Picnic

Picnic

“On a picnic morning without a warning
I looked at you and somehow I knew
On a day for singing
My heart went winging
A picnic grove was our rendezvous

You and I in the sunshine
We strolled the fields and farms
At the last light of evening
I held you in my arms
Now when days grow stormy

And lonely for me
I just recall picnic time and you
Now when days grow stormy
And lonely for me
I just recall picnic time and you”

“En una mañana de picnic sin aviso
Te miré y de alguna manera supe
Un día para cantar

Mi corazón se sacudió
Un picnic en la arboleda fue nuestro encuentro
Tú y yo bajo el sol
Paseamos por los campos y las granjas.

En la Última luz de la noche
Te sostuve en mis brazos
Así que cuando los días se ponen tormentosos
Y solitario para mí

Sólo recuerdo la hora del picnic y tú”

“Picnic” de George Duning y Steve Allen, interpretada por The McGuire Sisters

Leo una noticia muy interesante sobre Le Diner en Blanc, un evento donde las personas se reúnen en un espacio público y donde se ponen de acuerdo para llevar comida, bebida, manteles, vajilla, mesas o sillas y todos deben ir vestidos de blanco. Como el idioma de su nombre lo indica, esto surgió en Francia hace treinta años.

Le Diner en Blanc en el Hotel Nacional

Otra particularidad que tiene es que todos los participantes no conocen el lugar específico donde se realizará el picnic, todos tienen el mismo protagonismo y no hay diferencias entre ellos y llegan al lugar en ómnibus coordinados por los organizadores y al finalizar del encuentro entre todos deben limpiar el área y recoger la basura para dejar el sitio como lo encontraron.

Pero lo más impactante de todo no es que el evento se haya celebrado en más de ochenta ciudades, sino es que el 6 de abril de 2019 este evento se celebró en la Habana, en los jardines del Hotel Nacional y el precio de admisión fue de setenta pesos cubanos convertibles, la divisa vigente entonces en Cuba, por lo que por esta causa, entre otras, perdio su imagen de inclusivo porque esa cifra no es alcanzable por ningún trabajador cubano, ni siquiera un profesional. De ahí que el picnic francés en Cuba, casi se hizo en secreto, porque es escandaloso, al igual que el desfile de Chanel en el Paseo del Prado, que haya tanto derroche en un país sumido en la miseria.

Y esta historia la comparo con aquellos modestos picnics de los que disfrutamos todos los de mi generación y que en alguna medida tratamos de que nuestros hijos también lo hicieran.

La Carretera Central, ya no tan frondosa y tan cuidadas como cuando alli se celebraban picnics.

Los picnics cubanos

Si todos los pueblos en Cuba tenían sus espacios muy definidos para realizar picnics o excursiones familiares al campo o a espacios libres, alrededor de las grandes ciudades, y en ello incluyo a la capital, también había muchos lugares que se prestaban para este tipo de esparcimiento, que para los más chicos representaba algo inolvidable porque podíamos correr y jugar al libre albedrío y todo iba acompañado de comidas y sobre todo de dulces. A ello se sumaban los picnics a las playas o ríos o lagunas, donde también se vendían comidas, golosinas, refrescos, jugos y frutas, a precios asequibles para todos.

Entre esos lugares especiales estaban varios parques y restaurantes campestres como eran Río Cristal, los alrededores del restaurante Rincón Criollo en Santiago de las Vegas, el Laguito en Miramar y muchísimos otros, pero había uno muy famoso, alejado de La Habana y cercano al central Hershey y donde el magnate norteamericano materializó un sueño creando una inmensa fábrica de azúcar rodeada de viviendas confortables, un banco, lavandería, herrería correo, almacén, imprenta, restaurante y cafetería, e instaló todos los servicios de electricidad, agua, alcantarillado, recogida de basura, un cine, un teatro, un club social, un campo de golf, un estadio de béisbol, una escuela pública, una planta eléctrica un centro médico, y el único ferrocarril eléctrico de Cuba que enlazaba al Hershey con Matanzas al este y La Habana al oeste, una central telefónica, todo ello en aquel lugar, que antes de construirlo en la colina que dominaba a Santa Cruz del Norte, nombró como “el sitio de la eterna primavera tropical”.

Jardines de Hershey

Hershey se convirtió no solo en un centro fabril sino también en un lugar atractivo y pintoresco, cercano a una playa y su hotel siempre estaba lleno de personalidades y hombres de negocios y una buena parte de esa fama se debe a los Jardines de Hershey, el sitio paradisíaco ideal para celebrar picnics.

Pero en sentido general la expresión más común del picnic cubano, era preparar comida, casi siempre arroz con pollo y sus acompañantes, los cuales se llevaban en la propia cazuela y se calentaban con un reverbero que también se llevaba, y se buscaba previamente o al azar, según se contara con un transporte propio o se fuera en guagua o autobús. Tampoco podían faltar una nevera portátil con jugos, refrescos y cerveza, panes y golosinas, platos y vasos, algunas veces de cartón que eran los existentes entonces o en su defecto la vajilla y por supuesto no podía faltar la cafetera o un termo con café.

El Laguito

Si iban un domingo hacia el Laguito en Miramar, y de paso tirarle comida a los patos que allí vivían, había que hacerlo temprano porque ese era un sitio preferido de los excursionistas, pero si no, había muchos otros sitios como el Bosque de La Habana o cualquier lugar sombreado a lo largo de la Vía Blanca o la Carretera Central. Una vez en el lugar se extendía el mantel, se abrían sillas plegables para los mayores y se encendía el radio del carro o el Zenith Transoceánico u otro de los pocos portátiles, grandes y pesados de entonces.

Después con la revolución vendría, como un paliativo a la falta de lugares para hacer un picnic porque ya todo era prohibido por una causa u otra, a las que sumaban las dificultades con el transporte, el Parque Lenin, con amplios espacios en donde la gente llevaba los viejos manteles a cuadros y todo lo que se pudiera conseguir para comer, mientras los niños llevaban sus pelotas y papalotes. Los que tenían carro propio y conseguían gasolina hasta llevaban a sus perros a disfrutar de un día diferente.

Con los vaivenes propios de la ineficiencia socialista los picnics o excursiones transitarían por diferentes momentos, pero siempre se mantenía el deseo de realizarlos, porque los recursos para otro tipo de vacaciones o momentos de recreación cada vez escaseaban más para la mayoría de los cubanos.

Después en Miami, se dice porque nunca lo he visto, porque aquí las cosas son muy diferentes por la abundancia y nadie pasa el trabajo de cargar comida o bebidas, que desde los sesenta se celebraban días de picnic tradicionales al estilo cubano en la playa de Cape Florida Lighthouse en Key Biscayne, un área con aguas bajas conocida como el Farito, donde los niños podían jugar con seguridad, aunque la última vez que estuve allí el lugar estaba bastante concurrido pero en el contiguo Crandon Park hay lugares propios para hacer un picnic.

Así que en la basura de lugares como ese puedes encontrar restos de arroz con pollo, congrí, hojas de tamales, latas de Jupiña, Ironbeer o Materva y de cervezas de cualquier marca, envolturas y restos de galletas cubanas, pastelitos y mariquitas y cáscaras de mango, piña, guayaba melón y hasta mamoncillos. Y por supuesto los decibeles allí se pueden encontrar al nivel más alto y con los más estridentes ritmos actuales (o más bien ruidos) o la escandalosa emisora 95.7 “Cubatón y más” (supongo que imitando a los supermercados “Fresco y Más” o a las farmacias “CVS y Más”).

Picnic y Moonglow and Picnic

La pieza musical Moonglow fue escrita en 1933 por Will Hudson y Eddie De Lange y el tema Picnic por George Duning y para la película “Picnic” de 1955 Moris Stolof hizo una versión uniendo ambos números, un medley, que fue un gran éxito que ocupó el primer lugar en el Billboard durante tres semanas en el verano de 1956.

El picnic puede ser no solo el compartir una comida al aire libre, sino está diseñado para que las familias disfruten también de competencias, bailes y hasta una feria, pero esto más bien está relacionado con las costumbres norteamericanas y no con las cubanas, porque nuestros picnics eran principalmente familiares.

Y un buen ejemplo del picnic americano es la película “Picnic”.

No es una película musical en sí, sino un melodrama, bastante soso por cierto, pero su música ocupa un lugar muy especial para mí y para muchos de mi generación. Como “Moonglow y Picnic” es una de mis piezas favoritas, le agradezco al director este melodrama musicalizado que con las actuaciones de Rosalind Russell y Arthur O’Connel y la música ya era digna de verla otras veces. Una película insulsa pero que la música la lleva hasta un buen sitial. Y para mí William Holden y Kim Novak no están no destacan particularmente pero tampoco están tan mal como se dice, teniendo en cuenta un argumento tan flojo.

La película la dirigió Joshua Logan, que también haría una comedia sobre la marina norteamericana en la Segunda Guerra Mundial, su fantástica obra musical “South Pacific”, basada en una obra de Broadway y que todavia tarareo con un gusto especial, sin duda una de mis grandes favoritas. Recuerdo que fue la primera película exhibida en Cuba en formato de 70 milímetros, y la fui a ver al cine Atlantic, entonces el único con esa tecnología.

Pero ahí no quedó la obra de Joshua Logan, también nos dejó “Bus Stop” (Nunca fui Santa), una comedia con la actuación de Marilyn Monroe; “Higher and Higher” (Cada vez más alto), otra comedia musical con Frank Sinatra; “Mister Roberts” (Escala en Hawaii), una graciosa comedia con un reparto de estrellas entre ellas Henry Fonda, James Cagney, William Powell y Jack Lemmon; “Fanny” un drama musical y otras.

Y sobre el tema de los Picnic no solo está la película de Logan, sino también la francesa de 1959 “Desayuno sobre la hierba” de Jean Renoir; “Walt Disney’s Mickey Mouse: The Picnic” un animado de 1930 y “El picnic de los Campanelli” una comedia argentina de 1972, “Picnic at Hanging Rock” un filme de misterio de Peter Weir y otras producciones menos conocidas de España y de Corea del Sur.

Mientras tanto, el tema de los picnics ha sido abordado en la pintura por famosos artistas como: “Almuerzo sobre la hierba”(1863) de Édouard Monet, también conocida como “Le Bain” y considerada como escandalosa en sus días por aparecer una mujer desnuda y es uno de los cuadros clásicos del impresionismo; “Picnic” de James Tissot; “Merienda a la orilla del Manzanares” de Francisco de Goya; varias obras de Fernado Botero con el tema del picnic; Thomas Cole con “The Picnic Party” y algunas otras notables como la de Josef Tali, Victor Gabriel Gilbert, Edward Cucuel, William Kay Blacklock y otras.

Y respecto a la literatura no puedo dejar de mencionar a Ray Bradbury con su obra “El picnic de un millón de años” donde una familia llega a Marte para una excursión de pesca en un canal marciano, que termina con una impresionante imagen cuando los tres niños le preguntan al padre que dónde están los marcianos y este les dice, tras indicarle que se inclinen hacia el agua y miren hacia abajo: – ahí están. La familia es ahora una familia de marcianos. Este, que es el último cuento de su libro “Crónicas Marcianas”, muestra lo destructivo de la naturaleza humana y la estrategia para sobrevivir a ello.

El origen del picnic

Con la revolución en Cuba la palabra picnic sonaba demasiado imperialista, por lo que casi se extinguió su uso y la forma en que nos referíamos a un día de campo se convirtió en excursión o la consabida “actividad” que servía para todo. Pero no muchos nos hemos adentrado en conocer el origen del picnic.

Parece ser que éste apareció a finales del siglo XVII en el idioma francés, como “piquenique”, una combinación de “pique” y “nique”, o sea picotear y pequeño, designando así a una comida informal. Traducida al inglés, se universalizó el concepto como una comida sin protocolo y que se amplió con el concepto de ser una comida o merienda en el campo al aire libre donde todos aportan algo.

En realidad el picnic como concepto es una tradición que se remonta a la Antigüedad, cuando el poeta romano Virgilio, menciona en la Eneida y las Bucólicas este tipo de costumbre. Más tarde, durante la Edad Media, nobles y campesinos durante sus viajes comían al aire libre y en el siglo XVIII era práctica de los aristócratas y en el siglo XIX la sociedad regresa a la naturaleza y los picnics o meriendas campestres se hacen muy comunes.

Tras el triunfo de la Revolución Francesa en 1789, los parques reales se abrieron al público por primera vez y el picnic en los parques se convirtió en una actividad muy popular entre los recién emancipados ciudadanos.

Actualmente, en muchos países, el pícnic tiene como principal protagonista a los alimentos fáciles de transportar, como son frutas, galletas, sándwiches, embutidos, quesos y bebidas como vino, cerveza, leche con chocolate o gaseosas. Y en Francia el pícnic tradicional, que no ha cambiado con los siglos, se basa en vino, queso y pan.

Hay dos elementos que definen a un verdadero picnic y son el mantel o tapete, que tradicionalmente es de cuadros blancos y rojos, aunque ahora puede ser de cualquier diseño, eso sí, que pueda ser no solo el lugar donde se depositen los alimentos, sino que permita que los participantes se siente sobre él, y el otro elemento es la cesta de mimbre, que también le ha dado paso a contenedores plásticos o a mochilas o al llamado carry-on para viajes.

En Cuba se puede hacer un picnic en cualquier época del año, pero por supuesto, en los países con clima templado, el picnic está pensado para el verano y pueden estar orientados a un grupo familiar o a un encuentro más íntimo entre dos personas.

Y un picnic gigante muy famoso fue el que se llevó a cabo a través de seiscientas millas de costa a costa en Francia para conmemorar el aniversario de la Toma de la Bastilla del nuevo milenio en el año 2000, y otro fue el celebrado en la zona fronteriza entre Hungría y Austria el 19 de agosto de 1989 como una forma de apoyar la lucha por la reunificación de las entonces dos alemanias, la RDA y la República Federal.

Pero para mi hablar de un picnic es recordar la risa de mis hijos corriendo en el césped y hasta la mía cuando mi padre parqueaba a un costado de la carretera central y mi madre extendía el mantel a la sombra de los grandes árboles y sentía la brisa matutina mientras hablaba con mi hermano sobre qué íbamos a hacer con tanta libertad.

Es por ello que me animé a ver nuevamente “Picnic”. Ya no encontré a Kim Novak ni tan bonita ni tan buena actriz, William Holden me gustaba más en sus papeles de acción, la película la encontré cursi, pero la música y todo el ambiente me llevó plácidamente a los recuerdos de mi niñez en los años cincuenta, porque si tienes un lugar a donde ir y hacer un picnic con tu familia, de seguro que eso no tiene precio y siempre va a quedar entre tus mejores recuerdos.

“Picnic Nacional” Una controvertida obra donde convergen Martí, Máximo Gómez,  Gastón Baquero y Oswaldo Dorticós, entre otros.

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