Carabina al tiro
Casualmente veo en Youtube un viejo programa cuyo nombre con la palabra “carabina” hace que me vengan a la mente tres cosas:
Primero: Carabina proviene del francés “carabine”, y consiste en un arma de fuego parecida al arcabuz y que se desarrolló convirtiéndose en un fusil ligero con el cañón rayado.
Algunos recordarán de las películas de vaqueros la famosa carabina Winchester modelo 30/30, un arma muy famosa que se fabricó en varios calibres, de los cuales el más popular fue la carabina 30/30 y que fuera fabricada como arma de cacería, pero es probablemente el que más indios ha matado en las películas de Hollywood (y también en la vida real). E de mayor producción fue el Winchester de 1894, diseñada por John Moses Browning (la famosa compañía de producción de armas con productos exitosos como pistolas, fusiles, escopetas y cuchillos de cacería) y que se produjo hasta el 2006, siendo el fusil más vendido en toda la historia de los Estados Unidos.
Este fue el primer fusil de cacería que usaba cartuchos de pólvora sin humo, de ahí que se popularizara rápidamente y ha sido el más empleado en las películas del género Western o del Oeste americano, donde todos usaban esta arma como su fusil primario, entre las que destacan el Winchester 73, en la película de igual nombre protagonizada por James Stewart y en casi todas las del racista, borracho y violento ícono del western Joh Wayne. También hay que mencionar que fue el arma más representativa de la Revolución Mexicana, habiéndose hecho muy popular el corrido “Carabina 30-30” interpretada por Miguel Aceves Mejía, Luis y Antonio Aguilar y otros.
La segunda es la expresión “la carabina de Ambrosio”, cuyo significado es la representación de un objeto o persona completamente inútil, que no sirve para nada y que expresa el colmo de la inutilidad, incapacidad, ignorancia o torpeza.
Su origen se remonta a un campesino sevillano que a principios del siglo XIX decide dejar la labranza, donde no sacaba ni para comer, y decide dedicarse al bandidaje como asaltador de caminos, para lo que usaba una carabina que no estaba cargada con pólvora sino con semillas, por lo que cuanta gente trataba de asaltar se burlaban de él por su incompetencia, lo que hizo que le achacaba la culpa de su fracaso a su famosa carabina. También se le llamó carabina a una chaperona joven que los padres le imponían a sus hijas en sus relaciones con sus pretendientes, algo que también fue inútil para garantizar la moral de las jóvenes.
La popularidad de esta expresión fue magnificada por obras de Gustavo Adolfo Bécquer en sus “Cartas desde la Celda”, Benito Pérez Galdós en “Miau” y en sus “Episodios Nacionales”, así como otros escritores.
Y en México conocí que durante las décadas de 1970 y 1980 hubo un popular programa de variedades y musical en el que destacaba Manolo Muñoz, un cantante versátil conocido en Cuba y que se llamaba también “La Carabina de Ambrosio”.
Y la tercera está relacionada con uno de los juegos de mesa o entretenimiento cubano que solamente cede en popularidad para nosotros ante el dominó de nueve fichas.
La carabina para los cubanos.
En Cuba, sin duda alguna, la carabina es otra cosa.
La carabina es una jugada de uno de los juegos de mesa preferidos del cubano, de aquellos que disfrutamos cada vez que podíamos, cuando la tecnología no dominaba nuestras vidas y la interacción humana era como debe ser para considerarse una sociedad.
Estaban el dominó, las barajas americanas, las barajas españolas, el parchís, el Monopolio, las Damas, las Damas Chinas, los palitos chinos, los rompecabezas, el ajedrez y muchos otros, pero el que nos ocupa era uno de los más populares: El cubilete.
En el cubilete la baraja americana es reproducida en los dados, lo que nos permite crear una gran variedad de modalidades a los cinco cubos o dados que vienen dentro del famoso cilindro de cuero, el depósito que da nombre al juego.
Entre las variantes más usadas está la de la variante vasca que consiste en lanzar tres veces los dados para retar a los oponentes a superar el tiro en una ronda, durante la cual todos querrán conseguir la “carabina”, una combinación de Reinas y Ases que puede darnos dos puntos o “patas” cuando es mixta, cinco patas cuando es de Reyes, o diez patas cuando es de Ases, conocida como full de Ases y representa una victoria inmediata del juego y es conocida como el “Poker Dice”, una variante para los dados del “póker de Ases de cinco cartas, ya que el juego se gana cuando se obtienen diez patas ó puntos. Si nadie tira una carabina entonces gana una pata el que tenga la mano mas alta, o sea, cinco cundangos, cinco jevas, cinco gallegos o cinco negros.
Por lo tanto, una carabina al tiro, es algo muy raro y que muestra que hemos tenido muchísima suerte en lograrla, porque no interviene en ello nuestra habilidad para nada.
Cada dado tiene las representadas en sus lados las cartas de Póker americano:
el As (que funciona como comodín),
la K (que representa al Rey),
la Q (Reina o cundango),
la Jota (mujeres o jevas),
el Gallego (10 rojo), el que solamente vale menos que el negro,
y el Negro (9 negro), una forma racista si se quiere ver así, por ser el que menos vale.
Las bodegas y el cubilete.
Mientras que “cubilete” tiene otros significados en otros países como Colombia, donde es un cubo o balde pequeño, en México es el nombre de una montaña, el Cerro del Cubilete en Guanajuato, el cubilete de cocina, un recipiente usado como molde o un vaso de vidrio o metal mas ancho por su boca que por su base, para nosotros el cubilete es un contenedor cilíndrico estrecho y hondo fabricado de cuero y que sirve para mover los dados en el juego del mismo nombre. Algunos cubiletes ahora tienen un forro interior de fieltro que hace que los dados generen un sonido agradable al momento de ser agitados, pero en mis tiempos eran completamiento de piel y los dados de marfil, lo que los hacían indestructibles.
Y así tenía que ser porque el cubilete es un juego tradicional y muy popular en Cuba, donde, a diferencia de otros países, tenemos nuestras propias reglas y nos cuesta mucho asimilar las variantes mexicanas, por ejemplo. Mis amigos mexicanos juegan diferente el cubilete, pero al conocer el cubilete cubano ya están encantados con el mismo, hasta a veces yo dejo de ganar con tal de perder y cumplir la sanción: tomarme un “caballito” de un buen tequila.
El cubilete cubano es único y no solo por las características del juego, sino porque todos lo juegan y en particular era algo que se jugaba en todas las bodegas (una en cada esquina), donde la gente iba a refrescar y tomarse una cerveza y de paso jugaban una partida, o dos si se embullaban, o más, mientras seguían consumiendo y mejorando la calidad del “saladito” (botana o picadita en otros países).
Tengo gran añoranza por esas breves jornadas jugando cubilete con un amigo, donde el perdedor tenía que pagar la ronda y en cada ronda mejoraba el saladito; en la primera eran chicharrones, en la segunda aceitunas rellenas, en la tercera camarones salados, en la cuarta jamón español y de ahí en lo adelante lo que uno quisiera. Por eso siempre trataba de tirar carabina de naturales o full de ases, y si no, ganar la ronda porque aunque todo era muy barato, si perdía, tenía que pagar.
Las rondas de carabina me traen a la mente también mis primeros Cubalibre, aquella combinación de ron con Coca Cola o Mojitos que ahora me saben muy diferente, así como cuando la cosa se extendía, aquellos deliciosas anchoas o jamón serrano. Una diversión sana y al alcance de todos los bolsillos, que tristemente desapareció en Cuba y solo quedó para la “nueva clase”.
En Cuba desaparecieron todo tipo de juegos y apuestas, como los casinos, las máquinas tragamonedas, la lotería, el hipódromo, el cinódromo y otros más, pero aún subsisten clandestinamente la charada o bolita, las apuestas en la pelota (la pasión nacional) y el dominó, pero el cubilete vio desaparecer a su lugar por excelencia: la barra de la bodega.
Los cubanos sabemos que los juegos de azar nos brindan muy escasas probabilidades de ganar, las que no dependen de nuestra habilidad, sino del azar, pero eso no es lo importante para nosotros, sino la emoción del momento ante el desasosiego de lo que va a ocurrir.
Personalmente me gustan los juegos de mesa familiares en los cuales lo más que podemos perder es el que momentáneamente se burlen de uno o tener que pagar la derrota tomándose un trago o algo parecido, pero nunca perder lo que hemos logrado en la vida trabajando o porque nos cayó del cielo, por ser débiles o adictos ante un juego de azar como si fuera una droga o algo peor que ésta.
Por eso, entre otras razones, tengo tanta nostalgia por el cubilete, porque me recuerda tiempos muchísimo mejores, a pesar de lo que piensen algunos que no los vivieron.
El Cerro del Cubilete
Como viví cinco años en un lugar muy cercano al sitio al que me voy a referir, lo vuelvo a ver cada vez que vuelvo allí a compartir con mi hijo y mi nuera, no puedo dejar de mencionar otro cubilete, esta vez una montaña con un significado religioso que la acompaña.
El Cerro de Cubilete se halla en la región del Bajío, que de bajo no tiene nada, es una larga y extensa meseta de más de dos mil metros de altura que corre por el centro de México. El cerro como tal está a quince kilómetros de la ciudad capital de Guanajuato, a 2661 metros de altura, y a 800 metros de la meseta del Bajío, siendo la elevación más alta de todo el estado de Guanajuato. En su cima hay una edificación que contiene un museo y un templo y una estatua de Cristo Rey en su cima, la que puede verse desde la distancia.
Se cuenta que en 1919 el Obispo de León, Guanajuato, de visita en el pueblo de Silao, el más cercano al cerro, imaginó cómo sería ir a esa montaña, disfrutar de la hermosa vista desde allí y oficiar en su cima una misa. Se recabaron fondos y el 12 marzo de 1920 se efectuó la misa y se colocó la primera piedra de un monumento que se construiría en recordación y homenaje al hecho.
Un mes después, tras haber realizado un artesano labró en piedra una estatua de Cristo de tres metros de altura sobre un pedestal de seis metros, que fue llevada a la cima. El 10 de abril de ese mismo año el Obispo, acompañado de más de veinte mil personas subieron al Cerro al atardecer haciendo brillar con fogatas a la montaña y al amanecer el prelado bendijo el sitio, la declaró como “lugar santo” y le cambió el nombre a “Montaña de Cristo Rey”, bendiciendo la escultura y celebrando la misa.
Después se trató de hacer un monumento mayor, involucrando al Vaticano en el proyecto pero el gobierno de Plutarco Elías Calles frustró los planes. El 30 de enero de 1928 fue dinamitado el monumento, el que fue destruído durante la Guerra Cristera, un levantamiento contra el gobierno mexicano debido a disposiciones anti-Católicas añadidas a la Constitución mexicana y que tuvo en la zona uno de sus escenarios más crudos.
Más tarde la Iglesia pidió permiso para levantar otro monumento y el presidente Obregón lo negó, por lo que nuevamente el Obispo Valverde mandó a confeccionar un nuevo monumento a Cristo Rey, en este caso el tercero, el que fue conservado en la Catedral de León hasta que llegó un nuevo gobierno, en este caso el del presidente Avila Camacho, autorizó no solamente el monumento sino un santuario. La escultura, que representaba una columna de nubes con la figura de Cristo fue trasladada por partes a la cima del Cerro y donada poco después a la ciudad de San Luis de la Paz.
La cabeza del dinamitado monumento anterior fue llevada en camión por todo el país en una ‘gira misionera’ como una forma de recaudar financiamiento para la obra, la que concluyó en la década de 1950, siendo hoy uno de los santuarios religiosos más importantes de México, pero nadie lo conoce como lo bautizara el Obispo, sino que sigue siendo “El Cerro del Cubilete”.
La carabina al tiro de los cubanos de hoy
Carabina al tiro fue lo que sacaron los que pudieron irse por Camarioca, por los Vuelos de la Libertad, por el Mariel, se sacaron la Loteria de Visas o pudieron irse por reunificación familiar o acogiéndose a la Ley de Ajuste Cubano tanto cuando estaba vigente la Ley de Pies Secos-Pies Mojados o entraron legalmente a los Estados Unidos y permanecieron un año y un día para legalizar su estado migratorio.
Carabina al tiro también fue lo que sacaron los que pudieron hacerse ciudadanos españoles gracias a la Ley de Memoria Histórica y así lograr un largo proceso para sacar de su familia de la Isla, o los o las que se casaron con ciudadanos extranjeros y lograron una ciudadanía en otros países, o los que tuvieron la oportunidad de viajar por motivos laborales, estudios, eventos científicos, becas o eventos deportivos y aprovecharon la oportunidad de dejar atrás la Isla y con ello su vida, su familia y sus raíces, un costo muy alto.
La carabina al tiro puede compararse con algo sobre lo que escribí recientemente: sacarse la lotería sin billetes. Ambos son flechazos del azar que nos tocan a algunos cubanos.
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