Hasta el burro pudo, pero los cubanos no
Durante una conversación alguien me hizo recordar la fábula del burro que se cayó en un pozo y de inmediato la asocié con lo que está pasando en Cuba, no ahora, sino desde hace más de seis décadas.
Para refrescar de qué se trata, pues muchos la conocerán, la fábula habla de un burro que se cayó en un pozo seco. El burro permaneció lamentándose por muchas horas, hasta que el campesino dueño del animal se dio cuenta de su falta y al oír sus rebuznos fue hacia el pozo. Allí trató de ver qué podía hacer, recurrió a sus vecinos y concluyeron que era imposible sacarlo del hueco en el que había caído.
Como el burro ya estaba viejo y el pozo estaba seco y necesitaba de todas formas de ser tapiado para que no hubiera otros accidentes como ese, decidieron enterrar al burro en él, tapando el pozo porque no había otro remedio. Fueron echando paladas de tierra y el burro al ver lo que pasaba comenzó a rebuznar más fuertemente hasta que aparentemente acató su destino y se calló.
Cuando ya faltaba poco para concluir la tarea, el campesino se asomó al pozo y su sorpresa fue inmensa al ver cómo con cada paletada de tierra el burro se sacudía la tierra, se subía encima de ella y esperaba la próxima. Cuando terminaron y llenaron de tierra hasta la boca del pozo, el burro se sacudió, tiró varias patadas por si alguien quería acercarse y salió huyendo del lugar.
La moraleja de esta fábula está en que por muy hundidos que estemos, siempre podemos sacar ventaja de las oportunidades que nos brinda la vida, aprovechándola para salir de la sima en donde estamos y dar pasos adelante y hacia arriba.
Si nos damos por vencidos, no saldremos nunca de donde estamos y si nunca nos damos por vencidos y luchamos, usando todo lo que pueda afectarnos para salir del atolladero, al final saldremos victoriosos.
Para ello hay que sacudirse todo lo que nos afecte y dar un paso hacia adelante o hacia arriba porque cada uno de los problemas o situaciones que nos afectan tienen solución dando un paso, escalón por escalón, aprovechando lo adverso para sacarle ventaja a nuestra situación.
Los hundidores de burros
En cualquier sociedad están presentes los miserables que se burlan de otras personas, haciéndolos blanco de ataques por sus fracasos o reveses y aprovechando el momento para provecho personal. Los políticos y los oportunistas son expertos en hacerlo.
Seguramente recordamos el refrán de que “todos hacen leña del árbol caído”, pero la fábula del burro en el pozo es una forma de aprovechar las adversidades, críticas, y todas las situaciones desventajosas que debemos enfrentar muy a menudo, porque si algo distingue al ser humano es su egoísmo.
Algunos afirman que los seres humanos somos básicamente egoístas y que ello es algo positivo porque es un mecanismo de preservación que lo ayuda a sobrevivir. No es que haya que negarse a sí mismo, pero sí evitar el egoísmo egocéntrico, donde lo único que importan son los deseos personales, pero los miedos y frustraciones no pueden llevarnos a posiciones extremas y convertirnos en unos desalmados a los que no les importan las necesidades y deseos de los otros. Pero el ejemplo que vamos a ver ahora nos da la medida de la aberración humana.
Probablemente a algunos les viene a la mente otra fábula, esta vez la de un burro y un matrimonio con un hijo, los que se van de viaje. Subieron al niño al burro y los padres fueron caminando al lado y al llegar al primer pueblo le dijeron: ¡Que muchacho más desconsiderado, él encima del burro y los padres caminando!.
Decidieron entonces bajar al muchacho y subirse el hombre encima del burro y al llegar al siguiente pueblo le dijeron: ¡Qué tipo más sinvergüenza, va cómodo encima del burro y la mujer y el hijo a pie!.
Subieron a la mujer encima del burro y al llegar al siguiente pueblo escucharon: ¡Que desconsiderada con su marido que ha trabajado todo el día y con su pobre hijo!.
Después decidieron subirse los tres encima del animal y en el siguiente pueblo le gritaron:
¡Son más bestias que el burro, abusadores!.
Entonces decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro y al verlos en el siguiente pueblo comentaron: ¡Qué idiota es esa familia, teniendo un burro que puede llevarlos, van caminando!.
Resumiendo: Palo porque bogas y palo porque no bogas, así va a ser siempre la humanidad, que nunca se pone en el lugar de los demás para evaluar las situaciones. No podemos aspirar a que todo el mundo coincida con nosotros ni que lo que hagan otros lo tengamos que aplaudir, lo otro equivale a doble moral, servilismo o en su lugar a la confrontación.
Y hablando de fábulas, está también la del burro y la zanahoria, siendo este vegetal el acicate para que el burro no se detenga y siempre crea que está a punto de alcanzar la zanahoria aunque esté siendo engañado.
Hay algunos que dicen que en la vida de las personas la zanahoria es cuando encontramos una pareja, nos casamos y formamos una familia, logramos estabilidad económica y nos reproducimos y tenemos descendientes, todo lo cual lo que consideramos como ir por el buen camino y es representativo de que nos acercarnos bastante a la zanahoria.
Otros, los más pesimistas, dicen que la zanahoria está colgada en un palo que sale de nuestra espalda, lo que representa, la felicidad, y nunca la vamos a alcanzar. Esta actitud negativa es la que identifico con los cubanos de hoy, que sobrepasaron la irracional y la falta de principios, en ambas orillas. Muy triste ver como nos despedazamos unos a otros en lugar de ir contra el único enemigo que tenemos: la dictadura comunista.
Y mientras tanto, los que quieren ver al prójimo hundido, proliferan en países como Cuba, de donde aprendieron esta práctica usual en la desaparecida Unión Soviética, como medio de subsistencia y de mejorar en la escala social,
Plutarco nos enseñó cómo defendernos de los ataques y cómo sacar provecho de ellos aprendiendo a conocernos mejor a nosotros mismos y desarrollar formas racionales de pensamiento y acción. También a diferenciar el odio de la aversión y la justificación de ambas emociones como negativas que representan una amenaza para los valores que ostentamos y defendemos, pero que debe ser evaluado y controlado racionalmente, o sea, que el odio puede ayudarnos a desarrollar la racionalidad. Y eso tiene una validez tremenda cuando se trata de evaluar a los políticos y sus plataformas.
Una lección para desconfiar totalmente de los políticos que tienen como consigna el odio y de los que conocemos ampliamente a través de la historia: Hitler, Stalin, Fidel Castro y Trump. Los adalides del odio son una amenaza para nuestros valores y nuestra racionalidad.
Los políticos y su representación animal
No me refiero a que determinados partidos políticos se identifiquen con un burro o un elefante, o lo que sea, sino lo que representan verdaderamente sus ideas, que cambian como la marea de los océanos. Y si no, vean el Partido Republicano que fundó Abraham Lincoln y el de hoy.
Lincoln propugnó la eliminación de la esclavitud y ahora su partido es el defensor del racismo, la homofobia y todo tipo de discriminación. Pasó a ser el Partido de los estados del norte, los antiesclavistas, a ser el preferido de los estados sureños, los que defendían las ideas esclavistas y las concepciones más retrógradas sobre la sociedad americana.
Verdaderamente hay políticos que asemejan animales peligrosos, algunos como un animal que no tiene cerebro y solo piensa en él mismo (el egoísmo egocéntrico) y un poco para algunos gángsters en los que confía y sobre los que se sube, como el burrito hizo sobre la tierra que le echaban encima. Este ente se vuelve irascible cuando los otros no están de acuerdo con lo que hace, arrebata lo que le interesa y no siente ninguna vergüenza por ello, al contrario, es lo que más disfruta.
Otros piensan que es una aberración compararlo con cualquier animal, pues el que podemos considerar peor de todos, si mata o hiere lo hace para defenderse o para comer, por puro instinto, pero no hace el mal por el simple gusto de hacerlo. Ningún animal se merece ser comparado con este engendro.
Consideran, y yo me uno a este grupo, que no podemos compararlos propiamente con ningún otro ser vivo, los cuales se pueden considerar civilizados al lado de su comportamiento. Y como tiene algún raciocinio, que no emplea, no tolera el criticismo ni admite que nadie disienta de sus ideas y acciones, y piensa que todo lo que hace es genial, porque se rodea de adulones que no valen nada. Sus actos se basan en el odio, la destrucción, la falta de bondad y de empatía. Y sin embargo tiene millones de seguidores, y mientras más crueles y absurdas son las cosas que dice y hace, más lo aplauden.
Sin duda alguna el mundo está lleno de verdaderos burros, no como el pobre animal, sino seres carentes totalmente de razonamiento e inteligencia.
Y lo más triste es que los cubanos nos prestamos para hablar mal de Cuba porque el grupo dominante te mira mal si no lo haces, todo eso en un país que es el adalid de la libertad en el mundo y que ha sido envenenado por un partido político que propugna el odio y la división y por mal llamados influencers que solo buscan fama y dinero.
El virus transmitido por el burro mayor que estuvo en el poder, no ha sido erradicado. Y parece que en la sociedad americana, el país más desarrollado y exitoso del mundo, no es capaz de hallar una vacuna para ello, al igual que ocurre con los tiroteos y el absoluto desprecio por la vida al no ejercerse un control de las armas de fuego, como han hecho la mayoría, si no todos los países desarrollados, donde un hecho de este tipo no sucede casi nunca.
Los burros no son tan burros
A pesar de que la brutalidad de una persona nos hace llamarlos “burros”, los asnos o pollinos como tal, no son para nada tontos. Desde siempre el burro era apreciado porque se comía la hierba que salía, lo que permitía tener limpios los caminos, apartaba las piedras de una patada y se consideraba la especie más fuerte para sobrevivir en lugares inhóspitos, sobre todo en los desiertos, porque sus inmensas orejas disipan el calor del cuerpo y su gran olfato le permite detectar olores a muchos kilómetros de distancia.
También se destacan por su fortaleza y resistencia, pueden cargar hasta dos toneladas y puede arrastrar hasta cuatro veces su peso, para lo que además cuenta con un aparato digestivo muy resistente y que extrae muy eficientemente el agua de los alimentos.
Si esto fuera llevado a una fábula, tendría la moraleja de que todos necesitamos en la vida a un burro tan inteligente que nos haga más llevadero el camino, como este animal hace. Y entre ellos está, sin duda alguna, Platero.
Platero y yo
Uno de los libros que uno lee o le leen en su tierna infancia y se queda clavado como ejemplo de algo bueno, tierno y humano, es la obra del poeta español Juan Ramón Jiménez “Platero y yo”.
No se en otras culturas, pero en los países hispanoparlantes, seguramente la mayoría conoce esta narración en prosa, pero escrita poéticamente, que describe la vida y la muerte de un burro que se convierte en una lección de humanismo, un libro que no puede faltar en la educación de los niños, tal es así que forma parte del imaginario de todas las generaciones pasadas, al menos hasta la mía y algo más. Creo que aquí vale la pena recordar la introducción que hace el poeta de lo que vamos a leer, que quizás en su momento no entendí a profundidad:
“Advertencia a los hombres que van a leer este libro para niños”
Este libro breve habla de cosas alegres y de cosas tristes.
La alegría y la tristeza, como las orejas de Platero,
están siempre al lado una de la otra.
¿Para quién he escrito este libro?
¿Para quién escriben los poetas?
¡No lo sé!
Pero me alegro de que los niños lo lean.
El poeta alemán Novalis dijo que donde hay niños,
hay una edad de oro.
Una edad de oro, un estado de inocencia,
de sentimientos puros.
Ese es el estado que quiere alcanzar el poeta.
¡Ojalá pueda alcanzar ese estado de gracia,
de frescura y de felicidad propio de los niños!
¡Ojalá pueda escapar de mi vida de tristeza
para cantar como el pájaro de la mañana!
El poeta.
Madrid 1914
Sin duda alguna el burro Platero, un burrito cuidado y querido por su dueño, un joven que perdió a sus familiares, y sólo confiaba en el animal, nos ayudó a conocer nuestros sentimientos más puros. ¡Gracias a ese animal tan noble y tan mal evaluado que es el burro!
Los burros son para muchas personas, animales sin gracia, toscos y feos, pero su nobleza y sus ojos, no tienen comparación, probablemente solo con los perros, esos, nuestros mejores amigos y en muchos casos considerados parte de la familia.
Cuando muere Platero, aparecen mariposas de colores, algo que nos anuncia que el burrito nos dejó color en el mundo para hacernos felices y que su recuerdo o su espíritu, como lo sintamos, siempre seguirá vivo.
Es un libro que nos llega al corazón, nos vuelve a tocar con fuerza cuando perdemos a una mascota, y así me sentí cuando han muerto mis perras, aquellas que han hecho de mi vida un lugar más feliz como hizo Platero con su amo.
Hay otros burros famosos aparte de “Platero y yo”, estos burros no son protagonistas o aparecen como fieles compañeros del protagonista, como ocurre en la obra maestra de literatura española “El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha”, ni es el animal que simboliza al Partido Demócrata de los Estados Unidos, ni tienen el papel del burro Benjamín en el Libro de 1945 “Rebelión en la granja” de George Orwell, donde representa a la clase intelectual, consciente de la manipulación del cerdo Napoleón, pero que no se hace partícipe de la crítica, manifestando que los burros viven muchos años.
Maldición de burro no llega al cielo
Esta frase popular en mi juventud y que ya no escucho, tuvo sus variantes, esas que decía mi abuela:
“Maldición de burro al cielo no llega, en las vigas de la cuadra se queda”; “Rebuzno de burro no llega al cielo” o “Maldición de burro nunca alcanza”.
Lo cierto es que esto forma parte de ese mito que se ha creado acerca de los burros de ser brutos y toscos, cuando en realidad el burro es un animal noble, carente de maldad. Este manso animal, que puede ser llevado a donde uno quiera y que se acomoda a cualquier tarea, la que desempeña provechosamente, y considerado en la Biblia como paradigma de laboriosidad y sentido común y no de falta de inteligencia, ha sido injustamente empleado para compararlo con actitudes negativas o insuficiencias mentales.
Decirle “burro”a alguien es uno de los mayores insultos, por considerarlo poco inteligente, a los estudiantes que no se aprendían la lección los califican como burros y los ponían contra la pared con un par de orejas grandes, como la de los pollinos. Sin duda alguna, detrás de este mito está el que el burro ha sido, por siglos, el medio de trabajo y de transporte de los más pobres y por ello los improperios relacionados son fruto del medio social y económico donde abundaba.
Probablemente, bajo estas consideraciones, el mundo estará lleno de “burros” y al pobre animalito habrá que ponerle otro nombre, y el suyo usarlo para definir a una buena parte de la humanidad.
Recompensa
Veo una vieja foto que nos muestra a un soldado cargando a un burrito durante la Segunda Guerra Mundial.
El campo que están atravesando está minado y si el animalito anduviera libre lo más probable es que terminara pisando una, lo que haría que explotara y matara no solo a él sino a otros soldados.
Lo cierto es que la fotografía no tiene nada que ver con lo antes expuesto, se trata de un grupo de soldados de la Legión Extranjera de Francia durante la guerra de Argelia en 1958 en la que el soldado encontró al burrito en estado de desnutrición tal que no podía ni mantenerse en sus cuatro patas.
Lo llevaron a una base y lo bautizaron como “Bambi”, se convirtió en una mascota para todos los soldados, los que, de forma muy parecida al burro de Mayabe, le daban de tomar cerveza y la aceptaba gustoso. Por esta acción una sociedad de protección animal de Londres, les otorgó una mención meritoria.
Al menos en este caso el pobre animalito tuvo su recompensa. Han sido muy pocos los burros que han sido recompensados, y en Cuba se conocen algunos.
Burros famosos
El burro de la historia del pozo es más inteligente que los políticos y tristemente, que muchos cubanos, o que la mayoría de los cubanos.
Y hay otros burros cubanos famosos de los que ya he escrito, el burro de Bainoa, el burro de Mayabe y el burro Perico de Santa Clara.
El burro de Mayabe ganó su fama porque vive en el centro turístico de la loma de Mayabe en Holguín, y es capaz de tomar grandes cantidades de cerveza sin emborracharse, lo cual pude comprobar personalmente. Pancho, como se le ha llamado, necesita 48 botellas diarias para calmar su sed.
El burro de Bainoa, en la provincia de La Habana tiene fama porque se dice que cuando una embarazada demora en dar a luz, es que está preñada del burro de Bainoa. Este era un burrito sin dueño que vagaba por todo el pueblo de Bainoa y en muchas casas habitualmente le daban comida y otros dicen que sí tenía dueño y que lo seguía por todas partes y que aceptaba lo que le daban de comer durante su recorrido.
Mientras que el burro Perico es un personaje de Santa Clara que tiraba un carro de helados, pero su dueño lo maltrataba mucho por lo que escapó y deambulaba por la ciudad, tocando en las puertas de las casas con sus cascos y la gente le daba comida y se hizo tan famoso que le hicieron una estatua en esa ciudad.
Al margen de estos burros famosos, Fidel Castro se hizo del poder y se dedicó a hechizar al pueblo para que mirara hacia otra parte mientras su hermano Raúl y otros asesinos mataban y reprimían sin límite. A Raúl Castro, que no servía para otra cosa sino para lo que expliqué, lo comenzaron a llamar “el burro”, porque es un tipo de pocas luces y lo demostró al liderar a la Isla llevándola al caos. ¡Pobres burros, que al igual que a los perros y las perras, los comparan con personas que ya quisieran ser tan civilizados como ellos!
Y ese es el problema que enfrentan hoy los cubanos. Hasta un burro supo salir del profundo hoyo donde se hallaba y los cubanos solo encontramos una solución: huir. No aprovechamos la tierra que nos han echado encima. Ni siquiera la que nos echamos nosotros mismos, por lo que parece que nos da igual el disparate social y económico que nos ha destruido como nación.
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