Cuba: la cuna de la rumba

Cuba: la cuna de la rumba

“Un golpe de recuerdos te modela
como a la nube el soplo imprevisible.
¡La música y la enamorada tela
que cruza por tus ojos! Suprimible
y oscuro lo demás, aquí te espera,
frente a mi vida absorta o despiadada,
un país al que vuelves, pasajera
del eterno sabor de tu mirada.

-¿Será tú lo que miro? ¿Y a qué sombra
de tu soñar inmóvil pertenece
la antigua calidad en que me abismo?

Pero de pronto en mí tu voz me nombra
como un golpe de rara luz que acrece.
¡Oh música y milagro de lo mismo!”

Un golpe de recuerdos te modela – Cintio Vitier.

Cuando era niño, en la Cuba de mediados del siglo XIX, muy diferente a la vida ahora con la invasión de dispositivos electrónicos, lo primero que me llamaba la atención con respecto a la música por su sonido atrayente, era la percusión, que se aumentaba cuando uno presenciaba una comparsa en un carnaval o pasaba una conga política. Esos eran los sonidos más concurrentes en la Cuba de entonces. Unas tumbadoras, unas claves y un cencerro eran capaces de atraer multitudes. Y de eso se trata la rumba.

La rumba es un género musical ligado intrínsecamente a la historia de la Isla. Los colonizadores españoles que arribaron a finales del siglo XV y acometieron la colonización desde inicios del XVI, diezmaron a la población aborigen, por lo que decidieron traer esclavos africanos para el trabajo duro, los que vinieron con sus religiones, tradiciones y todo tipo de expresiones culturales que con el tiempo se mezclaron, se modificaron y pasaron a formar parte del naciente espíritu criollo.

Entre los más destacados y visibles de esa influencia cultural africana, están sin duda, sus aportes a la gastronomía, pero sobre todo la música, siendo la rumba el ejemplo más claro de ese influjo.

Todos los instrumentos musicales que se usan en la rumba cubana son de percusión y de ellos los básicos son tres tambores llamados tumbadoras, mientras que la melodía la llevan los cantantes. La tumbadora o Congas es un tambor inventado en Cuba que, a diferencia de los africanos, tiene llaves para tensar la membrana de cuero. La tumbadora prima y el segundo o tres marcan el ritmo básico y la tercera tumbadora, llamada quinto, con una afinación más alta, da los golpes improvisados para los que bailan.

La rumba cubana tiene tres estilos o ritmos principales: el Guaguancó, la Columbia y el Yambú, cada uno con sus rasgos distintivos, por lo que son diferentes en cuanto a su lugar de origen, los coros, la manera en que se bailan y los cantos. Pero la rumba cubana es considerada la madre de numerosos ritmos y bailes latinos, que se fueron desarrollando a través del tiempo y tuvo diferentes manifestaciones en otros países, caribeños, España y el cono sur, de igual forma que las Bulerías y el flamenco habían influido en la formación de la música popular cubana gracias a gitanos, negros curros y otros que arribaban a Cuba.

Desde sus inicios y por mucho tiempo, esta música y sus bailes fueron marginados, propios solamente de los barrios más pobres y marginados, pero su autenticidad hizo que desbordara sus límites sociales y se convirtiera en una tonalidad nacional que tendría gran influencia en la música internacional.

En Cuba, hasta la década de 1950 la Rumba era, salvo en tiempos carnavalescos, un festejo privado, familiar e informal que equivalía a la palabra fiesta o baile, salvo en los carnavales.

Estudiosos afirman que la denominación de rumba tuvo un fondo comercial lo que tiene el mismo basamento por el cual se utilizó más tarde la de la salsa como un término general para la música popular de origen cubano y que erróneamente se atribuye a otros países y de la cual se aprovecharon por el ostracismo cultural que el comunismo implantó en la Isla..

Tantos aportes musicales de Cuba al mundo hacen que no sea nada casual que en 2016 la UNESCO asignara a la rumba cubana, y las prácticas culturales relacionadas con ella, para formar parte de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, porque de hecho, forma parte del alma del cubano.

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Matanzas y la rumba

He escuchado mucho de que los habitantes de la provincia de Matanzas se atribuían la paternidad de la rumba, muchos afirmaban que la rumba había nacido en Matanzas, pero ello estaba sustentado sobre todo en la fama notable de agrupaciones de la provincia como Los Muñequitos de Matanzas y a la notable población de origen negro de esa región. Pero en las visitas que he hecho a esa ciudad por haberse mudado allí mi hermano, pude observar que dondequiera había un tambor sonando, lo mismo de día que de noche, y siempre estaba presente la rumba como manifestación espontánea.

Sin duda alguna la Rumba es la música de los pobres, de la gente de color y en Matanzas adquiere una relevancia particular. E un baile muy sensual que se toca de forma improvisada en los solares o casas de vecindad donde vive mucha gente que se reúnen en un patio central, lo mismo para lavar, que para hacer uso de los servicios sanitarios, tender la ropa lavada, jugar al dominó o para cualquier celebración, por lo que se se convirtió en el escenario idóneo para un rumbón.

La fiesta comenzaba cuando alguien empezaba a tocar el ritmo movido de la rumba, dando palmadas o haciendo sonar un par de palos o cucharas de madera a falta de claves mientras otros comenzaban a marcar el ritmo en una mesa o en una caja cualquiera, sobre todo en los tiempos en que abundaban las cajas de bacalao salado de Noruega, de amplio consumo entre la gente humilde, o empleando las gavetas de los escaparates y coquetas que son rápidamente vaciadas para cumplir un objetivo más deseable, a lo que sigue de improviso el canto de “belebele belé”, al que se suma un coro y comienza de repente la rumba. Y si alguien tiene o trae una tumbadora y hay un quinto aparte de las congas, entonces la función es completa, “con todos los hierros”, como se dice en Cuba.

Pero lo cierto es que la rumba surge en Matanzas algo después que en La Habana, pero eso no es lo importante, en Matanzas se desarrollaron dos variantes notables, la Columbia y el Yambú. Lo verdaderamente significativo es que no hay un pueblo en Cuba donde no se cante y baile rumba en cualquiera de sus diferentes modos y a difundirla contribuyeron artistas de la talla de Celeste Mendoza, Carlos Embale, y agrupaciones como Los Muñequitos de Matanzas, Los Papines, Clave y Guaguancó, y Yoruba Andabo más los miles de artistas anónimos que la interpretaron en diferentes épocas.

Pero en lo personal cuando me hablan de rumba la identifico con la modalidad habanera que es la que considero más elegante y acabada: el Guaguancó.

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Guaguancó

En una de sus grabaciones, el sonero Abelardo Barroso introduce el número diciendo: “Vamo’ ahí a un guaguanco (sin acento)” , o sea a una fiesta donde se va a tocar guaguancó. Y dice la letra, en una versión mía porque nadie se ha atrevido a escribir:

“Oye truco, vamo’ al solar de Guamina que tiene un guaguanco allá,
allí está Abelardo y Boloña, y toda esa gente allá, vamo’ pa’ allá…
alalalá, alalá, alalá, alalá, alalá…aaaaah
bancó, bancó, bancó, bancó, bancó, aaaaah…

Guamina me trajo, opaniyé, pero Guamina me trajo, opaniyé, opaniyé,
me trajo un loro de allá de Oriente que dice así
tu eres la reina rumbera, la reina del guaguancó
kon, kon, kon, allá en la tumba mabó
kon, kon, kon, allá en la tumba mabó
los timberos están llorando la muerte de Andrea Baró,
Unión de Reyes está llorando porque Malanga murió”

De lo que no hay dudas es que el guaguancó es, dentro de la rumba, el estilo más popular. Es un ritmo eminentemente habanero y los musicólogos lo evalúan como el más elaborado, se dice que por lo general en sus textos no usa muchas frases ni vocablos africanos, aunque con la mencionada ejecución de Barroso se muestra una excepción, que no creo sea la única, pero todas las canciones se basan en el habla popular cubana, y sobre todo se caracteriza porque el baile tiene un profundo sentido erótico, ya que representa la persecución de la mujer por el hombre, en el que hay acercamientos y rechazos, entrega y huida.

En el Guaguancó, la melodía es similar a la cadencia musical andaluza y la sección rítmica está compuesta por tres tambores y a flata de ellos por cajones de madera, de ahí que también se le llame “rumba de cajón”, pero cuando no los hay se emplea cualquier cosa, todo lo que pueda marcar el ritmo, que necesita ser más rápido que los otros estilos de rumba.

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No es precisa la afirmación pero se dice que el guaguancó surgió en Regla como parte de la liturgia de la sociedad secreta Abakuá o ñáñigos.

Algunos refranes recogidos de diferentes rumbas, nos muestran la sapiencia de sus letras:

“Todo el mundo se empareja en el cementerio
El perro tiene cuatro patas, pero no puede coger cuatro caminos
Perro no come perro
Oreja no puede pasar cabeza
De la mentira nace la verdad
Cuando hay guerra, el soldado no duerme
Solo una vez se castra el chivo
Dios en el cielo y yo en la tierra”

El centro de la rumba en general es el baile, pero en el guaguancó la letra tiene un papel fundamental, a lo que se añade el de quien la canta, porque aunque tiene una estructura sencilla en sus líricas, su contenido o simbología es valioso. sus méritos musicales hicieron que la rumba, en particular la modalidad habanera, penetrara a otros géneros musicales cubanos, desde el son hasta la conga, el mambo y el chachachá, incorporando sus sonidos a esos ritmos.

                      Rumbera cubana, pintura de Miguel Ordoqui

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Famosos y la rumba

El gran sonero Ignacio Piñero no podía ser ajeno a la rumba, por lo que compuso obras como: “Los rumberos de La Habana” “Descanso”, “Cómo voy a sufrir”, “Lindo yambú” y “Ay, qué bueno” que dice así”

“El guaguancó es lo más bueno

que Cubita dio,

melodía hechicera

convertida en flor. Aé.

¡Qué rumba, alabao sea Dios!

¡Qué bueno!”

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No podía dejar de cantar a los “rumberos de ayer” el gran Benny Moré cuando compuso y cantó:

“Que sentimiento me da

cada vez que yo me acuerdo

de los rumberos famosos

que sentimiento me da

oh, oh Chano, murió Chano Pozo.

La muerte de Andrea Baro,

Malanga también murió,

cayó Lilón y Pablito,

murió Mulence y René,

oh, oh Chano, murió Chano Pozo”

Pero entre los verdaderamente grandes del género se encuentran los siguientes, que son verdaderas leyendas de la Rumba en Cuba:

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Los Papines

Cuatro hermanos decidieron en 1957 salir del solar habanero donde eran reyes de la percusión y crearon Los Papines, un grupo de percusión y voces. Los hermanos Luis, Alfredo, Jesús, y Ricardo Abreu, este último el director y del cual se derivaría el nombre Los Papines, pues sus amigos y familiares lo llamaban Papín

Desde sus inicios a principios de la década de 1960 alcanzaron gran popularidad en Cuba y en los escenarios internacionales en los que se han presentado por lo llamativo y original de sus presentaciones. Dieron a conocer al mundo ritmos afrocubanos como el guaguancó, columbia, yambú, y jiribillas, todas manifestaciones diversas de la rumba y a su vez hicieron populares en esos ritmos versiones de sones y boleros con gran éxito.

Pasaron por cabarets, como el Tropicana, pero fueron requeridos para actuar en los mejores escenarios de Cuba y del mundo siendo muy famosos en culturas tan diferentes a la nuestra como las de Japón y Rusia.

Convirtieron a la rumba cubana en todo un espectáculo, un show diferente y llevaron la música más marginal y de los sectores más pobres a los mejores escenarios mundiales. Por eso cuando se habla de tambor cubano y de rumba cubana, en primer lugar se habla de Los Papines, que fueron los que vistieron de gala a la rumba.

Recuerdo a un amigo y a fallecido, Eddy Bernat, cubano que se fue a vivir a Estados Unidos en los años veinte y estuvo más de treinta años tocando drums en las mejores orquestas, de blancos y de negros, el cual al repatriarse a principios de la revolución, me decía que en Cuba había habido grandes percusionistas, pero solo dos sobresalían y eran reconocidos mundialmente: Los Papines y Guillermo Barreto. “Mongo” Santamaría, Francisco Aguabella, Chino Pozo y Chano Pozo fueron grandes, pero no llegaron a la altura de los anteriores.

                          http://arseniorodriguezquintana.blogspot.com

Estela y Rene

Ya antes de los Papines, la rumba de los solares habaneros y también acomodada a los bailes de salón aparecieron en Chicago en la Century of Progress World Exposition en los años treinta con la pareja de Estela y René, los que serían muy famosos en Estados Unidos, Europa hasta que su llegada a México y su incursión en el cine de ese país, sirvió de base para el más exitoso de las manifestaciones del cine azteca: el cine de rumberas blancas cubanas como lo fueron Amalia Aguilar, Ninón Sevilla, María Antonieta Pons y Rosa Carmina

René y Estela también incursionaron en Hollywood, en el filme “Another thin man”. René se enferma y regresa a Cuba, donde falleció con apenas 25 años, en lo más alto de su fama y en medio del boom de la rumba cubana.

Estela rehizo sus actuaciones con otra pareja hasta que a principios de los sesenta se va a vivir a Miami, continuando con otros bailarines en el teatro Olympia, el actual Gusman Theater y la considerada mejor bailarina de rumba juega un papel decisivo en difundir la música cubana en Estados Unidos, sobre todo la rumba, la conga y el mambo.

René y Estela con su arte mostraron al mundo la esencia de la verdadera rumba frente a las versiones edulcoradas y confusas que se atribuían ese ritmo.

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Lilón y Pablito

En los años treinta Pablo Duarte triunfaba como bailarín de rumba en el entonces famoso y céntrico cabaret Eden Concert, más tarde cine Actualidades, frente al Edificio Bacardí.

Es encargado de las coreografías de las películas cubanas “Sucedió en La Habana”, “El romance del palmar” y “Ahora seremos felices”.

Para una gira internacional en 1940 al frente de la cual iba Ernesto Lecuona, la pareja de bailes seleccionada es la de Lilón y Pablito. Georgina Fernández “Lilón” ya era reconocida como una destacada bailarina. Son contratados en diversos países de América del Sur, Panamá y México y deciden casarse.

Al finalizar la gira crean junto con dos percusionistas The Four Cuban Diamonds , actuando en diversos lugares de Estados Unidos y con gran éxito en el Teatro Apollo de Harlem. Su acto de bailar con el vaso de agua en la cabeza es imitado por muchos sin poder alcanzar la elegancia que muestran.

Tras ocho años de giras mundiales planean el regreso a Cuba, pero este nunca se produjo: Su cuarto en New York, es encontrado con la llave abierta del gas y Pablito y Lilón muertos acuchillados justo el día antes de su regreso a La Habana, donde habían fabricado su casa nueva. Murieron en circunstancias no aclaradas, los reyes de la rumba, en la misma ciudad donde unos meses antes habían matado a otro rumbero: Chano Pozo.

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Chano Pozo

Yo a Chano Pozo personalmente lo recuerdo por “Pin, pin, cayó Berlín. Pon, pon, cayó Japón” referido a la derrota fascista en la Segunda Guerra Mundial” y que sería un dicho muy requerido por los niños de entonces y que pasó la prueba del tiempo.

El habanero José Luciano Pozo había nacido muy cerca de la Loma de los Catalanes, donde está hoy la Plaza de la Revolución, en un conocido barrio marginal, La Timba donde tuvo una infancia difícil y miserable y se dedicó a la santería y a tocar percusión. Decía que le debía sus dotes a los santos y se sentía protegido por ellos.

Era capaz de tocar seis tambores de congas al mismo tiempo y se dice que no ha habido otro como él para la improvisación.

En Estados Unidos a donde fue con Leonardo Timor como director musical, rápidamente lo apadrinaron los grandes del jazz como Dizzy Gillespie y formó parte de la orquesta de Duke Ellington. Acompañó a grandes cantantes como Ella Fitzgerald. Era un espectáculo porque tocaba y bailaba como nadie, en la jiribilla, la tonalidad más rápida de la rumba, girando los tambores, lo que después imitarían Los Papines. A su vez compuso números antológicos como “Manteca” y “Nagüe”.

Chano no lo sabía, pero había revolucionado el jazz y solo con treinta y dos años fue baleado en Harlem. Los creyentes dicen que fue un castigo por una deuda con Santa Bárbara lo que ocasionó su muerte, que se produjo un día 3 de diciembre, la noche anterior a la celebración de la Santa o Santo, que se identifica como hombre o como mujer, al menos un no entendido como yo lo siento así.

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Agustin Gutiérrez “Manana”

En algunos de sus números, en el estribillo, Abelardo Barroso se refiere a “Manana” y no por gusto. Manana fue un bongosero y percusionista al que se le atribuye haber creado el ritmo martillo en el bongó, un patrón que se convirtió en elemental y que asemeja a un medio galope de un caballo, y del que los bongoseros se aprovechan para improvisar.

Tocó con los mejores conjuntos y hasta con la orquesta Sinfónica de la Habana y en varias agrupaciones de la religión abakuá. Sentó cátedra en el bongó.

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Malanga

Mucha gente coincide en afirmar que Malanga fue el más brillante de los bailadores de rumba hasta ahora conocidos. Probablemente muy pocos sabían que se llamaba José Rosario Oviedo, porque todos lo conocían por “Malanga”. Hijo de una esclava, que lo tuvo en 1885 en un ingenio del municipio de Alacranes en Matanzas, fue bautizado como hijo de padre desconocido, con el apellido de los propietarios del ingenio y fue apadrinado por su abuelo materno, un esclavo congo, José Quintero, y Saturnina Oviedo, quien sería su madre de crianza.

La Columbia había surgido en los arrabales de los pueblos matanceros, sobre todo en los bateyes de los ingenios azucareros y cuando comienza a interpretarse se entona un lamento al estilo de los cantaores de flamenco.

La rumba Columbia se baila por hombres solos, que muestran sus habilidades frente a los tambores, aunque pasó a la historia una bailarina de Columbia, Andrea Baró, mencionada en algunas improvisaciones de rumba, en particular en canciones de Abelardo Barroso, como es el caso en “La Reina del Guaguancó”, de Alfredo Boloña, donde dice: “Los timberos están llorando la muerte de Andrea Baró…”

Malanga era muy famoso, respetado y querido en Unión de Reyes, pero fue de los que introdujo la rumba en la zona central de Cuba y en La Habana se reconoció su maestría en barrios como Los Sitios y Jesús María, porque tenía un estilo al que nadie siquiera podía acercarse. Bailaba con cuchillos en las dos manos, con los que hacía malabares sin dejar de bailar o se subía a una mesa con un vaso de cristal lleno de agua, el que se ponía en la cabeza, y tras mil peripecias y evoluciones, no se derramaba una gota, o también bailaba en la punta de los pies, como los dedicados al ballet clásico. También bailaba con aros de barriles o se amarraba un pañuelo en las piernas.

No solo bailaba rumba, también sones y danzones y las mujeres se peleaban por bailar con él. Por su carácter y popularidad, fue un activista político del Partido Liberal y en una fiesta en Ceballos, entonces Camagüey, en una fiesta religiosa, en una competencia de rumba superó a todos los de la zona, por lo que le lanzaron un maleficio, y más que maleficio le sirvieron comida con vidrio molido para matarlo.

Malanga fue un hombre que no le hacía daño a nadie, era todo alegría, ritmo, musicalidad y sonoridad, por eso lo recuerdan como se merece cuando le cantaron:

“Areniye oh/
Siento una voz que me dice
Areniye oh/
Siento una voz que me dice:
Malanga murió
Unión de Reyes llora,
como Malanga murió
Unión de Reyes llora
a su timbero mayor
Que vino regando flores,
desde Matanzas a Morón”

Y en nuestros días es frecuente escuchar la frase de “Malanga y el puesto de viandas” para referirse a algo que es de dominio público, que todos lo saben.

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Papa Montero

Existieron dos individuos con este apelativo, aunque realmente son tres, aunque uno no es rumbero.

Uno, el que dio origen a su denominación, era natural de Isabela de Sagua y era un negro viejo, siempre alegre, canoso, dientes muy blancos, que vestía impecablemente de blanco, zapatos de dos tonos y sombrero de jipijapa.

A este Papá Montero lo que más le gustaba era bailar rumba con lindas mulatas y nunca se perdía una fiesta, no importándole emborracharse y que surgieran las broncas por fugaces amores. Era un fiestero y mujeriego incontenible y quería competir con Malanga.

A causa de ese estilo de vida, en un carnaval le dan una puñalada y muere con la sonrisa en los labios. Como había pedido, su entierro fue acompañado de tambores y otros instrumentos de percusión, con improvisaciones alabando la vida que había llevado.

Después de hablar uno de sus compinches, la viuda, tranquila hasta ese momento, se levantó y acercándose al ataúd le grita:

¡¡Canalla… rumbero!!

De forma improvisada el coro de dolientes, agregó a la expresión:

A velar a Papá Montero, ¡zumba!… canalla… rumbero.

El compositor Eliseo Grenet, medio hermano del fallecido, según comentarios, lo hace todavía más famoso en la década del 40 con una composición que evidencia la afición del cubano a tirarlo todo a broma, incluyendo a la muerte.

“Señores, señores, los familiares del cadáver me han confiado
para que despida el duelo del que en vida fue Papá Montero.
A llorar a Papá Montero, ¡zumba!, canalla, rumbero.
Que era un viejo muy zalamero, ¡zumba!, canalla, rumbero.
Pero llora… llora… llora… llora… llora la rumba, canalla, rumbero.
Muy cordial y muy zalamero, ¡zumba!, canalla, rumbero.
El guateque ya está en el cielo, ¡zumba!, canalla, rumbero.
Pero qué rico baila al compás del cuero, canalla, rumbero.
Toda la gente en el barrio llora… y llora la rumba.
Todo el mundo lo quería, querían a Papá Montero (…).”

Pero hay otro Papá Montero, el cual no influyó en la obra de Grenet, porque era de San Luis en Santiago de Cuba. Era descendiente de isleños y un conocido chofer de alquiler, con un Ford que era capaz de soportar sus 350 libras de peso y los letreros y adornos excesivos.

Adolfo Luque, el Papá Montero pelotero, del gordo de San Luis no se encuentran fotos.  https://twitter.com/mlbcuba

No importaba que fuera tan gordo, se ataba un pañuelo a la cintura y bailaba rumba, guaguancó con gran maestría y poses humorísticas. No era famoso solo como bailarín, como le gustaban mucho los niños y al pasar por lugares céntricos o donde abundaran los “fiñes”, repartía medios (monedas de cinco centavos). De ahí que a Luis Felipe Montero lo bautizaran como Papá Montero.

Y podía haber trascendido más que el otro Papá Montero, porque al visitar la compañía teatral de Arquímedes Pous, el pueblo de San Luis, se monta en el taxi del gordo y comprueba lo carismático del personaje, por lo que escribe una obra llamada “Pobre Papá Montero”, aunque no le hacía mucho favor, porque lo pinta como un cuentista y vividor, muy diferente a la realidad, por lo que la gente no le hace gracia tal descripción porque era un hombre muy querido.

Y por si fuera poco, aparece otro Papá Montero, en este caso el pelotero de mayor fama entre todos los cubanos, Adolfo Luque, cuando el racismo le impedía a otras estrellas como Cristóbal Torriente, Marín Dihigo o José de la Caridad Méndez, llamado “el Diamante Negro”. Pero sin duda fue de los grandes de la pelota cubana, reconocido en las Grandes Ligas por su trayectoria y por su impresionante condición física y al cual el pueblo nominó como “Papá Montero” no porque bailara rumba, sino porque llevaba una vida bohemia y farandulera, siempre impecable en el vestir.

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El cine de rumberas

La rumba se puso de moda en toda América Latina y dominó la escena hasta pasados los años 40 desde principios de siglo. Después surgiría el mambo y el cha cha chá, pero el que abrió camino a la música cubana en el mundo, junto con el son, fue la rumba.

Fue así que surge el llamado cine de rumberas como un género que tuvo su máximo esplendor en la Época de Oro del cine mexicano a lo largo de las décadas de 1940 y 1950. Sus grandes estrellas eran las rumberas. Aunque su factura no era nada impresionante, pues eran todos melodramas baratos, con su origen en el cine negro norteamericano, tuvieron mucho éxito y se convirtieron en cine de culto gracias a las rumberas cubanas, que pasaban de ser mujeres fatales, cabareteras o prostitutas, a convertirse en el centro de admiración del espectador por ser unas víctimas de la sociedad que bailaban como diosas e irradiaban sensualidad.Rita Montaner en La Noche del Pecado en 1933 había abierto la brecha, le siguió Consuelo Moreno en ¿Mujeres sin Alma: Venganza Suprema? y Margarita Mora en Águila o Sol , además de la Puertorriqueña Mapy Cortés, llamada “La Rumbera Blanca”, aunque todas las famosas serían blancas.

Pero surge Juan Orol, considerado el “padre espiritual” del cine de rumberas, y de cuya imagen probablemente se inspiró para moldear a su futura musa: María Antonieta Pons.

Juan Orol nació en España, pero se había criado en Cuba, donde vivió en los llamados “solares”, como se le dice en Cuba a las vecindades, por lo que conoció la rumba de primera mano. Al irse a México y convertirse en director de cine, comenzó a importar figuras cubanas y María Antonieta Pons fue una de ellas, la primera rumbera del cine a raíz de su debut en la cinta Siboney y descubrió una mina de oro por el éxito de taquilla.

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María Antonieta Pons es considerada como la primera rumbera del cine en toda su extensión, a la que luego seguirían las otra cuatro grandes: Meche Barba, Amalia Aguilar, Rosa Carmina y Ninón Sevilla.

Hay dos películas que destacan: “Humo en los ojos” con Meche Barba, como la que dio inicio a la producción masiva del cine de rumberas y “Aventurera”, con Ninón Sevilla, se considera la obra cumbre de ese género.

De todas las rumberas que pasaron por el cine mexicano, solo cinco han pasado a la historia como las mejores del género: María Antonieta Pons (1922-2004), Meche Barba (1922-2000), Ninón Sevilla (1929-2015), Amalia Aguilar (1924) y Rosa Carmina (1929), que son las llamadas “Reinas del Trópico”, muchas otras pasaron de forma efímera pero estas cinco hicieron decenas de películas y fueron el soporte de ese tipo de cine exitoso. Y todas fueron auténticas, ninguna se parecía a la otra, eran distintas hasta en su estilo de bailar y les imprimían un sello particular.

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No llegaron a esa excelencia en la industria cinematográfica aunque sí en las pistas Blanquita Amaro, que aunque pasó por México, sería estrella en el cine argentino; Olga Chaviano, carismática bailarina y cantante que apareció en varias películas mexicanas y dominaba los espectáculos de cabaret de la época y que se retiró al casarse con Norman Rothman, figura de la mafia asociada a Santos Trafficante Jr.; Amelia Vargas que sería gran estrella del cine en Argentina; Lina Salomé, que hizo varias películas en México en los años 50; Las hermanas Vázquez, llamadas Las Dolly Sisters, inspiradas en las originales de origen húngaro que triunfaran en Estados Unidos fueron las bailarinas de la Orquesta de Pérez Prado

Merece mención aparte Mary Esquivel, descubierta por Orol en Cuba y con el que hizo varias películas a mediados de los 50 y principios de los 60, pero se retiró del espectáculo tempranamente.

El cine de rumberas, junto con el de luchadores, son la mayor aportación del cine mexicano a la fílmica mundial. Y sin las cubanas, ese cine no hubiera existido.

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El Mambo y Pérez Prado.

Pérez Prado, natural de Matanzas, que desde niño conoció la rumba y después el mambo, se convirtió en un excelso pianista y arreglista y tras pasar por dos grandes agrupaciones como la orquesta Casino de la Playa y la Sonora Matancera, se va a México, donde creó un grupo musical y trabajó para la RCA Víctor. Su fama trascendió internacionalmente y fue llamado “el Rey del Mambo”.

Las raíces originales del Mambo están en “Danzón de Nuevo Ritmo”, gracias a “Arcaño y sus Maravillas”, y uno de sus músicos, Orestes López, el que creó el primer Mambo en 1938. Pérez Prado crea un nuevo estilo que difería del primer mambo porque contenían gran influencia de las jazz band norteamericanas y mayor instrumentación. Hay mucha historia detrás del nombre de Oscar Valdés. La llamada Dinastía Valdés, de la que también forman parte Oscar (percusionista), Marcelino (percusionista), Alfredo Valdés y Vicentico Valdés (cantantes) y los pianistas fuera de serie Bebo y Chucho.

Nueva York que había hecho de la rumba un fenómeno cultural, lo repitió con el Mambo a mediados de los cincuenta. Pero Pérez Prado pudo popularizar el mambo en México y de ahí saltar al mundo, no por casualidad, sino porque este ritmo estaba a la sombra del cine de rumberas que dominaba la escena en esos momentos.

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La rumba como espectáculo

La rumba es reina en las comparsas del carnaval, pero a través de la conga.

La rumba, que se originara entre la población marginada, negros en su mayoría, demoró más que otros ritmos en ser aceptada por todas las capas sociales. Primero dominó el teatro vernáculo junto con la guaracha y hasta los trovadores incursionaron en ella. No se bailaba en las sociedades blancas por considerarse “música de negros”, ni en las de negros finos, por similar consideración, pero fue rompiendo barreras poco a poco hasta que se posicionó en los salones de todas las capas sociales y se universalizó.

Pero es en las congas carnavalescas donde la rumba alcanza su máxima difusión, al igual que con artistas de talla que triunfan con “El Vive bien”, “Yényere Gumá”, “Yayabo”, “Ay, Mamá Inés”. Todos sabían de la creación de Chano Pozo para la comparsa de los Dandys “Siento un bombo, mamita me está llamando…sí, sí, son los Dandys”, la de la comparsa del Alacrán: “Oye mamita no te asustes cuando veas, al alacrán tumbando caña, costumbres de mi país, mi hermano”, la santiaguera “abre que viene el Cocoyé”,

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La conga, género menor de la rumba, es más sencilla que ésta y de ellas la conga habanera es más rápida y musical que la oriental. Mientras que la rumba domina una fiesta familiar, de vecinos o amigos, la conga reúne cientos o miles de personas, por lo que necesita un gran espacio para no detenerse y su ritmo es más repetitivo y con menos variaciones que la rumba. Y conga es el género musical, los músicos que lo interpretan y bailan y un tipo de tambor al que así se le llama.

La Rumba no forma parte de las procesiones religiosas y se desarrolla separada, por lo que recibió mucha libertad para desarrollarse, pero con el tiempo se ha llegado a identificar con las religiones afrocubanas, como si pertenecieran a ella, detrás de lo cual está lo exótico que representa para el turismo extranjero esta combinación.

Pero viene la revolución y se quiere potenciar a la fuerza el papel de la música cubana en el país, el cual era casi total y predominante, satanizando los ritmos extranjeros, en particular al Rock and Roll naciente. Trataron de que los tambores de Pello el Afrokán, un desmesurado ruido imposible de controlar de decenas de instrumentos de percusión que pretendía competir con Elvis Presley, pero el Mozambique estaba muerto antes de nacer porque era una exacerbación de lo que a la gente le gustaba, pero en exceso y a tragar a la fuerza.

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En 1963 se da a conocer y se promociona excesivamente, por el percusionista Pedro Izquierdo (Pello el Afrokán), un ritmo que buscaba las raíces de la música en África, y se decide llamarlo Mozambique. Dicen los estudiosos que no decayó rápidamente el Mozambique, y que tampoco Pello compuso solo dos Mozambique. En realidad el Mozambique decayó tan rápido como otros ritmos contemporáneos, oportunistas diría yo, como el Pacá de Juanito Márquez, el Pilón y el Upa-Upa de Pacho Alonso, el Guachipupa de Tony Taño, el Dengue de Dámaso Pérez Prado interpretado por Roberto Faz y su Orquesta, pero en realidad todos eran músicas poco elaboradas y la que ni la exageración de ser tocada por más de 100 tambores ni el ser apoyada políticamente, por su sonido y melodía repetitiva, primitiva y que quizás fuera muy enraizada con África pero con la música cubana no tenía mucho que ver, hizo que la juventud empezó a renegar de la música cubana y que todo lo que sonara a Mozambique le diera une especie de urticaria.

A partir de 1959 Cuba es un sistema cerrado que se desarrolla con su propia dinámica y por tanto muy lentamente porque no tiene la influencia del resto del mundo y es por ello que surge el fenómeno mal llamado “salsa” que no es más que música cubana sazonada con algunos otros componentes caribeños y que triunfa, al igual que ocurre con el turismo y la pelota, porque Cuba está aislada. Un autoaislamiento solamente perjudicial para el cubano, al que además no había que obligarlo a consumir lo que más le gustaba, la música cubana, pero al que le ocurrió lo mismo que con el patriotismo, lo que no es espontáneo y además se quiere identificar con un sistema político ajeno a sus tradiciones, es objeto de repulsa.

Se mantiene más viva la verdadera música cubana y los valores patrióticos cubanos en el extranjero que en la propia Cuba, porque ellos no tienen nada que ver con la política.

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A los cubanos a pesar de la represión, les seguía gustando la música cubana pero sobre todo los jóvenes no querían renunciar a los sonidos de esos tiempos y por eso se hicieron adictos a la radio por Amplitud Modulada para escuchar sus emisoras favoritas a partir de que desapareciera Radio Kramer y se excluyera toda la música foránea del resto de las emisoras cubanas. Es así que las más sintonizadas eran WQAM y WGBS, de la Florida, y KAAY, de Arkansas. La señal de las dos primeras emisoras se originaba en los cayos del sur de la Florida, fuera de la demarcación de los condados donde mayor preponderancia tienen los grupos de poder cubanoamericano, mientras que la KAAY (queieieiuai, como se le conocía) trasmitía desde Little Rock, Arkansas, totalmente al margen del conflicto entre Cuba y sus exiliados.

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En 1978 ocurre un fenómeno que de alguna forma revive el gusto por la música cubana, ya salida del bache del Afrokán, y salió al aire “Para Bailar”, un programa de los más populares y gustados en la historia de la televisión cubana, no sólo por el atractivo que siempre acompaña a los concursos televisados sino por el ritmo que le imprimió su creador mediante el empleo de novatos animadores. Los locutores profesionales se opusieron a los nuevos presentadores, los escritores de guiones protestaron porque el director, un bisoño, Cachito fuera a su vez el escritor, pero la fórmula funcionó como nunca antes.

Y de ellos nos quedan recuerdos de parejas memorables, bailando ritmos cubanos, sobre todo la rumba, donde destacaban los profesionales Caruca Rodríguez y Rosendo González del Ballet de la Televisión Cubana y los aficionados Rebeca Martínez y Miguel Ángel Masjuán, María Yamel y Manolito, y los reyes del guaguancó los hermanos Santos. Y por supuesto no podía faltar la rueda de casino.

A mediado de la década de los 50 en las instalaciones sociales de la Playa de Marianao, el Club Casino Deportivo, se puso de moda una modalidad de baile de varios géneros o modalidades de la música popular que estaban en boga y a la que se le llamó “rueda de casino”, y esta forma compleja de baile en coro, después también quiso ser asumida por la llamada “salsa” como un producto de ella, cuando existía desde mucho antes.

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Las otras rumbas

La Conga, que como ya hemos dicho es una modalidad de la Rumba, fue conocida por primera vez en Europa gracias a Eliseo Grenet, autor de clásicos cubanos como Drume Negrita, Las perlas de tu boca, El sitierito, Tabaco verde, La comparsa de los congos, La mora, Papá Montero, Rica pulpa, Lamento cubano, Negro bembón, Tu no sabe inglé, Sóngoro cosongo y por supuesto Ay! Mamá Inés. .El París, que como dijo Hemingway, era una fiesta, la aceptó rápidamente, pero fue de forma estilizada y simplificada la que se había introducido como «Ahí viene la Conga» (Mírala que linda viene). Pero ya de la conga ya hemos hablado, sobre todo de La Chambelona, Las jardineras, El Alacrán y las Bolleras, Hasta Santiago a pie, Chénhere Gumá y otras así como el papel de las congas en los carnavales y su gran influencia y presencia en la política cubana.

La rumba española, llamada Rumba flamenca, Rumba catalana y Rumba gallega, tienen su origen en la rumba cubana, pero han adquirido entidad propia como género musical.

La rumba flamenca como su nombre lo indica, se originó a partir de la mezcla del flamenco con la rumba cubana, en España se hizo conocida en teatros y espectáculos de variedades, de donde la adoptarían los intérpretes flamencos. Los instrumentos principales en la rumba flamenca son las palmas, la guitarra flamenca y las castañuelas y después se le incorporó también el cajón. Paco de Lucía, Ramón de Algeciras, Los Chunguitos, Ketama, Rosa Morena, Las Grecas, Los Amaya, Manzanita, Los Manolos, Azúcar Moreno, Rosario Flores, Lolita Flores y Los del Río son algunos de sus más conocidos ejecutores, sin olvidarnos del gran Antonio Gades.

Y ya lo dijo alguien: “La música existió antes de Paco de Lucía, pero sin él, no será la misma”. Su presencia en Cuba fue casi permanente y cuando lo sorprende la muerte ya había decidido mudarse de México a Cuba.

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La rumba catalana es un género musical que desarrolla la comunidad gitana catalana en Barcelona desde mediados de los años 60, a partir de la rumba flamenca y la influencia de la música cubana y rock & roll. El género se fundamenta en una fusión de cantes catalano-andaluces de aire liviano con las claves básicas de la música afrocubana.

Antonio González Batista “El Pescaílla”, Peret, los Gipsy Kings y los Manolos son una muestra de la rumba catalana.

Y los compositores clásicos como el genial Alejandro García Caturla no fueron ajenos al género y creó una gran obra que tituló “La Rumba”, donde sintetiza todas los estilos de rumbas.

La Rumba se puede considerar herencia cultural del mundo y sirvió de base e influencia más importante para otras culturas de música y baile desde la Salsa hasta la Rumba Flamenca. Cuba es creador de una gran diversidad de expresiones culturales pero ninguna puede competir con la importancia de la Rumba.

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La Rumba es una fiesta

La Rumba, es más que baile o canto, es un tipo de fiesta creada en determinadas circunstancias sociales por el africano y sus descendientes, sin excluir la presencia de una población blanca de bajo estrato social, donde posible y lógicamente también estuvo el gitano que cuando llega a Cuba abandona su personalidad y se mimetiza con los mestizos.

La palabra Rumba fue elegida probablemente por su sello africano, como también ocurrió con el Mambo o la Samba.

La rumba es desplazada de Nueva York cuando surge a finales de la década de los 60 un nuevo ritmo tropical, una mezcla o fusión de diferentes ritmos, predominando los de la música cubana seguida de la de otros países caribeños hispanos.

Si interrogamos a personas de distintas partes del mundo acerca de qué es la rumba, todos darían respuestas diferentes pero todos coincidirían en su origen, el contexto histórico en que surge y la influencia que ha tenido en la historia musical mundial. El comercio de esclavos les arrebató la libertad, pero no pudo quitarles el ritmo.

La rumba nació antes que la nación cubana y mucho antes que surgciera el concepto de patria. La rumba no sólo es anterior, sino que contribuyó a que se desarrollara el concepto de nación, por lo que es un elemento fundamental de la identidad cubana.

En Cuba el baile es parte intrínseca del ADN de sus habitantes. Por eso, aunque soy de la excepción, de los que en Cuba llaman “patones”, porque no saben bailar o lo hacen mal, no puedo dejar de llevar la procesión por dentro cuando escucho la buena música cubana y entre ellas está la rumba.

Y me refiero ahora a tres figuras ligadas a la rumba y a los ritmos cubanos, con tres diferentes estilos y formas de expresión, todas dentro de la excelencia.

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Celia, la rumba y la salsa

Celia Cruz, que en Cuba ha sido borrada de la historia y de la difusión, como si no hubiera existido, decía que cada vez que la tildaban de “Reina de la Salsa” se molestaba, porque sabía que la llamada “salsa” no era más que una mezcla del son, rumba, guarachas y todos los ritmos que ella interpretaba que no era más que un plagio de los ritmos cubanos que se atribuían otros como si fueran nuevos.

Eddy Palmieri, norteamericano-puertorriqueño que se auto tituló como uno de los pioneros de la salsa, se equivocó más de una vez, pero cuando se atribuyó un estribillo como de su propiedad, cuando era conocido como una conga de barrio habanero desde 1910, tuvo que retirar sus acusaciones de plagio a Gloria Estefan y le costó el descrédito. Su concepto de pionero es tomar lo que no es suyo y meterle un torrente de trombonazos y solos instrumentales, para él eso era la salsa, cuando en realidad lo que había detrás no era creación sino buscar dinero.

Celia Cruz fue una estrella en Cuba, cantante de la Sonora Matancera, que no fue un conjunto de los más apreciados por los negros cubanos, sino por los blancos, tuvo que competir con una pléyade de estrellas que había entonces como Benny Moré, Celio Gonzalez, Alberto Beltrán, Xiomara Alfaro, Merceditas Valdés, Rita Montaner, Roberto Faz, Tito Gómez, Barbarito Diez, Bienvenido Granda, Rolando Laserie, Orlando Contreras, Bienvenido Granda, Orlando Vallejo y muchos más. Entre ellos pudo Celia brillar, pero sin duda brilló mucho más cuando decidió exiliarse.

Lo que es una falta de respeto es que ahora que se redescubrió a la música cubana verdaderamente buena, con el negocio de Buenavista Social Club, donde excelentes obras son interpretadas por artistas de segunda o tercera, surja la comparación de Celia Cruz con Compay Segundo, este último devenido en artista por obra y gracia del espíritu santo y que siempre fue un músico no de segunda, sino de cuarta o quinta categoría.

Celia Cruz respondió cuando le preguntaron ¿qué significa la palabra Salsa?:

Para mi la Salsa es una palabra, nada más. Una palabra comercial. Como ritmo yo creo que no existe Es una palabra que se le adjudicó a todos los ritmos del Caribe, principalmente a los ritmos de Cuba. Yo pienso que la Salsa tiene sus raíces en la música cubana. Y te lo digo porque cuando yo empecé a cantar lo que hoy llamamos Salsa es lo mismo que estaba haciendo con La Sonora Matancera”. “La Salsa es música cubana con nombre nuevo”.

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Marlon Brando y los tambores

El actor de actores, del cual ante su muerte, Al Pacino diría: “ahora todos subimos un escalón más”, fue un gran amante de la percusión cubana.

En marzo de 1956 sin más equipaje que lo que llevaba puesto y una abultada billetera, tomó el avión hacia La Habana para comprar “una buena tumbadora, unos bongoes y aprender a bailar rumba”.

Diría al respecto:
– “La tumbadora es una verdadera ganga. ¡Noventa pesos! Es cara para un cubano pero para un americano, siendo auténtica, es muy barata. Yo tengo seis como estas. I love tumbadoras.”

Lo que más le entusiasmaba era ir a los cabarets de la Playa de Marianao, porque ahí se escuchaba música cubana de la buena. No se sentía cómodo en los grandes cabarets elegantes, sino disfrutando la música autóctona, sobre todo ver al percusionista el Chori en el Choricera Club.

Allí pudo hacer realidad en esa ocasión uno de sus sueños; nada menos que tocar junto al Chori, aunque este, al principio, puso reparos a actuar con un no profesional, así fuera el mismísimo Marlon Brando.para sorpresa de muchos, el futuro Don Vito Corleone, resultó un buen percusionista, lo que reconoció el Chori, que como buen profesional, no perdonaba una a la hora de enfrentarse a los “cueros”, ni siquiera a un mito de la talla de aquel.

Guillermo Cabrera Infante, lo entrevistaría para la revista Carteles en el lobby del hotel Packard, y le respondió que tocaba desde hacía quince años la tumbadora, que estaba en Miami por asuntos de negocios y que de repente se le ocurrió comprar una tumbadora, pero cubana y en Cuba.

Dicen que años después, en una entrevista, el genial actor mencionó a La Habana como uno de los lugares más inolvidables de su vida. Regresó a Estados Unidos con el mismo pantalón y la misma camisa, pero se llevaba una tumbadora y había bailado rumba en casa del trompo.

Sonia Calero y Alberto Alonso. / www.lajiribilla.cu

La excelencia de la rumba

Sonia Calero. Cuando se le menciona nos viene a la mente una rumbera, bailarina y coreógrafa cubana, pero no una más, se le reconoce en todo el mundo como una de las mejores bailarinas de su época, y a su vez la mejor exponente de danzas cubanas del mundialmente famoso Ballet Nacional de Cuba, del cual fue bailarín, y coreógrafo, su difunto esposo Alberto Alonso, el arquitecto de ese Ballet y un gran coreógrafo por más de cuatro décadas hasta su fallecimiento

Su repertorio de entonces fue amplísimo y muy variado en estilos. Incluía, desde obras académicas, de estilo neoclásico, experimentales y populares, como sus interpretaciones de las obras creadas por Alberto Alonso para televisión y espectáculos musicales en teatros y cabarés. Figura principal en La calle, Quimbisa, La guagua o La mujer de Antonio, El muerto se fue de rumba, El güije, El solar, La rebambaramba, destacaban su gran dominio de las tradiciones culturales cubanas.

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Era la estrella del elenco del Teatro Musical de La Habana, donde se destacó como actriz y bailarina en la interpretación de comedias musicales cubanas. Mi solar fue el más exitoso espectáculo musical cubano de la década en 1966 y el filme Un día en el solar, primer largometraje cubano realizado a color basado en esta comedia musical.
Es famoso el solo “La rumba”, en 1965 con el Conjunto Experimental de Danza, baile llevado hasta sus más insospechados límites, y que convierten a la rumba en un arte excelso.

En 1966 ingresó en el Ballet Nacional de Cuba, en el que llegó a alcanzar el rango de primera bailarina. Al verla bailar, Maya Plisetskaya se quedó encantada, y fue muy exitosa la presentación de ‘La Rumba’ en el Teatro Olympia de París,

El baile de Sonia Calero se puede definir en dos palabras: elegancia y el refinamiento, Su pas de deux “de la escoba” en Mi solar, junto al bailarín cubano Roberto Rodríguez, ha quedado como ejemplo de cubanía y delicadeza, felizmente recogido en el filme Un día en el solar. Su interpretación de La rumba aún hoy no ha sido superada; es en un modelo de referencia de la capacidad de estilización del baile popular en la escena.

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La rumba no muere

Una imagen que me parece la más elaborada para describir a la rumba, en particular al guaguancó, la escribió José Lezama Lima, uno de los más grandes escritores del Caribe, en su artículo: Cómo nace el Guaguancó:

“¡Qué distintos algunos parques de barrio! La alegría o el cansancio que muestran, tienen la doble marca de una jomada que se vivió con rigor, viven en casas pequeñas, en cuartos imposibles o en pasajes tintos de sol, y al llegar la benévola, como los griegos le llaman a la noche, sienten el deseo de comunicarse, de respirar, de rodearse de un paisaje que durante el resto del día se les ausenta. Así se forma el ideal medieval de la vecinería, el orgullo de crecer en un barrio dentro de la ciudad, que a su vez tiene que manifestarse ya en forma universal, en el lenguaje severo de quien tiene que ser oído. ¡Así nace el Guaguancó!”

Y así sigue viviendo, espontáneamente, la rumba en toda Cuba.

Quizás ahora la rumba se pueda ver un poco empañada por la excesiva comercialización que corroe a las religiones afrocubanas, cuyos mercaderes tratan de casarla inexorablemente con la rumba, pero sabemos que no es así.

Como manifestación musical cubana pura, la rumba se distingue de las manifestaciones afro cubanas que están ligadas a las religiones que trajeron los esclavos negros y que se arraigaron en Cuba. En comparación con las expresiones religiosas principales de Yoruba o Lucumíes, Bantú, Congo, Ñáñigos, Arará y otros, la rumba se desarrolló separada de esos oficios religiosos. Pero sin duda hereda la resistencia por su propia identidad y las ganas de sobrevivir de los esclavos y sus descendientes.

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3 Comentarios

  • Reply
    M.N.
    March 24, 2019 at 11:41 am

    Tabaco verde en flor
    En tu mirada es
    Humo de añoranza
    Color de esperanza
    Matiz de altivez…
    Tabaco verde en flor
    En tu sonrisa es
    Humo que se riza
    Y se sutiliza
    En tu palide…

  • Reply
    Cuba-Los Círculos Sociales
    May 28, 2020 at 1:35 am

    […] . Eran tambien los tiempos de los anchi famosos bailarines de rumba y columbia Andrea Baró y Malanga , asi como el tiempo en que se le vio al mismismo Marlon Brando incursionando como timbalero o […]

    • Reply
      carlosbu@
      June 13, 2020 at 8:48 pm

      Grandes personajes Andrea Baró, sobre la que Abelardo Barroso tiene una canción, los que creen que la Rumba es cosa de hombres olvidan a una mujer que hizo historia en la misma: Andrea Baró, y de Malanga hay tantas versiones de la canción Unión de Reyes llora porque Malanga murió…muchas gracias por su comentario, ah y Marlon Brando era un amante de la percusion cubana

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