Cubanos en el 9/11
Nunca olvidaré el 9 de septiembre de 2001, hace exactamente veinte años, cuando me encontraba en el Hospital Hermanos Ameijeiras en un chequeo médico. Ese lugar era uno de los pocos hospitales que contaban con varios televisores y al salir de una de las consultas, de pronto ví varios comentarios de asombro, lo que indicaba que algo inusual estaba ocurriendo.
Lo primero que le venía en esos momentos a la mente a los cubanos era algún anuncio relacionado con cambios políticos o económicos importantes o hasta esperaban el aviso de la muerte de Fidel Castro, pero no se trataba de nada de eso, sino de algo verdaderamente macabro para la civilización y que estaba ocurriendo en la ciudad más emblemática de los Estados Unidos: New York.
Era un golpe bajo de una organización terrorista islámica contra uno de los principales símbolos del progreso y del mundo occidental: un atentado a las Torres Gemelas del World Trade Center en Manhattan.
Ese no fue un atentado terrorista cualquiera, el mundo ya no fue el mismo a partir de entonces.
El World Trade Center
Tras concluir la Segunda Guerra Mundial, en 1946, se autorizó por el gobierno de New York la construcción del proyecto de 1943 que se llamaría Centro Mundial del Comercio o World Trade Center, en el mismo corazón de Bajo Manhattan en su parte oeste.
Originalmente era un edificio de setenta pisos, pero más tarde se proyectó por David Rockefeller, un complejo de edificios cuya supervisión y administración se le asignó a la Autoridad Portuaria de Nueva York y New Jersey, que incluía lo que sería conocido como las Torres Gemelas, dos enormes edificaciones que en su momento fueron los edificios más altos del mundo y que superaban al emblemático Empire State Building en cien pies de altura.
El proyecto del arquitecto jefe, Minoru Yamasaki, terminado en 1964, contemplaba siete edificios con una superficie útil de quince millones de pies cuadrados (casi 1.5 millones de metros cuadrados). Dos años después empezó su construcción con un nuevo proceso de paneles de yeso reforzado con núcleos de acero, por lo que fueron pioneros en la edificación de rascacielos sin emplear mampostería (mortero con bloques o ladrillos) y a diferencia de los edificios altos convencionales, las paredes exteriores llevaban el mayor peso, con columnas interiores solamente para los ascensores, lo que permitía espacios abiertos sin pilares.
La torre norte fue completada en 1970 y la torre sur en 1971, y el complejo conocido como World Trade Center se inauguró en 1973. Ambas torres tenían 110 pisos de altura, una alcanzaba 1368 y la otra 1362 pies, (417 y 415 metros respectivamente), y en la torre sur se creó un mirador llamado Top of the World (la cima del mundo) con acceso público y desde el que se veía una vista espectacular.
En el World Trade Center se rodaron varias películas, destacando King Kong, de 1976, donde el gigantesco gorila en lugar de estar en el punto más alto del Empire State, se mueve entre el tope de ambas torres; Superman, de 1976 dirigida por Richard Donner y la actuación de Christopher Reeve, en mi criterio el que mejor ha encarnado a ese personaje; Escape from New York, de 1981, dirigida por John Carpenter con Kurt Russell y otras.
Mientras tanto, otras películas, ya filmadas o en proceso de producción, que tenían locaciones en las Torres Gemelas, o trataban temas similares con lo ocurrido en ellas, tuvieron que eliminar esas escenas, modificar sus guiones o procesarlas digitalmente, como fueron: Spiderman, Zoolander, Men in Black, Lilo y Stitch, Nosebleed, Collateral Damage, The time machine, Bad Company o Big Trouble. Y aquellas cuya trama se situaba en el tiempo en que las torres existían, fueron agregadas de forma digital también, como Munich, Watchmen, Fringe y Life on Mars.
De esa manera el World Trade Center con sus Torres Gemelas, se convirtió, junto con la Estatua de la Libertad y el Empire State Building, en otro ícono de la ciudad de New York. Hoy, el World Trade Center, con sus nuevas edificaciones sigue siendo un símbolo neoyorquino.
Las Torres Gemelas: admiración y odio
El World Trade Center se convirtió en un lugar para admirar por representar los valores de Estados Unidos y el mundo libre, por lo que fue objeto de culto por unos y de odio y desprecio por los enemigos del mundo libre.
Un hecho curioso es que la gigantesca Plaza Austin J. Tobin, rebautizada popularmente como Plaza World Trade Center, se vió azotada casi permanentemente por grandes vientos a nivel del suelo, con ráfagas fueron tan fuertes que fue necesario dotarla de cuerdas para que el viento no se llevara a los peatones al caminar. Ese es el resultante de los “cajones” de aire a los alrededores de edificios altos, de lo cual soy testigo, por haber andado mucho por el Edificio FOCSA en La Habana, donde también se produce ese fenómeno a pesar de ser mucho más pequeño.
Pero ese fenómeno, junto con el Top of the World y el restaurante circular Windows of the World, 376 empresas de importancia internacional, con 50 mil personas empleadas en ella y entre cien y doscientos mil visitantes diariamente, siete niveles bajo el suelo con parqueo de dos mil plazas, una estación de tren, varias del metro y hasta un código de area (zip code) propio hicieron del World Trade Center el centro financiero de Estados Unidos. Allí estaban las oficinas centrales del Bank of America, el Deutsche Bank, la financiera Cantor Fitzgerald, la aseguradora Marsh & McLennan, Morgan Stanley, las oficinas de la autoridad portuaria de New York, dependencias de la Bolsa de Nueva York, Siemens Telecomunicaciones, el Departamento de Finanzas y Hacienda de Nueva York, la empresa AT&T de Telecomunicaciones, embajadas, cadenas de televisión y muchas otras.
Esa importancia hizo que los ataques fueran muy variados, desde un misterioso incendio, un atentado con bomba hasta llegar a un robo de dinero en efectivo.
El atentado terrorista de 1993
Sobre el mediodía del 26 de febrero de 1993, un camión de la empresa Ryder, una de las más importantes entidades que alquilaban camiones, se parquea en el subsuelo de la Torre Norte. El camión llevaba 680 kilogramos (1500 libras) de explosivos, con la idea de provocar el derrumbamiento de ambas torres causando cientos o miles de muertos.
A pesar de que se produjo la explosión, el objetivo no se alcanzó, abriéndose un agujero de treinta metros (100 pies) de profundidad y afectando cuatro niveles de hormigón. Se calcula que 50 mil personas quedaron atrapadas en el edificio, muchos con dificultades para respirar, siendo rescatados por los bomberos y seis murieron en el atentado.
Ese fue el primer intento de la organizacion terrorista Al Qaeda que operaba en Afganistán, y al frente del hecho se encontraba Ramzi Yousef, quién huyó a Pakistán y mas tarde arrestado y extraditado a Estados Unidos donde enfrento un juicio junto a otros tres, siendo todos declarados culpables.
A partir de ese momento fueron reforzadas las medidas de seguridad y de acceso al World Trade Center.
El robo al Bank of America
El robo de 1.6 millones de dólares en efectivo del Bank of América fue planeado y ejecutado por el actor mafioso y pequeño criminal Ralp Guarino el cual logró obtener una placa de trabajador de mantenimiento gracias a Salvatore Calciano, quien le explicó que tras el atentado dinamitero de 1993, se habían incrementado las medidas de seguridad, dándole detalles de que un furgón acorazado de la compañía Brinks llevaba dinero a través del elevador hasta el piso once de la Torre Norte.
Después de preparar cuidadosamente el asalto, el miércoles 14 de enero de 1998, al llegar el camión sobre las 8 y 30 de la mañana y al comenzar a descargar las bolsas con dinero, sometieron a los empleados del World Trade Center y a los guardias para efectuar el robo, llevándose un total de 1.6 millones, actualmente unos 2,5 millones de dólares, abandonando el lugar en pocos minutos.
Regresaron a sus domicilios, pero fueron rápidamente identificados y capturados, tres de ellos al momento y un cuarto en Albuquerque, Nuevo México, dos días después. Guarino no pudo ejecutar sus ideas para esconder el dinero y el FBI sospechaba que detrás estaba la mafia, por lo que Guarino fue presionado, convirtiéndose en un informante por lo que se tomaron acciones contra la familia famosa DeCavalcante.
Los ataques contra Estados Unidos
Antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos ya había sufrido una serie de atentados provocados por el terrorismo islámico, entre los que destacan el atentado contra cuarteles en Beirut en 1983 con el resultado de más de 200 soldados estadounidenses y 58 soldados franceses muertos; el ya citado atentado con bomba en el subsuelo de la Torre Norte con saldo de seis muertos; los atentados terroristas en 1998 en Kenia y Tanzania con la muerte de más de doscientas personas, doce de ellas norteamericanas; el atentado del World Trade Center, provocado por una furgoneta bomba en los cimientos de una de las torres y que mató a seis personas; los atentados terroristas a las embajadas estadounidenses en 1998 en Kenia y Tanzania que causaron la muerte de 213 personas, incluidas doce estadounidenses; en el año 2000 el atentado contra el USS Cole, el destructor portamisiles que fue objeto de un ataque suicida con bombas por terroristas de Al Qaeda en el puerto yemenita de Adén, matando 17 marineros e hiriendo a decenas de otros y con considerables daños a la nave y la crisis de los rehenes en Irán, que duró 444 días y en el cual un grupo de iraníes tomó como rehenes a 66 diplomáticos y ciudadanos norteamericanos azusados por la revolución islamista del clérigo islamista chiita, el ayatolá Ruhollah Jomeini por mencionar algunos hechos de relevancia.
Lo cierto es que el mundo extremista islámico incesantemente preparó este tipo de atentados terroristas contra Estados Unidos y como sabemos contra otros países occidentales.
Fueron relevantes los atentados del 11 de marzo de 2004, un grupo de ataques terroristas en cuatro trenes en Madrid donde explotaron diez bombas simultáneamente con 193 muertos y dos mil heridos, obra de Al Qaeda y el Grupo Islámico Combatiente Marroquí. El atentado al semanario francés Charlie Hebdo en París el 7 de enero de 2015, en su sede, cuando dos enmascarados asesinaron a doce personas además de herir de gravedad a otras cuatro. Le siguió los atentados en París en noviembre de 2015, cuando fueron tiroteados cinco bares y restaurantes y se produjo una toma de rehenes en la sala de conciertos Bataclan y explosiones suicidas en el Estadio de Francia y otros lugares, ataques terroristas reivindicados por los yihadistas del Estado Islamico, siendo considerada la peor masacre en Francia desde la Segunda Guerra Mundial, con un saldo de 131 muertos y 415 heridos.
Todo esto sin contar los numerosos hechos aislados que han ocurrido en muchos países. Pero para Estados Unidos, la nación líder del mundo, estaba reservada una macabra acción.
Los preparativos del 9/11
Fue a inicios de 1999 que Bin Laden dio la orden de planificar la “Operación Aviones”, a partir de conocer que el jefe de Al Qaeda en Arabia le contara que el 31 de octubre de 1999 el copiloto del vuelo 900 de Egyptair estrelló la nave contra el mar matando a más de 200 personas que iban a bordo, lo que le dio la idea de que era más beneficioso para la causa estrellarlo contra un edificio emblemático.
En Estados Unidos existen un grupo de lugares que son símbolos de la riqueza y el éxito de América y contra ellos tenía que lograrse algo que mostrara al mundo que a pesar de su fortaleza, no eran invencibles, por lo que fueron concebidos numerosos planes, concluyéndose uno que proyectaba lo siguiente:
Serían secuestrados doce aviones, para lo cual serían entrenados y preparados como pilotos los militantes extremistas islámicos dispuestos a sacrificar su vida por Alá, el cual esperaría en el cielo a cada yihadista con 72 vírgenes.
La acción consistiría en estrellar los aviones contra los siguientes objetivos:
Dos contra las Torres Gemelas del World Trade Center en New York
Uno contra el Empire State Building en Nueva York
Uno contra el Pentágono en Arlington, Virginia, cerca de Washington
Uno contra la Casa Blanca en Washington, D.C., residencia del presidente
Uno contra el Capitolio de los Estados Unidos en Washington, D.C., sede del Congreso
Uno contra la Torre Sears, el emblemático edificio de Chicago
Uno contra la Pirámide Transamerica, el icónico edificio de San Francisco
Uno contra el Columbia Center, el edificio más alto de Seattle
Uno contra la Prudential Tower en Boston
Uno contra la U.S. Bank Tower en Los Ángeles
Uno sin precisar su objetivo.
Pero precisamente por la cantidad de objetivos se vio que era un evento muy difícil de alcanzar y se fueron reduciendo las metas hasta llegar a cinco por su importancia estratégica:
Las dos Torres Gemelas, símbolo de la economía capitalista norteamericana
El Pentágono, donde radica la Secretaría de Defensa y que representa el poderío militar estadounidense
El Capitolio, sede del poder legislativo de Estados Unidos
La Casa Blanca, símbolo del poder ejecutivo y residencia del presidente
El estrellar un avión contra un edificio tuvo su antecedente más importante cuando en 1945 un bombardero mediano B-25 Mitchell, volando en una densa niebla, se estrelló contra el Empire State Building entre los pisos 78 y 80, produciendo catorce víctimas mortales. Pero la idea de chocar un avión contra un edificio, símil de los kamikazes pero a mayor escala, fue tratado en varias películas, como en The Medusa Touch (1978) y en uno de los capítulos de la serie The Lone Gunmen de 2001 donde era secuestrado un Boeing 727 con el fin de estrellarlo contra una de las Torres Gemelas.
Ese fue el plan final, pero solamente pudieron ser secuestrados cuatro aeronaves porque el piloto suicida del quinto, fue detenido fortuitamente por el FBI en agosto de 2001, cuando ya la ejecución del plan estaba en fase avanzada.
Ahora se conoce que nueve de los 19 terroristas ejecutores de los atentados del 9/11 fueron objeto de controles adicionales a los normales antes de embarcarse por sospechas de los servicios de seguridad y por diversas razones, entre ellas problemas en su documentación, pero así y todo abordaron las naves. Y de los numerosos preparativos, que van desde la obtención de visas para entrar a Estados Unidos, la masiva preparación de sauditas como pilotos de aviones comerciales, a nadie le llamó la atención.
El 11 de septiembre de 2001: el día que el mundo cambió.
El mundo cambió la mañana del 11 de septiembre de 2001.
El ataque sin precedentes en que de forma sincronizada 19 terroristas islámicos secuestraron cuatro aviones comerciales de pasajeros para ser empleados como proyectiles y estrellarlos contra objetivos en Washington y New York fue un horrendo e inconcebible ataque no a las instituciones de poder de los Estados Unidos sino al mundo entero porque atentó contra todas las normas de civilidad.
Ello provocó una ola de temor no solo hacia los vuelos aéreos, sino a todo tipo de transporte y constituyó un momento en que se reflexionó sobre la necesidad de cambiar por completo las políticas internas e internacionales de seguridad aérea en particular.
No vamos a repetir la historia, todos la conocemos, la destrucción del World Trade Center, el impacto importante contra el Pentágono y la heroicidad de los pasajeros del vuelo 93 de United Airlines, que hicieron fracasar el complot terrorista y se estrellaron en Shanksville, Pennsylvania.
Como es de costumbre, aparecieron multitud de teorías conspirativas sobre lo ocurrido, pero lo cierto es que ese día perecieron 2996 personas en el World Trade Center, más los pasajeros y tripulaciones de los aviones estrellados, 25 mil heridos, muchos con lesiones de por vida, 265 muertos en los aviones estrellados y 125 muertos en el edificio del Pentágono. Entre ellos 343 bomberos, 23 policías y 37 policías de la Autoridad Portuaria de New York y New Jersey, para un total de 3334 fallecidos.
Con el tiempo esta cifra sigue creciendo por enfermedades resultantes de la nube y partículas tóxicas inhaladas por miles de bomberos, policías y autoridades que participaron en las tareas de rescate. Han sido identificados como víctimas de ello más de cuatrocientos agentes.
Como dato interesante se calcula que unos 17400 personas se encontraban en el World Trade Center en el momento de los ataques y que cuando el primer avión, el vuelo 11 de American Airlines impactó la Torre Norte a las 8:46 de la mañana, la mayoría de los que se encontraban en los pisos por debajo de los pisos en que se produjo el choque, pudieron evacuar el edificio.
Para tener idea de la magnitud del desastre, el banco de inversiones Cantor Fitzgerald, con oficinas en los pisos 101 al 105 de la Torre Norte, perdió 658 empleados, la compañía de seguros Marsh & McLennan, ubicada en los pisos 93 y 100 de la Torre Norte, tuvo 358 empleados muertos, Aon Corporation, la financiera ubicada en la Torre Sur, perdió 175 trabajadores.
Se calcula que entre los fallecidos, hay 67 del Reino Unido, 41 de India, 32 de Sudáfrica, 28 de Corea del Sur, 25 de Republica Dominicana, 24 de Canadá, 21 de Argentina, 18 de Colombia, 17 de Indonesia, 16 de Filipinas, 16 de Jamaica, 15 de México, 14 de Trinidad y Tobago, 13 de Venezuela, 11 de Alemania, 11 de Ecuador, 10 de Australia, 10 de Italia 10, 9 de Rusia y otras cantidades pequeñas de muchos otros países.
Y por supuesto, también hubo víctimas cubanas.
Los siete cubanos que murieron en el 9/11
New York fue uno de los principales lugares donde se asentaron los exiliados cubanos desde la época de nuestras guerras de independencia junto con Tampa y Cayo Hueso y después fue cediendo terreno a lugares como Miami, quedando una importante colonia cubana en New Jersey, sobre todo en Union City, pero New York es sitio donde predominan los puertorriqueños y dominicanos, entre otras nacionalidades latinas, pero donde los cubanos son minoría.
Es por eso que ese día perdieron también la vida en el World Trade Center pocos cubanos como fueron:
Nancy E. Pérez, 36 años, que vivía en Secaucus, Nueva Jersey, justo al lado de Union City y que era empleada de la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey con el cargo de supervisora. Había llegado a Nueva York desde Cuba con sus padres y hermanas en 1970.
George Merino, 39 años, residente de Queens, Nueva York, empleado de la compañía de inversiones Fiduciary Trust International, había nacido en Matanzas y salió de Cuba en 1968 con siete años de edad para instalarse en Nueva York.
Niurka Dávila, de 47 años, residente de New York, y empleada de la División de la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey. Nacida en Cuba, comenzó a trabajar en la Autoridad Portuaria en 1985 como Rosa Dávila y luego de naturalizarse como ciudadana estadounidense eligió cambiar su nombre por el de Niurka.
Juan Lafuente, de 61 años, residente en Poughkeepsie, Nueva York, era empleado del Citibank y había nacido en Cuba. Emigró a Estados Unidos para estudiar en la universidad, y en 1964 se casó con Colette Mericle, alcaldesa de Poughkeepsie entre 1996 y 2003. Lafuente trabajó en IBM durante 31 años y tenía un cargo de alta responsabilidad en Citibank. El 11 de septiembre casualmente asistía a una conferencia en un restaurante de la Torre Norte.
Michael A. Díaz-Piedra III, de 49 años, residente de New York, empleado del Bank of New York, del que era vicepresidente a cargo de la planificación de recuperación de desastres. Díaz-Piedra era hijo de un rico hacendado cubano exiliado después de la revolución. Su familia, propietaria de plantaciones, emigró a Estados Unidos en 1960 y se fueron a vivir a la Florida y años más tarde se mudaron a Nueva Jersey. Llegó a Estados Unidos desde Cuba cuando tenía 8 años y siempre mantuvo fuertes lazos con la cultura de su patria y mantenía vivos sus deseos de regresar a la Isla cuando hubiera democracia.
Carlos Domínguez, de 34 años, residente de East Meadow, en el condado de Nassau, Nueva York, era un calificado ingeniero de Marsh & McLennan Cos Inc. donde fungía como encargado del servidor de seguridad del sistema informático de esa empresa ubicada en el piso 95 de la Torre Norte. Nació en los Estados Unidos hijo de padres cubanos.
Marco Motroni, de 56 años, era un músico cubano de ascendencia italiana. Nació en 1945 en La Habana, y su familia emigró a Estados Unidos tras la llegada al poder de Fidel Castro, y en 1963 se graduó de la George Washington High School en Manhattan. Era integrante de la famosa orquesta Novel, en la que hizo por más de 20 años música cubana, la que defendía a ultranza. Sus raíces cubanas permanecieron intactas y salieron a la superficie a través de la música. De Mark Motroni se sabe que sus antepasados llegaron a Cuba desde Pisa a principios del siglo XX y su abuelo, Rolando Motroni Marchetti, nacido en Cuba, era un escultor que trabajó con los reputados arquitectos Govantes y Cavarrocas en la mayor parte de los edificios construidos por ellos, como fueron la mansión Xanadú, la famosa propiedad conocida como la casa Dupont en Varadero, el Capitolio Nacional, la Biblioteca Nacional “José Martí”, el Palacio renacentista con tintes de Art Decó de Catalina Lasa y Juan Pedro Baró en Paseo y 17, la administración de la Universidad de La Habana, la Facultad de Artes y Letras y otras obras. Desde joven Marco Motroni comenzó a cantar en la Orquesta Típica Novel, fundada en 1961, con la mejor influencia de la música popular cubana con los formatos del conjunto sonero y de la charanga, fue uno de sus primeros integrantes y permaneció allí como cantante durante casi dos décadas. Trabajaba paralelamente como agente en Wall Street y se vincula a la financiera Carr Futures, con oficinas en Wall Street.
Cuando a las 8:46 am, el Boeing 767 del vuelo 11 de American Airlines se estrelló contra los pisos del 93 al 98 de esa torre, Marco se encontraba en el piso 92 de la Torre Norte en una reunión de trabajo.
Pudo hablar con su padre y decirle: “ningún ser humano hace cosas como esta, nadie merece esto”.
Las repercusiones del 9/11
Las pérdidas humanas no se pueden calcular, es lo más valioso que tiene el ser humano y por ello no es cuantificable.
Pero en el orden económico las pérdidas se estiman en el orden de los 123 mil millones de dólares, sobre todo en la drástica reducción de la actividad aeronáutica, los edificios e infraestructura destruidos y los que fue necesario demoler y reconstruir, así como la afectación a los negocios y actividades que debieron recuperarse, algunos completamente. Todo ello sin evaluar que la economía se vio completamente paralizada, se desregularizar los mercados, se bajaron los tipos de interés y los impuestos, lo que al final trajo consigo una burbuja inmobiliaria en las hipotecas, que sumado a los gastos en las guerras de Irak y Afganistán, totalmente injustificadas y sin ningún efecto positivo salvo el político para mostrar la fortaleza del gobierno de turno, trajo consigo la aparición de una grave crisis económica en 2008, entrando el país en la mayor recesión desde el crack de 1929.
Pero por lo más importante, para garantizar la vida humana, Estados Unidos cambió para siempre.
En otro orden de cosas, hizo que aumentara el racismo, la desconfianza y el odio contra las personas de origen árabe y practicantes de la religión islámica. Ello obligó a crear el Departamento de Seguridad Nacional para centrar la atención de la lucha antiterrorista. Junto con ello se aprobó el USA Patriot Act, La Ley Patriótica, que limita o suspende algunas libertades y derechos que aparecen en la constitución, con el fin de garantizar la seguridad interna.
Casi diez años después de los atentados, el 2 de mayo de 2011, Osama bin Laden fue ejecutado por tropas de élite estadounidenses en Abbottabad, Pakistán.
Y veinte años después las tropas de Estados Unidos se retiraron de Afganistán, dejando atrás una guerra que nunca iba a ganar.
El 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos sufrió el ataque terrorista más mortífero en su historia, cambiando el rumbo internacional que abrió un debate importante a cerca del terrorismo en el mundo y que a pesar de todo lo que se ha hecho al respecto, parece que no tiene fin ni solución, porque mientras haya religiones, que todas tienen como base la intolerancia y el dogmatismo y en nombre de ellos persiguen la guerra, no habra paz para la humanidad.
La barbarie nunca podrá ser aceptada por los hombres porque no tiene sentido, por eso la historia no puede olvidar a estas víctimas tanto de este hecho, para nosotros en particular los cubanos muertos en este hecho, ni a los que han dado su vida para combatir el terrorismo y la maldad, que en nuestro mundo, es la mayor amenaza.
El 9 de septiembre, junto con el 7 de diciembre son días que mundialmente nos recuerdan la infamia de la que es capaz el ser humano.
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