Los pesos y medidas en Cuba
En Cuba oficialmente desde 1849.está instaurado el Sistema Métrico Decimal, pero en la realidad, y ahí va el peso de la costumbre, se han seguido utilizando medidas españolas, inglesas, francesas y quién sabe cuántas más.
A pesar de que en Cuba existe, como curiosidad exclusiva mundial un monumento al metro o al Sistema Métrico Decimal y que se encuentra en los restos de la muralla de la Habana en la calle Egido, al lado de la Estación Terminal de Trenes, bueno all menos existe esa cita, no se en realidad si la obra destructiva de la revolución, también acabó con esta curiosidad, lo cierto es que el SMD no acaba de implantarse totalmente en la mente de los cubanos. No basta con que la gasolina ahora se despache por litros y no por galones como era antiguamente, y algunos artículos se venden en kilogramos, la libra sigue siendo el patrón sembrado en nuestro cerebro.
Por supuesto que al Sistema Métrico Decimal o Internacional como se le llama ahora, le ha costado mucho trabajo imponerse a pesar de que es un dolor de cabeza trabajar con medidas de todos los tipos, lo que provocan conversiones y cálculos interminables, aparte de lo que representa en cuanto a confusión en todo tipo de tareas, estudios, comercio y eventos científicos.
Se suponía que por el riesgo que ello implicaba, los primeros en unificarse fuera la aviación civil, y se acordó internacionalmente hacer todas las operaciones, al igual que en la meteorología, en medidas métrico decimales. Pero al menos en Estados Unidos, todas las medidas empleadas en meteorología y aviación, están relacionadas con pies,pulgadas, millas, nudos, toneladas y no con metros, centímetros o milímetros kilómetros o toneladas métricas. El vuelo de un avión se mide en nudos por hora en cuanto a velocidad, la distancia en millas y la altitud en pies. Los partes meteorológicos se dan en cuanto a precipitaciones en pulgadas, la velocidad del viento en millas por hora y la presión atmosférica en milibares, mientras que la temperatura es medida en grados Fahrenheit, todos fuera del SMD.
Recordemos que el SMD nace en Francia y la rivalidad con los ingleses hizo que esto fuera saboteado para que no se difundiera su empleo, pero la razón y la simpleza del sistema se han ido imponiendo poco a poco mundialmente.
Esto se transmite a todos los aspectos de la vida, ya que no se puede estandarizar nada y mientras se trata de que los alimentos, medicinas y cualquier insumo sean medidos en volúmenes o pesos métricos, tales como litros o kilogramos y sus divisiones, se hace muy difícil continuar con la onza, la libra, la pinta y el galón y es un rompecabezas para el que no esté acostumbrado a uno u otro tipo de medición. Ello se transmite de los productores a los consumidores, pues no es lo mismo medidas que no se corresponden con su conversión en otra norma a estar calculando lo que representan al convertirlo.
Y el mundo boticario es otra cosa, pues las grandes farmacéuticas del mundo producen con arreglo al SMD , lo que ha obligado a la estandarización mundial. Me asombro de ver como en Estados Unidos, donde todo se maneja en onzas, han tenido que asimilar, sobre todo en las dosis de medicamentos, los mililitros, miligramos, gramos, etc. Amigos médicos me confiesan que es un verdadero problema, que en definitiva tienen que resolver, el estar acostumbrados a un sistema y basar sus recetas de medicamentos o pruebas de laboratorio en el sistema métrico.
Todos los países tenían sus particularidades y sus medidas específicas, la milla francesa era distinta a la inglesa y el pie en una región era diferente al pie en otro lugar o país. Los rusos tenían la versta (la vuelta de un arado) que era 1.07 kilómetros, el arshin que era 71.12 cm y el sazhen con 2.14 metros y así infinidad de otras medidas como el pud con 36.12 libras, y el berkovets con 361.2 libras, el funt equivalente a 14.5 onzas, bochka, equivalente a 492 litros. En España se empleaba el hato y el corral, así como la caballería y además la legua con 6666 2/3 varas o 5573 metros, la milla marina igual a 1108 brazas, la braza igual a 6 pies, el cable igual a 120 brazas, la fanega de tierra equivalente a 0,64 hectáreas, el moyo igual a 16 cántaras o 258 litros, el cuartillo igual a 2 octavas o medio litro y fracción, el quintal con cuatro arrobas, la arroba con 25 libras, la tonelada con 20 quintales, la onza con 16 adarmes, el adarme con 3 tomines, el tomín con 12 granos y el grano equivalente a 49.9 miligramos.
En Estados Unidos el tema tiene otra connotación por tratarse de la primera economía mundial. ¿Por qué EE.UU. no adopta el sistema métrico como casi todo el mundo?. Estados Unidos, Liberia y Birmania son los únicos países del mundo que no han adoptado oficialmente el sistema métrico decimal. El sistema actual que es conocido como US Customary System (sistema tradicional de EE.UU.) es el resultante del Sistema de Unidades Imperial, con el que Reino Unido unificó los pesos y medidas en sus colonias a principios del siglo XIX, cuando ya Estados Unidos no era colonia británica.
Aunque en Estados Unidos no se emplea oficialmente el SMD, este se enseña en las escuelas y voluntariamente ha sido acogido por algunas áreas, sobre todo le ciencia, la tecnología y la industria. Además fue promulgada una ley federal que obliga a que los productos de consumo lleven en su etiqueta las cantidades tanto en el sistema tradicional como en el métrico.
No obstante esta confusión de medidas hizo que una nave de la NASA se estrellara en 1999 por problemas de que sus equipos de navegación estaban en un sistema y las instrucciones de vuelo en otro. Y ni hablar del gasto de adaptar los productos americanos al mercado internacional. Pero sin duda no es fácil crecer con pulgadas, pies, millas y libras, galones y bushels y tener que aprender un sistema nuevo. Pero eso es algo que es inevitable de acometer en algún momento.
Origen del SMD
A partir del análisis de científicos como Simon Stevin y Talleyrand, se debatió en la Asamblea Nacional Francesa proclamando en 1799 el metro como unidad de medidas nacional, junto con el kilogramo y el litro, así como sus subdivisiones, un sistema que lo subdivide todo en décimos y es más sencillo.
La diezmillonésima parte del cuadrado terrestre, como nos enseñaron que era el metro en la escuela, el litro para los líquidos que equivale a un decímetro cúbico de agua y el peso de ésta equivalente a un litro, se aprenden de carretilla pero si sigues comprando en pies o pulgadas, cuartos, pintas o galones, se hace difícil de digerir.
Por supuesto que el metro patrón, del que nos repiten en la escuela se encuentra en las afueras de París, en Sevres, y es mantenida a cero grados centígrados (otro lío con los Fahrenheit ingleses) en una habitación subterránea y celosamente custodiada, seguramente está muy lejos de las medidas que emplean los guajiros en el mercado agrícola donde compramos.
Tal vez previendo eso Antoine Lavoisier, que dirigió las tareas del SMD y que fuera guillotinado durante el reino del Terror en la revolución francesa, estaba muy claro cuando dijo:
“Nunca algo más grande y más sencillo, más coherente en todas sus partes, ha salido de la mano de los hombres”, pero no tuvo en cuenta que los hombres son hijos de la costumbre y aunque algo les vas a mejorar la vida, les cuesta mucho trabajo cambiar.
En 1849 la colonia española implantó oficialmente en España y sus posesiones el SMD, pero se mantuvo una mezcla de medidas que sobrevivieron a lo establecido oficialmente, por lo que hay un confusionismo tremendo.
Las fincas se miden tradicionalmente en Cuba en caballerías que son aproximadamente 134.202 metros cuadrados y al tasar los terrenos se trabaja por el agrimensor con el metro por lo que hay que aprenderse la equivalencia con la vara inglesa, mientras que las tierras de propiedad norteamericana se medían en acres.
Y antes, tras la revolución haitiana, el éxodo de franceses a Cuba trajo en la compraventa de terrenos el término “careau”, equivalente a 18662 varas cuadrada y algo más. Ahí no paraba la confusión, eran medidas corrientes los cordeles, con 414203 metros cuadrados y una caballería con 24 cordeles, así era como se vendían fincas y se medían terrenos y era lo más usual en nuestro país.
Al cortador de caña se le pagaba por tarea, que equivalía a 96 varas cuadradas, aproximadamente una manzana de terreno. Y en cuanto a sembrados de viandas, vegetales y frutos, se hablaba de besanas o mesanas. Una besana de yuca era 3600 varas cuadradas sembradas con esa vianda.
Y en la parte oriental de la isla eran empleadas unas medidas de tierra muy específicas: la “roza” con 10 mil varas cuadradas y el ya mencionado “careu” resultante de la influencia francesa. En Isla de Pinos, donde hubo una importante colonia norteamericana, la medida de tierra empleada era el “acre”, representando 5627 varas cuadradas o 4046 metros cuadrados. Treinta y tres acres y un tercio son una caballería.
Algunos piensan que no hay mucha diferencia entre una vara y un metro, que sí la hay, pero cuando hablamos de medidas de superficie hay una gran diferencia entre un metro cuadrado y una vara cuadrada, que aumenta notablemente cuando se mide un terreno grande. Las compañías constructoras de repartos compran los terrenos por metros cuadrados y hacen la propaganda y la venta de las parcelas por varas cuadradas y la simple diferencia es la que paga la urbanización. Un terreno de 30 por 50 varas es mucho más pequeño que cuando se habla de metros. Y si ahí terminara el asunto, la estafa sería despreciable, pero hay que ver que también existen distintos tipos de varas y hasta de libras si de peso se tratase.
La vara castellana es de 836 milímetros, la cubana de 848 y hasta existe una vara habanera con 845, mientras que la inglesa, y la que se compara con el metro, es de 914 milímetros.,
Cuando uno compra un terreno para construir una casa, se encuentra una multitud de números y equivalencias que antes había que resolver a mano cuando no existían las calculadoras. Las importaciones, de cabillas de acero por ejemplo, se realizaban en toneladas métricas, el comerciante cubano la trabaja en quintales o toneladas, medidas no métricas ya que el grueso de las cabillas se mide en pulgadas y sus milésimas y su resistencia es calculada en libras por pie cuadrado. El terreno se ha comprado por varas y la licencia de fabricación municipal se emite en metros cuadrados. La tubería procedente de europa se mide en metros y el importador y el constructor la trabaja en pies. La madera puede ser indistintamente en varas españolas o inglesas. En fin, la construcción alberga no solo una madeja impenetrable de medidas y sistemas, sino también de engaños debido a eso mismo. Por supuesto me estoy refiriendo a cuando mi suegro construyó su casa en el reparto Fontanar, que iba casi diariamente a verificar los avances de la construcción y la calidad de los materiales empleados, buscando también que no lo timaran.
Ahora en Cuba todo está en el Sistema Métrico, aunque subsisten algunas medidas inventadas para poder robar al consumidor, como es el cemento medido en bolsas, que ninguna pesa lo mismo, aunque se supone que sea una equivalencia. Y cuando se trata de grandes cantidades, como las necesarias para construir un edificio, que es lo más usual porque casi nadie puede construir una casa y si lo hace está sujeto a los ojos y orejas del Comité para saber de dónde sacaron los recursos para ello, es corriente que al realizar el cálculo final de una obra como los edificios de Microbrigada, los materiales empleados son suficientes para construir varios inmuebles, y la diferencia está en los bolsillos de los constructores. Y la medida podrá ser toda en unidades del SMD, pero el robo es en tan grande que es imposible de medir.
Ahora vamos al azúcar, que un día fue la reina en Cuba, cuando se decía “sin azúcar no hay país”, a su alrededor se movía un sinnúmero de medidas, de las cuales yas hemos visto las de la tierra, de los cortadores de caña y otras, pero el gran lío estaba en la producción de azúcar.
Así nos encontramos la tonelada larga española, de 2240 libras españolas o 2271 libras inglesas o 1.030 kilogramos, poco más de una tonelada métrica de mil kilogramos y es la medida oficial del peso del azúcar y que rige las producciones internacionales de producción de azúcar.
En el mercado local en Cuba se usaba ampliamente la libra española equivalente a 460 gramos, poco más de una libra americana o inglesa, que tiene 454 gramos. El precio promedio del azúcar internacionalmente se mide entonces en libras inglesas, por lo que había que convertir de libras españolas a inglesas. Y también se empleaba el término de tonelada corta, equivalente a 2000 libras y menor a la tonelada métrica. Una locura.
Realmente uno se acostumbra a un sistema y le es difícil pasar a otro, por eso en Cuba después de la revolución se estableció con más fuerza el SMD sobre todo para complacencia de los soviéticos, pero salvo los productos preenvasados, si usted va a la bodega a un mercado agropecuario a comprar frijoles, arroz o azúcar, se lo van a medir en onzas, libras o arrobas y no en kilogramos o gramos, pero con los productos industriales ya es otra cosa y hay que tener clara la equivalencia, por lo que la locura sigue.
Mi suegro tenía en la casa una pesa de las que usaban los bodegueros y cada vez que sacaba los mandados de la cuota de la libreta de abastecimientos los pesaba y si tenían algún faltante iba a reclamarlo, por eso probablemente haya sido de los pocos a los que no tumbaban en el peso de los productos.
Las pesas que utilizaban los comerciantes en Cuba tenían exclusivamente el peso en el sistema inglés y la mayoría de los productos venían de Estados Unidos, por lo que el paso al kilogramo, el litro y el metro no ha sido fácil y todavía en nuestra mente no está claro. También después aparecieron pesas para comercio minorista que tenían en su balanza ambos sistemas y para balanzas industriales era garantía de fiabilidad las que decía Toledo, de la afamada marca Mettler de Toledo, Ohio, Estados Unidos.
Salí de Cuba con la confusión entre libras y kilogramos, llegué a México y a pesar de que todo es medido en kilogramos, seguía calculando cuánto representaba en libras y ahora, después de cinco años, tuve que dar marcha atrás en Estados Unidos, donde no pongo una con las onzas.
El pobre consumidor cubano.
Y hay aspectos adicionales que conspiran para que se profundice esta disparidad que pone aún más indefenso al consumidor cubano. Desde 1976 con la llamada institucionalización del país y copiando las estructuras soviéticas, se creó el Comité Estatal de Normalización, Metrología y Control de la Calidad, encargado de la metrología y las unidades de medida. El Sistema Internacional de Unidades, conformado por siete medidas que definen tiempo (segundo), longitud (metro), masa (kilogramo), corriente eléctrica (ampere), temperatura termodinámica (kelvin), cantidad de una sustancia (mole) e intensidad luminosa (candela), iba a tener en este organismo, ya desaparecido y convertido en una Oficina, un guardián que velara porque los medios de medición dieran lecturas confiables y seguras y se cumplieran las normas que se establecieran.
En esencia debía garantizar que el comercio, la industria y los consumidores no tuvieran ninguna diferencia con las pesas, longitudes y otras medidas que se emplearan. Pero ese, al igual que casi todos los objetivos que pretendía alcanzar la revolución, fue fallido y solo representó la aparición de mayor burocracia e ineficiencia.
El racionamiento alimenticio y la venta de productos en venta libre a precios mayores, son afectados por el empleo de medios de pesaje obsoletos o manipulados, siempre en desventaja para el consumidor. A eso se le suma el que los comerciantes buscan robos adicionales en artículos congelados, a los que le echan agua y lo congelaban para que en el peso estuviera comprendido el hielo, por solo citar un ejemplo.
Cuba, uno de los últimos estados socialistas y prácticamente el único en el mundo occidental, subsiste pero es un hervidero de problemas económicos y sociales y el relajo con los pesos y medidas contribuye a profundizar este caos. Y a este caos se suma otra locura socialista cubana: la doble moneda, por lo que hay que calcular cuanto cuesta en pesos convertibles un kilogramo o una libra de pollo y su equivalencia en pesos cubanos y hasta en dólares o euros el que los recibe y tiene que cambiarlos. En sí la economía está dolarizada aunque el gobierno no lo reconozca y la escasa utilidad del salario en pesos cubanos empuja a la población hacia el mercado negro, al llamado invento o búsqueda, que no es más que robar al estado o a los otros para satisfacer sus necesidades. Este mercado negro es tan enorme que el sector formal de la economía, básicamente estatal no es capaz de cubrir las necesidades del consumo ni siquiera de forma elemental. El fracaso de la economía planificada y centralizada tiene su máximo exponente en la Cuba socialista.
Y como la propiedad de los medios de producción y la exclusiva de poder hacer importaciones son prerrogativas del Estado, los productos que llegan al mercado negro son robados al estado, tanto los racionados como los de venta libre.
Es por eso que el colmo de un bodeguero, que vive de robar en el peso a sus clientes, es que le roben en la bodega, aunque hay momentos en que no hay ni qué robar.
En resumen y al margen de las consideraciones políticas negativas del sistema, en el tema de las medidas y pesos hace falta un comunismo férreo como el que existió en la Unión Soviética para que nos libre de esta locura y nos imponga la racionalidad, pero que sea solo para eso.
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