El día que los Astros de Houston perdieron el campeonato
Siempre tenemos los recuerdos bien guardados, sobre todo los de nuestra niñez y juventud. Quedaron en el disco duro de tal forma insertados que ahí permanecen y a veces salen a flote, sobre todo cuando hay hechos que se relacionan con la información que hemos guardado celosamente, y ese es el hecho que aflora hoy: los Washington Nationals, antiguos Senadores de Washington, un team de Grandes Ligas de los llamados sotaneros, pero que en Cuba contaba con muchos seguidores, superado únicamente por los Yankees de Nueva York, probablemente porque este equipo era uno de los que siempre tuvo en su alineación a muchos cubanos.
Con ese equipo jugaron a lo largo de su historia: Bobby Estalella, Angel Scull, Carlos Paula, Ramón Mejías, José Canseco, los grandes shortstop Willy Miranda y Zoilo Versalles, el inmortal Orestes Miñoso, Paul Casanova y los exitosos pitchers Sandalio Consuegra, Conrado Marrero, Mike Fornieles y Camilo Pascual.
Pero anoche, cuando se jugó el último y decisivo encuentro de la Serie Mundial, los Washington Nationals se sacudieron y seguramente con ellos, los fantasmas de todos los grandes que por allí pasaron.
Y el recuerdo me retrotrae a los años cincuenta, cuando alrededor de 1955 me leí, con un diccionario Webster’s al lado, mi primer libro en inglés y pocos años después me di el gustazo de ver su versión cinematográfica, de esos filmes de comedia musical que no se olvidan y que junto a Bailando bajo la lluvia y South Pacific se quedan para siempre. La película, titulada Damn Yankees o Malditos Yankees, también ha sido conocida como “Whatever Lola Wants” y “You gotta have heart” por dos de sus números musicales.
The Year the Yankees Lost the Pennant (El año que los Yankees perdieron el campeonato) es una novela de 1954 de la autoría de Douglas Wallop. Los Senadores de Washington han sido mencionados muchas veces en el libro de Tom Clancy “Sin remordimientos” con un chiste que alude a los Senadores y a los que han seguido su franquicias sucesivas: “Washington: Primero en la guerra, primero en la paz, y aún el último en la Liga Americana”. Hasta este momento, donde la especie de maldición que los acompañaba, ha sido borrada. Los Washington Nationals son los campeones de la Serie Mundial de Béisbol 2019. La única diferencia es que ahora no es contra los Yankees, sino contra Houston, un team que también goza de la preferencia de los cubanos por la presencia allí, y destacada por cierto, de compatriotas nuestros, encabezados por Yulieski Gurriel y el sorprendente Yordan Alvarez.
Volviendo a la novela de Douglas Wallop, diremos que es una adaptación del tema de Fausto, el conocido trato con el Diablo dentro del mundo del béisbol norteamericano de Grandes Ligas en los años cincuenta.
Un apacible hombre de media edad, Joe Boyd, caracterizado como un fanático histórico de desafortunado equipo de los Senadores de Washington, los que al comienzo del relato iban perdiendo terreno sobre sus más temidos retadores, los New York Yankees. Joe se decía a sí mismo: “Vendería mi alma al diablo porque tuvieran un buen bateador”.
Al desanimado Joe se le aparece un experto en engaños que hablando rápido se gana la confianza y que se hace llamar Mr. Applegate, el que le ofrece transformar a Joe Boyd en Joe Hardy, una joven superestrella beisbolera, que será contratada por los Senadores y así Joe, en su nueva personalidad podrá salvar a su equipo. Joe acepta pero solo con la condición de que la transformación sea temporal y después de ayudar a los Senadores a ganar el campeonato, volverá a ser él mismo.
El trato se cumple y la transformación tiene lugar, lo contratan los Senadores y se convierte en el mejor jugador de todos los tiempos pero Applegate, como buen diablo no quiere que el cambio sea temporal, para lograr lo cual se auxilia de un arma secreta, Lola, una frívola y seductora diablesa al estilo de los cincuenta para engatusarlo y apropiarse de su alma.
De la novela se había hecho una obra musical en Broadway, la que se también se había llamado Damn Yankees, aludiendo al equipo que siempre ganaba el campeonato y humillaba al Washington. El libro de Douglas Wallop, el cual creó junto a George Abbott, Richard Adler y Jerry Ross, la comedia musical en cuya obra Stephen Douglas personificaba a Joe Hardy, Ray Walston a Applegate (el diablo) y Gwen Verdon a la diablesa Lola. La producción del teatro musical y el filme tuvieron el sello de George Abbott y el incomparable Stanley Donen y aparte de su éxito, con más de mil presentaciones y varias premiaciones, fue repetida con igual fortuna en 1997 y 2008.
Como curiosidad, el nombre de Stanley Donen, reconocido director y productor cinematográfico, además de coreógrafo, bailarín y director teatral, nos ha dado obras como On the Town (Un día en New York),aquella donde Frank Sinatra y Gene Kelly, dos marinos, hacen de las suyas; la clásica Singing in the Rain, Cantando bajo la lluvia, también con Gene Kelly junto a Debbie Reynolds; Royal Wedding, Bodas Reales, con el inmenso Fred Astaire y Jane Powell; Seven Brides for Seven Brothers, Siete novias para siete hermanos, también con Jane Powell; Funny Face, Cenicienta en París, con Fred Astaire y Audrey Hepburn; The Pajama Game (Juego de pijamas) con Doris Day; It’s always fair weather (Siempre hace buen tiempo) con Gene Kelly y Cyd Charisse, y la que me trajo estos recuerdos: Damn Yankees, con Gwen Verdon y Tab Hunter.
Y todo esto sin mencionar decenas de otros filmes destacados de Donen, como Charade (Charada), Indiscreet (Indiscreta), Lucky Lady (Los aventureros de Lucky Lady), Saturn 3 (Saturno 3), Two for the Road (Dos en la carretera), Bedazzled (Mi amigo el diablo) y Love is better than ever, filmes que seguramente recordamos.
Para resumir esta cita, vale la pena revisar algo que dijo Stanley Donen:
“Para mi dirigir es como tener sexo: cuando es bueno, es muy bueno; pero cuando es malo, sigue siendo bueno”.
La adaptación cinematográfica de la novela y la obra musical presentó a Tab Hunter como Joe, siendo el único actor que no había actuado en la presentación en Broadway, a pesar de que Stephen Douglas había sido uno de los pilares del éxito e inexplicablemente por mucho que he indagado no hay razones para no haber hecho la película, pero con independencia de la mediocridad de Hunter como artista, Gwen Verdon y Ray Walston se apropiaron de la simpatía del público junto con un personaje sin el cual la película no hubiera sido lo que fue: Bob Fosse, el coreógrafo y bailarín, entonces esposo de Gwen
Famosos críticos como Anthony Boucher la calificaron como “otra historieta sobre un pacto con el diablo”, sin tener en cuenta el brillo que la relación con el campeonato mundial de las Grandes Ligas de Béisbol le daba y que reforzaba a su vez la idea de que hacer un pacto con el diablo es algo que se repite en muchas obras de la cultura popular en muchos países.
Entre estas obras sobresalen Fausto, tragedia de Johann Wolfgang von Goethe, considerada una de las grandes obras de la literatura universal, y para muchos “el más grande hombre de letras alemán y el último verdadero hombre universal que caminó sobre la tierra” y que además dejara una huella profunda entre escritores, compositores, pensadores y filósofos.
Hay otras obras importantes que tratan este tema, entre cientos o miles, porque es un tema que nunca acaba, porque el hombre siempre busca un camino fácil para lograr sus metas y aspiraciones, por eso hasta hoy en día podemos venderle el alma al Diablo por Internet. Algunas citas son:
Doctor Fausto de Christopher Marlowe
El Monje, de Matthew Gregory Lewis, (1796)
El Diablo de la Botella, de Robert Louis Stevenson, (1891).
“The Devil and Daniel Webster”, short story based on the Washington Irving story; by Stephen Vincent Benét
Faust, opera por Charles Gounod, (1859)
Mefistofele, opera por Arrigo Boito, (1868)
El triunfo de los Nationals
“No se acaba hasta que se acaba”, decía la leyenda del béisbol y de los Yankees, Yogi Berra. Y ningún momento mejor para recordar esta cita que este, donde faltando dos innings se decidió todo a favor del que no era favorito.
El equipo que representa a la capital, Washington D.C. gana su primer Serie Mundial desde 1924 con el impresionante hecho de que según los especialistas tenían menos del 0.1 por ciento de probabilidad de ser campeones. Los Nationals de Washington eran el equipo de menor nómina, caminaron al borde del precipicio durante buena parte del año. Perdieron a algunos agentes libres por ofertas de mejores contratos, eran el undécimo favorito para ganar y a finales de mayo tenía la negativa marca de 19 ganados y 31 perdidos, el segundo peor equipo de la liga, solo por encima de los Marlins.
Tenían menos del 0.1% de probabilidades de ganar el campeonato, y la aprovecharon, porque como dijo Yogi Berra, el campeonato no se acababa hasta el final. En los playoff estuvieron a cuatro outs de ser eliminados, pero ganaron ante Milwaukee, con los Dodgers, perdían la serie y estuvieron a seis outs de ser quedar fuera, pero ganaron en extra innings. Estuvieron casi desahuciados en Mayo y en Octubre eran los campeones.
El título de los Nats tiene más valor y se vuelve más histórico al sentar el precedente de ganar todos los juegos de la Serie Mundial como visitantes y es uno de los cuatro equipos en la historia del mejor béisbol del mundo en ganar cinco partidos en una misma postemporada. Pero sin duda ha habido mucho de casualidad y buena suerte en esta victoria, que no la demerita, sino que nos muestra que este deporte es tan rico que factores no esperados influyen en la victoria.
Esta Serie Mundial tuvo una curiosidad nunca antes vista: los visitantes a los estadios no vieron ganar a su equipo, sino al contrario, en ambos contendientes.
Los Astros, que eran los favoritos a conquistar nuevamente el cetro, su segunda coronación en tres años, hicieron todo lo posible por obtener la victoria y aparte de una alineación de primer nivel, en ella destacaron sin duda Gurriel y Alvarez que han dado más de lo que se esperaba de ellos, con aportes decisivos a los resultados de Houston.
Alvarez debe ser el Novato del año, premio que lo han obtenido figuras destacadas como el mexicano Fernando Valenzuela; el dominicano Albert Pujols; los puertorriqueños Orlando Cepeda, Benito Santiago, Sandy Alomar, Carlos Beltrán y Carlos Correa; los venezolanos Luis Aparicio, Ronald Acuña Jr. y Ozzie Guillén y los cubanos José Fernández, Tony Oliva, José Canseco y José “Pito” Abreu. Y de Gurriel que decir, su mejor año donde han roto e impuesto marcas ofensivas y defensivas.
Estoy triste por la derrota de los Astros, pero feliz porque lo que han logrado los cubanos en Grandes Ligas este año nos muestra que la pelota cubana sigue viva, al menos fuera de Cuba, porque todo lo que se hace en libertad, siempre es mejor.
1 Comentario
Luis
January 17, 2021 at 5:02 pmExcelente.
Los Nationals tuvieron excepcionales salidas de Scherzer y Strasburg; creo que esos sí hicieron un pacto con el Diablo.
Se merecieron el título los del DC y eso sin saberse, de a de veras, si también en ese año los Astros andaban con el chiste de robar señas.
Ah!, Gwen Verdon. Puberto yo, me enamoré perdidamente de aquellas piernas.