Nostalgia Cubana: La Yuca y la Malanga.
Cubanos obsesionados.
Al encontrarnos con nuestros amigos Jorge e Ivon, que viven hace 15 años en Guadalajara, e intercambiar sobre la vida de un cubano en México, llegamos a una misma conclusión acerca de nuestras añoranzas, donde coincidimos en tres principales: la malanga, la yuca y el mar. Y en cuanto a México también coincidimos en tres cosas que no nos gustan: el excesivo picante, la salud mercantilizada y la pobre educación.
De las que no nos gustan no es necesario abundar mucho, ya que el cubano, salvo determinados platos, no incorpora a su gastronomía el picante como una norma, porque creo que justamente, el excesivo picor opaca todos los sabores de la comida. De la salud, de la que tanto nos hemos quejado los cubanos, desearía que en este país existiera una mínima parte de lo que hay en Cuba, tanto en la atención primaria, hospitalaria como farmacéutica. Aquí la salud es un verdadero negocio que acaba con la economía familiar de los que tienen la desgracia de enfermarse, y desfonda los bolsillos de los que tienen afecciones leves. Además se observa una poca profesionalidad promedio de los dedicados a este sector tan delicado. En lo referente a la educación, igualmente se convierte en un patrón comercial el acceder a ella, y existe un desbalance notable entre universidades tan prestigiosas como la UNAM o el Instituto Politécnico Nacional y otras en las que predomina no el rigor, sino el billete. De la educación primaria y secundaria, sus resultados nos muestran un reflejo importantísimo en lo que ha ocurrido en México con la reforma educacional promulgada recientemente. Un magisterio cuyas plazas se dan por herencia, se compran y venden o se asignan por amistad o compromiso, como las famosas “botellas” que existieron en Cuba, sólo pueden traer como consecuencia, alumnos que no saben expresarse, con faltas de ortografía, que desconocen su historia y su geografía, que malamente saben sacar cuentas y que conocen otra cultura sino la música de banda y los juegos en celulares y muestran un léxico vulgar y pobre, y por supuesto la inmensa mayoría no se lee un libro, o no lo ha leido en su vida, todo ello en un país que estuvo a la vanguardia mundial en el tema editorial y de lectura. Prueba de la calidad de los maestros son las interminables protestas de los mismos ante una evaluación, por el temor de ser desplazados de sus cargos, para los que muchos saben que no tienen la capacidad, los requisitos y mucho menos lo más importante: la vocación, y que más que protestas civilizadas se convierten en hechos vandálicos. Este es otro sector donde Cuba, con todas las desgracias que ha traído para nuestro país el comunismo, le da raya a México ampliamente, a pesar de que hoy en día todos saben que el magisterio no es sombra de lo que un día fue. Y no creo que se trate de un problema de riqueza, ya que México es uno de los países con más recursos reales y potenciales para darle una vida digna a su pueblo, pero ello no ocurrirá mientras impere la corrupción política y el narcotráfico, como dirigentes de la sociedad.
El 20 de julio de 1923, moría el general Pancho Villa, pero nacía la leyenda del Centauro del Norte que se arraigó en la memoria colectiva y que casi un siglo después, sigue desatando pasiones y es objeto de culto cívico y se recuerdan sus hazañas que definieron el rumbo que tomó la revolución mexicana. Su asesinato fue atribuido en un principio a venganzas en contra del general; pero al paso del tiempo los historiadores coinciden en señalar que se trató de un asesinato ordenado desde la Presidencia de la República.
Tristemente en los tiempos actuales, el país no ha cambiado mucho. Peña Nieta, el presidente de turno dijo: “He reconocido la labor permanente del Ejército y de la Marina, baluarte y fortaleza de las instituciones democráticas del país que todos los días trabajan para preservar el orden y cuidar de la seguridad en el País, para preservar el orden y podamos realmente avanzar en la construcción de mayor armonía, de paz que queremos para las familias mexicanas, de una labor incansable e inagotable, pero siempre permanente.”
Esa palabrería vana me recuerda a la Cuba de la revolución que por desgracia me tocó vivir. Ensalzar el papel del ejército, cuando por lo regular solo son sicarios al servicio del poder político, con el poder económico detrás del trono y que siempre están envueltos en los hechos que avergüenzan a un país.
Me recuerdo ahora un fragmento de ese grande de las letras hispanoaméricanas, Eduardo Galeano, que bien le viene a este comentario:
“Los funcionarios no funcionan.
Los políticos hablan pero no dicen.
Los votantes votan pero no eligen.
Los medios de información desinforman.
Los centros de enseñanza enseñan a ignorar.
Los jueces condenan a las víctimas.
Los militares están en guerra contra sus compatriotas.
Los policías no combaten los crímenes, por que están ocupados en cometerlos.
Las bancarrotas se socializan, las ganancias se privatizan.
Es más libre el dinero que la gente.
La gente está al servicio de las cosas.”
Y están además los escritos del Nobel de Literatura Octavio Paz, el que mejor definió a los mexicanos: “una actitud ética peculiar, una resignación cósmica que nos identifica con los “vencidos”, acompañada de una firme convicción de que hay que continuar la obra de los “vencedores” en el presente y acabar con, o asimilar a, los indígenas para construir la nación. Esta respuesta es, en suma, la justificación última del poder de las élites occidentales y occidentalizantes en nuestro país.”
El laberinto de la soledad es sin duda una obra magistral del ensayo en lengua española y un texto ineludible para comprender la esencia de la individualidad mexicana.
Vale la pena repasar estas estrofas, donde se compara al mexicano con el norteamericano:
“La contemplación del horror, y aun la familiaridad y la complacencia en su trato, constituyen contrariamente uno de los rasgos más notables del carácter mexicano. Los Cristos ensangrentados de las iglesias pueblerinas, el humor macabro de ciertos encabezados de los diarios, los “velorios”, la costumbre de comer el 2 de noviembre panes y dulces que fingen huesos y calaveras, son hábitos, heredados de indios y españoles, inseparables de nuestro ser. Nuestro culto a la muerte es culto a la vida, del mismo modo que el amor, que es hambre de vida, es anhelo de muerte. El gusto por la autodestrucción no se deriva nada más de tendencias masoquistas, sino también de una cierta religiosidad.
Y no terminan aquí nuestras diferencias. Ellos son crédulos, nosotros creyentes; aman los cuentos de hadas y las historias policíacas, nosotros los mitos y las leyendas. Los mexicanos mienten por fantasía, por desesperación o para superar su vida sórdida; ellos no mienten, pero sustituyen la verdad verdadera, que es siempre desagradable, por una verdad social. Nos emborrachamos para confesarnos; ellos para olvidarse. Son optimistas; nosotros nihilistas —sólo que nuestro nihilismo no es intelectual, sino una reacción instintiva: por lo tanto es irrefutable—. Los mexicanos son desconfiados; ellos abiertos. Nosotros somos tristes y sarcásticos; ellos alegres y humorísticos. Los norteamericanos quieren comprender; nosotros contemplar. Son activos; nosotros quietistas: disfrutamos de nuestras llagas como ellos de sus inventos. Creen en la higiene, en la salud, en el trabajo, en la felicidad, pero tal vez no conocen la verdadera alegría, que es una embriaguez y un torbellino. En el alarido de la noche de fiesta nuestra voz estalla en luces y vida y muerte se confunden; su vitalidad se petrifica en una sonrisa: niega la vejez y la muerte, pero inmoviliza la vida.
¿Y cuál es la raíz de tan contrarias actitudes? Me parece que para los norteamericanos el mundo es algo que se puede perfeccionar; para nosotros, algo que se puede redimir.
La religiosidad de nuestro pueblo es muy profunda —tanto como su inmensa miseria y desamparo— pero su fervor no hace sino darle vueltas a una noria ex-hausta desde hace siglos.”
No hace falta ni comentarlo, al igual que hizo Borges con el argentino, Paz llegó hasta lo más profundo de la esencia mexicana.
Octavio Paz con su obra clásica El laberinto de la soledad. hace un análisis objetivo referente al mexicano.
¿Obsesión o Nostalgia?
Pero el tema a tratar hoy es la obsesión del cubano en México y seguro que también los que viven en otros países donde no exista, la añoranza por la malanga y la yuca, así que vayamos a analizar los antecedentes de la malanga, la yuca y por qué no, las del casi extinto en Cuba, ñame.
Las especies de malanga se originaron en las Antillas, las tierras bajas del norte de Sudamérica, y Centroamérica y es especialmente popular en Cuba, República Dominicana, Panamá, Puerto Rico y la Costa Caribe de Colombia. Se cultiva también en Filipinas y en África occidental, donde se considera un sustituto de los ñames. Ha sido tradicionalmente un cultivo de subsistencia con algún excedente vendido en los mercados locales, pero en Estados Unidos, la gran cantidad de inmigrantes ha creado un mercado para la producción comercial.
Su gusto se ha descrito “como de nueces terrosas” y son un ingrediente común de sopas y guisados. Pueden también ser comidos asados, fritos, o en puré.
En México sólo se produce la malanga en Sinaloa, Oaxaca Veracruz y Tabasco y se exporta la mayoría de la misma.
La yuca, internacionalmente reconocida como mandioca, tapioca, guacamota (del náhuatl cuauhcamohtli en México), casabe o casava, es un arbusto perenne extensamente cultivado en Sudamérica, África y el Pacífico por sus tubérculos con almidones de alto valor alimentario.
La yuca o mandioca es endémica de las regiones con clima tropical de Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Panamá, Perú, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela, Costa Rica, y Paraguay y ha sido cultivado con gran éxito en naciones africanas de similares condiciones climatológicas, y aunque se estima que las variedades hoy conocidas son efecto de la selección artificial, ya que hay variedades generadas por el aislamiento geográfico de la selva (casabe, que es altamente venenosa) o el de los altiplanos (yuca, mínimamente venenosa).
La evidencia más antigua del cultivo de la yuca proviene de los datos arqueológicos de que se cultivó en el Perú hace 4.000 años y fue uno de los primeros cultivos domesticados en América.
En muchos lugares de nuestro continente, la yuca es el alimento básico. Se pueden ver imágenes de la yuca usados en el arte de Perú por la gente de la cultura Moche quienes la representan a menudo en su cerámica. La mandioca se utiliza extensamente en la cocina latinoamericana. Las variedades dulces se consumen ampliamente hervidas, o fritas como sustituto de las papas.
YUCA FRITA.
Muchos no conocen las cualidades que tiene la yuca, la cual es una verdadera mina de hierro. Media taza de yuca cocida contiene más de 2 miligramos de hierro, cantidad que equivale al 13 por ciento de la asignación dietética recomendada. Además, contiene grandes cantidades de vitamina C: casi 21 miligramos, es decir, el 35 por ciento del valor diario. Gracias a esa vitamina el cuerpo absorbe el hierro con mucha más facilidad. La yuca ocupa el cuarto lugar como fuente de calorías para el consumo humano (después del arroz, el maíz y la caña de azúcar)
Y en Cuba hay un dicho que refiere: “a falta de pan, casabe”. El casabe no es más que un pan crujiente, delgado y circular hecho de harina de yuca, este se asa en un comal o a la plancha y cuya producción y consumo se remonta a tiempos prehispánicos. En las regiones orientales de Cuba es muy apetecido y se valora muy sabroso con manteca y carne de puerco. A mi personalmente me es totalmente insípido y como dice el dicho solo lo comería a falta de pan.
Pero si vamos a hablar de yuca, seguramente la palabra Yucatán nos viene a la memoria.
Según Bernal Díaz del Castillo, en su libro Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, afirma que Yucatán quiere decir “tierra de yucas”, planta que era cultivada por los mayas y que constituía un importante complemento alimenticio para ellos, pero también se dice que los españoles dieron el nombre de Yucatán a la región porque los mayas contestaban a sus preguntas con la frase uh yu ka t’ann, que en maya significa oye como hablan, y los españoles entendieron Yucatán. Otras versiones indican que Yucatán proviene del maya Ci u t’ann, que significa no entiendo.
La enciclopedia Yucatán en el Tiempo, en la ficha correspondiente a Bartolomé Colón, hermano de Cristóbal, dice que en ocasión de una travesía que realizaba el navegante genovés en agosto de 1502, se encontró con un grupo de mayas que surcaban el Caribe en una embarcación en misión comercial, frente a la costa de lo que actualmente es Honduras. Que después de intercambiar mercancías, los indígenas, señalando a los lejos las costas de su tierra, dijeron: “Yuk’al-tan mayab”, que era la designación lingüista de su nación, y que textualmente quiere decir: “todos los que hablan la lengua maya”. En su informe, Bartolomé Colón recogió esa frase y escribió “Yucathan maian”, para designar la tierra que tuvo enfrente, desde la costa norte de Honduras, hasta la costa oriental de la península. Así es como el castellano adquiere el primer nombre geográfico con que habría de designarse después la tierra de los mayas. Esta es, según Antonio Mediz Bolio, la etimología más razonable del nombre de Yucatán, al que se le han atribuido los más caprichosos y pintorescos orígenes. Realmente en México se cultiva en Chiapas, Tabasco y Veracruz y por supuesto en Yucatán.
UN ÑAME DE BUEN TAMAÑO.
Ñame es el nombre dado a un grupo de plantas con tubérculos comestibles que erróneamente se utiliza este nombre para otros tubérculos.
El verdadero ñame es una planta trepadora oriunda a las zonas cálidas y húmedas, que se cultiva desde hace miles de años, sobre todo en África, en Asia del Sur y en las islas del Pacifico. Se prepara de maneras muy variadas, asado, al horno, frito, en puré, sopas y potajes o ahumado. Se puede emplear también como ingrediente de algunos postres. Los tubérculos de algunas variedades se pueden almacenar durante más de seis meses sin refrigeración, lo que les hace muy valiosos para donde no existan esas condiciones.
Un ñame puede alcanzar 1,5 metros y pesar hasta 70 kilogramos. Recuerdo haber sembrado uno en mi patio y aquello alcanzó dimensiones y peso impresionantes.
Al Ñame en mexico se le conoce como barbasco y tanto en Chiapas como en Veracruz se le cultiva.
Le ronca la malanga, la yuca y el ñame.
Le ronca la malanga
Nuestro castellano cubanizado es muy rico en expresiones que definen situaciones que se presentan cotidianamente. Ante algo inesperado, dificil de explicar o sencillamente increíble lo más correcto seria decir “esto es el colmo”, pero nosotros le damos un toque cubano y lo decimos aludiendo a dos de nuestros alimentos más queridos, “le zumba el mango o le ronca la malanga”.
La Malanga forma parte de nuestras tradiciones más fuertes, un niño debe y tiene que comer puré de malanga en sus primeros años y un enfermo puede agravarse si no ingiere un suculento puré de malanga, el único alimento que puede sanarlo y nutrirlo bien.
Pocos años después del triunfo de la revolución, la malanga era el producto más buscado por los capitalinos, motivando aventuras increíbles en busca de la misma, sobre todo los que teníamos niños pequeños. Los viajes a pueblos como Artemisa, Alquízar o Güira de Melena eran habituales aunque en ocasiones se tenia que ir a la vecina provincia de Pinar del Río y consumir todo un domingo para ello.
Esta agonía, que duró muchos años, reforzó la vigencia del dicho de que “le ronca la malanga”.
Esto está de yuca y ñame.
Hay una expresión popular de los campesinos, que por si misma recoge la existencia de una situación desesperada, ya que cuando las cosechas son muy malas, solo se dan dos tubérculos alimenticios: la yuca y el ñame. La frase misma está cargada de ese humorismo ante los malos presagios que sirve para que los cubanos califiquemos cualquier situación donde reine la falta de esperanza. Hace más de medio siglo que en Cuba la cosa esta de yuca y ñame, pero ya quisiéramos nosotros tener yuca y ñame….y también malanga.
Del ñame no voy a hablar mucho, en donde vivo en México tampoco lo he visto y en Cuba durante muchos años fue una “rara avis”. En mis últimos años en Cuba renació como el ave Fénix, con la característica de tener un precio prohibitivo. Así y todo lo compré varias veces y una de ellas tristemente se me cayó un ñame de más de 40 pesos de valor y al darme cuenta ya alguien lo había recogido. Este tubérculo desapareció de nuestras mesas por la incapacidad de ciertos “ñames con corbata”.
Y PENSAR QUE ÑAMES CON CORBATA COMO ESTE ESPECIMEN HAN DIRIGIDO A CUBA DURANTE MAS DE MEDIO SIGLO! ¡QUE AGUANTE!
El ñame en Cuba tiene una connotación chistosa también, y no se por qué. Un ñame es una persona que da muestras de escasa inteligencia, culturas e instrucción.
Hay un dicho cubano que dice: “cuando una persona no sabe nada, es un ñame y si es medio loco, un ñame salcochado”. Y si te dicen: “eres un ñame con corbata”, te están diciendo que eres muy bruto. La mayor parte de los políticos en Cuba, antes de la revolución, y después de ella, son ñames con corbata, es más, es difícil alcanzar posiciones políticas importantes en Cuba (las que no requieren ser ducho en ninguna materia), si no eres un ñame con corbata. Existen las excepciones, pero éstas confirman una vez más la regla.
Hay un cuento famoso que más o menos voy a relatar y que todos comentaban en su época, a principio de los años 80.
“En un congreso internacional sobre logros de cirugías increíbles, diferentes países presentan sus logros:
Los rusos traen un caso donde un hombre perdió en la línea del tren sus dos piernas. Lo operaron inmediatamente, le reinsertaron sus piernas y hoy en día es un destacado futbolista.
Los americanos traen el ejemplo de un hombre que perdió su brazo derecho en un accidente en un aserradero. Le injertaron su brazo y hoy en día es el mejor pitcher de béisbol de grandes ligas.
Los cubanos no se quedan atrás y presentan el caso de un coronel del ejército que una mina le voló la cabeza en una maniobra militar, le injertaron un ñame por cabeza y hoy es Ministro de Transporte (aludiendo a Jorge Enrique Lussón, que destruyó el transporte en Cuba y todo lo que tocaba).”
LA MALANGA, UNA DELICIA.
BUÑUELOS CUBANOS DE YUCA Y MALANGA, ¡INCOMPARABLES!.
Comer yuca en México (al menos en los estados centrales).
He visto yucas en varios supermercados Walmart y en otros de la cadena Superama. Absolutamente todas las yucas eran delgaditas y al partirlas estaban casi negras por dentro. He estado pacientemente, por suerte vivo cerca de un Walmart, velando a ver cuando llegan las yucas y nunca lo he conseguido. Por lo tanto me he resignado a comer un remedo de yuca en la Bodeguita del Medio de Guadalajara, que fue más imaginación que el propio sabor a yuca. Es lo mismo que pasa con los mariscos y el pescado que se consume en lugares distantes del mar, que por congelación va perdiendo su sabor natural.
Mi amigo Jorge me dice que le encargó yuca a un amigo que iba a viajar a Yucatán. Este para no quedar mal, inmediatamente que llegó compró un saco de yuca y regresó a Guadalajara….15 días después. Por supuesto hay que ser cubano o de un país consumidor de yuca para saber que la yuca debe estar fresca, mientras más días pasen después de recolectada, menos sirve o se pudre como en este caso. Pocos saben, y esto lo aprendimos después de la revolución en Cuba, cuando los suministros se volvieron totalmente inestables, que usted toma la yuca, la pela, la pica en pedazos y la congela y le dura infinitamente hasta consumirla.
De la malanga y el ñame si no he escuchado nada y nadie aquí las conoce. Los mexicanos no saben lo que se han perdido.
Y ya que no podemos comer ninguna de estas delicias, al menos podemos darnos el lujo de recordarlas y hasta olerlas y saborearlas cuando escuchamos estos temas musicales.
La yuca en la música popular cubana.
Dile a Catalina. Autor: Arsenio Rodríguez.
Dile a Catalina que se compre un guayo que
la yuca se me está pasando.
Dile a Catalina que venga para acá,
dile que la yuca se me va a pasar.
Dile a Catalina que se compre un guayo que
la yuca se me está pasando.
La yuca la traigo rica y buena, verdad,
dile que por fin si me la va a comprar.
¡La yuca de Casimiro!
“En la finca Casimaru/ hay un hombre que ha sembrado/ una yuca y se le ha dado/ de un tamaño regular: / el día que la fue a sacar, / pues
le hicieron un encargo, / le decretaron embargo/ en aquella sitiería/ porque la yuca tenía…/ ¡un kilómetro de largo!.
También llegó una viejita/ que ya contaba setenta/ y ella, según su cuenta, / decía que era señorita. / Dijo la vieja maldita: / Yo vivo en aquel
retiro/ del tamaño no me admiro/ porque yo tengo un fogón/ que ablanda de un calentón…/ ¡la yuca de Casimiro!”
Quimbombó que resbala
(quimbombo que resbala pa la yuca seca)
(quimbombo que resbala pa la yuca seca)
que sabroso el quimbombo cocinado con harina con camaroncitos secos y con carne de gallina,
(quimbombo que resbala pa la yuca seca)
quimbombo que resbala pa la yuca seca
(quimbombo que resbala pa la yuca seca)
señores no se que pasa con los pollos de hoy en dia quieren comer quimbombo coñame carne y morsilla,
con el quimbombo
EN UNA COMIDA CUBANA NO PUEDE FALTAR LA YUCA.
El bobo de la yuca.
El bobo de la yuca se quiere casar,invita a todo el mundo pa’ la capital..(2)
Va a pasar su luna de miel,comiendo cana(cania)…comiendo papel…(2)
Bobo de la yuca……(comiendo papel)
El va por la plaza….(comiendo papel)
Siempre anda de fiesta….(comiendo papel)
Siempre anda de rhumba…(comiendo papel.).
Lucha tu Yuca.
…Tú, tú lucha tu yuca Taíno, lucha tu yuca,
lucha tu yuca Taíno, lucha tu yuca,
que el cacique delira, que está que preocupa,
tú, Taíno tú, lucha tu yuca, lucha tu yuca.
(esta última es de hace unos pocos años y por supuesto se considera altamente subversiva, porque ya se imaginarán quién es el cacique)
Oiga, vecina, présteme su cazuelita
“Oiga, vecina, présteme su cazuelita/ que voy a hacer un ajiaco/ ese es el plato/ que más me gusta en la vida”
“La cazuelita no es mía. No se la presto, no se la presto, pídasela a mi marido”.
“Oiga, vecina, présteme su cazuelita” [tres veces].
“Que voy a hacer una carne/ que tenga buena salsita, ¡Mi vecina!”
“Oiga, vecina, présteme su cazuelita” [tres veces].
“Yo quiero hacer un ajiaco/ y tengo ya la yuquita, ¡Vecina!…”
Seguro que hay muchos más, asi como personajes cubanos que he mencionado en otro de mis artículos como el famoso rumbero Malanga (Unión de Reyes llora porque Malanga murió), o el dicho contemporáneo de “malanga y el puesto de viandas…” (todo el mundo) o el inolvidable humorista Enrique Arredondo y su personaje del guapo “Cheo Malanga”.
El hecho real es que después de innumerables visitas a Walmart, donde he visto muchas veces yuca, pero realmente incomible para los que sabemos lo que es (a esa hora me olvido del astronómico precio que tiene) y en ocasión de mi amigo cubano Jorge Barrera, vemos un estante con yuca, de buen grosor y blanquita….Ahí nos chupamos los dedos de antemano, hasta que la desilusión nos abrumó: al partir la yuca ya tenía círculos concéntricos oscuros, señal de que no sirve. Nos resignamos y dijimos: será para la próxima.
Nada, que estas viandas están en nuestras vidas las tengamos o no. Son parte importante de nuestra nostalgia. Sólo estoy pendiente del mes de octubre, donde voy a gozar de dos cosas preciadas: la compañía de mi hijo y nuera, y comerme toda la yuca y la malanga que pueda en Miami.
COMIENDO EN MIAMI, SIEMPRE CON LA YUCA COMO ACOMPAÑANTE.
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