el Flaco aparecieran en La Habana. “El Gordo” era Policarpo Soler. Orlando León Lemus era “El Flaco” y tenía el alias de “El Colorado”. Su hobby consistía en asesinar en las principales calles habaneras.
Policarpo Soler y el Colorado se habían conocido en México y por una de esas ironías de la vida se hicieron muy amigos, a pesar de que Policarpo era amigo de Batista, mientras que el Colorado era amigo de Carlos Prío. El Colorado en una ocasión fue sometido a un juicio porque al gángster el presidente Prío le otorgó 400 “botellas” para que las distribuyera entre sus compinches. Como siempre, salió absuelto.
Pero eso no es nada comparado con todas las fechorías que harían Policarpo y el Colorado juntos.
En 1955 la barriada de Santos Suárez tenía su personaje pintoresco. Era frecuente ver en un pequeño barcito en la calle Lacret al padre “Gasolina”, un sacerdote católico que bebía ron, jugaba al cubilete y discutía que había puesto cinco “gallegos” al tiro, aunque uno de los dados hubiera caído al piso.
En Santos Suárez estaba, y está, la calle Durege. Su objetivo era la vivienda con el número 211. Habían recibido una confidencia de que el Colorado se encontraba escondido allí junto a algunos de sus seguidores. Al frente de la operación venía el teniente coronel Lutgardo Martín Pérez siguiendo órdenes directas del general Rafael Salas Cañizares, el jefe de la policía.
Finalmente los guardias tomaron la casa y al día siguiente, en primera página de la prensa, no en la segunda por la importancia del hecho, aparecía la foto del cadáver del Colorado acribillado a balazos.
La versión oficial consigna que El Colorado murió enfrentando a tiros a las fuerzas policiacas, pero se dice que lo que ocurrió realmente fue que mientras Martín Pérez conversaba con El Colorado sentado en la sala de su casa, un oficial entró intempestivamente en la vivienda pistola en mano y disparó su arma contra él. Todavía recuerdo la calle Suzarte donde yo vivía, y donde pocas personas tenían auto, repleta de vehículos de todo tipo rindiendo homenaje a la madre del asesinado gangster. Poco tiempo después se mudaron de ese lugar.
Rafael Salas Cañizares murió veinte meses después en el asalto a la embajada de Haití, supuestamente baleado por la misma policía que comandaba en una trampa tendida por Batista relacionada a la repartición de ganancias del juego en los casinos. Policarpo Soler terminó sus días asesinado por los sicarios de Trujillo en República Dominicana.
El Colorado, Policarpo Soler, Jesús Gónzalez Carta “el Extraño”, José Fayadel, “el Turquito”, y una pléyade de pistoleros más constituían la crema y nata de los gangsters cubanos de la época, mucho antes que Meyer Lansky, Santos Trafficante, Lucky Luciano y el actor-mafioso George Raft llegaran a la Habana a hacerse cargo de los casinos de juego.
Pero había otro personaje que dejaría chiquitos a todos los antes mencionados, incluyendo a los de la mafia italiana.
Meyer Lansky era un hombre de familia, un niño de teta al lado del gángster que lo sacó del juego y lo sustituyó en Cuba.
Muy poca gente, salvo los de la universidad, conocían a Fidel Castro como un gánster político, pero por desgracia muchos de los que conocían esos antecedentes decidieron cerrar los ojos convencidos de que lo fundamental era deshacerse del régimen de Fulgencio Batista,
Muchos lo presentan como un carismático líder, supuestamente talentoso, con verbo hipnótico y grandilocuente como Cicerón.
La realidad es que era un donnadie cuando muchos podían subir a las tribunas y dar sus discursos con maestría y abiertos al debate.. Castro copiaba y plagiaba en sus discursos pero su verbo nunca se pudo comparar con el de Juan Amador Rodríguez, Eduardo Chibás, José Pardo Llada o Luis Conte Agüero, su maestro de oratoria dentro del Partido Ortodoxo. Eso sí lo sabían bien en la Universidad, donde debatiendo era tan deficiente, porque quería imponer su criterio a la fuerza, que no ganó siquiera la presidencia de la Escuela de Derecho y mucho menos podía ganar la de la Federación Estudiantil Universitaria, la FEU.
Por desgracia una parte del pueblo cubano tenía una visión del gansterismo y de los hombres de acción, que eran realmente pandilleros, revoltosos y del bonche universitario, como hombres a seguir por su valor para emprender radicales acciones. El culto y exaltación durante la República a la violencia, resultante de una equívoca valoración de los grandes errores y horrores de la era de los mambises durante las guerras por la independencia, sobre todo del caudillismo que tanto daño le hizo a nuestras luchas, llegaron hasta esos días y contribuyeron a cerrar los ojos ante ese pasado pandillero de Fidel Castro.
El discurso y el aparente carisma de Fidel Castro se convierte en relevante a partir de que toma el poder y primero censura y después pone a todos los medios de comunicación en función exclusiva de sus ideas y su imagen, sin competencia alguna ni disensión posible. No había otra voz, solamente la suya.
Por eso es que la Cuba del último medio siglo se parece más a un dominio de la mafia que a una república, la que de hecho desapareció en 1959.
El Chori
No hay nadie que haya vivido en La Habana de los años cincuenta del pasado siglo que no haya visto escrito con tiza y con letra muy pareja en cualquier parte de la ciudad, el nombre de Chori. Chori aparecía en todas partes.
Silvano Schueg era el nombre de El Chor, pintoresco personaje, percusionista nacido en Santiago de Cuba y que llegó a La Habana en 1927 y comenzó a tocar timbales, tambores y cencerros en distintos cabarets de la Playa de Marianao. Percutía los instrumentos en forma muy peculiar y llegó a tomar parte en varias películas como Un Extraño en la Escalera y La Pandilla del Soborno. Fue también autor de dos sones: La choricera y Hallaca de Maíz y muchos personajes famoso lo visitaron para ver su actuación, entre ellos Marlon Brando, amante de la percusión.
La Quinta Avenida cubana se encuentra en la Ciudad de La Habana, en el reparto Miramar. Se extiende desde el túnel, que la conecta mediante un túnel en el Río Almendares,desde el final del Malecón, hasta el río Santa Ana, en la localidad de Santa Fe.
El trazado de esa vía resultó decisivo para el fomento del reparto Miramar y también del Country Club Park así como de la Playa de Marianao, zona ubicada entre Miramar y el antiguo Country. En los siglos XVIII y XIX, las clases ricas construyeron sus mansiones en el Cerro, primero, después en el Vedado y mediados del siglo 20, paulatinamente comenzaron a emigrar hacia zonas más apacibles, en el oeste de la capital, a la salida de la boca del río Almendares y junto a la costa.
Justo al frente del antiguo parque de diversiones Coney Island Park, un remedo pequeño del existente en Brooklyn, había un conjunto de bares, billares y cabarets como Panchín, Rumba Palace, El Niche, La Choricera, Los Tres Hermanos, Pennsylvania, La Taberna de Pedro y la academia de baile Pompilio.
Todos eran construcciones de madera, con piso de cemento y techos de zinc y que rozaban con lo marginal, y estaban contiguas a un barrio de esa condición, “El Romerillo”, pero que era visitado por todas las clases sociales.
Al Pennsylvania no dejaban entrar a los negros y era el escenario de la famosa vedette Tula Montenegro. El “Pennsylvania” era sin duda el de mejor categoría y Tula Montenegro, una bailarina escultural que ponía a las audiencias masculinas con las manos en la cabeza, y no precisamente por amor a la rumba, tenía la facultad de mover de manera independiente cada una de sus nalgas y cada uno de sus senos. De ella se decía que había más curvas en sus caderas, que en la famosa muñeca de Don Larsen, el pitcher estrella de los Yankees de New York.
En el Rumba Palace tocaba el timbalero Silvano Shueg Hechevarría, más conocido por El Chori, el artista que se anunciaba solo, y que montaba sus espectáculos, con aquella música sacada de timbales, sartenes y botellas vacías.
La referencia más antigua de El Chori que encontramos es de 1930 y está relacionada con grandes nombres de la poesía y de la música universal.
Langston Hughes, llegaría a La Habana, para encontrarse con su amigo Nicolás Guillén.
Simpatizó con los pequeños cabarets de los alrededores de la playa de Marianao, yen uno de ellos oficiaba un cantante negro muy simpático, llamado “El Chori”, el cuasl tenía un espectáculo que consistía en una especie de caricatura de un juzgado correccional; allí El Chori, que fungía como juez, celebraba un juicio cada noche con las más diversas infracciones, faltas y hasta delitos, y era interesante darse cuenta de que todo aquel aparato tan ingenuo, era solo una justificación para este estribillo de un son:
“Se acabó la choricera
Bongó camará.
Un chorizo sólo queda
Bongó camará.”
Después llegaría Federico García Lorca que sería recibido por lo más selecto de la intelectualidad. No había noche que su excursión no terminase en las “fritas” de Marianao. Hacía peticiones de sones y seguidamente probaba las claves, y como había cogido el ritmo y no lo hacía mal, los morenos reían complacidos haciéndole grandes cumplimientos. Pero además Lorca los acompañaba a plena voz y quería ser él quien cantase las coplas.
En 1932 el célebre compositor norteamericano George Gershwin llegó a La Habana con un grupo de amigos. Se sintió muy atraído por la vida musical capitalina en particular la Playa de Marianao, de la que se hizo asiduo en breves días y hablaba de la locura que era El Chori ante los timbales.
Impactado por sus experiencias habaneras más tarde Gershwin compone su pieza sinfónica Cuban Overture, en la que incluye fragmentos de los famosos Echale Salsita (Ignacio Piñeiro) y El Manisero (Moisés Simons), cuyas versiones más impactantes, probablemente escucharía en la Playa de Marianao tocadas por El Chori.
Cab Calloway el primer jazzman que actuó en La Habana. Vino contratado por el cabaret Montmartre en 1949 y estaba embobado con la música del Chori.
Marlon Brando, de quien dicen que ya desde Nueva York, le gustaba tocar tumbadora, llegó a La Habana sólo por tres días en 1956, en los que el afamado actor se enroló en una excursión a los bajos fondos de la Playa de Marianao para ver tocar al Chori.
En 1957, un músico de fama mundial, y que, quizás como pocos, podía ponderar la real valía de Silvano Shueg como instrumentista: el famoso timbalero puertorriqueño Tito Puente, al hacer el recuento de su vida no ocultó la fascinación que le produjo estar en presencia del mítico timbalero cubano, ni las reiteradas ocasiones en que acudió a verle. Puente no vaciló en calificarlo como “lo nunca visto, lo mejor”.
El Chori carecía de recursos y de instrucción. Vivía en un solar de La Habana Vieja, y solía comer en el restaurante La Zaragozana, lo cual sería un verdadero lujo en los tiempos actuales. El Chori le sacaba música a cualquier objeto, con los artefactos más inverosímiles armaba un show frente al público interpretando todo tipo de melodías. Lo que ahora se llama un genuino showman.
Ernest Hemingway, Marlon Brando y Errol Flynn, frecuentaban aquellos sitios, buscando en ellos lo más autóctono de la música popular cubana, y así fue como conocieron a El Chori, quien recibió un contrato de trabajo en el extranjero. El Chori, según sus amigos, prefirió quedarse en el tugurio de Marianao en vez de recoger aplausos y reconocimientos en el exterior como hicieron Benny Moré, Rita Montaner, Bola de Nieve, Celia Cruz, Olga Guillot, por tan sólo mencionar algunos ilustres, que fueron embajadores de nuestra música en los escenarios internacionales.
Junto a esos centros nocturnos había decenas de puestos de fritas cubanas, mucho mejores que la hamburguesa, y el lugar era conocido como “Las Fritas de Marianao”. Al fondo, se encontraban numerosas casas de citas y prostíbulos.
Por estos escenarios de poca monta pasaron glorias de nuestra música como Benny Moré, Antonio Arcaño, Chano Pozo, Miguelito Valdés, Arsenio Rodríguez, Senén Suárez, Carlos Embale, Tata Güines y, se dice, un muy joven Juan Formell con Changuito. Y también decenas de artistas menos conocidos como Evelio Rodríguez, El Trovador Espirituano, la “sevillanita” Obdulia Breijo o el olvidado travesti Musmé.
Poco después del triunfo de la revolución, los centros nocturnos de Marianao fueron clausurados por el gobierno y ahí se pierden las huellas de Chori. Durante un tiempo siguieron apareciendo en los muros y paredes de La Habana letreros con su nombre, en letras mayúsculas, supuestamente de su autoría.
El Chori murió en La Habana, en 1974, sin que haya podido precisarse el día exacto de su deceso. Hasta donde se sabe, nunca grabó un disco: su genialidad no interesó a ninguna de las casas discográficas ni antes ni después, y sólo se conserva en pocos momentos fílmicos su imagen y el sonido que supo sacar a cuanto elemento percusivo se le pusiera por delante.
Seguramente que en algún momento se valorará lo que deben el son y la rumba de cajón, a aquella escuela de músicos populares, a ese escenario imprescindible que para la música cubana fueron Las Fritas de Marianao, y particularmente a El Chori, en la Quinta Avenida de La Habana.
La Playa de Marianao tiene ahora un color gris. Ya no estará más El Chori, el excéntrico Chori, de atuendo estrafalario, pañuelo colorado y cruz al cuello, que montaba un show escalofriante con prácticamente nada, solo con su talento.
En la calle Águila esquina a Malecón, en la barriada de Colón, la zona de tolerancia más importante de la Habana de 1875 nace Félix de la Caridad Carvajal y Soto, más conocido como el “Andarín Carvajal” es un humilde atleta cubano, participante en los Juegos Olímpicos de Saint. Louis 1904 en la prueba de maratón.
En su niñez, la familia se va a vivir a San Antonio de los Baños, donde su entretenimiento preferido era correr a la par de los quitrines y los caballos, o subir a paso largo las colinas cercanas a su domicilio, hasta dejar sin aliento a sus compañeros de juego. Nadie le daba alcance ni podía mantener su tren de carrera.
Con 14 años, gana su primer carrera contra el español Mariano Bielza, los que comenzaron desde las ocho de la mañana a darle vueltas al parque del pueblo y a las cinco el español abandonó exhausto la singular competencia, mientras que Carvajal siguió por dos horas más su carrera.
Con el inicio de la Guerra de Independencia en 1895, se convierte en correo de los mambises. Sus prodigiosas piernas llevaban y traían mensajes hasta que tuvo que salir huyendo hacia Tampa, por el alto riesgo de caer en manos del enemigo. Al final de la guerra regresa a La Habana, donde ejerce como cartero, mandadero y hasta portero del Hotel Inglaterra, pero nunca abandonó lo que más le gustaba: las carreras.
Este personaje pintoresco, continúa sus andanzas deportivas, cosechando más de 57 galardones que quedaron registrados en la edición del 10 de junio de 1916 de El Heraldo de Cuba.
La tercera Olimpiada de la era moderna se celebra en 1904 en la ciudad estadounidense de Saint Louis, Missouri.
Muchos piensan que esa era la oportunidad para Félix y le propone acudir a la cita olímpica para emular a Spiridon Louis, el griego que ganó la primera maratón olímpica moderna, que tras su logro, se convirtió en una de las personas más populares de su país. Pero ello contaba con un problema, no había forma de financiar el viaje, así que se pone un pullover que decía.
“Coopere con un atleta que quiere participar en las Olimpiada de Saint Louis ” y tesoneramente consigue el dinero para el pasaje. Llega con el tiempo justo y se inscribe, pero no tenía otra cosa más que sus botas de cartero y sus pantalones, de lo que se burlaron sus 31 contrincantes. Alguien le ayuda a cortar sus pantalones para darle un aspecto deportivo y al comenzar la carrera toma una considerable ventaja, al extremo de que al andar por el kilómetro 15, su más cercano competidor iba por el kilómetro 10.
Pero el Andarín no había comido desde que salió de Cuba y estaba a punto de desfallecer, por lo que encontró un manzano y tomó cinco frutos que se comió en plena carrera, lo que le causó un gran dolor estomacal y vómitos, por lo que tuvo que parar tres veces. Al final por esa causa terminó en el quinto lugar.
Al final se le asignó el cuarto lugar, pues el primero en llegar a la meta, Fred Lordz, es descalificado al comprobarse que hizo parte del trayecto en auto. Sólo 14 de los 32 participantes lograron culminar la carrera, y todos bien entrenados, con buena alimentación y preparación, pues eran griegos, norteamericanos e ingleses.
En 1928 ya con 53 años logra la proeza de darle 4375 vueltas a la Manzana de Gómez, en La Habana, y dos años después cubre 2300 kilómetros por carretera entre Guane (Pinar del Río) y Santiago de Cuba. Creo que esto no lo ha hecho nadie en Cuba.
Como ocurre con grandes figuras, fallece en la miseria en una rústica casucha bajo el puente de La Lisa, un barrio marginal de La Habana, el día 27 de enero de 1949, pero su hazaña no fue olvidada nunca por los cubanos.
El payaso Chocolat, un esclavo cubano admirado en París.
Chocolat era el nombre artístico de Rafael Padilla, que con 28 años de edad ya llevaba una década dedicándose al oficio de payaso en los espectáculos más importantes de París, y se codeaba con los personajes más importantes de la ciudad.
Decía no tener ningún recuerdo de sus padres biológicos y fue recogido y criado por una mujer negra pobre en los suburbios de La Habana, durante la Guerra de los Diez Años. Cuando Rafael era todavía un niño, fue vendido a un empresario español, Patricio Castaño Capetillo, el que lo llevó a la casa de su familia en el pueblo de Sopuerta (Vizcaya) en el norte de España.
Cuba había prohibido la trata de esclavos en 1862, y bajo la ley internacional Rafael técnicamente era un hombre libre en el momento en el que pusiera pie en tierra europea, sin embargo Castaños le trató como a un esclavo. Castaños, como muchos españoles con conexiones coloniales, era anti-abolicionistas y esquivó la ley registrando a Rafael como sirviente, siendo la única persona negra en el pueblo, y no era maltratado por la familia Castaños y por los habitantes del pueblo. Le hacían dormir en los establos, y no recibió ninguna educación formal.
Contando con 15 años de edad y viendo la oportunidad, Rafael huyó de su explotador y trabajó en las canteras del País Vasco, y vivió en Bilbao, donde conoció a Tony Grice, un payaso inglés, quien le contrató como ayudante y criado doméstico, pero que lo incorporó a sus actuaciones, cosa que no le gustaba y por la que abandonó a Grice, regresando solo al verse obligado por no encontrar ocupación.
Pero junto a su mentor se convirtió en una de las grandes estrellas de circo y conoció a Marie Hecquet, con quien se casó en 1895 todo dentro de un fenomenal escándalo por el matrimonio interracial y por haberse divorciado Marie para irse con él. Por esa misma época Chocolat recibió la oferta hacer pareja artística con otro de los grandes payasos de aquellos tiempos: George Foottit
El triunfo de la pareja se basaba en las continuas burlas y maltratos que el payaso blanco hacía al payaso negro. Chocolat era consciente que el color de su piel era un hándicap para muchas cosas, pero en ese aspecto le proporcionaba un trabajo que le gustaba, con el que disfrutaba y que le daba para vivir holgadamente con su familia.
Alrededor de 1910 una parte de la sociedad comenzó a ver como vejatorio el trato que recibía Chocolat en el escenario, viéndolo como abusivo y de mal gusto y esto acabó con la carrera del artista, ya que los empresarios dejaron de contratarlo, ante el temor de ser acusados de racistas.
De repente le cayeron juntos todos los males, se quedó sin trabajo, se arruinó por completo, se dedicó a la bebida y cayó en una profunda depresión causada por la muerte por tuberculosis de su hija. A los 49 años falleció solo en la habitación de un hotel en Burdeos.
Hay un cuadro del pintor Toulouse-Lautrec y que titulaba “Chocolat dansant dans un bar”, donde de alguna forma inmortalizó a Chocolat bailando en el Irish and American Bar de París, sitio preferido de la bohemia en esos años.
Pero también se hace referencia al personaje que revolucionó la escena parisina de hace un siglo al filmarse una película llamada Chocolat.
Rumberas de circo (pero de circos pobres)
Siempre recuerdo con mucha ilusión a mi vecino, el viejo Matilla, que cada vez que iba un circo al barrio, normalmente se ubicaba en un solar yermo en la esquina de mi casa, no construído entonces, me llevaba sin duda alguna. Ahi disfrutaba ver a un león viejo y desdentado, un mono para el que ya habían pasado mejores tiempos, unos payasos poco graciosos si los veo ahora, pero que entonces se me hacían divertidísimos, malabaristas, equilibristas, una orquesta de mala muerte y sobre todo lo que más me impresionaba: una rumbera. Todos los niños nos asombrábamos de muchas cosas, pero sobre todo de que una mujer, para nosotros medio encuera, se atreviera a aparecer así ante tanta gente. Y encima de eso moverse lascivamente.
Supongo que ese número no era para los niños que íbamos al circo, sino para los que nos llevaban.
La llegada al barrio de el circo y “los caballitos” (así se le llama al parque de diversiones cubano), quedaron marcados en la infancia de muchas generaciones. Por lo regular ocupaban, alternándose, el mismo solar yermo en distintos momentos del año.
El circo aparecía con sus camiones desvencijados, transportando a los artistas, la carpa y todo lo que se usaba en las funciones, y en ello no podía faltar la jaula pintada de múltiples colores con el viejo león que apenas rugía, más por hambre que por tratar de infundir temor.
El circo llegaba en horas de la mañana y se desplegaba rápidamente pues ciertos vecinos eran contratados como “tarugos” por una pobre remuneración o por el derecho a asistir gratis a las funciones. Los “tarugos” también controlaban que nadie se colara por debajo de la carpa con la intención de disfrutar del espectáculo sin pagar la entrada.y eran los que hacían la limpieza de las jaulas de los animales.
Los precios variaban según las condiciones del lugar donde se instalaba el circo y el poder adquisitivo de los pobladores, pereo por lo general eran muy baratos y accesibles a casi todos.
También era emocionante para los niños ver que antes de la primera función había un desfile promocional con la participación de todos los artistas, encabezados por los músicos, los que iban por el barrio y lugares cercanos para captar a los espectadores. Era difícil que un solo niño se quedara sin pedirle a sus padres que lo llevara a ver la función.
Aparte del circo de barrio estaba los grandes circos: el Santos y Artigas, el Razzore y el fabuloso Ringling Bros. and Barnum & Bailey, el llamado “circo americano”, que ofrecía sus funciones en el desaparecido Palacio de los Deportes, en Paseo y Malecón,y esas funciones si no estaban al alcance de todos. Además esos circos traían números espectaculares con artistas de fama internacional. En ellos, el negrito y la rumbera sobraban.
Dos acercamientos al mundo de las rumberas de circo se dan primero en el libro de Manuel Reguera Saumell, “Recuerdos de Tulipa” que es la historia de un circo de mala muerte que recorre la isla de Cuba en los años 40, y donde Tulipa, una bailarina exótica en sus 50 años que ya no despierta la emoción entre los espectadores masculinos y a la que los dueños del circo deciden sustituir por una joven rumbera inexperta. Manuel Octavio Gómez, hizo el filme cubano basado en la obra. Otra reseña del mundo del circo ambulante es en la película “Aventuras de Juan Quinquín“ del director Julio García Espinosa, donde también se muestra cuán denigrante resulta la condición de rumbera en uno de esos circos nómadas y menesterosos.
Pero siempre hay que recordar a Emilio Razzore, dueño del circo de igual nombre y que tuvo un trágico destino. El barco propio empleado para sus giras había zarpado del puerto de Mariel rumbo a Cartagena, un antiguo yate presidencial convertido en buque de carga y pasajeros y en en él viajaba el circo Razzore. El barco llevaba 57 personas a bordo; de ellas, 46 miembros del circo y once tripulantes, además, las carpas, jaulas con leones, caballos, burros, monos y se hundió. Con el, menos Razzore, se fue toda su familia y su circo.
Pero Razzore dijo una vez al muy cierto: “el circo queda en el pensamiento de cuando se es pequeño…, y cuando somos grandes y vamos al circo, no entra el hombre, entra el niño”.
Carlos Prío y Carlos Hevia.
Si te llamas Carlos y eres cubano, no te metas en política.
Este nombre, tan común, en este caso no es de un sólo personaje, sino una curiosidad para los que lo lleven y pueda convertirse en un tipo de maldición.
Carlos ha sido en la historia de Cuba el nombre más fatal para un político cubano, y la historia y sus sucesos así lo demuestran.
Carlos Manuel de Céspedes, llamado justamente “El padre de la Patria”, fue uno de los que comenzó con esta especie de mal designio. Habiendo sido electo presidente de la República de Cuba en Armas, Muy difícil le resultó el ejercicio de su gobierno por el antagonismo de los miembros de la Cámara de Representantes, quienes le dificultaron ejercer un verdadero mando, como poder ejecutivo, debido a los arraigos caudillistas y regionalistas de una gran parte de los jefes. Fue depuesto como presidente por los representantes de la Cámara. Y aunque el brigadier José de Jesús Pérez, uno de los hombres alzadoscon él en La Demajagua el 10 de octubre de 1868 le ofreció sus tropas para resistir a la Cámara, pero Céspedes no quiso que se produjeran enfrentamientos entre cubanos por su causa y acató disciplinadamente el hecho consumado, pues estaba consciente de que oponerse hubiera ocasionado una división entre los cubanos capaz de destruir la revolución.
Ante el ataque de las tropas españolas a San Lorenzo, donde se encontraba confinado, el patriota Manuel Sanguily dijo: “Céspedes no podía consentir que a él, encarnación soberana de la sublime rebeldía, le llevaran en triunfo los españoles, preso y amarrado como un delincuente. Aceptó sólo, por breves momentos, el gran combate de su pueblo: hizo frente con su revólver a los enemigos que se le encimaban, y herido de muerte por bala contraria, cayó en un barranco, como un sol de llamas que se hunde en el abismo”.
El iniciador de la guerra de independencia de Cuba tiene muy merecido el nombre de “Padre de la Patria”, desgraciadamente se llamaba Carlos.
Es de destacar que ningún presidente cubano llamado Carlos pudo concluir a término su mandato. Carlos Manuel de Céspedes (hijo), sucumbió al golpe de sargentos y soldados del 4 de septiembre de 1933 encabezado por Fulgencio Batista; Carlos Hevia, solo pudo ostentar el cargo tres días, hasta que se vio obligado por Batista a renunciar en favor de Carlos Mendieta, quien apenas se desempeñó en el ejercicio del poder hasta diciembre de 1935.
Y el caso más sonado fue el de Carlos Prío Socarrás quien el 10 de marzo de 1952 fue víctima del golpe de Estado que llevó al poder nuevamente a Batista. Dos veces Fulgencio o tres, contra los Carlos presidentes.
Y otro tanto ocurrió con candidatos a la presidencia nombrados Carlos, los que vieron truncadas sus aspiraciones.. En 1936, fue Carlos Manuel de la Cruz; En 1944 Carlos Saladrigas, perdió las elecciones con Ramón Grau San Martín; Carlos Márquez Sterling en las elecciones fantasma de 1958 y Carlos Manuel Piedra Piedra, quien al huir Batista, como magistrado más antiguo del Tribunal Supremo, le tocaba asumir la presidencia que solo le duró unas horas, ante la revolución triunfante.
Pero ahí no quedó el asunto, porque en tiempos de revolución se ha mantenido la maldición.
Altos funcionarios con el nombre Carlos, no han terminado muy bien, como son los casos de Carlos Aldana, Secretario Ideológico del Comité Central del Partido Comunista y el tercer hombre más poderoso en Cuba en su momento, y más recientemente Carlos Lage Dávila, los Vicepresidente del Consejo de Estados y Ministros y a todas luces sucesor de Fidel Castro, y Carlos Manuel Valenciaga Díaz secretario de despacho del Consejo de Estado y secretario personal del líder de la revolución.
El único caso que constituye la excepción y como dice el dicho, confirma la regla, fue el político y economista comunista cubano que ocupó diferentes cargos en gobiernos de diversos signos políticos, Carlos Rafael Rodríguez.
En 1942 Carlos Rafael Rodríguez se unió al gabinete del entonces presidente Fulgencio Batista y después llegaría a ser amigo personal de Fidel, y luego del triunfo de la Revolución, premió a Rodríguez con puestos de alta jerarquía dentro de su gobierno, los que ocupó hasta su muerte en 1997. Pero a Carlos Rafael, sin dudas un hombre inteligente, hay que denominarlo como el Fouché cubano, por eso no lo cogió la maldición.
Los descubridores de Cuba
Cuba ha sido descubierta, al menos, tres veces. Otro dicen que cuatro pero del cuarto ya hablaré al final.
El primero, a partir de un convencionalismo que nos han impuesto y que casi nos hemos creido, fue el genovés Cristóbal Colón, que en busca de otras cosas, topó por casualidad con un continente desconocido para la Europa de entonces. Y digo que dudo que fuera el primero, porque desde hacía milenios ya en Cuba vivían otros seres humanos, menos desarrollados socialmente, pero que al final en su vida casi primitiva eran más felices que lo que fueron como consecuencia del descubrimiento de Colón. Y que no se nos olvide que hay muchísimas certezas históricas de la llegada al continente llamado después América, por parte de los más grandes navegantes de toda la historia: los vikingos.
Pero vamos a asumir que fue Cristóbal Colón el primer descubridor oficial de Cuba, el segundo un alemán sabio que recorrió con modestia y sapiencia al continente y entre nosotros estuvo en la isla en los albores del siglo XIX, Alexander von Humboldt, a quien en mi criterio hay que darle el mayor crédito y él el tercero fue un cubano cosmopolita y estudioso, el sabio Fernando Ortiz, que puso ante nuestros ojos una realidad de las que se avergonzaban los cultos intelectuales de la isla, y era que creciendo a la par con la cultura que de España y otras partes de Europa llegaba, había un crisol de culturas, casi todas pisoteadas y marginadas que conformaba esa otra parte que el mestizaje cubano, y que es la influencia de las culturas traídas a golpe de cuero con los esclavos, compuesta básicamente por africanos y en menor medida por chinos y gente de otras partes del mundo.
El primer descubridor: Cristóbal Colón (yo diría que es el menos descubridor de los tres).
El navegante, cartógrafo, almirante, virrey y gobernador general italiano, pero al servicio de la Corona de Castilla, España, fue el primer descubridor de Cuba y con ella de toda América, pero su descubrimiento fue fruto de la casualidad, pues buscaba un camino para las Indias.
El italiano Cristoforo Colombo, sería más conocido por su nombre en castellano, el que pasó a la historia por marcar un antes y un después en las civilizaciones nativas americanas, a las que se les denomina precolombinas, o sea, anteriores a la llegada de Colón.
Y ahora recuerdo un programa costumbrista y muy simpático de la radio Cubana, creo que de Radio Progreso, que se llamaba “Después que llegó Colón”. Allí se recrean mitos y tradiciones que van pasando de generacion en generación, y que perduran en el tiempo. Todo lo que los cubanos recordamos como arraigado en nuestra identidad, para bien o para mal, no puede ser de otra forma que reconociendo que siempre sucedio “Después que llegó Colón”. No creo que los indios vivieran en un paraíso, tenían que luchar su comida, defenderse de ataques de otras tribus y otros males, pero lo realmente malo vino después que llegó Colón.
La famosa frase de “esta es la Isla más bella que ojos humanos hayan visto” queda aún en duda si fue realmente dicha por él o por cualquier otro marinero que moría por ver tierra, cualquier tierra, pero lo más representativo es que originalmente la llamó Juana, en honor al príncipe Juan, heredero de Castilla.
Colón realizó cuatro viajes a Cuba, pero salvo el hecho de haber descubierto para los españoles su existencia, no veo otra razón para darle tanto crédito.
Alejandro de Humboldt, el sabio viajero alemán.
Mientras que Colón visitó América Cuatro veces, Alejandro de Humboldt lo hizo más de diez. El reconocido alemán fue, entre muchas otras cosas, geógrafo, astrónomo, botánico y químico, además de un viajero incansable.
En América, Humboldt analizó, clasificó y coleccionó cientos de miles de plantas y animales, estudió las corrientes oceánicas de la costa occidental de América del Sur, midió el descenso de la intensidad magnética, investigó las erupciones de los volcanes y fue pionero en percatarse de la riqueza del istmo de Panamá para buscar un camino corto entre el Pacífico con el Atlántico.
En Cuba, estuvo también dos veces entre 1800 y 1804, cuatro meses recorriendo la isla y llegado a conclusiones científicas sobre la geografía, la flora, la fauna, las comunicaciones, el clima, los suelos y las producciones de caña y azúcar cubanas. Elaboró la tesis sobre la formación de las Antillas y la constitución de la geología cubana.
Su libro Ensayo político sobre la isla de Cuba, publicado en París en 1826, contiene el resultado de sus notables contribuciones al conocimiento del entorno natural cubano, y sus eruditas acotaciones sobre la cultura, la sociedad y sus instituciones; es por esas razones que en Cuba definen a su autor como el segundo descubridor de una isla a la cual llamó del azúcar y los esclavos, pero también donde encontró, contrastando, los más exquisitos olores a miel.
El intelectual cubano José de la Luz y Caballero lo reconoció, con justeza, como el “segundo descubridor de Cuba”.
Fernando Ortiz.
Fue etnólogo, antropólogo, jurista, arqueólogo, periodista, criminólogo, lingüista, musicólogo, folklorista, economista, historiador y geógrafo. Hay que decir que si Colón halló la tierra y Humboldt la describió, Fernando Ortiz estudió a su gente y su sociedad con la mayor precisión.
No extraña que sea considerado el tercer descubridor de Cuba, título que le otorgó Juan Marinello, y que es avalado por los cubanos.
Publicó estudios sobre las raíces históricas, sociales y culturales del país, expuestas en “Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar” y “Los Negros Brujos”, entre otros e introduce el concepto de Trasculturación para explicar la formación antropológica del cubano.
Bronislaw Maniloswski, fundador de la antropología social británica, considera esto como uno de sus mayores aporte a la antropología cultural. En 1952 publica la monumental obra en cinco tomos “Los instrumentos de la música afrocubana” y en 1959 “La historia de una pelea cubana contra los demonios, primer volumen de la trilogía “Defensa póstuma de un inquisidor cubano del siglo XVII”. Dirigió numerosos publicaciones periódicas y fue fundador de instituciones culturales que a lo largo de su vida contribuyeron ampliar las concepciones de la historiografía en Cuba.
Ha sido considerado a nivel universal, uno de los mayores antropólogos de todos los tiempos. Considero que Fernando Ortiz y Alexander von Humboldt, son las personas a las que realmente se les puede llamar descubridores de Cuba.
El descubridor que no llega a esa categoría: Antonio Núñez Jiménez.
Desde temprana edad demostró su vocación por la Espeleología, y se graduó de Doctor en Filosofía y Letras en la Universidad de la Habana. Fue alumno de los doctores Salvador Massip y Sara Ysalgué. La obra de Massip representó un cambio radical en los conceptos geográficos aceptados en Cuba hasta ese momento. En 1940 fundó la Sociedad Espeleológica de Cuba y en 1944 es electo Presidente de la Sección de Espeleología de la Sociedad Geográfica de Cuba, siendo después elegido Numerario de la Sociedad Cubana de Botánica y en 1946 Socio Fundador de la Sociedad Universitaria de Exploración.
En 1945 organizó la Expedición Geográfica a Oriente, entre otros estudios que conllevaron a importantes resultados científicos en el campo de la Geografía, la Arqueología y la Espeleología, como la ascensión al Pico Turquino, en la que por primera vez se llegaba a la cima del Pico Suecia, la exploración del Río Toa, así como la continuación de los estudios en la Cueva de Seboruco, donde años atrás se habían encontrado los restos arqueológicos de la cultura Seboruco de seis milenios de antigüedad.
A mediados de la década del 50 descubrió en la Sierra de los Órganos, cercana a Viñales, la Gran Caverna de Santo Tomás, la mayor caverna de Cuba, con más de 50 km de galerías cartografiadas.
En 1954 publicó un libro de Geografía de Cuba, en el cual describía detalladamente la pobreza y la situación que vivía Cuba. Antonio Núñez Jiménez realizó el descubrimiento del mayor monumento arqueológico de Cuba, en la loma de Guaney, provincia de Camagüey: un montículo que con tierra, piedras y fragmentos de cerámica levantaron los taínos a uno de sus dioses, murciélago.
Interrumpe su actividad pues se suma a la insurrección armada contra Fulgencio Batista y después del triunfo revolucionario ocupó importantes cargos como Presidente del Instituto de Reforma Agraria y presidente de la Academia de Ciencias.
Participó en expediciones al Polo Norte (1972) y a la Antártida (1998). Realizó exploraciones a la cordillera de Los Andes desde Perú hasta Venezuela.Llevó a cabo investigaciones geográficas en China, África, Islas Galápagos, Isla de Pascua y otras partes del mundo. Dirigió la expedición “En canoas del Amazonas al Caribe” desde 1987 a 1988, en la que se recorrieron veinte países a través de los ríos Napo, Amazonas, Negro y Orinoco y luego por el mar de las Antillas.
Todas estas gigantescas y costosas expediciones las logró realizar a partir de su influencia dentro del gobierno, otros grandes científicos cubanos lo acompañaron en ellas, pero no se le puede dar el crédito de su éxito totalmente.
Sin duda fue un científico, pero que ha sido visto por muchos como un tremendo “vacilador”, que recorrió el país y el mundo gracias a sus influencias políticas y que otros pudieran haber hecho si hubieran tenido el respaldo financiero de las mismas. Por eso no puede considerarse un descubridor de Cuba.
Juana Martín y la Tumba del Dominó
Como tantas cosas en el mundo, el dominó es también un invento chino. Surgió hace mil años en China a partir de los juegos de dados con seis caras. Con su simbólico contraste del blanco y el negro que lo identifica, llegó a Occidente en el siglo XVIII a las cortes de Venecia y Nápoles. Pero el nombre se lo dieron los franceses y curiosamente lo copiaron de una capucha negra por fuera y blanca por dentro que usaban los curas en invierno.
En Cuba en la zona Oriental juegan igual que en México, con 28 piezas, siendo la mayor el doble 6, mientras que el Centro y Occidente incluyendo la capital juegan con 55 fichas o cómo es habitualmente conocido doble 9.
Los cubanos, como en otras cosas, decimos que somos los mejores jugadores de dominó. En cualquier encuentro de amigos, conocidos, en una fiesta, en una movilización a trabajar en la agricultura, dondequiera, el cubano planta una mesa y aparece un juego de dominó. Y alrededor de las dos parejas que juegan pululan otros esperando su turno.
Es tanto el furor que hasta en el Cementerio de Colón, el principal de La Habana, existe la llamada “tumba del Dominó”, donde yace una cubana apasionada por este juego. ”La tumba del Dominó” es toda una rareza y creo que no se conoce, en ninguna otra cosa igual, el relacionar el juego inventado por los chinos con el arte funerario.
Juana Marín, una cubana, fue seguidora de este juego toda su vida y lo jugaba con maestría, pero el 12 de marzo de 1925, Juana, para quien ganar era una cuestión de honor, otro contrincante juega una ficha y gana la partida, ante lo cual ella sufrió tres infartos y fallece. La ficha a la que se aferró, el doble tres, y con la que pensaba ganar, se quedó en su mano, y ahora cubre su tumba.
En honor a su madre muerta, sus hijos decidieron rendirle homenaje a su memoria y a su pasión por el juego de mesa, y nada mejor que construir, encima de la lápida, una ficha grande del doble tres en mármol blanco y negro.
Después de esto diganme si el cubano es o no fanático del dominó.
Rita, la Caimana, un personaje musical que realmente existió.
Hay una guaracha emblemática del cancionero cubano, cuya melodía traspasó nuestras fronteras y cuyo estribillo era:
“…como baila Rita la Caimana…la Caimana…
“Bayamo tiene dos cosas que no las tiene La Habana, una historia muy hermosa, y una Rita La Caimana”
…como baila Rita la Caimana…la Caimana…”
Esta canción está inspirada en personaje muy popular en Bayamo, una bayamesa que andaba por las calles exhibiendo su habilidad y gracia para bailar, ganándose los aplausos de la gente. En Venezuela, a las mujeres que son muy activas sexualmente, que siempre están cambiando de pareja o mantienen relaciones con varios hombres al mismo tiempo, les dicen “caimana”, porque son “unas devoradoras de hombres”, pero no creo que sea el caso que nos ocupa.
Cuentan que iba mucho al río a refrescarse en las tardes de altas temperaturas, como son casi todas las tardes en Bayamo y que compartía juegos y conversaciones con los niños, pero para muchos veían en ella síntomas de locura.
Rita La Caimana, llamada Rita Salazar deambulaba por la ciudad con sus hijos pequeños en pos de la caridad pública, según cuentan, y que sus últimos años los pasó en un hogar de ancianos, donde era el alma del lugar, contagiando su alegría.
Bayamo ha sido cuna de insignes patriotas y figuras relevantes de la cultura, la ciencia y el deporte, pero la sociedad cubana está también llena de personajes típicos que reflejan la fusión de culturas de la nación. Entre ellos se encuentra Rita la Caimana, que fue todo amor, a pesar de su enfermedad mental.
Hoy, en el Museo de Cera de esa ciudad puede verse una escultura suya junto a un cartel que reivindica su impronta dentro del imaginario popular, ya que nos demostró un mensaje lindo y es que bailando la vida tiene mejor sabor.
Un ejemplo bonito para otros, no como la que conocí y que se hacía llamar “La Caimana”, una empleada del hotel Los Delfines en Varadero, que se autotitulaba así, porque engañaba a los turistas que estaban en tragos, pidiéndoles les cambiara billetes por otros de otra denominación y lo que hacía era estafarlos, pues los que daba eran falsos. Un sacrilegio llamarse Caimana, si la comparamos con lo que fue la Rita original.
Pedro el cojo
Pedro Espino García, conocido por Pedro El Cojo, personaje inspirador de una famosa canción cubana de igual nombre que le dio la vuelta al mundo, falleció a las 92 años víctima de un paro respiratorio, anuncia una nota de prensa.
Pedro sufrió a los diez años de edad, en 1920, de poliomielitis, enfermedad muy frecuente en aquella época y también en los años 50, cuando en las dos casas contiguas a la mía, dos muchachitas de mi misma edad entonces, unos diez años también fueron afectadas por esa enfermedad a pesar de que en días recientes nos habían inoculado con la vacuna del Dr. Jonas Salk, pero a ambas les pasó lo mismo que a Pedro, les dejó permanentemente afectada una pierna. De ahí el hombre de Pedro el cojo.
Se ganó la vida como carbonero y pescador y fue aficionado a la música y aprendió a tocar el tres y con sus hijos y familiares realizaba tertulias hogareñas que le ganaron fama en la comunidad y un poco más lejos, en Santiago de Cuba.
Pedro vivía en la playa de Sigua, ubicada en lo que es hoy el Parque Nacional de Baconao, y entonces un lugar de difícil acceso, fue convertirla en el Restaurante Pedro El Cojo, muy visitado por turistas. Su fama se extendió a partir de la canción del compositor santiagueño Enrique Bonne, recorrió tertulias locales en las voces de figuras santiagueras, hasta su montaje orquestal por Pacho Alonso, quien la hizo famosa en Cuba y en el mundo.
La canción dice:
“Vamos a comerno’ un macho
en casa de Pedro el Cojo
a comer ñame con mojo
y a divertirnos, muchachos
Cuando a mi me lo dijeron
yo no queria venir
me tuvieron que advertir
que aquí el son es majadero
Fue cuando me decidí
y acepté la invitación
y pude bailar el son
que se toca por aqui
Y aunque estoy en la manigua
eso no me causa enojo
conocí a Pedro el Cojo
en esta playa de Sigüa
A bailar, a gozar, en casa de Pedro el Cojo “
La muerte de Pedro refuerza la mitología de la cancionística de la Isla, en la que seguirá viviendo en el son que popularizara, hace varias décadas Pacho Alonso y en los incontables visitantes que van a disfrutar de la deliciosa comida que se sirve en casa de Pedro el Cojo.
La Rusa de Baracoa
Magdalena “Mima” Menasses Rovenskaya fue una rusa blanca que, huyendo de la Revolución de Octubre, vagó por medio mundo hasta encontrar el sitio perfecto donde retomar su vida en paz. Y la encontró en Baracoa, un pueblito que hasta para los cubanos está en “donde el diablo dió las tres voces” y que era casi inaccesible.
Acompañada de su madre primero y luego de su esposo, con quien se había casado en 1924, siendo este un diplomático ruso en Turquía, inició un largo peregrinar por el mundo buscando un lugar para asentarse. Llegó a Cuba en 1929 con el propósito de hacerse cargo de los negocios que dejó al morir un pariente de su esposo, ya que entonces Baracoa tenía entonces un gran auge económico debido a la producción bananera de principios del Siglo XX.
Con el transcurrir del tiempo, se hizo dueña de un café, una tenería y una pequeña propiedad agraria, negocios que dejaron en los años 50 cuando construyeron el hotel Miramar, terminado en 1953, frente al malecón de Baracoa, llamado desde entonces por el sobrenombre de La Rusa, como aún se le conoce. Baracoa ejerció su especial embrujo sobre esta elegante mujer y a la vez la atractiva rubia hechizó a sus pobladores.
Hay que recordar que Baracoa fue la primera villa fundada por los colonizadores españoles en Cuba y como vimos en la reseña acerca de “la maldición del pelú de Baracoa”, a pesar de sesr la primera ciudad, quedó detenida en el tiempo y sin desarrollo.
Magdalena Menasses era hija de un militar zarista ajusticiado en la Revolución de Octubre y era persona de amplia cultura, conocía varios idiomas: ruso, alemán, francés, italiano, portugués, inglés y español. Poseía una hermosa voz, y actuó en el Gran Teatro de la Opera en Francia; la Ópera de Milán, en Italia; Las Palmas de Canaria y Madrid, España y también era una fina bailarina y pianista. Todas estas cosas hicieron que a su alrededor se tejieron leyendas a las que la rusa nunca dio importancia.
Alejo Carpentier se inspiró en la historia de La Rusa para crear uno de los personajes centrales de su novela “La consagración de la primavera”.
Mima Rovenskaya, La Rusa, tenía asiento reservado en el cine del pueblo, y asistía a las funciones con abrigos de piel. “¡Pieles en Baracoa!”, y es que Mima no dejó de ser rusa aunque fue baracoense hasta morir en 1978.
Magdalena desde su llegada jamás volvió a salir de Cuba, aunque sí viajó intensamente por el interior de la Isla. En La Habana La Rusa conoció la Acera del Louvre y la intelectualidad cubana de la época, además de ofrecer exitosos conciertos
La Rusa había huido de la Revolución de Octubre y se había establecido en lo más apartado de Cuba, para no recordar más aquellos dramáticos momentos, cuando de repente es sobrecogida por otra conmoción social similar a la de su país, donde vaticinó el fracaso del socialismo.
Fue un símil a lo ocurrido a los chinos de la calle Zanja o a los polacos de la calle Muralla, o a cualquiera de las comunidades e individuos que han vagado por medio mundo buscando lo que en ningún lado existe, el sosiego para seguir viviendo. Como le pasa a los cubanos de nuestro tiempo.
De todas maneras, la historia de la Rusa de Baracoa nos enseña que la felicidad del ser humano es muy difícil de alcanzar.
Y como siempre pasa, todavía nos queda por abordar la historia de muchos otros personajes que han dejado huella en la historia de Cuba.
Hasta ahora hemos visto muchos personajes interesantes, pero ninguno se puede comparar al “Caballero de París”.
4 Comentarios
Antonio Vazquez
July 2, 2018 at 2:38 pmEl Tarzan cubano se hacía acompañar de una versión de la Mona Chita, se trataba de una turista llamada Michelle Obama.
carlosbu@
July 2, 2018 at 3:11 pmsu comentario demuestra muy poco gusto y una repugnante dosis de racismo, no tiene gracia ninguna
Luis Guyon Dalmau
January 15, 2021 at 7:58 pmEstoy disfrutando mucho sus escritos, recién descubiertos por casualidad. Enfoque político: plenamente coincidente.
Soy habanero, 1948, descendiente de catalanes e Ing Industrial (1972) y no lo recuerdo a ud de la cujae.
Ojalá pudiéramos contactarnos.
Un saludo.
carlosbu@
January 15, 2021 at 8:52 pmGracias Luis por tu atención y tus comentarios, yo me gradue por el CPT en el 1984, pero probablemente conozcas a otros que estudiaron contigo y se graduaron ese año o uno despues, Alejandro Chanfrau y Jorge Barrera, saludos, te escribi por tu correo personal