Los gallos cubanos

Los gallos cubanos

¿A quién saluda el gallo cuando en el alba canta, lejano?

Eliseo Diego

Cuando José Gutiérrez de la Concha, capitán general de la Cuba colonial de mediados del siglo XIX, dijo que “con un una lidia de gallos, una gruesa de barajas y doce manolas con sus guitarras son llevados los cubanos a donde quieran” estaba resumiendo de manera concentrada un espíritu que sigue enraizado en la sociedad cubana. Jamás existió en el país un asunto tan aparentemente trivial que ocupara una posición de semejante envergadura durante el último siglo.Las peleas de gallos son una pieza inevitable en la configuración de esta isla como nación, de su identidad y de la construcción de un modo de vida

En Cuba, como en Macondo, ese pueblo ficticio creado por Grcía Márquez en su novela Cien Años de Soledad y que es recreado en otras de sus obras, no están permitidas las peleas de gallos, de ahí la cercanía de nuestra patria con ese mundo del realismo mágico donde ocurren las cosas más absurdas.

En su acepción más elemental, el gallo es el macho de las gallinas, y cuya principal tarea es cantar al salir el sol cumpliendo un doble objetivo, despertar a los que habitan en el campo y también servir de unidad de medida (al cantío de un gallo), y además es algo corriente en algunos cantantes (se le fue un gallo).

Acepciones cubanas del gallo

Partiendo de las clásicas fábulas de Esopo, la Fontaine, Samaniego y otros, se ha hecho usual en todas partes, y Cuba no podía ser una excepción, comparar las cualidades o’defectos de las personas con el de ciertos animales. Una tortuga es sinónimo de lentitud, el burro denota brutalidad (a,e, i, o, u, más sabe el burro que tú); el cerdo es alguien cochino; una jutía, gallina o ratón equivale a cobardía; un caballo o mulo es sinónimo de fortaleza; un gato es alguien con habilidad para moverse sigilosamente; un conejo equivale a alguien veloz; un majá representa la vagancia (tirar majá) y así hay muchos otros ejemplos.

Pero nosotros al gallo lo hemos elevado a un estadío superior, porque tiene muchas representaciones que van desde el dinero (suelta el gallo, significa dame el dinero), es equivalente a amigo o compañero y también es símbolo de masculinidad. De ahi que por estar presente no solo en el campo sino también en las ciudades, con sus llamativos colores y su utilidad como despertador (a veces indeseable), el gallo tiene una gran presencia en nuestros dichos populares.

“Este es como el gallo: ni canta ni come frutas” –es la versión cubana del refrán del perro del hortelano.

Saca la mano que te pica el gallo” –nos lo decían cada vez que trataba de robarle una papita o una mariquita acabada de freír y hasta sirvió de eslogan de una firma jabonera para una rifa (el gallo de oro dentro del jabón Hiel de Vaca era el ganador de una casa).

“Se cuida como gallo fino” –se refiere a alguien que cuida mucho de su salud y da mucha importancia a su aspecto personal.

“Ese se cree un gallo fino”, se refiere a alguien arrogante.

“Un gallo tapa’o” se emplea cuando no hay certeza de lo que puede pasar con algo que hemos decidido hacer. Se supone que provenga de cuando antes de una pelea, se tapaba u ocultaba al gallo para que los contrarios no supieran a que se iban a enfrentar.

“Es un gallito” se usa para denominar a la persona que siempre busca pelea y se altera ante cualquier situación.

”Quedó como el gallo de Morón, sin plumas y cacareando” es uno de los refranes más usados por los cubanos y aunque muchos lo atribuyen a la ciudad de Morón en la provincia de Ciego de Ávila, tiene su origen en el pueblo de Morón, en Andalucía, hecho que hemos narrado con profundidad en otro artículo de este blog y donde un alcalde equivocado dijo que “donde canta este gallo no canta otro”, lo que hizo que lo dejaran (simbólicamente) desplumado por la paliza que le dieron.

Sacarse la rifa del guanajo o del gallo es tener buena suerte.

”Ese es mi Gallo”, atañe a tu candidato favorito y no sólo en la política.

”En menos de lo que canta un gallo” es algo que ocurre muy rápidamente.

Y otros que se explican por sí solos como:

“El que es buen gallo, dondequiera canta”.

“Gallo, caballo y mujer hay que saber escoger”.

“Ese gallo que no canta, algo tiene en la garganta.”

“Los gallos finos nunca abandonan el ruedo”

Pero personalmente la más simpática de las frases atribuidas al gallo es la siguiente:

“Eso está ahí mismo, al cantío de un gallo”.
¿A qué distancia puede escucharse el canto de un gallo?, pues en el imaginario popular campesino cubano los guajiros usan este dicho para indicar que lo que usted busca o el lugar al que quiere llegar no está muy lejos de donde se encuentra. Pero no se deje engañar, el concepto de distancia empleado en el campo y el que usamos en las ciudades son muy diferentes, por eso usamos esta frase como una burla y que la distancia a recorrer es muy larga, mucho más larga que a la que se escucha el canto del gallo.

Personajes nombrados como gallos

Yarini

Uno de los más famosos fue Yarini, el chulo cubano que fuera bautizado como “El Gallo de San Isidro”, y cuya historia hemos abordado en más de una ocasión. Era un verdadero gallo en todo el sentido de la palabra, cuidada de su apariencia, era arrogante, mujeriego, y era un verdadero gallito porque no dejaba pasar una, pero esas características le hicieron perder la vida muy joven.

Yarini era un verdadero gallito que inspiraba miedo hasta en los más duros ya que pasaba de la tranquilidad a la ferocidad casi de inmediato con aquellos que se le oponían. Era de familia acaudalada, muy educado, afable, apuesto y de hablar pausado, respetuoso, generoso y se comportaba como un caballero, pero el gallo que llevaba por dentro hacía que le rindieran pleitesía porque además era de los pocos blancos de un plante Abakuá.

Aún hoy, un siglo después de su muerte, su tumba se venera y le llevan flores y le hacen promesas, porque ha ascendido hasta llegar a ser un mito urbano habanero

Gallito del Ring y Pupi García

Y estaba hasta el boxeador Orlando Castillo, conocido por Gallito del Ring,

Hasta he visto una rareza vendida en internet para coleccionistas aquellos a los que les sobra el dinero, una entrada para el demolido Palacio de los Deportes, entonces en Paseo y Mar (el Malecón no estaba construido hasta allí), donde se celebraba la pelea el 5 de diciembre de 1953 por el título de campeón cubano de peso gallo entre Luis Galvani y Orlando Castillo (Gallito del Ring), para un palco por el precio de dos pesos, pelea que terminó en empate a doce rounds.

El Gallito no tuvo una carrera de las más destacadas, pero ganó 41 peleas, 4 de ellas por nocaut, perdió 19, 4 de ellas por nocaut y tuvo doce empates. Sin embargo destacó por su valentía, siendo memorable su pelea con Pupi García, un gallo con más espuelas que él. Pupi será objeto de un artículo exclusivo, porque no ha habido ningún boxeador cubano, profesional o amateur, que haya tenido un valor ni parecido al suyo, su valentía era un sello de garantía y sus combates un compromiso como de vida o muerte, el mismo que tuvo para enfrentar a la naciente tiranía castrista y que le valió nueve años en el presidio político. Para mí Pupi García fue el gallo más gallo de todos los gallos cubanos.

 Pupi García, el más gallo de los boxeadores cubanos

Ha habido muchísimos boxeadores destacados en Cuba y que han alcanzado el estrellato internacional, desde el legendario Kid Chocolate, de baja estatura y brazos cortos, llegó a lo más alto a base de rapidez y técnica, por lo que nunca fue noqueado y defendió su corona siete veces sin ser vencido y José “Mantequilla” Nápoles, uno de los más técnicos de la historia que se retiró con 114 victorias y una sola derrota. Y me he referido a estos y otros pensarán por qué no menciono a Stevenson, Rigoundeaux u otros, pues por una sencilla razón, porque aunque el boxeo es el arte de dar y que no te den, el boxeo que me gusta es el de los tres ejemplos que menciono, porque fueron peleadores valientes sobre todo, unos verdaderos gallitos, y Erislandy Lara y Luis “King Kong” Ortiz” se pueden ubicar entre los nuevos gallos del boxeo cubano, porque a pesar de su técnica, buscan la pelea, como los gallos.

Hemingway y los gallos

Este hombre inquieto y arrojado, amante de las corridas de toros, no podía serlo menos de las peleas de gallos.

En su finca Vigía, en San Francisco de Paula, nos cuenta Norberto Fuentes que Hemingway mandó a construir una pequeña valla y se asoció a José Herrera, alias Pichilo, quien cuidaba sus ejemplares, unos 20 gallos para llevarlos a las peleas..

Hemingway apostaba mucho, pero su fin no era ganar, sino disfrutar la pelea. Si ganaba, invitaba a todos los presentes a la cantina, los que podían consumir todo lo que quisieran, pero advertía: “Yo tomo y me emborracho todos los días, pero no molesto a nadie”. Era el sermón de un verdadero gallo como era Hemingway.

La pasión por las peleas de gallo, tan enraizada en el cubano de todas las épocas, contagió también a Hemingway, hasta el punto de reconocer que fue una de las razones por la que escogió a Cuba como su hogar por muchos años, casi hasta su muerte.

La presencia de los gallos en la niñez

Mis primeros tres años de vida, de los que por supuesto no recuerdo mucho, quedaron impresas algunas memorias, como era el perseguir a los gallos, gallinas y curieles que merodeaban en el patio de mi casa en Bejucal. Después en la casona del Cerro donde vivía, había decenas de gallinas y varios gallos, así que ellos estuvieron casi siempre presentes.

Mientras que no supe cual era el objetivo, espantaba a los gallos cuando pisaban a las gallinas, porque pensaba que las estaban matando igual que ocurría en las peleas de gallos, pero sin duda algunas cosas que no olvidamos son los cuentos infantiles relacionados con esta ave, en particular este que me repetía mi abuela andaluza todos los días.

El cuento del gallo de boda

El gallo del tío Perico todos lo hemos escuchado cuando niños, y es un verso que no recuerdo bien pero que trata más o menos de un gallo arrogante al que su tío Perico lo invita a su boda, pero se encuentra un grano de maíz y no quiere ensuciarse el pico pero se lo quiere comer y cuando lo come se ensucia el pico y nadie quiere ayudarlo a limpiarse el pico para estar presentable para la boda de su tío Perico hasta que su amigo el Sol lo ayuda.

Si no pico, pierdo el granito
y si pico, me mancho el pico
y no podré ir a la boda de mi tío Perico.

¿Qué hago?¿Pico o no pico?
Al fin picó, y se ensució el pico.

Entonces fue a pedir a la hierba:

Hierba, límpiame el pico,
si no, no podré ir a la boda de mi tío Perico.

Y la hierba le dijo: No quiero.

Entonces fue a pedirle a la oveja:

Oveja, cómete la hierba
que no quiere limpiarme el pico
para ir a la boda de mi tío Perico.

Y la oveja le dijo: No quiero.

Entonces fue a pedirle al perro:

Perro, muerde a la oveja,
que no quiere comerse la hierba,
que no quiere limpiarme el pico
para ir a la boda de mi tío Perico.

Y el perro le dijo: No quiero.

Entonces fue a pedirle al palo:

Palo, pégale al perro,
que no quiere morder a la oveja,
que no quiere comerse la hierba,
que no quiere limpiarme el pico
para ir a la boda de mi tío Perico.

Y el palo le dijo: No quiero.

Entonces fue a pedirle al fuego:

Fuego, quema al palo
que no quiere pegarle al perro,
que no quiere morder a la oveja,
que no quiere comerse la hierba,
que no quiere limpiarme el pico
para ir a la boda de mi tío Perico.

Y el fuego le dijo: No quiero.

Entonces fue a pedirle al agua:

Agua, apaga el fuego,
que no quiere quemar el palo,
que no quiere pegarle al perro,
que no quiere morder a la oveja,
que no quiere comerse la hierba,
que no quiere limpiarme el pico
para ir a la boda de mi tío Perico.

Y el agua le dijo: No quiero.

Entonces el gallo fue a ver a su amigo el Sol y le dijo:

Sol, seca el agua,
que no quiere apagar el fuego,
que no quiere quemar el palo,
que no quiere pegarle al perro,
que no quiere morder a la oveja,
que no quiere comerse la hierba,
que no quiere limpiarme el pico
para ir a la boda de mi tío Perico.

Y el Sol dijo: ahora mismo.

Entonces el agua dijo: No, perdón, que yo apagaré el fuego.

Y el fuego dijo: No, perdón que yo quemaré el palo.

Y el palo dijo: No, perdón, que yo le pegaré al perro.

Y el perro dijo: No, perdón, que yo morderé a la oveja.

Y la oveja dijo: No, perdón, que yo me comeré la hierba.

Y la hierba dijo: No, perdón, que yo le limpiaré el pico.

Y se lo limpió y así el gallito, tras darle las gracias al Sol con un quiquiriquí, se fue a la boda de su tío Perico.

La moraleja de este cuento es que debemos ayudar a los demás sin esperar que nos lo digan o nos obliguen a ello.

Y estaba el cuento del Gallo Pelón, una imitación de la Historia del Tabaco, porque te decían: ¿quieres que te cuente el cuento del Gallo Pelón? y ante la respuesta positiva, volvían a repetirte si querías que te contaran el cuento del Gallo Pelón, y así hasta el infinito.

Ñico Saquito

Los gallos en la música cubana

Y en la música, hay algunos clásicos cubanos con el tema del gallo.

Cuidadito Compay Gallo, cuidadito

“Válgame que hablé que si no,
Válgame que hablé que si no,
Me coge el gallo Rufina
Eso lo dijo el perico
Porque un gallo equivocado
Lo confundió con gallina
Lo corrió por la guardarraya
Y el periquito cansado
en el suelo se tiró… Ay Dios
Y cuando el gallo llegó
Quiso enseguida jugar
Como un tiro el Perico,
Como un tiro el Perico,
Del suelo se levantó
Y al Gallo le dijo así
Cuidadito Compay Gallo, cuidadito
Cuidadito Compay Gallo, cuidadito
Cuidadito Compay Gallo, cuidadito
Cuidadito Compay Gallo, cuidadito
Así como usted me ve
Yo tengo mi Periquita
Así como usted me ve
Yo tengo mi Periquita
Busque usted su Gallinita
Que esas sí son para usted.
Cuidadito Compay Gallo, cuidadito
Cuidadito Compay Gallo, cuidadito

“Cuidadito, Compay Gallo” de la autoría de Ñico Saquito, que fuera popularizada por el Trío Matamoros, fue también creador de obras imperecederas de la música cubana como son “María Cristina”, “Camina como Chencha la Gambá”, “Me voy para la luna”, “Un domingo en el batey”, “Al vaivén de mi carreta”, “No dejes camino por vereda”, “Compay gato”, “Sabor a caña, tabaco y ron”, y decenas de otras.

Este legendario personaje hizo de todo en la vida: soldador metalúrgico, vendedor de sortijas, fosforeras, coladores de café, fogones para cocinar y la ocupación que lo bautizó con el apellido “Saquito”, recogedor de pelotas para un terreno donde se jugaba ese deporte. Así fue que Benito Antonio Fernández Ortiz se convirtió en Ñico Saquito.

Kikiriki por la madrugá…

“Kikiriki cantaba el gallo, kikiriki por la madrugá.
El gallo canta por la mañana, canta bonito al salir el sol,
el campesino corta la caña, yo con Fajardo bailo mejor.
Kikiriki cantaba el gallo, kikiriki por la madrugá…”

“Kikiriki cantaba el gallo” de Jose Fajardo, ese grande de la música cubana autor de clásicos como “Los Tamalitos de Olga”, “El Mamoncillo”, “Gozando la Pachanga”, “Ritmo de Pollos”, “La Charanga”, “Aguardiente”, “Ay que frío” y muchas otras y del que el maestro de la flauta, Richard Egues dijera que fue “El mejor flautista cubano de todos los tiempos”, que es mucho decir. Su orquesta estaba integrada por estrellas como los hermanos Sergio, Luis Mariano y Pedro “Rudy” Calzado, Felo Bacallao, Chocolate Armenteros, Tata Guines y Ulpiano Díaz y la guajira que mencionamos es un clásico de la música cubana.

Las peleas de gallo: crueldad animal

Fuentes históricas aseguran que la domesticación de la gallina tuvo su origen en la India, cuna de la gallina salvaje, de donde se fue extendiendo a otros lugares. La práctica pasó de Egipto a Grecia y de ahí se extendió por todo el Mediterráneo y a toda Europa. En su segundo viaje al nuevo continente en 1493, Colón llevó a La Española caballos, carneros, vacas, cabras, gallinas, puercos, hortalizas, semillas de cítricos y gallinas y gallos. De ahí se fueron trasladando a Cuba y Hernán Cortés las llevó a Nueva España (México)

Desde principios del siglo XVIII, se hizo algo popular en Cuba las peleas de gallos, creándose las vallas y se convirtió en un entretenimiento en pueblos y zonas rurales. Se hizo toda una tradición y los criadores de estos animales, llamados gallos finos, hizo que en las familias se hicieran “galleros” desde el abuelo hasta los nietos. No importaba que estos ejemplares fueran cuidados y alimentados con mucho esmero para después morir en una pelea, eso no los desanimaba, sino que los alentaba a mejorar su trabajo.

Les daban una dieta especial, controlando el peso y los adiestraban con otros gallos cortándoles las espuelas. Los gallos por su alta temperatura, cercana a los cuarenta grados centígrados o 104 Fahrenheit y su condición primitiva y poco sensible, hace que sea capaz de tolerar bien el dolor y las heridas, siendo agresivo por naturaleza y que pelean entre sí en estado salvaje no es justificación para considerar normal el verlos matarse entre sí.

Las espuelas se les añaden a los gallos antes de la pelea para hacer más daño a su oponente y consiste en una espiga metálica que sustituye a la apófisis ósea natural de esas aves. “Calzar espuelas” es equivalente a ser armado Caballero y “dar espuela” es picar con la espuela a la cabalgadura para que acelere el trote, pero en Cuba tiene un significado sexual para nada apetecible para los hombres.

Así fue que el entretenimiento por excelencia de los fines de semana en Cuba durante mucho tiempo fueron las peleas de gallos.

El General Juan Rius Rivera, gobernador de La Habana, apoyado por el Gobernador de la Isla, Leonard Wood, prohibió las peleas de gallos el 1 de junio de 1900 hasta que en 1909, José Miguel Gomez, presidente de la República, para ganar adeptos, autorizó nuevamente esas peleas, lo que durá hasta el triunfo de la revolución cuando en 1968 se prohibieron completamente y se fueron clausuradas las vallas.

Cuando era estudiante, en la primera mitad de los años cincuenta, iba mucho a la intersección conocida como “puente de Aguadulce”, donde ya no había ningún puente y se unían la Vía Blanca, la calzada de Jesús del Monte, la calle Agua Dulce, y la Calzada de Diez de Octubre y en una de sus esquinas había un puesto donde vendían revistas y periódicos y allí compraba los muñequitos o cómics viejos a una cuarta parte del precio original de la semana en que fueron puestos a la venta. Pues al fondo de una cafetería que había en el lugar, existía una valla, en la que entré más de una vez por curiosidad y todo lo que ví fue plumas y sangre coagulada, nada atractivo.

A pesar de que todos los juegos donde se apueste dinero están prohibidos desde el triunfo de las revolución, en todo el país existen cientos de vallas clandestinas donde los cubanos apuestan miles de pesos a los gallos. Estas apuestas y las exportaciones son los mecanismos por los que se sostiene la crianza de gallos finos en la isla y a pesar de lo cruel de las peleas de gallos nadie en Cuba parece cuestionar esta tradición nacional, porque muchos importantes políticos y militares cubanos son apasionados de ellas.

Para mí personalmente es lo mismo que el toreo, donde torturan y matan sin razón a los toros o la inhumana carrera de galgos, donde mueren muchos perros por el esfuerzo y también las carreras de caballos. También me da asco cuando veo a los nobles europeos cazando animales para matarlos por el simple placer de matar y alterar el equilibrio natural.

Pero así es el ser humano, más incivilizado que los animales y la historia universal nos muestra muy deplorables episodios de masacres cometidas en contra de entes vivo, pasando los que van contra la misma especie desde el circo romano, la esclavitud hasta la inquisición.

Decía Mahatma Gandhi acertadamente que “la grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la forma en que son tratados sus animales”.

Cosas que nos recuerdan a los gallos

Siempre me acuerdo de mi gallo, ese que estaba siempre a mi lado en todos mis juegos de infancia y cuyo nombre no recuerdo, que cuando lo mataron me negué a comer pollo, gallina o todo lo que pareciera un ave durante mucho tiempo hasta que se me olvidó mucho tiempo después.

Después conocí el “pico de gallo”, la clásica salsa mexicana, que no tiene nada que ver con los gallos, sino que viene de la forma que tiene el chile serrano que asemeja el pico de un gallo, y que no es más que una mezcla de tomate, cebolla, chile jalapeño, cilantro, jugo de limón y sal y que también se conoce como salsa bandera porque tiene los colores de la bandera mexicana.

Aprendí que aunque los sueños sueños son, la interpretación de soñar con un gallo significa que los proyectos que deseamos realizar se van a dar. El gallo simboliza nobleza, bondad y belleza a prueba por muchos años y signo de algo bondadoso y bravo. nobleza y belleza, es signo de bondad y braveza y si te pica es porque hiciste algo indebido y debes arreglarlo.

Supe que en la charada cubana o bolita, el Gallo está representado por el número once, por lo que si tuviste algún evento o soñaste con un gallo, había que jugar el 11.

A su vez en el Horóscopo Chino se dice que los nacidos bajo este signo son los jefes supremos, orgullosos pero de corazón blando, seguros de sí mismo, autoritarios y vanidosos, abiertos y sinceros y siempre cumplen la palabra dada, características propias de la personalidad de los nacidos en los años regidos por el Gallo tienen como elemento el metal.

Mi hijo mayor, Carlos Alberto y yo, somos de ese signo, pero como no creo en la confluencia de los astros ni en nada místico o metafísico, simplemente lo digo como una curiosidad.

Y estaba la sastrería El Gallo, de la calle Monte con otras sucursales, cuyo lema era: El Gallo canta y usted se encanta cuando compra en “El Gallo”.

Otro tema que nos acerca mucho a los gallos son precisamente la serie de pinturas de Mariano Rodríguez Álvarez, pintor, ilustrador, diseñador y ceramista cubano, uno de los más importantes artistas plásticos de Cuba, que a partir de 1941 comienza a reflejar el tema de los gallos en su pintura como símbolo de lo cubano junto al guajiro.

Los gallos de la calle Ocho de Miami

La “Pequeña Habana“ un barrio de Miami con un intenso movimiento peatonal, sobre todo de turistas, con un halo de cubanía en una zona que ya no es predominantemente habitada or cubano, pero que nos da una idea de por qué Miami se ha convertido en lo que es gracias a los cubanos., podemos ver en casi todas las cuadras unas imponentes y coloridas esculturas de gallos.

Con cerca de dos metros de altura, los gallos escenifican personajes que visten desde trajes típicos cubanos hasta la indumentaria de varias profesiones como médicos o carpinteros. Un par de ellos está vestido con la popular e icónica guayabera cubana, y raramente miran hacia la misma dirección.

En Miami proliferan en algunas zonas los pavos reales, en las cercanías de los numerosos canales o lagos los patos y las iguanas, pero no así con los gallos y gallinas, que pululan en lugares como Cayo Hueso, pero su origen está en un cubano de los llegados por el éxodo del Mariel el artista plástico Pedro Damián quien junto el escultor Tony Lopez ejecutaron la idea

Mientras tanto en Cuba desaparecen los gallos, puede ser que debido a la crisis imperante a muchos se los hayan comido y otros al crecimiento rampante de la santería y el sacrificio de estas aves para alimentar la ignorancia. Su canto ya casi no se escucha, y salvo unas escaramuzas de los días recientes, hace que ya el canto del gallo no sea un símbolo de lucha y valentía como siempre fue.

Para unos, las peleas de gallos son simplemente una expresión cultural de mantenimiento de tradiciones, al menos eso alegan algunos que han sido detenidos por efectuar este tipo de combate, prohibido en todo los Estados Unidos y de las que a cada rato conocemos se celebran en la zona rural de Homestead, que a veces terminan en broncas peores que las de los infelices animales y en balaceras.

Para otros como yo, la mayoría, son una muestra evidente del maltrato y la crueldad del hombre para con los demás seres vivos para vergüenza de los humanos.

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