Hechos que marcaron mi niñez. (Primera Parte).

Hechos que marcaron mi niñez. Primera Parte.

Hay mucha memoria acumulada en cada persona, pero es tanto el nivel de información que hasta que algo no nos lo refresca, muchos eventos permanecen subyacentes. Así que voy a comenzar un tema o para ser más específico, varios temas que fueron importantes y tuvieron repercusión en mis años de niñez y juventud. Algunos no valoré debidamente en esos momentos por la falta de madurez o la incomprensión de su importancia, pero ahora los vuelvo a revivir a la luz de la experiencia que nos da la edad.

Recientemente estrenaron en Netflix una película mexicana titulada “Como caído del cielo” en la que Pedro Infante, esa leyenda, es recreada como que lleva varias décadas en el limbo, a causa de que era demasiado bueno para que lo mandaran al infierno pero no se había portado tan bien con las mujeres, por lo que le dan una nueva oportunidad para que regrese a la Tierra y limpie su relación con ese género.

Pedro Infante decía: “yo soy soltero, la casada es mi mujer” y esa filosofía la mostró en sus numerosas relaciones, además de haber estado casado dos veces y tener tres parejas sentimentales, mientras que su mejor representación artística era la de un simpático mujeriego que al final era un machista. Pero al final la película lo que nos permite, a los mayores rememorar al que fuera una gran figura en todos los sentidos, y a las nuevas generaciones interesarse en el por qué de su fama.

Esta serie de artículos que comienza con éste no es ni mucho menos una efemérides histórica, ni voy a hablar de temas tan agotados y tan desagradables de tratar como lo son el golpe de Estado de Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952, el ataque o escaramuza de asalto al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba y sus subsiguientes shows con el desembarco del Granma y el triunfo de la revolución, hechos que han traído tanta desgracia a nuestro país. Me voy a centrar en hechos que algunos hemos olvidado o que no conocen las nuevas generaciones y que realmente conmocionaron al pueblo cubano, y que además vale la pena recordar.

La muerte de Pedro Infante

Estaba de Dios que Pedro Infante muriera en un avión, en plena gloria, con sólo treinta y nueve años de edad y veinte de carrera artística y en la plenitud de su fama. Era un fanático de la aviación y se sentía mejor lejos de las ruindades de la gente en tierra firme.

De joven hizo de todo: mandadero, barrendero, vendedor, agente de equipos agrícolas y aprendiz de carpintero. Ahí fue donde construyó una guitarra y se fue con ella a Ciudad de México.

Con su carrera como cantante y actor en películas, quisieron hacer de Pedro un segundo Jorge Negrete, pero sus canciones, muchas folklóricas, se fueron más allá de lo que se esperaba de él y de lo que había dado el que fuera hasta su aparición el más reconocido cantante, convirtiéndose, además gracias a sus virtudes como ser humano en el ídolo reconocido de todo México y fuera de sus fronteras.

Dos películas: “Nosotros los pobres” y “Ustedes los ricos”, lo retrotrajeron a sus tiempos de carpintero y le permitió mostrar su simpatía. Ambas líneas de su arte lo llevaron a que se convirtiera en la más grande figura popular.

Pero los cielos lo llamaban incesantemente, por lo que se hizo piloto de aviación y pronto tuvo su primer accidente. Lo mismo cuando se sentía triste o deprimido como cuando estaba eufórico y alegre, se iba hacia arriba, hacia las nubes. En 1947, con treinta años de edad, se empeñó en despegar del aeropuerto de Guasave, Sinaloa. En la pista no había iluminación, por lo que le pidió a amigos que alumbraran la pista con los faros de los automóviles. A pesar de que le dijeron que era una locura, subió a una avioneta Bellanca Cruisair. Se impactó con el avión en una cuneta y sufrió una herida en el mentón.

Con la bailarina Lupita Torrentera a bordo, con quien tuvo tres hijos, se estrelló en mayo de 1949 en las cercanías de Zitácuaro, Michoacán y los dos fueron heridos, Pedro de gravedad por un golpe en la cabeza, por lo que tuvieron que ponerle una placa de titanio en el cráneo. Regresaba de Acapulco en una avioneta Cessna T-50 cuando la brújula se descompuso y comenzó a volar sin rumbo hasta que se acabó el combustible y tratando de aterrizar en un potrero, chocó con un árbol. Aparte del fuerte golpe en la cabeza, perdió la audición de un oído.

A raíz del fallo adverso de su demanda de divorcio para casarse con Irma Dorante, con quien tenía una hija, huyó de las preguntas indiscretas y el acoso de la prensa y se refugió en Yucatán. Las contradictorias emociones, pues aún amaba y le debía mucho a su esposa María Luisa León, se fue a las nubes y más allá para encontrar la serenidad que necesitaba. Y ese fatídico 15 de abril de 1957, en Mérida, en pleno centro de la ciudad yucateca durante el despegue del Consolidated B-24 Liberator, tuvo el accidente que le costó la vida. Tenía más de tres mil horas de vuelo.

Decía Pedro Infante: “me gusta todo lo mexicano, el traje, las canciones, la música, las costumbres, la tradición. Soy hombre de huaraches, de rancheras, de pistola al cinto y de caballo bravo. No quiero otra cosa: amor tranquilo como el de mi esposa, calor de hogar, libros, libros, y con todo esto, como un trofeo, aquella guitarra que fabriqué en la carpintería de Guamúchihl.”

“Amorcito corazón”, “Cien años”, “Te quiero así”, “La que se fue”, “Ella”, “Paloma querida”, “Maldita sea mi suerte”, “Por un amor”, “Mañana”, “Que te ha dado esa mujer”, “Mi cariñito”, “Dicen que soy mujeriego”, “Me cansé de rogarle”, “Las mañanitas” en su versión única y favorita de muchos, “Entre copa y copa”, “Cien años”, “Serenata huasteca”, “Un mundo raro”, “El mil amores”, “La calandria”, “Flor sin retoño”, “La negra noche”, “Carta a Ufemia”, “Nocturnal”, “Viejos amigos”, “Mi despedida”, “Amor de mis amores”, “Bésame morenita”, “Que me toquen las golondrinas”, “Flor de espino”, “La vida es un sueño”, “Llora conmigo”, “Con el tiempo y un ganchito”, “El barquero de Guaymas”, “La barca de oro” y gran parte del repertorio de ese grande que fue José Alfredo Jiménez y con el que Pedro cultivó una profunda amistad, y otros que fueron éxitos indiscutibles en Cuba, al igual que todas sus películas.

A pesar de su desaparición física,, el cantante y actor Pedro Infante ha conservado su popularidad y el revivir sus canciones mediante youtube ha hecho que muchos que no lo conocían, ahora lo admiren y se den cuenta del por qué de su fama. En Cuba hizo un comentario que lo situó, si era posible, en un pedestal más alto aún: En ninguna parte puede haber más generosidad, más entusiasmo que en Cuba. Dijo: “estoy dispuesto a ir siempre que me llamen y que si soy mexicano por los cuatro costados, me siento cubano de corazón”. Un gran contraste con la estancia de Jorge Negrete, que es detestado en la Isla.

Pedro Infante tenía una alegría contagiosa y se convirtió en un favorito de la televisión y radio audiencia cubana por su inimitable interpretación de la canción ranchera.

Sus actuaciones fueron apretadas, con presentaciones radiales, televisivas, teatrales y de cabaret. Pedro visita Cuba cuando su popularidad igualaba a las de los más antiguos ídolos aztecas. Aparte de su excelencia como actor y cantante, se mostró como lo que era, un hombre simpático, comunicativo y con una vida digna del mejor argumento para un filme, por lo que doblemente se ganó el corazón de los cubanos.

Fue sin duda uno de los íconos de la Época de Oro del cine Mexicano, con más de sesenta películas y uno de los más destacados exponentes de la música ranchera, grabando más de trescientos cincuenta números.

Para ponerse a la altura en la preferencia musical en la Cuba de los 40 y 50 cuando la Sonora Matancera, Daniel Santos, Panchito Riset, la Orquesta Aragón y Benny Moré se disputaban la supremacía, había que ser un verdadero ídolo como lo fue el mexicano.

La muerte de Pedro Infante causó mucha conmoción en México, pero en Cuba también. Ese momento fue impresionante en Cuba, pero se volvió un artista vencedor del tiempo y del olvido y su presencia era un derroche de simpatía, lo que no olvidamos los cubanos.

Llegaron los Platillos voladores

Lo del Dia de los Inocentes (28 de diciembre) de 1954 en la Ciudad Deportiva en construcción se produjo un hecho que ha quedado para la historia.

Ya el fenómeno de los discos voladores era cotidiano y popular y hasta se había diseminado el llamado “disco volador” con diferentes rellenos. Pero hasta el momento no había certeza de que alguno hubiera descendido a la Tierra, y estaba sucediendo por primera vez y en La Habana, en los terrenos del antiguo Parque Forestal y donde se construía la Ciudad Deportiva.

Ya el tema lo he abordado en otro de mis artículos por lo que no voy a profundizar en él, pero lo importante es que al salir del platillo sus ocupantes, al son de “Los marcianos llegaron ya” de Rosendo Ruiz, se rompió el encanto de ser protagonistas del primer contacto de terrícolas con extraterrestres, algo que en esos años estaba fascinando a la humanidad.

Hubo muchos factores que desencadenaron esta fascinación por la vida extraterrestre y la aparición de sus naves en forma de platos, puede haber habido en ello alguna influencias de los numerosos cómics de fantasía espacial y sobre todo la aparición de una película que hizo furor, “El día que paralizaron la Tierra”, y decenas de otros filmes de ciencia ficción que asumieron este concepto, lo que creó una visión futurística de la era de la postguerra.

El platillo volador fue la forma más sencilla de evocar nostálgicamente una imagen del futuro en las décadas de 1950 y 1960 cuando la Guerra Fría se esperaba que fuera desapareciendo con el desarrollo de la tecnología y el crecimiento económico.

Los orígenes del platillo volador, como se le reconoce se remonta a 1947 cuando el piloto Kenneth Arnold afirmó haber avistado nueve brillante objetos voladores en el estado de Washington con forma de platos, y la prensa los bautizó como “platillos voladores”. El término “flying saucer” se hizo popular mundialmente y comenzaron a reportarse miles de avistamientos parecidos, incluyendo uno que sería muy famoso, el de Roswell en Nuevo México, poco tiempo después del de Arnold.

Ese fue el momento en que comenzó la era de los OVNI (Objetos voladores no identificados) o UFO (Unidentified Flying Object).

La idea de que los OVNIS son naves extraterrestres se afianzó y perdura desde el incidente de Roswell hasta hoy, pero no hay pruebas concluyentes de nada.

El incidente Roswell, ocurrido en julio de 1947, consistió en que un objeto desconocido se estrelló en un rancho cercano a esa población y se dijo que era un platillo volador, pero la versión oficial dije que era un globo meteorológico. Pero en 1970, los ufólogos promovieron teorías de conspiración que mostraban que varias naves extraterrestres habían aterrizado allí y el ejército tenía cautivos a los alienígenas. Lo cierto es que se ha desmentido las teorías por el gobierno y el ejército y se han encubierto todas las pruebas alegando que tienen carácter secreto, por lo que se asume que se quiere ocultar lo ocurrido porque se está empleando tecnología extraterrestre, pero además porque se quiere evitar una explosión de histeria colectiva como ocurrió en 1938 con la transmisión radial de “La guerra de los mundos” por Orson Welles.

Pero lo más cercano a la realidad es la hipótesis del Proyecto Mogul, un programa para monitorear la actividad nuclear de la Unión Soviética, el cual empleaba globos con equipamiento sofisticado, que era un secreto militar. A partir de ello un oficial quiso crear una gran historia, que fue alimentada por un accidente de un avión de abastecimiento en Roswell, y que además podía tratarse de un fallido lanzamiento de un misil intercontinental, lo que se mezcló con los hechos anteriores y alimentó la teoría de la conspiración.

Y Roswell ganó fama con la creación del Museo Internacional del OVNI para ofrecer información sobre extraterrestres, platillos voladores, los OVNIs, las abducciones de personas y explicar con todo lujo de detalles el incidente de Roswell, ganando con ello una buena cuota de turismo.

Al respecto el reconocido psiquiatra Carl Gustav Jung esbozó una teoría para explicar por qué parece más deseable que los ovnis sean naves extraterrestres que no cualquier otro fenómeno conocido, concluyendo con lo siguiente: “La gente ve algo, pero no sabemos qué es». Esta formulación deja abierta la cuestión del «ver»: se puede ver algo material, pero también se puede ver algo psíquico. Las dos cosas son realidades, pero de tipos diferentes”.

Lo cierto es que han proliferado los Ufólogos y la presencia de los Ovnis en la cultura popular en todas sus manifestaciones, películas, música, series televisivas, cómics, artes plásticas, arquitectura, juguetes y hasta obras de teatro, presentan a los extraterrestres como protagonistas y en la mayoría de los casos con pretensiones colonialistas y no bienintencionados. Surgieron números musicales como Flying saucer Rock and Roll de Billy Riley, Flying Saucer Boogie de Eddie Cletro, UFO de Dee Dee Bridgewater, The Flying saucer song de Harry Nilsson y muchas otras versiones de otros artistas y la más famosa, Flying Saucer Part 1 y 2 de Buchanan and Goodman, sin contar los numerosos números musicales para niños, tanto en inglés como en español.

Y de la arquitectura ni hablar por lo extenso del tema, solo destacar el maravilloso Museo de Qatar, un prodigio arquitectónico con inspiración en el tema y la Ciudad Deportiva de La Habana, que rememora el suceso propagandístico ocurrido en ese lugar antes de su construcción. Pero también destacan el Museo de Arte Contemporáneo de Niterói, Brasil, obra de Oscar Niemeyer; la casa Malin, un joven ingeniero aeroespacial, construida sobre Mulholland Drive en Los Ángeles, por un discípulo de Frank Lloyd Wright; el Space Needle, en Seattle, Estados Unidos y que es un símbolo de la ciudad; La Ciudad del Vino, una espectacular bodega de vinos en Burdeos, Francia; el innovador museo del Louvre Abu Dhabi en Emiratos Árabes Unidos; el Estadio de fútbol de San Petersburgo en Rusia; el Theme Building en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles; las casas OVNI de Sanzhi en Taiwán, el Circo de Kazán en Rusia, el Circo de Astaná en Kazajstán y el Apple Park, el campus futurista de Apple en Cupertino, Silicon Valley, California.

Y hasta se afirma de que los nazis construyeron pero no pudieron desarrollar un helicóptero supersónico en forma de disco que aterriza y despega verticalmente y semejaba un plato volador, el Haunebu Mark II. Y tras la posguerra se han proyectado y construido decenas de prototipos en varios países.

Y como Flying Saucer han sido bautizados restaurantes y bares, grupos musicales y hasta lo inimaginable, como parte de una moda que no tiene vencimiento.

Salgari y Verne

En mis tiempos de niñez y juventud había dos héroes indiscutibles: Julio Verne y Emilio Salgari.

Tras la lógica etapa en que los niños pasan de los libros de cuentos a los muñequitos o cómics y después a libros ilustrados hasta llegar al texto plano, una transición que verdaderamente nos abre la imaginación, sin duda casi todos comenzamos por lo más atrayente: las obras de Verne y de Salgari.

Es cierto que ahora los jóvenes prefieren a Stephen King, si es que leen algo y no saben siquiera quienes fueron Verne y Salgari, eso es en principio porque se ha perdido el hábito de la lectura en un nivel similar al que se ha perdido la intercomunicación que no sea a través de un dispositivo electrónico digital. Y para seguir abundando en la crisis de la sociedad humana que involuciona sin pausa, ocurre otro tanto con la música, con el llamado reguetón o la música urbana, que denigran la definición de la música y la ética.

Pero en mis tiempos de juventud, todos preferíamos la aventura, las gestas y las pasiones. Aunque estudiosos dicen que ninguna obra ha sido debidamente aceptada en su tiempo, y que la memoria de un libro está siempre de acuerdo a los valores del momento y que los valores contemporáneos van modificando a lo antiguo, pero lo verdaderamente valedero no puede modificarlo nada ni nadie. Lo cierto es que se ha derribado un mundo donde se requiere ser contestatario del pasado, por eso ya la poesía es algo raro y los jóvenes desprecian a los clásicos.

Por suerte me desarrollé en una época donde la verdadera literatura nos ayudó no solo a entretenernos, sino también a pensar.

Con Emilio Salgari, fervorosamente leído en los países de lengua española, ocurrió un fenómeno con su personaje Sandokán el Tigre de la Malasia, que se convirtió en el modelo de héroe para varias generaciones. Hay quien dice que ha disfrutado tanto con la obra del italiano como con Julio Verne o con Walter Scott (Ivanhoe), que fueron indiscutiblemente superiores literariamente. Pero sin duda la gran influencia de la novela de aventuras francesa, sobre todo de Dumas, y de manera más fuerte por Julio Verne, no tiene la riqueza de estilo y la profundidad del francés, pero la velocidad y el vigor de sus temas, así como la originalidad es muy de destacar. Mientras Verne tiene como ídolos a ingenieros y científicos, Salgari pondera al individuo rebelde y pirata. Las obras de Salgari nos dan la impresión de estar viéndolas como en un sueño. El que no haya disfrutado leyendo a Salgari, tiene su mente seca, vacía.

Emilio Carlo Giuseppe Maria Salgari no fue realmente un marino como él mismo decía, solo hizo algunos pocos viajes en una nave escuela, pero era de los que crean fantasías que terminan creyéndosela ellos mismos. A sus cuatro hijo los llamó como a algunos de sus personajes: Omar, Nadir, Romero y Fátima. La Iglesia recomendó que los jóvenes no leyeran sus novelas, porque no había en ellas enseñanzas morales. Escribió diecinueve novelas en solo cuatro años para poder cumplir con un contrato con la editorial y ademá utilizó seudónimos para publicar otras y violar los contratos de exclusividad. El suicidio marcó su vida. No solo su padre se había suicidado, también lo hizo él y sus hijos Omar y Romero. Y para mayor drama se suicidó mediante el harakiri, el rito japonés. Y su muerte, coincidiendo con un medio siglo de la unificación de Italia, pasó casi inadvertida.

Mientras tanto, el maestro, Julio Verne, del cual se ha dicho tener dotes proféticas y de precursor de la ciencia ficción, considero que sus obras no se apartan del racionalismo y el realismo y que se basan en una exhaustiva documentación y una súper fértil imaginación ayudada por su aguda observación y curiosidad. Estudiosos afirman que aparte de su copiosa obra, que no deja de ser hermosa, con personajes frescos y a veces atormentados, pero por lo general sencillos y verídicos, nos da a conocer en todos sus textos la transmisión de valores humanos, aunque se nota algo curioso, y es que la mujer no tiene mucha importancia en sus tramas.

Verne es el autor francés que ha sido más traducido en todos los tiempos y es mundialmente superado sólo por Agatha Christie pero va por delante de autores como William Shakespeare, Stephen King, Sir Arthur Conan Doyle o Alejandro Dumas. Y aparte de lo azaroso de lo que nos muestra en sus libros, también tuvo una vida personal aventurera, que comenzó a los once años cuando se escapó para embarcarse como grumete en un buque rumbo a la India. Ya consolidado como escritor, fue dueño de tres barcos, con los que se escapaba de la rutina de la vida familiar y alimentaba su imaginación. Creo que no hay nadie que haya pasado un buen rato con las aventuras, profecías y encrucijadas de sus obras. El capitán Nemo, el Nautilus, Miguel Strogoff, Passepartout, Otto Lidenbrock, Cyrus Smith, Kin Fo, el capitán Hatteras y Phileas Fogg, por mencionar algunos, son universalmente conocidos. No importa que lo hayan despreciado las autoridades lingüísticas francesas, de ninguno de ellos el mundo ni de sus nombres se acuerda y el hecho de mencionar a Verne o a sus personajes u obras, es objeto de reconocimiento inmediato y universal.

Con tanta fuerza disfruté la extensa obra de Julio Verne como lo hice cuando leí La Isla del Tesoro de Robert Louis Stevenson, La llamada de la selva de Jack London, Las aventuras de Tom Sawyer de Mark Twain, El último mohicano de Fenimore Cooper, Robinson Crusoe de Daniel Defoe, Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift, Los tres mosqueteros y El Conde de Montecristo, de Alejandro Dumas, cualquiera de las obras de Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, y más tarde La Odisea y La Ilíada, esos incomparables clásicos de Homero.

De veras lo siento por aquellos que enredados en la madeja de las redes sociales y dominados por las pequeñas pantallas y sus enfermizas y obsesivas obsesiones por la tecnología, que no es para lo que se creó, son incapaces de disfrutar algo de las cosas más grandes que el intelecto humano creó: la literatura. Ellos van en camino a convertirse en androides humanos y a este paso llegará, más temprano que tarde, el momento en que de forma absoluta dejarán de pensar. Ya no saben sacar cuentas, apenas escribir y son esclavos digitales, renunciando a otra de las características que han hecho posible el desarrollo de la sociedad: la comunicación cara a cara y las relaciones interpersonales como elemento de evolución social.

Pero ni siquiera la obsesión por la tecnología, una afición patológica creada artificialmente y que crea una dependencia y le quita libertad al ser humano, podrá hacer posible que haya gente que en algún momento se lean a Verne y a Salgari y el mundo vuelva a ser lo que un día fue, una sociedad donde nada ni nadie le puede restringir a la mente humana la amplitud de su pensamiento e intereses.

Las series de televisión

La llegada de la televisión a Cuba fue todo un suceso, como seguramente ocurrió en el resto del mundo. En la casa donde apareciera un televisor, algo de lo que no todos podían tener, los amiguitos del barrio iban a sentarse en el suelo de la sala para ver aquella maravilla y disfrutar de muñequitos, películas y series para las que no había que ir al cine y pagar por verlas. Eran los tiempos en que hasta los anuncios nos parecían atractivos y hasta increíbles.

Lo más impactante de todo eran las series. Los muñequitos y muchas películas, ya estábamos cansados de verlas, pero las series por capítulos eran toda una novedad. Eran tan esperadas como las que veíamos en las matinés de los domingos en el cine.

Y entre ellas había para muchos gustos diferentes. Comienzo a enumerar las que me caían como una bomba, pero que había que verlas porque eran de la preferencia de los mayores, como “I love Lucy” y “Alfred Hitchcock Presenta” (esta no podía apreciarla porque era todavía un niño, así como muchas otras que eran comedias o dramas. Otras del género del oeste o western, una de mis preferidas, eran detestables, sobre todo “El show de Roy Rogers”, “Hoppalong Cassidy” y “El Show de Gene Autry”; aunque eran de la preferencia de algunos “fiñes” las valoraba como series edulcoradas y hasta picudas para nuestros gustos en desarrollo, porque me parecía ridículo ver como los cowboys andaban cantando y con sus guitarritas, a pesar de que se peleaban con todo el mundo y nunca se ensuciaban, ni siquiera se les caía el sombrero y ni se despeinaban y si les daban un tiro o los alcanzaba una flecha de los indios, no echaban sangre y seguían peleando hasta ganar la pelea, lo que siempre ocurría. Creo que el que las vio de niño y las vuelve a ver ahora, cómo nos ha ocurrido con muchas películas que en sus tiempos consideramos extraordinarias, se echaría reir.

Ahora rememoro mis preferidas, las que vería con gusto nuevamente, como son: “Patrulla de Caminos”, “Pájaros de Acero”, “Wyatt Earp”, “La Ley del Revólver”, “El sheriff de Cochise”, “Bat Masterson”, “Colt 45” y “Cheyenne”, mientras que por supuesto vi con gusto “Las Aventuras de Rin tin tin”, “Lassie”, “Las aventuras de Superman”, y “El último Mohicano”. Eran pasables pero nada más “Perry Mason”, “El Zorro” (ya estaba aburrido de ver tantas versiones en el cine) y otras. Ya estaba cansado de ver en las matinés a “Flash Gordon” con sus naves de cartón echando chispas y el malvado Ming, muy parecido a Lenin con una capa. Otras de ciencia ficción, un género de mi preferencia, me parecían fatales, sobre todo por la baja factura de la puesta en escena y los efectos especiales, que estaban en pañales o no habían sido realizadas por mentes creativas como las de Willis O’Brien, quien creó escenas míticas filmadas artesanalmente fotograma a fotograma en la película King Kong de 1933, en la que se animó lo imposible.

Desde sus inicios, yo diría que hasta la aparición de Internet y el desarrollo de las infocomunicaciones, la televisión fue la Reina, pero al igual que ocurrió con la radio, que iba a ser destruida y eliminada por la televisión, Internet no ha acabado con ninguno de estos soportes, sino que los ha incorporado a su caudal de información como una nueva forma de visualizarlos o escucharlos.

Pero sin duda los inicios de la televisión, revolucionaron nuestro modo de vida, lo cual no concebimos ahora sin ese medio.

De los tiempos en que un televisor solo podían tenerlo unos pocos, el desarrollo de la ciencia y la tecnología ha hecho posible que este sea un equipo al alcance de todos y que se pueda ver hasta en los teléfonos celulares y otros dispositivos electrónicos.

Y los creadores de las series sabían que habían inventado algo atractivo, pero no a la altura de la vigencia que tienen hoy en día, donde son superiores en muchos aspectos a la producción cinematográfica.

De aquel televisor Motorola de catorce pulgadas hasta llegar a los gigantes televisores LED 4K, Smart TV de setenta y cinco pulgadas o más ha llovido mucho, pero sin aquellas primeras series, Netflix, HBO Now, Amazon Prime Video, Hulu y otros servicios de Streaming o transmisión digital continua no existiría, como no habría un Airbus 380 sin haber existido el avión Wright Flyer 1 de los hermanos Wright que cumplió el sueño de que el hombre volara.

Toma chocolate.

“Toma chocolate, paga lo que debes” es el estribillo del que probablemente haya sido el más conocido y difundido mundialmente cha cha chá, “El Bodeguero” de la autoría de Richard Egües.

Richard Egües había tenido unos buenos padres, unos hermanos muy unidos, un hogar armónico y unos hijos amorosos, también era muy exitoso en su carrera, donde además de reconocido compositor, tocaba el piano, la flauta, el clarinete y el saxofón. Rafael Lay, director de la afamada orquesta Aragón, ante la ida a México de su flautista Efraín Loyola y la aparición de buenos contratos en la capital, en particular con Radio Progreso, fue a buscar a Richard, pues lo conocía de Santa Clara. Y así Egües formó parte de la Aragón desde enero de 1955 y a partir de entonces, la ya afamada orquesta, la mejor, dejó de ser la de antes y pasó a un escalón superior, si eso era posible, pasando a llamarse “La Charanga Eterna”.

Sus obras parecían estar escritas para que las tocara solamente la Aragón. Fue así que gozaron de la máxima popularidad Sabrosona, Bombón chá, La Muela, Gladys, El Cuini, El trago, La cantina, El Paso de Encarnación, Picando de Vicio, Cero Penas y sobre todo El Bodeguero.

Bajo la dirección de Lay, los famosos solos de flauta de Richard y los arreglos de ambos, la Aragón se ganó el título de “Los estilistas del Chachachá” y fue sin duda la mejor de su tiempo. La flauta de Egües se convirtió en un sello de la orquesta con su estilo único y sus complicadas improvisaciones.

Y no era fácil sobresalir cuando exista una calidad sobraba, pues allí estaba el creador del Cha cha chá, Enrique Jorrín con sus éxitos Unión Cienfueguera, Liceo del Pilar, Central Constancia y otros; la Orquesta América de Ninón Mondéjar con Jorrín, llegando a su máximo fama con su icónico número “La Engañadora”; Fajardo, con “Los tamaliltos de Olga” y su orquesta de estrellas como Ruben Gonález, Tata Güines, Cachao y los hermanos Calzado y que al abandonar el país su director pasa a llamarse Estrellas Cubanas bajo el mando de Felix Reina; Sensación hay una sola! era el tema de la orquesta Sensación con su sonoridad particular bajo la direcciób de Rolando Valdés y con el flautista Juan Pablo Miranda, tenía al cantante más popular de la música cubana: Abelardo Barroso, con matices inigualables y algunas otras como Neno González, la orquesta Sublime, Melodías del 40, junto con Benny Moré y la Sonora matancera, dominaron el escenario musical cubano de los años cincuenta.

Pero el tema que nos ocupa hoy no es la excelencia del músico conocido por todos los cubanos, sino de un hecho pasional que apareció en las primeras planas de todos los diarios.

En su tiempo de máxima popularidad conoció a Norma, que no había tenido muchas suerte en la vida. La llevó a vivir con él y su padre y hasta llevó a uno de los hijos de ella, pero no estaba hecha para la vida del hogar, era fiestera, trasnochadora y no le gustaba ser ama de casa. Apenas él salía se iba de la casa y era muy dominante e irrespetuosa con el padre de Richard, que la había acogido como una hija. Richard le exigió que así no podían seguir y que si no rectificaba se tenía que ir de la casa.

Pero el 9 de junio de 1957, mientras Richard dormía tranquilamente tras una noche de trabajo, ella sigilosamente le pidió al padre del músico que fuera a buscar un pollo para hacer un arroz con pollo que a ellos le gustaba y le dio indicaciones de comprar uno grande y que esperara a que lo desplumaran. Aquello le extrañó porque acostumbraban escoger el pollo y después se lo enviaban limpio y desplumado a la casa, listo para cocinar, pero supuso que eran caprichos de la mujer, sin saber que eran otras las intenciones y necesitaba mantenerlo alejado de la casa.

Norma se puso ropa de salir, tomó una lata que tenía escondida, entró al cuarto y lanzó a la cara y el cuerpo de Richard, durmiendo aún, el contenido, que era potasa, cegándolo de inmediato. El músico despertó asustado, sin saber qué había pasado, no entendía el crimen ni por qué lo habían agredido, mientras la mujer, contenta de haber cumplido su venganza, cuidadosamente preparada, se presentó en la estación de la policía en Belascoaín contando una historia a su manera, diciendo que Richard la quería sacar de la casa y ella estaba en estado, que la maltrataba ly entonces quiso suicidarse pero la criatura por nacer la hizo desistir de ello, que ambos discutieron y para que no la golpeara la tiró lo primero que encontró y salió huyendo.

Mientras tanto Egües pensó que se había quedado ciego, los vecinos llegaron a ayudarlo y uno le metió la cabeza en la pila del agua para calmarlo, pero no veía nada en lo absoluto por lo que lo llevaron a la Casa de Socorros. Al regresar su padre, le contaron lo sucedido, aunque como es normal en los cubanos, llevaron la realidad hasta la exageración, mientras el músico era llevado al Hospital Calixto Garcia.

Pero la declaración de Richard tuvo más credibilidad pues nadie había escuchado de los maltratos y sabían que dormía cuando ocurrió el atentado y que no había habido ninguna pelea, lo que nunca habían escuchado Norma cambiaba constantemente su declaración, hasta que finalmente reconoció que quería dejarlo ciego para que pagara lo que la había hecho sufrir pues la quería sacar de la casa.

Richard Egües felizmente superó ese mal momento y llegó a ser uno de los más reconocidos músicos cubanos de toda su historia, y le llamaron la Flauta Mágica. “El bodeguero”, pieza que se asocia a Richard y a la Aragón mundialmente, se estrenó en una de las presentaciones en vivo de la orquesta Aragón en su programa diario de Radio Progreso. Tras su identificación se escuchaba:

“Si tú oyes un son sabrosón,
ponle el cuño, es Aragón.
Si tú escuchas un rico danzón.
ponle el cuño, es Aragón.”

“…suena la flauta Richard, para que gocen los bailadores…” el inigualable y magistral floreo de su flauta lo llevó a convertirse en uno de los íconos del patrimonio de la música popular cubana.

Richard tuvo suerte de salir bien del atentado criminal……..y ella tuvo que pagar por lo que debe, como dice “El Bodeguero” : “toma chocolate, paga lo que debes”.

El Hula Hula

Se asegura que el Hula Hula, su nombre en español, es un objeto que moldea el cuerpo, mejora la postura y ayuda a concentrarse mientras nos reímos, por lo que es muy beneficioso para la salud. Esta maravilla también desintoxica, da masaje a los órganos internos, mejora la oxigenación y la circulación sanguínea, cobró fama durante mi niñez, era la sensación del momento, pero no era nada novedoso, su origen se remonta a miles de años atrás.
En la antigua Grecia ya existían aros de madera y metálicos con los cuales se ejercitaban los atletas y que después fueron de uso masivo. Pero los aros ya habían sido inventados en Egipto más de mil años antes de Cristo, o sea, tienen una antigüedad de tres milenios y e ahí pasó al Peloponeso.

La civilización griega representó el comienzo de un notable desarrollo de la cultura y el arte, los que luegos se convirtieron en la escuela del Imperio Romano y por ende sentaron las bases del modo de vida occidental. Como parte de este cánon se desarrolló un concepto de vida que buscaba la perfección del cuerpo humano reflejando el realismo y plasmar la belleza del cuerpo y su expresión, lo que comenzó por la escultura, pero no de forma exclusiva, sino que buscaba no sólo la perfección del cuerpo sin defectos sino también la perfección del espíritu mediante el pensamiento y la acción, dando lugar al surgimiento de la filosofía. Ello implicaba buscar la simetría y la proporcionalidad, de ahí el gran interés de la sociedad en la práctica de deportes y actividad física como una forma de conservar un cuerpo hermoso.

El atleta, vocablo derivado de la palabra griega “alethos”, sinónimo de esfuerzo, dio origen al atletismo, el deporte organizado más antiguo del mundo y que se remonta a 2,8 milenios y que surgió precisamente en Grecia. Y dentro de todas las disciplinas que abarcaba, como saltos, lanzamientos, carreras y otras pruebas combinadas, estaba presente en su entrenamiento el uso de aros, que también fueron empleados de forma amplia como una de las formas de combatir el exceso de peso.

Más tarde, en el siglo XIV, el uso del aro se volvió popular en Inglaterra, pero los médicos de entonces lo señalaron como nocivo y culpable de dolores y deformaciones de espalda así como de ataques al corazón. En el siglo XVIII los marinos que visitaron Hawai, vieron semejanza entre el movimiento de las bailarinas en la danza llamada “hula” y el movimiento ondulado que requiere mantener un aro en las caderas, llamado “hoop” (aro), dieron origen al concepto “Hula Hoop”, o balancear el aro.

Más de un siglo después Richard Knerr y Arthur Melin, inventores de dispositivos de entrenamiento para halcones, conocieron a alguien que había visitado Australia y les contó de los niños que en la clase de gimnasia, hacían girar aros de bambú en la cintura. Ello les provocó reinventar el dispositivo, al cual llamaron Hula-hoops y fabricaron a partir de un plástico duradero que habían inventado recientemente.

Trataron de patentar el Hula-hoops pero rechazaron su petición alegando que era algo milenario y no tenía nada de novedoso, no obstante lo cual se convirtió en el juguete más demandado en los años cincuenta, vendiendo cien millones de unidades en apenas dos años.

Mientras tanto en Cuba, Nilda Collado, que fue modelo, bailarina, actriz de radio, cine, televisión, teatro y doblajes, fue la imagen de Iron beer y los cigarros Regalías El Cuño, modelo de alta costura en las tiendas El Encanto y Fin de Siglo y en la sección de juguetes de esta última fue la primera en promocionar el bailar con el hula hoop . Entró al concurso Miss Perfección, donde el requisito era tener las medidas de la Venus de Milo y con dieciocho años tenía una pulgada menos de cintura y ganó el concurso siendo considerada la mujer más perfecta de Cuba. Y ella le dio un crédito tremendo a la práctica de ejercicios con el Hula Hula.

Después se convertiría en una destacada actriz, y la hija de asturianos y nacida en el Cerro, comenzó un matrimonio al que le pronosticaron la duración de “un merengue en la puerta de un colegio”, pero que duró cuarenta años hasta la muerte de su esposo, Edwin Fernández, al que definió como su maestro, novio, compañero, esposo, director y padre de sus tres hijos. Falleció a los ochenta años y repetía constantemente que los actores eran atletas de alto rendimiento de la memoria y del cuerpo y que había que mantenerse en constante entrenamiento, por ello usó el Hula Hula mientras pudo.

Y vino lo inevitable, todos los niños querían tener un Hula Hoop y el que no lo tenía pero no sabía emplearlo era considerado un pazguato. Después, como ocurre con todo, su empleo fue feneciendo y renacía por instantes, como ocurría con los papalotes, los trompos o los juegos de mesa. Pero no murió.

El mundo cirsense encontró en el Hula Hula un aliado extraordinario. En la década de 1960, los artistas de circo rusos y chinos llevaron el Hula hasta el extremo, influenciado al resto de los equilibristas, contorsionistas, malabaristas y otros especialistas del circo a buscar nuevos empleos del aro, hasta llegar a la incomparable coreografía de La Muerte del Cisne de la australiana Judith Lanigan, que empleó nada menos que treinta aros. O en la era postsoviética, el sorprendente número de la rusa Svetlana Pavlova, bailarina del circo ambulante Light of the Little Stars o “Luz de las Pequeñas Estrellas”, una compañía en la que todos sus artistas son enanos y donde forma un bello arcoiris con aros de Hula Hoop.

Por supuesto que en las visitas del extinto Circo Soviético a La Habana revivieron el empleo del Hula Hula en Cuba y además sentaron las bases para la creación de un circo nacional, hasta entonces consistente en circos ambulantes como Santos y Artigas y Pubillones y muchos otros de menos renombre o la visita de circos extranjeros como el Ringling.

El Circo Soviético, al igual que el Coro del Ejército Rojo, considerado uno de los mejores colectivos de voces masculinas a nivel mundial y compuesto por más de doscientas personas y que cuenta con el coro, una orquesta y un grupo de danza, siempre eran bien recibidos por los cubanos. Ambos hacían sus presentaciones en la Ciudad Deportiva y eran a lleno completo y se televisaban. Del circo nos quedan muchos recuerdos, entre ellos la del Payaso Popov, y del Coro conocimos y nos hicimos eco de interpretaciones como “Los remeros del Volga, Katiusha, Kalinga y otras entre ellas el himno de la Unión Soviética, que ahora sigue siendo el de la Federación Rusa y que compite con cualquier obra clásica por su belleza, y es para mí el que prefiero entre todos los himnos nacionales del mundo. Y de sus coreografías ni hablar, eran incomparables.

Y este amor por el circo comenzaba en la Unión Soviética, donde era el arte escénica no solo más popular, sino también porque a diferencia del teatro, la música, el ballet el cine o la televisión, no requerían de educación, previa, sino de habilidades para ejecutarlo por lo que era el más igualitario dentro de una sociedad como la soviética. Pero lo que más le gustaba a la gente es que el circo no trataba temas existenciales y mucho menos política, sino era una muestra de destreza y comedia. Es por ello que a diferencia de sus orígenes nómadas, el circo en la URSS se convirtió en un referente cultural fijo, muchas veces ubicado en los grandes centros urbanos y en avenidas principales, con funciones diarias y a veces más de una diariamente, por lo que sus integrantes eran muy bien remunerados y tenía posibilidades de mostrar su arte en el exterior, lo que los hacía unos privilegiados. El circo en cierta forma mantuvo vivo el gusto por el aro.

Eso redondo que gira gracias a los movimientos del cuerpo humano sigue siendo algo actual, y ha pasado de imagen icónica de la década de los 50 en los Estados Unidos, a que hoy tanto niños como mayores, en esta era de dominio de las nuevas tecnologías, lo sigan bailando y se encuentre en las estanterías de tiendas de juguetes, de deportes y bazares y hasta en compras on line.

Hasta Chanel lo llevó al terreno de la moda en 2013 con su bolso Hula Hoop, Nintendo lanzó una versión virtual para su consola de juegos Wii, en New York fue creado el Hula Hoop Dome y su uso en la gimnasia olímpica se ha hecho popular. Y ha surgido el Hula hooping o Hula fit como un tipo de entrenamiento en el que las personas deben girar un aro a la par de otros ejercicios.

Como todo lo nuevo, fue calificado como estupidez con un anillo plástico o un invento pernicioso al mismo nivel del rock and roll y que podía costarle la vida a la gente. Pero esas versiones, de la llamada variante del baile polinésico sin ukelele ni guitarras hawaianas, ha pasado la prueba del tiempo y mostrado que tiene más beneficios que desventajas.

La famosa canción de Teresa Brewer de 1958 repetía:

“Hula hoop, hula hoop
Anyone can play the hula hoop
Hula hoop, hula hoop
Anyone can play from three to a hundred and ten”

Algo así como: “todos podemos bailar con el hula hoop, desde tres años hasta ciento diez”….

No en balde el Hula Hula no ha perdido su vigencia.