Treinta años sin la URSS

Treinta años sin la URSS

El fin de un año y el comienzo de otro, son momentos de repaso de lo sucedido y pasar balance del año que termina y celebrar con los seres queridos y manifestar sus propósitos y esperanzas respecto al año que comienza. Pero a lo largo de la historia han ocurrido en esas fechas eventos de todo tipo que harían interminable su relación, tales como, los más cercanos en el tiempo, en 1997 el ingeniero informático Sabor Bhatia vende su sitio web, llamado Hotmail a la compañía Microsoft, en 1999 Estados Unidos le devuelve a Panamá la administración del Canal de Panamá según acordaron en el tratado Torrijos-Carter, en 2000 ocurrieron dos hechos cronológicos únicos, el comienzo de un nuevo siglo y un nuevo milenio, en 2001 la Unión Europea unifica su moneda, sustituyendo sus monedas nacionales por el Euro.

Pero para los cubanos, el fin de año ha tenido dos momentos cumbre:

La huida de Fulgencio Batista con la consiguiente toma del poder por Fidel Castro y el comienzo del calvario cubano y otra no menos impactante, el 31 de diciembre de 1991 fue el último día de existencia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas conocida como la Unión Soviética y que llegó a tener una influencia determinante sobre nuestro país en todos los sentidos, lo que hizo que viviéramos días y años de penurias y sufrimientos que yo diría que llegan hasta hoy por su apoyo al régimen cubano.

Mijail Gorbachov lideró durante seis años una revolución que al final cambió la Unión Soviética y el mundo para siempre, la Perestroika y el Glasnost culminaron con las palabras de
Gorbachov el 25 de diciembre de 1991: “el marxismo conduce al fracaso y a la dictadura. No queda otro remedio que cancelarlo totalmente”.

Gorbachov no quería asumir el papel de dictador como sus antecesores y sus principales proyectos eran todo lo contrario al estalinismo, por lo que él fue el verdadero artífice del fin del comunismo en Europa, no Reagan ni el Papa, sin Gorbachov seguiría existiendo la URSS.

Ese día la bandera de la hoz y el martillo fue arriada e izada la tricolor rusa, durante breves instantes ambas banderas coincidieron, dando paso a una nueva era de la humanidad con uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX.

La relación Cuba-URSS

Por más de 30 años, desde 1960, la Unión Soviética, se constituyó en el principal soporte ideológico, financiero y material de la Isla, la que llegó a considerarse una versión caribeña y tropical de Moscú.

Sin duda alguna algo que no tiene una respuesta muy clara es como Cuba llegó a ser esa versión tropicalizada del comunismo internacional, ya que se trata de culturas muy distantes no solo geográficamente y a las que la unen muy pocas o ninguna tradición, amén del idioma y costumbres. Esa amistad eterna a la que se hacía referencia en todos los actos políticos eran solamente palabras vacías.

Tampoco los orígenes de la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista no se destacó por simpatías de ningún tipo sobre el socialismo, el comunismo o la URSS, incluyendo al partido comunista local, el Partido Socialista Popular, casi completamente alejado de la lucha rebelde.

Probablemente ese cambio esté relacionado con las relaciones con los Estados Unidos y los intereses de la Unión Soviética y del propio Fidel Castro, pues al aumentar las presiones para derrotar la revolución, sus líderes vieron en la Unión Soviética un aliado y más que eso un soporte económico envidiable, mientras que para la URSS el tener a un socio a 150 kilómetros de su mayor enemigo, era una coyuntura irrepetible.

Por tanto entre Cuba y la URSS se implantó una relación provechosa para ambos en la que la URSS fue el soporte de supervivencia del gobierno cubano y Cuba fue el emplazamiento estratégico para influir en el traspatio de los norteamericanos.

Fidel Castro asumió que esa alianza iba a garantizar su permanencia en el poder, como ya lo había hecho Stalin y otros líderes comunistas de los países satélites de la URSS en Europa.

Poco a poco el país se fue sovietización, al control material manifestado en los alimentos, ropa, perfumes, transporte terrestre, ferroviario, naval y aéreo, se sumó la esfera ideológica con la adecuación de planes de educación, organización estatal, costumbres y estrategias de los medios de difusión, control de la cultura y establecimiento de férreos controles de disidencia, paralelo a la militarización del país con armas soviéticas o de los países socialistas.

Todavía conservamos en la memoria la carne rusa, las pañoletas, los perfumes soviéticos, los ventiladores Órbita, las lavadoras Aurika, los refrigeradores Zil, los autos Moskvich y Lada, los televisores Krim y los muñequitos rusos y muchas otras cosas que todavía forman parte de la vida del cubano.

Las broncas y perretas del comandante

Al final Fidel Castro no era comunista, ni socialista, su única ideología era el fidelismo y su perpetuación en el poder hasta su muerte, como así fue, desgraciadamente.

A partir de su ascensión al poder y desfalcar todo lo que pudo, desde la nacionalización de las grandes empresas y más tarde hasta los chinchales y los limpiabotas. Ya esa política había sido exitosa con los ricos que lo apoyaron para financiar la revolución y a los cuales después confiscaría todos sus bienes, a lo que sumó el desastre monetario inventado por el genial economista Che Guevara haciendo que el dólar, que estaba a la par del peso cubano, hiciera que este no valiera casi nada respecto a la moneda norteamericana, lo que ha trascendido hasta hoy.

Cuando estos recursos ya fueron mermando y la economía fue feneciendo, necesitaba urgentemente un aliado que lo sacara del hueco. Y fue en ese momento que aparecieron los soviéticos, ofreciendo comprarle, primero el azúcar y después todo lo que vendiera, con precios preferenciales respecto a los precios mundiales.

El que antes fuera un gangster estudiantil, se disfrazó de marxista leninista y encontró a quién deberle para subsistir.

Y todo iba bien hasta cuando ocurre la Crisis de los Misiles, conocida en Cuba como la Crisis de Octubre, que puso al mundo al borde un holocausto nuclear y con el cual Fidel Castro pretendió chantajear, aun a costa de la propia existencia de la humanidad. Con la retirada de los misiles de la Isla, acordada entre la URSS y los Estados Unidos, se quiebra la amistad entre los soviéticos y Cuba, hecho que no duraría mucho, porque Fidel Castro no tenía para quien virarse.

Por eso poco tiempo después volvió a hacer las paces con Nikita Kruschev hasta llegar a ser parte de firmar importantes tratados comerciales, formar parte de CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica), sovietizar la estructura estatal y el sistema de dirección económica, lo que trajo, por los gigantes volúmenes de suministros a la Isla, una era de bonanza económica, a lo que se sumó los precios bondadosos del azúcar cubano y los volúmenes de petróleo que permitían su reventa con grandes ingresos, llegando a representar el intercambio con la URSS el 85% del comercio exterior de Cuba.

Con la llegada de Mijail Gorbachov al poder en 1985 se mantiene la relación, pero el primer aviso de cambios es que el gobierno soviético afirmó que no enviaría fuerzas militares para la defensa de la Isla. Por supuesto que a Fidel Castro no le hizo ninguna gracia las reformas de Gorbachov, las que comenzó a criticar, a lo que se sumó la prohibición de dos de las más populares revistas en Cuba, Sputnik y Novedades de Moscú, en las que empezaron a aparecer historias y reportajes que los comunistas estalinistas nunca hubieran permitido.

Soviet Leader Mikhail Gorbachev, second from right, and U.S. Pres. Ronald Reagan, second from left, shake hands outside the Hofdi at the start of a series of talks, Saturday, Oct. 11, 1986, Reykjavik, Iceland. The other men are unidentified. (AP Photo/Ron Edmonds)

El punto culminante fue cuando Fidel Castro vio una foto en Sputnik de Ronald Reagan junto a Gorbachov en mayo de 1988. Ahí mismo decidió suspender la circulación de Sputnik, Novedades de Moscú y otras publicaciones soviéticas, con la sospecha de que el padrinazgo estaba en peligro. No podía permitir ningún tipo de disidencia, ni siquiera de algunos liberales soviéticos, ninguna crítica al sistema era válida, aunque fuera en la URSS.

Fidel Castro en un discurso premonitorio el 26 de julio de 1989 dijo:

“Si mañana o cualquier día nos despertáramos con la noticia de que se ha creado una gran contienda civil en la URSS, o, incluso, que nos despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró, cosa que esperamos que no ocurra jamás, ¡aun en esas circunstancias Cuba y la Revolución Cubana seguirían luchando y seguirían resistiendo!”.

Ya en esos momentos las repúblicas socialistas, una tras otra fueron separándose del carro del comunismo mundial, con la más impactante de todas, el derribo del Muro de Berlín, a lo que le siguió la disolución de la Unión Soviética y su separación en estados independientes.

La teta de la vaca

La Unión Soviética, el gigantesco estado comunista tenía un poderío que todos consideraban inexpugnable.

Con un territorio dos veces y media el de Estados Unidos, una longitud de 10900 kilómetros que cubría 11 de los 24 husos horarios del mundo; con una población de 287 millones, casi 40 millones más que en Estados Unidos en aquel momento; conformada por 100 nacionalidades; con un Producto Interno Bruto de 2.6 billones de dólares que lo hacía la tercera economía del mundo, tras Estados Unidos con 5,9 billones y Japón con 3.1 billones; con una producción de 11.7 millones de barriles de petróleo diario, lo que la hacía el tercer productor mundial; 5.1 millones de soldados, más del doble de Estados Unidos y casi igual a la OTAN; 45 mil cabezas nucleares, cuando Estados Unidos tenía 23 mi, le daban casi una supremacía absoluta.

Tras el fracaso en el loco intento de producir 10 millones de toneladas de azúcar en la zafra de 1970, a Fidel Castro no le quedó otra alternativa sino caer dentro de la órbita de Moscú, el que llegó a ser el principal destino de las exportaciones cubanas y el principal suministrador de la Isla. Pero fue mucho más allá, en 1986 el mayor ingreso de divisas para Cuba fue el petróleo ruso, que reexportaba al mercado internacional, quedando en un segundo puesto el azúcar y el níquel.

La desaparición de la URSS en 1991 provocó una grave crisis económica en Cuba. El Producto Interno Bruto (PIB) cubano cayó desastrosamente; sus principales productos de exportación cayeron a niveles ínfimos; la inflación pasó de un 0,5% al 26%, y las importaciones bajaron un 75%, con una gran escasez de alimentos, combustibles, e insumos de todo tipo.

Comenzaba para los cubanos el tristemente célebre Período Especial en Tiempo de Paz.

El modelo cubano sobrevivió a la desintegración de la URSS, pero con la aparición de una crisis económica nunca antes vista y que para mí no ha concluido. Para muchos, incluyéndome, la extinción de la URSS y el campo socialista, más que un evento de primer orden en la política mundial era una señal inequívoca de cambio en Cuba. Y nos equivocamos.

Y entonces ocurrió algo inexplicable: si Cuba era un satélite de la Unión Soviética, ¿por qué el gobierno cubano no cayó?. Se los dejo de tarea, hay muchas explicaciones pero no me satisface ninguna.

Cuba tras la desaparición de la URSS

Algunos vestigios de la influencia soviética en Cuba permanecieron, como fue la base de espionaje electrónico Lourdes, la cual fue cerrada por Vladimir Putin, en parte porque ya la tecnología existente no la hacía necesaria, pero fue objeto de un mayor enfriamiento con los rusos.

Tras dejar Fidel Castro el poder, Raul Castro vuelve a Rusia a negociar la gigantesca deuda de Cuba, la que es condonada por Putin.

Pero a Cuba le apareció una nueva vaca que sustituyó la teta soviética: Hugo Chavez y su socialismo del siglo XXI, y que a partir de sus locas ideas de integracionismo y de ayuda con petróleo a otros países, y subvencionar completamente a Cuba, ha llevado a Venezuela a una crisis de todo tipo, peor inclusive que la de la Isla.

Pese a ello, sobrevive un régimen que vive de parásito de otros países, que explota a los médicos, artistas y deportistas para sobrevivir y que agoniza, pero desarrolla una estrategia tras otra, incluyendo métodos propios de la Guerra Fría, para mantenerse en el poder.

No todo ha cambiado para bien

Tres décadas después de la caída de la URSS todavía hay comunistas, algunos ven en Putin y su fiebre de mantenerse en el poder el reflejo de aquella Unión Soviética de la cual él fue un represor. Sigue habiendo en Cuba, en Rusia y en otros países los que se ilusionan con aquellos tiempos y se sienten nostálgicos cuando los mencionan y hasta repiten Tovarich y alaban a un monstruo como Stalin.

Supongo que la transición de un país comunista hacia la democracia sea un proceso muy complejo que transita no sólo por lo económico, sino sobre todo por la eliminación de la memoria de no nos hace ver adecuadamente las esperanzas y proyectos de vida que nos da un sistema democrático y donde impere la ley. Supongo que tenga algo con habernos adaptado a algo parecido al Síndrome de Estocolmo.

Y curiosamente queda vigente una alegoría de la URSS, su himno es ahora es el de la Federación Rusa,. Y no podía ser de otra forma ante tan bella obra musical, que sin embargo nos hace pensar en la Unión Soviética.

A diferencia de la Unión Soviética, las repúblicas que la integraban y los antiguos países socialistas, en Cuba nada ha cambiado para bien, todo lo contrario, la economía es de las más desastrosas del mundo comparable con Haití o los países más atrasados de África, la represión cada dia es peor, volviendo a la época de los mítines de repudio y la violencia política y las prácticas estalinistas han sido llevadas a su mayor expresión y la desesperanza es tal que Cuba se ha convertido en un país en el que los cubanos son desterrados o se destierran por su propio deseo en forma masiva.

El futuro de Cuba, a pesar de las expectativas de muchos, no existe, ni habrá una transición con gran influencia de la diáspora, cada vez mayor, porque esta no puede estar más dividida y son muy pocos los que han retado al oficialismo y no han sido obligados a emigrar. Los más valientes han sido falsamente acusados de lo que no son y desgraciadamente una mayoría se cree, por costumbre o por cobardía, el discurso oficial, convirtiéndose en “cefalomos” sin criterios y sin derechos, a los que solamente les interesa, a toda costa, sobrevivir, aunque sea con migajas y ninguna libertad de pensamiento o de acción.

Desgraciadamente hay que parafrasear a Carlos Gardel: “treinta años no son nada”. Pero para una persona es casi media vida.

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