Los arcos de La Habana y La Habana arqueada
Leo una noticia curiosa, un herrero cubano, Jorge Enrique Salgado, construyó una réplica de la Torre Eiffel de cuatro metros de altura y la ubicó en Arroyo Naranjo, donde vive. La torre ilumina el oscuro barrio y la idea surgió porque su hijo le pidió que levantara una antena para ver si podía acceder a la señal de wifi del punto cercano. Para cumplir el objetivo de suplir las carencias de conectividad en Cuba, su hijo descargó fotos y planos, y paralelamente se dedicaron al rescate de piezas de rejas y otros desechos metálicos que pudieran servir para construirla lo más fiel posible al ícono francés.
Es de suponer los esfuerzos que habrán realizado padre e hijo, por eso me acordé de un tema poco conocido o totalmente desconocido para los cubanos contemporáneos, que es el de imitar otras construcciones que representan símbolos en otros países y entre ellos están los Arcos de Triunfo, también alegóricos a Francia como es la Torre Eiffel, lo que me hace acordarme de los arcos que existieron o todavía existen en Cuba.
Pero primero es muy conveniente repasar la historia de los arcos de triunfo en el mundo.
El arco de medio punto, para ejecutar construcciones en forma de semicírculo, surgió en Mesopotamia hace alrededor de cinco mil años, pero fueron los romanos los que hicieron uso extensivo de este recurso, sobre todo en entrada de iglesias, puentes o castillos.
Del arco de medio punto derivó el Arco de Triunfo, una construcción erigida para conmemorar una victoria militar o agasajar a un gobernante. Igualmente la idea se remonta a Roma, pero se ha mantenido hasta nuestros días.
Y a lo largo del tiempo también han servido como puertas de entrada monumentales a ciudades o edificaciones notables, dejando a un lado su destino exclusivamente militar.
Hay muchos famosos, pero probablemente el más destacado es el de la Plaza de Gaulle, en París, en el extremo oeste de la avenida de los Campos Elíseos, erigido para homenajear los triunfos militares de Napoleón Bonaparte. El Arco del Triunfo es, junto a la Torre Eiffel, el monumento más representativo de París, pero existe una extensa relación de otros renombrados como son:
El Arco de Constantino en Roma, que fuera el último arco de triunfo construido en Roma durante la Antigüedad.
La Puerta de la India en Nueva Delhi, erigida en conmemoración de los soldados indios que murieron en la Primera Guerra Mundial y las Guerras Afganas
La Puerta de Brandenburgo en Berlín, Alemania, es símbolo de esta capital y del triunfo de la paz sobre las armas.
Arco del Triunfo de Moscú en la Plaza Tverskaya. Pedro el Grande cambió la manera en que los rusos recordaban sus victorias, antes eran edificaciones religiosas, pero el Zar instauró los arcos de la victoria, y destaca en particular éste que conmemora la Guerra Patriótica de 1812 contra Napoleón y que es el más antiguo superviviente de los construidos en nuestra era.
El Arco de Triunfo del Edificio del Estado Mayor en la Plaza del Palacio de San Petersburgo, Rusia, frente al Palacio de Invierno, ciudad donde también existe otro monumental en la gran plaza de Narva en esa ciudad.
El Arco del Parque del Cincuentenario, Bruselas, que conmemora el medio siglo de la independencia de Bélgica fue erigido en 1880 como parte de un inmenso parque.
Y más cerca nuestro, en España, existen otros muy famosos:
El Arco de Santa María en Burgos, uno de los monumentos más famosos de España y que no deja a nadie indiferente, fue erigido en honor a Carlos V.
El majestuoso Arco de Triunfo de Barcelona construido para la Exposición Universal de 1888 y uno de los pocos de naturaleza civil.
Como recuerdo del ascenso de José Bonaparte al trono español se construyó en Madrid La Puerta de Toledo que al terminarse se dedicó al regreso de Fernando VII al trono español.
En Soria, Castilla y León, está el Arco del Triunfo de España llamado Arco de Medinaceli y es el único romano y que fue construido en el siglo I a 1200 metros de altura y ha resistido vientos, lluvias y nevadas.
Y por supuesto este tipo de construcciones, dada la gran influencia romana, son numerosas en el país, como son el Arco del Puente Romano de Alcántara en Cáceres, Extremadura, es otro ejemplo de la arquitectura romana, El Arco de Bará construido por los romanos a unos 20 kilómetros al nordeste de Tarragona. De similar origen es el Arco romano de Cabanes, un arco de triunfo construido en el Siglo II d.C. situado en Castellón.
Pero sin duda el más conocido de la península es la Puerta de Alcalá en Madrid una de las cinco puertas reales para acceder a la capital española y que se ha convertido en un símbolo de ella. ¿Quién no recuerda o le viene a la mente ahora mismo la canción de Ana Belén?
“…busco una puerta, una salida donde convivan pasado y presente…
De pronto me paro, alguien me observa,
levanto la vista, me encuentro con ella.
Y ahí está, ahí está, ahí está, ahí está,
viendo pasar el tiempo la Puerta de Alcalá…”
Y en otra entrada, hacia el norte de la capital está el Arco de la Victoria de Madrid, conocido como Puerta de la Moncloa.
Y si nos vamos a Francia el Arco de Triunfo de París no es el único en el país galo, está El Arco de Triunfo del Carrusel erigido en París, entre el Museo del Louvre y el Jardín de las Tullerías, que Napoleón Bonaparte levantó en conmemoración de sus victorias militares, el Arco de triunfo de Glanum à Saint-Rémy-de-Provence, en les Bouches-du-Rhône; el Arco de Camplanus en Aix-les-Bains en el Ródano; la Puerta Negra en Besanzón, Borgoña; el Arco de Carpentras, en la ciudad de igual nombre en la región Provenza-Alpes-Costa azul y el Arco de Cavaillon en la Provenza, al igual que el Arco de Orange, Arco de triunfo de Glanum y el Puente Flavio en ese mismo territorio; la Puerta de Marte en Reims; y tantos otros que se hace interminable relacionar.
Y qué decir de Italia, donde los romanos potenciaron este tipo de construcción y lo llevaron a sus extensos dominios, siendo los más destacados El Arco de Constantino que se encuentra entre el Coliseo y la colina del Palatino, en Roma, El Arco della Pace situado en la Piazza Sempione de Milán, el arco Della Vittoria en la plaza de la Victoria en Génova, El Arco de Augusto en la ciudad de Aosta en el norte de Italia, el Arco de Trajano en Ancona; el Arco de Marco Antonio en Aquino, Lacio; el Arco de Benevento en la ciudad de igual nombre; otro Arco de Trajano ahora en Puglia; otro Arco de Augusto en Rimini y otro en Susa; el Arco de los Gavi en Verona; el Arco de Ricardo en Trieste; el Arco de Druso y Germánico en Spoleto; El Arco de Druso en Roma, que también cuenta con el Arco de Galieno, el Arco de Jano, el de Malborghetto, el Arco de Septimio Severo y el Arco de Tito.
Y muchísimos otros existentes en el norte de África, en particular en Argelia, Marruecos, Túnez y en Libia.
En Alemania no solo está la puerta de Brandenburgo, sino también el Arco de Dativo Victor en Maguncia, celebrando un triunfo romano y el El Siegestor de Múnich es un arco de triunfo coronado por la estatua de Bavaria y la Puerta de Brandeburgo no solo existe en Berlín, sino que hay otra situada en la Luisenplatz de Potsdam. Y también los hay parecidos en Petronell-Carnuntum en Austria, el Arco de los Sergios en Pula, Croacia; la Puerta de Adriano en Atenas y otros en Turquía. Y destaca el arco de la Calle Augusta en la Plaza del Comercio en Lisboa, Portugal. En fin, la lista es inmensa.
Pero Cuba no está muy ajena a este tipo de construcciones.
Arcos, columnas y portales definen el rostro de La Habana
Como vimos el arco en las construcciones de España era muy común y por ello es uno de los elementos que distingue la arquitectura colonial cubana. Este semicírculo perfecto en la Isla estuvo acompañado de vitrales que suavizaba la fuerte iluminación solar. Se hizo muy común encontrar los vitrales multicolores en dondequiera que hubiera un arco de medio punto. En los antiguos palacetes habaneros las columnas y los arcos eran los elementos decorativos de lujo, pero a partir del siglo XIX, las columnas abandonaron los hogares pudientes y se diseminaron por todas las calles de La Habana, a tal punto que Alejo Carpentier designaría a La Habana colonial como “la ciudad de las columnas”.
Era usual encontrar en todas las edificaciones un portal o espacio cubierto sostenido por columnas que precede a la entrada de las casas y que en Cuba es tan necesario para guarecerse del fuerte sol y de la lluvia. Más tarde su función fue subvalorada y por ende progresivamente eliminados.
El portal es un espacio de transición entre el espacio público y el espacio privado y sus soportales eran columnas, regularmente unidas con arcos. Por tanto La Habana se convirtió en la ciudad de las columnas y la ciudad de los arcos, diría yo. Pero hay arcos que destacan por sobre los miles o decenas de miles que existen en la capital cubana. Muchas contrucciones llevan en su portada estos arcos.
Y es que aunque el título se refiere a los Arcos de Triunfo de La Habana, éstos también se han levantado en distintas partes del país, aunque en algunos de ellos no sé a qué triunfo se refieren.
El Arco de Belén, el más conocido
Una de las obras donde los Jesuitas dejaron su huella en La Habana, fue el Convento de Belén en La Habana Vieja. Allí radicó en diferentes épocas una iglesia, un refugio para enfermos pobres, una escuela gratuita y hasta el famoso Observatorio de Belén, el pionero de la meteorología en Cuba y que existió hasta 1961. Fue una institución que tuvo un gran efecto en la actividad intelectual en la Isla y que ayudó al auge de la navegación comercial, la ampliación de la industria azucarera y el incremento de la urbanización, así como desarrolló la actividad intelectual.
La Orden de los Hermanos Belemitas (del convento de Belén) solicitaron un permiso en 1772 para construir un arco sobre la calle Acosta con el fin de facilitar el traslado de los enfermos convalecientes desde el Convento hacia las construcciones que la orden poseía en terrenos al otro lado de la calle, ya que las autoridades sanitarias de la ciudad habían prohibido el movimiento de estas personas a través de la vía pública para evitar posibles contagios. El Convento de Nuestra Señora de Belén de La Habana, se encontraba localizado en las manzanas comprendidas entre las calles Compostela, Acosta, Picota y Luz, en La Habana Vieja, y ocupaba un área aproximada de doce mil metros cuadrados.
Eso hizo que la calle Acosta fuera la única calle de La Habana que es atravesada por un arco y que se convirtió en una atracción turística, y de cuya construcción hemos tratado en otros artículos de este blog, sobre todo por su relación con los vascos en Cuba.
Podemos mencionar otros muchos ejemplos, como son el palacio del Marqués de Arcos, en la Plaza de la Catedral y en la misma plaza el Palacio de los Marqueses de Aguas Claras, antiguo Industrial Bank y ahora restaurante El Patio, el Palacio de Lombillo, el Arco de la entrada del Cementerio de Colón y los arcos que se repiten infinitamente en las antiguas construcciones de la Habana Vieja, como el Palacio del Segundo Cabo, el Palacio de los Capitanes Generales y los más tarde construidos el famoso salón “Arcos de Cristal” en el cabaret Tropicana, obra de Max Borges que la repetiría en varios lugares como el Club Náutico de la Habana, y el hoy al borde del colapso, el Colegio La Salle del Vedado y otras muy interesantes que veremos ahora.
El Edificio Arcos
No menos famoso es el Edificio Arcos, una construcción muy característica que está construida dentro de una de las furnias que existen en el Vedado uno de esos colosales huecos que se encuentran distribuidos por todo el antaño aristocrático barrio habanero y del que hemos mencionado muchos detalles en otros artículos.
Hoy se encuentra muy deteriorado y han ocurrido varios derrumbes parciales. A pesar de eso incontables personas siguen utilizando cada día el pasillo elevado que bordea el edificio, el cual es empleado como una especie de continuación de la calle F, interrumpida por la furnia resultante de una de las tantas canteras que permitieron el desarrollo de La Habana extramuros.
Callejón de Churruca
Si se detiene en la esquina de la calle Muralla y Oficios, tendrá la impresión que la calle adoquinada se pierde dentro de una edificación.
A un lado se encuentra la antigua Cámara de Representantes y al otro la sede del Gobierno de la Habana Vieja. Este pequeño tramo de vía está enrejado por ambos extremos y solo puede cruzar por él en horarios y días laborables. Al traspasar la bóveda, se llega a la calle San Pedro, frente a la Aduana del Puerto.
El Callejón de Churruca es una de las calles más pequeñas del Centro Histórico de La Habana, que colinda con el Convento de San Francisco de Asís y la antigua sede de la Cámara de Representantes de la República, y en el que se ha colocado el Vagón Mambí que antaño utilizaran los presidentes de Cuba para desplazarse en sus viajes a lo largo de la Isla.
Del majestuoso edificio de la calle Oficios No. 211, entre callejón de Churruca y Muralla, ya hemos descrito su magnificencias y sus diferentes usos en otro post de este blog, pero lo significativo es que el callejón termina en un punto ciego sin salida que está dominado por un gigantesco arco, sin duda muy atrayente en un entorno con tanta historia.
Pero el tema que nos ocupa se refiere a que si usted ha escuchado sobre la existencia de Arcos de Triunfo en La Habana, la afirmación es cierta, pero aparte de los más conocidos en la capital, algunos de efímera duración, también existen o han existido en Cienfuegos, Pinar del Río y muchos otros lugares de nuestra geografía y a lo largo de nuestra historia.
Arcos de triunfo en Cuba
Probablemente del que más hemos escuchado hablar los más viejos es el que existió en Paseo del Prado, entre el Parque Central y el Hotel Telégrafo y que conmemoró el medio siglo de instauración de la República en 1952 y que es el último del que hay testimonio gráfico.
Al final de la intervención norteamericana en 1909 y ascender al poder José Miguel Gómez, se erigió otro arco para celebrar la recuperación de la soberanía nacional, en el espacio entre la Manzana de Gómez y donde se construiría más tarde el antiguo Centro Asturiano, hoy Museo Nacional.
Pero antes, plata saludar el advenimiento de la independencia de Cuba y la toma de posesión del primer presidente de la República, Tomás Estrada Palma, se levantaron dos arcos de triunfo, uno en la calle O’Reilly y otro en el Barrio Chino.
Igualmente con ese fin se levantó el de la calle Estévez en el Cerro, culminado por un techo de guano y multitud de banderas cubanas.
El Arco de Villanueva
El Arco de la Estación de Villanueva, fue erigido por la Compañía de Ferrocarriles Unidos donde hasta 1912 radicó el Arsenal Militar, y se construyó la Estación Central de Ferrocarriles, sustituta de la Estación de Villanueva que radicaba en donde hoy se levanta el Capitolio Nacional. Todos esos terrenos fueron conocidos como Puerta de Tierra, Campo de Marte y Alameda de Isabel II. Es curioso que durante los años cincuenta yo era asiduo a un restaurante famoso entonces situado en Egido y Monserrate, justo donde comenzaba Monserrate y terminaba la Avenida de Bélgica o Egido y que se llamaba Puerta Tierra, una de las antiguas puertas de la muralla habanera y que como tantas cosas emblemáticas de La Habana pasó a la historia.
Arco para un asesino
Como ha pasado muchas veces en la historia, también personajes que han dejado una estela de sufrimiento y muerte, han sido honrados con un arco de triunfo. En este caso nos referimos al levantado al criminal capitán general Valeriano Weyler en las calles de Monte y Águila en La Habana, que podía estar construido con los huesos de los cientos de miles de inocentes que mató por hambre con su política genocida de reconcentración. ¿Un arco de qué tipo de triunfo?.
Otros arcos levantados con fines comerciales, políticos y por la independencia de Cuba.
En la entrada de una popular calle de la Habana Vieja fue levantado por los comerciantes el Arco de la calle Muralla.
El Arco de la calle Obispo, o más propiamente la calle del Obispo, fue financiado por los numerosos comerciantes allí radicados y contaba con alegorías de la república y retratos de Martí, Maceo, Céspedes y Agramonte.
El Arco frente a la Manzana de Gómez y el desaparecido Teatro Albizu fue financiado por el Partido Nacional Cubano.
El arco de los empleados de ferrocarriles, frente a la Estación Central, construido sobre cuatro columnas que soportaban una locomotora que soportaba las banderas de muchas naciones.
Otro fue el Arco construido por la Fábrica de Gas de La Habana en la calzada de Reina o Calzada de la Reina.
El arco de la compañía de seguros El Iris (recuerdo que muchísimas casas habaneras, entre ellas donde vivían, tenían un óvalo que identificaba que ese inmueble estaba protegido por el seguro que ofrecía esa compañía contra incendios) estaba conformado por ocho columnas rematada por un ancla y una estrella diseñadas con bombillas eléctricas.
El arco de Quivicán
En uno de los costados del pueblo habanero de Quivicán, está un monumento llamado Arco del Triunfo, que lo resguarda y nos recuerda que el parque se llama Dr. Federico Toldrá y da entrada al Salón de Patinaje del Parque Deportes.
Cienfuegos
El Arco de los Obreros de Cienfuegos, único de su tipo en Cuba, fue erigido por los trabajadores en 1902 en el parque José Martí, en poco más de 20 días, a partir de una iniciativa del Club Patriótico “Cubanita”.
Medio siglo después, en 1952, el Arco de los Obreros era el único sobreviviente entre los muchos con que la ciudad había saludado la independencia. Más de un siglo después de colocada la primera piedra junto a joyas y monedas de oro, no se tienen noticias de otra construcción similar en el país.
La Güira
Este parque nacional en Pinar del Río, con sus majestuosas construcciones medievales y jardines japoneses, la antigua Hacienda Cortina, muestra unos arcos espectaculares en su entrada.
En Guáimaro, Camagüey, está el Arco de la Feria Ganadera, uno de sus símbolos tradicionales y que es el pórtico de la entrada al parque exposición de la feria.
En las Parrandas de Remedios, Las Villas entre las construcciones para esas fiestas, se construyen desde 1875 arcos de triunfo provisionales.
En Santiago de Cuba, el Círculo Español construyó un arco de triunfo que enlazaba su edificio con la plaza principal, en la Calle Santo Tomás, entre la antigua Calle de la Catedral (hoy San Pedro) y la Calle de la Marina (hoy Aguilera), coordenadas que lo ubicaría justo frente (o muy cerca de) el actual Museo del Ambiente Histórico Cubano o, sencillamente, la Casa de Diego Velázquez y organizó fiestas para celebrar al general español Arsenio Martínez Campos, quien había conseguido la firma de la Paz del Zanjón luego de diez largos años de guerra.
El Cementerio de Colón y su arco monumental.
Y si de arcos se trata, aunque no sea de triunfo, no puede dejar de mencionarse el impresionante arco pórtico de la entrada del Cementerio de Colón, historia que vale la pena conocer y que ha sido ampliamente narrada en otros posts de este blog.
Barrio Chino
No sé si se pudiera considerar el arco de la entrada del Barrio Chino de La Habana como arco de triunfo, pero esta hermosa construcción que se repite en muchos asentamientos chinos en distintas partes del mundo, ha sido siempre una de las más llamativas de la capital habanera. Casi cualquier gran ciudad del mundo posee su propio Chinatown, un entorno donde los migrantes chinos se asentaron y organizaron comunidades donde mantuvieron su cultura.
Los arcos de triunfo en la literatura y el cine
Una cosa me llevó a la otra, y así vinieron a la mente la Puerta de Brandenburgo y el Arco de Triunfo de París, y las imágenes que de ellas vi en los libros y en las películas.
La gente siempre alaba las buenas películas, y es válido, pero se olvidan que sin una buena obra literaria es muy difícil o imposible que se pueda lograr algo cinematográficamente excelente. Puede haber buena cinematografía, excelente fotografía o actuaciones memorables, pero el conjunto depende en buena medida del soporte literario del filme.
Y en nuestro caso, el escritor no es para nada uno de segunda. Ya había sorprendido con “Sin novedad en el frente”, a la que le siguió “Tiempo de amar, tiempo de morir”, Erich Maria Remarque.
Erich Maria Remarque con “Tiempo de amar, tiempo de morir” nos ofrece un descomunal retrato de la guerra, que al abordar este tema aproveché para leer por quinta o no sé cuantas veces, porque hay libros y películas que se pueden leer y ver repetidamente y siempre encuentras algo nuevo.
“¡Disfruten de la guerra, que la paz será mucho peor! “ -es una frase del libro. Y tuvo razón por muy terrible que fuera el conflicto, la recuperacion fue brutal y los cambios políticos en Europa llevaron a la esclavitud a muchos países, lo que duraría casi medio siglo.
Su filmación tuvo lugar en Berlín Occidental, donde aparece repetidamente la Puerta de Brandenburgo, antigua puerta de entrada a la capital alemana y uno de los principales símbolos tanto de la ciudad como de Alemania. Era el acceso, al modo de la Antigua Grecia, una entrada monumental con columnas, al Berlín de la época y situada en el centro actual de la ciudad, en la Plaza de París, formando el final de la avenida Unter den Linden y marcando el comienzo del gran parque Tiergarten y en sus cercanías también se encuentran el Reichstag y la Potsdamer Platz, lo que hace que importantísimos sucesos en la historia de Alemania están ligados a la Puerta de Brandeburgo.
Pero por si fuera poco con estas dos obras, también escribió “Arco de Triunfo”, llevada también a la pantalla grande con tres gigantes de la actuación: Ingrid Bergman, Charles Boyer y Charles Laughton. Una turbia y apasionada historia de amor envuelta en un entorno hostil y de muerte.
Cuando leo libros como “Tiempo de amar…” me queda mucha añoranza por no haber podido leer nunca los que sirvieron de base para películas como “La Balada del Soldado”, esa maravilla soviética de Grigori Chujrai. también director de cintas inolvidables como “El 41” y “Cielo Despejado” y a la que hay que perdonarle sin pensarlo su aroma patriotero; la alemana “El Puente” del escritor Manfred Gregor y por supuesto la que puede de alguna manera considerarse su continuación, la imperecedera “Salvando al Soldado Ryan” de Steven Spielberg. Y no puede faltar en esta referencia “Cuando pasan las cigüeñas de Mikhail Kalatozov, la épica “Siberiada” de Andréi Konchalovski, y la inmensa “La infancia de Iván” de Andréi Tarkovski, quien también nos dejara “Solaris”, una de las mejores películas de ciencia ficción de la historia del cine..
A pesar de los pesares y de los buenos momentos que nos hace pasar el cine, sin duda la literatura sigue siendo en mi gusto, la reina de las artes.
A la literatura, el libro y ahora a los lectores de libros electrónicos había que hacerle un arco de triunfo de tamaño colosal, porque gracias a ellos hemos podido acumular los inmensos conocimientos que ha acumulado el hombre, aunque desafortunadamente ello no ha servido de mucho para civilizarlos al nivel de los animales.
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