EN LA UNION SOVIETICA.
Arriba los pobres del mundo.
Casi todos conocen la historia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, su surgimiento a partir de la Revolución de Octubre y el
derrocamiento del zarismo en la antigua Rusia, la desgastadora guerra civil y la posterior lucha por el poder entre mencheviques,
bolcheviques y rusos blancos, el triunfo del leninismo y la instauración del primer país socialista, la inmensa tarea de pasar de una
economía casi feudalista a un país con un alto grado de desarrollo, la dictadura de Stalin y el triunfo sobre el nazismo en la Segunda
Guerra Mundial (Gran Guerra Patria), que tuvo como conclusión, a partir de la ocupación militar de muchos países de Europa oriental a la
creación del bloque de países socialistas, unido a los triunfos derivados de la lucha armanda contra los japoneses y a seguir el ejemplo de
la URSS, de la instauración de sistemas socialistas en China, Corea y VietNam, la famosa denominación de Churchill de “la cortina de
hierro” y el surgimiento y profundización de la guerra fría con momentos críticos como el bloqueo de Berlín en 1948, la guerra de Corea, la
aparición de la OTAN y el Tratado de Varsovia como bloques militares antagónicos, la creación del muro de Berlín en 1961 y la Crisis de los
misiles en Cuba de 1962, sin olvidar la rivalidad surgida en la carrera espacial, donde Estados Unidos y la Unión Soviética iniciaron una
competencia en la búsqueda de hitos históricos que se justificaron por razones tanto de seguridad nacional como por razones ideológicas
asociadas a la superioridad tecnológica.
Esta apretada síntesis resume la existencia de un país durante algo más de 70 años, el cual se desmoronó por si solo, lo que demuestra la
fragilidad de sus cimientos. De sus aspectos mas relevantes y mi visita a ese país, vamos a hablar hoy.
LA BATALLA DE STALINGRADO, AHORA VOLGOGRADO.
La Segunda Guerra Mundial, Gran Guerra Patria para la Unión Soviética.
La Gran Guerra Patria es el término dado por los soviéticos a la guerra contra la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. El
término surgió por primera vez en el periódico Pravda el 23 de junio de 1941.
Las repúblicas soviéticas perdieron unos 27 millones de personas en una guerra que se inició con la invasión nazi a la Unión Soviética el
22 de junio de 1941, y culminó con la caída de Berlín el 3 de mayo de 1945 a manos del Ejército Rojo.
La batalla de Stalingrado supuso el punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial, el momento en que las tropas soviéticas, tras las
derrotas iniciales de la Operación Barbarroja, pasaron a la ofensiva contra las fuerzas del Eje. De hecho, la importancia de esta batalla
se aprecia en la cantidad enorme de bajas de ambas partes, la destrucción total de la ciudad y las enormes pérdidas de hombres y material
sufridas por la Wehrmacht; por ello, la crítica histórica considera que la batalla de Stalingrado fue la derrota militar más dura (y más
decisiva) de la Alemania nazi, tras la cual la iniciativa en combate correspondió al Ejército Rojo. La Unión Soviética fue el país
combatiente que soportó casi el 80% del ataque de los países del Eje en Europa, por lo que la victoria en la batalla de Stalingrado y la
consiguiente contraofensiva significaron el comienzo del desmoronamiento de la máquina bélica alemana.
Los historiadores soviéticos designaron como “Gran Guerra Patria” sólo al enfrentamiento entre la Unión Soviética y la Alemania nazi para
darle un significado de un choque de ideologías donde el comunismo había derrotado al fascismo; se prefería utilizar este último término
(en vez de nazismo), pues permitía al gobierno soviético abarcar en la lista de agresores vencidos a países aliados del Tercer Reich como
la Italia fascista, Rumania, Finlandia, España o Hungría, que habían participado con tropas en el ataque a la Unión Soviética.
Sin duda la victoria soviética agrandó los límites geográficos de la Unión Soviética con las anexiones territoriales principales y la
ocupación de los países Bálticos (Lituania, Letonia, y Estonia), del este de Polonia, Besarabia, y algunos otros territorios durante la
Segunda Guerra Mundial desde 1945 hasta la disolución, los límites correspondieron aproximadamente a aquellos de la extinta Rusia Imperial,
con las exclusiones notables de Polonia, la mayor parte de Finlandia, y Alaska.
La Unión Soviética sufrió enormemente durante la guerra, pero a pesar de ello, surgió del conflicto como una superpotencia militar. Una vez
que negó el reconocimiento diplomático del mundo occidental, la Unión Soviética tuvo relaciones oficiales con prácticamente todas las
naciones en la década de 1940. Como miembro de las Naciones Unidas durante su fundación en 1945, se convirtió en uno de los cinco miembros
permanentes del Consejo de seguridad de la ONU, que le dio el derecho de veto a cualquiera de sus resoluciones.
La Unión Soviética con la victoria consiguió un estatus como una de las dos superpotencias del mundo durante más de cuatro décadas a través
de su hegemonía en Europa oriental derivada de su fuerza militar, su fuerza económica, su ayuda a países en vías de desarrollo y de sus
investigaciones científicas, especialmente en tecnología espacial y armamento.
WINSTON CHURCHILL.
La Cortina de Hierro.
La Cortina de Hierro (terminología empleada en América) o Telón de Acero (en España), es un término histórico que proviene de las
expresiones alemana Eiserner Vorhang e inglesa Iron Curtain y se refiera a la frontera política, ideológica y física, entre la Europa
Occidental y el Bloque Comunista, tras la Segunda Guerra Mundial. Churchill popularizó el término en una conferencia en Estados Unidos en
1946, cuando dijo: “Desde Stettin, en el Báltico, a Trieste, en el Adriático, ha caído sobre el continente (Europa) un telón de acero.”
La frontera de la que hablaba Churchill dividía a los Estados socialistas, encabezados política, económica y militarmente por la Unión
Soviética, y los Estados capitalistas, alineados con los Estados Unidos. El término había sido utilizado antes por el Ministro de
Propaganda de la Alemania nazi Joseph Goebbels, quien declaró el 25 de febrero de 1945 en un artículo titulado «El Año 2000», en el
periódico semanal Das Reich:
“Si los alemanes bajan sus armas, los soviéticos, de acuerdo con el arreglo al que han llegado Roosevelt, Churchill y Stalin, ocuparán todo
el este y el sudeste de Europa, así como gran parte del Reich. Un telón de acero (ein eiserner Vorhang) caerá sobre este enorme territorio
controlado por la Unión Soviética, detrás de la cual las naciones serán degolladas.”
Sin duda era una cortina de hierro o un telón de acero donde los ciudadanos de esos países eran prácticamente rehenes dentro de sus propios
estados, como pude conocer posteriormente, y casi no me daba cuenta que en un sitio tan lejano como Cuba también existía un telón de acero.
La Guerra Fría.
La Guerra Fría fue un enfrentamiento político, económico, social, militar, informativo y hasta deportivo que tuvo lugar desde el fin de la
Segunda Guerra Mundial hasta la desaparición de la URSS desencadenado a partir de 1989 con la caída del muro de Berlín y en 1991 conla
extinción de la URSS, entre los bloques occidental-capitalista liderado por Estados Unidos, y el oriental-comunista liderado por la Unión
Soviética. Las razones de este enfrentamiento fueron esencialmente ideológicas y políticas.
Si bien estos enfrentamientos no llegaron a desencadenar una guerra mundial, la entidad y la gravedad de los conflictos económicos,
políticos e ideológicos, que se comprometieron, marcaron significativamente gran parte de la historia de la segunda mitad del siglo XX. Las
dos superpotencias ciertamente deseaban implantar su modelo de gobierno en todo el planeta y agotaban todos los recursos para ello.
MISIL EN LA FORTALEZA DE LA CABAÑA, LA HABANA, QUE REMEMORA LOS EMPLEADOS EN LA CRISIS DE LOS MISILES.
Cuba y la Unión Soviética.
Por supuesto que toda la ideología anterior al proceso revolucionario satanizaba al comunismo y en particular a la Unión Soviética, a la
cual nadie nombraba como tal sino la identificaba como Rusia. Tras el establecimiento de lazos diplomáticos con la Unión Soviética con el
triunfo de la Revolución Cubana de 1959, Cuba aumentó su dependencia del mercado y de la ayuda militar soviética, volviéndose un aliado de
la Unión Soviética en la Guerra Fría. En 1972 Cuba ingresa en el CAME, una organización económica entre estados socialistas, diseñada para
promover la cooperación mutua entre Estados de economía planificada. Moscú mantuvo un contacto regular con La Habana, manteniendo
relaciones estrechas hasta el colapso del campo socialista en 1990.
Por supuesto que la Unión Soviética suministraba a Cuba casi de todo, se creó una dependencia peor que la que existía antes de la
revolución con los Estados Unidos. Desde la energía hasta los alimentos, desde las armas hasta la ideología, Cuba se convirtió en un
apéndice de la Unión Soviética. No se si en la historia ha existido un lazo dependiente tan fuerte, mucho peor que el monocultivo que Cuba
practicó durante siglos con el azúcar.
Es por ello que todo el proceso de entrenamiento, preparación de profesionales, capacitación, se hacía en la Unión Soviética. No había
esfera de la sociedad y la economía que no dependiera de los recursos y relaciones con los soviéticos. Cuba era una parte importantísima de
la Guerra Fría, sobre todo por ser el primer país socialista en América y por su cercanía geográfica con los Estados Unidos.
La Crisis de los Misiles o Crisis de Octubre. Uno de los puntos críticos de la Guerra Fría.
A partir de las nacionalizaciones de empresas norteamericanas y el comienzo de las medidas coercitivas contra Cuba, el gobierno
revolucionario pidió ayuda a la Unión Soviética. “Quizás hubiera tomado una línea diferente si los estadounidenses hubieran sido más suaves
con él”, afirma Oleg Troyanovski, un asesor de Jrushchov. “La Guerra Fría estaba en pleno auge. Así que cualquier cosa desagradable para
los estadounidenses era bienvenida en este país, y viceversa”. Nikita Jrushchov apoyó plenamente al proceso cubano.
Más seguro que nunca dentro de su país, Fidel Castro Buscó exportar la revolución al resto de América Latina. Desde preparación de
guerrilleros, soporte económico y militar y envío de entrenadores y especialistas militares a varios países de América Central, en
particular Nicaragua y El Salvador, Venezuela, Colombia, Bolivia, Argentina y varios países africanos, se pensaba factible la repetición
del triunfo rebelde en Cuba mediante la promoción de las revoluciones violentas al estilo de la cubana. Alarmado, el gobierno de Estados
Unidos siguió presionando a Cuba.
Pero los cubanos, creían que Estados Unidos sí tenía intenciones de atacar a Cuba, y pidieron ayuda a Rusia”.
La solicitud de Castro inspiró al líder soviético Nikita Jrushchov a extender una osada oferta. Se había jactado ante el mundo del poderío
nuclear soviético, pero en realidad conocía bien las limitaciones de sus misiles nucleares de largo alcance. No obstante tenían de mediano
alcance.
“Del territorio de la Unión Soviética no tenían manera de alcanzar territorio estadounidense, pero desplegados en Cuba se convertirían en
armas nucleares estratégicas”, sostiene el general Anatoly Gribkov, que estaba al mando de las tropas soviéticas en Cuba. “Creo que esta,
significaba en la práctica, podíamos reducir las diferencias entre nuestras fuerzas”.
Se podía apreciar inmediatamente la importancia estratégica que tenía la presencia de estos proyectiles en Cuba.
En julio de 1962, bajo las narices de Estados Unidos, el primero de 150 barcos soviéticos, cargados con misiles nucleares profundamente
camuflados y más de 40.000 soldados partió hacia Cuba.
“Los estadounidenses no se dieron cuenta de que pudimos llevar no una, sino 43.000 personas hasta allí, más equipos, armas, y todo lo
necesario para el trabajo de instalación”, dice el general Nikolai Bieloborodov . “Colocamos todos los autos, camiones y tractores encima,
y los equipos militares estaban bajo cubierta”.
Pero la CIA había notado el aumento en buques soviéticos que se dirigían a Cuba.El 14 de octubre, un avión espía U-2 sobrevoló toda la isla
para descubrir lo que ocurría. La mañana siguiente, el Centro de interpretación fotográfica en Washington comenzó a analizar las fotos
tomadas por el U-2.
“Lo soviéticos nunca habían enviado armas nucleares fuera de las fronteras soviéticas, y no se pensaba que iban a hacerlo. La verdad es que
nunca se nos ocurrió que tomarían tal riesgo”, mantiene Roger Hilsman, jefe del departamento de inteligencia en el Departamento de Estado
en Washington.
A las 8:45 de la mañana del 16 de octubre, la CIA informó a Kennedy que, sin duda, había misiles soviéticos en Cuba.
Los misiles en Cuba hicieron a Estados Unidos más vulnerable que nunca. La Unión Soviética podía ahora atacar si previo aviso.
Un primer ataque hubiera destruido todas las bases aéreas estadounidenses, bases de bombarderos, bases de misiles y todas las ciudades
salvo Seattle, que estaba fuera de alcance. Pero Washington DC, Nueva York, … todas hubieran quedado en ruinas con el alto costo en vidas
humanas.
“Todos nuestros envíos son de carácter defensivo. Si no tiene intención de invadir a Cuba, no debe preocuparse, porque todas las armas son
defensivas”, le decía el canciller soviético Gromyko a Kennedy.
Kennedy reveló al mundo el descubrimiento de los misiles soviéticos en Cuba, e informó que había impuesto un bloqueo.
Kennedy declaró: “El propósito de estas bases no puede ser otro que obtener la capacidad de un ataque nuclear contra el hemisferio
occidental. Para detener esta escalada ofensiva, se está iniciando una cuarentena estricta de todo el equipo militar ofensivo que está
siendo embarcado a Cuba. Todo buque de cualquier tipo que se dirija a Cuba desde cualquier nación o puerto será enviado de regreso si se
descubre que contiene carga de armas ofensivas”.
“Insto al presidente Jrushchov a que detenga y elimine esta amenaza clandestina, irresponsable y provocadora contra la paz mundial, y a las
relaciones estables entre nuestros dos países. Él tiene ahora la oportunidad de retirar al mundo del abismo de la destrucción”, añadió el
presidente.
La primera reacción de Moscú llegó a la mañana siguiente: “Denunciando la cuarentena de armas contra Cuba como un paso hacia la guerra
mundial termonuclear, la Unión Soviética hoy ordenó a sus fuerzas armadas que se preparen para el combate, y las fuerzas del Pacto de
Varsovia, homólogo comunista de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, en seguida hicieron lo mismo”.
Mientras las superpotencias se preparaban para un conflicto, Cuba anunció una “alarma de combate”. Más de un cuarto de millón de personas
esperaban para repeler una invasión estadounidense. La flota estadounidense rodeaba Cuba. Los buques soviéticos mantuvieron su rumbo. Con
la inminencia de la confrontación, Kennedy propició un contacto directo con Moscú.
El Pentágono dijo que Estados Unidos estaba listo para hundir todo buque del bloque comunista que se dirigiera a Cuba, que se negara a
detenerse y ser registrado bajo el bloqueo. Además, se utilizará la fuerza si es necesario para detener y registrar cualquier buque de
cualquier país que se dirija a Cuba”.
Ese fue el momento más peligroso, pero a la mañana siguiente comenzaron a cambiar las cosas. Jrushchov intentó lograr un trato mejor, y
exigió un canje. Los misiles soviéticos en Cuba a cambio de los estadounidenses en Turquía.
El Presidente Kennedy estaba preparado para retirar los misiles estadounidenses de Turquía… Pero eran parte de la contribución de Estados
Unidos a la OTAN, y no podía prometer nada a Jrushchov.
Mientras tanto, la crisis había escalado de nuevo. Un avión espía U-2 estadounidense había sobrevolado una base antiaérea soviética en la
parte oriental de Cuba y el comandante soviético ordenó de lanzar un misil tierra-aire contra el avión.
La guerra parecía inminente, o por lo menos un ataque. Castro envió un mensaje a Jrushchov. Dijo que Estados Unidos atacaría en sólo horas,
y que, una vez lanzado el ataque, la Unión Soviética debería responder inmediatamente con un golpe aniquilador.
Estos Unidos le hizo saber a la URSS su decisión de atacar y Jrushchov, temiendo que ésta sería la última oportunidad de evitar la guerra,
envió un mensaje relámpago a Radio Moscú aceptando las condiciones de Kennedy. Se transmitió a todo el mundo.
La televisión estadounidense daba la noticia: “El gobierno soviético ha ordenado el desmantelamiento de armas en Cuba, su embalaje y
devolución a la Unión Soviética”. En la cadena CBS, el presentador Charles Collingsworth anunciaba: “Este es el día, y tenemos buenas
razones para creerlo, en que el mundo evadió la más terrible amenaza de holocausto nuclear desde el fin de la Segunda Guerra Mundial”.
“Nosotros, realmente, nos sentimos indignados”, decía mientras tanto Fidel Castro. “¿Cómo lo sabemos? El día 28, por la mañana, la radio
empieza a hablar noticias de que hay un acuerdo. Y que el acuerdo consiste en la retirada de los proyectiles y que Kennedy iba a dar una
garantía a Jushchov. Fue realmente un acuerdo bochornoso. A mí no me pasaba eso por la mente, qué sosos pudieron ser”.
“El mundo entero tenía la impresión que Jrushchov había perdido, porque había cedido a la presión de un presidente fuerte… Que lo había
sacado todo de Cuba y no había recibido nada a cambio”, señala Dobrynin. “Nadie sabía del acuerdo sobre los misiles en Turquía. Si usted me
pregunta quién ganó o perdió, yo diría que ni Kennedy ni Jrushchov”.
Bajo la estricta vigilancia de Estados Unidos, buques soviéticos se llevaron los misiles de Cuba.
Si esta crisis no se hubiera resuelto, Estados Unidos hubiera invadido Cuba, se habría desatado una guerra nuclear y la cantidad de
personas muertas en todo el mundo en esa guerra hubiera sido desastrosa. Esa fue la mayor crisis del siglo XX, y es importante que Kennedy
y Jrushchov la hayan resuelto.
CAAD 30.
Mis vivencias personales en esos momentos son inolvidables, por lo que voy a narrar las de un amigo incorporado a las milicias en esos momentos. “Como la mayor parte de los cubanos veía la posición norteamericana como una amenaza a nuestro país y por tanto mucho antes me había incorporado a las Milicias Nacionales Revolucionarias. El 22 de Octubre de 1962 me
encontraba terminando un curso militar de 45 días en la fortaleza de la Cabaña, aprendiendo el manejo de los cañones antiaéreos dobles de
30 milímetros de fabricación checa denominados CAAD 30. De veras que ya estaba desesperado por concluir el entrenamiento e irme a casa
después de 45 días de vida cuartelaria. Esa tarde, ya anocheciendo, con el cielo bien nublado, recibimos una orden de alarma de combate,
con cascos, mochila, fusil FAL y todo lo necesario para una guerra nos llevaron a un gigantesco patio, donde hoy en día se celebran las
Ferias del Libro de La Habana, y comenzamos a hervir agua en grandes bidones de 55 galones a partir de fogatas de leña, a su vez otros nos
dedicamos a romper los huacales de madera que contenían los CAAD 30 y sus municiones.
Los cañones venían envueltos en grandes cantidades de grasa sólida, por lo que el trabajo se convirtió en interminable, con grandes hisopos
con agua caliente fuimos limpiando y armando los cañones. Por supuesto que comenzó a soplar un aire frío y a llover torrencialmente para
completar el panorama desolador. Ya casi al amanecer tomamos uno de los cañones y comenzamos a empujarlo hasta aproximadamente unos diez
kilómetros, una pequeña playita a un costado del pueblecito pesquero de Cojímar, al que llegamos ya de día con la compañía de la incesante
lluvia. Emplazamos el CAAD 30 y en ese momento nos daba lo mismo que explotara una bomba nuclear, que llegara la invasión americana o que
no pasara nada, lo único que queríamos era que cesara la lluvia, descansar y comer algo.
Ahí vivimos al pie del cañón otros dos meses más, aunque ya se suponía que había pasado el peligro. ”
Los misiles finalmente fueron retirados, pero el temor de un enfrentamiento armado entre los Estados Unidos y Cuba no desapareció.
Crecimos con la noción de que iba a haber una guerra.
De lo que ocurrió alguna vez en la campiña de Pinar del Río, sólo queda una placa de metal en mitad de un campo abandonado, la que dice:
“Este es el lugar donde un regimiento de misiles soviéticos tuvo su base durante la Crisis de Octubre de 1962”.
En un país como la Cuba, que asigna tanta importancia a los acontecimientos históricos, los aniversarios políticos y los monumentos, es
sorprendente ver el trato casi despreciativo hacia esta placa. Tal vez sea una muestra de la ambivalencia (por no decir trastorno bipolar,
antiguamente llamado psicosis maníaco-depresiva) de los dirigentes cubanos, los mismos que gobernaban en 1962 y que no han tenido
tratamiento durante más de medio siglo.
Mucho, por supuesto, ha cambiado desde entonces, no sólo han desaparecido las bases soviéticas, sino que también lo ha hecho la Unión
Soviética. No obstante, la crisis que fue considerada como el acontecimiento más peligroso de la Guerra Fría, por lo menos en este
hemisferio, tuvo en Cuba un impacto imperecedero. En tiempos recientes, por las vueltas que da la vida, se habla mucho de “el regreso de
los rusos”, pero eso merece otro comentario.
ESTACIONES DEL METRO DE MOSCU.
Visita a la Unión Soviética.
Trabajaba entonces en el Instituto Cubano del Libro, cuando se proyectó un viaje de actualización y entrenamiento en sistemas de Comercio
del Libro durante un mes en Moscú y Leningrado. La URSS contaba con un extenso y poderosísimo sistema editorial y de comercio del libro y
con editoriales prestigiosas, así que seguramente íbamos a sacar provecho de esa visita.
El entrenamiento estaba previsto durante todo el mes de junio, por ser el más favorable para visitar los cubanos a ese país desde el punto
de vista climático.
En esos momentos se encontraba en reparaciones la terminal internacional del aeropuerto José Martí de la Habana, por lo que sus servicios
se prestaban en el centro turístico Río Cristal del que ya he hablado, muy cercano a mi casa en el reparto Fontanar. Pues como ocurre
siempre hubo confusión en la hora de salida y llegué tarde al chequeo del vuelo, por lo que tuve que irme al día siguiente. Ese mismo día
concluía uno de los numerosos encuentros que sostuvieron Mijail Gorbachov y Ronald Reagan y este último abandonaba Moscú.
Viajé en Aeroflot en un vuelo en el que había bastantes asientos vacíos, así que me acomodé en la fila de tres que me correspondía en los
últimos asientos situados al lado de los motores de los incómodos y ruidosos IL-62 y así, sin ningún entretenimiento, hice el viaje de casi
14 horas hasta Moscú, escala incluida. La escala fue en el aeropuerto de Shannon, en Irlanda. Acostumbrado al humilde aeropuerto de La
Habana, aquello me pareció fantástico, me asombré cuando con precisión británica a las 8 de la mañana en punto se abrieron simultáneamente
todas las cortinas de seguridad de mas de cien metros de comercios y dejaron ver las mercancías, sobre todo vajillas y adornos de cerámica
de la mayor calidad. Por supuesto que el único que no tenía un centavo para tomarse una cerveza o comer un bocadillo era yo, solo llevaba
rublos que no tenían valor en ninguna parte que no fuera la URSS. Como buen cubano no deje de pedir una bolsa plástica en una tienda, para
al menos tener un recuerdo.
EL HIMNO SOVIETICO, UNA VERDADERA OBRA DE ARTE.
Llegué a Moscú casi al atardecer y no había nadie esperándome. Ni gota de ruso sabía y por señas logré me regalaran dos kopecs o centavos
para hacer una llamada telefónica al Agregado Cultural de la Embajada, el ¿notable? poeta Pablo Armando Fernández, encargado de la visita.
El mismo nunca me respondió, solo una ayudante y me dijo que tomara un taxi. Su gestión fue tan notable como su poesía, que ya es decir.
Tomé un taxi, después de ver como discutían los taxistas para disputarse el viaje. Me tocó una mujer taxista de más de 6 pies de altura,
con piernas más peludas que las mías y que al salir del aeropuerto por poco aplasta a un borracho que tenía en la mano un pomo de colonia,
al que le dijo quien sabe cuantas cosas.
A duras penas llegué al hotel y el dinero de bolsillo que traía no me alcanzó, así que suerte que algunos de mis compañeros estaba en el
lobby del hotel y me ayudaron a pagar.
Al registrarme tomaron y retuvieron mi pasaporte y me dieron una tarjeta de identificación de dicho hotel.
MAUSOLEO DE LENIN Y MURALLA DEL KREMLIM.
Hotel Ural.
El Hotel Ural era un hotel no muy viejo por dentro, pero de arquitectura similar a la de Los Rascacielos de Stalin, popularmente conocidos
también como las Siete hermanas, que es un conjunto de siete rascacielos construidos en una elaborada combinación de estilo barroco ruso y
gótico. El hotel tenía unos diez pisos y cuando se abría uno de los dos raquíticos ascensores, daba acceso a una especie de pequeña sala
desde la que se divisaban los pasillos del hotel. En ese lugar había una señora mayor que vendía agua saborizada, te, caramelos y cigarros.
Pero ese no era su función fundamental, sino era la de constituirse en la espía principal de cada piso, controlando todos los movimientos
de los que al hotel tenían acceso y por supuesto reportarlo.
Mi habitación era la última de una esquina a una céntrica calle y por ir yo al frente del grupo de veinte cubanos, era la única que contaba
con servicio sanitario y baño propio. El resto debían ir a un baño colectivo existente en cada piso y en el caso de querer bañarse tenían
que pagar 30 kopecs por su uso. Por supuesto que no tenía tranquilidad, todo el mundo iba a hacer sus necesidades y a bañarse a mi
habitación, y por supuesto que la persona que nos atendía indagó por qué había tanto movimiento hacia mi habitación. Los rusos no
comprendían que los cubanos tienen que bañarse todos los días.
Antes de pasar a otro tema voy a hablar del una anécdota simpática. Nos habían dado una asignación monetaria bastante generosa de lo cual
hablaré más adelante, pero el cubano siempre quiere más, así que un par de pinareños (el Director Provincial de Comercio del Libro y su
técnico comercial) se pusieron de acuerdo para vigilar a la vigilante del piso y robarle las botellas vacías de agua consumidas por los
huéspedes y que ellas vendían después a dos centavos o kopecs cada una. Era bien temprano cuando salí a estirar las piernas mucho antes que
los demás (como contaré prácticamente no anochecía), cuando veo a los dos personajes citados con un saco cada uno. Los sorprendí, los
regañé y les dije que no repitieran el hecho. Ahora tenían que cuidarse de la cuidadora y de mí.
VODKA FAMOSO MUNDIALMENTE, STOLICHNAYA.
Escuela Superior del PCUS de Moscú.
La Escuela Superior del Partido Comunista de la Unión Soviética de Moscú era igualmente un edificio impresionante. Cuando el ómnibus que
nos recogía nos dejó en ese lugar nos parecía estar en un búnker visto tantas veces en películas de la segunda guerra mundial. De inmediato
surgió un personaje que se identificó como nuestro traductor y me buscaba a mí. Era un muchacho joven, medio pelirrojo, medio rubio, de
bigote rubio, alto y que hablaba con un español completamente castizo.
Me contó que había estudiado español en la URSS pero que estuvo siete años como traductor en la embajada de la Unión Soviética en Madrid,
así que de ahí su forma de hablar. Se me haría inseparable durante casi todo el mes de nuestra estancia. Me llevó a conocer al Director de
la Escuela, un personaje supongo que de altas esferas, pues tenía, a diferencia de casi todos los demás, un traje de corte impecable, una
oficina propia de un magnate y disponía de un automóvil Chaika, distintivo de poder. Me recibió muy afectuosamente y en forma misteriosa,
sacó de una gaveta cerrada con llave, una botella de vodka Stolichnaya, bien conocido en Cuba y dos copas.
Hizo un brindis conmigo y lanzó la copa contra una chimenea existente. El traductor me indicó que hiciera lo mismo y así fue. Era un
brindis a que gracias a mi presencia podía tomarse una copa de vodka, prohibido por la Ley Seca que imperaba en el país y de la que solo se
exceptuaban los extranjeros.
A su vez me hizo entrega de un sobre con una suma tres veces superior a la entregada al resto de los miembros de la delegación y que ya era
representativa, como conocí después de dos o tres meses de trabajo de un profesional como un abogado o un médico.
De ese dinero entregado solamente teníamos que pagar lo que comiéramos y de eso voy a hablar ahora.
UN LUJOSO CHAIKA SIMILAR AL QUE TENIA EL DIRECTOR DE LA ESCUELA.
El curso era realmente un bluff, un engaño. Muy pocas materias de comercio del libro y casi todas políticas, y a tono con los tiempos,
todas criticando el sistema soviético, sobre todo la doble moral, la falta de democracia, el atraso económico y tecnológico, males que se
repiten en todos los lugares donde el socialismo ha dirigido la sociedad.
Lo curioso es que sobre un tema del que conozco un poco, la informática, hacían presunción de adelanto. Un aula con unas 20 computadoras
personales marca Robotron de la extinta República Democrática Alemana y una impresora de punto les parecía un gran adelanto técnico.
Crearon un documento y lo mandaron a imprimir y aquello parecía que no iba a materializarse nunca, cuando al fin comenzó el zumbido de la
impresora. Por prudencia no hablé de que en mi oficina contaba con dos computadoras personales, una NEC y otra Sony las que funcionaban en
esa fecha a una velocidad muchas veces superior a la muestra.
Por supuesto siempre hubo cubanos extremistas que le salieron a discutir al profesor sus expresiones de la falta de información y de
libertad de expresión que había existido en la URSS y que no permitían otro punto de vista que no fuera el oficial. Las revistas Life y
Selecciones del Reader’s Digest decían muchas verdades, según el profesor, y eso un cubano enceguecido no podía pasarlo.
EL VERDADERO SIGNIFICADO DE MOLOKO.
Vamos a caerle al “morococo”.
La delegación o participantes en el entrenamiento estaba integrada por veinte personas, tres técnicos de la Distribuidora Nacional del
Libro, y el resto eran Directores Provinciales de Comercio del Libro o técnicos en dicha especialidad. No obstante tratarse de una
actividad cultural había un amplio abanico de personas con cultura elevada, cultura media y hasta perfectos anormales. En esta última
categoría estaban el Director de Pinar del Río y su técnico, de los cuales ya hablé había sorprendido arañando centavos y después los
mencionaré por algo más denigrante.
Pero fue el técnico Comercial de Pinar del Río, que hasta el momento dudo si sabe hablar bien el español y como entró a trabajar en algo
relacionado con la literatura, el que puso un punto jocoso en nuestra estancia allí.
El primer día llegamos sobre las 8 de la mañana a la Escuela y el traductor nos explicó que había un restaurante y dos cafeterías donde
podíamos desayunar y almorzar. Los precios eran bien módicos, una carne con papas o un biste, 25 kopecs, un canapé de jamón o chorizo, 15
kopecs (los soviéticos no habían descubierto aún el sandwich y solo comían una parte del pan con el relleno adentro sin tapa), leche o
chocolate con leche cinco kopecs, y así todo un abanico de comidas bien baratas, salvo dos casos, el té que era gratis y el cafe (café é
instantáneo en polvo brasileño) que costaba más que la carne: 28 kopecs.
Tratamos de identificar el significado de cada palabra y por supuesto las que mas pegaron fueron carne (miasa) y leche (molokó).
Pues todos los días, en desayuno y almuerzo, sin faltar uno, llegaba el pinareño a la cola del restaurante y decía varias veces: “vamo´ a
caerle al morococo”. Ya “caerle al morococo” lo decíamos hasta para tomarnos un helado en la calle.
El traductor.
El traductor hizo muy buena confianza conmigo, yo solo era unos años mayor que él, tenía dos hijos varones igual que yo y me confesó unas
cuantas cosas que solo se le confiesan a alguien al que le es imposible denunciarlo. Siempre después de almuerzo sobre las dos de la tarde
teníamos todo el tiempo disponible para nosotros. Yo aproveché para conocer una y cada una de todas las estaciones del metro de Moscú,
auténticas maravillas arquitectónicas. El metro es mucho más que un medio de transporte. Es una forma de viajar por la historia, de seguir
desde primera línea la evolución de una ciudad y sus habitantes. En torno al subterráneo de Moscú se prodigan las leyendas, como la que
cuenta que Stalin ordenó construir una línea secreta al Kremlin para su uso en caso de emergencia.
ALMACENES GUM.
Otras veces iba a tiendas, sobre todo comercios grandes como los almacenes Gum y otros cuyo nombre no recuerdo. Lo que si recuerdo bien es
que a Jorge Barrera, del que he hablado, su hermana le había enviado un jean Lee que no le servía, así que se lo compré bien barato y fue
mi caballo de batalla en Moscú. El Lee todos los rusos sabían de donde provenía y me miraban inquisitivamente, ellos podían comprar ropas
de todo tipo pero de poca calidad, salvo los abrigos. Dondequiera que me pusiera en una cola en una tienda moscovita, se ponía no se
cuantos rusos inmediatamente detrás de mí. Me explicó el traductor que lo que comprara un extranjero es porque era de buena calidad.
Lo que si me impactó fue el sistema de compra y pago en las tiendas soviéticas. Usted entraba haciendo pago previo de forma exacta de lo
que iba a comprar, es decir voy a comprar un pañuelo y una corbata y valen entre los dos 7.50 rublos, usted pagaba esa cantidad y a la
salida le revisaban el ticket contra los artículos. Yo no se como rayos se valían los compradores de no equivocarse.
Claro que existían también tiendas de productos japoneses fundamentalmente, que vendían en un rublo convertible, algo como el CUC cubano y
a precios realmente exhorbitantes (parece que hasta en eso y ya desaparecida la Unión Soviética, copiamos de ellos).
Pues les narro dos anécdotas con el traductor. Me invitó a salir en su Lada 1500, que pudo comprar gracias a los siete años de trabajo en
la embajada en Madrid. Pero me habla de como mantenerlo. Me lleva a una tienda de accesorios automotrices y vemos unas gomas ring 13
propias para el Lada y de fabricación soviética, también vemos otras japonesas mucho más caras. De ahí seguimos a varios lugares en donde
misteriosamente entrábamos por detrás y donde vendían productos en bolsa negra o robados. Al final compra dos neumáticos por un precio
inferior al de una sola goma en el comercio legal.
Igual ocurre con la gasolina, por menos del 60% del precio oficial la compra de contrabando. Le hice saber que en Cuba, en momentos de
bonanza como eran los años 80, el panorama era el mismo. Parece que es un mal que trae el socialismo innato: el robo y el comercio
clandestino.
El otro episodio se refiere a la Escuela Superior del Partido. Allí había dos cafeterías donde se vendía además de lo habitual para
consumir, carne fresca. En uno podían comprar los empleados y alumnos, en el otro, donde la carne era de mayor calidad y más barata, solo
podían hacerlos los que ostentaran cargos de dirección política o administrativa. Nada, igual que en Cuba que unos eran mas iguales que
otros.
El traductor nos acompañó durante nuestra estancia en Moscú durante tres semanas y allí dió paso a un nuevo personaje al que apodamos “el
Estrujado” porque en 8 o 9 días que nos acompañó en el viaje a Leningrado y el regreso y partida a Cuba, no se cambió ni la camisa.
El último recuerdo del traductor, el españolizado, fue impactante. Me explicó que la identificación o carné de identidad en la antigua URSS
era un libro llamado Passport o pasaporte, y eso era de hecho, para ir de una ciudad a otra y sobre todo para ir a Moscú, había que obtener
una especie de visado. Extranjeros en su propio país eran los soviéticos.
CALLE ARBAT.
Y debo hablar que el tercer domingo de junio, cuando en Cuba se celebra el día de los Padres, fui a pasear por la Calle Arbat, una calle
peatonal de alrededor de un kilómetro de largo y uno de los más pintorescos de Moscú y a lo largo de su avenida principal te podrás
encontrar con cafeterías, tiendas artesanales, pinacotecas y un ambiente bohemio muy concurrido de artistas callejeros, músicos,
retratistas, etc. además de contar con la casa museo de Pushkin, el célebre escritor ruso.
Pues por allí andaba cuando de pronto en medio de aquel dia veraniego, comencé a sentir un frío intenso, a ponerse negro el cielo y comencé
a temblar como una hoja. No pude más y tuve que entrar al primer lugar con abrigo que ví: una especie de sala de video donde proyectaban
documentales y animados rusos. No entendía nada pero me salvé del frío glacial. Ahi tuve mi respuesta a por qué en pleno verano, muchos
rusos andaban con abrigos aunque hubiera calor.
Leningrado.
El viaje a Leningrado comenzó con algo que me gusta muchísimo: los trenes. En una de las estaciones de trenes de Moscú, La manera más
clásica y popular es viajar en tren. La conexión ferroviaria entre Moscú y San Petersburgo se estableció en el año 1851. Moscú y San
Petersburgo están distanciadas 650 km. Hay trenes de día y nocturnos. Los nocturnos tardan cerca de 8 horas y tienen coche-cama para
dormir. Por supuesto nos impactó la gigantesca estación, y sobre todo la puntualidad de los trenes. Invariablemente cada pocos minutos
salía un tren y llegaba otro.
Está de más decir que no dormimos nada durante el viaje, estuvimos todo el tiempo en el pasillo disfrutando del paisaje, casi todo
gigantescos bosques de pinos y abedules, cruce de inmensos ríos y cruce sistemático de un tren con otro en sentido contrario, todo a la luz
de una noche que era casi de día. El tren Moscú-Leningrado (hoy volvió a llamarse San Petersburgo) es una experiencia inolvidable.
En la estación nos esperaba un ómnibus, el cual nos dió un recorrido por la hermosa ciudad (es un entarimado de más de 40 islas, más de 60
ríos y canales y 342 puentes sobre ellos, que dan al carácter de la ciudad los rasgos románticos. 22 grandes puentes que cruzan el río Neva
son levadizos, o sea, se levantan de noche para dejar pasar a los grandes barcos mercantes.)
Simplemente en ese recorrido nos dimos cuenta (algunos) que es una ciudad de famosos museos y palacios aristocráticos, hermosos parques,
majestuosos templos y magníficos monumentos. La gran cantidad de puentes, palacios, iglesias, monumentos, museos y edificios de toda índole
hace que a San Petersburgo le llamen a menudo “el museo al aire libre”.
Hicimos una breve parada en un complejo de hoteles finlandeses que hasta Pepsi Cola tenían pero a precios no prohibitivos para nosotros,
pero si para los ciudadanos soviéticos. De ahí fuimos a un famoso hotel cuyo nombre no conservé, pero que se nota por todas partes es de
mediados del siglo XIX. Escalones de mármol, viejos pero relucientes ascensores de puertas de rejillas, lustrosa marquetería de maderas
preciosas, todo apuntaba a un hotel de lujo, salvo el consabido hecho de no contar con baños ni sanitarios propios en las habitaciones.
Esta vez si me las vi negras. En la espaciosa habitación sólo había un triste lavamanos, a cuyos pies había unos 50 centímetros alrededor
de un material plástico protector del piso. Pues con un vaso me bañaba en ese pequeño espacio y al sanitario no queda otro remedio que ir
al público. Claro que también contábamos con la presencia de la cuidadora infaltable.
Leningrado o San Petersburgo o la Venecia del Norte es una ciudad en la que nunca alcanza el tiempo para ver las cosas interesantes que
hay, pero pude ver algunas en la corta semana que pasé allí. San Petersburgo fue fundada por Pedro I el Grande en el año 1703, Zar de la
Rusia Imperial y descendiente de la dinastía Románov, iniciando un vasto proyecto urbanístico que convirtió a la ciudad en la capital del
imperio durante más de doscientos años. Posteriormente fue conocida como Petrogrado entre los años 1914 y 1924, y como Leningrado en
tiempos de la Unión Soviética y ahora recuperó su nombre original.
El palacio de Peterhof (hoy Petrodvoréts) se encuentra al oeste de San Petersburgo junto a la costa del Golfo de Finlandia, en las
cercanías de la fortaleza de Kronstadt, convirtiéndolo en un emplazamiento especialmente atractivo para el Zar. El conjunto aquitectónico
muestra el extravagante lujo y la opulencia que rodeaba la vida de los zares. En torno al palacio se crearon dos majestuosos parques, el
conocido como Parque Superior, que cuenta con cinco fuentes y el Parque Inferior, abarcando una superficie de más de cien hectáreas, donde
se encuentra el complejo de fuentes más grande construido por el hombre.
Las fuentes de los jardines de Petrodvoréts alcanzan un grado inusual de belleza y creatividad, siendo alimentadas por manantiales
naturales, conformando una espectacular obra de canalización de más de veinte kilómetros de longitud. El mayor logro tecnológico de las
fuentes de los zares es que todas ellas operan sin el uso de bombas, suministrando el agua de manantiales naturales y acumulándose en los
embalses de los jardines superiores, permitiendo que la diferencia de elevación cree la presión necesaria que impulsa la mayoría de las
fuentes del Parque Inferior, incluyendo a la Gran Cascada. Recordemos que fueron construidas a principios de los 1700.
Pues fue en una de esas fuentes con nuestra visita al Palacio de Verano, donde los pinareños sacaron la garra nuevamente. Habíamos visitado
ya el Palacio en sus interiores y disfrutabamos de la hermosa vista de las fuentes, una de ellas con la sorpresa de que pisas una piedra y
sale un chorro de agua, pero llegamos a una donde, igual que en la Fontana de Trevi en Roma, en la que una leyenda tradicional sostiene que
los visitantes que arrojan una moneda a la fuente aseguran su regreso a ese lugar. Pues allí nos encontramos miles de monedas, lo que nunca
supuse que a los pocos minutos un miliciano o policía soviético detuviera al técnico de Pinar del Río, el cual, bajo la mirada atenta de su
compinche director provincial, se había quitado los zapatos y arremangado el pantalón y estaba dentro de la fuente recogiendo las monedas
de mayor denominación. Nueva verguenza y explicación a las autoridades, que de mala gana no arrestaron al guajiro.
De ahi en adelante y una vez teerminadas las visitas dirigidas al acorazado Potemkin, la casa de la Moneda y a la oficina de Lenin, preferí
ir solo a los lugares que solo a mí me interesaban, como el museo del Hermitage. El Museo del Hermitage cuyo nombre proviene del francés
ermitage, «ermita», «refugio del ermitaño») es una de las mayores pinacotecas y museos de antigüedades del mundo. La colección del museo
ocupa un complejo formado por seis edificios situados a la orilla del río Neva, siendo el más importante de estos el Palacio de Invierno,
residencia oficial de los antiguos zares. El museo se formó con la colección privada que fueron adquiriendo los zares durante varios
siglos, y no fue hasta el año 1917 cuando fue declarado Museo Estatal. Su colección, formada por más de tres millones de piezas, abarca
desde antigüedades romanas y griegas, a cuadros y esculturas de la Europea Occidental, arte oriental, piezas arqueológicas, arte ruso,
joyas o armas.
Pagué con mucho gusto el alto precio de entrada, pero sólo disponía de un día y eso solo alcanza para ver algunas salas.
Otros recuerdos que tengo de Leningrado o San Petersburgo están relacionados con su clima. Estuve allí a finales de junio, o sea pleno
verano y recuerdo que uno de mis compañeros leyó 35 grados en un termómetro y había buen sol pero realmente no hacía nada de calor, mas
bien fresco. Nos llamó la atención que los miles de canales de la ciudad estaban colmados de hombres, mujeres y niños en trajes de baño y
muchos se bañaban en sus aguas. Alguno de nosotros fue a tocar el agua y resulta que estaba más fría que la de un refrigerador, si un
cubano se baña ahí “adiós Lola”.
El otro se refiere a las Noches Blancas.
En las ciudades situadas cerca de los círculos polares seproducen entre los meses de mayo a julio un espectáculo inigualable: Las Noches
Blancas. La ciudad rusa más famosa donde se puede ver las “noches blancas” es San Petersburgo, sobre todo en los meses de mayo, junio y
julio. El sol está presente en el horizonte casi veinte horas al día y de inmediato vuelve a amanecer, no como en Cuba, donde la salida y
puesta del sol son muy rápidas, sino de forma muy lenta, por lo que casi en ningún momento oscurece completamente.
Más de una noche fui testigo de la elevación de los puentes del río Neva, que se hace para permitir a los barcos mercantes navegar por el
río desde el mar Báltico hacía el lago Ládoga, se ha convertido en un espectáculo famoso, único y característico de San Petersburgo, por lo
que es uno de los símbolos de la ciudad. Durante las Noches Blancas las calles nocturnas y las orillas del Neva, como malecones, están
llenas de gente paseando, disfrutando y observando la elevación de los puentes. Muchas cafeterías, bares y terrazas están abiertas toda la
noche.
Más bien sentía frío, pues a las dos de la mañana, con 15 grados de temperatura o menos, es bien frío para los cubanos, pero valía la pena
ver el espectáculo. Como gran aficionado a la literatura, me acordé mucho de una novela de Fiodor Dostoyevski que disfruté muchísimo en mi
juventud y por ser corta leí más de una vez: Noches Blancas, que trata de sus cotidianos paseos por las calles de San Petersburgo durante
cuatro noches y una mañana. Trata de un joven soñador y solitario quee imagina constantemente su vejez solitaria. Durante uno de sus largos
y cotidianos paseos por la ciudad se encuentra con una joven, Nástienka a la que encuentra llorando, comienzan a hablar y los dos se
agradan. Hasta entonces, éste nunca se había enamorado, pero hay algo de ella que lo hechiza.Se encuentra a una mujer llorando, él le
empieza a hablar y los dos se agradan. Ella le cuenta lo sola que se siente y se citan para hablar al siguiente día con una condición: que
él no la ame para siempre.
Ella le cuenta que tuvo un novio, el cual la noche antes de que este dejara Petersburgo para trabajar en Moscú, Nastenka se escapa de su
abuela ciega y su criada sorda y le pide que se case con ella. Él rechaza su oferta, diciéndole que no tiene dinero para mantenerla, pero
que volverá un año exacto después. Nastenka le cuenta que hace exactamente un año de eso, pero que en ese tiempo no le ha escrito ni una
simple carta.
Dos días después, ambos se revelan su amor. Hacen planes de boda, y cuando se van a despedir, aparece el prometido que estaba en Moscú,
besa en los labios a nuestro joven narrador, pero marcha con su prometido.
Al siguiente día le llega una carta, la cual rompe pero luego compone, en la que le dice que ella lo ama como amigo, y que espera su
perdón. Ella lo invita a formar parte de su vida, aún con su prometido presente. Él se niega a ello, pero agradece sinceramente la
oportunidad vivida de compartir con otra persona la felicidad efímera de unas “noches blancas”. La obra nos habla sobre amar libremente a
otra persona, aun cuando el destino indique que no pueden estar juntos. Todo un tango ruso.
Al vivir las Noches Blancas rememoré esa novela tan profunda como todas las obras de Dostoyevski.
Y como colofón una cordial invitación a una comida en algo llamado Casa de la Prensa y el Escritor, donde nos agasajaron, me tomé la única
cerveza soviética (malísima y caliente) para la que hacían largas colas los afectados por la Ley Seca, y me dieron por la antivena del
gusto con la comida, un entrante de borsch. El borsch es una sopa de verduras, que incluye generalmente raíces de remolacha que le dan un
color rojo intenso, y para colmo era fría. Nunca olvidaré tan mala comida para mi gusto, ya que detesto la remolacha y la cerveza caliente,
pero ya me había desquitado comiendo a mi gusto todos los días que pasé en la Unión Soviética menos ese,que desgraciadamente es el que más
recuerdo.
AEROPUERTO DE GANDER.
Regreso a Cuba.
El regreso a Cuba lo hicimos en un moderno entonces avión IL-86, remedo del Jumbo Boeing 747, que realmente resultó cómodo. Ya en el avión,
a las pocas horas voy al baño y veo que no había nada, ni jabón, ni papel sanitario, nada. Uno de los pinareños (otra vez) mostraba en el
bolsillo interior de su saco un poco de perfume que se había llevado del baño, no importaba que pusieran los perfumes sin tapa, así mismo
lo sustraían.
Al hacer escala en Gander, Canada, veo que había demora en bajarse por parte de algunos pasajeros. El aeropuerto entonces, no se si ahora
será así todavía, no tiene túneles articulados, por lo que había que descender a la pista. En esos momentos había 2 grados centígrados de
temperatura, punto de congelación excedido para un cubano. Antes de entrar a la puerta del salón del aeropuerto vemos a la izquierda a una
patrulla de la policía con dos policías canadienses con los brazos cruzados (recuerdo hasta el nombre del oficial: Mr. Reynolds), las
cuatro puertas del auto abiertas y prendidas las luces intermitentes de la misma. Toda una invitación a quedarse.
Cinco cubanos que regresaban a Cuba se quedan en Gander y ello provoca casi cuatro horas de demora pues bajaron todos los equipajes, los
revisaron y volvieron a subir. No obstante la lata de Coca Cola que me ofrecieron, la guardé para llevársela a mis hijos que nunca la
habían visto. Hay otra anécdota más impactante y triste a la vez relacionada con Gander y mi padre, que ya contaré.
Conclusión.
Creo que fue una experiencia importante irrepetible.
Pude constatar que Mijaíl Gorbachov, premio Nobel de la Paz 1990, una de las figuras más destacadas y al mismo tiempo más contradictorias
de la política del siglo XX y que encabezó la Unión Soviética durante casi siete años en calidad de secretario general del Comité Central
del Partido Comunista de la Unión Soviética (1985-1991), y como presidente de la URSS (1990-1991) el último en la historia del país, fue un
reformador legendario que llevó libertad y democracia a un país “cerrado” y que creó los conceptos de “glásnost” (transparencia y libertad
de expresión) y “perestroika” (reconstrucción, reforma).
Sea como fuere, Gorbachov contribuyó a la transformación de todo el panorama político internacional. A él se le atribuye la caída del muro
de Berlín y la finalización de la Guerra Fría.
Pude observar como la libre expresión acabó sin tirar un tiro con todo un sistema montado durante más de 70 años. En las clases que
recibimos en la Escuela Superior del PCUS de Moscú no desdeñaban motivos para criticar al socialismo, valorar al comunismo de una utopía y
denunciar que la historia de Rusia había sido manipulada y escondida las verdades, sobre todo por el estalinismo y por los burócratas de
Jruschov, Brezhnev, Andropov y Chernenko. Y a través del traductor y de otros cubanos que vivían allí y con los que compartí, conocí, o
mejor ratifiqué que aquel era un régimen impuesto y no deseado por la gran mayoría de la población.
Las manifestaciones masivas que viví en los alrededores de las oficinas del periódico Pravda, donde tuve que refugiarme pues llegaron los
policías con porras a darle golpes a los que protestaban en contra de la existencia del mencionado Pasaporte, los que fueron obligados a
montar en guaguas rusas marca Paz similares a las que existían en Cuba, más las protestas mediante gestos de los que veían en cualquier
parte la Conferencia del Partido que se celebró durante mi estancia allí, corroboraron mi criterio.
Como describiera Orwell en su obra “1984”, un país presidido por un poder absoluto que controla hasta los pensamientos y donde el Partido
quiere tener el poder por amor al poder mismo, no puede subsistir.
Como dijo el maestro Pablo Neruda: “Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”.
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