Quisiera que estas, mis memorias, fueran estampas de una época, remembranzas de lo que me tocó vivir, pero al final, e indefectiblemente, todas convergen, gracias a la “gloriosa revolución” que me tocó vivir en la mayor parte de mi existencia, en la política, en la nefasta política y su nefasta consecuencia en la calidad de la vida de los cubanos. Es por tanto muy difícil, a no ser que me refiera solamente a lo vivido antes de 1959, que todo lo que escriba esté infestado de política sucia (¿habrá política limpia?).
El partido comunista cubano (en minúscula, no se merece nombrarlo con mayúsculas) es la cohorte que creó y utilizó el emperador cubano para imponer su voluntad, empleando la grandilocuencia soviética, la represión y el engaño propios de todos los partidos comunistas que han estado en el poder.
Como leí en un sitio de Internet: “Al fin y al cabo siempre ha sido así: porque el partido comunista no es inmortal, sino inmoral.” Es por eso que todas sus acciones son inmorales, es decir, han estado ligadas a eliminar el conjunto de costumbres y normas que se consideran buenas para dirigir o juzgar el comportamiento de las personas en una comunidad y a reprimir el que se atreva a desafiar su imposición.
Un par de ejemplos de ese accionar inmoral lo ha sido el tema de este artículo: la llamada “ofensiva revolucionaria” medida para acabar con el exiguo poder económico que restaba en el país después de la nacionalización o más bien expropiación de los medios fundamentales de producción y restringir al máximo la iniciativa privada y el otro uno no menos cruel y yo diría tan cruel como el más cruel de todos que fue el de la política migratoria, la eliminación de la rica tradición de la Nochebuena y de los Reyes Magos.
La Ofensiva Revolucionaria de 1968.
“Que hay clase media, ¿por qué si aquí todo el mundo debiera ser clase media? (APLAUSOS.) ¿Por qué si en nuestra patria no debiera existir un solo pobre? ¿Por qué si esta es una de las islas más ricas y fértiles del mundo? ¿Por qué si aquí pueden vivir 30 millones de habitantes? ¿Por qué si Holanda, si Dinamarca, si esos países con más habitantes, con menos tierras, con menos fertilidad, son incomparablemente más ricos que nosotros?”
Fidel Castro.
Los pueblos tienen mala memoria y ya nadie se acuerda de esto, cuando los discursos de Fidel Castro se disfrutaban por la familia tomando chocolate o café con leche y galletas. La utopía de sus discursos, llenos de mentiras marearon y endulzaron al pueblo cubano, quedando preparados para la gran estafa que se avecinaba.
La microfracción y el rechazo a ser parte de la maquinaria soviética.
La revolución cubana denunció la maquinación de un grupo dentro del partido y el Estado y que se llevó a cabo desde 1966 y que en 1968 fuera revelado, juzgado y sentenciado, siendo denominado “Microfracción”, es decir, una fracción mínima, una millonésima parte, sin importancia, según ellos.
Las tres organizaciones fundamentales que derrocaron al régimen de Batista fueron el Movimiento 26 de Julio (M-26-7), el Directorio Revolucionario (DR) y el Partido Socialista Popular (PSP) , los cuales no compartían criterios y métodos y a los cuales solamente los unía el derrocar a Batista.
Las ORI (Organizaciones Revolucionarias Integradas) fueron el primer órgano político creado después del triunfo de la revolución. El 26 de Julio aportaba la experiencia en la lucha insurreccional, el Directorio con los dirigentes jóvenes y el Partido Socialista Popular con le experiencia politica. Esta falsa fusión careció de un espíritu democrático y abierto , imponiéndose, con su voluntarismo genético, los criterios del emperador en ciernes.
En marzo de 1962 se produce la crítica del emperador al al sectarismo, lo que impidió la segregación al interior de las ORI. Aníbal Escalante, una de las figuras principales del PSP y quien destituido de su cargo había marchado a la URSS, regresó a Cuba en 1964 para capitanear un complot opuesto al camino trazado por la Revolución, que implicaba mantenerse al margen del conflicto chino-soviético y criticando la política de coexistencia pacífica propugnada por la Unión Soviética. El objetivo de exportación de la revolución, diseñado por el Che Guevara y su intervencionismo en América Latina impedían apoyar la paz. Según el criterio del emperador, Cuba no iba a ser una copia fiel del socialismo del este de Europa (como después lo sería).
Raúl Castro, (siempre actuando como marioneta de su hermano mayor) en un pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba a principios de 1968 denunció públicamente la manifestación fraccionaria, y sus implicados fueron impugnados políticamente y posteriormente legalmente acusados y condenados según su grado participación delictiva.
Posteriormente el emperador caribeño, en un famoso discurso el 13 de marzo de ese año, apuntaba: “la microfracción como fuerza política carecía de significación; como intención política, sus actos eran de carácter grave; y como corriente dentro del movimiento revolucionario, una corriente francamente reformista, reaccionaria y conservadora”. No muy lejos estaba el momento en que Cuba se convertiría, por su carácter de hijo bobo mantenido, en el más adulador y sumiso de los países satélites de la URSS.
LA OFENSIVA REVOLUCIONARIA DE 1968
La confiscación masiva de pequeños establecimientos, en el marco de la denominada “Ofensiva Revolucionaria”, fue anunciada por el emperador en el mencionado discurso pronunciado el 13 de marzo de 1968. Se realizó bajo la consigna de lucha contra el capitalismo y la creación de un “hombre nuevo”. Su consecuencia inmediata se reflejó en un enorme deterioro económico y la disminución extraordinaria en la disponibilidad de alimentos y servicios.
Mediante la “ofensiva revolucionaria” el gobierno confiscó (robó) 55,636 micro y pequeñas empresas, incluyendo sus equipos, herramientas, materiales, materias primas y dinero. Entre las 55,636 micro y pequeñas empresas expropiadas están:
- 11,878 comercios de venta de víveres (bodegas).
- 8,101 establecimientos gastronómicos (restaurantes, friterías, cafeterías, etc.).
- 3,130 carnicerías.
- 3,198 bares.
- 6,653 lavanderías.
- 3,643 barberías.
- 1,188 reparadoras de calzado.
- 4,544 talleres de mecánica automotriz.
- 1,598 talleres de artesanías.
- 3,345 carpinterías.
Cuando por primera vez tuve que estudiar (en todos los niveles de educación se diseñó su estudio), la economía política del socialismo, pude ver que la construcción del socialismo se basaba en la nacionalización de los medios fundamentales de producción, no en quitarles las tijeras a un barbero o la chaveta a un zapatero, aspectos que en nada iban a ayudar a la pretendida construcción del socialismo.
La Ofensiva Revolucionaria de 1968 fue la culminación de un proceso de irracionalidad y aventurerismo político y económico, que había empezado mucho antes, cuando designaron a un médico que no había practicado mucho la medicina ni tenía experiencia en la dirección de alguna rama económica como economista principal del gobierno, dirigiendo el Ministerio de Industrias, la Reforma Agraria y el Banco Nacional. ¿Qué otra cosa podía esperarse? Lealtad política no implica capacidad ni resultados. Y si no, remítanse a los cientos de generales, coroneles y otras yerbas que durante más de 50 años han sido ministros, todos con resultados desastrosos.
Hasta 1963 se realizaron las grandes confiscaciones y fueron establecidas las bases de la planificación centralizada al estilo soviético, tan mal copiado que surgieron dificultades económicas por la rigidez del sistema, lo que en 1962 (Año de la Planificación, donde no se planificó nada) llevó a tomar medidas severas como la implantación de un férreo sistema de racionamiento de alimentos, que dura hasta hoy y no garantiza ni el 10% de lo que fue originalmente. Racionamiento de guerra en tiempos de paz, en medio siglo de paz.
En los debates sobre la economía surgieron dos concepciones: una en favor de la autogestión socialista al estilo soviético, auspiciada por Carlos Rafael Rodríguez, un intelectual de prestigio, antiguo dirigente del Partido Socialista Popular, con ideas asociadas alas corrientes renovadoras que por entonces comenzaban a aflorar en el este de Europa, especialmente en Polonia, Checoslovaquia y Hungría, y en menor medida en la URSS. Este modelo se caracterizaba por cierta descentralización en el marco del plan, concedía a la ganancia un papel importante en la gestión de las empresas, con facultades, utilización de herramientas económicas e instrumentos financieros, como el crédito bancario, políticas fiscales, y elementos tomados de la economía de mercado, todos con un funcionamiento limitado en la práctica, debido a las limitaciones impuestas por la planificación, la falta de aseguramiento de recursos para producir, y una inmensa carga directiva que hacían imposible la toma de decisiones ágiles a nivel de empresa.
El otro concepto era el sistema presupuestario, y su creador y apasionado defensor era el comandante Ernesto “Che” Guevara, como vimos, fracasado médico, fracasado dirigente económico y completamente ciego en sus concepciones filosóficas, políticas y económicas (Es sorprendente que una persona tan negativa en todo, sea ejemplo y guía para los jóvenes en muchas partes del mundo, su causa debe estar en mi concepto, ratificado más de una vez, de que la juventud es estúpida por naturaleza). No hay otra explicación, salvo la que se derive de la comercialización de los mitos.
Este modelo de centralización económica total, aspiraba a convertir el Estado en una gigantesca empresa, controladora en un alto grado de minuciosidad de la gestión económica nacional a todos los niveles. Eliminaba los métodos de dirección modernos, copiados de empresas transnacionales capitalistas, privilegiaba los resortes políticos con el propósito de crear el ciudadano comunista, el hombre nuevo, un ser pletórico de virtudes, siempre dispuesto a sacrificios, en aras de la construcción del socialismo y posteriormente del comunismo. (Tuvieron que pasar 20 años para que Marcos Portal, nombrado como Ministro de la Industria Básica, y gracias a su relación familiar con el emperador, pudiera romper este paradigma e introducir modernos métodos de dirección.)
Por suerte esta utopía “guevarista” ha sido parcialmente olvidada en Cuba, aunque realmente no muchos se la creyeron. Esta teoría negaba la existencia de categorías económicas objetivas, como el mercado, priorizaba superlativamente los estímulos morales en detrimento de los materiales. No obstante, debe subrayarse que los excesos económicos cometidos posteriormente a la salida del comandante Guevara hacia su actividad guerrillera en África y Bolivia, donde murió en 1967 víctima de su propia utopía, tuvieron base en sus disparatadas ideas.
Pese a todo, Cuba sigue siendo un estado-empresa, como lo concibió el argentino, pero sin el hombre nuevo. . Las medidas para permitir el llamado cuentapropismo y volver a lo que existía antes de la ofensiva revolucionaria de 1968 ha sido un fracaso. Vender pizzas y pacotilla no implica desarrollo ni reactivación económica.
La lucha contra las influencias capitalistas en toda la sociedad cubana, desde la economía hasta la cultura fueron el centro de la vida del país, se efectuó un cambio radical en la gestión económica, llegándose a eliminar las relaciones mercantiles entre las empresas, y mediante la campaña de “lucha contra el burocratismo” se desmantelaron los controles económicos, destruyéndose sin sentido alguno las ricas tradiciones en técnicas contables y de gestión administrativa, acumuladas por generaciones antes de 1959. Se cerraron muchas entidades bancarias y se eliminó el pago de los intereses hasta de las cuentas de ahorro, el trabajo voluntario se priorizó y masivamente la población fue obligada a marchar a los campos a realizar labores agrícolas, en planes absurdos y fallidos, tanto económico como políticamente, tales como “El Cordón de La Habana”, mientras en las fábricas que quedaron funcionando se implantaron los “horarios de conciencia” de más
de 8 horas y las “jornadas guerrilleras” de varios días consecutivos, en la mayoría de los casos desorganizadas e improductivas.
Paralelamente se instalaron las escuelas al campo y en el campo que aterrorizaron a las familias hasta hace muy poco tiempo y las fatídicas UMAP que destruyeron vidas y sueños de miles de cubanos.
Se procedió a la estatalización de todo lo que se moviera, quedando fuera del sector estatal un área limitada de pequeños campesinos cooperativizados de diferentes maneras, que poseían el 30 % de la tierra y abastecían algo así como el 70 % de los alimentos agrícolas al país.
Esta medida fue un paso más en el control sociopolítico de la población y en la construcción de un régimen totalitario que sobreviviría gracias a los subsidios soviéticos. Fue también otro paso en la represión de todo aquello que parecía ajeno a una nueva moral, muy parecida a la practicada por los siervos de la gleba en la edad media, y que persiguió a todo lo que resultaba diferente de la manera como los nuevos dirigentes percibían la nueva y falsa moral: homosexuales, críticos, artistas irreverentes, peludos, religiosos, rockeros y, por supuesto y sobre todo a los pequeños propietarios. Como si dentro de ellos no hubiera una buena camada de maricones.
Si hay dudas, veamos este párrafo de un discurso que pronunciara el emperador el 13 de marzo de 1963: “Muchos de esos vagos… han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides… nuestra sociedad no puede darle cabida a esas degeneraciones. La sociedad socialista no puede permitir ese tipo de degeneraciones. Hay unas cuantas teorías, yo no soy científico, no soy un técnico en esa materia, pero sí observé siempre una cosa: que el campo no daba ese subproducto. Siempre observé eso, y siempre lo tengo muy presente”.
Y de aquí, obviamente, se derivaron prácticas como las movilizaciones agrícolas que nos azotaron por décadas, porque según su definición, (permítanme la expresión) “en el campo no hay maricones”…
Todo un intento de someter al pueblo a un estatus sumiso y monasterial del que la nueva clase escapaba reservándose íntimos espacios libertinos dentro y fuera del país, del que han hecho costumbre los altos dirigentes, y sus hijos, en especial véanse los escándalos en que siempre andan envueltos los hijos del emperador, que por su sangre azul nunca son limitados o sancionados de ninguna forma, a pesar de sus conductas que son internacionalmente reprobadas.
Paralelamente y para sustentar lo anterior, se suprimieron las fiestas de Navidad, aduciéndose que constituían un obstáculo a las labores de la zafra azucarera, y se transfirieron al 26 de julio para conmemorar el vergonzoso ataque por el emperador, al Cuartel Moncada en 1953 (donde no pudo combatir porque se perdió. El que había vivido en Santiago de Cuba, se perdió. Capitan Araña le decían a eso en mis tiempos). Con ello murieron también la celebración de los Reyes Magos y el 1ro de Enero se continuó celebrando, no como en el resto del mundo despidiendo a un año que termina y haciendo votos para uno nuevo, sino como conmemoración del triunfo de la Revolución. Batista no podía haber escogido otro día para salir huyendo, sin hasta en eso nos dejó otra maldición adicional a haber provocado el surgimiento de una revuelta.
Se convirtió el Estado prácticamente en el único propietario en Cuba, con la exclusión de pequeñas cantidades de tierra en manos privadas, aunque bajo un fuerte control gubernamental. La absurda idea de la desastrosa zafra de los 10 millones de toneladas de azúcar tuvo como génesis esas irracionales concepciones voluntaristas, y con su total fracaso terminó esa superdestructiva etapa de nuestra historia, que el emperador reconoció públicamente como los errores “idealistas” cometidos, y se regresó a los cánones de gestión económica de los países de Europa Oriental, fundamentalmente la URSS, entre otras cosas porque el estado-partido-jefe de los comunistas del mundo no veía con buenos ojos un desastre económico tan descomunal que al final fuera pagado por ellos.
Estos gigantescos errores todavía afectan la economía y la sociedad cubana, y las reiteradas intenciones de rebasar estos desaciertos, léase “año del Esfuerzo decisivo”, “rectificación de errores y tendencias negativas”, introducción del Sistema de Dirección de la Economía, introducción de la Organización Científica del Trabajo y últimamente el sumum de las mentiras: la actualización del modelo económico, no han sido más que tímidas acometidas para ver cómo dar retroceso a la arbitraria apropiación estatal de todo el tejido productivo y de servicios del país, que sumió a la sociedad en un verdadero caos del que solo la ha salvado la asistencia soviética y después venezolana. Ahora esperan que sea Obama el que los saque del atolladero, pero solo los va a salvar el dejar el poder y darle libertades de todo tipo al pueblo cubano.
Solo les falta volver a decir: Ahora si vamos a construir el socialismo.
Un ejemplo del impacto de la “ofensiva”.
¿Como impactó la Ofensiva Revolucionaria en la vida de los cubanos? Un solo ejemplo: Trabajaba en el periódico Granma, en su imprenta, y para almorzar debía caminar cerca de un kilómetro, por lo que optaba por ir a la cercana cafetería de “los Jimaguas”, dos hermanos emprendedores, que de la nada hicieron una cafetería sin ningún lujo o comodidad, pero con muchísima calidad en su oferta, extensa por demás, y muy buenos precios, por lo que era bien concurrida.
La oferta incluía pan con lechón, tamales, sandwiches, hamburguesas, pollo frito, discos voladores, batidos de frutas variadas, jugos, guarapo, leche fría, café con leche, chocolate con leche y dulces criollos. Allí se almorzaba o merendaba bien barato, rápido y bien sabroso.
Con la ofensiva revolucionaria, “los jimaguas” desaparecieron y no quedó más remedio que caminar un kilómetro para comer arroz con frijoles y milagrosamente alguna vianda o carne procesada y agua para bajar el almuerzo.Este es un ejemplo personal, pero otros podrán hablar de que no se encontraba un zapatero, ni ninguno de las decenas de oficios necesarios en la vida diaria, los establecimientos gastronómicos, bares y bodegas, al agotarse lo que tenían, sufrieron un desabastecimiento casi total o total, al nuevo dueño no le interesaba otra cosa sino que todos fueran empleados del gobierno.
Hasta hoy duran los efectos de esa desastrosa decisión. Pero nadie abre su boca, y todos lo saben, que fue una de las medidas más absurdas tomadas por la revolución, solo por el capricho de su “máximo líder” que quería dirigir y dirigió este país como su padre, el gallego latifundista, dirigió su finca en Oriente: como dueño único de todo, pagando con fichas que solo tenían valor en la tienda de su propiedad, una especie de esclavitud moderna. Y además robándole terrenos y ganado a la United Fruit, por lo que fue sancionado. De ahí el odio visceral de Fidel Castro a los americanos.
El robo en Cuba.
Cuando comencé a trabajar en 1957, con sólo 12 años, apenas un niño entrando en la adolescencia, lo primero que me enseñaron fue que bajo ningún concepto robara nada, que lo que necesitara lo pidiera y eso fue como un paradigma que cumplían todos indefectiblemente. Era mejor no robar y conservar un trabajo o una reputación de honesto y trabajador.
La revolución abolió poco a poco ese paradigma y creó otro nuevo, el de robar como principio de vida. La ofensiva revolucionaria de 1968 aceleró ese proceso. Al tener un solo dueño o empleador, era imposible que los trabajadores no recurrieran al engaño y al robo como estrategia compensatoria de los bajos salarios que estaba le pagaban y sin otra posible fuente de ingresos o posibilidad de mejora.
Muchos afirman que robar no significa robar sino compensar el salario, o resolver por esa vía las cosas a las que por ninguna otra vía tendrían acceso, o para tener lo que constantemente está sin oferta en el mercado. La gente llega a la conclusión de que si ganas bien y vives cómodamente no hace falta robar. La gente roba cuando siente que no le están pagando lo que merece, y no tiene nada que ver con la honradez sino con la necesidad. Pero necesidad siempre hubo y la gente no robaba, porque la moral de la sociedad era más fuerte que esa necesidad. Como en Cuba se han perdido los valores, no importa robar, inclusive aunque no haya necesidad.
Los cubanos elogian sobre todo tres ámbitos de su país: la salud pública, la educación y la seguridad. La seguridad en la calle es total, pero no hay garantías jurídicas, apenas hay drogas y las armas son ilegales. Muy parecido a la Unión soviética. De qué sirve todo lo anterior, si sabemos que la seguridad es producto de la represión y puede vanagloriarse el cubano de esas cosas, pero no de haberse convertido en un pueblo carente de valores.
La ofensiva revolucionaria de 1968 tiene una cola muy larga que la cortan y vuelve a crecer, como la de los lagartos. Es necesario, imprescindible, matar al lagarto.
LOS REYES MAGOS SE FUERON DE CUBA.
Cuando éramos niños nos contaban que existían tres barbudos montados en camellos y llamados Melchor, Gaspar y Baltazar que, traían juguetes en sus bolsas a todos los niños, y que en otros países lejanos entraban por las chimeneas, pero que en Cuba entraban por debajo de la puerta y de sus bolsas sacaban los juguetes que anteriormente le pedíamos en las carticas que se ponían al pie de los arbolitos de Navidad.
La carta a los Reyes Magos casi siempre comenzaba así: “Queridos Reyes Magos: Ante todo, esperamos que se encuentren bien, y si creen que nos hemos portado bien, y les alcanza, pues sabemos que llevan juguetes a muchos niños en el mundo, quisiéramos que nos trajeran…..” y la lista era interminable, hasta que llegábamos al final, “…y todo lo demás que nos quieran traer.”.. .
Los Reyes Magos llenaban nuestros sueños y expectativas infantiles, y también los de nuestros padres, que hacían suyos a como fuera el sueño de que los Reyes Magos les llevaran juguetes a sus hijos. Todos recordamos cuando en los días cercanos a navidad y posteriores, nos llevaban a un recorrido por las principales calles comerciales: Galiano, Belascoaín, Monte, San Rafael y otras a ver en las vidrieras o escaparates de las tiendas las distintas ofertas de juguetes. Esos momentos a ningún niño se les olvida, a pesar de que los Reyes Magos a lo mejor ese año no pudieron dejarle los juguetes que el había preferido.
Con mucha ilusión se acostaban temprano los niños la noche anterior al 6 de enero y dejaban un depósito con yerba, maíz, y hasta leche algunas veces, para los reyes magos Gaspar, Melchor y Baltasar y sus camellos, que venían cansados y necesitaban reponer fuerzas,. Y si no te portabas bien, tal vez encontrarías un saco con carbón en lugar de juguetes, pero eso nunca sucedía.
Recuerdo que tenía 9 o casi 10 años iba a cumplir y mi padre estaba sin trabajo y tenía que salir a luchar el sustento diario, fabricando y vendiendo chancletas de varios tipos. Un día sorprendí a mi madre y a mi tía cosiendo un traje de pelotero con mi nombre, no dije nada pero supuse que no era lo que le iba a pedir a los reyes magos pero era lo que podían traerme, así que ni sospeché la verdad.
Los padres escondían los regalos en casas de familiares y vecinos, y ubicándolos en el arbolito una vez se durmieran los niños. Al día siguiente nos encontrábamos con caramelos dentro de las pantuflas, y relucían todos aquellos regalos y aunque no fueran los que deseábamos siempre eran motivo de felicidad, y quizás eran hasta mejores que aquellos que pretendíamos.
Hasta me fajé a piñazos cuando un alumno de mi misma escuela, mayor que yo, me dijo que los reyes no existían, que eran los padres. Mi ilusión la tenía que defender hasta con las uñas.
La Revolución y los Tres Reyes Magos
Un gigantesco mural muestra un belén revolucionario al que llegan los tres primeros comandantes (Fidel, el Che y Almeida en el obligatorio rol de Baltazar por ser negro) con sus respectivos dones: la Industrialización, la Reforma Agraria y la Alfabetización. Al fondo, las montañas, y sobre el Nacimiento la figura de un Martí gigante y beatífico. El mural, titulado “Jesús del Bohío”, cuyo estilo imitando a Siqueiros, se instaló a finales de 1960 en la marquesina de la estación de radio CMQ, en La Habana, y puede verse en el documental de Chris Marker, Cuba sí (1961), cuyos primeros minutos son una antología del mito de la Revolución como consagración navideña.
Durante esos primeros años no faltaron pruebas de la “voluntad navideña” de la Revolución. Hasta se intentó sustituir a Santa Claus por la figura autóctona de un “guajiro” barbudo, Don Feliciano, vestido con guayabera y sombrero de yarey. La idea no fue bien acogida, a diferencia de los camiones militares, que el 24 de diciembre de 1960 recorrieron los barrios pobres entregando carne de puerco, frijoles negros, arroz, turrones y golosinas.
Un día nos cambiaron las fechas de la llegada de los Reyes y dijeron que el día de los niños sería en julio y que los árboles de navidad eran un símbolo religioso-burgués a eliminar y como buenos corderos, sin ninguna otra posibilidad, todo el mundo aceptó los cambios.
Pasaron algunos años y los reyes ya no venían y los juguetes se convirtieron en básico y no básico y se compraban en las tiendas, luego de unos días de cola y registros con nombres y apellidos que se leían igual que la asistencia a la escuela y que el pueblo llamó “marcar”. El marcado a lo mejor era de varios días y noches incluidos para coger los primeros lugares y poder comprar los mejores juguetes.
A partir de 1969, las Navidades estuvieron prohibidas durante casi tres décadas. Pero todavía seguimos en lo mismo: esperando algún gesto de largueza navideña. En los años 1970s comenzó la rifa anual mediante la cual los niños cubanos podían adquirir tres juguetes, clasificados por la burocracia socialista como juguete básico, juguete no básico, y juguete dirigido.
Se trataba, nada más y nada menos que, del derecho a comprar tres tipos de juguetes racionados por la libreta y que fueron llamados de esta forma. El derecho a comprar los juguetes para el extinto Día de los Reyes en Cuba llegaba en forma de sorteo. Había varios días en los que tenías la posibilidad de comprarlos, pero cuando te tocara, que podía ser desde el primer día hasta el quinto o sexto. En fin, que el primer día, quizás, pudieras comprar hasta una bicicleta rusa, si es que te tocaba el número uno en la lista, pues solo llegaba una bicicleta por tienda. Luego eran otros tipos de juguetes como son: los bebés, las muñecas, los disfraces de vikingos para los varones, patines, etc. Si te tocaba el segundo día, al menos, podías soñar con algún juguete que valiera la pena, pero a partir del tercero, todo lo que quedaba eran jugueticos que no llenaban la imaginación de ningún niño.
Los tres reyes magos con sus camellos cargados de regalos pasó a ser una leyenda que sólo los que vivimos su último viaje a Cuba recordamos con cierta nostalgia. Los niños se vieron de pronto junto con sus madres en esas colas. Todos calculábamos si alcanzaríamos los juguetes de buena calidad que tenía la tienda o tendríamos que conformarnos con los menos atractivos.
Igual que inventando qué comer para celebrar a escondidas la Nochebuena, guardando los adornos navideños y haciendo como que en lugar de despedir el año viejo, recibíamos un nuevo aniversario del triunfo de la revolución, tuvimos que acostumbrarnos a la inventiva popular y a la creatividad de las abuelas que con trapos hacían maravillas y yo como tenía solo varones, aproveché mi habilidad de encuadernador, para crear aviones, carros, lo que pudiera con cartón y papeles de colores, para de alguna forma lograr la magia que hace un juguete en un niño.
Nuestros hijos seguían siendo los niños cubanos que la revolución magnánimamente nos hacía llegar sus migajas, mientras que los hijos de los dirigentes, o los “hijos de papá”, como se les conocía, tenían los mejores juguetes comprados en países capitalistas que los demás mirábamos como algo lejano e imposible y, boquiabiertos y estupefactos, no entendíamos entonces esa falsa “igualdad social” de la que nos hablaban.
A nuestros hijos les robaron el sueño de la niñez que nunca se recupera. les hicieron crecer en un mundo surrealista y lleno de odio contra la humanidad, en particular contra el imperialismo yanqui. Y por eso querían que cuando crecieran fueran como el Ché, una consigna vacía para todos, yo no quería que mis hijos fueran como un asesino o un demente.
Pero les habían robado la infancia y nunca más la tendrían. Nos robaron los sueños ingenuos que no dañaban a nadie. Nos negaron a un Dios que demostró una vez más no existir porque no nos protegió y ahora por conveniencias políticas nos quieren hacer que creamos en él.
Hay muchas cosas hermosas en la vida, y una de las más hermosas es ver la felicidad de un niño y el brillo especial de sus ojos, cuando descubre juguetes en un arbolito, en su cama o dondequiera. Esa es una de las cosas en la vida que no tienen precio.
Comprar juguetes en la Cuba de hoy es un lujo. Sólo los venden en divisas y ya se sabe que en Cuba no pagan con esa moneda y si no alcanza para las necesidades fundamentales, es una heroicidad el agenciarse para guardar algún dinero para poder comprarle juguetes a sus hijos y mantener viva la leyenda de los Reyes Magos.
Mientras tanto el mundo civilizado, el mundo real, ve a Cuba como Un país atrasado y miserable donde todo esta destruido, Un país del que todo el mundo quiere huir, Un país donde no hay libertad de expresión ni se respetan los derecho de las personas, Un país donde impera la corrupción y el robo. Como decía mi profesor de la universidad, el inolvidable Juan Carlos Oliva, refiriéndose a los trabajadores que estudiamos, con mucho esfuerzo, una carrera de Ingeniería mediante el denominado Curso para Trabajadores, más conocido por CPT. Oliva nos denominaba Cepetianos y nos comparaba con marcianos, que además vivíamos en un país muy parecido a Marte. Eso es Cuba un país donde todo es diferente, todo es surrealista.
Espero que ahora se den cuenta de que Cuba es también un país en donde a los niños les robaron la ilusión y los sueños. Un país donde nos robaron nuestras costumbres y nuestros valores y eso no se puede perdonar.
2 Comentarios
Rosa
July 8, 2017 at 12:09 amCarlos me ha encantado – bueno, no es la mejor palabra porque recordar es volver a vivir, y revivir aquella pesadilla no es agradable – pero esta muy bien descrito lo de los reyes magos. Ni la ilusión infantil respetaron los monstruos. Yo escribí un blog durante un año pero luego me canse, porque a nadie le interesa, ni siquiera a otros cubanos. Pero muy bien escrito y descrito todo, le felicito.
carlosbu@
July 8, 2017 at 2:55 amHola Rosa, no dejes de escribir, no importa que no te lea nadie o te lean pocos, siempre va a haber alguien que lo haga y que rememore, como he hecho yo con blogs de cubanos, vivencias que uno tuvo o cosas que ignoraba, asi que espero que me des la dirección de tu blog para leerlo y comiences una nueva etapa en ello, yo particularmente me siento muy feliz de poder escribir estas memorias, gracias por tu atención