ADOLFO CACHEIRO

VALLE DE TAPASTE VISTO DESDE LAS CUEVAS DEL CURA.

ADOLFO CACHEIRO 
Ya hablamos de Adolfo Cacheiro y El Gato de Papel, y lo emprendedor de este personaje y creo imprescindible hablar de sus negocios, en muchos de los cuales me involucró.

Como muchos triunfadores, Adolfo Cacheiro tenía escasa educación y cultura, lo que suplía con creces con una inteligencia y habilidad innatas. Quizás por esa razón un hombre con tantos negocios no ponía en manos de un contador sus finanzas, sino que las llevaba él a punta de lápiz, seguramente sin equivocarse, y no tenía secretaria ni sabía escribir a máquina. Ya le habían contado mis habilidades con la máquina de escribir, así que me propuso pagarme adicionalmente porque le mecanografiara sus documentos, todos los cuales eran dictados, lo que realizaba en dos días a la semana después de cerrar la librería. Ahí ganaba casi tanto como mi sueldo semanal. Trabajaba un par de horas y de ahí me iba para el Instituto a estudiar.

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VENDEDORES DE BILLETES EN LA CALLE OBISPO EN LOS PORTALES DE LA MODERNA POESIA.

Después me habló de las Cuevas del Cura y me propuso me fuera con él los domingos para efectuar el cobro de la entrada de las Cuevas. Esa era una experiencia inolvidable para un adolescente con mis ansias de aventura, dar un viaje a mas de 50 km de La Habana, viendo paisajes bellísimos y además con muchas ventajas. Primero mi trabajo consistía en el horario de 9 de la mañana a las 5 de la tarde, cobrar la entrada a las Cuevas, las cuales contaban con señalización, iluminación y guía si lo solicitaban, por supuesto yo podía hacer descansos para almorzar o tomar algo y todo lo que consumiera iba por la casa. Por supuesto que no abusaba pero comía cosas muy sabrosas.

El centro turístico contaba con un inmenso parqueo, un mirador para el valle y un restaurante-bar tipo campestre con techo de guano, muy de moda hoy en Cuba, con exquisita comida criolla. Cada vez que podía y cuando cogí confianza, me comía unas masas de lechón asado y unas frituritas de malanga exquisitas y me tomaba una malta con leche condensada. Al final del día había disfrutado y me llevaba la tercera parte de mi salario semanal de forma adicional, esperaba los domingos con ansias.

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CUEVAS DEL CURA, ENTRADA ACTUAL.

Esta es una reseña periodística de la época sobre las cuevas.

“Adolfo Cacheiro, reputado comerciante establecido en la calle de Obispo en el giro de Cambios y Billetes, y Juan Luis Gelabert, Abogado y Notario, eran los propietarios de las Cuevas del Cura. Las Cuevas del Cura se pueden recorrer en casi toda su extensión, con comodidad y seguridad absolutas, las cuales están preparadas para ser exhibidas al público, más embellecidas aún por una fantástica iluminación artificial de variados colores, modalidades y matices. Frente al kilómetro 10 de la carretera de San José de las Lajas a Jaruco, a 3 kilómetros después de pasar del pueblo de Tapaste, comienza la carretera privada que conduce a las hermosas Cuevas del Cura, cuya puerta de entrada se advierte en un repliegue de la Sierra Paredones de las encumbradas y célebres Escaleras de Jaruco, y al Reparto Gran Panorama. “Los propietarios de las Cuevas del Cura, al adquirir hace algún tiempo la finca “San Ignacio”, en Tapaste, se dieron a la tarea de explorar a fondo dichas cuevas y descubrieron, que estas prodigiosas maravillas y sus alrededores, constituían interesantísimos motivos de turismo, y acto seguido acometieron la construcción de costosas obras: carreteras, caminos, escaleras, etc., para facilitar el acceso a las cuevas, recorrerlas sin peligro alguno, y admirarlas en su singular magnificencia”.

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RESTAURANTE CAMPESTRE ENTRADA CUEVAS DEL CURA.

Pero ahí no paraba el asunto, Cacheiro, sin saber mucho del tema, pero por sus conexiones de negocio y amistades tenía un servicio de organización y limpieza de bibliotecas privadas o corporativas, el cual también había desarrollado con el hijo de Juan Cebrián, pero éste, tan ocupado en sus affaires de playboy no lo atendía debidamente. Por ello me propuso los sábados por la tarde que me ocupara del tema. Me dio un entrenamiento, que hábilmente había copiado de su ejecutor, y yo por mi parte fui a la biblioteca y me asesoré de las diferentes variantes de organización de bibliotecas y así comencé mi tercera aventura con Cacheiro; claro el ejecutor del trabajo era yo después de 2 o 3 sábados de fogueo. El trabajo consistía en ordenar los libros por orden alfabético del apellido del autor o por tema, según le conviniera al poseedor de la biblioteca, después catalogarlo con una ficha mecanografiada con información del autor, el título y el tema de que trataba, y un membrete en cada libro y ubicarlo debidamente en los estantes.

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BIBLIOTECA CON LIBROS ENCUADERNADOS EN PASTA ESPAÑOLA.

Todo llevaba un proceso paralelo de limpieza y desinfección contra insectos y el tratamiento para la conservación de los encuadernados en piel. Esto representaba para mí, en ocasiones, en un solo día, que a veces concluía tarde en la noche, un ingreso igual a mi salario semanal, que ya era alto. La adolescencia es como una esponja, todo lo absorbe, lo malo también se absorbe, pero por suerte no se me pegaron muchas cosas malas. No tenía tiempo más que para trabajar y dormir.

En este proceso andaba cuando pasé uno de los sustos más grandes de la hasta entonces mi corta vida, aunque después pasaría por uno peor, de los que no se olvida. Cacheiro me llevó (siempre me presentaba y regresaba al concluir el trabajo) a casa de unos aristócratas que vivían en la misma esquina de 31 y 30 en Playa, en un palacete que aún se conserva.

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CALLE 31, MIRAMAR.

El propietario me enseñó la biblioteca, muy bien cuidada pero con muchos volúmenes por clasificar, ordenar y limpiar y me recalcó tener mucho cuidado con varios ejemplares ubicados estratégicamente pues era bibliófilo. André Maurois dijo una vez que “un lector apasionado debe tener una biblioteca limitada, y releer cada año los mismos libros”.

Esos bibliófilos apasionados y entendidos, y a la misma vez fetichistas y amantes de lo raro, cuyas bibliotecas tienen dimensiones inimaginables y en las cuales se pueden encontrar auténticas joyas literarias y piezas de culto eran la imagen y semejanza del dueño de aquella biblioteca. Por definición, un bibliófilo es aquella persona que siente pasión por los libros y, especialmente, por los raros y curiosos. Además, con frecuencia, son ávidos coleccionistas de obras literarias, pasión que pueden desarrollar ya sea con el fin de buscar erudición académica o bien por la simple satisfacción de poseer libros caros, antiguos y raros; primeras ediciones; libros con encuadernaciones inusuales o fuera de lo común; obras con ilustres procedencias y/o copias autografiadas.

En particular en este caso era un coleccionista de copias autografiadas y tenia una de Juan Ramón Jiménez y otra de Nicolás Guillén que recuerde. Estos libros son de tiradas limitadas y especiales y consisten en hojas sueltas dentro de una especie de forro de piel y siempre cuentan con anotaciones o dedicatorias personales del autor. Tanta insistencia en que tuviera cuidado llamaron mi atención y por supuesto no me resistí a la idea de revisarlos. Ello provocó que uno de los libros se me cayera al suelo y se esparcieran cientos de hojas por el piso.

La suerte me ayudó que pude recogerlos y ordenarlos y nadie se diera cuenta de ello, salvo quizás por los litros de sudor que tenía encima. Mas nunca he vuelto a tocar un libro de bibliófilos.

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EX LIBRIS PARA BIBLIOFILO.

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2 Comentarios

  • Reply
    Carolina Guilliano Sánchez
    December 6, 2014 at 3:38 am

    Hola Sr. Carlos:

    Soy la bisnieta de Adolfo Cacheiro Penide. Vivo en Venezuela y mi abuela que es la hija mayor de Adolfo Cacheiro Todavía vive en Venezuela y tiene 92 años de edad en óptimas condiciones, su nombre Otilia Cacheiro Fernandez. Leí su reseña muy interesante. Mi madre Oti no ha vuelto a Cuba desde el exilio. Mi bisabuelo tenía su negocio en la Calle Obispo que se llamaba Cacheiro y Hermano Billeteria El Gato Negro. Enfrente estaba el café El Naranjal que era suyo y a al lado la librería El Gato de Papel. Su negocio tenía toda una oficina administrativa. El administrador se llamaba Marcelino. Sería interesante ponernos en contacto. Mi correo electrónico es cguilliano@hotmail.com

    Saludos,

    Carolina Guilliano

  • Reply
    Jorge Cacheiro
    November 16, 2015 at 2:07 am

    Hola Carlos,

    Gracias por tu blog y tus memorias de mi padre y abuelo. Me quede muy emocionado. Me encantaria ponerme en contacto. Mi correo es jorgecacheiro@gmail.com

    Saludos,

    Jorge

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