El cubano, el rey del invento

El cubano, el rey del invento

Cuando me decidí a escribir el artículo sobre los inventores reales y los reales estafadores, mi inspiración primera fue abordar el tema de los cubanos han tenido que convertirse en verdaderos inventores, porque han pasado toda su vida inventando para resolver los problemas creados por un gobierno que ha construido una sociedad miserable en todos los sentidos y en la cual la única forma de sobrevivir ha sido “inventar”, hasta en su más moderna acepción que y que es sinónimo de resolver, buscarse la vida como sea

Existen muchísimos inventos cubanos que, no ya viéndolos con tus propios ojos, sino haciendo uso de ellos te dejan perplejo de forma tal que no sabes si admirarlos, reirte de ellos o llorar por lo que la necesidad nos obligó a crear para sostenerse.

Para el “invento”, hay que buscar a un cubano; probablemente no haya mucha tecnología en sus ideas, pero sí mucha imaginación.

Aún después de muchos años de estar en el exilio y vivir lejos de nuestras costumbres, recuerdo hasta con cariño los inventos criollos que nos permitieron sobrevivir en un mundo tan hostil como el creado por Fidel Castro y sus cómplices.

Los orígenes del invento cubano

La revolución en Cuba no fue el resultado de una crisis económica o social porque de hecho el país contaba con un desarrollo muy por encima de casi todos los países latinoamericanos, destacando entre los tres primeros, con una balanza comercial positiva y sin deuda externa, un país que en pocos años se contaría dentro del mundo desarrollado y eliminaría las injusticias y diferencias socioeconómicas existentes. Pero sí existía un clima político inestable por la corrupción de un gobierno tras otro y el deseo de una buena parte de la población de acabar con la dictadura de Batista no tanto por la evolución económica del país, sino por la difícil situación creada por los revolucionarios para presumiblemente volver a un sistema democrático liberal, sobre el cual había la esperanza de que el programa revolucionario perfeccionara, y aunque el comunismo en Cuba era una mala palabra por lo desprestigiado de ese régimen y sobre todo por la mala fama de los que lo representaban en la Isla, Fidel Castro logró manipular al pueblo y engatusarlo con unas tímidas reformas que beneficiaban a los más pobres y con ello pasar a un inflexible control estatal centralizado que incluía hasta el pensamiento de las personas.

Un invento cuba muy lucrativo: el café de a 3 quilos
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Esa fue la génesis de los inventos.

El gran intelectual cubano Jorge Mañach, aún mucho antes de la revolución, fue premonitorio cuando escribió: “a la par que uno de los grandes padecimientos del cubano, la burla crónica, ha sido una de sus grandes defensas. Le ha servido de amortiguador para los choques de la adversidad, de muelle para resistir las presiones políticas demasiado gravosas y de válvula de escape para todo género de impaciencia”.

Y así fue la lucha. Contra cada una de las limitaciones y medidas aberrantes que se le imponían, la única respuesta que podía dar el pueblo era reírse de sus desgracias y de paso ver qué inventaba para evadirlas.

El colofón de lo que ha ocurrida en seis décadas lo muestra un cuento corto, algo vulgar, pero muy gráfico, de lo que es la vida del cubano hoy.

“Dos viejas están conversado y le dice una a la otra: te has dado cuenta de que los jóvenes de hoy no saben hablar sin decir malas palabras?”, a lo que responde su interlocutora: “es verdad, están de pinga”. El mundo actual es el resultado de lo que le enseñamos o no a nuestros hijos, al margen de la degradación de la sociedad. Y en eso hemos caído todos, aunque no nos demos cuenta.

Con esta última frase, que se ha vuelto cotidiana, se ejemplifica cómo está el país donde nacieron y han vivido. Peor que nunca antes.

Otro que resumió con una mezcla de verdad, sarcasmo y amargura fue Leonardo Padura”: “Cuba es un país donde nadie se ha muerto de hambre en cincuenta años, pero donde casi nadie ha comido lo que ha querido en ese mismo tiempo y la búsqueda de la comida, el sueño de la comida, es una constante que nos persigue y no nos abandona”. Y también Pancho Céspedes dijo en una entrevista que muchísimos años después de irse a vivir a México, todavía le parece que la comida siempre se va acabar, como ocurría en Cuba, por lo que come apurado.

Castillo Eger https://www.ecured.cu

Me viene a la memoria una película húngara llamada “Estrellas de Eger” cuya trama que se desarrolla en 1522, muestra cómo el imperio Turco quiere conquistar a parte de Europa y el último bastión es el reino húngaro, donde en el Castillo de Eger los soldados deciden luchar hasta morir. Pero dentro del castillo la gente ya no tiene qué comer por lo que el enemigo en lugar de lanzar por las catapultas rocas, flechas, animales muertos descompuestos, cestos con serpientes, estiércol y heces, pellejos con arena ardiente, proyectiles de plomo, ollas con gases, cuerpos de soldados capturados y todo lo que sirviera para rebajar la moral del sitiado y asustarlo o destruirlo, comenzaron a lanzar jamones y grandes quesos, perniles de cerdo y cestos con frutas a la plaza asediada, mientras la gente en el cine aplaudía deseando que les pasara lo mismo; o en la exhibición de la pelicula “Hambre”, del noruego Knut Hamsun, donde el protagonista lucha con un perro callejero por un hueso, momento en que alguien gritó: ¡ese está peor que nosotros!. Eso sirvió para que el aberrante y atorrante, como dicen los argentinos, el Che Guevara dijera que el hombre nuevo no se definía por la cantidad de carne que comía (seguramente definió que se definía por la cantidad de mierda que comía).

Y nos estamos refiriendo a los años sesenta, en una época en que la cuota de la libreta de abastecimiento satisfacía a todos en gran medida. Como años después esa situación ha cambiado dramáticamente y lo que se distribuye ahora es la miseria extrema, algunos, objetivamente han proclamado que en Cuba hay solamente tres problemas: desayuno, almuerzo y comida. Y el que no inventa no come, ni sobrevive.

No podía ser de otra forma en el imperio de la broma: bajo el imperio del Plan Camarioca (hay pero no te toca) y el Plan Escambray (te toca pero no hay) a lo que se sumó la comparación de la libreta con la menstruación: ambas vienen todos los meses, en ocasiones se retrasan y solo duran unos días.

Y el invento se vio forzado a reforzarse cuando aparecieron otras medidas revolucionarias como la Brigada Che Guevara, el Cordón de La Habana, la Zafra de los Diez Millones y la Ofensiva Revolucionaria, sumada al Plan Alimentario.

Los efectos de la nefasta Brigada Che Guevara, fue que acabó con la abundante producción de frutas cubanas. Nunca más hemos visto, caimito, marañón, ciruela, anón, chirimoya, zapote, guanábana, mamoncillo, canistel o plátano manzano. Hasta ahí el “invento” no puede llegar.

Un desaparecido: el marañón – http://curandocomasplantas.blogspot.com

De ahí surgió el Soneto del Plan Alimentario como expresión máxima del surrealismo cubano junto con la libreta de abastecimiento.

“La yuca, que venía de Lituania,
el mango, dulce fruto de Cracovia,
el ñame, que es oriundo de Varsovia
y el café que se siembra en Alemania.

La malanga amarilla de Rumania,
el boniato moldavo y su dulzura;
de Siberia el mamey con su textura
y el verde plátano que cultiva Ucrania.

Todo eso falta, y no por culpa nuestra.
Para cumplir el Plan Alimentario
se libra una batalla ruda, intensa,
y ya se advierte la primera muestra
de que se hace el esfuerzo necesario:
hay comida en la tele y en la prensa.”

Y si vamos a las otras necesidades materiales no alimenticias, tenemos La Nueva Libreta de Productos Industriales de Cuba:

“La nueva libreta se llama Enriqueta
si coges calzoncillo, no coges camiseta.
Te dirán lo mismo vayas donde vayas,
si coges la blusa, no coges la saya.

Las nueva libreta es un caso de risa,
si compras pantalones no compras camisa/
Al ir as la tienda me dijo el tendero
cuatro metros de tela para el año entero.

La nueva libreta es un desparpajo,
si coges sayuelas, no coges refajo.
Al irme de compras dijo el peletero
un par de zapatos para el año entero.

La nueva libreta es firme o rotunda,
si coges la sábana, no coges la funda.
Al ir a la tienda me dijo el tendero
dos pares de media para el año entero.

Esta es la libreta, la nueva Enriqueta,
o usas calzoncillos, o usas camiseta,
o te vistes arriba, o te vistes abajo
y si no te gusta, te vas al carajo.”

Vamos a ir recordando algunos de los más recurridos inventos que de una forma u otra conocimos.

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Ventiladores criollos

Los potentes e irrompibles motores de las lavadoras Aurika, cuando ya este equipo por una causa u otra se rompía y no había forma de repararlo, eran lo mejor que podía existir para construir un ventilador casero, una gran necesidad para nuestro clima. Puede que fueran bien feos, espeluznantes, con una base de un teléfono Kellogg americano en desuso o paletas hechas de viejos discos de vinilo, pero fueron la salvación del verano cubano.

Calentadores de agua caseros

A pesar del calor, a los cubanos nos gusta mucho bañarse con agua tibia, así que la mejor y más barata solución que hallaron fue coger un par de latas una dentro de la otra, separándolas con unos pedazos de madera y se les colocaba a cada una un cable que las conectaba a la corriente. Sin duda parecía que uno iba a electrocutarse cuando lo enchufara al tomacorriente, pero aquello funcionaba perfectamente si se colocaba antes de darle corriente las latas dentro del agua, la que inmediatamente comenzaba a burbujear y calentaba bastante rápido. Era peligroso pero tomando las medidas era un eficiente calentador casero…si no había apagón.

Los encendedores eléctricos de cocina a base de alcohol

Era otro ingenio que sin duda había que tener cuidado con él porque si tocabas la resistencia podrías electrocutarte, pero era un circuito muy sencillo, inventado para encender las desaparecidas felizmente, cocinas de luz brillante o queroseno, que eran precalentadas con alcohol, las tristemente populares cocinas Pike.

Un hisopo en un pomo con alcohol se rallaba sobre la doble resistencia y la llama encendía el sistema de precalentamiento del fogón, el que más tarde encendía…cuando se le ocurría. Encender un fogón Pike era toda una epopeya, y probablemente el artefacto que más han odiado todos los cubanos.

Un invento antediluviano – https://buenavistavcuba.blogspot.com

Lámparas de aceite

Durante decenios uno de los mayores miedos del cubano era que se fuera la luz, lo que invariablemente se cumplía, así que los inventos de lámparas que funcionaran con casi cualquier cosa era una materia que había que aprobar si no quería estar a oscuras. Algunos tuvimos la suerte que nos enviaran lámparas recargables o faroles tipo Coleman, pero la mayoría tenía que inventar y el invento más barato y más empleado era el derivado de cosas que abundaban, como los pomos de cristal CAME, donde venían todos los dulces y conservas del campo socialista, y al que se le ponía en el centro un tubo de pasta con una mecha, la que se alimentaba de aceite y se convertía en una chismosa del cuarto mundo, pero que era mejor que estar a oscuras.

Invento contra los apagones

El entretenimiento por excelencia de la población llegó a ser la televisión y dentro de ella las novelas y las películas y casualmente la luz se iba cuando la mayor parte de la gente quería acceder a esos servicios, lo que provocaba los apagones. Por ello la gente inventó utilizar un convertidor de corriente continua a alterna conectado a las batería de un carro, mientras más grande fuera mejor, para poder ver la TV, mantener funcionando el refrigerador y al menos un ventilador y así no perderse los programas favoritos. El que no tenía baterías lo mejor que hacía era acostarse aunque fuera a sudar porque la luz no iba a regresar en unas cuantas horas, además de molestarse, como nos ocurrió a todos.

El invento mayor https://www.facebook.com

Inventos para la cocina

Si no había gas o luz brillante y no tenías otra cosa, cogías una plancha eléctrica, la virabas y encima le ponías la cazuela o la cafetera y eras dueño de una cocina con electricidad. Si se rompía el mango de la cafetera que tenías hacía mil años, le ponías un pedazo de tubo de metal y listo; si la olla de presión ya había vencido su junta y se salía el vapor, le ponías una tapa de botella de cerveza o refresco o una cuchara que hiciera palanca y sellara con fuerza.

Los cubanos añoraban (yo todavía lo hago y me da tristeza botarlos) cualquier tipo de envase adecuado para guardar comida, como los potes de helado, frascos de mayonesa, conservas y otros. A su vez las bolsas de nylon donde se vendía el yogurt, era ideales para guardar cosas en el congelador y las bolsas de nylon, conocidas como jabitas en La Habana o Cubalse en Santiago de Cuba, se lavaban y se volvían a utilizar., mientras que una toalla rota era ideal para coger la parte buena y usarla como frazada para trapear al igual que una ropa para desechar nos servía para cortarla en pedazos y usarla como trapo para la cocina o limpiar los muebles.

Ahora que vemos que en el mundo real todo es desechable, vemos con tristeza cuánto trabajo ha pasado, y sigue pasando, el cubano.

Un invento impactante sin duda ha sido el del llenado de fosforeras. Cuando se le acaba el gas a una fosforera desechable solo hay que llevarla a recargar a uno de los miles que se dedican a ello y que seguramente constituye un oficio único en el mundo.

Si el dinero no alcanza para comprar juguetes importados, que es lo más usual, puedes comprar verdaderas maravillas criollas hechas con madera, plástico y hasta con latas de aluminio de cervezas y refrescos.

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Esta es solamente una muestra de los innumerables inventos del cubano, que no se amilana ante su cruel destino, sino que lucha con su ingenio para resolver los inconvenientes que no dejan de presentarse. La innovación y la imaginación se muestra en todos los aspectos de la vida, desde los alimentos hasta la arquitectura, desde las herramientas hasta la tecnología. Los recursos y materiales son reciclados, los objetos son reutilizados. Nada se desperdicia y todo se convierte en otra cosa, a veces muy lejana de aquello para lo que fue concebida.

Se puede resumir que los cubanos somos los reyes reciclando. Y diganmelo a mí, que a pesar de que hace casi nueve años que dejé la Isla, sigo apretando el tubo de pasta dental para sacarle hasta el último vestigio, le echo agua a los pomos de champú cuando ya no les queda nada para lograr un extra y hasta me llevo las servilletas de los restaurantes para usarla como papel sanitario. Y en los hoteles no dejo ni el papel sanitario ni los jabones. Son costumbres resultantes de una vida de austeridad y carencias que son difíciles de dejar atrás a pesar de que estemos nadando en la abundancia.

Carros antiguos en Cuba.  Gracias al ingenio del cubano están en pie.
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Y toca ahora hablar de uno de los mayores ingenios del cubano: el parque automotriz.

Hay cosas que parecen muy simples, pero sin los inventos de los poncheros muchos carros no habrían seguido rodando, pero sin duda el ingenio mecánico se puso a prueba.

En este sector se ha ido desde fabricar en máquinas herramientas y en fundición y maquinado de refacciones a partir de desechos de caucho o plástico, todas las piezas y repuestos de un carro. Los almendrones, los viejos carros americanos de los años 40 y 50 fundamentalmente, se han convertido en el emblema de la publicidad turística cubana, a pesar de que solo son “el casco y la mala idea” porque solo su chasis es original, pero siguen caminando. Cuba se ha hecho famosa en el mundo por mantener circulando masivamente vehículos de sesenta, setenta y más años de fabricados.

Y hasta inventamos la limousina con el alargamiento del chasis de los taxis Lada, pero si quieren un ejemplo de inventiva más universal, busquen los camiones o almendrones acuáticos que hicieron el viaje por el estrecho de la Florida. Han sido inventos tan impactantes y a su vez tan exitosos para cumplir el objetivo por lo que fueron creados que se han quedado cortos en situarlos en una calle muy transitada de Miami, porque realmente merecen un monumento al ingenio de los cubanos..

http://archivo.elsalvador.com
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Hubo un caso muy injusto, el de los 12 balseros cubanos que en julio de 2003 intentaron cruzar el estrecho de la Florida en un camión Chevrolet 1951, convertido en vehículo anfibio que fuera interceptado a cuarenta millas de Cayo Hueso y hundido por guardacostas norteamericanos. Uno de los inventores de esta maravilla-artefacto, Luis Grass, devuelto a Cuba, acondicionó un Buick de 1948, nuevamente interceptado y fue enviado a la Base Naval de Guantánamo, de donde fue llevado a Costa Rica, lugar de donde partió por tierra en una larga travesía hasta llegar a la frontera norteamericana en México por Matamoros.

Pero Grass quería rescatar la odisea del Chevrolet de 1951 por lo que consiguió uno similar, que le fue regalado por una personas que conocían la historia y lo acondicionó como testimonio de hasta dónde llega la creatividad del cubano. El vehículo se exhibe como un trofeo de la imaginación de los llamados carronautas cubanos y se convirtió en otro símbolo del exilio cubano, como muestra de la perseverancia y la imaginación de un pueblo y su lucha por ser libres, por lo que su réplica se muestra ahora en la famosa Calle Ocho y la 42 del Southwest de Miami. Y tras construirlo, Grass lo probó, ahora no en el mar, sino en Lago Okeechobee y funcionó a la perfección.

http://all-hat-no-cattle.blogspot.com

Mientras tanto Rafael Díaz, el autor de la idea original y que también fue devuelto a Cuba, pudo escapar finalmente con su esposa e hijos en un Mercury de 1948 que fue adaptado igualmente como carro anfibio y a pesar de ser atrapados cerca de Cayo Hueso, al tener visas de inmigrante los dejaron entrar a Estados Unidos. Tristemente ese Mercury también fue hundido en el mar.

Antes de la revolución y la degeneración social

Recuerdo que muchos años atrás, como reminiscencia del pasado republicano capitalista, la gente era incapaz de robarse una hoja de papel. Ahora la gente roba aunque no le haga falta lo que tenga a mano. Dos cosas alimentan este accionar de casi toda la población: la falta de ética y moral generalizada y la falta de controles y desidia en los centros de trabajo sumados a la ineficiencia y falta de profesionalidad de la policía. La necesidad por sí sola no genera delincuencia salvo en casos extremos y cuando existen los otros dos elementos el impulso de delinquir se detiene. Ese era el ambiente cuando comencé a trabajar en 1957, nadie tenía que decirme que no podía robar, ni aclararme que si necesitaba algo, lo pidiera.

Conductor de la COA, 1954 – https://www.pinterest.es

Aunque había sus excepciones, pero no eran de mucho riesgo, como otro ejemplo que viví personalmente porque mi padre era guagüero, era el que cobraba el pasaje. No es que la COA, la empresa de los ómnibus, no tuviera controles, porque en cualquier momento aparecía un inspector y revisaba el reloj que llevaba el autobús y comparaba su número con la cantidad aproximada de usuarios que tenía en ese momento y los que supuestamente debían haber subido a la guagua teniendo en cuenta el día y la hora. Era posible que en una esquina se bajara un inspector y en la próxima apareciera otro. Así y todo, los guagueros eran particularmente precisos en cómo “tumbarle” a la compañía los ocho centavos de un pasaje cada vez que pudieran. Así que cada vez que se producía un cobro había que bajar una palanca que iba haciendo aumentar el número del contador, por lo que si habían subido varios pasajeros al ómnibus, por ejemplo cinco, se accionaba tres o cuatro veces la palanca y así obtenían un ingreso adicional que después se repartían el chofer y el conductor (cobrador).

Me faltó decir que el chofer era mi tío y era el dueño del vehículo, un General Motors que se integró a la Cooperativa de Omnibus Aliados, que exigía onerosa participación como contribución a los propietarios de las guaguas.

Ya después de la revolución, se bajó el pasaje de ocho centavos a cinco y seguramente la baja en la recaudación debe haber sido bestial porque los inspectores aparecían solo de vez en cuando y a menudo solamente para conversar con el chofer y más nada porque lo que se vuelve público o de propiedad estatal y no reparte sus dividendos a la gente no le interesa cuidarlo. Los cinco centavos muchas gente no los pagaba y al chofer, ya sin conductor, no le interesaba si pagaban o no. Después pusieron la alcancía y la gente echaba dos arandelas o dos centavos en lugar de los dos “medios” o monedas de cinco centavos, pues ahora costaba diez centavos. Más tarde el precio subió a cuarenta centavos y la gente normalmente no tenía la cantidad de menudo necesaria, por lo que pagaban con un peso y no había para devolver por lo que la “busca” de los guagueros se convertía en sesenta centavos. Y probaron otros métodos, como la extracción de dinero de las alcancías; volvió el conductor y entregaba comprobantes de pago, pero se supo que en imprentas se producían tickets ilegales por lo que la recaudación cada día era menos, a lo que se sumaba la carencia de equipos y el aumento exponencial de los pasajeros, un conjunto de desastres que ayudaban al robo.

Pero no era nada raro que ocurrieran cosas como esa.

Los aborígenes cubanos no conocían la corrupción
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La corrupción abarca todas las esferas de la sociedad. Ella ha coexistido desde siempre con la pobreza y la desigualdad económica y social e implica l obtención ilegítima en dinero, recursos o beneficios generados a costa de un bien ajeno o público. Partiendo de esta definición, la historia de la Cuba republicana y en particular de la revolución socialista ha sido plagada por la corrupción. Lo que pasa es que este flagelo se ha extendido a cada uno de los ciudadanos cubanos como forma de vida. La corrupción, transformada en “invento o búsqueda” dejó de ser una excepción para convertirse en norma.

Antes de la revolución en Cuba los jardines de las casas no tenían cercas, las puertas y ventanas no tenían rejas y hasta se dejaban los pomos de leche en la puerta de las viviendas y nadie las robaba. Ahora el cubano es experto en robar todo, absolutamente todo. Y si dejan una edificación vacía, los que vayan a ocuparla tendrán que reponer puertas, ventanas, servicios sanitarios y sus instalaciones, así como los cables eléctricos, si es que no pudieron cargar con cosas de mayor volumen y peso, porque el piso y los azulejos y hasta tanques de agua son capaces de llevarse. Todavía me estoy preguntando cómo pudieron brincar la cerca Peerles de mi casa, de casi dos metros de altura, cargar con un sillón de aluminio fundido que debe pesar de cincuenta a setenta libras, sin que nadie se enterara.

Y no hablo de cosas de valor, como pueden ser alimentos, ropa, calzado, joyas, combustible, ya llegamos al momento en todo es objeto de robo, como cosas tan miserables de encontrar un bombillo en un pasillo o en una escalera, tomacorrientes, luminarias, productos de plomería, ropa tendida, objetos, carteras o bolsas que no estén bien sujetas, cualquier cosa. No es por gusto que en los baños de los restaurantes y otros negocios, haya un cuidador del baño que entrega jabón y papel sanitario, porque si ponen un rollo, desaparece. Y vuelvo a un avión soviético repleto de cubanos, donde se les ocurrió poner en los baños pomos de perfume sin tapa, hasta eso voló.

No es el caso de la delincuencia común, que existe en todas partes del mundo, donde muchos lo practican porque no quieren trabajar, otros como sustento de sus vicios y otros, sin necesidad alguna de hacerlo, solo para sentirse más listos o por padecer de cleptomanía, pero en Cuba el robo se ha vuelto una necesidad, porque el trabajo no suple lo que uno necesita, y como destruyeron nuestros valores, no importa lo que hagamos, porque la frontera entre lo correcto y lo incorrecto, lo bien y lo mal hecho, ya no existe.

Sin duda alguna una frase no puede retratar mejor a Cuba y la necesidad imperiosa de vivir del “invento”, de la “búsqueda” es: “esto no hay quien lo tumbe pero tampoco hay quien lo arregle”.

Todos los proyectos de la revolución fracasaron estrepitosamente y con ellos el deterioro creciente de la calidad de vida, han hecho que la gente concientice, que sin “búsqueda” no hay quien sobreviva en Cuba.

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La institución por excelencia para el “invento” o la “búsqueda” en Cuba es el Mercado Estatal, sea de ventas en divisas o en moneda nacional, y que abarca desde los grandes supermercados hasta las miserables bodegas. En todos se roba, desde productos hasta alterar el pesaje y los precios. Dondequiera que hay comida o productos industriales, para la venta o para el uso de una institución, el invento está presente. Los inventarios no cuadran nunca y si cuadran es porque hay facturas falsas que respaldan lo robado. Las farmacias, los hospitales y los centros de salud no están exentos de esta plaga. No hay medicinas en la farmacia pero con los revendedores en la bolsa negra se puede resolver cualquier producto, no importa que se venda por receta médica, o medicamentos controlados para enfermedades crónicas. Y por supuesto no pueden olvidarse de materiales como el alcohol o el algodón, dos grandes apreciados.

Y lo significativo es que si se roba en cantidades industriales, lo más probable es que nunca sea detenido el ejecutor, pero si se trata de un robo menor o realizado por alguien de poca categoría, entonces se cataloga como malversación y si el tipo se robó un paquete de hojas para vendérselo al manisero, entonces el hecho es es robo continuado y va preso. ¿Cómo no va a ser así en el único país del mundo donde sacrificar una res o vender su carne constituye un delito?. No importa que la vaca sea tuya, pero si te la roban, también eres sancionado.

El invento de los bodegueros ha ido mermando con el tiempo pero se mantiene. Entre los trucos de arreglo de la pesa para darte menos lo que te corresponde, entregar el pollo o el pescado bien congelado para que el peso del hielo les permita una “busca”, siempre queda algo. Y hay otras formas más riesgosas, que son decir que se acabó y te lo doy para la próxima, lo que se convierte en una deuda que nunca se paga y se alterna entre consumidores.

El mundo onírico de Kafka, si hubiera nacido en Cuba, sería conceptuado como costumbrista. Solo hay que ver el anárquico e irracional sistema de distribución para tratar de interpretar que es leche normada, leche liberada, dia largo, dia corto, plan jaba, juguete básico, juguete no básico, juguete adicional, producto convoyado, carne de niño, perro, pollo de población, pollo por pescado, tránsito, dieta de carne, leche, pollo o pescado, merluza sin cabeza, canasta básica, por citar algunos nombrecitos que recuerdo ahora. Ese si era un verdadero “invento” de la burocracia de personajes como el delincuente a la “n” potencia, Manuel Vila Sosa, que creó en el Ministerio de Comercio Interior un caos a partir de la escasez para poder robar más. La libreta de abastecimientos iba a ser abolida en un año, dos a lo sumo. Y lleva sesenta años mientras que los países altamente afectados por la Segunda Guerra Mundial la derogaron en pocos años.

Las mayores manifestaciones de la corrupción en Cuba son el soborno y la falsificación, que se traduce en emisión de documentos falsos de todo tipo para acceder a propiedades, traspasar activos, obtener pasaportes, identificaciones, certificados médicos con distintos fines, visas y otros objetivos. Detrás de estos hechos siempre están dirigentes con poder, que pueden ser encausados si no son fieles a la dirigencia superior y por ello viven protegidos gracias a la impunidad dominante. Pero al final la corrupción está generalizada y de ello dan fe los términos popularizados de “trapicheo”, “búsqueda”, “bisne”, “invento” o “sociolismo” y la ejecutan sus agentes, llamados “merolico” (por afinidad con un personaje de una telenovela mexicana llamada “Gotita de Gente” que era un vendedor callejero), “jinetero”, “colero” o “bisnero”. Y todo se alimenta casi exclusivamente de activos estatales.

Y en las instituciones del estado los negocios son de otro tipo y van desde obtención de comisiones para obtener contratos, incumplir regulaciones, obtener viajes al extranjero y hasta pagarle a productores de programas de radio y televisión para promocionar a artistas. Un amigo pudo irse del país a España, donde se quedó hasta que pudo venir a Miami, gracias a que un funcionario del Ministerio de Cultura lo emplantilló a él y a su hija, como si fueran artistas contratados en la Madre Patria, a cambio de una suma importante.

Si hubiera accedido a todos los que me abordaron para “resolver” los problemas que tenía en la obtención de certificados de todo tipo, los sellos para ellos y su legalización nacional e internacional, que tuve que acometer hace más de diez años, seguramente hubiera perdido todo mi dinero y todavía estuviera en Cuba. No crean que no le ha pasado mucha gente. No es un problema exclusivo de la Isla, pero allí adquiere una relevancia casi universal, porque junto con lo ilegal está la estafa masiva.

Un camello cubano – https://www.pbs.org

Los inventos del periodo especial

De este tema se ha hablado mucho, por lo que al conocer este período al que eufemísticamente se le llamó “Período Especial”, que de especial no tuvo nada salvo que el país perdió no solo sus gigantescos subsidios sino su soporte ideológico, ha tenido un impacto inesperado que llega hasta la Cuba de hoy. Lo lógico era que, igual que ocurrió en todo el antiguo y desaparecido campo socialista, Cuba tomara el camino de la democracia y la libertad, pero siguió a la fuerza o por convencimiento, junto a su empecinado líder por el camino que a él le conviniera para perpetuarse en el poder, como hizo. Por lo tanto, tristemente, vuelvo a invocar a Joseph de Maistre, el filosófo francés opuesto a la Revolución Francesa, el que había definido acertadamente “que cada pueblo o nación tiene el gobierno que merece”.

No solo desapareció su gran proveedor, la Unión Soviética, sino que su principal producto exportable, el níquel, vio caer estrepitosamente su precio, el país recurrió al rescate del turismo y a la exportación de servicios médicos, pero dejó casi completamente de producir muchas cosas, principalmente alimentos. Cuba ahora lo exporta prácticamente todo y la industria que queda en pie carece de repuestos y es tecnológicamente atrasada. Entonces vale preguntarse: ¿se acabó realmente el período especial?.

Pero lo que nos interesa es que al inicio de ese período y como conocemos todos y vivimos muchos, en la isla hubo una gran escasez de alimentos, por lo que los cubanos nos vimos forzados a emplear todas nuestras habilidades para poder comer y seguir viviendo, entre ellos inventar nuevos platos y crear cosas nuevas para superar esa etapa.

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Sin duda el símbolo de esta era en Cuba fue el camello, la mejor muestra de lo anacrónico y la falta de modernismo y modernidad, no digo sofisticación, respondiendo a otro gran inventor, el de la mierda total, Ernesto Guevara, que había dicho: “construye tu maquinaria”, que impulsó que algunos incrédulos comenzaran a tratar de sustituir productos norteamericanos y que significaran ahorro, cuando fue todo lo contrario. El Che fue el gran propulsor de llenar al país de tarecos inservibles y tecnología desechada en los países socialistas y es el gran responsable, junto al estúpido comandante en jefe que lo escuchó, del desastre nacional.

Haciendo un aparte del artefacto que transportaba a la gente peor que al ganado, lo peor de lo peor de la creación si es que se le puede llamar así, veamos algunos inventos increíbles.

Picadillo de cáscara de plátano: Al no existir la proteína animal, se inventó este bodrio nunca antes visto y cuyo único aporte era fibra.

Bisté de cáscara de toronja: fue uno de los inventos más populares porque al menos era comestible a partir de sus experiencias anteriores como dulce en almíbar.

Papatillo: En épocas contadas donde solo había papa y se había desaparecido el boniato, se tomaba agua, azúcar y papa y se hacía este postre.

Ni mis perras comieron el picadillo de soya http://generacionasere.blogspot.com

Compuestos cárnicos incomibles: Estos compiten sin duda con el camello. El Frikandel, la pasta de oca y el picadillo de soya, el picadillo extendido, picadillo texturizado, perro sin tripa y masa cárnica fueron algunos de los inventos estatales para darle a la gente las sensación de que estaban consumiendo proteína animal, cuando la base de todo eran los desechos de los animales sacrificados. Una prueba de que el ser humano puede tragar cualquier cosa.

El Cerelac: No se puede dejar fuera a este compuesto dirigido a las personas de la tercera edad, pero que comió toda la familia en forma de desayuno o merienda, mezclando ese polvo con agua para estar bien nutrido, aunque a algunos les provocara un estreñimiento agudo y a otros unas diarreas incontenibles. Pero la idea de que uno estaba alimentado con el Cerelac triunfó a pesar de ello.

Dulce de coco de col o zanahoria rallada: Col y zanahoria eran empleados en lugar del coco rallado para hacer dulce.

Pizza de preservativos y bisté de frazada de piso: dos elementos no comestibles empleados por negociantes insensibles en lugar del queso o de la carne y que constituyeron una situación alarmante.

Helados con base de arroz: estos helados lo usaron mucho antes los chinos en lugar de leche como base pero ahora lo hacían en lavadoras sin ninguna higiene y aparecieron masivamente y la gente contentísima.

Pasta de dientes: la más popular fue la hecha a base de bicarbonato y sal, pero también el bicarbonato fue empleado como desodorante.

El champú del período especial: Se emplearon muchos métodos, algunos que provocaban endurecer el pelo, otros hacían que se cayera y finalmente se halló una fórmula bastante aceptable, aunque algunos componentes se hacía difícil de obtener. Se mezclaba detergente con alcohol, azúcar prieta, miel y jugo de limón en proporciones adecuadas y se obtenía un champú aceptable, mientras que el acondicionador se sustituyó por agua con limón o vinagre.

Acomodo para la olla de presión – https://www.facebook.com


Infusiones de hojas: Cualquier hoja se hizo adecuada para hacer un te, que en muchas ocasiones era el desayuno o el tentempié de la gente.

Lavavajillas y cazuelas: Arena y ceniza eran los principales elementos para fregar, y si tenías suerte de conseguir un poco de detergente, entonces estabas hecho.

Chicharrones de macarrones: uno de los pocos inventos sabrosos de esos tiempos fue el cocinar y secar al sol los macarrones, dándola textura de chicharrones.

Reparación de calzado: Las gomas de tractor o de camiones, fueron la solución para alargar la vida y hacer suelas para el calzado.

Sacos de harina: la carencia de oferta de ropa, hizo que los sacos de harina se hicieran populares para confecciones, los cuales muchas veces eran teñidos.

Barra de guayaba de plátano burro: Cuando se empleaban como relleno de pasteles o pays eran difícil de detectar, pero venderlos en barra ya era fácil de identificar que el contenido de guayaba era casi imperceptible.

Sin plato fuerte: En muchas ocasiones, en las casas cubanas comenzó a verse por primera vez platillos insospechados, sin plato fuerte, solamente arroz, viandas o granos. O comías de esa forma o no comías.

Pelotas de trapo: Los niños volvieron a jugar con pelotas inventadas, igual que en mis tiempos de niñez cuando se jugaba con pelotas hechas con cajas de cigarros, y que ahora eeran fabricadas con una media llena de aserrín, guata o pedazos de tela.

Forros: Los libros y libretas de la escuela se forraban con hojas de revista URSS o Corea y hasta con periódicos.

Vasos de botellas: Proliferaron los vasos hechos de botellas de cristal de refrescos o cerveza cortados, un verdadero peligro aparte de la imagen de cuarto mundo que ofrecían.

Pizarra de los comercios: La oferta más repetida era “no hay”.

Otros inventos colaterales de este período que todavía no acaba, fueron:

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El Bicitaxi: una bicicleta modificada para llevar al chofer y dos pasajeros, algunos con techo y hasta equipos de sonido bien ruidosos con música estridente y que se emplean dentro de la ciudad para distancias cortas. La mayoría de sus choferes o ciclistas son emigrados orientales ilegales.

Las jineteras: representó el resurgir masivo de la prostitución, ahora con otro nombre encubridor y de lo cual se jactaba Fidel Castro de que las jineteras eran profesionales, médicos e ingenieras, las más cultas del mundo dedicadas a ese oficio. Vergonzoso.

El buzo: Nace el “buzo”, disimuladamente llamado “recolector de materias primas, un oficio con una retribución miserable para recoger papel, cartón, envases de cristal, plástico y envases de aluminio. En el mundo industrializado el reciclaje no es solo parte de una agenda ecológica, sino que se convierte en un modo de vida, en Cuba es un modo de vida extremo. En los países desarrollados se bota todo lo inservible o hasta que sirve pero está pasado de moda, pero en Cuba la gente busca recuperarlo todo, no como sociedad sino a título personal, porque guardan cualquier cosa porque mañana quizás le haga falta. El reciclaje cubano no es por exceso, sino todo lo contrario, para suplir el defecto. Y el buzo nació a partir de buscar algo útil entre los latones de basura de la zona de Miramar, comenzando por las jabitas plásticas.

Y de cierta forma renació el gofio, que estaba un poco olvidado por la mejora de la vida y los abastecimientos durante los años ochenta.

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El gofio

La política y la ideología nunca podrán suplantar a la tradición y al sentido común, y mucho menos a la ciencia. Ni aunque Nitza Villapol se prestara para tupirnos y garantizar su sobrevivencia en las pantallas convirtiéndose en una veleta a merced de los huracanes de la ineficiencia gubernamental. No me hizo ninguna gracia que en sucesivas ediciones del libro “Cocina al Minuto”, se fueran introduciendo productos y platos foráneos de Europa Oriental, eliminando muchos de los tradicionales cubanos, sobre todo los de origen español. Eliminar marcas como las que propagandizaba durante el capitalismo, es razonable, pero no abolir terminología inglesa ampliamente usada, como Royal o Spam, denunciar al embargo-bloqueo como culpable de las carencias y elogiar los alimentos procedente de los países del CAME, que pueden ser sabrosos, pero no tienen nada que ver con la comida criolla. Flexibilizar las fronteras alimenticias, como se hizo en todos los países en épocas de guerra, no es un delito, pero tratar de crear una falsa abundancia en medio de una crisis alimentaria tan larga, es un engaño, una trampa que no se vale.

Y uno de esos inventos a que recurrió Nitza, fue el picadillo de gofio

En Islas Canarias el gofio era uno de los alimentos más solicitados por los canarios, a los que los cubanos llamamos “isleños”, como si nosotros no fuéramos también isleños. Dicen que su origen es prehispánico, de los bereberes y se obtiene al tostar y moler cereales. Su alto valor energético y proteico hizo que los inmigrantes canarios lo llevaran en sus travesías a América, por eso es muy conocido en Cuba, Santo Domingo, Venezuela, Puerto Rico, Uruguay, Argentina y Chile. Es un alimento integral que en tiempos de crisis, como lo fue la Guerra Civil Española y en Cuba durante la gran depresión, fue la base del sustento del pueblo.

No solo los emigrantes españoles hicieron del gofio su principal alimento, en Cuba se convirtió en un salvavidas junto con el huevo y la harina de maíz seca.

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Cuando niño nos gustaba mucho comerlo con leche, a mí en particular con leche condensada, porque con azúcar solo hacía que uno se ahogara. pero su momento más triste fue cuando Nitza Villapol, a partir de lo que dijimos anteriormente, mostró otro espejismo para satisfacer sus deseos de defender al régimen con la excusa de enseñarnos a comer, que lo había hecho tan bien hasta 1959, creó el llamado Picadillo Argelino o Picadillo de Gofio. Era solamente sustituir la carne por gofio, por lo que nos convirtió en unos “come gofios”.

Había quien decía que el gofio era comida de bobos pero la verdad que la gente de mi edad lo disfrutamos mucho, lo comimos muy a gusto y no tengo dudas que era un alimento sano y calorico, muchísimo mejor que las golosinas de hoy. Por lo tanto, las frases que había sobre el gofio eran producto de la ignorancia y se equivocaban cuando decían: “eres un comegofio”, que era el sinónimo de bobo o tonto, o “eres mas regado que un paquete de gofio delante de un ventilador”, o sea, alguien muy desordenado.

Si hay una frase de Martí que no me gusta es “nuestro vino es agrio, pero es nuestro vino”. Si lo dijo con otra connotación lo acepto, pero si ello se refería a la gastronomía, que no lo creo, lo rechazo totalmente porque si hubiera conocido el frikandel o la masa cárnica o el picadillo de gofio, no lo hubiera escrito. Y el cerelac mucho menos. Pero además no creo que Martí tomara alguna vez un vino agrio cubano, sino que todos conocemos que se desvivía, como mortal, por la Ginebra Gordon, que es inglesa.

Afortunadamente al menos en Miami se conservan platos muy parecidos a los que disfrutamos antes de que comenzara el ocaso de la república cubana, cuando se desayunaba, almorzaba y comía decentemente, con pan, sopas o potajes, plato fuerte con arroz y viandas y postre en cada comida. En Miami no se pueden decir cosas como: “tasajo, si te he visto no me acuerdo”, ni “las nueve C” (cuándo carajo comeremos carne como comen compañeros comité central). Y por supuesto, tampoco hay OCNIS (objetos comestibles no identificados). Se salvaron los que no tuvieron que comer picadillo de gofio.

Un medidor ideológico – https://www.museodelarevolucion.org

El “invento” en la Cuba en crisis permanente

La crisis en la que cayó Cuba y que se debe considerar permanente, pues unos destellos de mejoría que se vuelven a opacar no es salir del atolladero, hicieron que el país retomara al pie de la letra el viejo dicho de “lo que no mata engorda”. Todo sirve de una forma u otra.

Por eso otros inventos que no se si puedo calificar como cubanos porque existieron en la Unión Soviética y otros países socialistas, probablemente no sean más que burdas copias de la extrapolación de la sociedad soviética hacia la nuestra y con los cuales los habitantes de esos países también tuvieron que inventar. Algunos de ellos son:

-riguroso control migratorio, tanto en inmigracion, como en emigración y hasta en turismo

-restricciones migratorias internas, siendo necesario tener permiso para vivir en la capital

-restringir acceso a prensa, radio, televisión, cine y literatura extranjeros que no fuera de los países socialistas

-control total de la economía

-control total de la cultura y la creación intelectual

-centralización de los sindicatos

-partido único

-uso de dos monedas, una para los nacionales y otra con valor de divisa para extranjeros, con la salvedad de la clase dirigente que también podía disponer de divisas.

Algunos de ellos fueron imposible de violar a pesar del ingenio dedicado a ello. Pero al final la mayor coincidencia entre Cuba y la URSS y sus satélites, es que el robo se instaló en todo el campo sociaista como una necesidad y el mejor ejemplo de su existencia, no en Cuba que todos sabemos que por la izquierda se resuelve casi todo, inclusive lo que el Estado no oferta o lo hace inalcanzable, lo que pude corroborar con lo que pude conocer en mi visita a la URSS con la compra de carne y de gomas para el carro por parte del traductor que me atendía. Sin duda había un proceso similar el existente en Cuba, donde la gente roba, se beneficia personalmente del robo y también el que compra porque paga menos por lo que adquiere. Y el estado asume la pérdida porque al final es dueño de todo, así que aquí se puede aplicar la máxima del juego: “el banco pierde y se ríe, el punto gana y se va”.

Y como el comunismo ha hecho de Cuba un país de inventores y DIY (do it yourself o hágalo usted mismo), tenían que surgir otros inventos, todos relacionados con el buscarse la vida en un país que no da oportunidades y donde es mejor ser maletero de un hotel o bartender que Ingeniero o Médico.

Y a partir de ello surgieron nuevas formas de “invento”.

El primer invento era buscar la manera de trabajar en algo relacionado con el turismo, donde seguramente habrían algunas prebendas y posibilidades que no existían en otras partes. Por eso los dedicados a los recursos humanos en las entidades turísticas, tuvieron un considerable incremento en su nivel de vida vendiendo las plazas laborales.

La producción plástica ha llegado a niveles nunca antes vistos.
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Otro campo que floreció fue la producción de los artistas plásticos. La plástica cubana se convirtió en una industria floreciente, ante la demanda del turismo de cuadros, esculturas y artesanías, o simplemente souvenires, fueran resultado de excelencia artística o primitivas. La plástica fue una especie de mala hierba que proliferó dentro de la trágica situacion de Cuba, que ha llegado a no poder producir ni comida para alimentarse, pero si producir arte, convirtiendo los símbolos, inclusive los más odiados como el Che y la hoz y el martillo, en objetos mercantiles para el consumo por los nostálgicos de una sociedad fallida o los jóvenes idiota-idealistas que no saben lo que en verdad representan esos íconos. El arte se convirtió en una máquina que no para aunque se haya detenido el motor, porque la crisis había catalizado lo único que no necesita recursos ajenos a la mente, la creatividad. Nadie sabía que en Cuba había tantos artistas.

Por otra parte fue descubierto el “canibaleo”, donde primero para paliar necesidades y después para vender, desaparecieron las señales de tránsito, las ruedas de los contenedores de basura y los propios contenedores plásticos, los teléfonos públicos, los angulares de acero de las torres transmisoras de electricidad de alto voltaje, rejas y cercas metálicas, los cables telefónicos, las puertas, ventanas, encendedores, cables, sanitarios de casas deshabitadas, traviesas de líneas férreas y todo lo que esté al alcance con custodia o sin ella. Hasta los pomos de perfumes reconocidos vacíos, tomaron valor.

Surgieron las ventas y negocios por internet, y con el adecuado nombre de “revolico” aparece el más exitoso de ellos, donde aparece lo que no existe o no hay “ni en los centros espirituales” (que no se qué significa esta frase porque no le hallo sentido, aunque supongo que se refiera a algo que no lo hay ni en la imaginación) y se ofrecen hasta servicios sexuales o marañas ilegales. Solo faltó en su listado ofrecer los servicios de un sicario. Y curiosamente lo que menos se anunciaba eran productos nacionales, sino importados, capitalistas. El que tenía plata accedía a la modernidad, el que no, tenía que seguir con los inventos y el sub subdesarrollo o con las carencias.

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Pero surgió un invento más rentable: las mulas, que utilizan a personas para importar las mercancías que no se consiguen en la Isla o son muy caras. Se usó el término “mulas” imitando a los contrabandistas de dinero o drogas, pero en Cuba se refiere a los que evaden las prerrogativas exclusivas del Estado para importar bienes. Por supuesto que esta práctica fue eliminada por el gobierno porque quiere mantener su dominio universal.

El carácter transitorio de la crisis fue un espejismo, la situación parece moverse en un espiral sin fin hacia el abismo, y para eso no hay invento que valga, salvo sustituir el régimen que lo provocó. Pero parece que al pueblo cubano no le interesa esa solución, sino seguir resolviendo sus problemas particulares. Supongo que tiene lo que se merece.

El escenario cotidiano en la Cuba de hoy es de crisis extrema.

La misma tierra que hace sesenta años era autosuficiente y exportaba grandes cantidades de alimentos ahora no es capaz de satisfacer sus necesidades a pesar de los gritos frenéticos de Patria o Muerte y los cientos de programas que surgen y no se cumplen. ¡ Ahora si vamos a construir el socialismo !, dijo hace varias décadas Fidel Castro, quien después impulsaría un plan de rectificación de errores y tendencias negativas, más tarde la revolución energética y otras metas y consignas vacías que han llevado a Cuba a competir con Haití y los más atrasados países africanos para ver quién cae más bajo. Y siguen como desde los inicios, echándole la culpa al bloqueo norteamericano. Ese desastre debe llamarse socialismo, ahora hay que esperar a que construyan el comunismo, que debe ser igual a la comunidad primitiva, el hombre con un garrote y encuero.

Por ello el máximo invento cubano sigue siendo el robo, la llamada “búsqueda”, donde se aprecia más un trabajo donde haya “búsqueda”, donde se pueda “inventar” o “fachar”, que otro mejor o que pague más o tenga mejores condiciones, pero donde no se permite o existe el “invento”.

La gente sabe que si no inventa, no sobrevive. Y el invento se asocia a actividades ilícitas o informales, para resolver problemas materiales u obtener un ingreso. Todos los cubanos de una forma u otra viven “inventando”, en la “búsqueda”, que les permite resolver lo que por la vía del salario no tiene solución.

Lo primero que se da cuenta una persona que deja Cuba y va a vivir a otro país, es que lo más importante es el empleo, tener un trabajo, por humilde que sea, te lo da todo, y el que se pone a “inventar” es porque es un idiota y siempre termina mal. Por eso es que la gente que en Cuba vivían del “invento”, de la “búsqueda” o “resolviendo” o como también se dice, en el “floating”, en el exterior muestran una dedicación al trabajo extraordinaria, que llega hasta el extremo de tener más de un empleo.

Entonces todo se resume a un problema de estímulo, en Cuba ello llega a tales extremos que se desconectan de la sociedad y para resolver sus necesidades no les importa perder los valores que le enseñaron desde niño, o que nunca le enseñaron. Y eso es lo más grave, pero tiene solución, ya lo vimos con el ejemplo de los exiliados y es solo cuestión de tiempo y de ambiente social.

Hay cosas que tienen un propósito justo o noble y sin embargo sus consecuencias son funestas y voy a ejemplarizarlas.

Primero está un chiste cruel de mi juventud, que decía: “Blanco corriendo es atleta, negro corriendo es ladrón”. La vida me enseñó que hay blancos y negros que no corren, van con cuello y corbata y traje y son los mayores delincuentes. Por eso no se puede confundir nunca la peste con el olor ni la apariencia con la realidad, o las intenciones con los resultados.

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Otro ejemplo más reciente y que se ha convertido en tendencia mundial son los candados en los puentes como símbolo de algo que no puede romperse. Una pareja se jura amor eterno y cierra un candado en un puente. Años después un puente del Sena, el Pont des Arts, se derrumba parcialmente ante el peso de 45 toneladas de candados. Y quién sabe cuál habrá sido el resultado de esa promesa de decenas o cientos de miles.

Algunos de los primeros programas de la revolución, los veíamos con buenos ojos y los evaluábamos como buenas intenciones de un gobierno que iba a ser justo. La educación y la salud pública universal y gratuita, la reforma agraria y la reforma urbana parecían caídas del cielo. La rebaja de las tarifas telefónica y eléctrica y muchos otros detalles pintaban bien.

Hoy en día podemos evaluar que las buenas intenciones, o las que parecen serlo, muchas veces traen resultados muy malos, si les damos libertad total a los lobos, los carneros mueren, la visión de la racionalidad humana es muy confusa y parece que nunca nadie la va a entender, porque la humanidad se acerca cada vez más a su propia destrucción. Y no es solo el triste ejemplo de Cuba.

No son sólo los regímenes totalitarios que coartan la libertad, también en sociedades abiertas donde debe imperar la ley, como Estados Unidos, los poderosos todo lo que hacen es para acumular cada vez más riquezas y poder y al gobierno no le importan para nada los más desfavorecidos por la sociedad.

La revolución ha sido dañina en muchos sentidos, para no ser absoluto, y todos los sabemos. Pueden haber satisfecho un objetivo inmediato pero al final destruyeron completamente la ética de un país. Cualquiera se hizo ingeniero, médico o licenciado, pero su nivel de vida es peor del de un simple empleado de antes de la revolución, sin hablar de las carencias y las prohibiciones.

Y contra eso, el “invento” es como una aspirina para una carie en una muela que no tiene salvación. No obstante, el comunismo convirtió a Cuba en país plagado de hackers e ingenieros en DIY (do it yourself), pero eso es solo una aspirina.

Por eso el cubano, aparte de reírse de sus desgracias, parafraseando a Descartes, puede afirmar: “invento, luego existo”.

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La desobediencia tecnológica.

Este tema lo hemos dejado para el final porque representa un resumen del “invento” por partida doble, tanto por innovaciones en lo tecnológico como en la “búsqueda” o buscarse la vida a partir de las insuficiencias y carencias dadas por el atraso de Cuba con respecto al acceso a las nuevas tecnologías, no solo en los tiempos actuales, sino a través de todo el proceso “involucionario”, donde Cuba pasó de pionero de la radio, la televisión y la telefonía en América Latina, a ser el último en la lista.

La desobediencia tecnológica en Cuba fue un recurso estimulado por las limitaciones que impuso el gobierno revolucionario, el cual lo estimuló como forma de resolver situaciones tecnológicas, principalmente de las industrias y que no podía resolver por haber gastado sus finanzas en la exportación de la revolución, y que los cubanos en el orden personal la han usado para resistir las carencias que el inoperante régimen le ha impuesto.

Cuando no había televisores en colores en Cuba, la gente hizo un invento ingenuo: ponerle al tubo de pantalla del TV unos papeles transparentes de colores. No reflejaban exactamente el color de las cosas pero al menos permitian ver una parte de la pantalla en amarillo, azul, rojo o verde, creando una ilusión de que habiamos entrado en el modernismo. Más que un invento fallido era una ilusión de un deseo imposible de cumplir. Mientras que en las pocas películas capitalistas que veíamos, todos tenían televisores a color, en Cuba seguíamos en los años 50, y ni siquiera eso, porque el segundo canal de TV a color del mundo fue el canal 12 conocido como TELECOLOR S.A., una planta televisiva con tecnología RCA, dirigida por Gaspar Pumarejo y situada en el Hotel Habana Hilton.

Y una prueba de que en la era tecnológica, los cubanos también inventaron para satisfacer sus necesidades espirituales, es el “paquete semanal”, culminación de toda una etapa de “inventos” con la radio FM, la televisión por UHF, los discos compactos y la televisión por satélite.

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La era de las antenas y las parábolas

El mundo se desarrollaba y a pesar de la falta de información, todos se enteraban de las nuevas y modernas formas de transmisiones y comunicación, por lo que se hizo inevitable que se sucedieran, primero la época de las “antenas” que se referían a las transmisiones de radio por FM, por lo que aparecieron en los techos de las casas largas antenas conformadas por un cable de buena longitud el que se conectaba al receptor y eso permitía escuchar con mucha nitidez las emisoras del sur de la Florida y en algunos casos también de México, porque la gente prefería cualquier cosa y hasta hallaban exóticos los anuncios aunque no entendieran ni papa lo que dijeran, porque eran algo diferente al diluvio de consignas políticas en avalancha.

En la medida en que el mundo iba avanzando con la grabación de sonido en casetes y la de video en Betamax o VHS, tímida y lentamente los cubanos nos fuimos introduciendo en ese mundo que estaba al alcance de pocos, después se haría masiva, por ser más barata, la grabación y venta de CD y DVD con casi cualquier contenido, música, películas, series, conciertos, videos musicales, novelas, documentales, eventos deportivos, etc.

A su vez surgió la fiebre por conseguir los planos y construir una antena Yagi de UFA para captar emisoras extranjeras, impulsados por haberse conocido que en fecha tan lejana como julio de 1969 un grupo de estudiantes de la Universidad Central de Santa Clara lograron a través de ella ver en vivo al ser situada convenientemente en un lugar alto y con buena señal, el hecho histórico del alunizaje del Apolo 11 en la Luna, lo que algunos calificaron como un sacrilegio ponerse a ver esos logros del imperialismo.

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Después vino una etapa donde las señales de televisión del sur de la Florida entraban con mucha fuerza y allá fueron los cubanos a buscar planos e inventar como pudieran la construcción de antenas UHF y mientras más ganancia tuvieran mejor. Más tarde vino otra etapa, la televisión por satélite, donde entraban al país las parábolas, los LBN, algunos dobles como el que teníamos y cada uno con un receptor y el soporte con lo que se disponía ya del servicio.

Nosotros pasamos por todos estos procesos y el servicio de satélite lo adquirimos traido desde Canada por la International School of Havana donde trabajaba mi hijo Alexander y en 2001 disfrutamos de algo exclusivo entonces para los extranjeros y muy pocos cubanos. La única dificultad era que como se trataba de una licencia pirateada, cada vez que cambiaban la codificación para acceder al servicio, había que entrar a Internet a alguno de los sitios que ofrecían códigos válidos, actualizarlos en un dispositivo que lo registraba en la tarjeta del receptor y así continuó durante bastante tiempo el acceso hasta que DirecTV se dio cuenta de que ya era excesiva la cantidad de licencias no pagas que recibían el servicio y diseñaron un sistema que creo que hasta hoy no ha podido ser violentado.

Ante esta situación mi hijo Alexander encargó a Canadá un receptor Dish, con el que también estuvimos viendo los canales hasta que la situación se convirtió en muy difícil porque el gobierno buscó medios tecnológicos de espionaje electrónico para detectar, confiscar y multar a los que tuvieran televisión satelital, que se escapaba al control ideológico por ellos impuesto.

Todos los que contamos con TV satelital sabíamos que había que orientar hacia el suroeste la parábola hasta lograr la conexión en el azimut para obtener la debida potencia de la señal, pero además no podía estar en un lugar visible. En el caso nuestro se introdujo en un hueco que hacía papel del respiradero del baño y que estaba en la parte más alta del techo y ahí sobrevivió por años.

Esos tiempos son de mucha remembranza porque por vez primera estábamos libres de la censura aunque fuera de forma clandestina; todo nos asombraba, hasta el pesado de Don Francisco con sus pujos y sus repeticiones nos parecía atractivo, así de anquilosados mentalmente estaríamos. Y ver los Premios Oscar, los Grammy, los juegos de la MLB o peleas de boxeo de campeonato, sin contar las películas, las series televisivas y los canales de música y videos musicales, eran todo un suceso, era como haber salido de una cueva donde no veíamos el sol.

No obstante la prohibiciones, la gente siguió inventando y pasaron a una siguiente fase: la red de transmisiones satelitales. En lugares donde hubiera muchas casas contiguas y sobre todo en edificios, se vendía el servicio conectándose a través de un cable coaxial con el lugar donde estaba el receptor, con la dificultad de que lo único que se veía era lo que tuviera sintonizado por el que brindaba la señal, aunque después lo perfeccionaron y daban la señal sobre la base de la demanda, que casi siempre era novelas de canales latinos durante el día y noticias, series, películas o eventos deportivos por la noche, preferiblemente lo transmitido por Telemundo y Univisión, canales de Miami en español.

No importaba que el precio fuera alto, entre diez a quince dólares, esta era una forma de evadir la censura y disfrutar de espectáculos que a la gente le interesaba. Pero eso también fue fuertemente perseguido y bastante controlado. Y tampoco era un obstáculo el que hubiera que escuchar bajito el sonido del televisor para que los vecinos no supieran lo que uno estaba viendo, igual que ocurría con Radio Martí y su tema conocido por todos…”aquí falta señores una voz…”.

Recuerdo que en una clase en la CUJAE pasando la lista el profesor dijo: Mauricio, y se escuchó una voz que decía: Goldchain, mientras se escucha otra voz diciendo: falta José Pérez del Río.

Era una muestra de que todos conocían de memoria los locutores más populares de la entonces VOA (Voz de las Américas), como sería años después con Radio Martí y su programación exclusiva para Cuba.

Esta práctica llegó a niveles tales que en lugares como San Antonio de los Baños la gente sólo hablaba como si vivieran en Miami, hasta sabían de memoria los anuncios y los productos que solo conocían por televisión satelital y por TV Martí.

Después comenzó la introducción también semiclandestina de las computadoras y los muy limitados accesos a Internet. Y ese fue el inicio de una revolución tecnológica que el gobierno no ha podido eliminar como las anteriores, y que fue objeto de algunas innovaciones o trucos tecnológicos antes de surgir el Paquete Semanal.

Al llegar, aunque fuera tímidamente, el acceso a Internet, solo para una parte minoritaria de la población, surgieron a partir de aberraciones tecnológicas, los cibercafés clandestinos, las conexiones a canales FTA o “Free to Air”, emisiones de televisión y radio digitales no codificadas, los cines en casa con televisión a 3D y otros negocios que fueron muy combatidos, como las mini redes wifi, porque el gobierno sabía lo que significaba tener la información libre que proporciona Internet y por tanto los consideraba ilegales y fuertemente sancionados.

Y ahí fue cuando el desarrollo de la tecnología impulsó a los creadores a inventar algo más masivo y sobre todo más al alcance del pueblo y menos vulnerable.

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El Paquete Semanal

Los cubanos tienen el Internet más caro del mundo y ofrecido por una empresa que ejerce monopolio sobre este servicio, pero también tiene la opción más barata para acceder a mucha información de la red offline: el Paquete Semanal, que es la fuente principal de entretenimiento de millones de cubanos. Ello ha hecho que una inventiva que surgió como necesidad para evadir el control de la información del gobierno, ahora es un negocio participativo y de colaboración que mueve casi cinco millones de dólares al mes.

En la búsqueda de una alternativa para entretenerse, cansados de una programación politizada casi sin excepción, que es la que ofrece la televisión estatal, se apoya cada semana en lo que todos conocen como “el paquete”, una recopilación de películas, series, shows, telenovelas, juegos digitales, software y publicidad que se propaga por toda la Isla, mediante dispositivos como son las memorias USB y los discos duros externos, donde se graba material digital como sustituto de Internet de banda ancha y de la televisión mundial.

Desde aproximadamente 2008 comenzó a distribuirse el paquete, primero a un precio de dos CUC, más o menos dos dólares por un terabyte de información, la que se comparte a través de todo el país en todo tipo de transporte. En Cuba es imposible manejar en Internet un TB de información por lo lento de la conexión y lo caro del servicio, que además viola, como todo en Cuba, los derechos de autor.

Mientras en el resto del mundo las plataformas de contenidos en streaming bajo demanda como Netflix, Amazon Prime o Hulu son ya de uso popular, las prohibiciones ideológicas que refuerzan las limitaciones de acceso a Internet, generalizó el consumo de materiales pirata primero en CD y DVD y ahora con el Paquete Semanal, que ha acaparado la audiencia de la población y ante lo cual el oficialismo ha respondido con el humilde proyecto de La Mochila, que aunque es gratis, tiene poco de interesante.

Mochila vs. Paquete -http://www.escambray.cu

Los abastecedores de el Paquete ante la presión de las autoridades, han tratado de censurar los contenidos políticos para poder subsistir y no ser eliminados por el gobierno.

Uno piensa que es increíble que para el que no sabe que va a comer al dia siguiente, se supone que estas cosas sean irrelevantes, aunque se afirma que los cubanos gastan más en programas clandestinos que lo que ganan como salario. Todo el mundo prefiere el Paquete Semanal, alquilar DVD o cualquier otra variante antes de ver la funesta televisión cubana o gastar el dinero en otra cosa.

A Cuba también llegó, aunque no para todos, la fiebre por “Game of Thrones. The Walking Dead o Breaking Bad”. En el mundo de los medios de difusión mundial hay muchísima porquería pero también muchísimas cosas interesantes y que vale la pena disfrutar, pero nada es peor que la monotonía polarizada y anquilosada de los medios cubanos. Y lo digo con la propiedad de alguien que trabajó muchos años en ese lugar, sobre todo con la tecnología, el equipamiento digital e Internet. Todo está ahí, probablemente mucho de lo que alimenta al Paquete Semanal, pero no le interesa que el pueblo lo conozca.

La inmensa mayoría de la humanidad no ha llegado aún al diskette, por eso tienen que inventar para sobrevivir.
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El “invento” en el mundo

Y el “invento” no es solo de Cuba, en México conocí que pueden venderte un televisor de marca Sony y los componentes que tienen adentro son de una marca y modelo menos reconocido, lo que ya pasó de invento a convertirse en estafa, pero veamos algunas cosas que ocurren en Estados Unidos, un lugar donde no hace falta el invento, al de “inventar” me refiero.

Un ejemplo que no tiene comparación en el mundo es Estados Unidos, el único país donde existen las llamadas “ventas de garage”, que no son más que la resultante del consumismo a que acostumbran a las personas desde niño. Nada se recupera, nada se recicla, nada se repara, todo se bota y se compra nuevo, no importa que no se haya usado, ya pasó de moda o simplemente lo compramos en verano y ahora es invierno, ya ese color no es el preferido o el modelo no está a la moda, o después que lo compramos no nos gusta.

Las ventas de garage existen gracias al hecho de que la gente compra lo que no le hace falta y lo desecha porque después se da cuenta. Pero como todos viven a crédito, aparentemente no hay que pagarlo, y en muchos casos existe la posibilidad de devolver lo comprado.

Y está la otra cara de la moneda, lo que botan. Con lo que se bota en Estados Unidos pudiera vivir cómodamente el resto de la humanidad, incluyendo en ello la comida. Puede ser una exageración, pero ello aliviaría considerablemente la pobreza y la miseria que hay en el mundo.

Si yo fuera a recoger las cosas que he visto botar (las que están en buen estado solamente) durante los tres años que he vivido en Estados Unidos, sin contar las que vi en mis visitas anteriores, necesitaría un almacén gigante. Muebles de todo tipo, televisores, refrigeradores, lavadoras, computadoras, hay de todo como en botica. Y repito, casi todo nuevo, incluso cosas de mucha más calidad que las nuevas que pudieran comprar, como por ejemplo un gabinete de cocina de cedro, sustituido probablemente por otro de MDF, aglomerado de aserrín de pino, pero con una cara más contemporánea, pero si fueran a comprar otro de madera preciosa, les costaría tanto como un carro nuevo.

Ante tanto derroche, están los que a título personal recogen todo lo que pueda servir, casi siempre por no ser absoluto, latinos. Algunos hasta viven de eso y después venden muy barato lo recogido, tras pasarle la mano, limpiarlo o hacerle alguna pequeña reparación, en los llamados “swap meet”, el equivalente americano de los mercados cubanos o los tianguis mexicanos. O en lugares como pequeños pueblitos o pequeñas playas, tal y como conozco en Fort Myers Beach, donde algunas tiendas locales venden cosas como ropa o juguetes a precios irrisorios y están nuevas hasta con su etiqueta. Al menos con ese proceder se aprovechan las cosas y no hay que endeudarse, pero la regla es comprar por gusto y después botar o vender en un dólar lo que costó diez.

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Habrá expertos que digan que esa es la base del sistema económico y el éxito de la economía capitalista, lo que no comparto. En el resto del mundo, que es casi totalmente capitalista, ese derroche no existe, siempre habrá compradores compulsivos, pero no es la norma de las sociedades.

Hay formas de estimular la economía que no son precisamente el comprar sin darle uso, porque entonces no existe el valor de uso, y el valor creado es artificial. Un ejemplo que siempre me impactó como válido para reactivar la economía fue el de un compañero de trabajo mucho mayor que yo, al cual su padre lo envió a estudiar a Nueva York y haciendo honor al dicho: “me cuesta más que un hijo bobo estudiando en el Norte”, se dedicó a disfrutar de los bares y abandonó los estudios. Al final el padre al enterarse no le mandó más dinero y tuvo que trabajar y su tarea era nada menos que en un sótano de un gran bar, romper contra una pared las botellas de bebidas de todo tipo, las que después eran recogidas como materia prima. Podían haber optado, como se hacía en Cuba entonces, en reciclar las botellas, lavarlas y llenarlas nuevamente para ser comercializadas, pero entonces las fábricas de objetos de vidrio y las asociadas a ellas que producían moldes, repuestos, cajas y todas las materias primas necesarias para fabricar vidrio, se verían afectadas y reducida su producción y por ende el empleo. Ese es un ejemplo racional, no el comprar y no darle uso.

En algunos lugares del mundo muchos productos salen al mercado y se los traga el proceso de creación de cadáveres tecnológicos, y eso incluye decenas de miles de carros que no se venden. Mientras tanto en otras partes como Cuba, la lógica es la contraria. La vida de un aparato se estira hasta el infinito. En vez de botar, se recurre a la desobediencia tecnológica y esta es la que resuelve el seguir contando con el producto.

El dogma ha sustituido a la realidad no solo en los asuntos religiosos, los gobiernos se creen con derecho a tomar decisiones acerca de la grave crisis pandémica que afecta a la humanidad a partir de sus criterios politiqueros sin tener en cuenta el criterio de los científicos. Eso mismo hizo en Cuba Fidel Castro, que se erigió en juez y parte y poseedor de la verdad absoluta sobre todas las cosas y ya hemos visto los resultados.

Pero dudo que el hombre, el ser humano y la sociedad fallida que ha construido se den cuenta de que el “invento” tiene que ser objeto de una solución global y no particular.

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