“El viejo y el mar” en la distancia.
“Pero el hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido pero jamás derrotado.”
Ernest Hemingway
Cuando era apenas un niño, y todavía no me había leído “Por quien doblan las campanas”, “Adiós a las armas” y “Tener y no tener”, pero ya sabía quién era aquel personaje enigmático, el escritor de barba blanca, el americano de personalidad intimidante, Ernest Hemingway, salió en una revista Bohemia publicado íntegramente “El viejo y el mar”, probablemente la obra cumbre del escritor norteamericano. Esa fue una especie de homenaje al americano que se había asentado en Cuba, convertido en un cubano más y un gran admirador y respetuoso de nuestras costumbres de forma tal que reflejó gran parte de nuestra idiosincrasia en esa obra de repercusión mundial y después al recibir el Premio Nobel de Literatura, tuvo el gesto de depositar la medalla en el Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre como una muestra, no religiosa, sino de afecto al pueblo que amaba y respetaba.
La revista Bohemia, la de mayor tirada y popularidad en el país, divulgó la obra integramente y poco tiempo después la revista Life en Español, que entonces se publicaba en Cuba para ser distribuida en toda Latinoamérica, hizo lo mismo.
“El viejo y el mar” es una obra que destaca por sobre todas las cosas la dignidad del ser humano, el valor de la amistad, el valorar las cosas simples, el coraje ante los contratiempos, la soledad, la vejez y la constancia.
Ahora que soy un viejo, recuerdo una frase que me impactó: “Nadie debiera estar solo en su vejez. Pero es inevitable que así sea”, al igual que otra: “¿Por qué los viejos despertarán tan temprano? ¿Será para tener un día más largo?”.
Sobre ese tema, que es tan crudo y real, todos los que hayan llegado a mi edad, seguramente podrán apreciar que es una etapa muy dura en la vida de las personas, aunque se goce de plena salud y se esté económicamente cómodo, porque lo más probable es que estemos sometidos a muchos cambios en nuestro estilo de vida y sobre todo a que las emociones que nunca antes tuvimos que afrontar, nos impactan con mucha fuerza.
Tengo la suerte de tener a mi esposa junto a mi después de 53 años de matrimonio, por lo que ni siquiera pienso cómo será el impacto de la soledad cuando uno de los dos falte, porque querramos o no, los hijos tienen su vida hecha, como hicimos nosotros en su momento. Pero Hemingway, con esta obra nos enseña que el hombre no esta hecho para la derrota, y la fortaleza interna para afrontar los peores riesgos está presente en todo ser humano. Unos podremos sacarla a flote y sobrevivir a lo peor y otros, desafortunadamente, no.
Pero eso solo se sabe realmente cuando llega el momento de vivirlo, y creo que nadie está preparado para ello.
Aunque debo discrepar con Hemingway con el hecho de que los viejos se despiertan temprano, porque nunca antes me había despertado tan tarde, aunque ya el sueño no es el mismo, ni tan reparador, pero vamos al tema que nos llevó a estas reflexiones.
Las revistas Life y Bohemia
La revista Life en Español era una de mis favoritas junto con The National Geographic Magazine y también Bohemia.
Life, una revista en un formato grande, llena de noticias, entretenimiento general y gran cantidad de ilustraciones y fotos, contó durante sus años de vida con la colaboración de grandes escritores, editores y caricaturistas, a lo que se sumó que en sus ediciones semanales siempre contaba con un tema impactante, entre los que destacaron las memorias de Winston Churchill, Harry Truman y el general Douglas MacArthur, todas publicadas en forma de series. Sus fotos fueron muchas veces icónicas, contando hasta con cuarenta páginas de imágenes y con una impresión en el lujoso papel cromado. Life hizo su mayor contribución mas importante a la historia del periodismo con sus impresionantes fotorreportajes.
Era tan importante el papel de Life dentro de la prensa norteamericana, que llegó a tener cuarenta corresponsales de guerra, entre ellos al icónico fotógrafo Robert Capa y varias mujeres fotógrafas. Otros personajes destacados que aportaron a Life fueron los famosos fotógrafos Margaret Bourke-White, Henri Cartier-Bresson y Alfred Eisenstaedt, entre otras decenas.
Su lema era “To see Life; see the world”, o sea: “Vea Life y verá el mundo”.
La decada de los sesenta, con el auge de la television, supuso un golpe a la prensa en general y aunque la revista destacó con fotoreportajes sobre el presidente Kennedy, la Guerra de Vietnam y la llegada del hombre a la luna, fue feneciendo, pero resurgió, entonces ya no como publicación semanal sino como mensual y llegó hasta el año 2000, tras publicar temas controversiales como fueron “Los 100 eventos mas importantes del milenio”, “Las 100 personas mas importantes del milenio” y otras, las que fueron muy criticadas por no mencionar hechos y personas muy importantes mientras reseñaba a norteamericanos casi desconocidos. La revista revivió pocos años más tarde, con tiradas semanales y reflejando mayormente temas específicos como el 11 de Septiembre y el atentado terrorista a las Torres Gemelas en New York.
Life en Español, impresa en la editorial Omega, muy cercana a donde vivía entonces, en el barrio de El Cerro en La Habana, y donde también se imprimía Selecciones del Reader’s Digest en Español para toda Latinoamérica, fue una edición de la famosa revista que a partir de 1952 circuló en Florida, California y New York y sobrevivió hasta 1969, pero en Cuba solo hasta que en 1960 el gobierno revolucionario expropió la imprenta.
Life era una revista muy leida en Cuba, y de las ediciones extranjeras solo ella, las Selecciones del Reader’s Digest en español y la National Geographic Magazine (a pesar de que estaba en inglés) eran sin duda joyas para los amantes de la prensa, que en Cuba eran muchos y de ello dan fe la gran cantidad de publicaciones que existían entonces.
Estas tres revistas, al igual que los cómics o muñequitos tenían un mercado paralelo con los números ya leidos por otras personas o sin haberse vendido pero ya defasados en el tiempo por haber salido otros más nuevos, y que se vendían ampliamente en librerías de uso y hasta en puestos dedicados a ello. Yo personalmente fui un gran consumidor de este tipo de venta, comenzando con los muñequitos y después extendido a estas revistas de gran calidad.
Muchos años después,un vecino, no muy culto, pero como tenía mucho dinero vio en el tener muchos discos Long playing y las colecciones completas de Life y de la National Geographic, una forma de demostrar su linaje (por cierto en esa casa no vi ni un solo libro y nunca lo oí escuchar música) y me los prestaba, aunque muchos, la mayoría ya os había leido, pero son ediciones que se pueden leer nuevamente y siempre encontramos algo interesante, y al morir éste, su viuda me dijo que no los quería y que me los podía llevar todos.
Hoy solo existe un sitio web con las características de que en Google se puede acceder al archivo de millones de fotografías de Life, muchas nunca publicadas.
Esquire, Life y Hemingway
En 1936 Hemingway publicó un artículo corto en la revista Esquire, con el nombre de “On the blue water” (En las aguas azules), que describe la anécdota del viejo pescador y el pez en la corriente del Golfo, según un relato que le había hecho Carlos Gutiérrez, que había sido el primer patrón de su yate El Pilar, sobre un pescador de la bahía de Cabañas que se había transmitido oralmente, aunque parece que Hemingway tomó de modelo a un viejo pescador de Cojímar conocido como Anselmo y otros pescadores que compartían con él en el restaurante La Terraza.
Pero lo cierto es que el tema estuvo muchos años dando vueltas en la cabeza de Hemingway, el que remotó la trama y el 8 de septiembre de 1952, la revista Life publicó la obra “El viejo y el mar” de Ernest Hemingway, la cual en solo dos días vendió 5 millones 326 mil ejemplares, por lo que ese mismo día se dispuso la segunda edición.
Inmediatamente, “El viejo y el mar” ganó la selección del Book of the Month Club, donde se le calificó como una obra destinada a graduarse entre los clásicos de la literatura norteamericana. Al año siguiente se alzó con el importante premio Pulitzer. Este premio fue la antesala del Nobel de Literatura que se le concedería a su autor, por el conjunto de su obra, en 1954. Desde su publicación inicial, El viejo y el mar se ha traducido a todos los idiomas y se llevó al sistema Braille para ciegos.
La revista Life había dado a conocer en inglés la novela en cuestión antes de que se publicara como libro. Pagó a su autor a razón de un dólar con diez centavos por palabra, lo que permitió al escritor honorarios por casi treinta mil dólares, equivalentes a 355 mil dólares actuales y toda una fortuna entonces.
Ello hizo que la revista contratara a Hemingway para entregar un artículo de 4000 palabras sobre las corridas de toros y el escritor hizo uno de diez mil, a partir de sus experiencias y sus visitas a España. Esta recopilación fue publicada en 1985 en forma de novela con el título “The Dangerous Summer”.
“Yo siempre tuve buena suerte escribiendo en Cuba”, afirmó en una carta a un amigo. “Donde un hombre se siente como en su casa, aparte del lugar donde nació, ése es el sitio al que estaba destinado”, escribió en una ocasión Hemingway. Y “El viejo y el mar” lo escribió íntegramente en Cuba. Cuba lo poseyó desde el primer día en que llegó, para él, Cuba era un país bello, al que amaba, podía estar meses fuera, pero llegaba a la Isla y su lápiz corría solo.
La Bohemia
Recuerdo un concurso televisivo cubano donde a una muchacha le preguntan sobre el cristal de Bohemia y responde que se trataba de artículos de cristal anunciados en la revista Bohemia. Pero de esos salvajes todavía el mundo no se ha librado, es más, cada día aumentan exponencialmente.
Bohemia era junto con Carteles, dentro del gran abanico de publicaciones periódicas de todo tipo que habían Cuba, las revistas más populares y Bohemia, la líder indiscutible, con secciones que la gente seguía y que iban desde pequeños relatos de grandes autores internacionales y la sección “En Cuba” con temas de actualidad nacional, sobre todo políticos, fundada en 1943 por Carlos Lechuga y Enrique de la Osa, como oferta principal de la revista.
Entre sus periodistas y escritores estaban figuras tan imponentes en la cultura cubana como Fernando Ortiz, Jorge Mañach, Lino Novás Calvo, Emilio Roig de Leuchsenring, Alfonso Hernández Catá, Carlos Montenegro, Enrique Labrador Ruiz, Eladio Secades, Herminio Portell Vilá, Francisco Ichaso, Miguel de Marcos, Lolo de la Torriente y Francisco Ichaso. Destacaban Carlos Castañeda, Samuel Feijó, las “Estampas de la Epoca” de Eladio Secades quien además tenía a su cargo la sección deportiva “Firmamento de los Deportes”, la sección histórica “Así se forja una nación” de Jorge Quintana, grandes reporteros como Vicente Cubillas, Marta Rojas, Luis Rolando Cabrera, una constelación de magníficos reporteros gráficos, Jorge Yaniz Pujol con la crónica roja en la sección “Dentro del Suceso”, Guido García Inclán con su sección “En la feria de la actualidad”, la sección de cocina con Adriana Loredo y “El menú de la semana”, y secciones de “Así va la ciencia”, humor, la Farándula, moda y labores y muchos otros temas de interés , lo que la hizo la más demandada de la revistas cubanas.
En aquellos tiempos, Bohemia tenía una tirada semanal de un cuarto de millón de ejemplares y los encuestadores estimaban que cada ejemplar era leído por ocho personas, es decir, una tercera parte de los habitantes de Cuba entonces la leían. Y circulaba no solo en Cuba sino también en muchos países de América Latina. Después, y a partir de su gran éxito, Bohemia se hizo dueña de dos de sus grandes competidores, las revistas Carteles y Vanidades, esta última una revista para la mujer que sobrevivió al zarpazo revolucionario y siguió publicándose en el exterior.
Pero lo cierto es que la revista Bohemia, publicada en La Habana, dirigida entonces por Miguel Angel Quevedo, publicó íntegramente el relato en su edición correspondiente a 15 de marzo de 1953. Bohemia le ofreció cinco mil pesos y Hemingway aceptó a condición de que con ese dinero se compraran televisores para los enfermos del leprosorio de El Rincón, en el Rincón, al sur de la capital, y puso otra condición más: El traductor debía ser Lino Novás Calvo.
Efectivamente, como había requerido Hemingway, la traducción era de Lino Novás Calvo, lo que no ocurrió así en otras ediciones del libro en español o donde no se menciona al cubano. La edición contaba con numerosas fotografías y dibujos que sustentaban el argumento y la portada por el dibujante Orlando Yánez, que eran una poderosa invitación a su lectura. La primera edición cubana de la novela en forma de libro es difícil, si no imposible de encontrar hoy en día.
Dirigida por Miguel Ángel Quevedo la Revista Bohemia fue el semanario de noticias y entretenimiento más popular en sus días en Cuba y América Latina, muy conocida por su periodismo político y sus editoriales, se convirtió en la principal voz de la oposición de la administración de Carlos Prio Socarras y apoyó la insurrección y la revolución en contra del régimen de Fulgencio Batista, algo de lo que después sus directivos y periodistas, en su inmensa mayoría, tuvieron que arrepentirse y considerarlo un error, porque fue peor el remedio que la enfermedad. La revista Bohemia a partir de la revolución, dejó de tener su encanto y se convirtió en otro libelo del régimen.
“El viejo y el mar” al cine
“El viejo y el mar” Sigue siendo un éxito en librerías y bibliotecas, y en las ediciones en español, el nombre de Lino Novás Calvo se sustituye por” “Traducción autorizada por el autor” y no se menciona a Lino Novás Calvo, tal y como sucede en la primera edición cubana de 1962.
Y por supuesto, algo tan exitoso, inevitablemente tenía que ser llevado al cine y a la TV.
Hemingway no tuvo mucha suerte con el cine, ninguna diría yo. Hemingway nunca vió sus obras reflejadas en las películas basadas en ellas, todas se consideraron pésimas adaptaciones. “Las Nieves del Kilimanjaro”, “Por quién doblan las campanas” y “Adiós a las armas”, fueron un desastre, solamente se salva un poco de esta calificación “Los Asesinos” con Ava Gardner y Burt Lancaster y “Tener o no tener” con Humphrey Bogart y Lauren Bacall, por sus actuaciones pero al resumen de la puesta es mediocre. Y la peor, contrastando con uno de sus mejores libros, y los esfuerzos que realizó el autor interviniendo en su producción, fue “El viejo y el Mar”.
Guillermo Cabrera Infante, que como conocemos, comenzó su carrera como crítico de cine, de lo cual es un gran conocedor, dijo: “El viejo y el mar, es fundamentalmente, un error. El cronista no puede olvidar que se ha intentado hacer arte y que un esfuerzo enorme se ha malgastado en una de las intenciones más nobles que haya tenido ningún productor de Hollywood en los últimos diez años. Pero el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones…y aparentemente el de Hollywood también. Esa es la razón de que donde debía haber la peor señal que puede hacer Cine, el pulgar hacia abajo: ningún punto, peor que mediocre, hay un asterisco para hacer la salvedad; El viejo y el mar no es una mala película: simplemente no es una película.”
El primer error, y el que condujo a la vía de todos los errores es haber hecho el film. El viejo y el mar, el libro, es una obra maestra y sin duda quedará entre los clásicos de la literatura americana
La novela ha sido llevada al cine en numerosas ocasiones siendo la adaptación de 1958 protagonizada por Spencer Tracy una de las más populares y conocidas, que contó además con un gran director: John Sturges. Otra versión que se destacó fue la de la película dirigida por Jud Taylor, El viejo y el mar (1990) con Anthony Quinn y una versión de 1999, un animado con una duración de veinte minutos, dirigida por Aleksandr Petrov, que ganó un Premio Oscar como mejor filme corto.
Cuando muchísimos años después vi una película que se desarrolla completamente en un apartamento y con tres personas que intercambian entre sí, “The Big Kahuna”, dirigida por John Swanbeck (un director teatral sin experiencia en el cine) y con geniales actuaciones de Kevin Spacey, Danny DeVito and Peter Facinelli, me vino a la mente inmediatamente otra obra parecida, “El viejo y el mar” de Hemingway. Para lorar una obra de arte no hace falta una trama complicada con muchos personajes, locaciones y situaciones. Basta con tener dominio de lo que representa la mente humana ante situaciones dadas y ello solamente se puede lograr cuando hay mucho talento.
Una nueva lectura de la obra
Soy de los que cuando menos lo pienso, vuelvo a leer algo que ya habia leido anteriormente, porque el libro siempre me ha perseguido de la misma forma que yo lo he perseguido a él, con la diferencia de que ahora no los huelo antes de leerlos, porque lo hago en un Kindle, pero igualmente, como aprendí cuando era niño, sigo soñando cuando leo. Asi me ha ocurrido con muchos, comenzando por “La Ilíada”, “Sinuhé el Egipcio”, “A sangre fría”, “Crónicas Marcianas”, “Cien años de soledad”, “El amor en los tiempos del cólera”, “La ciudad y los perros”, “20 poemas de amor y una canción desesperadas”, “El idiota”, “Las viñas de la ira”, “Un yanqui en la corte del Rey Arturo”, “1984”, “Robinson Crusoe”, “El ojo dela aguja”, “La alternativa del diablo”, “El día del chacal”, “El espía que surgió del frío”, “El padrino”, “La casa de los espíritus”, “El asirio”, “La estrella de sangre”, y muchos otros que harían esta lista interminable.
Y entre esas relecturas, le tocó el turno a “El viejo y el mar”, de lo que recuerdo como más impactante pues aún era un niño y le ponía mucha atención a las conversaciones de los mayores, es cuando después de ganar el Premio Nobel de Literatura, Hemingway se declara cubano y le entrega la medalla del Nobel al santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre. Como mi casa estaba llena por dondequiera de imágenes y pequeñas piezas de la Virgen, vi aquello como un gesto muy noble. Otros de la familias, en particular un tío que era un borracho, dijo que ese era un americano borrachín que era un vivebien, y que no merecía ningún respeto.
Después, cuando ya un adolescente, lei “El viejo y el mar”, me di cuenta que el escritor podía ser americano pero que había asimilado, por las dos décadas que llevaba viviendo en Cuba, y en particular codeándose con pescadores y con los que realizaban los más humildes trabajos, escribió como pocos un reflejo lleno de poesía de la cultura cubana.
Esta corta narración probablemente se basó en un hecho real y la trama, sencilla en su estructura, tiene una gran complejidad filosófica: Santiago, un viejo pescador, hace 84 días que no pesca nada y por ello los otros pescadores lo señalan como de mala suerte, un “salao” para los cubanos, a la vez que desconfían de su capacidad para seguir pescando, por lo que lo van abandonando. Manolín, su ayudane, es obligado por su familia a embarcarse en otro bote, porque el de Santiago está maldito o el pobre viejo ya no puede ni con su alma, o ambas cosas.
Pero Santiago cree que el 85 es un numero de suerte (en la Charada Cubana se representan como Reloj, Madrid, Águila, Espejo y Guano, lo que no tiene nada que ver con la pesca) y además que Septiembre es el mes donde se pueden capturar los más grandes peces (probablemente porque es cuando el mar está mas revuelto por los ciclones). Por eso eso sale ese día con gran esperanza y se aleja de la costa.
Ese mismo día, el 85, el pez más grande que había visto, pica su anzuelo y entre el pez y el pescador se produce una lucha de tres días en los que Santiago tiene que sacar toda su fuerza de voluntad, fuerza física y experiencia para dominarlo.
Amarra al pez al bote pero a pesar de haber conseguido pescarlo, los tiburones van dando cuenta de él poco a poco a pesar de la defensa de Santiago. Una reflexión sobre que a veces las cosas son demasiado buenas para que duren, que a pesar de tanta lucha uno no llega a conseguir lo que anhela pero no se queja de ello porque tuvo la libertad de elegir lo que deseaba hacer. Cuando ya no queda nada del gigantesco pez piensa que ojalá hubiera sido un sueño y nunca hubiera pescado ese pez.
Al final Hemingway convierte ese viaje por el mar como un viaje simbólico por la vida.
Leí mucho a Hemingway en mi juventud y fue uno de los primeros autores que pude leer en inglés, cuando todavía comenzaba a aprender esa lengua.
Hasta que volví a releer “El viejo y el mar”, y quedé convencido de que era una obra maestra, una de las parábolas literarias que de forma más sencilla refleja lo complejo de la condición humana. Esta historia amor y de venganza, de odio y locura, de vida y de muerte, pero sobre todo de la grandeza de la voluntad humana, como ocure en Moby Dick con el capitán Ahab o en Los Miserables con Jean Valjean, y es una de las obras más notables de Hemingway, que escrita con un lenguaje de gran fuerza y sencillez, retoma, en un estilo único, el clásico tema de la grandeza ante a la derrota, del triunfo personal sobreponiéndose a la pérdida.
Con “El viejo y el mar” Hemingway da el paso decisivo para llevar su filosofía de la virilidad casi al nivel de una religión. Otros escritores lo criticaron por ello como William Faulkner, que lo acusó de falta de voluntad para imaginarse los hechos y dedicarse fervorosamente a narrarlos (Hemingway ripostó diciendo: “Pobre Faulkner. ¿Realmente piensa que las grandes emociones provienen de las palabras largas?), de Jorge Luis Borges ya sabemos lo que decía y lo que abordamos en otros artículos de este blog y que fue tan desagradable de decir: “Hemingway se dio cuenta de que era un mal escritor y se disparó un tiro en la cabeza.”, pero al final todos de una forma u otra le tenían envidia, y sobre este y otros temas tocados por Hemingway, José Saramago dijo:
“La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva”.
Hemingway nos recordó con esta obra que la principal enseñanza filosófica de la vida no es ganar o perder, sino luchar, que todo hay que hacerlo con la mayor dedicación y de la mejor manera y si llega la derrota, hay que seguir luchando hasta obtener la victoria.
En ese momento, yo ni remotamente entendía ese mensaje, a pesar de que ya me había leído casi todas sus obras, pero yo llevaba mucha ventaja porque muchos otros sólo sabían que era un americano borracho que se pasaba la vida en el Floridita y otros más despistados aún, solo conocen de Hemingway el nombre de la Marina, antes llamada Barlovento y que está antes de la Playa de Jaimanitas y donde se celebra el Torneo Internacional de Pesca Ernest Hemingway cada año en el mes de mayo. Solo una minoría de los cubanos sabemos que las novelas de Hemingway nos hacen sentir múltiples sentimientos de forma intensa, por lo que su obra en conjunto es una de las que se disfruta con mayor placer.
Y ahora a mis años, pienso que todos hemos estado en el lugar del viejo Santiago alguna vez, poniendo a prueba nuestro esfuerzo y el dolor por los fracasos y el coraje que se necesita en el ocaso de la vida.
Pero al margen de la escasez mental de los ignorantes, fue uno de los grandes escritores de su tiempo, sin duda, y diría yo, de todos los tiempos.
Al margen de lo que dijera el viejo: “En mayo cualquiera es pescador.”
Un relato inédito
“Pursuit as happiness” (La búsqueda como felicidad), ha sido titulado un relato inédito publicado en el semanario The New Yorker, encontrado por Sean Hemingway, nieto del escritor que halló el manuscrito dactilografiado con anotaciones del autor entre los papeles de la Ernest Hemingway Collection en la John F. Kennedy Library de Boston. Este relato de Hemingway se puede considerar una ampliación de la historia del viejo y el mar”, pero esta vez con carácter autobiográfico, donde el propio escritor narra en primera persona una pesquería en busca del mayor marlin de las aguas cercanas a Cuba, pero la persecusión termina en un fracaso.
Este relato sera incluido en la reedición de “El viejo y el mar” que saldrá publicado próximamente.
Sin duda alguna, un libro que siempre nos va a decir algo nuevo sobre la condición humana, un cuento sobre un viejo pescador que genera en nosotros angustía y empatía porque a pesar de que el hombre es muy pequeño frente a la naturaleza, es muy grande para afrontar las dificultades.
Y sobre todo la obra de Hemingway hay que analizarla de acuerdo con su pensamiento:
“Lea usted cualquier cosa que yo escriba por el placer de leerla. Todo lo demás que usted encuentre será la medida de lo que usted mismo aportó a la lectura”.
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