Desarraigo, nostalgia, saudade, morriña o gorrión del cubano
“Cerráme el ventanal
que arrastra el sol
su lento caracol de sueños
no ves que vengo de un país
que está de olvido
siempre gris,
tras el alcohol”
“La Última Curda” de Aníbal Troilo y Cátulo Castillo
“Ahí está la isla, todavía surgiendo de entre el océano y el golfo: ahí está
y ahí estará. Como dijo alguien, esa triste, infeliz y larga isla estará ahí después del último indio y después del último español y después del último africano y después del último americano y después del último de los cubanos, sobreviviendo a todos los naufragios y eternamente bañada por la corriente del golfo: bella y verde, imperecedera, eterna.”
Guillermo Cabrera Infante, “Vista del amanecer en el trópico”
Estas dos citas, la primera de un bello tango y la segunda del escritor que mejor ha retratado a La Habana, nos llevan de la mano al triste tema que abordamos hoy.
Cuando el hombre primitivo se vio falto de alimentos o afectado por el clima, echó a andar y sin tener conciencia de ello, estaba dando los primeros pasos para la ocurrencia de un fenómeno, que muchos siglos después, sus lejanísimos descendientes lo llamarían emigración.
De esta forma el hombre se alejó de África, llegó a lo que hoy es Asia y Europa, cruzó el estrecho de Bering cruzando a la América actual y se no se detuvo hasta la actual Tierra del Fuego. De forma paralela fue yendo de isla en isla, llegando a todas partes del mundo, o a la mayoría de las tierras.
Con el desarrollo productivo y social, se crearon villas y después naciones, surgiendo los conflictos y las guerras. Para ordenar su vida, el hombre desarrolló regulaciones, tratados, leyes, conceptos morales, pero nada de eso ha podido evitar que el fenómeno de la emigración, por diversos motivos, haya sido contenido hasta el día de hoy. Y precisamente cuando la existencia se ve amenazada por guerras, discriminación, hambrunas, el hecho de la emigración se agiliza y se vuelve imparable, porque el ser humano quiere sobrevivir y procrear, y huye de aquel lugar donde no se den las condiciones para ello.
Y no es exclusivamente un suceso histórico natural e inherente al hombre, sino algo mucho más complicado, y que con el caótico mundo contemporáneo se ha convertido en uno de los problemas capitales para el cual la humanidad no ha podido tener una respuesta satisfactoria, porque su base siempre tiene un trasfondo político.
Y quizás el hombre primitivo no tuviera ningún apego por la tierra que lo vio nacer o crecer, pero el mundo actual lacera a las personas que se ven obligadas o compulsadas a emigrar con un fenómeno que afecta sus emociones de forma abrumadora, la nostalgia.
Exodo cubano.
Cuando Einstein le pidieron que dijera el secreto de su éxito, afirmaba que ello estaba en la capacidad de seguir haciéndose preguntas, como lo había hecho desde niño, siendo ya un adulto.
El progreso del conocimiento científico está basado en seguir haciéndose preguntas, cuestionar y dudar, replantearse las dudas e ir corrigiendo todo para alcanzar la verdad o acercarse a ella.
Einstein, a pesar de que el final de sus teorías se esbozan a través de fórmulas, era un científico sin fórmulas y formalismos. Era capaz de concentrarse durante largos períodos de tiempo para hallar soluciones. Es muy curioso que una vez le preguntaron que si tenía que resolver el origen de un suceso en una hora ¿cómo abordaría el problema? Su respuesta fue que necesitaba 55 minutos para detectar su origen y 5 minutos para solucionarlo.
Traté de aplicar esta concepción al hecho de la gigantesca emigración cubana, a pesar de todas las acciones que para detenerla y evitarla se han aplicado por más de medio siglo, y analicé variables tan diferentes como el deseo de estar junto al familiar que emigró, a connotaciones políticas, a la desesperanza y la incertidumbre del futuro, a la inseguridad económica y las carencias que no cesan, a la falta de libertades y derechos, a la admiración por la vida en otros países, en fin, un sinnúmero de elementos que todos juntos o muchos de ellos combinados, nos dan la señal por qué la gente quiere huir de un país que está estancado en el tiempo, a pesar que eso implica alejarse de su patria y sus raíces. No pude llegar a una conclusión, los años y las décadas pasan, y el cubano solo ansía abandonar la tierra que lo vió nacer.
Pero aparecieron dos grandes en mi camino y mi mente se aclaró: el primero fue Cervantes.
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.” Dijo Don Quijote a Sancho.
Y el segundo el más grande de todos: Neruda, con este canto desgarrado a la patria. La patria es un concepto hermoso y una palabra fea; “palabra triste, como termómetro”, decía Neruda en extraña asociación de ideas
“Ay cuándo y cuándo
cuándo
me encontraré contigo?
Lejos de ti
mitad de tierra tuya y hombre tuyo
he continuado siendo,
y otra vez hoy la primavera pasa.
Pero yo con tus flores me he llenado,
con tu victoria voy sobre la frente
y en ti siguen viviendo mis raíces.
Ay cuándo
encontraré tu primavera dura,
y entre todos tus hijos
andaré por tus campos y tus calles
con mis zapatos viejos.
Ay cuándo
me sacará del sueño un trueno verde
de tu manto marino.
Ay cuándo, Patria, en las elecciones
iré de casa en casa recogiendo
la libertad temerosa
para que grite en medio de la calle.
Ay cuándo, Patria,
te casarás conmigo
con ojos verdemar y vestido de nieve
y tendremos millones de hijos nuevos
que entregarán la tierra a los hambrientos.
Ay Patria, sin harapos,
ay primavera mía,
ay cuándo
ay cuándo y cuándo
despertaré en tus brazos”
Y esta otra imagen, que solo Neruda podría escribir, la “Feliz año para mi patria en tinieblas”
“Feliz año, este año, para ti, para todos
los hombres, y las tierras, Araucanía amada.
Entre tú y mi existencia hay esta noche nueva
que nos separa, y bosques y ríos y caminos.
Pero hacia ti, pequeña patria mía,
como un caballo oscuro mi corazón galopa:
entro por sus desiertos de pura geografía,
paso los valles verdes donde la uva acumula
sus verdes alcoholes, el mar de sus racimos.
Entro en tus pueblos de jardín cerrado,
blancos como camelias en el agrio
olor de tus bodegas, y penetro
como un madero al agua de los ríos que tiemblan
trepidando y cantando con labios desbordados.”
Son conceptos que llegan a lo más profundo del que se sabe desarraigado. Cervantes nos explica que todo se resume a la libertad en el más amplio sentido de la palabra, ese es el origen que toma diferentes formas, pero que al final su ausencia nos impulsa a emigrar. Neruda nos muestra después la faceta resultante de la acción de emigrar, que no es más que el desgarramiento que ello nos provoca.
A lo anterior hay que sumarle una especie de maldición histórica, que algunos con la influencia norteamericana han llamado “fatalismo geográfico” por nuestra cercanía a Estados Unidos. Entonces habría que preguntarse ¿cómo llamar la influencia de España y la Unión Soviéticas, tan lejanas geográficamente?
Desgraciadamente, Cuba, un país pequeño, no ha sabido vivir, como sociedad, un solo día sin que su relación con otro país, más poderoso, influya o domine en su accionar. Primero fue España y la colonización, después Estados Unidos, que intervino el país, lo modernizó y civilizó e impuso su dominio económico y una gran parte de su modo de vida. Con la revolución, que prometió un país independiente y democrático, como soñara Martí, vino lo peor: la subordinación total a la Unión Soviética y la imposición de costumbres y métodos de vida muy alejados de nuestra idiosincrasia.
A ello lo acompañó una pérdida total de valores, entre ellos los derechos civiles, que nunca fueron muy respetados en nuestra fallida democracia, pero que con el dominio soviético llegó casi a desaparecer. De la etapa posterior a la desintegración del campo socialista no voy a hablar, porque los burdos imitadores venezolanos, lo único que lograron fue repetir en un país rico, un modelo totalmente fallido y no deseado por el pueblo cubano y que ha terminado con llevar al país de Bolívar al caos y el desastre total.
Embajadas de España, Estados Unidos Y Rusia, las mayores del país
Cuba, antes de la revolución, tenía una de las tasas más bajas de emigración del mundo. Todo lo contrario, era, desde su independencia, un país que llegó a contar con más extranjeros que nacionales, lo que obligó al gobierno a implantar leyes para proteger el empleo de los nacidos en la Isla.
Pero llegó la revolución, el cambio que muchos quería, que trajo al principio esperanza y confianza, lo que con los años se ha convertido, gracias al éxodo que ha provocado sus errores y su estancamiento, en añoranza, melancolía, nostalgia, tristeza, pena y en la aparición del “gorrión”.
Gorrión
Aquel sentimiento desgarrador que los portugueses llaman saudade y los gallegos morriña, los cubanos que vivimos la segunda mitad del siglo XX y sufrimos los embates revolucionarios, bautizamos como “gorrión”, que es un sentimiento de profunda melancolía, el cual lleva al que lo sufre por todas las formas de la tristeza y nos llena de recuerdos, emociones y caminos que ya no andaremos más, pero que están siempre con nosotros, lacerantes.
El gorrión es un pájaro que no se destaca ni por su canto, ni por su aspecto, sino por su gran capacidad de adaptarse al medio donde está y su amplio espectro alimentario, por lo que es un sobreviviente por excelencia.
De ahí surge la analogía de los cubanos en llamar nuestras tristezas”gorrión, porque para resistir sometidos a una ideología política impuesta, hemos tenido que adaptarnos a ese medio hostil para poder sobrevivir. No hay duda que el gorrión está posado en cada emigrado cubano que dejó atrás su historia, su familia, sus costumbres, sus amores, sus raíces para conseguir lo que en su tierra le está negado. Pero el gorrión también está posado con igual fuerza en cada familiar o amigo que permanece en Cuba y están conscientes, como Carlos Varela en su canción “La política no cabe en la azucarera”, que nos recuerda que en cada casa cubana hay al menos una silla vacía.
“Hace mucho calor en la vieja Habana
la gente espera algo, pero aquí no pasa nada.
Un tipo gritó: ¡sálvese quien pueda!
Cada día que pasa sube más la marea.
Felipito se fue a los Estados Unidos,
allí pasa frío y aquí estaba aburrido,
en la mesa de domingo hay dos sillas vacías,
están a 90 millas de la mía.
Pero entiéndelo brother
tómalo como quieras
la política no cabe en la azucarera. “
Y un ejemplo de que la política no cabe en la azucarera fue la desastrosa decisión maoísta acerca de los gorriones en China, los pobres gorriones Chinos.
Por lo regular los dictadores que han sido cabeza de los gobiernos de los países comunistas, han sido arrogantes, autoritarios, crueles y por encima de todo ignorantes e incapaces.
Un buen ejemplo de ello fue el exterminio de los gorriones en China, una campaña política durante el gobierno de Mao Zedong como parte de uno de los tantos proyectos fallidos de su gobierno, como la Revolución Cultural Proletaria dirigida contra altos cargos del partido e intelectuales a los que Mao y sus seguidores acusaron de traicionar los ideales revolucionarios. Otro fue el denominado Gran Salto Adelante, y dentro de la Campaña de las cuatro plagas, los infelices gorriones, más útiles que dañinos, pagaron la locura del dictador.
El gobierno chino decretaba que debían ser eliminadas cuatro especies consideradas letales para las cosechas: ratones, moscas, mosquitos y gorriones. El argumento para exterminar al gorrión común, era que devoraba el grano almacenado. Se efectuaron cálculos según los cuales cada gorrión comía un promedio de 4.5 kilogramos de grano al año, por lo que matando a un millón de gorriones, se podrían alimentar a 60 mil personas más. Según palabras de Mao Zedong, “los gorriones son una de las peores plagas, son enemigos de la revolución, se comen nuestras cosechas, mátenlos. Ningún guerrero se retirará hasta erradicarlos, tenemos que perseverar con la tenacidad del revolucionario”. La palabrería vacía, propia de un sermón religioso, pero profundamente dogmático, porque la religión es similar a todas las campañas ideológicas del comunismo en todos los países del mundo, no podía ser otra cosa sino un fracaso con implicaciones nefastas para el pueblo.
La peor consecuencia del capricho y locura de Mao fue que al matar los gorriones, se dejaron los campos vulnerables a los ataques de los insectos. En abril de 1960 Mao se dio cuenta de que había estado equivocado porque le hicieron comprender que la consiguiente hambruna fue resultado de esa estupidez, y se dirigió a los medios ordenando cesara la persecución a los gorriones. Después vendría algo peor que esta campaña, como fue la Revolución Cultural, un evento tan oscuro como la inquisición de la iglesia católica. El daño causado por el aniquilamiento de los gorriones trajo consigo la proliferación de las langostas, responsables de una terrible plaga que formó una parte muy importante de la Gran Hambruna China, periodo de 3 años que pusieron fin al Gran Paso Adelante en el que se calcula que murieron entre 16 y 30 millones de personas.
La nostalgia del que se va.
Esta decisión, muchas veces inevitable, como fue el destierro de mi padre por motivos políticos, obligado a elegir entre volver a presidio por haber conspirado contra el gobierno o irse al exilio durante el éxodo de Mariel; otras veces aprovechando viajes de diversos orígenes al extranjero, todos en misiones oficiales, ya sean deportivas, culturales, de negocios, de estudios y otros; las menos mediante una reclamación directa de algún familiar o la intervención de algún mandatario extranjero, y que implicaban irse del país abandonando todas sus posesiones, por humildes que fueran, inventariando hasta una miserable cucharita para poder robar bastante, a lo que se sumaban vejaciones, mítines de repudio y otras prácticas propias de los nazis; y otras fugas más cómodas y con menos riesgos, a través de un matrimonio con un extranjero o un contrato de trabajo en otro país, este último menos frecuente y por supuesto no relacionado con los esclavos de bata blanca cubanos: los médicos y personal de la salud, que hasta en ese aspecto han sido y siguen siendo esclavizados. Y el que voy a dejar para el final, por ser una de las cosas más crueles que ha sufrido el cubano: los balseros.
Carlos Rodríguez Valdés-Carranza, mi padre, deportado a Estados Unidos.
He conocido de todos los tipos mencionados. Ya reflejé el de mi padre, deportado como hacían los soviets con sus enemigos, que eran enviados a Siberia; amigos íntimos como Jaime Ferrándiz, que han “desertado”, como lo llaman en Cuba al ir a una misión de negocios a Alemania y se quedó en el aeropuerto de Gander en Canadá con la aspiración de después reunirse con su familia en la Florida, con la esperanza de reclamar la unión familiar con su esposa e hijos, cuyo hecho, por no dar el permiso de salida el gobierno cubano, terminó con el matrimonio y pudo reunirse con uno de los hijos más de 10 años después por éste irse en una lancha o algo parecido, es decir, jugándose la vida cruzando el estrecho de la Florida. Debo decir que de su casa se llevaron o incautaron todo lo que tenía, hasta artículos que su hermano le había llevado desde Estados Unidos o le había comprado mediante pago en divisas, cosas que no tenían nada que ver con su decisión de irse del país.
O el caso de Ángel Carrazana, un destacado músico cubano que con su orquesta Grupo Caribe Expreso,estuvo durante 10 años trabajando varios países como en Argentina, Francia, Italia, España y al regresar, toda su orquesta, exceptuando a sus dos hijos y su nuera, que formaban parte de ella, no volvieron a Cuba. Después formó nuevamente otra orquesta y al final obtuvo trabajo en México, donde estuvo buen tiempo y al regresar, lo hizo solo, en esta ocasión sus dos hijos y su nuera también tomaron el camino del exilio. Ahora comparte su tiempo entre México y La Habana, donde también tiene otros hijos.
Angel Carrazana y sus historias de exilio musical
Y son tantos los casos de artistas, deportistas, científicos, profesores y otros que han tomado esta difícil decisión y han sentido esa sensación de desarraigo y confusión de la identidad que provoca dejar tu país y recomenzar la vida en otro, tenga o no el mismo idioma y costumbres.
Y al final he decidido no abordar el tema de los balseros por varias razones. Por una parte es tan desgarrador, no se sabe cuántos miles de cubanos pueden haber perdido la vida en una travesía tan difícil y arriesgada y eso es lacerante para todo el que conozca lo que en materia de dolor ha representado para la familia cubana.
También es cierto que esa vía ha sido empleada por delincuentes, personas de mal vivir y otros que no ven otra forma de irse de Cuba, pero al final hay que llegar a la conclusión de que ha sido una forma absurda de abordar la solución a la que aspiran. No creo que haya mucha gente con preparación y cultura amplias que se involucre en una aventura de ese tipo. Pero igualmente ha sido una experiencia desgarradora. No culpen a los que permiten que esa vía sea empleada, ni a los que pueden haberla alentado, culpen a los que originan que la gente llegue a ese grado de desesperación. Siempre recuerdo un cuento que decía que el problema de los balseros se arreglaba yéndose dos personas de Cuba: Fidel y Raúl Castro. Y es cierto.
Los sentimientos de los cubanos fueron sustituidos por la añoranza y la nostalgia.
La Cuba de hoy es el paraíso de la nostalgia.
La nostalgia abarca a todo el que se fue, y que sabemos que casi nadie regresa. A ella se suma la nostalgia del que se queda por el que se fue. La que sentimos por aquellos que murieron lejos de nuestro país y de nosotros, de los artistas y deportistas que siguen siendo nuestros, y la peor de todas, la que sentimos todos los días al ver una silla vacía, lo que se vuelve más triste en los cumpleaños, los días de las madres y los padres y la nochebuena, que se convierte en la noche más mala del año.
No importa la edad, no importa en qué medida, cambias de ciudad, de amigos, de costumbres. No importa que estés con uno de tus hijos, siempre hay otro que vive en otra parte. Si no te pierdes los cumpleaños de uno, te pierdes los de otros. En el año 2014 pudimos sentarnos mi esposa y yo con nuestros dos hijos y sus esposas. Hacía 10 años que no lo hacíamos. ¡La nostalgia acumulada en ese tiempo, en los encuentros y desencuentros con uno o el otro es inconmensurable!
Yo me fui de Cuba exactamente un día antes de cumplir 68 años. Si por mi gusto fuera lo hubiera hecho 50 años atrás. Pero los hijos van primero y hasta que ellos no lo hicieron, ni me pasó por la mente, a pesar de que oportunidades tuve muchas.
Pensé que a esa edad y con los deseos de estar con mis hijos y además en un mundo donde pudiera decir sin temores lo que pienso, el “gorrión” nunca se apoderaría de mi. Pero me equivoqué. Ahora escucho mucha más música cubana (vieja por supuesto, ya que el reguetón para mí no es música) que en Cuba y allí era fanático del rock y el jazz principalmente aunque nunca he despreciado la música latinoamericana, desde México hasta Argentina. Veo muchas noticias de Cuba (las mentiras del régimen y las mentiras de los contrarios, y las verdades de las agencias y medios respetables), y las veo quizás con más avidez, porque ahora tengo más de una fuente y versión, y por haber trabajado dentro de los medios conozco que todo lo que se maneja en materia noticiosa en Cuba está manipulada.
Hasta veo por Internet las novelas cubanas (yo que en toda mi vida solamente vi Sol de Batey y Tierra Brava), y otros programas humorísticos y hasta policíacos, sin faltar “Como me lo contaron ahí va..”, crónicas de una Habana que tengo muy presente.
Rescaté, sin saberlo ni quererlo ni buscarlo, los símbolos patrios que me enseñaron cuando niño y que en Cuba despreciaba porque los han identificado con el régimen o han falseado la historia para su conveniencia.
Y me preocupa más la vida de los pocos familiares que dejamos y los amigos, que lo que pasaba antes cuando estaba allá, sobre todo porque me doy cuenta, viendo los toros desde la barrera, que el panorama para el cubano no ha cambiado absolutamente nada. Se repite hasta el cansancio la habladuría engañosa de siempre, las apologías en las que no cree ni el que la orientó decir, ni el que la escribió, ni el que la lee o dice, el avance con un paso y dos de retroceso, la autorización y desautorización, en fin, sigue en pie incólume, la gran estafa al pueblo cubano.
Y no solo me doy cuenta de las cosas que me molestan de mi país, así mismo veo las cosas buenas que ya no tengo, como son la educación y la medicina, que por deficientes que sean, siempre van a ser infinitamente mejores que las que tiene el pobre pueblo mexicano, que gozan de una libertad entre comillas, pues están semi esclavizados por un sistema de gobierno corrupto y viven en la inseguridad por partida doble, por no tener el futuro asegurado al no haber fuentes de trabajo y por la inseguridad que le da un país donde no hay leyes y hay que temerle más a la policía y sobre todo a los jueces, que a los delincuentes, aunque casi son los mismos..
En la calle 8, la Pequeña Habana, Miami
Pero aquí en México encontré lo que buscaba; la libertad, no total pero que te permite respirar, por eso es que deseo que un día ese pueblo no le siga pasando lo que al Cid Campeador del que decían, “que buen vasallo sería si tuviera un buen señor”.
Y siempre aparecen los despistados, malintencionados, envidiosos, ignorantes o simplemente (los menos) extrañados, que te preguntan que cómo si en Cuba es tan buena la educación y la salud pública, ¿por qué te fuiste? Entonces es cuando paso a enumerar todos los factores que expliqué como origen de la emigración cubana y otros que hay que ser cubanos para entenderlos y que te hacen la vida y sobre todo el futuro imposible.
Al final me quedo con ganas de decirles: ¡No jodan más, lo bueno es bueno y lo malo es malo! Porque en México impera un nacionalismo sin sentido, al igual que el que le quieren imponer al cubano, de que lo de su país es lo mejor, que es el mejor país del mundo, y el sol no se puede tapar con un dedo, ni siquiera en un eclipse, y si no hay balance o esperanza, hay que irse para donde haya más posibilidades, y si no lo encuentras a donde fuiste, te vas para otro lugar, algo que en Cuba no se puede hacer.
No en balde en Estados Unidos hay una presencia mexicana de alrededor del 30% del total de habitantes del país. Seguramente muchos me van a decir que si los gringos esto, que si los gringos lo otro. Pero al final no hay gente que ansíe más ser americanos que los mexicanos, con todo lo que digan y con el falso patriotismo que esgrimen frente al país del norte. Si fuera de otra manera, entonces los americanos vendrían en masa hacia México, cuando en realidad solo vienen a vivir algunos jubilados porque la vida es más barata y algunos delincuentes para ocultarse.
Y estos temas no son exclusivos de Cuba. La nostalgia, gorrión, saudade, morriña o como quieran llamarla ha hecho que el concepto de nación haya florecido sobre su base. La añoranza del que se fue, pero no regresa y del que no se va y extraña al que se ha ido porque no puede irse por diversas razones, que son muchísimos.
Si no pregúntenle a los millones de españoles que vinieron a América en busca de un futuro mejor, siempre añorando regresar a su terruño, y a todos, salvo excepciones que no merece la pena tener en cuenta por su pequeña cantidad, son dignos retratos de la magistral obra de Alberto Cortés, “El abuelo”. Y con los cubanos que en los últimos 50 años han abandonado el país, la historia se va a repetir. Si tienes éxito, no das marcha atrás, y si no lo tienes, no hay forma de regresar.
Recordemos que en Cuba la emigración española fue un proceso continuado a lo largo de los siglos XIX y XX que, con diferentes características, fue evolucionando desde una colonización dirigida a la creación de núcleos urbanos, con el establecimiento de colonos blancos, hasta la entrada de trabajadores libres en régimen de asalariados, de acuerdo al desarrollo de la economía y del sistema productivo cubanos. La demanda de mano de obra abundante y barata se hizo sentir cada vez con mayor fuerza y fue cubierta con la llegada masiva de inmigrantes españoles.
Hasta 1904 Cuba fue el destino principal de los españoles que decidieron emigrar. El período en que se registra el mayor volumen de entradas de emigrantes en la isla abarca desde 1912 a 1921 y desciende a partir de ese último año, tras la caída de los precios del azúcar en el mercado mundial y la crisis que sobrevino. Con la guerra civil española hubo otro repunte importante de emigración española.
La presencia española ha experimentado un descenso muy importante. En Cuba, la colonia española censada en 1970 apenas presenta cambios en su volumen con respecto a 1954. Son españoles la mitad de los extranjeros y uno de cada 100 habitantes del país. Pero casi todos los cubanos somos descendientes de españoles.
Muchos de los que se fueron en los primeros años de la revolución, lo hicieron con la esperanza de regresar pronto, otros como mi suegro, esperaba que el gobierno “se cayera” pronto, se hizo viejo y murió en la espera, al igual que pasó con muchos que esperaban estar en Miami unos meses, después unos años y allí se hicieron viejos y murieron esperando el cambio que nunca vino gracias a un dictador apoyado por lo peor del mundo y una serie de gobiernos americanos ignorantes y estúpidos, primero haciéndole el juego a la Guerra Fría y después congraciándose con los cubanoamericanos de Miami con fines electorales.
Solamente Barack Obama tuvo la valentía de cambiar esa política. Lo que no esperaba, aunque él estaba consciente que eso era simplemente un primer golpe al muro de Berlín caribeño, era que la contraparte, el fósil dictador y su hermano incapaz, sumiso y alcohólico no iban a dar ni un paso para romper con el pasado, al menos mientras la gerontocracia viviera. Y si daban algún paso era para buscar ingresos para seguir manteniéndose en el poder, no para mejorar las condiciones de vida del pueblo.
Y hay algo que nos profundiza la añoranza: el hecho de que el discurso de los medios va por un lado y la realidad por otra. Y otras que son difíciles de explicar, como son el estrés resultante de la lejanía de la gente que ama, las diferencias culturales de los países a los que vamos y que rechazamos por lógica aunque sean mejores que las nuestras, el tener que cambiar las cosas que a uno más le gustan, la diferencia con respecto al concepto de familia y que en Cuba es muy profunda, la falta de un círculo de amigos verdaderos y el hecho real de que el cubano nunca abandona a su familia, esté bien o mal. Todo ello le trae al cubano, sentimientos de saudade, morriña o nostalgia, al que se suma uno con un concepto muy cubano: “gorrión” .
La despedida de mis hijos en el aeropuerto. Están entre los momentos más tristes de mi vida.
Las etapas del que vive fuera de Cuba
Quizás esto no sea exclusivo para los cubanos, pero nosotros tenemos cuestiones muy particulares, por eso somos cubanos, y sabemos, aunque es lo que más deseamos, que vivir fuera de Cuba “no es jamón”, o sea, que no es nada fácil.
Ya logramos, después de una larga espera o una larga preparación, alcanzar nuestro objetivo de salir de Cuba. Esa es la etapa de obstinación, donde estás cansado de los trámites para tus documentos que quieres llevar contigo, sacar el pasaporte, la visa, carta de invitación u otros trámites ya desaparecidos o simplemente la planeación de tu fuga si el viaje es por motivos de trabajo.
En esta etapa, llena de tensiones, existe un acto final trágico, la despedida de tu familia en el aeropuerto. De ese mejor ni hablar, se me cayó el alma las dos veces que tuve que despedir a mis hijos.
Después viene la etapa de aclimatación.
Has llegado a otro país donde quizás se hable otro idioma y si se habla el tuyo todo es diferente, las cosas se llaman de otra forma y sobre todo los insultos y malas palabras son diferentes y siempre las encuentras flojas. No es lo mismo decir “pendejo” o “boludo” que comemierda, el término cubano tiene muchísima más fuerza.
Las comidas son diferentes, a no ser que caigas en Miami, las comidas siempre van a ser diferentes y al final como decía Eliseo Alberto, Lichi, te vas a dar cuenta de que “la patria es la comida”, lo que es una verdad absoluta. Es posible que vayas a un país latinoamericano, donde todos se parecen en varios aspectos entre ellos el relajo, la vagancia y el irrespeto a las leyes. Si vas a Estados Unidos, ahí sí todo es diferente. A lo mejor escapas un tiempo en Miami, y te crees que sigues en Cuba, una diferente con libertad y comida e Internet, pero ahora mismo me recuerdo de mi amigo Alejandro Chanfrau, al que después de comentarle que había ido a un lugar relativamente cercano, Boca Ratón, me dijo: “eso si es Estados Unidos”. En ese momento no entendí lo que quería decir, pero después lo razoné. Donde no predomine la población cubana, no hay invento, hay que entrar por el aro, es decir respetar y cumplir.
Es en esta etapa donde te muerde alguien que va a estar contigo hasta que mueras: el gorrión.
Recuerdas a familiares y amigos que dejaste, extrañas las fiestas, encuentros, conversaciones, juegos de dominó, toda tu vida. Y cuando llega el día de Nochebuena o el 31 de diciembre o el día de las madres, los recuerdos te acorralan. Y eso te va a pasar muy a menudo y para siempre.
Es en ese momento que descubrí a músicos, actores, escritores que siempre desprecié o menosprecié, empleo frases cubanas que le escuché una vez a mis tíos y abuelos y de las que ya no me acordaba, y cada vez te siento más cubano y así quiero hacérselo saber a todos.
Con el tiempo llega la etapa por la que han pasado tantos millones de emigrantes en el mundo: la resignación.
Todos los españoles que conocí en Cuba directamente, o a través de amigos y familiares, se encontraban en esta fase. Todos fueron a Cuba buscando un mejor futuro, que para muchos nunca llegó, otros fueron viviendo, todos construyeron una familia y al final todos se quedaron con las ganas de volver a España. Y ahí vuelve Alberto Cortés a tocar la herida con “El Abuelo”:
“Y el abuelo un día
se quedó dormido
sin volver a España.
El abuelo un día,
como tantos otros,
con tanta esperanza.
Y al tiempo al abuelo
lo vi en las aldeas,
lo vi en las montañas,
en cada mañana
y en cada leyenda,
por todas las sendas
que anduve de España.”
Cuando uno emigra, tiene que estar preparado porque la resignación es inevitable. Si dos cubanos se encuentran en cualquier parte, lo primero que se preguntan es el tiempo que llevan allí, como si se tratara de una condena, porque es una condena no estar en tu tierra.
Ahí te das cuenta que las dos partes sufren y que los dólares que puedas mandar a tu familia a Cuba sólo los va a ayudar a vivir un poco mejor materialmente. Y es el momento de recordar el maravilloso comercial de Mastercard, donde un padre y su hija, tumbados en la hierba miran a las estrellas y una voz dice: “cosas como esta no tienen precio. Para todo lo demás está Mastercard.”
El sufrimiento de los cubanos por su separación no hay Mastercard que lo resuelva, porque no tiene precio.
Cualquier tiempo pasado fue mejor.
Si hay un escritor que con un solo poema haya pasado a la historia de la poesía castellana, ese es don Jorge Manrique de Figueroa, que hace un alegato como ningún otro haya hecho, dela vida y la muerte en un poema. Hablo de las Coplas a la muerte del Maese Don Rodrigo, su padre.
“Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.”
Cuando en un ambiente diferente a nuestro origen nos ponemos nostálgicos, recordamos un pasado idealizado mediante una combinación de muchos recuerdos diferentes, todos integrados, en cuyo proceso se han filtrado todas las emociones negativas, o sea, tenemos tendencia a olvidar con más facilidad lo negativo, quedándonos con los recuerdos positivo, lo que nos muestra que la memoria no es fidedigna, sino que se modifica constantemente, según nos convenga. Por eso es una de las frases más concluyentes del pensamiento universal: cualquier tiempo pasado fue mejor.
Por eso me doy cuenta que soy muy sensible a los comics, ya que me llevan a mi niñez, reviso páginas de viejos juguetes y viejos carros, añoro ver películas que vi en mi infancia y adolescencia (aunque muchas me parecen ahora no solo detestables, sino ridículas) y otras cosas que me hagan recordar, que según una canción es volver a vivir el tiempo que se fue.
Sin duda la nostalgia funciona ya que nos gusta recordar épocas que quizás no fueron tan maravillosas como en nuestra memoria la vemos.
Cuba como país y su tan mal valorada etapa republicana se ha convertido en una especie de símbolo del paraíso perdido, y vuelve a ocupar un lugar de preferencia en el imaginario colectivo, aunque la inmensa mayoría de los cubanos de hoy nacieron después de 1959 y han sido criados bajo la doctrina de la austeridad, las privaciones y la obediencia ciega. La mayoría de los cubanos están de acuerdo que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Una cosa interesante es que lo que se quiere revivir es la prosperidad republicana llena de influencia norteamericana y para ello se desechan completamente las más de tres décadas de dominio soviético, como si no hubieran existido. No importan casi 60 años odiando la república, el imperialismo yanqui y sus símbolos, ellos son tan fuertes que reviven en la Cuba de hoy, nunca murieron, solo estaban dormidos.
Es profundamente triste es que seis décadas de revolución nos hayan dejado como legado un pueblo que ha emigrado masivamente, que reniega de seis décadas de destrucción de la democracia, de la economía y de los valores sociales, pero que sin embargo ha gestado y mantenido la dictadura más duradera en la historia, la que aún sigue en pie, algo que hay que preguntarse con mucho cuidado, porque el pueblo cubano no es cobarde, pero a lo mejor lo convirtieron en alguien que se ha conformado con tener algunas ventajas como educación y salud, una cuota de alimentos por la libreta y un país con seguridad. No importa que seas un mediocre y no puedas aspirar o ambicionar nada, ni siquiera a elegir a tus gobernantes. Ahí es donde la gente escoge entre la mediocridad o la libertad.
El culto al pasado no revolucionario en los negocios privados y en toda la vida nacional, no es una manifestación aislada, es una especie de señal del deseo de volver, no a esos tiempos, lo que es imposible, pero si a algo que se parezca a aquella Cuba.
Pero al final, eso es solo parte de la apertura, quizás simbólica, pero por ahí se empieza, que propició Barack Obama en su paso histórico de sepultar la guerra fría, y ello realmente no representa nada para aquellos que han sido víctimas del “gorrión”, los que nunca llegarán a ser un nativo en otro país, aunque tengan su ciudadanía, hablen su idioma y se integren completamente al temperamento e idiosincrasia locales. Ellos seguirán siendo cubanos, a pesar de que si van de visita a Cuba encuentren que la gente hable muy alto y de forma estridente, que sean hiperbólicos y exagerados, que los sabores están muy dulces y que algunas frases no las entiendan.
Los descendientes de los cubanos en esos países estarán interesados en conocer y ayudar a Cuba o sea, al país donde nacieron y se criaron sus padres y abuelos, pero no se sentirán, salvo por esos lazos, atados a Cuba de ninguna otra forma, pero los exiliados cubanos, mordidos por el “gorrión” no tienen salvación, siempre serán cubanos por encima de cualquier otra cosa.
Y para dar fe de que cualquier tiempo pasado fue mejor, escribo estas memorias, que buenas o malas, son las mías y que, como expliqué, van a estar influenciadas por las cosas buenas que viví. De las malas hubo suficientes y es mejor ni recordarlas. Hasta en eso es impresionante el cerebro humano, que rechaza recordar lo que le aporta sufrimiento, pero que sin embargo no puede nada frente al “gorrión”. A veces, o muchas veces, o casi todas las veces, el corazón domina al órgano que debe dominarlo todo. Pero eso nos hace, por suerte, más humanos.
Firma: otro que lo mordió “el gorrión”.
No hay Comentarios