BOLA, EL MONSEÑOR Y EL NACIONAL.

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EL MAJESTUOSO HOTEL NACIONAL.

Rafael Alberti le definió como “un García Lorca negro”.
“No se puede hacer más con una canción”, decía el dramaturgo español Jacinto Benavente.
Pero la descripción más inmensa fue la del inmenso Pablo Neruda:
“Bola de Nieve se casó con la música y vive con ella en esa intimidad llena de pianos y cascabeles, tirándose por la cabeza los teclados del cielo. ¡Viva su alegría terrestre!¡Salud a su corazón sonoro!” Bueno esto solo podía haberlo escrito Neruda.

Se trata sin duda de uno de los más geniales músicos que ha dado la isla caribeña y un genuino icono de la idiosincrasia cubana.
Todos estos comentarios acerca de Ignacio Villa llamado por sus compañeros de escuela Bola de Nieve (todo lo contrario a lo bien prieto que era), apodo que entonces le disgustaba, a los doce años empezó estudios de solfeo y teoría de la música. Ya mayor matriculó en la Escuela Normal para Maestros.
Por los años treinta del siglo pasado se destacó como pianista acompañante, y por indisposición de Rita Montaner a quien acompañaba en el piano, el presentador lo anunció como Bola de Nieve y a partir de entonces América empezó a rendirse ante su ángel.

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BOLA DE NIEVE AL PIANO

Después de exitosas giras, Ignacio Villa regresó a Cuba en 1935, bajo contrato exclusivo de Ernesto Lecuona. Con el Maestro se presentó en prestigiosos escenarios de toda América y España y Estados Unidos. En este último lugar el periódico The New York Times lo calificó como una verdadera revelación por su personalidad artística. La radio, el teatro y el cabaret eran sus plazas preferidas.
Le compararon con Maurice Chevaliér y Nat King Cole. En el famoso Carnegie Hall recibió una de las grandes emociones de su vida al recibir una ovación que no se acababa, interminable. En los años 50 conquistó Francia, Dinamarca, Niza, Roma, Venecia y Milán. Volvió a México, su segunda patria y allí compartió con figuras como Pedro Vargas, Toña la Negra y Agustín Lara. Por esa época conoció a Edith Piaf, quien dijo: “Nadie canta “La vida en rosa” como Bola de Nieve.


El Bola había definido y perfeccionado su estilo de decir la canción. Para él no existía la improvisación: estudiaba y maduraba cada tema. Dominaba la canción caricaturesca, la de inalterable elaboración y la de inflexiones folclóricas de cualquier país. Como recursos expresivos utilizaba por igual la melodía, el ritmo y el mensaje de los textos.
Bola de Nieve recreaba canciones en inglés (Be careful, it´s my heart), en francés (La vie en rose) italiano, catalán y portugués; se atrevía con viejos romances españoles como El caballero de Olmedo y aportaba también sus propias composiciones: Si me pudieras querer, No dejes que te olvide o ese ¡Ay, amor!; y mención aparte de su inigualable versión de “la Flor de la Canela” de Chabuca Granda, la cual la autora alababa.

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RESTAURANTE MONSEÑOR, FRENTE A LA ENTRADA AL HOTEL NACIONAL.

En 1965 se remozó el restaurante “Monseñor” situado enfrente del Hotel Nacional de Cuba. El sitio se convirtió en “Chez Bola”, íntimo lugar donde el artista además de cantar y tocar el piano, dialogaba, hacía cuentos, chistes anécdotas y saludaba de mesa en mesa.
Siempre nuestra primera opción al solicitar los turnos por teléfono como conté era el sistema de reservación de la época, era el Monseñor por tres razones: por Bola de Nieve, por lo exquisita de la comida y por lo acogedor del lugar. De verdad es de las salidas que más disfrutábamos.

Un buen día estuvimos más tiempo del normal que se consume para comer para aprovechar y volver a ver la actuación de Bola y porque estábamos bien repletos y era un lugar bien alejado de nuestra casa. Pues Bola, que vivía en el Hotel Nacional entonces, y que era una persona superfina y un gran conversador, nos recomendó que fuéramos y nos hospedáramos allí, que no había traba alguna y que además desayunáramos en la Cafetería la Arboleda y almorzáramos en unos de los restaurantes de entonces en ese Hotel.

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HOTEL NACIONAL DE CUBA.

Así lo hicimos y todo con éxito pero creo que es imprescindible hablar del Hotel Nacional de Cuba.
El Hotel Nacional de Cuba, fue inaugurado el 30 de diciembre de 1930, es uno de los hoteles más clásicos y emblemáticos de La Habana. Es Monumento Nacional y está declarado Memoria del Mundo por la UNESCO. Los terrenos en los que hoy está situado el Hotel Nacional de Cuba, formaron parte de la zona que en los primeros siglos coloniales se denominaba Monte Vedado, actualmente el barrio de el Vedado, debido a un decreto del Gobierno Español que prohibía que en esta zona se abriesen caminos hacia la playa: es por esto que uno de los salones lleva el nombre de “Sala Vedado”.

Los constantes ataques de corsarios y piratas y luego la toma de La Habana por los ingleses, llevaron a la edificación de diversas obras de protección y defensa, torreones, baterías, y en estos terrenos (los que hoy ocupan los jardines del Hotel), fue emplazada la Batería de Santa Clara, de este sistema defensivo, actualmente se exhiben en el jardín dos cañones: el “Krupp” y el “Ordóñez”, siendo este último el cañón más grande del mundo en su época.
El promontorio donde está construido el Hotel, era conocido como la “loma de Taganana”, que alude al nombre con que se conoció por siglos la famosa cueva, que existe bajo los cimientos del Hotel, y por lo cual se nombra “Sala Taganana” a uno de sus elegantes salones.

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HOTEL NACIONAL RECIEN INAUGURADO.

El promontorio rocoso sobre el que se asienta el Hotel Nacional, emblema de la hostelería cubana y, en mi opinión, el más hermoso de Cuba, siempre despertó mi curiosidad, pero me había conformado con saber que como dije anteriormente en tiempos de la Colonia, había radicado allí una serie de poderosos cañones enfilados hacia la costa, distante unos pocos metros del mencionado hotel, con los cuales las autoridades militares españolas tenían la ilusión de defender La Habana de los apetitos voraces de corsarios y piratas, y de cualesquiera otros invasores potenciales de la capital de la Perla de las Antillas, Llave del Golfo y Antemural de las Indias. Seguramente muchos habaneros, cubanos de todas partes y extranjeros se habrán hecho las mismas preguntas que yo me hice durante décadas, como también siempre quise saber dónde ubicar a la cueva de Taganana en la que se inspiró a Cirilo Villaverde su novela homónima.

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EN LOS JARDINES DEL HOTEL NACIONAL, LOMA DE TAGANANA.>

Para ser más exactos, la cueva de Taganana, que en verdad existió y no fue un invento de Villaverde, estaba debajo del promontorio, o sea, debajo del Hotel Nacional. El promontorio era conocido también como la Loma de Taganana, aunque no fue esa su primera denominación. Los periodistas Pedro de la Hoz y Luis Báez, en su libro Hotel Nacional de Cuba, Revelaciones de una leyenda, citan fragmentos de una crónica de Emilio Roig de Leuschenring, quien fuera Historiador de la Ciudad de La Habana, en la que Roig, comentando la construcción del Hotel, hace referencia a su enclave:

“Hay una leyenda relacionada con el lugar en que se construyó. Debajo del promontorio en que se hunden sus cimientos había varias cuevas, y una de ellas, existente todavía en las primeras décadas del siglo XIX, era la célebre Cueva de Taganana, así llamada así llamada porque una leyenda asegura que había servido de refugio, en el siglo XVI, a un indio de ese nombre, y la leyenda sirvió de base al famoso novelista cubano Cirilo Villaverde.”

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EN LOS JARDINES DEL HOTEL NACIONAL, AL FONDO EL FOCSA.
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El Hotel muestra en su arquitectura un estilo ecléctico, donde están presentes, el Art Decó, las reminiscencias árabes, las características de la arquitectura hispano- morunas, así como lo Neoclásico y Neocolonial, hasta se muestran detalles del ambiente californiano de siglos atrás, todo esto ha hecho que el Hotel sea el más interesante y excepcional en la región del Caribe como muestra única de tantas corrientes arquitectónicas.

Hay que destacar que el 2 de octubre de 1933 se produce el cañoneo al Hotel Nacional de Cuba, al acantonarse en el Hotel oficiales de la élite del ejército del depuesto presidente Gerardo Machado, debido a la sublevación de los oficiales de baja graduación, entre ellos Batista, contra los privilegios de la alta oficialidad (después ellos pasarían a ser todos de alta graduación, sin haberse graduado de nada y tendrían similares o mayores privilegios).

 

Es grandísima la lista de ilustres huéspedes del hotel: Johnny Weismuller (Tarzán), Eduardo VIII (Príncipe de Gales), Jack Dempsey (campeón mundial de boxeo de los pesos pesados), Tom Mix (artista de cine de los primeros filmes del oeste), José Mojica (religioso franciscano y destacado actor y tenor mexicano), Buster Keaton, Emilio Roig, Rita Montaner, José Raúl Capablanca, Tito Guizart, Trío Matamoros, Ñico Saquito, Errol Flynn, George Raft, Amanda Ledesma, Betty Grable, Rómulo Gallegos, María Félix, Jorge Negrete, Pedro Vargas, los duques de Windsor, Karol II de Rumania, Mario Moreno (Cantinflas), Tyrone Power, Rita Hayworth, Ali-Khan, Ernest Hemingway, Fred Astaire, el Trío Los Panchos, Ernesto Lecuona, Hugo del Carril, Germán Valdés (Tin Tan), Bola de Nieve, César Romero y Gary Cooper. Se hospedó en el hotel por más de 12 años el jefe del clan del acero Barón Thyssen Bornemisza.
La administración estadounidense le niega el hospedaje en el hotel a Josephine Baker y a Nat King Cole, pues no se permitían huéspedes negros, luego en 1957 admiten a Nat King Cole como huésped y realiza aquí inolvidables descargas musicales.

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HOTEL NACIONAL. LOBBY E INTERIORES.
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También visitaron el hotel Nelson Rockefeller, Frank Sinatra, Ava Gadner, Sir Alexander Flemming, Arturo de Córdoba, Agustín Lara, Hermanos Iturbide, Pedro Armendáriz, Spencer Tracy, Marlon Brando, Pablo Casal, Lucho Gatica, John Wayne, Mickey Mantle, Stan Musial, Leopoldo y Balduino de Bélgica, Walt Disney, los Chavales de España, Libertad Lamarque, Porfirio Rubirosa, Esther Borja, Lola Flores. Y también Jean Paul Sartre, Simon de Bouvoir, Alejo Carpentier, Wilfredo Lam, Gabriel García Márquez, Mario Benedetti y el primer cosmonauta del mundo Yuri Gagarin.
Geraldine Chaplin, Danielle Mitterrand, Harry Belafonte, Manuel Vázquez Rañas, Pierre Cardin, Paco Rabane, Michelle Legrand, Robert de Niro, Arnold Schwarzenegger, Diego Armando Maradona, Alicia Alonso, Ana Belén, Víctor Manuel, Francis Ford Coppola, Mohamed Ali (Cassius Clay), Imanol Arias, Rubens de Falco, Adriana Estevez, Klaus María Brandauer, Victoria Abril, Henry Aaron, Javier Sotomayor, Teófilo Stevenson, Dany Glover, Soraya (ex-emperatriz de Irán), Nikita Mijalkov, cineasta ruso; Álvaro Torres, Sarita Montiel, Peter Coyote y Robert Duval, actores norteamericanos; Juan Esteban Aristizabal (Juanes) y Olga Tañón, los integrantes del Grupo Norteamericano ” Kool & the Gang “, James Carter, ex Presidente del los Estados Unidos de América; Sultán Kosen, el hombre más alto del mundo, Eduardo Galeano, intelectual y escritor uruguayo, Annette Bening, actriz estadounidense; Steven Spielberg, Kate Moss, Javier Bardem y Sean Penn también estuvieron hospedados.
Son pocos los hoteles en el mundo que pueden contar con tantos clientes ilustres.

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La imagen de estas personalidades son presentadas en el Bar Vista al Golfo, conocido también como Salón de Fama, con el objetivo de mostrar panorámicamente todas las huéspedes ilustres que desde 1930 hasta la actualidad se han hospedado o visitado el Hotel.

Se han conservado celosamente como tesoros un grupo de habitaciones que hospedaron a grandes figuras (Nat King Cole, Compay Segundo, Ava Gardner y Frank Sinatra, Fred Astaire, María Felix, Johnny Weismuller, Bola de nieve, Tyrone Power, Gary Cooper, Agustín Lara, Jorge Negrete, Mario Moreno, Rita Hayworth, Stan Musial, Paul Casal, Errol Flynn), han sido declaradas históricas, en el interior de ellas se encuentran fotografías y una reseña biográfica de huésped, así como objetos que se han podido conservar.

En 1956 se inaugura el Cabaret Parisien con la cantante Eartha Kitt y entre las voces que lo han amenizado están las de Vic Damone, Nat King Cole, René Cabel, Esther Borja, el cuarteto Los Modernistas, Yma Sumac, con la excelente animación de Mario Martínez Casado y mas recientemente Las d´Aida, La Orquesta Aragón, la Orquesta Jorrín, entre tantos que han dado vida a las noches del Parisién del Hotel Nacional.
En febrero de 1946 visita Cuba y se hospeda en el Apartamento de la República destinado al Presidente de la República y sus invitados, el ex-primer ministro inglés y personalidad de la Segunda Guerra Mundial, Sir Winston Churchill.

En diciembre de 1946 se produce la gran reunión de la mafia, el Hotel Nacional de Cuba cierra sus puertas para hospedar a los más connotados jefes de las familias mafiosas de los Estados Unidos reunidos en La Habana, participaron en la reunión los mafiosos Charles “Lucky” Luciano, Santos Traficante (padre), Meyer Lansky y Amadeo Barletta, estos coordinaron los futuros negocios de los casinos de juego.

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No se puede decir que en las varias veces que pudimos hospedarnos en ese hotel éste estaba en su mayor esplendor. El paso del tiempo requería de un mantenimiento mayor al que se llevaba y además había sido un centro de entrenamiento de mujeres campesinas a principios de la revolución, lo que siempre dejó su huella.

Pero lo cierto es que a cualquiera le deslumbra los amplios pasillos, los bien conservados ascensores, las monumentales y elegantes habitaciones y sobre todo su terraza con vista al mar y los portales donde se disfruta a plenitud la naturaleza en pleno centro de la capital.

Creo que Bola se quedó corto en lo que nos había dicho, todo era como un sueño y la comida fantástica, los precios, si no he hablado de eso, para alguien de buenas entradas (monetarias porque respecto a entradas de las otras, con mi incipiente calvicie, era millonario) como nosotros era perfectamente asequible, el hospedaje costaba 10 pesos cubanos solamente y recuerdo una anécdota, habíamos ido a almorzar o comer, no recuerdo porque muchas veces empatábamos viernes y sábado para quedarnos más de un día, y pedimos una langosta a la mexicana (por suerte hecha por un cubano, si fuera a la mexicana hecha por un mexicano, después de conocer todos los platos a la mexicana que hay aquí, tendría una cantidad de chile tremenda), la ración eran dos colas de langosta bien grandes con una salsa de tomate con un poco de picante y mucha cebolla, deliciosa. Todo regado con un buen vino blanco español de los que aún quedaban en Cuba.

Estaba tan delicioso que decidí pedir otra ración, pero el camarero se equivocó y trajo dos raciones, por lo que le pedí retirara una. No hay problema me dijo, y de inmediato se metió detrás de una cortina y comenzó a comerse aquellas dos colas gigantes de langosta. No se de qué artes se valió para aquello, pero la ración que se comió no vino en mi cuenta. Seguramente la apuntó en el hielo.

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SALON DEL MONSEÑOR

Treinta años después un tío de mi nuera, de nacionalidad argentina pero que vive en Bélgica hace muchos años y está reconocido entre los 100 personajes más importantes de la cultura en el mundo, Sebastián, que es un destacado curador de museos, visitó La Habana con motivo de la Bienal de La Habana, evento de las artes plásticas y nos invitó a cenar al Nacional, donde se hospedaba.

Encontramos el Hotel bien remozado y con algunos detalles más lujosos que antes. La cena fue en uno de sus más famosos salones y pedimos lo mismo que él camarones flameados. Era un plato exquisito, pero como toda la buena cocina, bien escasa la ración y bien cara. Tomamos un vino escogido por él que como buen argentino y persona de mucha cultura sabía lo que pedía y al tomarnos el contenido de la botella pidió otro, pero esa era la última, así que el somellier le aconsejó vinos con parecida textura pero se abrieron dos botellas y ninguna era de su gusto, a la tercera fue la vencida y estuvimos en el hotel hasta bien pasada la medianoche como únicos comensales. Para un hotel de esa categoría eso es normal.

Hemos estado durante nuestra vida en una buena cantidad de hoteles, pero ninguno con tanta vida propia y señoría como el Hotel Nacional de Cuba.

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PROPAGANDA DEL HOTEL NACIONAL EN LOS AÑOS 50

No tiene nada que ver con este artículo, pero como mencioné a Don Jacinto Benavente, ese gran dramaturgo, director, guionista y productor de cine español, Premio Nobel de Literatura 1922, y que expresó una de las frases más memorables: “Todos creen que tener talento es cuestión de suerte; nadie piensa que la suerte puede ser cuestión de talento.” , me recordé de uno de los cuentos con el que más me he reído, por supuesto del genial Alvarez Guedes.

Cuenta, y la verdadera gracia es oírlo contando el chiste, que una señora es invitada a una fiesta en donde también se encontraba el laureado Premio Nobel y hasta lo sientan a su lado. La mujer no sabía que tipo de conversación entablar con una persona tan culta, así que finalmente lo interpela y le dice: Pues bien Don Jacinto, yo también tengo un hijo maricón.

Claro esa es la versión de Alvarez Guedes que es más rica que la anécdota verdadera

Cuentan que fue con la madre de Estrellita Castro, aquella famosa cantante y actriz española del siglo XX (falleció en 1983), que aparece en filmes como El Barbero de Sevilla o Mi patio andaluz.
Pues el escritor don Jacinto Benavente se encontraba de visita en casa de Estrellita, quien siempre andaba con su caracolillo en la frente.
Así que, no más le presentaron a la madre de la actriz, la buena señora le espetó al autor de Los Intereses Creados:
-¡Don Jacinto, qué alegría conocerlo! ¡Las ganas que tenía yo de conocerlo!
-¿Por qué, señora?
-Porque yo tengo un hijo que, vamos, es igualito, igualito que usted.
-¿Escritor?
-No, don Jacinto, es maricón.

 

 

 

 

 

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1 Comentario

  • Reply
    Eva
    December 20, 2016 at 2:41 am

    Me encanto el artículo. Escribe muy bien y me trajo recuerdos del Monseñor y el Bola. Mi madre me llevaba de niña. No lo olvido. Del Hotel ud lo ha dicho todo! Gracias. Ya lo pasare a otros amigos!

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